Un equipo internacional compuesto por el investigador CAPES Ariel Farías, demostró cómo la respuesta de los matorrales semiáridos a la variabilidad en las lluvias depende de las interacciones complejas entre las plantas y animales que viven en él.
En el estudio, publicado en la revista científica Ecological Monographs, se analizaron 25 años de observaciones en uno de los experimentos de campo más ambiciosos del mundo, el más longevo del Hemisferio Sur.
Un equipo científico internacional estudió cómo depredadores, pequeños roedores y plantas modulan el efecto de las lluvias sobre la vegetación semiárida.
El estudio, co-escrito por el investigador CAPES, Ariel Farías, se valió de un ambicioso experimento efectuado entre investigadores chilenos y estadounidenses en el norte chileno (uno de los ecosistemas más áridos del mundo), quienes, a lo largo de 30 años, manipularon la presencia de herbívoros y carnívoros en la región para entender cómo determinan la respuesta de la vegetación a las lluvias.
“Este experimento demostró que los roedores y plantas responden positivamente a la lluvia, pero en el caso de las plantas perennes y los arbustos, su expansión depende de la competencia con las plantas anuales, el efecto herbívoro de los roedores e, indirectamente, el efecto de los depredadores carnívoros, que no sólo comen roedores, sino que también provocan un cambio en la conducta, forrajeo y uso que los roedores hacen del matorral” explicó Farías, también académico del Centro Universitario Regional Este (CURE) de la Universidad de la República (Uruguay).
Los resultados de este estudio experimental, efectuado en el matorral semiárido del Parque Nacional Bosque Fray Jorge, ponen de relieve que los seres vivos de ambientes áridos responden a la variabilidad del clima incorporando complejas interacciones a través de todos los niveles tróficos del sistema, que en ultimo termino influyen en uno de los elementos aparentemente más estables de la vegetación semiárida; los arbustos.
“Se sabe que las lluvias son importantes en las zonas secas, pero conocemos muy poco sobre el papel que juegan las plantas y los animales en las respuestas a largo plazo que tienen los ecosistemas áridos a las precipitaciones, especialmente los arbustos” puntualizó la coautora del artículo Cristina Armas.
Por su parte, la investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Aurora Gaxiola, comentó que “la mayoría de los estudios sobre ecosistemas áridos considera a la vegetación arbustiva como algo estable, ya que en estas especies longevas y de lento crecimiento es difícil detectar cambios si se estudian por poco tiempo. Sin embargo, los datos de largo plazo nos permitieron identificar cambios interanuales en la cobertura arbustiva”.
Ante el cambio climático global, comprender cómo las interacciones entre los organismos median las respuestas de la vegetación de los ecosistemas áridos frente a la variabilidad climática es esencial para gestionar adecuadamente la conservación de la biodiversidad de estos medios, comentan los autores en el estudio, publicado recientemente en la revista Ecological Monographs.
Por su parte, los investigadores que iniciaron el experimento en Fray Jorge en 1989, Julio Gutiérrez, Peter Meserve y Douglas Kelt, se mostraron honrados por la utilidad que, tres décadas después, sigue teniendo este estudio de largo plazo. “Cuando comenzamos esta aventura científica, nunca imaginamos que iba a crecer de esta forma. Con el correr del tiempo se formó un equipo muy diverso de profesionales especializados en distintas disciplinas, de varios continentes y de ya varias generaciones. Este trabajo ha formado una escuela de cómo hacer ciencia en equipo”.
Texto: Comunicaciones CAPES e IEB
Foto: Paula Díaz