Un grupo de investigadoras e investigadores chilenos generó un protocolo simple para reducir la carga de metales y contaminantes en la macroalga roja Gracilaria chilensis, más conocida como pelillo, de gran importancia comercial para recolectoras, algueras y pescadores artesanales. El mecanismo de depuración podría facilitar el procesamiento de biomasa para consumo humano y también para exportación.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, Chile es el mayor productor de algas de Occidente, con una producción que, para el año 2019, bordeaba las 430 mil toneladas. Buena parte de esta producción —poco más de 400 mil toneladas— provino, sin embargo, de la explotación directa de las poblaciones naturales de estos organismos: un modelo extractivo que se repite en la mayoría de las industrias del país.
“La excepción a lo anterior” nos cuenta Loretto Contreras Porcia, académica de la Universidad Andrés Bello (UNAB) e investigadora del Centro de Ecología Aplicada, CAPES, y el Instituto Milenio SECOS en Ecología Costera, “es la lograda a través de la acuicultura, como en el caso del pelillo, modelo que utilizamos para esta investigación”.
Contreras, se refiere a un trabajo realizado por su equipo del Laboratorio de Ecología y Biología Molecular en Algas (LEBMA, www.lebma.cl) de la UNAB, junto a la investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB), Francisca Bronfman, en el que se propusieron desarrollar un protocolo de depuración de metales pesados en cultivos de la especie Gracilaria chilensis, una de las algas más comercializadas en Chile. Sus resultados fueron recientemente publicados en la revista Molecules, bajo el título «Heavy Metal Depuration Steps for Gracilaria chilensis in Outdoor Culture Systems».
La investigación, pone de manifiesto el rol clave que tiene la alguicultura —esto es, el cultivo controlado de algas— en eliminar la dependencia de la industria chilena a la extracción de poblaciones naturales de pelillo, la cual deriva, ineludiblemente, en la sobreexplotación de este valioso recurso. Tanto más, en un contexto donde el consumo humano de algas y el aprovechamiento de sus propiedades farmacéuticas y nutricionales ponen a Chile en una situación inmejorable para satisfacer dicha demanda.
“Los reportes de desembarque de algas para el año 2021 de acuerdo a SERNAPESCA, fueron de un total aproximado de 400 mil toneladas, lo que nos pone como uno de los países que lideran la producción de esta materia prima, aportando para el año 2018 el 88% de la biomasa exportada en el continente” relata Contreras.
El objetivo del estudio, explican los investigadores, fue demostrar la utilización exitosa de cultivos exteriores de G. chilensis a la hora de remover la acumulación excesiva de metales pesados en estas algas. Esto, porque el cultivo con procesos de depuración —previo al consumo— es un requerimiento indispensable de estos procesos, a fin de reducir el riesgo a la salud y evitar que los productos finales que deriven de ellos contengan contaminantes.
Así lo afirma, de hecho, un informe liberado por la FAO a mediados de este año , donde reafirman la necesidad de contar con una producción de biomasa con altos estándares internacionales, libre, entre otras cosas, de enriquecimiento por metales pesados.
De ahí, nos dice la investigadora, la importancia de este trabajo y de este nuevo protocolo, pues permite acercarnos, en algunos casos, a una disminución hasta del 90% de estos elementos, y por debajo de la normativa de alimentos tanto chilena como internacional.
Asimismo, los resultados muestran que el cultivo bajo condiciones experimentales no presenta una pérdida en la biomasa y puede ayudar en el protocolo de establecimiento y aclimatación de grandes volúmenes de cultivos, sin la necesidad de enriquecer el agua con una fuente externa de nutrientes.
Loretto Contreras nos explica el impacto que estos avances también tienes en las comunidades: “Es relevante, porque pone de manifiesto que por una parte existen zonas altamente contaminadas que afectan el recurso algal, y una metodología desarrollada, eficiente y de bajo costo para la depuración de metales en este importante recurso marino tanto en Chile como a nivel internacional”.
Además, Jorge Rivas, coautor del estudio, destaca la importancia del trabajo en el proceso de producción empleado en el país, “Chile es una de los principales productores de algas del Sudamérica, pero a través de la explotación de praderas, por lo que es necesario generar procesos que lleven a que la acuicultura de algas, es decir ,la generación de cultivos sea una política económica real en el mediano plazo, de tal forma de proteger el recurso económico y un bien desde el punto de vista ecológico, ya que las algas son parte de una red trófica compleja y su ausencia puede alterar el ecosistema donde se encuentren inmersos”.
Junto a Contreras y Rivas, también participaron del estudio los investigadores Florencia Piña, Matías Araya, Nicolás Latorre-Padilla, Benjamín Pinilla-Rojas, Sofía Caroca y Francisca C Bronfman.
Texto: Comunicaciones SECOS y CAPES
Imágenes: Loretto Contreras Porcia