Una de las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en una lagartija, es a uno de estos reptiles dándose un baño de sol en alguna roca o en una muralla. Pero estos escurridizos lagartos también pueden habitar en ambientes mucho más fríos y húmedos, como en plena Cordillera de los Andes, es el caso de la lagartija de Bell.
Liolaemus belli, o lagartija de Bell, es un reptil de aspecto robusto, con el cuello más ancho que la cabeza, de unos 8 cm de longitud de cabeza a cloaca, con cuerpo color café amarillento o verde oliváceo, con manchas y barras negras y amarillas. Es una especie endémica chilena que habita en la Cordillera de Los Andes, al sur de la región de Valparaíso y en la Metropolitana, entre los 2000 y 3000 metros sobre el nivel del mar. Las hembras son vivíparas y paren en promedio 5 crías a inicios de verano.
Sabrina Clavijo, doctora en Ciencias Biológicas de la UC, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Uruguay, e investigadora postdoctoral en CAPES, publicó el trabajo “How do ectotherms perform in cold environments? Physiological and life-history traits in an Andean viviparous lizard”, en la revista Frontiers in Ecology and Evolution, en que estudió cómo las lagartijas Bell se las arreglan para vivir en hábitats adversos como la montaña.
Eligiendo vivir en el frío y la altura
¿Por qué hay animales que prefieren vivir en condiciones difíciles y hasta hostiles? Según la bióloga, algunas poblaciones de diferentes especies pueden persistir en ambientes, aunque sea en condiciones duras, donde su adecuación biológica (‘fitness’ en inglés), es mayor a cero, es decir en lugares donde puedan sobrevivir y reproducirse.
En cuanto a los animales ectotermos, cuya temperatura corporal depende principalmente de la temperatura ambiente, Sabrina Clavijo afirma que “son más susceptibles a la temperatura ambiental que los endotermos. A mayor temperatura, mayor desempeño (como por ejemplo, el desempeño locomotor), hasta un punto máximo, u óptimo, más allá del cual el desempeño vuelve a caer abruptamente. Este patrón de campana del desempeño en función de la temperatura del cuerpo se conoce como curva de desempeño térmico (‘thermal performance curve’)”.
La investigadora también explica que la conductancia térmica, es decir, la capacidad de intercambiar calor con el ambiente, de los ectotermos es alta y por ende la temperatura corporal es prácticamente la misma que la temperatura ambiental. En aquellas especies que son especialistas de ambientes fríos la curva de desempeño puede estar corrida hacia la izquierda, donde están las menores temperaturas, esto les permite estar activas y moverse a menores temperaturas que otras especies. “Además, algunas especies de ectotermos de ambientes fríos tienen una serie de rasgos que les permite vivir en climas fríos, por ejemplo peces tienen compuestos crioprotectores que evitan el congelamiento de las células. Los ejemplos de este tipo de adaptaciones son muchos y muy variados”, complementa Clavijo.
Entre las estrategias que ha adoptado Liolaemus belli para poder vivir en la montaña, la autora principal del paper comenta que “la especie está activa desde la primavera hasta el otoño y durante el invierno se encuentra inactiva debajo de la capa de nieve. Baja su nivel de actividad, su consumo de oxígeno, toda la maquinaria fisiológica disminuye, se para. Mi zona de muestreo fueron los centros de Ski de Santiago, mientras las personas disfrutan de la nieve, abajo está esta especie esperando que aumente la temperatura, la nieve se derrita y comenzar su reproducción”.
Otra de las adaptaciones que tiene esta lagartija, y que comparte con otras que también la presentan, es un rasgo asociado a la reproducción que evolucionó: la viviparidad, es decir, parir crías vivas, en lugar de poner huevos. Clavijo expone que “de esta manera mantienen la temperatura de incubación constante dentro del cuerpo favoreciendo el desarrollo de sus crías. En este caso, la temperatura de incubación es la temperatura interna de la hembra y es menos costoso mantenerla constante que incubando huevos.”
Ladera norte y ladera sur
La investigación evaluó rasgos fisiológicos y respuestas de hembras de dos sitios de laderas contrastantes, norte y sur, con diferencias en la temperatura ambiental y en la humedad, pero a la misma altitud en la cordillera de los Andes. El sitio de la ladera orientada al sur en La Parva y la ladera norte en El Colorado.
Acerca de su motivación para realizar este estudio, Sabrina Clavijo menciona que “buscaba un organismo modelo para poner a prueba unos modelos teóricos sobre la evolución de la endotermia, y quería estudiar si un cambio del metabolismo de la madre podría cambiar la temperatura de incubación y la manera más fácil era trabajar con lagartijas vivíparas”.
Colectar las hembras de lagartija de Bell en dos localidades distintas, pero que estuvieran a la misma altitud tiene una razón, esto “porque hay rasgos fisiológicos y de historia de vida que cambian con la altitud (por ejemplo el metabolismo)”, señala la investigadora, “sin embargo, al analizar los datos encontré diferencias en algunos rasgos entre las hembras de las dos zonas de colecta. Consulté con mi profesor guía, Francisco Bozinovic, y me dijo que leyera los trabajos sobre el «Evolution canyon» de Eviatar Nevo, que nunca se había observado en vertebrados pero sí en muchos invertebrados”.
Entre los principales resultados de su investigación, Clavijo menciona que “encontramos que las hembras del sitio más frío, La Parva, donde la nieve se derrite más tarde, tienen metabolismo mayor que las hembras de El Colorado, donde la nieve se derrite antes en primavera. Colocamos dataloggers de temperatura donde colectamos las lagartijas, y la temperatura de La Parva es menor que en El Colorado. Además, las hembras de La Parva tienen temperatura de preferencia menor que las hembras de El Colorado. Es decir, que si las colocamos en un gradiente de temperaturas, eligen temperaturas más bajas. Estas diferencias no las encontramos en sus crías. Entonces, esta es una respuesta plástica pero que se dió en el desarrollo ya que las hembras de ambas localidades estaban en las mismas condiciones en el laboratorio. Es algo que se fijó durante su desarrollo”.
También hubo diferencias en las fechas de parto la que “fue más tarde en las hembras de La Parva”, indica la bióloga, complementa afirmando que “la hipótesis que manejamos es que al derretirse la nieve más tarde, el período de reproducción es más corto en La Parva. Entonces las hembras tienen que aumentar su metabolismo, poner a andar la maquinaria más rápido, y de cualquier manera llegan a parir unos días más tarde”. Pero los investigadores están descubriendo que los animales adaptados al frío y a la altura pueden estar en un “callejón sin salida” evolutivo.
¿Qué significa esto? Sabrina Clavijo explica que “la temperatura ambiental está aumentando y frente al aumento de la temperatura hay muchas especies de alta montaña que se desplazan hacia lugares de mayor altitud, pero eso tiene un límite. Entonces, aquellas adaptaciones a los ambientes fríos pueden ser una desventaja con el aumento de la temperatura.
Por ejemplo, en nuestro trabajo encontramos que las hembras preñadas de La Parva tienen un gasto energético diario mayor que las hembras preñadas de El Colorado, probablemente en respuesta a la baja temperatura o la corta duración del período sin nieve. Mayor gasto energético implica consumir más alimento, y si este rasgo es fijo, podría suceder que ante un eventual incremento en la temperatura las hembras tengan gastos energéticos mayores no necesarios y que quizás no puedan cubrir”. Los estudios continuarán, para entender cómo se adaptan los animales del frío en un mundo que se calienta.
Texto: Comunicaciones CAPES