Compartimos íntegramente la declaración de los Premios Nacionales Fabián Jaksic (CAPES), Francisco Bozinovic (CAPES), Sergio Baeriswyl, , Nicolo Gligo, Iván Jaksic y Mateo Martinic, donde advierten que estrategias de desarrollo social y económico deficientes y desorientadas han llevado a la región más Austral a un deterioro insostenible.
En el texto, los investigadores instan a las autoridades a efectuar una planificación urbana que respete los principios ambientales, paisajísticos y patrimoniales, y llaman a la ciudadanía a apostar por la ciencia, el uso racional de los recursos y el desarrollo de energías renovables.
DECLARACIÓN
“Magallanes es un territorio vasto, diverso y único, que crea en sus habitantes condiciones excepcionales de identidad que los hacen enfrentar la vida con tesón, solidaridad y fraternidad. Esta tierra estaba poblada hacia 10.000 años antes de la llegada de la cultura occidental por los pueblos Aónikenk, Kawésqar, Yaghan y Selk’nam con una rica y compleja organización social y cultural, de las cuales nunca terminaremos de aprender. La Región de Magallanes es hija del propio esfuerzo de las personas que llegaron a ella desde países allende los mares y desde nuestro propio país y que, consciente de las limitaciones derivadas de su lejanía y de las difíciles condiciones climáticas, se comprometieron con su desarrollo, proceso en que el Estado nacional se hizo presente sólo a contar de mitad del siglo XX.
“Magallanes nunca ha dejado de ser una región extractiva. La explotación ganadera extensiva y la explotación de nuestros bosques han sido marcadamente expoliadoras. La explotación del mar también lo es, pues se ha reducido en forma progresiva la biomasa existente de las pesquerías de la región. A todo ello, debemos sumar los pasivos ambientales de la explotación del carbón y del petróleo.
“Hemos llegado a esta fecha a un diagnóstico preocupante: Magallanes se agota, se restringe, se contamina, se deteriora. Múltiples razones explican esta tendencia: sobreexplotación, cambios de hábitat y nichos ecológicos por incendios o expansión ganadera; áreas protegidas descuidadas; residuos urbanos, portuarios e industriales; especies exóticas invasoras como el castor, el visón, la pilosella y el didymo. No sabemos aún cuánto se agudizará este deterioro con un cambio climático cada días más visible en la región. Sin embargo, pese a las incertidumbres y amenazas, se siguen utilizando sistemas ambientalmente insustentables que van dejando a su paso huellas imborrables en el paisaje y en los ecosistemas.
“Nuestro diagnóstico de las ciudades no deja de alarmarnos. La extraordinaria identidad de ellas, en especial de Punta Arenas, corre el riesgo de perderse, sustituida por una arquitectura desarraigada y desmedida en su altura. La expansión urbana no ha aportado a conservar su identidad y, en muchos casos, más bien parece caótica, poniendo en juego la calidad de vida ganada en el pasado. La ciudad ya no luce limpia, no se ven nuevas avenidas arboladas y nuevos parques urbanos.
“Es cierto que aparecen nuevas posibilidades para el desarrollo de Magallanes, pero éstas se cimentan en la explotación primaria de los recursos naturales y sin prioridades claras sobre la retención de excedentes regionales y la creación de empleos. La salmonicultura es susceptible a enfermedades, vulnerable al escape de peces y generadora de contaminación. El turismo ha sido otro sostén económico, pero su futuro es incierto porque no podemos fomentarlo masificándolo en forma descontrolada, y mostrando erosión del suelo, áreas incendiadas, especies exóticas y residuos contaminantes. No son estos planteamientos pesimistas, sino los más realistas posibles. La característica del desarrollo regional seguirá siendo extractiva por mucho tiempo más y, quizás, éste sea su destino en el contexto de su inserción en el país y en el ámbito mundial.
“No obstante, tenemos grandes oportunidades si aprovechamos tanto la oferta natural de la región como la calidad humana de sus pobladores. Para ello, se necesita mucho más ciencia para profundizar en el conocimiento y en la prospección de recursos. La heterogeneidad física y social de la región nos mueve a recomendar que se impulsen con fuerza estudios territoriales desagregados en urbosistemas, agrosistemas y ecosistemas prístinos, con sus respectivas disgregaciones. Pero, la ciencia tiene que ir de la mano de urgentes e inmediatas políticas públicas.
“Siempre se habló del gran potencial energético de Magallanes. Obviamente que en las perspectivas mundiales actuales es necesario enfocarse totalmente hacia el aprovechamiento de las fuentes energéticas renovables. Nuestras ciudades ya concentran más del 90% de la población, en consecuencia su desarrollo debe ceñirse a una planificación urbana estricta en coherencia con los principios ambientales, paisajísticos y patrimoniales, asegurando una mejora continua de la calidad de vida de sus habitantes.
“Dada la historia de la región, valoramos la autogestión de nuestros asuntos y reclamamos, como las regiones del país con identidad definida, el ejercicio de una acción autónoma en los términos precisos de la desconcentración y descentralización bien entendidas, en el sistema de ordenamiento político-administrativo del país, que esperamos tenga la debida cabida en la nueva Constitución de la República de Chile. Por ello, planteamos la necesidad de contar con una completa y renovada definición institucional que, por una parte, asegure el uso ambientalmente sustentable de los recursos y, por otra, preserve y afirme los valores tradicionales y los modos de vida propios de la comunidad regional.
“Todo lo anterior debe ser una invitación a replantear con urgencia el futuro, lo que exige una revisión exhaustiva de la historia de nuestra sociedad, para no repetir o perpetuar los errores. Debemos partir por el genocidio de los pueblos ancestrales hasta llegar a la actual expansión del turismo, tratando de poner en valor nuestra herencia y revisar con libertad crítica todo aquello que no queremos que vuelva a ocurrir. Sólo así dará pie para analizar los condicionamientos y determinantes de lo que realmente hemos construido, y permitirá definir los caminos futuros hacia un desarrollo socialmente armónico y ambientalmente sustentable”.