Una serie de proyectos liderados por investigadores CAPES —cuyos temas van de la resiliencia de la agricultura de pequeña escala a la adaptación de un grupo de aves al calor y sequías extremos— recibieron financiamiento para su ejecución de manos del Concurso Fondecyt Regular 2020.
Se trata de cuatro iniciativas que, junto a otros 552 proyectos a nivel nacional, fueron preseleccionadas por la Agencia Nacional de Investigación, Innovación y Desarrollo (ANID, ex Conicyt) para su ejecución durante los próximos 2 a 4 años.
Fortaleciendo la resiliencia de la pequeña agricultura
Uno de los proyectos adjudicados, denominado “Resiliencia de la agricultura de pequeña escala a través de escalas espaciales: agrobiodiversidad y conocimiento local en sitios importantes del patrimonio agrícola de Chile” será encabezado por el investigador de la línea 6 de CAPES, Tomás Ibarra.
En palabras del ingeniero agrónomo y especialista en sistemas socioecológicos, el proyecto buscará examinar “la capacidad de recuperación de los sistemas agrícolas a pequeña escala y el papel de los filtros socioambientales y las redes de semillas en dos sitios importantes del patrimonio agrícola en el sur de Chile: La Araucanía y Chiloé”.
Estos sitios, nos cuenta Ibarra, han sido designados como hotspots por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), pues se trata de paisajes sobresalientes de belleza estética que combinan la agrobiodiversidad y un valioso patrimonio cultural; “sin embargo, estos sitios están amenazados por muchos factores que han resultado en el abandono de las prácticas agrícolas tradicionales y la pérdida de variedades locales” explica.
El estudio tendrá una duración de 4 años, durante los cuales un equipo interdisciplinario de investigadores implementará métodos mixtos —entre los que incluyen observación participativa, entrevistas, inventarios de plantas, ejercicios de conocimiento y manejo, encuestas a agricultores, evaluaciones a escala de paisaje y evaluaciones de redes de semillas— para explorar diversas huertas familiares, esto es, microambientes complejos cercanos al hogar en los que se cultivan plantas útiles y se integran tradicionalmente con un ecosistema circundante más amplio.
“Nuestros resultados se utilizarán para proyectar la distribución de nuestros dos indicadores de resiliencia en escalas espaciales amplias, con implicaciones de política para identificar puntos críticos de agrobiodiversidad para la conservación in situ e in vivo de los recursos fitogenéticos y el conocimiento agrícola local” cuenta Ibarra.
Llenando vacíos de información en la protección de los ecosistemas costeros
El cuidado y gestión de los ecosistemas costeros también tuvo un lugar entre los proyectos seleccionados en esta versión del concurso. De la mano del investigador CAPES de línea 5, Sergio Navarrete, el proyecto “Conservación y gestión espacial marina en Chile central: llenando vacíos de información científica para fomentar la sustentabilidad en los ecosistemas costeros” tendrá por objetivo testear modelos hidrográficos que permitan generar información más precisa sobre distintas variables ambientales y biológicas asociadas a las poblaciones marinas, necesarias para el establecimiento de áreas de manejo y protección del recurso pesquero más eficaces.
Entre los parámetros sobre los que se busca obtener mejor información, están los flujos de dispersión larval de distintas especies-objetivo de la costa central de Chile, así como los patrones “invisibles” de conectividad entre poblaciones. Todo, dentro del modelo de gestión conocido como Planificación Espacial de Zonas Marinas (Marine Spatial Planning).
Asimismo, el proyecto utilizará técnicas moleculares para testear predicciones específicas de tasas de dispersión y estructuras de subpoblación, generadas desde sus propios modelos hidrográficos y algoritmos recientemente desarrollados por Navarrete y su equipo.
Las aves paseriformes versus el cambio climático
Otro de los proyectos preseleccionados, liderado por el investigador de línea 3, Pablo Sabat, pretende estudiar los cambios fisiológicos que el aumento de las temperaturas y la disminución de la disponibilidad de agua provocadas por el cambio climático tienen sobre el orden de aves conocido como paseriformes.
“Estas aves” explica Sabat, “son particularmente susceptibles a los aumentos de temperatura y la aridez extremas, debido a sus rasgos de comportamiento (diurnos) y fisiológicos (tamaño pequeño y altas tasas metabólicas)”.
El proyecto busca responder preguntas tales como en qué medidas las especies paseriformes que viven en los desiertos costeros del norte de Chile mantienen el equilibrio hídrico entre el agua metabólica y el agua de mar preformada; qué diferencias intra e interespecíficas hay en la proporción de agua metabólica con respecto al presupuesto total de agua corporal de estas especies, y cuáles son las consecuencias fisiológicas de la dependencia del agua metabólica para los organismos, entre otras.
Para ello, Sabat y su equipo utilizarán un método cuantitativo que estimar las contribuciones relativas del agua metabólica versus el agua bebida / alimenticia (precipitación o agua de mar) al total de agua corporal, en función de tres isótopos estables de en una muestra de plasma sanguíneo.
“También mediremos varias variables fisiológicas y ecológicas que van desde parámetros bioquímicos (enzimas metabólicas en eritrocitos y estado oxidativo), respuestas orgánicas (tasas metabólicas, pérdidas de agua por evaporación) y uso de recursos marinos versus terrestres mediante análisis de isótopos de carbono y nitrógeno” explica el fisiólogo.
Otros proyectos seleccionados
La versión 2020 de Fondecyt Regular también adjudicó financiamiento a los investigadores de la línea 2 de CAPES, Juan Pablo Pavissich y Danilo Pérez Pantoja. En el caso del primero, como co-investigador del proyecto “Ocurrencia de perclorato y desarrollo de estrategias sustentables de tratamiento de matrices de agua potable complejas, salmueras y resinas de intercambio iónico gastadas”, liderado por el ingeniero ambiental de la Universidad Católica, Ignacio Vargas. Pérez Pantoja, por otra parte, será parte del equipo de investigación a cargo de un proyecto denominado «Hacia cepas más robustas de Escherichia coli para la conversión de biomasa lignocelulósica mediante ingeniería metabólica, incorporando transferencia del potencial de biodesintoxicación alrededor de las comunidades microbiales de lodo residual de pulpas de celulosa».
Asimismo, también fue seleccionado un proyecto encabezado por el investigador asociado CAPES, Alexander Neaman, miembro de la línea 1 del Centro, sobre impactos ambientales de metales y reclamación de suelos.