Tree Rhythms es parte de un programa que busca desarrollar una nueva tecnología que, mediante un sencillo sensor, lee las señales eléctricas en los árboles y la tierra circundante. Desde enero, un quillay en Campus San Joaquín es uno de estos árboles.
Desde fines de enero de 2023, oculto entre los pastos de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal (FAIF) de la Universidad Católica, se encuentra un quillay (Quillaja saponaria) que, a simple vista, no parece muy distinto a otros ejemplares de su especie. Sin embargo, este árbol, representante nativo del bosque esclerófilo de la zona central de Chile, no es como cualquier otro, pues forma parte de una red internacional de árboles que son parte del reciente proyecto de Ciencia Ciudadana Tree RhythmsTM, una iniciativa liderada por el HeartMath Institute, con base en California (Estados Unidos) y que acaba de incorporar a Chile y a FAIF como parte de esta red.
Tree Rhythms es parte de un programa que busca desarrollar una nueva tecnología que, mediante un sencillo sensor, lee las señales eléctricas en los árboles y la tierra circundante. Actualmente, son más de 23 árboles los árboles ubicados en todo el mundo en los que se han instalado estos sensores, siendo el quillay alojado en FAIF el último de este grupo.
La coordinadora local a cargo del monitoreo de este árbol es la profesora Rosanna Ginocchio, académica del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente de la FAIF e investigadora principal del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES.
La energía oculta de los árboles
Aunque aún queda mucho por investigar al respecto, se sabe que los árboles generan potenciales de voltaje en el rango de los milivolts (mV), con voltajes de hasta 200 mV, medidos con electrodos puestos en sus troncos (como en este árbol de Quillay). Estos potenciales de voltaje son similares a los medidos a través de los electrocardiogramas en los seres humanos y otros animales.
En el caso de las plantas, los cambios en estos potenciales de voltaje son más lentos (horas y días) y muestran ritmos circadianos de 24 horas. También se sabe que estos ciclos son afectados por factores ambientales, tales como la luz del día y la cantidad de agua disponible.
Esta corriente eléctrica de los árboles genera un campo electromagnético (biofield), el que, los científicos especulan, podría interactuar con los campos electromagnéticos de las personas, de otros seres vivos y de la tierra. De esta forma, este proyecto de ciencia ciudadana busca demostrar que la naturaleza es una sola red de campos energéticos que interactúan (la llamada “Hipótesis de la interconectividad de los campos electromagnéticos”).
Una de las primeras preguntas de investigación de interés de los científicos del HeartMath fue si estas respuestas eléctricas de los árboles presentes en una región o en el planeta se correlacionan con eventos que gatillan respuestas emocionales masivas en poblaciones humanas, tales como guerras, estallidos sociales y desastres naturales (pandemias, inundaciones, mega-incendios, etc.). Para ello, los investigadores comenzaron a hacer mediciones de los potenciales de voltaje en árboles ubicados en distintas partes del mundo, invitando a otras personas del globo a sumarse a esta investigación.
¿Predictores de terremotos?
Además del potencial de voltaje del árbol, los sensores instalados en los árboles realizan una segunda medición, que corresponde al potencial de voltaje entre el tronco del árbol y el suelo donde crece. Con este parámetro de medición, el proyecto quiere responder si los árboles pueden llegar a ser sensores de bajo costo para la predicción de terremotos.
El investigador de la NASA, Friedemann Freund, que está colaborando con esta iniciativa, postula que las rocas ubicadas en las profundidades de la tierra actuarían como grandes baterías cuando son estresadas por las fuerzas tectónicas de las placas en movimiento, que anteceden a los terremotos, los que afectarían la actividad eléctrica de los árboles ubicados en el área de ocurrencia de un terremoto. Investigaciones realizadas en Japón han determinado la ocurrencia de cambios en los potenciales de voltaje de los árboles con días de antelación a la ocurrencia de un terremoto, pero aún es necesario profundizar en dichas investigaciones.
Un quillay “eléctrico”
Actualmente los registros de potencial de voltaje del tronco (Canal 1) y del diferencial tronco-suelo (Canal 2) del quillay de la FAIF pueden ser vistos en línea, al igual que los de los demás árboles que están siendo monitoreados en el mundo (https://treerhythms.net/view). De hecho, ya se han observado variaciones en los potenciales de voltaje del tronco, con algunos peaks luego de su instalación, como ocurrió a mediados del mes de febrero cuando se produjo un peak de baja en el potencial del tronco del árbol (Figura 3), coincidiendo con la baja de personas dentro del campus San Joaquín por las vacaciones de verano.
Posteriormente, al llegar a la quincena de marzo, se produjo un peak de alta en este voltaje, coincidiendo con la llegada de la comunidad UC al campus en el mes de marzo (Figura 3). En el Canal 2 (tronco árbol-suelo) se han producido variaciones en el potencial de voltaje durante el mes de marzo (Figura 3), las que podrían estar relacionadas con un aumento de actividad sísmica en esta zona (baste recordar el temblor de 5,6 registrado pocos días atrás). Esto solo es un análisis inicial al comportamiento observado en los gráficos que se van entregando en tiempo real. En el caso de nuestro país, se suma el interés de verificar en terreno y con datos precisos la posible relación con eventos sísmicos que puedan ocurrir.
Quién sabe lo que nos podrá decir este eléctrico árbol en el futuro.
Para mayor información visita el sitio web https://treerhythms.net/
Texto: Camila Rey y Comunicaciones CAPES