«De expansiones y retiradas: Conversación con Mauricio Lima» en Centro de Extensión UC

Cuando: 29 de noviembre de 2023 - 13:30 hrs
Dónde: Plaza central Centro de Extensión UC (Av. Lib. Bernardo O’Higgins 390, Santiago)
Organiza: Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; Ediciones UC

Ediciones UC, junto al Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, te invitan a una entretenida conversación con el académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC e investigador principal de CAPES, Mauricio Lima, quien charlará junto al periodista Diego Pozo sobre su último libro «De expansiones y retiradas. El viaje poblacional del Homo sapiens”, obra que explora cómo el desarrollo de la civilización, desde las primeras migraciones hasta el mundo globalizado en el habitamos hoy, ha puesto en peligro la vida en la Tierra, y las posibilidades de supervivencia que tenemos como especie.

La actividad, a realizarse el próximo 29 de noviembre a las 13:30 horas en el patio principal del Centro de Extensión UC, es parte de la programación principal de la Feria «Leer es un regalo», producida por Ediciones UC.

Las y los interesados deben inscribirse completando este sencillo formulario: t.ly/l0XE3

La entrada es totalmente gratuita.

¡Los esperamos!

Mauricio Lima lanza libro sobre viaje poblacional del ser humano

“De expansiones y retiradas. El viaje poblacional del Homo sapiens” es el título del libro de Mauricio Lima, investigador CAPES y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, publicado por Ediciones UC y que se lanzó el pasado martes 20 de diciembre.

El libro “De expansiones y retiradas” trata sobre la dinámica poblacional del ser humano, describe y explica la ruta del poblamiento de la humanidad durante los últimos 250.000 años, con énfasis en las consecuencias de la expansión acelerada que ha permitido que en 200 años el número de habitantes se multiplicase por diez, alcanzando en noviembre pasado los 8 mil millones de personas en el planeta, y por casi veinte el consumo per cápita de energía, gracias al empujón de los combustibles fósiles. El costo que estamos pagando por ello es demasiado alto: la estabilidad de la Tierra corre grave peligro. ¿Es posible alcanzar un desarrollo sostenible o la única alternativa será limitar el crecimiento? Esta es una de las preguntas que trata de responder este interesante libro y que discutieron el autor y sus invitados al lanzamiento de la obra.

En sus palabras de bienvenida, Patricia Corona, editora general de Ediciones UC, manifestó que este texto “es un claro ejemplo de lo que estamos llamados a hacer como editorial académica, que busca ser un actor relevante en el diálogo de la universidad con la cultura y una ventana a la sociedad, es decir, libros de la más alta calidad y que amplíen las fronteras del conocimiento”.

Por su parte, María Elena Boisier, Directora de Investigación UC, añadió que “quiero quedarme con una frase del profesor que aparece en el libro, ‘para entender los desafíos de los tiempos que vivimos, es necesario asomarse al pasado y observar el recorrido poblacional de nuestra especie’. Muchas gracias Mauricio por enseñarnos ese recorrido de manera realista y nítida, estoy más que convencida que pese a lo duros que pueden ser los próximos tiempos venideros, todos sacaremos poderosas conclusiones en la lectura del libro”.

Presentación en la voz de una urbanista y un filósofo

Pablo Chiuminatto, Doctor en Filosofía, pintor y profesor de la Facultad de Letras UC, fue uno de los presentadores de la obra, quien comenzó señalando que estamos en una situación gravísima desde el punto de vista del medio ambiente, y a una escala global nunca vista, “para corregir el problema de la tardanza a la que estamos llegando, es que es necesario que científicos como el profesor Lima, se den el trabajo de escribir un texto en español, porque hay una parte importante de la sociedad que habla español, que no puede acceder a los contenidos que permiten comprender la situación en la que estamos. La información de calidad respecto del cambio global, cambio climático, o crisis socioambiental, como también se la ha llamado, está en inglés, y nosotros no hablamos inglés”.

Los presentadores del libro, Pablo Chiuminatto y Joan MacDonald.

En tanto, Joan MacDonald, arquitecta y la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Urbanismo, mencionó en su presentación, que desde el punto de vista de la urbanización “la equidad que nosotros buscamos en las ciudades, claramente no está en América Latina, hay una tremenda inequidad, y algunos aprovechan los beneficios de las ciudades y a otros les pasa por delante y ni siquiera pueden pensar en que les va a tocar algo de ello. Hay barrios ricos en que hay de todo, hay todo tipo de equipamiento, hay bienestar y otros barrios precarios donde la gente apenas sobrevive… Yo creo que hay que hacer esfuerzos por evitar las inequidades. No puede ser que algunos vivan en la forma que viven, obscenamente gastándose los recursos y la energía que hay en el planeta, y otros realmente no tengan donde pasar la noche”.

Sobre el futuro de las ciudades la arquitecta afirma que “van a seguir creciendo, porque las oportunidades ahí están. Los procesos de desurbanización que han habido son muy cortos, muy coyunturales… la tendencia es hacia las ciudades, y sobre todo a las ciudades más grandes, no a las ciudades pequeñas, hacia ahí es donde están concentradas la innovación, los desafíos y las oportunidades y la posibilidad de presión política para mejorar las condiciones de vida”.

La naturaleza y sus elementos como actores políticos

Mauricio Lima, ecólogo de poblaciones nacido en Uruguay y radicado en Chile después de realizar su doctorado en Ciencias Biológicas, mención Ecología, en la Universidad Católica de Chile, considera que el impacto del Homo sapiens en términos de población, aprendizaje, cultura, ciencia, en un sistema natural que es finito, ha provocado “una especie de extravagancia conceptual que arrastramos desde hace muy poco, 200, 300 años, que incluso fue alimentada con la expansión europea en las Américas… y luego, tuvimos esa otra inyección de energía, que fue como encontrar la herencia de la abuela, que son los combustibles fósiles, carbón primero y petróleo después. Entonces es todo un combo, y es difícil pensar que es sólo reducir población… también es modificar la forma en la cual nos relacionamos con el consumo de energía y la forma en la cual hacemos sociedad”.

Lima señala que para él construir un territorio no es solo pararse en el suelo y  reconocer la tierra como propia, va mucho más allá, “es lo que hicieron los homínidos hace 2 ó 3 millones de años, cuando exploraron como forrajeadores cooperativos, un territorio nuevo que era la sabana africana. Lo primero que hicieron fue reconocer uno a uno, cada una de las otras entidades con las cuales se estaban encontrando, cada baya, cada fruto, cada depredador, cada presa, cada árbol. De alguna forma, para los homínidos de hace 3 millones de años, todos eran actores políticos, desde el tigre dientes de sable, hasta las nueces que encontraban, los tubérculos, o los pozos de agua, todos eran actores políticos. De alguna forma eso lo hemos perdido en los últimos 200, 300 años por el petróleo y los combustibles fósiles, que nos dan una especie de ilusión de que estamos desconectados, de que vivimos en un mundo cultural, civilizado, desconectado de lo otro que es natural, que es externo, que está bueno mirarlo, tenerlo como un paisaje, una reserva natural y no entendemos que ahí están todo el resto de las conexiones que nos mantienen, que nos sostienen con vida”.

“El gran problema, es que ahora para darle cuerpo político y sentido político a todas esas entidades, somos 8 mil millones de personas”, afirma el investigador CAPES y continúa, “ninguna vez en la historia, ninguna sociedad, ningún grupo social, tuvo que enfrentarse a un ambiente que reacciona, porque hemos dañado de tal forma, hemos extraído tanta energía de la tierra, que lo que estamos presenciando es una respuesta del sistema terrestre. O sea, el cambio climático, la acidificación de los océanos, la pérdida de especies, es una respuesta política de la naturaleza. Está reaccionando, no son entidades inertes, las cuales hay que conservar, cuidar, no, son actores políticos, van a determinar nuestra sobrevivencia, y no en los próximos 1000, en los próximos 100 años, en los próximos 50 años me atrevería a decir”.

“Nuestros hijos, nuestros nietos, van a tener que volver a hacer lo que hicieron los homínidos hace 2 millones de años, entender cada fruta, cada baya, cada depredador, quienes son mis enemigos, quienes son mis amigos, con quien puedo construir una vida en común, sea humano o no humano, y a quien tengo que enfrentar, quien va a ser mi enemigo, humano y no humano, porque si esa entidad crece, yo desaparezco, o mi comunidad desaparece, esas son las luchas, o los conflictos futuros, que son inevitables porque somos 8 mil millones”, concluye su reflexión Mauricio Lima, hay alternativas para enfrentar este desafío, pero el cambio ya sucedió y tendremos que afrontar las consecuencias como humanidad.

El libro “De expansiones y retiradas. El viaje poblacional del Homo sapiens” está disponible en librerías y en internet en: https://ediciones.uc.cl/de-expansiones-y-retiradas-config-9789561430259.html

De izquierda a derecha: María Elena Boisier, Directora de Investigación UC; Mauricio Lima, investigador CAPES y autor del libro; Patricia Corona, editora general de Ediciones UC; Joan MacDonald, Premio Nacional de Urbanismo, y Pablo Chiuminatto, académico de la Facultad de Letras UC.

Texto: Comunicaciones CAPES

Lanzamiento del libro “De expansiones y retiradas. El viaje poblacional del Homo sapiens”

Cuándo: 20 de diciembre de 2022
Dónde: Edificio del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, Casa Central
Invitan:  Ediciones UC y CAPES

Ediciones UC y CAPES invitan este martes 20 de diciembre, a las 19:00 horas, al lanzamiento del libro “De expansiones y retiradas. El viaje poblacional del Homo sapiens” del investigador CAPES y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, Dr. Mauricio Lima.

En esta nueva publicación, el destacado ecólogo describe y explica el viaje poblacional que ha realizado el Homo sapiens durante los últimos 250.000 años. «En este recorrido siempre rigió una ley: crecer, estancarse y decrecer».

Durante los últimos siglos, relata el texto, y gracias a combustibles fósiles como el petróleo, nuestra civilización ha crecido como nunca antes. En 200 años se multiplicó por diez el número de habitantes y por casi veinte el consumo per cápita de energía. Pero el costo que pagamos por ello es demasiado alto: la estabilidad de la Tierra corre grave peligro. ¿Es posible alcanzar un desarrollo sostenible o la única alternativa será limitar el crecimiento? «De expansiones y retiradas» nos invita a un recorrido por la historia poblacional de nuestra especie, intentando encontrar alternativas para este gran desafío que acorrala a la humanidad.

La actividad de lanzamiento del libro es gratuita, y se realizará en la Sala de profesores del edificio 210 (Departamento de Ecología), Facultad de Ciencias Biológicas UC, Casa Central, Alameda 340, Santiago.

Científicos estiman entre 3 mil y 4 mil el número de Kawésqar previo al arribo europeo

Los resultados obtenidos confirman que este y otros pueblos cazadores-recolectores tenían una baja densidad poblacional, cuyo declive definitivo no se alcanzó hasta la llegada de los colonización de chilenos y europeos a mediados del siglo XIX.

Ilustración de habitantes Kawésqar a la caza de lobos marinos. Autor: Eduardo Armstrong, 1975. Créditos: Memoria Chilena

El pasado 16 de febrero de 2022, la última hablante activa del idioma Yagán y Tesoro Humano Vivo 2009, Cristina Calderón Harban, murió a los 93 años en Villa Ukika, en Isla Navarino, la localidad más austral del planeta, y el lugar de residencia de la mayoría de los cien descendientes que aún quedan de este pueblo originario, que poblara gran parte de los canales y costas de Tierra del Fuego y el archipiélago del Cabo de Hornos.

La muerte de Calderón es otro golpe más al frágil legado que han podido dejar los distintos grupos de cazadores-recolectores que alguna vez poblaron el archipiélago patagónico y las tierras interiores de Chile y Argentina, y que hoy se hallan al borde de la extinción. Ya en 2020, otra de estas naciones, los Kawésqar, perdieron en el lapso de seis meses a dos de sus últimos bastiones vivos: Carlos Renchi y Ester Edén.

Hoy, se estima que el pueblo Kawésqar cuenta con apenas cuatro hablantes enteramente competentes en su lengua homónima, pese a que, según el último censo de 2017 realizado en Chile, 3.500 personas declararon ser descendientes de esta etnia (0.16% de la población). Casi todas ellas residen actualmente en puerto Edén, una localidad al sur del golfo de Penas, en la región de Magallanes, que constituye el principal asentamiento de una cultura otrora caracterizada por su nomadismo. 

La historia de los Kawesqar, así como la de yaganes, aónikenk, chonos, haush y selk’nam, es una historia de olvido y exterminio. La intermitente llegada a la región de colonos chilenos y europeos a comienzos del siglo XIX —y más ostensiblemente a mediados de dicho siglo— significó para estos pueblos un acelerado colapso demográfico, causado por el efecto combinado de un aumento de muertes por enfermedades infecciosas (sífilis, tuberculosis y sarampión), la violencia del proceso de colonización, y la pérdida de su estilo de vida debido a los esfuerzos de occidentalización por parte de los chilenos.

Esta historia de destrucción tanto de seres humanos como de sus tradiciones ha logrado borrar casi por completo los ya de por si escasos registros históricos y arqueológicos que un pueblo de cazadores-recolectores, como el Kawésqar, deja a su paso, dificultando aún más los esfuerzos del mundo científico por reconstruir la forma de vida de estos antiguos habitantes del Chile austral.

Un número preciso con datos imprecisos

Algo tan básico, como, por ejemplo, saber el número de habitantes que alcanzaba la nación Kawésqar a principios del 1800, es decir, antes de los primeros contactos con los colonizadores, es en la actualidad un tema de controversia entre arqueólogos, antropólogos e historiadores. Las cifras fluctúan entre los 1.100 y 6.000 individuos, una discrepancia explicada en parte por la ausencia de censos o muestreos sistemáticos que dificultan la reconstrucción de patrones sólidos. De hecho, casi toda la información cuantitativa disponible proviene, o bien de estimaciones de expertos, o de encuentros accidentales entre los kawésqar y los exploradores, colonos y misioneros “occidentales”, datos de por si altamente susceptibles a sesgos e incertidumbres.

Pese a esto, un grupo de investigadores del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES-UC), el Centro del Desierto de Atacama de la Universidad Católica de Chile, y el Núcleo Milenio UPWELL en Surgencia costera, asumió el desafío de calcular, con mayor precisión, el tamaño de la población Kawésqar para el período anterior a su declive, usando esta vez un enfoque estadístico nuevo, capaz de estimar con solidez los tamaños de población históricos aun sirviéndose de evidencia dispar.

“El principal desafío en este tipo de estudios es la falta de datos” nos cuenta Sergio Estay, ecólogo de la Universidad Austral de Chile y CAPES, y autor principal del estudio. “En ese sentido, lo importante es saber cómo se pueden aprovechar de la mejor manera los datos existentes para tener estimaciones robustas”.

“La evidencia arqueológica asociada a estas tradiciones no es escaza, pero tampoco abundante” aporta Eugenia Gayó, investigadora CAPES, UPWELL y co-autora del estudio. “Ésta da cuenta de las estrategias que los grupos de cazadores-recolectores del extremo sur del continente emplearon en el pasado”. En cuanto al tipo de evidencia que dejan estos grupos, la paleoecóloga detalla: “se trata principalmente de objetos materiales, como cuchillos de concha, asociados a los campamentos canoeros que levantaban, y donde también se pueden encontrar restos de los recursos marinos y terrestres que consumían”.

Pero la evidencia directa no es la única fuente de información a la hora de desentrañar el pasado de este pueblo. “En nuestro caso” revela Estay, “a partir de los datos de opiniones de expertos y evidencia indirecta (como relatos de encuentros entre colonos y población indígena), generamos un modelo estadístico que podía hacerse cargos de las limitaciones en los datos y de sus posibles sesgos. No es perfecto, pero provee interesantes resultados”.

En total, los investigadores recopilaron 49 estimaciones de expertos distintas sobre el número de habitantes histórico del pueblo Kawésqar, las que fueron luego cotejadas con los más de 140 registros históricos de encuentros entre miembros de esta nación y los colonos chilenos y europeos. Usando como predictores la densidad de encuentro y la densidad de área de encuentro, Estay y compañía produjeron así tres modelos basados en diversos escenarios. Sus resultados, publicados en la revista The Holocene, muestran que la población histórica de los Kawésqar osciló aproximadamente entre 3700 y 3900 personas para principios del siglo XIX. Una cifra intermedia entre las estimaciones más conservadoras y las más abultadas. “Los resultados obtenidos” explica Estay, “confirman que estos pueblos tenían una baja densidad poblacional, debido, seguramente, al difícil ambiente donde habitaban, el cual no permitía tamaños poblacionales mucho mayores”.

Ester Edén, una de las últimas hablantes Kawésqar, fallecida en 2020, navegando en Puerto Edén, en 2017. Créditos: Leopoldo Pizarro.

Un ambiente difícil

Efectivamente, durante su apogeo, el pueblo Kawésqar habitó principalmente los mares interiores y fiordos del accidentado relieve costero de la Patagonia, caracterizado por los desprendimientos de hielo y los vendavales. Allí, establecían circuitos de movilidad y conectividad entre los bosques subantárticos siempre verdes y la costa austral, subsistiendo predominantemente de la fauna costera representada por lobos marinos, cetáceos, aves, crustáceos y moluscos) y de uno que otro recurso terrestre como huemules o bayas.

Sin embargo, como indican en el estudio, entre los siglos XV y XIX, “el avance de los glaciares desde el Campo de Hielo Patagónico probablemente condujo a una mayor contribución de agua dulce y sedimentos glaciares durante la Pequeña Edad de Hielo” frenando más de un milenio de aumentos en la disponibilidad de alimentos. No obstante, los investigadores también señalan que, “mucho más allá del impacto de los cambios en las condiciones ambientales regionales, la disponibilidad de mamíferos marinos se redujo drásticamente debido a la sobreexplotación por parte de cazadores de focas y balleneros extranjeros desde el siglo XVIII”, lo que condujo a los Kawésqar a reducir su densidad poblacional para evitar el agotamiento de los recursos.

En opinión de los investigadores, el enfoque desarrollado en este trabajo tiene el potencial de ser aplicado en la caracterización de los tamaños de población de otras tradiciones de cazadores-recolectores, para los cuales se dispone de datos sobre encuentros y áreas ocupadas. “Las descripciones de encuentros históricos, en combinación con la evidencia arqueológica, ambiental y etnográfica sobre la movilidad de estos grupos, podrían ser útiles para obtener o mejorar las estimaciones históricas de población existentes”.

Sin embargo, a la hora de extender estos modelos a otros casos similares, Estay sugiere cautela. “No es una buena idea tomar un método cualquiera y usarlo sin tener en cuenta la disponibilidad y calidad de la información existente. Nuestro trabajo debe ser visto más como una forma de enfrentar el análisis de este tipo de datos (incluyendo el diseño de la estrategia de análisis), y tomar algunas de sus fortalezas, pero no es una receta que se pueda aplicar a rajatabla en otras circunstancias”. Así y todo, el trabajo permite echar luz sobre un aspecto fundamental del estudio, y el rescate, de estos pueblos y de sus formas de vida. “Creemos que nuestro marco no solo contribuye a comprender mejor la trayectoria de los cazadores-recolectores del sur de Sudamérica, sino también a probar hipótesis sobre diferentes dinámicas entre cazadores-recolectores, en diferentes escalas espacio-temporales y contextos ecogeográficos” concluyen los autores.

A este respecto, Eugenia Gayó complementa: “siempre es útil contar con este tipo de datos para entender como se establece la dinámica de las poblaciones. En el caso particular de los Kawésqar, contar con información permite ciertamente evaluar cuantitativamente los factores o hechos que llevaron a la reducción significativa de su población. Por ejemplo, evaluar el rol de las enfermedades introducidas por los colonos versus las políticas de estado y de los privados en apropiarse de territorios a costa de violencia y exclusión. Es importante destacar que los kawésqar no se han extinguido, por lo que estimaciones de los tamaños poblacionales históricas pueden representar elementos importantes para reparar la injusticia racial, y avanzar hacia un Estado plurinacional”.

Texto: Comunicaciones CAPES

Investigadora CAPES obtiene Fondecyt para estudiar dinámica poblacional de conejos

Paola Correa Cuadros, investigadora que acaba de adjudicarse un proyecto Fondecyt postdoctoral 2022, trabajará en 2 líneas de CAPES, combinando el modelamiento de dinámicas poblacionales y la ecología de los procesos de invasión, para identificar los factores causantes del incremento poblacional de los conejos en Chile.

Los conejos son animales carismáticos, percibidos como “tiernos y lindos”, muchas veces escogidos como mascotas para niños y niñas. Sin embargo, en estado silvestre, se han transformado en una plaga difícil de controlar en diversas regiones del país, como Chile central, Tierra del Fuego e islas Juan Fernández, aunque inicialmente fueron vistos como una oportunidad de desarrollo económico a partir del aprovechamiento de su piel y su carne.

El conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) fue introducido en el centro y sur de Chile aproximadamente en 1880 y se encuentra entre las siete especies invasoras que más afectan el ecosistema nacional, generando una pérdida de 3 millones de dólares por año. “La Corporación Nacional Forestal, CONAF, estima que hay 200 millones de conejos que se alimentan de cuatro millones de hectáreas al año, lo que significa el 30% de todos los pastizales en Chile, por lo que esta especie causa grandes daños tanto en los ecosistemas (bosque esclerófilo e islas del Archipiélago Juan Fernández) como en  sistemas productivos (ganadería, cultivos agrícolas y forestales) consumiendo la cobertura vegetal y generando erosión en el suelo por la construcción de sus madrigueras”, según nos cuenta Paola Correa Cuadros, bióloga, ecóloga e investigadora de las líneas 0 y 4 de CAPES, seleccionada con un Fondecyt postdoctoral para estudiar en profundidad esta especie y sus efectos en los ecosistemas.

Ecología y dinámica poblacional del conejo

Aunque el conejo europeo lleva más de 150 años en Chile y está catalogado entre las siete especies invasoras que más afectan el ecosistema, aún se desconocen los mecanismos que desencadenan sus aumentos poblacionales, siendo necesario identificarlos para poder predecir sus brotes y realizar un control eficiente de su población. “Es por esto que el proyecto Fondecyt postdoctoral analizará la dinámica poblacional del conejo europeo en Chile a través de modelos matemáticos y bases de datos de la abundancia de esta especie invasora en la Reserva Nacional Las Chinchillas (Coquimbo, Illapel), junto con variables climáticas (precipitación, humedad, temperatura y evaporación) y su red trófica (competidores y depredadores) para identificar los factores causantes del incremento poblacional de los conejos. Entendiendo cómo es la dinámica poblacional de esta especie y qué factores influyen en su población, se puede tener un panorama más claro en cuanto al tipo de manejo que se debe realizar para controlar a esta especie dañina”, acota la investigadora.

Paola Correa desarrollará este proyecto colaborando en dos líneas de investigación de CAPES, la línea de Dirección y la línea 4, “Dinámicas de población, cambio global y sustentabilidad socio-ecológica”, lideradas por los investigadores principales Fabián Jaksic y Mauricio Lima, respectivamente.  “El laboratorio del Dr. Jaksic cuenta con una vasta experiencia sobre especies invasoras y el estudio de los factores asociados a los procesos de invasión de estas especies y un amplio conocimiento sobre el conejo europeo en Chile. En cuanto al laboratorio del Dr. Lima cuenta con una gran experiencia en el modelamiento de dinámicas poblacionales de especies que aumentan rápida y repentinamente, entendiendo y prediciendo sus dinámicas”, indica Paola acerca del trabajo interdisciplinar que estará realizando.

Cómo mitigar los efectos de las invasiones biológicas

Las especies invasoras son consideradas una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo, por lo que reducir sus impactos es imprescindible para la conservación de la biodiversidad. “Los ecosistemas y sistemas productivos sufren daños por la presencia de estas especies invasoras donde la solución es manejarlas mediante agroquímicos u otro tipo de controles, muchas veces sin éxito”, explica la bióloga, “debido a que se olvida que los ecosistemas se encuentran regulados por interacciones entre el clima, las especies invasoras y las demás especies animales y vegetales. La dinámica de poblaciones permite estudiar los cambios poblacionales de las especies invasoras, para comprender su aumento y relaciones con el ambiente, con el fin de predecir sus densidades a futuro y manejarlas eficientemente, para conservar el ecosistema donde habitan”.

Desde el punto de vista de la gestión y manejo de especies invasoras, “esta información es un punto de partida clave para saber cómo podemos manejar al conejo y empezar a acortar las brechas de conocimiento entre la ecología de esta especie y otras disciplinas como la epidemiología o la economía, ya que sabiendo cómo incrementa la densidad y bajo qué condiciones, se puede relacionar con otras dinámicas poblacionales como la de los virus y sus vectores, o saber qué tan propenso es un hábitat para que los conejos proliferen en él”, finaliza la investigadora.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos imágenes: Juan Riquelme

Mauricio Lima: “Hoy, la idea de libertad está desafiada por la sobrepoblación”

El ecólogo CAPES conversó con el Centro sobre su trabajo estudiando el rol que juega el tamaño poblacional en el devenir de las civilizaciones humanas, y el enorme impacto que 7 700 millones de almas pueden ejercer sobre el planeta que habitan.

Hoy en día, nadie puede negar el impacto que miles de años de actividad humana han tenido sobre nuestro planeta. Las múltiples transformaciones físicas y biológicas que ha sufrido la Tierra a manos de sus más industriosos habitantes, nosotros, han logrado incluso acuñar un nombre —el de cambio global— y un período geológico —el antropoceno— para los libros de historia.

Las razones para explicar qué fue exactamente lo que nos llevó a este punto crítico, donde incluso el futuro de la vida en el planeta está en juego, son variadas, aunque la discusión científica y pública en torno a estos temas suele centrarse en dos características propias de nuestra forma de vida moderna: un modelo de desarrollo basado en la explotación indiscriminada de los recursos naturales, por una parte, y la generación de contaminantes a partir de esa explotación (específicamente, la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera), por otra.

Sin embargo, para Mauricio Lima, investigador y director de la línea 4 de CAPES, ambos aspectos esconden la influencia de un tercer factor propio de nuestros tiempos. Factor que, en su opinión, es el principal motor de cambio global en la actualidad: el número de personas que viven en el mundo.

El tamaño de Godzilla

“El crecimiento poblacional experimentado entre 1680 y 1965, promovido por los avances tecnológicos de la Revolución Industrial, es inédito en la historia de la humanidad. Es tan grande que, literalmente, ha transformado el planeta, y en mi opinión, es el determinante número uno de la crisis que vivimos hoy”, explica Lima desde su oficina en el departamento de Ecología de la Universidad Católica de Chile.

A lo largo de su carrera, este ecólogo poblacional ha estudiado cómo el tamaño de las poblaciones ha influido en los procesos de auge y colapso de distintas sociedades antiguas y preindustriales, con el fin de extraer lecciones que expliquen la crisis climática y socioambiental que vive hoy la humanidad.

Uno ve, en sociedades agrarias igualmente complejas, desarrolladas artística y tecnológicamente, patrones similares de expansión y colapso, ligados a la disponibilidad de recursos y las demandas de los individuos. Mientras los momentos de expansión están acompañados por un acceso creciente a más y mejores recursos provenientes de la naturaleza, usualmente desencadenados por innovaciones tecnológicas (construcción de nicho), y de un subsecuente crecimiento poblacional, los períodos de colapso empiezan cuando la sobrepoblación presiona tanto sobre la capacidad productiva del ambiente, que desestabiliza a las instituciones de la sociedad y las lleva a un punto crítico” nos cuenta.

A partir de ese momento, detalla, las sociedades se vuelven vulnerables ante la más mínima alteración, ya sea ésta económica (como un período de baja producción), ecológica (escasez de algún recurso), o climática (pequeños cambios en el largo plazo en las lluvias o las temperaturas). Estas perturbaciones, en apariencia pequeñas, pueden gatillar crisis mayores en civilizaciones complejas y masivas. “Cuando uno llega a un estado donde tiene un gran tamaño poblacional, con millones de personas acostumbradas a un tipo de vida y a una cultura particular, cualquier desajuste, por pequeño que sea, puede echar abajo esta máquina, este verdadero Godzilla, que sólo puede funcionar a un cierto nivel de producción”.

Para graficar este punto, el también académico de la Facultad de Ciencias Biológicas vuelve su vista al pasado: “este tipo de eventos ya han ocurrido a lo largo de la historia. Sucedió con los mayas en el siglo VII, el Imperio Angkoriano, y la civilización Rapa Nui. Incluso en Europa durante la Gran Hambruna de 1317, cuando un colapso provocado por la pérdida de cosechas en buena parte del continente, a raíz de un cambio de fase climático conocido como “Pequeña Edad de Hielo”, acabó con la expansión del período anterior”.

En la actualidad, sin embargo, la escala de la crisis y de los factores que la provocan hacen parecer pequeños a estos acontecimientos del pasado. Si bien el crecimiento poblacional de los últimos años se ha desacelerado, los 7 700 millones de seres humanos que pueblan el planeta aseguran que cada día seamos más, y ejerzamos cada vez más presión sobre nuestros ecosistemas.

El tamaño de la población también afecta directa o indirectamente sobre aspectos ecológicos como el cambio de uso de suelo, ya sea para proveer de vivienda a las personas o de comida para alimentarlas” aclara. “Eso implica menos áreas silvestres, pérdidas de hábitats y potencial extinción de especies. Y no podemos hacer nada sin plantas, ni peces, ni polinizadores ni bacterias”.

En su opinión, esta enorme cantidad de personas “le pone un desafío mayor al sistema político y económico preponderante, que no es otro que cómo dar cuenta de las necesidades y estilo de vida de estos individuos, asegurando bienes y servicios básicos, sin provocar más daño a la biósfera y a los sistemas ecológicos que nos surten de esos mismos bienes y servicios”.

Un elefante en la habitación

Pero las soluciones a la crisis, plantea, no son sencillas, y tampoco se reducen a un cambio en nuestros modos de vida. “Nuestras formas de consumo y el tamaño poblacional están completamente ligadas. Uno no puede promover únicamente un consumo energético más modesto (cuestión necesaria), sin poner al mismo tiempo el tema poblacional arriba de la mesa”.

“Si, por ejemplo, fuésemos la mitad de los que somos hoy, pero consumiéramos todos lo que consume un europeo o un ciudadano estadounidense promedio, seguramente tendríamos los mismos problemas asociados al calentamiento global, pero la posibilidad de responder sería totalmente diferente. En un mundo menos poblado, pero igual de consumista, al menos habría menos presión sobre el uso de la tierra. Y con un mundo más vacío, los problemas son más fáciles de enfrentar” concluye.

No obstante, el investigador cree que éste sigue siendo un tema demasiado delicado para ser tomado en serio por la clase política y los medios de comunicación. “Actualmente hay un lógico énfasis en combatir nuestros problemas medioambientales mediante mecanismos de mitigación y adaptación ambiental, pero poco se habla del elefante (o el reptil radioactivo) en la habitación: nuestro modo de vida y la cantidad de personas que somos”.

A su parecer, esto ocurre porque la pregunta misma toca temas demasiado sensibles para la mayoría de las personas, que apuntan incluso a la forma cómo nos pensamos a nosotros mismos. “Se trata de cuestionar paradigmas que tenemos arraigados desde hace mucho tiempo” observa, “la idea, por ejemplo, de que el ser humano es el ser más valioso de la creación. En un mundo donde el Homo sapiens se multiplica como una plaga, arrasando con especies enteras de animales, ¿acaso no son más valiosas las especies que dejamos ir?”

Asimismo, las ideas de libertad individual y de elección también se ponen entredicho al pensar en soluciones que ataquen la problemática del tamaño poblacional: “si como sociedad, empezamos a introducir políticas públicas que limiten nuestro consumo, o incluso nuestra capacidad de tener hijos, finalmente estamos horadando las bases del libre mercado y los principios que lo sustentan; producción ilimitada, crecimiento continuo y mejoramiento individual. La idea de libertad se ve desafiada por la sobrepoblación”.

Para Lima, sin embargo, el desafío sigue siendo el mismo: discutir cuál es el número de personas que el planeta puede permitirse bajo condiciones viables de existencia, de modo de mantenerlo funcionando sustentablemente, “y pensar en medidas a largo plazo que no ayuden a bajar la presión demográfica sobre el medio ambiente, crear condiciones de consumo y reproducción restringidas, e incluso bajar el crecimiento”.

Se trata, a la larga, de cuestionar la forma en cómo interactuamos, vivimos y nos organizamos en general. “Así lo hicieron, de hecho, culturas que lograron adaptarse a sus propias catástrofes y sobrevivieron a ellas viviendo de forma más simple, con estructuras sociales menos complejas, en equilibrio con la naturaleza, como los mayas o Rapa Nui” replica.

El rol de la ecología

En su caso, el investigador CAPES se vale de las herramientas que entrega la ecología de poblaciones, y de la demografía, para responderse esas preguntas, las cuales, nos dice, siempre le han apasionado. “El estudio de las dinámicas poblaciones tienen su origen en Thomas Malthus, un economista británico de fines del XVIII quien fue el primero en relacionar el crecimiento poblacional con la disposición de recursos mediante modelos matemáticos muy sencillos. A partir de ahí, la disciplina se ha valido de múltiples corrientes de pensamiento, incluida la ecología, para avanzar”.

En el caso de la ecología de poblaciones aplicada a poblaciones humanas, si bien se trata de un área de trabajo relativamente nueva (inaugurada en 2005 con la publicación Historical Dynamics de Peter Turchin), Lima cree que se trata campo de estudio prometedor, que mucho tiene que aportar a la discusión sobre el cambio global: “cuando uno ve la historia del crecimiento poblacional en sociedades post industriales, ésta se parece mucho a las dinámicas que uno identifica en otras especies animales”.

¿En cuáles, se preguntarán?

“En plagas de langostas, por ejemplo”, remata.

Mauricio Lima: “Hoy, la idea de libertad está desafiada por la sobrepoblación”

El ecólogo CAPES conversó con el Centro sobre su trabajo estudiando el rol que juega el tamaño poblacional en el devenir de las civilizaciones humanas, y el enorme impacto que 7 700 millones de almas pueden ejercer sobre el planeta que habitan.

Hoy en día, nadie puede negar el impacto que miles de años de actividad humana han tenido sobre nuestro planeta. Las múltiples transformaciones físicas y biológicas que ha sufrido la Tierra a manos de sus más industriosos habitantes, nosotros, han logrado incluso acuñar un nombre —el de cambio global— y un período geológico —el antropoceno— para los libros de historia.

Las razones para explicar qué fue exactamente lo que nos llevó a este punto crítico, donde incluso el futuro de la vida en el planeta está en juego, son variadas, aunque la discusión científica y pública en torno a estos temas suele centrarse en dos características propias de nuestra forma de vida moderna: un modelo de desarrollo basado en la explotación indiscriminada de los recursos naturales, por una parte, y la generación de contaminantes a partir de esa explotación (específicamente, la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera), por otra.

Sin embargo, para Mauricio Lima, investigador y director de la línea 4 de CAPES, ambos aspectos esconden la influencia de un tercer factor propio de nuestros tiempos. Factor que, en su opinión, es el principal motor de cambio global en la actualidad: el número de personas que viven en el mundo.

El tamaño de Godzilla

“El crecimiento poblacional experimentado entre 1680 y 1965, promovido por los avances tecnológicos de la Revolución Industrial, es inédito en la historia de la humanidad. Es tan grande que, literalmente, ha transformado el planeta, y en mi opinión, es el determinante número uno de la crisis que vivimos hoy”, explica Lima desde su oficina en el departamento de Ecología de la Universidad Católica de Chile.

A lo largo de su carrera, este ecólogo poblacional ha estudiado cómo el tamaño de las poblaciones ha influido en los procesos de auge y colapso de distintas sociedades antiguas y preindustriales, con el fin de extraer lecciones que expliquen la crisis climática y socioambiental que vive hoy la humanidad.

Uno ve, en sociedades agrarias igualmente complejas, desarrolladas artística y tecnológicamente, patrones similares de expansión y colapso, ligados a la disponibilidad de recursos y las demandas de los individuos. Mientras los momentos de expansión están acompañados por un acceso creciente a más y mejores recursos provenientes de la naturaleza, usualmente desencadenados por innovaciones tecnológicas (construcción de nicho), y de un subsecuente crecimiento poblacional, los períodos de colapso empiezan cuando la sobrepoblación presiona tanto sobre la capacidad productiva del ambiente, que desestabiliza a las instituciones de la sociedad y las lleva a un punto crítico” nos cuenta.

A partir de ese momento, detalla, las sociedades se vuelven vulnerables ante la más mínima alteración, ya sea ésta económica (como un período de baja producción), ecológica (escasez de algún recurso), o climática (pequeños cambios en el largo plazo en las lluvias o las temperaturas). Estas perturbaciones, en apariencia pequeñas, pueden gatillar crisis mayores en civilizaciones complejas y masivas. “Cuando uno llega a un estado donde tiene un gran tamaño poblacional, con millones de personas acostumbradas a un tipo de vida y a una cultura particular, cualquier desajuste, por pequeño que sea, puede echar abajo esta máquina, este verdadero Godzilla, que sólo puede funcionar a un cierto nivel de producción”.

Para graficar este punto, el también académico de la Facultad de Ciencias Biológicas vuelve su vista al pasado: “este tipo de eventos ya han ocurrido a lo largo de la historia. Sucedió con los mayas en el siglo VII, el Imperio Angkoriano, y la civilización Rapa Nui. Incluso en Europa durante la Gran Hambruna de 1317, cuando un colapso provocado por la pérdida de cosechas en buena parte del continente, a raíz de un cambio de fase climático conocido como “Pequeña Edad de Hielo”, acabó con la expansión del período anterior”.

En la actualidad, sin embargo, la escala de la crisis y de los factores que la provocan hacen parecer pequeños a estos acontecimientos del pasado. Si bien el crecimiento poblacional de los últimos años se ha desacelerado, los 7 700 millones de seres humanos que pueblan el planeta aseguran que cada día seamos más, y ejerzamos cada vez más presión sobre nuestros ecosistemas.

El tamaño de la población también afecta directa o indirectamente sobre aspectos ecológicos como el cambio de uso de suelo, ya sea para proveer de vivienda a las personas o de comida para alimentarlas” aclara. “Eso implica menos áreas silvestres, pérdidas de hábitats y potencial extinción de especies. Y no podemos hacer nada sin plantas, ni peces, ni polinizadores ni bacterias”.

En su opinión, esta enorme cantidad de personas “le pone un desafío mayor al sistema político y económico preponderante, que no es otro que cómo dar cuenta de las necesidades y estilo de vida de estos individuos, asegurando bienes y servicios básicos, sin provocar más daño a la biósfera y a los sistemas ecológicos que nos surten de esos mismos bienes y servicios”.

Un elefante en la habitación

Pero las soluciones a la crisis, plantea, no son sencillas, y tampoco se reducen a un cambio en nuestros modos de vida. “Nuestras formas de consumo y el tamaño poblacional están completamente ligadas. Uno no puede promover únicamente un consumo energético más modesto (cuestión necesaria), sin poner al mismo tiempo el tema poblacional arriba de la mesa”.

“Si, por ejemplo, fuésemos la mitad de los que somos hoy, pero consumiéramos todos lo que consume un europeo o un ciudadano estadounidense promedio, seguramente tendríamos los mismos problemas asociados al calentamiento global, pero la posibilidad de responder sería totalmente diferente. En un mundo menos poblado, pero igual de consumista, al menos habría menos presión sobre el uso de la tierra. Y con un mundo más vacío, los problemas son más fáciles de enfrentar” concluye.

No obstante, el investigador cree que éste sigue siendo un tema demasiado delicado para ser tomado en serio por la clase política y los medios de comunicación. “Actualmente hay un lógico énfasis en combatir nuestros problemas medioambientales mediante mecanismos de mitigación y adaptación ambiental, pero poco se habla del elefante (o el reptil radioactivo) en la habitación: nuestro modo de vida y la cantidad de personas que somos”.

A su parecer, esto ocurre porque la pregunta misma toca temas demasiado sensibles para la mayoría de las personas, que apuntan incluso a la forma cómo nos pensamos a nosotros mismos. “Se trata de cuestionar paradigmas que tenemos arraigados desde hace mucho tiempo” observa, “la idea, por ejemplo, de que el ser humano es el ser más valioso de la creación. En un mundo donde el Homo sapiens se multiplica como una plaga, arrasando con especies enteras de animales, ¿acaso no son más valiosas las especies que dejamos ir?”

Asimismo, las ideas de libertad individual y de elección también se ponen entredicho al pensar en soluciones que ataquen la problemática del tamaño poblacional: “si como sociedad, empezamos a introducir políticas públicas que limiten nuestro consumo, o incluso nuestra capacidad de tener hijos, finalmente estamos horadando las bases del libre mercado y los principios que lo sustentan; producción ilimitada, crecimiento continuo y mejoramiento individual. La idea de libertad se ve desafiada por la sobrepoblación”.

Para Lima, sin embargo, el desafío sigue siendo el mismo: discutir cuál es el número de personas que el planeta puede permitirse bajo condiciones viables de existencia, de modo de mantenerlo funcionando sustentablemente, “y pensar en medidas a largo plazo que no ayuden a bajar la presión demográfica sobre el medio ambiente, crear condiciones de consumo y reproducción restringidas, e incluso bajar el crecimiento”.

Se trata, a la larga, de cuestionar la forma en cómo interactuamos, vivimos y nos organizamos en general. “Así lo hicieron, de hecho, culturas que lograron adaptarse a sus propias catástrofes y sobrevivieron a ellas viviendo de forma más simple, con estructuras sociales menos complejas, en equilibrio con la naturaleza, como los mayas o Rapa Nui” replica.

El rol de la ecología

En su caso, el investigador CAPES se vale de las herramientas que entrega la ecología de poblaciones, y de la demografía, para responderse esas preguntas, las cuales, nos dice, siempre le han apasionado. “El estudio de las dinámicas poblaciones tienen su origen en Thomas Malthus, un economista británico de fines del XVIII quien fue el primero en relacionar el crecimiento poblacional con la disposición de recursos mediante modelos matemáticos muy sencillos. A partir de ahí, la disciplina se ha valido de múltiples corrientes de pensamiento, incluida la ecología, para avanzar”.

En el caso de la ecología de poblaciones aplicada a poblaciones humanas, si bien se trata de un área de trabajo relativamente nueva (inaugurada en 2005 con la publicación Historical Dynamics de Peter Turchin), Lima cree que se trata campo de estudio prometedor, que mucho tiene que aportar a la discusión sobre el cambio global: “cuando uno ve la historia del crecimiento poblacional en sociedades post industriales, ésta se parece mucho a las dinámicas que uno identifica en otras especies animales”.

¿En cuáles, se preguntarán?

“En plagas de langostas, por ejemplo”, remata.

Investigador CAPES participa en Congreso realizado en IrlandaCAPES researcher participates in Congress held in Ireland

El pasado 30 de julio, el investigador y director de la línea CAPES “Dinámica de poblaciones, cambio global y sustentabilidad”, Mauricio Lima, participó en la vigésima versión del Congreso INQUA, una reunión anual de científicos organizada por la International Union For Quaternary Research (Unión Internacional por la Investigación en el Cuaternario) y realizada en Dublín, Irlanda.

Con una presentación titulada “Comparing human population growth rates between hunter-gatherers and complex agrarian societies: from competition to cooperation feedback processes”, Lima presentó los resultados de un estudio del mismo nombre realizado en conjunto con los investigadores Eugenia Gayo (CAPES), Erick Robinson, Claudio Latorre, y Jacob Freeman, el cual examinó el impacto que tuvieron diversas variables climáticas y sociales en la disposición de recursos de las sociedades agrarias humanas de América y Europa, y cómo dichos efectos se propagaron a la demográfica de estas poblaciones.

El objetivo del estudio fue comparar los ciclos de auge y caída en los patrones de población de sociedades agrarias complejas y grupos de recolectores-cazadores que habitaron el continente americano y europeo en los últimos 9.000 años mediante la recopilación y análisis de datos paleodemográficos, ofreciendo un panorama comparado de la historia de estas culturas y su eventual colapso.

Para Lima, un problema central de la dinámica de poblaciones humanas (esto es, la disciplina que estudia los cambios de número, estructura y composición de los grupos humanos a lo largo del tiempo), es “el papel del crecimiento poblacional como motor de los cambios sociales de las civilizaciones preindustriales”. Bajo ese marco, su trabajo se aboca al análisis de aquellos períodos de la historia durante los cuales ocurrieron innovaciones dramáticas en la forma de explotar y acceder a los recursos, particularmente, los procesos de dinámica poblacional activados durante dichas etapas de transición a nuevas formas de estructuras sociales y productivas, y la sostenibilidad de las mismas.

Para el investigador, el estudio de períodos como la expansión demográfica en Europa durante la revolución «neolítica» o la situación de América durante los años 3500-2500 BP “representa una oportunidad única para contrastar modelos simples que incorporan dinámicas de  aceleración de los tasas de cambio per cápita poblacionales en sociedades humanas y que permite comparar con situaciones recientes similares como la revolución industrial y su consecuencias”.

La Unión Internacional por la Investigación en el Cuaternario es una organización científica sin fines de lucro creada en 1928 y dedicada al fomento de la investigación interdisciplinaria en torno a las transformaciones ambientales ocurridas durante este último período geológico, comenzado hace 2.58 millones de años. Hoy, cuenta con más de 45 países miembros.

Investigador CAPES participa en Congreso realizado en Irlanda

El pasado 30 de julio, el investigador y director de la línea CAPES “Dinámica de poblaciones, cambio global y sustentabilidad”, Mauricio Lima, participó en la vigésima versión del Congreso INQUA, una reunión anual de científicos organizada por la International Union For Quaternary Research (Unión Internacional por la Investigación en el Cuaternario) y realizada en Dublín, Irlanda.

Con una presentación titulada “Comparing human population growth rates between hunter-gatherers and complex agrarian societies: from competition to cooperation feedback processes”, Lima presentó los resultados de un estudio del mismo nombre realizado en conjunto con los investigadores Eugenia Gayo (CAPES), Erick Robinson, Claudio Latorre, y Jacob Freeman, el cual examinó el impacto que tuvieron diversas variables climáticas y sociales en la disposición de recursos de las sociedades agrarias humanas de América y Europa, y cómo dichos efectos se propagaron a la demográfica de estas poblaciones.

El objetivo del estudio fue comparar los ciclos de auge y caída en los patrones de población de sociedades agrarias complejas y grupos de recolectores-cazadores que habitaron el continente americano y europeo en los últimos 9.000 años mediante la recopilación y análisis de datos paleodemográficos, ofreciendo un panorama comparado de la historia de estas culturas y su eventual colapso.

Para Lima, un problema central de la dinámica de poblaciones humanas (esto es, la disciplina que estudia los cambios de número, estructura y composición de los grupos humanos a lo largo del tiempo), es “el papel del crecimiento poblacional como motor de los cambios sociales de las civilizaciones preindustriales”. Bajo ese marco, su trabajo se aboca al análisis de aquellos períodos de la historia durante los cuales ocurrieron innovaciones dramáticas en la forma de explotar y acceder a los recursos, particularmente, los procesos de dinámica poblacional activados durante dichas etapas de transición a nuevas formas de estructuras sociales y productivas, y la sostenibilidad de las mismas.

Para el investigador, el estudio de períodos como la expansión demográfica en Europa durante la revolución «neolítica» o la situación de América durante los años 3500-2500 BP “representa una oportunidad única para contrastar modelos simples que incorporan dinámicas de  aceleración de los tasas de cambio per cápita poblacionales en sociedades humanas y que permite comparar con situaciones recientes similares como la revolución industrial y su consecuencias”.

La Unión Internacional por la Investigación en el Cuaternario es una organización científica sin fines de lucro creada en 1928 y dedicada al fomento de la investigación interdisciplinaria en torno a las transformaciones ambientales ocurridas durante este último período geológico, comenzado hace 2.58 millones de años. Hoy, cuenta con más de 45 países miembros.