Los investigadores Pablo Camus, del Instituto de Historia de la Universidad Católica y Fabián Jaksic, del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, analizaron los vínculos entre este catastrófico evento climático y los cambios políticos sucedidos en Chile con posterioridad.
Entre el 25 y el 28 de junio de 1982, 123,6 milímetros de agua precipitaron entre las regiones de Coquimbo y el Maule en solo 96 horas, en una enérgica expresión del fenómeno climático conocido como El Niño. Tal cantidad de agua provocó la salida de ríos, esteros y canales, afectando la infraestructura y equipamiento de varias ciudades y de miles de viviendas. En Santiago, se desbordaron el río Mapocho, el canal San Carlos, el zanjón de la Aguada, y los canales San Ramón, Las Perdices, El Carmen y El Canelo, interrumpiendo el tránsito vehicular y provocando cortes de energía, agua y teléfono. Diversas poblaciones y campamentos, así como los asentamientos situados junto a los canales de regadío y los ríos, fueron arrasados por las aguas.
Los investigadores Pablo Camus Gayán, del Instituto de Historia de la Universidad Católica y Fabián Jaksic, del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, analizaron las consecuencias que este evento climático tuvo sobre el Chile de comienzos de los 80 desde un punto de vista socio-biológico y cultural. Sus conclusiones, fueron plasmadas en el paper titulado “Los temporales de 1982 y la crisis económica, política y social de la dictadura en Chile”, publicado en la revista Historia y Geografía de la Universidad Católica Silva Henríquez.
A juicio de los autores, las inundaciones, la recesión económica y la falta de ayuda por parte del Estado en un contexto de dictadura, estimularon la organización de ollas comunes entre los pobladores afectados por el desastre, constituyéndose así en la principal herramienta para hacer frente a la crisis desencadenada por los temporales y revitalizando los lazos de solidaridad que fueron la base para hacer frente a la dictadura.
“Estas organizaciones fueron el germen del reencuentro social y político de los pobladores, tras el largo “temporal” iniciado con el golpe militar de 1973”, plantean los investigadores “Así, ante un Estado ausente, las inundaciones de 1982 se transformaron en el inicio del fin de la dictadura militar”, relevando así cómo los fenómenos ambientales pueden servir de catalizadores o potenciadores de transformaciones sociales de gran magnitud.
“Lo que nos propusimos con el Profesor Camus fue explicar cómo los fenómenos climáticos dentro de un mismo lugar conllevan o están asociadas a cambios sociales”, explica el también académico de la Universidad Católica y Premio Nacional de Ciencias Naturales, Fabián Jaksic. “Me refiero, en este caso, a fenómenos como la oscilación climática del sur —el Niño o la Niña— que trae tanto exceso de precipitaciones durante el Niño, como escasez de precipitaciones y sequías durante la Niña, dentro de un mismo territorio. Dadas esas fluctuaciones climáticas, que afectan a una determinada sociedad, lo que ocurre allí como respuesta a estas oscilaciones son medidas de tipo políticas, pero que dependen por supuesto del tipo de regimen político imperante”.
Otra de estas medidas, empujada por la catástrofe de 1982, fue una de las más grandes operaciones urbanas de erradicación de familias hacia la periferia de la capital, alejando a las personas de sus fuentes de trabajo y llevándolas a zonas sin la infraestructura urbana necesaria ni acceso a bienes y servicios básicos, concentrando la pobreza y generando problemas psicosociales anexos como narcotráfico, violencia e inseguridad, lo que hasta el día de hoy tiene un alto costo social. “Lo que ocurrió durante las inundaciones del 82 fue una tremenda segregación de la población”, acota Jaksic.
El trabajo es una reseña histórica que relata, con lujo de detalles, el firme e ineludible vínculo que existe entre los procesos sociales y naturales, que, en muchos casos, la investigación científica descarta a favor de una mirada más atomizada frente a la realidad. Ante esto, Jaksic y Camus se preguntan: ¿podemos considerar a la Naturaleza como un actor de los acontecimientos históricos? Los autores consideran que, al menos para el caso de los temporales de 1982-83, sí, pues funcionaron como un “factor coadyuvante” que daría comienzo a la larga agonía del regimen de Pinochet.
Para el director de CAPES, el recrudecimiento de los efectos del cambio climático sólo acelerará el surgimiento de miradas más interdisciplinarias para explicar los fenómenos climáticos y ambientales: “Antiguamente una pandemia como la gripe española de 1928, ocurrían una vez en la vida de una persona. Lo mismo las grandes sequías e inundaciones. En cambio, moviéndonos a tiempos más recientes, lo que el cambio climático hace es aumentar la frecuencia de estas perturbaciones climáticas en el lapso de una generación. Y si las grandes fluctuaciones del pasado están asociadas con cambios importantes en el comportamiento institucional es individual de un país, hay que ponerle atención a cómo estas fluctuaciones pueden acelerar también las respuestas sociales de Chile y el mundo hoy. Una de las cosas que pueden pasar, por ejemplo, es que cuando la gente se dé cuenta de que el agua no es tan abundante como creíamos, vamos a tener respuestas sociales y culturales importantes” vaticina.
Texto: Comunicaciones CAPES
Foto: Publimetro