Un estudio de investigadores CAPES analizó la literatura referida al impacto de estos procesos antrópicos en ambientes acuáticos, identificando los sesgos, brechas y desafíos que enfrentan los científicos que exploran esta compleja interacción.
La estrecha relación entre los ecosistemas terrestres y acuáticos, marcada principalmente por el rol que cumplen éstos últimos en el transporte y almacenamiento de agua, nutrientes y energía para realizar múltiples procesos en tierra firme, ha sido ampliamente estudiada por ecólogos, geólogos y científicos ambientales. Sin embargo, cuando aguzamos la mirada a los impactos que fenómenos como el cambio de uso de suelo —una práctica que transforma la cubierta vegetal para el cultivo, la edificación, u otra actividad en beneficio de los seres humanos— tienen sobre océanos, lagos, ríos o humedales a lo largo del mundo, aún quedan zonas oscuras por iluminar.
Esa fue la conclusión a la que llegó un equipo de investigadores encabezados por el economista del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), Francisco Fernández, luego de una revisión bibliográfica que identificó las brechas, sesgos y direcciones futuras en el estudio de estos impactos, y cuyas conclusiones fueron plasmadas en el paper “Gaps, biases, and future directions in research on the impacts of anthropogenic land-use change on aquatic ecosystems: a topic-based bibliometric analysis”, publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research.
“El entendimiento y evaluación de cómo o de qué forma el cambio de uso de suelo por parte del ser humano afecta los ecosistemas acuáticos es un tema de por si desafiante, debido a la complejidad de las interconexiones que existen entre estos tipos de ecosistemas” explica Fernández. “Dada esta complejidad, quienes han abordado la materia generalmente lo han hecho desde una perspectiva que se restringe a: un cambio de uso de suelo particular (agricultura, urbanización, minería, forestales, etc.); causantes o estresores específicos (sedimentación, metales pesados, fertilizantes) o ecosistemas acuáticos individuales (río, cuenca, lagos, zonas costeras, y otros)”.
Ante dicho escenario, señala el también académico de la Universidad Mayor, el conocimiento asociado a los impactos de este proceso en dichos ecosistemas depende en buena parte del contexto local de cada investigación, relativo a aspectos como el tipo de cambio de uso de suelo analizado, de las múltiples escalas espaciales y temporales al momento de realizar el análisis, de las vías y mecanismos por los cuales el uso de la tierra influye en los ecosistemas acuáticos, como también de las respuestas que pueden tener los ecosistemas acuáticos a diferentes cambios de uso de la tierra.
Por esta razón, menciona Fernández, “el estudio apuntó a explorar y enmarcar estos saberes hasta hoy desperdigados desde una perspectiva más amplia”, atendiendo a las piezas del rompecabezas que aún quedan por encontrar.
Un mapa incompleto
Mediante un análisis bibliométrico de más de 2,700 artículos publicados entre 2007 y 2018, los investigadores pudieron determinar, entre otros aspectos, la distribución de las publicaciones en cuanto a su lugar de procedencia y el campo de estudio de las revistas donde fueron publicadas, identificando una prevalencia de las ciencias ambientales y los recursos hídricos en la literatura referida a este tema.
“Analizando el período completo en tus diferentes etapas, la frecuencia o importancia de las revistas académicas de naturaleza económica fue considerablemente baja”, comentan los autores, notando que apenas cinco revistas de este tipo publicaron estudios sobre el cambio de uso de suelo y sus efectos en ecosistemas acuáticos, el equivalente al 1% del total de la muestra.
El estudio también halló un crecimiento significado en la producción de conocimiento relacionada a este tema a lo largo del período, confirmando el interés progresivo de la comunidad científica por dicha problemática.
Desde el punto de vista geográfico, China es el país que ha experimentado el mayor crecimiento de publicaciones de este tipo en el último tiempo, provocado, especulan los autores, por los desafíos inmediatos que el desarrollo económico acelerado presenta en ese país. “El inédito progreso experimentado (en China) en décadas recientes, ha ido de la mano con un incremento en los niveles de ingresos de su población. De este modo, se observa una demanda creciente por productos intensivos en uso de suelos y explotación de recursos acuáticos, así como una expansión de las áreas urbanizadas del país (…) obligando a las autoridades a implementar planes que permitan un desarrollo más armonioso con el medio ambiente, y miradas de largo plazo en la explotación de la tierra”, detallan los investigadores.
Al gigante asiático, también se suman países como EEUU, Australia y algunas naciones europeas, evidenciando el interés del mundo desarrollado por invertir en estas problemáticas. “Muchos de estos países tienen registros, que, de alguna manera, muestran una preocupación en generar políticas basadas en ciencia para entender, analizar y controlar las problemáticas derivadas del cambio de uso de suelo y su impacto en ecosistemas acuáticos. Esta preocupación se traduce en proyectos, subvenciones y programas que financian investigación destinada a generar políticas basadas en la ciencia”, argumenta Fernández.
Pero la inversión desigual en estudios de este tipo también trae vacíos imposibles de soslayar. “Se destacan dos brechas importantes en la literatura”, observa Fernández, “primero, una baja participación de países de África y América Latina. En el caso de los países africanos, surge un llamado de alerta respecto a la falta de estudios relacionados a la temática, debido a los escenarios futuros que se plantean de escasez de recursos hídricos en la región. Para los países latinoamericanos, la urgencia pasa por los cambios que estos están experimentando respecto a los patrones de uso de la tierra, como resultado de la expansión de las fronteras productivas de las actividades del sector primario”.
En el contexto local, el economista señala a Chile como uno de los países (junto a Argentina y Brasil) que han aparecido en la escena académica relacionada con esta temática en el último tiempo. “Sin embargo, dada la importancia que las actividades productivas primarias como la agricultura, la minería y el sector forestal tienen en el país, las que implican un cambio de uso de suelo antrópico importante, aún estamos al debe” remarca.
Una mirada parcial
La segunda gran brecha descubierta por los autores fue la escasa presencia de disciplinas económicas y sociales en el tratamiento de estas materias. “En muchos casos” cuenta Fernández, “la evaluación integrada de la gestión de los recursos hídricos se ha concentrado en el control físico del agua, sin suficiente enfoque en los aspectos económicos. Aunque en los últimos años se ha incrementado la atención en incorporar esta mirada, al final del estudio hacemos un llamado a llevar a cabo futuras revisiones más focalizadas, que consideren términos relacionados a aspectos económicos y sociales conexos con los efectos del cambio de uso de suelo antropogénico en los ecosistemas acuáticos”.
De esta forma, los resultados del estudio revelan una necesidad urgente por estudios interdisciplinarios que consideren el impacto económico del cambio de uso de suelo, y el valor de los servicios ecosistémicos acuáticos que éste pone en riesgo.
El estudio también contó con la colaboración de los investigadores CAPES Manuel Muñoz, Roberto Ponce, Felipe Vásquez y Stefan Gelcich.
Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos de imagen: ARG_Flickr