La publicación es parte de la serie “Temas de la Agenda Pública” del Centro de Políticas Públicas UC.
Los investigadores CAPES Rosanna Ginocchio, Eduardo Arellano y Pablo Camus, junto a académicos de las Facultades de Historia, Geografía y Ciencia Política, y de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica, lanzaron el pasado noviembre un informe destinado a diagnosticar el impacto que la intensificación agrícola ha tenido sobre el paisaje y biodiversidad de la zona norte-centro de Chile, y proponer alternativas de conciliación entre las demandas alimentarias de la población y la necesaria protección de nuestros ecosistemas.
La publicación, titulada “Conflicto entre la intensificación de la agricultura y la conservación de la biodiversidad en Chile: alternativas para la conciliación”, es parte de la serie “Temas de la Agenda Pública” del Centro de Políticas Públicas UC, una colección de artículos académicos que difunde el trabajo de académicos de la Universidad en temas de política pública y de relevancia nacional.
Consultada sobre la razón para estudiar particularmente esta región de Chile, la Dra. Ginocchio explica que ésta, la zona norte-centro, concentra gran parte de la fruticultura intensiva y extensiva, “debido a atributos como el clima de tipo Mediterráneo, los buenos suelos, la facilidad de conexión rápida con puertos para la exportación de los productos, la disponibilidad de mano de obra, entre otros”.
Dicha condición, señala, “ha producido impactos históricos y actuales en cambio del uso del suelo, con pérdida de la biodiversidad local altamente endémica. Hoy, esta zona es un hotspot de biodiversidad mundial, lo que nos dice que el impacto humano ya ha sido más relevante allí que en otras partes del territorio”.
Según los autores del informe, la conciliación entre la producción de alimentos necesarios para sostener una población en creciente aumento, y la conservación de la diversidad biológica sobre la cual se sustenta la provisión de este servicio y otros, ha sido un desafío permanente para las sociedades modernas. Los primeros intentos por mediar en esta aparente contradicción en términos, incluso concluyeron que no sería posible aunar ambos objetivos, porque ambos requieren del uso de territorio para su existencia y desarrollo, el cual es limitado en relación a la actual demanda de alimentos (Pilgrim et al., 2010).
En esta oportunidad, Ginocchio, Arellano y Camus describieron alternativas de agricultura sustentable que ya han sido implementadas a nivel internacional, como las prácticas de Separación de Tierras (Land Sparing) y Agricultura Amiga (Land Sharing), las cuales permitirían la conciliación entre ambas opciones en el contexto local, asegurando así tanto el desarrollo económico y la producción frutícola como la conservación de la biodiversidad nativa.
La adopción de estos modelos, sin embargo, aún no parece despertar mayor interés de parte del sector productivo, en parte, explica la Dra. Ginocchio, por obstáculos como la falta información y de incentivos que inclinen la balanza hacia soluciones más sustentables: “Por una parte, el modelo productivo es más fácil de manejar técnicamente cuando es un monocultivo extensivo e intensivo. Sumado a ello, aún sobrevive el mito de que la productividad es menor cuando conviven los sistemas frutícolas con otras especies silvestres en el mismo terreno, o de que las fecas de algunos animales silvestres, como aves y roedores, pueden contaminar los productos frutícolas con patógenos que afectan la salud humana”.
Aparte de la aplicación de nuevos métodos, otra de las alternativas de solución que propone el estudio es la generación de políticas públicas “adecuadas y coherentes” que aseguren una efectiva conservación de la biodiversidad y de los ecosistemas naturales a nivel nacional, y consideren “directamente” los patrones de consumo de las personas, de modo que estas se ajusten a la realidad local (y global) del mercado alimentario a la hora de desarrollar e implementar nuevos modelos.
De hecho, en opinión de la académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, “el cambio más importante y urgente es la creación de políticas públicas sobre la base de una gestión territorial, donde se equilibren distintos sistemas productivos, zonas urbanas y usos/conservación de los recursos naturales”.
Sobre este respecto, los autores escriben: “Los productores frutícolas deciden sobre los métodos de producción que usarán; sin embargo, la demanda y el estilo de vida de los consumidores también pueden influir en la selección del método de producción por parte del productor. De esta forma, la responsabilidad de la producción sobre la conservación de la biodiversidad se hace compartida”.
“Conflicto entre la intensificación de la agricultura y la conservación de la biodiversidad en Chile” está disponible para descarga gratuita desde este enlace.