Ideado y coordinado por la bióloga CAPES, Daniela Mella, el proyecto es una actividad conjunta entre dicho centro y la Escuela de Diseño de la Universidad Católica, y tiene por objetivo el diseño de un servicio de vasos retornables en cafeterías y otros establecimientos comerciales insertados en sistemas de circuito cerrado.
El pasado agosto, de forma telemática, los estudiantes de cuarto año de la carrera de Diseño de la Universidad Católica iniciaron el taller “Creación de nuevos servicios para las personas”, dictado por la profesora de la Escuela de Diseño UC, Paula Wuth. Durante las próximas 12 semanas, los futuros diseñadores deberían trabajar en la ideación y elaboración de uno de dos proyectos orientados al diseño de productos y servicios centrados en las personas, los cuales pondrán a prueba sus conocimientos y capacidades creativas.
Uno de estos proyectos, llamado “Desafío Retorna” tiene por misión el diseño de un servicio de vasos retornables para cafeterías y establecimientos de expendio de bebidas frías y calientes, especialmente en sistemas de circuito cerrado o semi-cerrado como campus o estaciones de metro.
La iniciativa es una idea desarrollada por la bióloga y profesional CAPES, Daniella Mella, en un intento por reducir el consumo de plásticos de un solo uso en dependencias de la Universidad, e idealmente extender la idea a otros espacios de venta de este tipo de envases.
La iniciativa, explica Mella, “nace de la frustración de ver y conocer el impacto que tiene la acumulación de plásticos y otros materiales de un solo uso en el ambiente”, especialmente a nivel de los ecosistemas marinos. “Lo más frustrante de esto es darse cuenta que lo que está sucediendo es consecuencia de pequeños actos cotidianos, como tomarse un jugo con una bombilla, tirar una bolsa plástica o beberse un café en un vaso desechable” comenta.
De ahí su idea de introducir pequeños cambios en la forma en que las personas consumen este tipo de alimentos, partiendo por la relación entre las personas, y su café. Sin embargo, cambiar un comportamiento arraigado en las personas, por minúsculo que parezca, no es tarea fácil. “Son muchos los factores que le impiden a las personas producir estos cambios: hábitos, comodidad, falta de información o de tiempo, desinterés, etc. Cada quien tiene motivaciones diferentes para ir a tomar un café en un determinado momento, y éstas no siempre tienen que ver con el impacto ambiental que generamos. Entonces, ¿cómo hacemos para que tomar la decisión ambientalmente correcta sea también la más cómoda, la más fácil y la más atractiva? De esa pregunta, y de la conversación con distintas personas e instituciones interesadas y expertas en el tema, nació este proyecto y el desafío del que es parte”.
Mella se asoció con profesionales de la Dirección de Sustentabilidad y la Escuela de Diseño de la Universidad Católica para configurar un grupo de trabajo que hiciera factible la creación de este servicio, uno que reemplazase los vasos desechables por recipientes retornables en las cafeterías de la Universidad. De esta colaboración, surgió la idea de convertir este proyecto en un desafío para los estudiantes de Diseño.
Pensando en los consumidores…
Durante el desafío, estos estudiantes trabajarán individual y grupalmente a través de una metodología de diseño que comienza con la “inspiración”, es decir, con entender el contexto en el que se enmarca el proyecto, para luego avanzar en la comprensión de las necesidades de los usuarios y actores claves del servicio a diseñar, y así finalmente proponer soluciones al desafío, testearlas y proyectarlas en una propuesta formal.
Al final del semestre, se espera que cada grupo de trabajo presente una propuesta de prototipo que incluya los aspectos tanto comerciales y de marketing como de usabilidad del producto-servicio. El equipo de Retorna, en conjunto con la Dirección de Sustentabilidad, evaluarán estos prototipos para definir cuál o cuáles se pondrán poner a prueba dentro de la Universidad.
“Desde la perspectiva de CAPES”, explica Mella, “se evaluará cómo las propuestas cumplen con los requisitos de sustentabilidad que se buscan. Esto es, una disminución del impacto ambiental del servicio-producto respecto a las alternativas actuales, a través de todo su ciclo de vida, desde la obtención y uso de materias primas para su fabricación, hasta su disposición final”.
En el camino, sin embargo, los alumnos se encontrarán con las mismas dificultades que anteriormente mencionara la profesional CAPES: “Entre los desafíos más importantes está lograr un producto-servicio que sea económicamente sustentable y competitivo, y cómo a través del diseño puedo asegurar, o al menos aumentar la probabilidad, de que los vasos sean devueltos al sistema y asegurar su circularidad o «retornabilidad». Por último, está el gran desafío de lograr ese cambio de hábito en las personas. Hay diferentes perfiles de consumidores, y no a todos les interesa el impacto ambiental de sus acciones cotidiana. ¿Cómo logramos entonces que esas personas sean también atraídas por esta nueva forma de tomar café o té? Ese es un gran desafío”, plantea.
… y el medio ambiente
Para Mella, la implementación de este tipo de medidas a pequeña y mediana escala puede traer beneficios tanto en el corto como en el largo plazo. “Si pensamos en el contexto universitario, a corto plazo se vería una reducción en la cantidad de desechos que produce la Universidad, trayendo importantes beneficios económicos, pero sobre todo acercándonos a la meta de carbono-neutralidad que la institución se ha puesto para el 2038″.
Esto, debido al impacto positivo que traería deshacerse de un producto que en toda su cadena productiva genera externalidades negativas para el medioambiente, desde el uso (y abuso) de materias primas para su creación hasta la contaminación ambiental que producen por su acumulación en el ambiente. “A mediano y largo plazo, esperamos lograr cambios de hábitos en la comunidad universitaria. Que esto sea el inicio de un cambio de cultura de lo desechable a lo reutilizable” añade Mella.
Y si bien la doctora en Biología Marina hoy está enfocada en poner a prueba estos prototipos dentro de la Universidad, idealmente cambiando los hábitos de la comunidad universitaria en el proceso, la gran metra es poder sacar el servicio “al mundo. “Esperamos que una vez con el prototipo, podamos postular a fondos concursables que nos permitan lograr este objetivo. Probablemente viendo cómo funciona en otras universidades como las de la red de Campus Sustentable, para luego escalar a otros sistemas de circuito cerrado o semi cerrado, como son edificios corporativos, clínicas o aeropuertos”.
El plan más allá de esta primera etapa es ambicioso, pero tanto Mella como las instituciones que la apoyan saben mejor nadie que no existe mejor basura que la que no se produce. O en este caso, bebe.