¿Por su canto las conoceréis? El repertorio sonoro de la ranita de Darwin

Una investigación en terreno reveló las pocas diferencias que existen entre las vocalizaciones de machos y hembras en una población silvestre de este pequeño anfibio del bosque templado. La razón podría radicar en los distintos peaks de actividad entre unas y otros durante el período de reproducción.

En cautiverio, las ranas de Darwin cantan en polifonía. Eso, al menos, fue lo que observó el zoólogo alemán Klaus Busse, quien durante 20 años estudió las diferencias de vocalización entre machos y hembras de esta especie durante su período de apareamiento (que va de finales de la primavera a buena parte del verano).

Al contrario de los machos, cuyo canto investigaciones previas habían caracterizado como una serie de 3 a 5 silbidos cortos repetidos una o dos veces por minuto, Busse descubrió que las hembras en cautiverio producían piezas de un solo silbido, las que se intercalaban con las “composiciones” más rítmicas de sus contrapartes.

¿Pero qué ocurría afuera en la naturaleza? ¿Se mantenían las diferencias de canto observadas entre machos y hembras de la ranita de Darwin en cautiverio (fenómeno que en términos científicos se conoce como “dimorfismo”)? Eso fue lo que un grupo de investigadores de las universidades de Chile, Austral y Andrés Bello buscaron responderse en un reciente trabajo publicado en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology.

“Lo que queríamos saber era cómo es el comportamiento vocal de las hembras en vida silvestre y qué tanto participaban en los coros reproductivos de la especie”, explican los biólogos Marco Méndez y José Serrano, del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC y del Programa de Fisiología y Biofísica de la U. de Chile respectivamente, y dos de los co-autores del estudio.

Su objetivo, en último término, era corroborar de qué lado de la división entre dimorfismo o similitud vocal se hallaban los cantos de machos y hembras de este anfibio endémico de los bosques templados del sur de Chile y Argentina. Mal que mal, comentan, “sabíamos que en otras especies alrededor del mundo, donde las hembras de ranas y sapos cantan, el canto puede ser muy similar o muy distinto al de los machos”.

Pequeñas diferencias

Para averiguarlo, los investigadores observaron durante 5 meses a una población de estas ranas ubicada en los bosques de la Isla de Chiloé, grabando la mayor cantidad de individuos que les dejaban inmortalizar sus voces ante el micrófono. “Están ranas son muy tímidas ante la presencia humana” explican.

Incluso obteniendo un registro audiovisual, Serrano, Méndez y compañía no pudieron identificar el sexo de la rana sino hasta capturar al individuo luego de ser grabado, para medirlo, pesarlo y tomarle fotografías. “Las diferencias en el tamaño entre machos y hembras son literalmente milimétricas, por tanto, difíciles de distinguir a simple vista. Las hembras se distinguen porque llevan los huevos en el abdomen y los machos se distinguen más fácilmente cuando están cuidando larvas en el saco vocal, pero los machos no preñados y las hembras que no llevan huevos se pueden confundir”.

Entre los primeros hallazgos, estuvo el hecho de que, a diferencia de lo encontrado en investigaciones anteriores, los investigadores captaron a machos preñados cantando en los días iniciales de la crianza de las larvas, algo que hasta entonces sólo se sabía que hacían las hembras: “Nosotros encontramos que no sólo aquellos machos que buscan aparearse con las hembras están cantando, sino también aquellos que aparentemente ya se aparearon y llevan larvas a su cuidado” cuentan.

Los autores creen que este fenómeno que puede deberse a que tal vez que los machos mantengan una conducta reproductiva mucho más continua que las hembras, aportando espermatozoides a las puestas de distintas parejas.

¿Y en cuanto a los cantos? Pues los análisis acústicos arrojaron que el dimorfismo en las llamadas de machos y hembras de esta especie era mucho más limitado de lo visto por Busse en cautiverio. Los cantos de machos y hembras se distinguen principalmente en la frecuencia de sus vocalizaciones: ellas cantan ligeramente más grave que ellos, una diferencia relacionada con el tamaño corporal mayor de las primeras.

¿Cuestión de tiempos?

Si bien aún queda por entender las razones de este bajo dimorfismo, los investigadores entregan algunas hipótesis, tanto físicas como ecológicas, que pueden llegar a explicar estas similitudes. “Por ejemplo, es muy probable que la laringe de ambos sexos, donde se producen los sonidos, sean bastante similares, y también es probable que hormonalmente las hembras y los machos alcancen niveles de testosterona semejantes asociados a los días en que están vocalmente activos” especulan.

Sin embargo, es en el comportamiento de estos individuos durante la época reproductiva donde puede estar la clave para explicar las pocas diferencias vocales observadas entre sexos. “Lo que nosotros proponemos es que, en su largo periodo de reproducción, las hembras y los machos tienen mayor actividad vocal en meses distintos entre sí”, algo también observado durante la investigación. “Por ejemplo, las hembras cantan más al inicio y final de la temporada reproductiva, los machos no preñados van disminuyendo su actividad vocal a lo largo de los meses, y los machos preñados están más activos vocalmente en mitad del período” explican los académicos.

De este modo, Serrano y Méndez creen que estos distintos peaks de actividad vocal sugieren que, evolutivamente, las ranas de Darwin no necesitan diferenciarse demasiado para poder distinguirse durante sus coros, puesto que van cambiando de composición en sus participantes en la temporada reproductiva.

Para los autores, estos resultados son una prueba de lo complejo que puede ser el sistema social y de comunicación de la rana de Darwin, donde muchos participantes, con distintos intereses particulares, cantan simultáneamente en coros que son indistinguibles para el oído humano. Como en una engañosa cacofonía.

“Además” comentan, “el caso de la rana de Darwin es un claro ejemplo del papel más activo que pueden llegar a tener las hembras de una especie en la conducta social y sexual del que típicamente se espera de ellas, es decir, que sean tímidas y atraídas dócilmente por el despliegue de los machos, en una visión darwinista y victoriana que aún perdura como norma en la biología. En esta especie queda claro que mutuamente hembras y machos se podrían estar atrayendo en vida silvestre, a diferencia de lo que se asume que ocurre en cautiverio” concluyen.