Investigadores de la Universidad Andrés Bello y CAPES estudiaron los efectos de la contaminación por metales pesados en las zonas aledañas al parque industrial Bahía Quintero, observando altas concentraciones de cobre y arsénico en lugares tan alegados de su punto de origen como la localidad de Cachagua.
Un estudio de investigadores de la Universidad Andrés Bello, entre quienes se encuentra la bióloga CAPES, Loretto Contreras, determinó la concentración de metales pesados en el agua de mar y sedimentos marinos de tres localidades aledañas al complejo industrial Bahía Quinteros (Ventanas, Horcón y Cachagua), considerada una de las cinco “zonas de sacrificio” existentes en Chile debido a los altos niveles de contaminación que registra.
Asimismo, el equipo investigó la abundancia y características morfológicas de las poblaciones de huiro negro (Lessonia spicata) en estas localidades, en un intento por averiguar los efectos que tiene la contaminación en los ciclos de desarrollo de esta importante alga chilena, natural de las zonas intermareales del centro y sur del país.
Los resultados, publicados en la revista Plos One, incluyeron el hallazgo de altas concentraciones de cobre y arsénico tanto en el agua como en los sedimentos marinos, en un área de extensión que abarcó incluso a las costas de Cachagua, un sitio a menudo considerado libre de contaminación.
Mientras Ventanas y Horcón registraron una abundancia de metales que superó los límites internacionales permitidos, la localidad ubicada en la comuna de Zapallar consigno altas concentraciones de cobre y arsénico en el agua de mar, y de arsénico en sus sedimentos marinos.
«El hallazgo más grave de este trabajo es el desplazamiento de contaminación por metales hacia el norte, porque las masas de agua van en esa dirección” declaró la Dra. Contreras a El Mercurio Valparaíso. “Lo más probable es que estemos frente a una expansión que ahora debemos evidenciar a través de un monitoreo más acotado, analizar la presencia y descargas por parte de empresas y otras fuentes, para tener el panorama completo”.
Creado en 1961, el polígono industrial Puchuncaví–Ventanas, en la bahía de Quintero, es uno de los parques industriales más importantes del país, donde se concentran plantas de energía a carbón, refinerías y fundiciones de cobre, terminales de gas natural, cementeras y otras.
En los últimos años, el complejo se ha hecho conocido por registrar altos niveles de contaminación provocado por sus descargas de petróleo, contaminantes gaseosos y partículas atmosféricas al ambiente, así como la deposición de metales pesados de diversas instalaciones. Estudios previos sobre la contaminación marina en esta zona informaron concentraciones históricas y actuales de metales como aluminio, molibdeno, hierro, cromo, cobre y cinc, en cifras que excedían los límites permitidos por las pautas de calidad internacionales y que a la fecha no han podido ser debidamente reguladas por nuestra normativa ambiental.
Para la Contreras, instrumentos como el Plan de Prevención y Descontaminación promulgado en 2018 para la zona (Decreto 105) son claramente limitados, en tanto “solamente abarca la polución atmosférica, por lo que nunca va a ser un mecanismo completo de reparación. Claramente necesitamos una norma secundaria marina«, explicó.
La investigadora incluso manifestó que, sin normas secundarias, la situación en las áreas aledañas al complejo podría incluso empeorar. «Es como una llave que, a pesar de que le pongas llaves, sigue siempre abierta. Realmente, es un tema muy doloroso, hay muchas agrupaciones locales luchando contra esto. Esperamos que este trabajo científico sea tomado en cuenta por los tomadores de decisiones», señaló.
La situación de las algas
Una de las especies que, según el estudio, se ha visto más afectadas por la alta concentración de metales, son las poblaciones de huiro negro concentradas en los bosques de quelpa (kelp) de la costa central, un ecosistema que proporciona el hábitat de diversas especies marinas, modulando la biodiversidad local y su estructura comunitaria.
El trabajo reveló que la población de algas de Ventanas expuesta crónicamente a la contaminación vio disminuir el tamaño de sus individuos adultos en comparación con las poblaciones de las otras zonas afectadas.
Los resultados indican que es justamente esta localidad la que percibe las consecuencias más negativas de la contaminación para el desarrollo de los individuos de la especie, lo que sugiere un impacto negativo a largo plazo en la estructura comunitaria de estas zonas marinas. Sin embargo, los investigadores advirtieron que la reciente expansión observada a lo largo de la costa central de Chile, pondrá en peligro la salud del ecosistema marino incluso en sitios alejados de la fuente de contaminación.
«El huiro es un alga estructuradora de comunidades, es decir, que alberga y permite el crecimiento de un sinfín de especies animales y otras algas» explicó Contreras. Asimismo, junto con su importancia ecológica, esta alga también encierra una importancia económica para las comunidades de pescadores que viven de su extracción y de la salud de sus poblaciones.