La bióloga y candidata a doctora en Ecología, recientemente integrada a CAPES, nos cuenta sobre dos de sus proyectos, donde mezcla tanto ciencia como arte para ayudar a formar vínculos que conecten a las personas con la biodiversidad que les rodea.
Amante del bosque nativo chileno, la bióloga Belén Gallardo ha sabido mezclar dos de sus pasiones, el arte y las ciencias, para educar en torno a la importancia de la biodiversidad. Sus proyectos interdisciplinarios buscan generar experiencias de encuentro con la naturaleza mediante la ilustración botánica. El último de ellos, una línea de ropa educativa para niños a base de tintes naturales y diseños relativos a la vegetación nativa, es sólo otro ejemplo de esta intersección.
Belén es bióloga y PhD(c) en Ecología. En el último tiempo, ha dedicado su trabajo a la educación sobre los bosques nativos, en un intento por superar los viejos estereotipos de la “araucaria y el copihue” a la hora de enseñar sobre la riqueza de estos ecosistemas, generando en cambio instancias de experimentación y creatividad con distintos actores.
La investigadora se incorporó a finales de 2019 al equipo de CAPES, para trabajar junto al Dr. Stefan Gelcich en la línea 5 de investigación, dedicada a la gestión de los recursos naturales y la investigación en políticas públicas de sustentabilidad y conservación.
Conversamos con ella para conocer sus últimos proyectos y los objetivos detrás de ellos.
Estación flora
La última gran idea de la investigadora, educadora y comunicadora de las ciencias es Estación Flora, un proyecto creado junto a la diseñadora textil Belén Villavicencio –la “maga de los tintes naturales”, como le llama— y la ilustradora botánica Teresita Melo, en un intento por divulgar el valor de la biodiversidad a través de la confección de ropas que celebren los diseños y materias primas nativas de la región del Biobío, especialmente a los niños.
Juntas, Gallardo, Villavicencio y Melo vieron en la ropa infantil una forma de acercar a los niños a los bosques nativos de nuestro país. “El aumento de la vida urbana no solo ha afectado a los adultos, dónde los estudios han demostrado que los cuadros nerviosos y de estrés han ido al alza, sino también a los niños, con un fenómeno llamado “extinción de la experiencia””, nos cuenta Belén. Para la científica, es preocupante el hecho de que los niños cada vez se encuentren más alejados de la naturaleza, por lo que hacer ropa es una forma de generarles curiosidad por las plantas desde pequeños, en sus palabras.
Financiadas con un Fondart regional, las artistas y diseñadoras lograron ejecutar el proyecto en 2019. Consultada por el uso de la ropa como vehículo para la comunicación de la ciencia, Belén nos responde: “es una elección del día a día, nos define, nos caracteriza y a la vez va en contacto directo con nuestra piel, por eso queríamos hacer algo lo menos procesado posible” añadiendo que la industria textil ha generado diversos impactos negativos a la sociedad y esta, dicen es una forma de entregar algo local y sostenible.
El proceso que llevaron a cabo se dividió en varias etapas. La primera de ella consistió en la investigación y elección de los “personajes” de las vestimentas. “Queríamos romper con la tradición de los animales, por lo que decidimos trabajar con las plantas. Si bien la primera tendencia era ir hacia lo conocido, decidimos incorporar especies de helechos y hierbas” explica. Una vez definidos los diseños, ilustrados por Melo, las emprendedoras se abocaron al tema del color, utilizando tintes 100% vegetales y no tóxicos, pero que, por sobre todo, reflejaran los colores del bosque nativo. “La tela es de lino nacional hecho por una fábrica de Tomé, generando un producto local, sustentable y educativo”.
La compra de estos conjuntos, realizable a través del sitio web del proyecto, incluye además un mapa de la flora nativa del Biobío, con los lugares donde se pueden encontrar las especies contenidas en las prendas.
Phyta Lab
En la Estación Biológica Senda Darwin en Chiloé, se encuentra otro proyecto estrella de la científica: Phyta Lab, un “espacio de experimentación e interacción humano-naturaleza” que forma a diseñadores, artistas, científicos, educadores y comunicadores en el arte y oficio de la comunicación visual de la ciencia y la ilustración botánica, en las áreas de ecología y biodiversidad.
Actualmente, el laboratorio, integrado también por las ilustradoras Geraldine MacKinnon y Silvia Lazzarino, los ingenieros agrónomos Javiera Díaz, Cheo Yin Tam Loi y Juan Luis Celis, y la bióloga y comunicadora de la ciencia Nélida Pohl, ya va por su sexto año de vida.
El curso que da vida al proyecto, “Ilustración Botánica de Campo”, es una expedición y encuentro de 10 días, en donde los participantes a éste son invitados a convivir en la naturaleza y construir conocimiento colectivo sobre biodiversidad. “Se aprende desde técnicas de dibujo y acuarela botánica, taxonomía, comunicación visual de la ciencia, pero por sobre todo, a reflexionar y aprender con el encuentro directo del bosque y las diferentes visiones de los participantes” nos cuenta Belén.
Comunicando creativamente
Como su trabajo atestigua, para la bióloga la comunicación de la ciencia no es sólo es asunto de grandes descubrimientos y de producción de saber académico, sino que también de “tratar de transmitir sobre las personas lo que hay detrás de las investigaciones, sus pasiones y la razón por la dedicamos nuestra vida a esto”.
Otro valor que le da la científica a la comunicación, es como una forma de generar encuentros de comunidad e intercambio con el público no especializado, “con las personas que cada día tienen menos contacto con la naturaleza y, por ende, menos conocimientos respecto de la biodiversidad que nos rodea” explica.
Actualmente, Belén también se desempeña como directora de Capacitación y Formación de la Asociación Chilena de Periodistas y Profesionales para la Comunicación de la Ciencia, ACHIPEC.
Texto: Comunicaciones CAPES
Imagen cortesía de: Belén Gallardo