Laboratorio de líneas 1 y 6 de CAPES se reacredita para el período 2022-2025

Este sello es reconocido por el Comité Institucional de Seguridad en Investigación de la UC, y permite a los laboratorios galardonados acelerar el llenado y aprobación del Protocolo de evaluación que otorga dicho Comité.

Parte del equipo del laboratorio, compuesto en su mayoría por estudiantes e investigadores CAPES.

El Laboratorio de Restauración, Suelos y Metales (RESUME), asociado a las líneas 1 de Contaminación por metales y rehabilitación y de suelos, y 6, sobre Intensificación ecológica en agricultura, fue reacreditado bajo el Sello de Prácticas Seguras 2022-2025.

Este sello, parte del programa “Laboratorio Seguro” de la Vicerrectoría de Investigación UC, busca certificar, y al mismo tiempo premiar, a los laboratorios de la Universidad que cumplen de manera destacada las prácticas y procedimientos que permiten un trabajo seguro al interior de sus dependencias.

El Laboratorio RESUME, dirigido por la investigadora CAPES, Dra. Rosanna Ginocchio, y con Luz María de la Fuente como encargada de seguridad, se sometió este año a la reacreditación luego de la obtención, en 2018, del sello, como parte de los 60 laboratorios certificados durante la primera versión del proceso. En esta oportunidad, el laboratorio obtuvo 106% de logro. 

Este sello es reconocido por el Comité Institucional de Seguridad en Investigación de la UC, y permite a los laboratorios galardonados acelerar el llenado y aprobación del Protocolo de evaluación que otorga dicho Comité.

En el laboratorio es un espacio compartido por los equipos de los académicos del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente (DEMA) de la Facultad de Agronomía UC, Eduardo Arellano y Rosanna Ginnocchio, investigadores principales de las líneas 6 y 1 de CAPES, respectivamente, y se focaliza en la caracterización fisicoquímica general de suelos y sustratos, bioensayos de toxicidad y biodisponibilidad de metales en plantas y lombrices y microbiología en ambientes terrestres, entre otras actividades de investigación y de formación de capital humano de pre y postgrado.

“En RESUME realizamos bioensayos estándares de toxicidad a cobre en plantas, y ahora estamos comenzando a hacerlo con lombrices”, explica la Dra. Ginocchio. “También hacemos ensayos de tolerancia a cobre en plantas nativas, de forma de identificar especies nuestras que puedan ser usadas en la fitoestabilización de suelos contaminados o residuos mineros masivos. También realizamos algunos análisis generales de suelos, como capacidad de retención de agua, textura, secuestro de Carbono, pH, conductividad eléctrica y actividad de cobre iónico, entre otros”.

La Dra. Ginocchio también comentó la importancia de crear una adecuada cultura de trabajo al interior de los laboratorios de investigación de la UC, y reconoció el gran compromiso y trabajo de la también investigadora CAPES Luz María de la Fuente para lograr esta acreditación.

“El proceso de revalidación del Sello Laboratorio Seguro duró tres meses” cuenta De la Fuente. En ese período tuvimos que actualizar documentación como los compromisos de los profesores a cargo, declarar las líneas y técnicas de investigación, y actualizar el listado de alumnos y profesionales que se encuentran trabajando en el laboratorio. El comité mantuvo los requisitos solicitados durante el proceso de validación anterior, por lo tanto, contábamos con todos ellos, como la señalética, los protocolos de prácticas seguras, y el listado de reactivos entre otros”.

Además, prosigue, “durante el proceso el equipo del Programa Laboratorio Seguro realizó una visita de diagnóstico al laboratorio, donde nos sugirieron algunas medidas para aumentar la seguridad, lo cual se vio reflejado en el alto porcentaje de aprobación obtenido. Todo esto fue posible gracias al constante apoyo del equipo del Programa y por supuesto, al constante compromiso del equipo del laboratorio” concluye.

Por su parte, Verónica Arenas, Coordinadora del Programa Laboratorio Seguro de la Vicerrectoría de Investigación UC, felicitó y destacó el compromiso adquirido por el equipo al participar de este proceso de revalidación, y destacó que el laboratorio presenta aspectos de bioseguridad y biocustodia destacables.

Texto: DEMA UC y Comunicaciones CAPES
Créditos imagen: Laboratorio RESUME

Seminario “Pesticidas en base a cobre para el manejo de frutales en Chile central: residuales y calidad de suelo”

Cuándo: 26 de septiembre de 2022 - 14:30 hrs.
Dónde: Auditorio de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC
Organiza:  Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC y CAPES

El seminario “Pesticidas en base a cobre para el manejo de frutales en Chile central: residuales y calidad de suelo” busca ser un espacio de reflexión en torno a los riesgos asociados al uso de pesticidas en base a cobre en huertos frutales de la zona central de Chile, con énfasis en residuos y calidad de suelo.

Participarán como expositores/as Rosanna Ginocchio, académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC e investigadora principal CAPES; Celine Pelosi, del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica, INRAE, Francia; Jaime Auger, académico del Departamento de Sanidad Vegetal de la Universidad de Chile; y Tomás Schoffer, investigador CAPES.

El evento se realizará en el auditorio de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, entre las 14:30 y las 17:00 horas.

Link de inscripción: https://forms.gle/iheRw7BB8DszC2RZ8

Consultas: psarmientog@vinculoagrario.cl

Pablo Becerra: investigando la regeneración, dinámica y restauración de los bosques nativos de Chile

Pablo Becerra es ingeniero forestal y Doctor en Ecología y Biología Evolutiva, académico de la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales de la Universidad Católica e investigador de la línea 1 de CAPES. Aunque ha realizado estudios en terreno en casi todos los tipos de bosque del país, se ha especializado en el bosque esclerófilo de Chile central, el que se encuentra atravesando por una grave crisis debido a que no se está regenerando de manera natural y está ocurriendo mortalidad de individuos adultos.

Pablo Becerra Osses nació en Santiago, y desde pequeño, sus padres lo acercaron a la naturaleza, por lo que siempre estuvo muy cerca de los ambientes naturales. Siguiendo esa pulsión, estudió Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile, luego un Magister en Ciencias Ecológicas y posteriormente un Doctorado en Ecología y Biología Evolutiva en la misma casa de estudios.

Ya en el 4° año de su carrera, se dio cuenta de que le gustaba la investigación, la ciencia y las ciencias ecológicas en particular: “el último año, con algunos compañeros, tomamos como electivos algunos cursos del posgrado en botánica en la Facultad de Ciencias, hice unos cursos en biogeografía y en ecología de la reproducción en plantas”, recuerda, “yo partí bien naturalista, con harta observación de flora, de plantas, paseos por el cerro, etc.”.

Como tema de su tesis del doctorado, comenzó a estudiar la invasión de plantas exóticas, centrándose en dos especies simbólicas del área forestal, el Pinus radiata y el Eucalyptus globulus. “Era un análisis de cuáles son los factores que pueden estar facilitando o restringiendo la invasión de estas dos especies exóticas”, señala el investigador, “la elección de esas especies fue porque son las dos más plantadas en Chile y, por lo tanto, podían tener un alto potencial de invasión por la cantidad de semillas que se producen en las plantaciones, que probablemente producen más semillas que cualquier otra especie exótica que hay en Chile”.

Luego, en el posdoctorado, ahondó en el tema y evaluó cómo el pino radiata está influyendo en la regeneración de especies nativas, encontrando la ocurrencia de una importante invasión de esta especie exótica, incluso desde la Región de Valparaíso hacia el sur. “En general se considera invasión cuando una especie naturalizada se ha expandido más allá de las plantaciones o de los lugares en que fue introducida, y en el caso de pino radiata efectivamente eso está ocurriendo. Son individuos que ya están creciendo naturalmente, es decir, las semillas llegaron por dispersión natural a lugares fuera de las plantaciones, a ambientes naturales y están formando individuos, creciendo naturalmente y produciendo a su vez semillas, por lo tanto poseen un alto potencial para producir poblaciones autosustentables”, explica.

Bosques de Chile

“Hay bosques en todo Chile. Desde la I hasta la XII región uno puede encontrar distintos tipos de bosques” comienza contando Becerra cuando le consultamos por los bosques presentes en nuestro territorio. “Los bosques de la I, II y III región eran bosques xerofíticos, de especies adaptadas a esas condiciones, pero que estaban a su vez restringidas o distribuidas en ambientes más húmedos, principalmente orillas de ríos, eran bosques pequeños, siempre ribereños”.

Desde la IV región comienzan a aparecer bosques más abundantes de algarrobos, guayacanes y litres. Luego, en la zona de clima mediterráneo encontramos los bosques esclerófilos, y más al sur, los bosques templados. “A mi me ha tocado estudiar prácticamente todos los tipos de bosques, quizás los únicos en que no he hecho estudios más formales, son los bosques de queñuas, (Polylepis), en el altiplano”, indica, “en mi tesis de pregrado estudié los bosques de araucarias y de coigüe-raulí de la IX región, en mi tesis de magister hice estudios en bosques de robles, de hualo, de raulí, he hecho otros estudios en los bosques siempreverdes de Chiloé y también en los bosques de lenga y ñirre en la Patagonia”.

Bosque esclerófilo de clima mediterráneo

Pero su objeto de estudio más constante ha sido siempre el bosque esclerófilo. Este tipo de bosque tiene factores restrictivos para su conservación, no sólo en términos de impacto humano sino también de sus condiciones abióticas naturales, incluso sin cambio climático. Esto, debido a que el clima mediterráneo tiene estaciones secas y años en que no llueve mucho, lo que genera condiciones difíciles para varias especies del bosque esclerófilo en términos de su regeneración, en comparación con otros bosques en que si no hay factores externos antrópicos como tala, ganado, o incendios, el bosque se regenera naturalmente, que es lo que ocurre desde la región del Biobío al sur.

“En cambio en el bosque esclerófilo no”, afirma Becerra, “hay muchos lugares en que hay individuos adultos pero con cero regeneración, es decir, no hay individuos jóvenes. Entonces la pregunta es por qué esas especies están presentes en esos lugares, qué condiciones habían en el pasado cuando esas semillas se produjeron, qué les permitió regenerar, crecer y sobrevivir, cómo han cambiado esas condiciones que ahora no les permiten germinar, crecer y sobrevivir hasta etapas adultas”.

Esto está ocurriendo en la mayoría de las especies del bosque esclerófilo y ha empeorado en los últimos 10 años. De hecho, los estudios han demostrado que además de no haber regeneración, hay individuos adultos que están muriendo, dependiendo de las condiciones ambientales o microambientales, hay más o menos mortalidad, lo que antes no ocurría o sucedía de manera aislada.

Pablo Becerra comenzó ha realizar estudios en el bosque esclerófilo el año 2006, y en ese tiempo, aún había algo de regeneración bajo condiciones específicas como ambientes más húmedos, cercanos a cursos de agua y cuando se presenta un dosel que genere sombra, más aún controlando a los herbívoros, reduciendo la cantidad de conejos y si no hay incendios u otro tipo de perturbaciones.

“A partir del 2014 empezamos a hacer muestreos geográficamente masivos, abarcando prácticamente toda la distribución del bosque esclerófilo, evaluando los niveles de regeneración”, indica Becerra, “y ahí se empezó a notar una reducción importante a nivel de prácticamente no existir regeneración de la mayoría de las especies del bosque esclerófilo en ninguna parte, ni siquiera en las condiciones más húmedas, ni bajo dosel, ni cuando no hay conejos ni cuando no hay ganado, nada. Entonces, el factor que va quedando obviamente es el agua y eso se asocia con la reducción en los niveles de precipitación que ha ocurrido en los últimos 10 a 15 años”.

Junto con eso, en el verano de 2018-2019, se empezaron a ver los primeros manchones de individuos adultos que mostraban los estragos de la sequía. Comenzaron primero a secarse los peumos, que es una especie relativamente higrófila en Chile central, que tiene su distribución sobre todo en laderas de exposición sur y en fondos de quebradas. El fenómeno se ha incrementado y ahora está ocurriendo con el quillay, que tiene una distribución en ambientes no tan húmedos por lo que está siendo mucho más afectado. También se ha visto cierta mortalidad en litre, que tolera aún más la sequía que el quillay, y en el boldo, en algunos sectores precosteros.

“En esas 4 especies se ha notado la mortalidad”, señala Pablo Becerra, “sin embargo, hay otras especies que no. Por ejemplo, colliguayes, huinganes, espinos, no tienen problemas de mortalidad de individuos adultos, aunque esas especies tampoco se están regenerando. ¿Qué es lo que sugiere todo esto? que en los lugares o localidades donde en el pasado dominaban especies esclerófilas como el quillay, peumo, litre, probablemente van a ser reemplazados o se va a reducir su abundancia de manera importante y van a sobrevivir ahí otras especies como las más adaptadas a condiciones más secas, en reemplazo de lo que eran los bosques esclerófilos más densos”.

Proyecto de restauración en San Carlos de Apoquindo

La Universidad Católica posee dos predios importantes, uno en Pirque y otro en San Carlos de Apoquindo, en los que se empezó a trabajar en proyectos de restauración ambiental que además de la restauración ecológica de los ecosistemas, incluyen un componente de educación ambiental.

“Se generaron anteproyectos de restauración en estos dos predios, los que fueron financiados por CAPES, para hacer los estudios de línea base y las propuestas de acciones de restauración y de educación ambiental”, señala Becerra, “en San Carlos de Apoquindo están hechos los proyectos para restaurar la vegetación y generar una infraestructura que permita hacer educación ambiental, incluyendo un centro de visitantes, senderos de interpretación, reintroduciendo especies emblemáticas con sus letreros de información, etc., lo que se está haciendo ahora es buscar financiamiento para llevar a cabo todo eso”.

Le preguntamos a Pablo Becerra: ¿cómo debería ser la relación del ser humano con los bosques?, nos comenta que “lo que debiera ocurrir es que en el mundo se incremente la superficie de bosque nativo de manera importante y obviamente se conserve lo que ya existe. No debiera eliminarse ni una hectárea más de bosque, en especial de los ecosistemas amenazados como el bosque esclerófilo y de roble-hualo. Primero, porque por ejemplo, de los bosques esclerófilos o los bosques de robles o de hualos, no queda prácticamente nada, y segundo, porque lamentablemente en Chile no existe una legislación ambiental que exija la restauración completa de los ecosistemas por parte de las empresas que los eliminan para sus faenas, con suerte se les exige hacer una plantación compensatoria, que muchas veces es bastante deficiente o poco exitosa, pero no se restaura el ecosistema en ningún caso”.

Pablo Becerra continúa trabajando y en estos momentos está realizando el cierre de algunos proyectos, como el de la evaluación a gran escala de los niveles de regeneración del bosque esclerófilo en toda su distribución o el análisis de técnicas de restauración en ambientes incendiados. Además, él y su equipo están trabajando en los procesos de regeneración y dinámicas de la vegetación del bosque nativo de la región de Coquimbo. También quieren estudiar un efecto que han observado acerca de las precipitaciones en la zona central de Chile, debido a que no sólo cae menos agua, si no que la que cae se pierde por escurrimiento y no alcanza a almacenarse en el sustrato de los cerros y no es aprovechada por la vegetación.

“Las ventajas de tener bosques en general, a nivel planetario, es que los bosques producen oxígeno, absorben CO2, mantienen biodiversidad, controlan plagas, producen distintos tipos de productos alimenticios, farmacológicos, etc., entre varias otras funciones y servicios ecosistémicos. Necesitamos que exista mayor educación ambiental desde los niveles escolares, respecto de la importancia de la biodiversidad, de la vegetación y de los bosques. Mientras más personas tengan ese conocimiento y valoren nuestros ecosistemas, se podría exigir, generar y financiar más proyectos que permitan incrementar la superficie de bosques y reducir al máximo la eliminación de ecosistemas que están en peligro de extinción”, finaliza.

Texto: Comunicaciones CAPES

Lanzamiento de libro «Algas, una introducción a la ficología»

Cuándo: 7 de septiembre de 2022
Dónde: Esta actividad se realizará de manera online a través de Youtube UNABTV (ver link)
Organiza:  Universidad Andrés Bello y CAPES UC

El Centro CAPES UC y el Comité Editorial de la Universidad Andrés Bello invitan al lanzamiento del libro Lanzamiento de libro Algas, una introducción a la ficología, En este texto, se revisan las hipótesis más modernas sobre el proceso de evolución de la fotosíntesis en los distintos grupos de algas, y se estudian todos los linajes mayores de algas actualmente reconocidos, cubriendo los puntos más importantes de su morfología, reproducción, ecología, biología celular, evolución e importancia económica.

El texto incluye cientos de ilustraciones, todas originales y, asimismo, incluye amplias referencias a las publicaciones más relevantes para cada tema. Este libro es la primera obra de esta magnitud que se publica en español.

Autores:

  • Dr. Alexis M. Bellorín Romero
  • Dr. Cristian Bulboa Contador
  • Dra. Loretto Contreras-Porcia

Presentan:

  • Dr. Fabian Jaksic, Premio Nacional de Ciencias, Director CAPES
  • Prof. María Eliana Ramírez, Exdirectora Museo Chileno de Historia Natural

Esta actividad se realizará de manera online a través de Youtube UNABTV.

Más información: cbulboa@unab.cl

Estudio confirma la capacidad de la hojarasca para proteger a los suelos de la contaminación por cobre

Este es el primer estudio que describe el contenido de cobre en suelos y hojarasca en huertos de Chile, y uno de los pocos trabajos a nivel mundial que realiza estos experimentos en frutales.

Hojarasca en plantaciones de ciruelo

Para muchos de nosotros, la capa de hojas secas que se forma bajo bosques y arboledas a comienzos del otoño, comúnmente conocida como hojarasca, es, o una leve molestia —si nos toca removerla de desagües y canaletas— o una agradable ocurrencia —cuando paseamos por algún parque sintiendo el crujir de las hojas bajo nuestros pies.

Para ciertos árboles frutales, sin embargo, la presencia de esta cobertura natural bien puede ser una última línea de defensa entre ciertos contaminantes y un suelo fértil y saludable.

Así al menos lo demostró un grupo de investigadores del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), el Laboratorio de Ecología Microbiana de la U. de O’Higgins y el Departamento de Fruticultura y Enología de la PUC, quienes decidieron estudiar el rol de la hojarasca como protectora del suelo en plantaciones frutales de la región de O’Higgins, zona donde la aplicación intensiva de pesticidas a base de cobre es una práctica común. Sus resultados fueron publicados en la revista Plant, Soil and Environment.

“El estudio surge en una visita a terreno de un productor frutal, quién nos mostró y explicó in situ cómo aplicaban pesticida a base de cobre y las concentraciones en que este elemento se podría encontrar en el suelo” relata Tomás Schoffer, investigador CAPES y autor principal del trabajo. “Para ejemplificar lo anteriormente descrito, el productor nos quiso mostrar el suelo, y para eso removió la hojarasca del frutal. En ese momento nos surgió la pregunta de qué efecto tendría la hojarasca sobre la incorporación de cobre (aplicado como pesticida) en el suelo”.

La duda, explica el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica, se fundaba en el hecho de que la capa orgánica de los suelos (la cual incluye la hojarasca) es uno de los principales sumideros de metales cuando éstos provienen de la atmósfera. “De hecho” añade, “existe evidencia científica de que la hojarasca genera un efecto protector sobre el reclutamiento de plántulas en sitios afectados por una fundición de cobre. Si bien la fuente del metal y el escenario eran diferentes, pensamos que podría existir un efecto similar”.

Para confirmarlo, los investigadores seleccionaron huertos frutícolas de la Región de O’ Higgins por ser ésta la región de mayor producción de frutales de nuestro país donde se aplican pesticidas a base de cobre. Los huertos seleccionados fueron de cerezos, ciruelos y kiwi, usando viñas de uva de mesa, donde no se aplican estos químicos, como grupo de control. En todos los huertos, se tomaron muestras tanto de la hojarasca como del suelo inmediatamente bajo ella para medir sus contenidos de cobre.

“Adicionalmente”, cuenta Schoffer “realizamos para las muestras ensayos de respiración microbiana del suelo inducidas por fuentes de carbono (MicroRespTM), esto para tener un parámetro con el que medir la actividad microbiana del suelo. Con estos datos, contrastamos los contenidos de cobre de la hojarasca y del suelo, y la actividad microbiana del suelo, de cada huerta”.

Protegidos de las plagas, pero expuestos a los metales

Históricamente, los plaguicidas en base a cobre han sido usados con frecuencia para controlar enfermedades microbianas en árboles frutales, ofreciendo a estos cultivos protección contra hongos y bacterias nocivas, y al mismo tiempo, exponiéndolos a altas concentraciones de este metal.

“La aplicación de pesticidas en general, sobre todo en los sistemas frutícolas intensivos, ha llevado a diversos impactos en el medio ambiente, tales como la pérdida de biodiversidad dentro del predio y en las zonas aledañas” comenta Rosanna Ginnochio, investigadora principal de CAPES y otra de las autoras del estudio. “Como su vía de aplicación es por aspersión, un alto porcentaje de estos químicos se dispersa en la atmósfera, produciendo contaminación difusa (fuera del predio) que perfectamente puede llegar a las poblaciones humanas cercanas, imponiendo eventuales riesgos para la salud”. De hecho, se estima que alrededor del 70-90% del pesticida aplicado se difunde hacia otras áreas.

En el caso de los suelos, detalla Ginocchio, “el proceso puede resultar en un enriquecimiento excesivo con este metal, alterando la calidad de estos y, en consecuencia, su actividad microbiana, pues, recordemos, el cobre es antibacteriano y fungicida”.

“El cobre es un micronutriente esencial para todos los organismos, pero se vuelve tóxico por sobre un cierto umbral” aclara Schoffer. “Por lo tanto, si se considera la forma de aplicación de estos pesticidas, su prolongado uso, su acumulación en el suelo y el hecho de que son fungicidas, es de esperar que se produzca un impacto sobre la biodiversidad microbiana del suelo y, con ello, una disminución de su calidad y función”.

El investigador también añade que esta excesiva presencia de cobre no sólo afecta a los microorganismos del suelo, sino que también a plantas y organismos de la mesofauna edáfica. “Lo anterior se traduce en un efecto indirecto sobre los seres humanos, ya que eventualmente el cobre podría ingresar a la cadena trófica y biomagnificarse, afectando finalmente la salud de las personas. Sin embargo, éste no es la única forma en que los pesticidas a base de cobre afectan a los seres humanos. Como mencionó la Prof. Ginocchio, existe una difusión de estos pesticidas a otras áreas, pudiendo afectar directamente a las personas y generando afecciones tales como el cáncer.

El uso intensivo de pesticidas en base a cobre puede traer riesgos indirectos no sólo para el suelo, sino que para la biodiversidad y la salud humana.

¿La hojarasca al rescate?

Entre los resultados del estudio, Schoffer comenta que niveles de cobre hallados en el suelo no difirieron en los diferentes huertos. “Sin embargo”, revela, “el nivel de cobre en la hojarasca fue estadísticamente superior en los huertos donde se aplicó cobre (cerezos, ciruelos y kiwis) en comparación a los huertos donde no se aplicó cobre (uva de mesa). Como suponíamos, la hojarasca cumplió un efecto protector contra el ingreso de cobre al suelo”.

De hecho, los investigadores encontraron hasta 7 veces más cobre en la hojarasca que en el suelo de los huertos donde se aplicó cobre. “Sin embargo, no pudimos evaluar con certeza tal efecto protector sobre las comunidades microbianas. Primero, porque no hubo diferencia en la actividad microbiana en los diferentes huertos (donde ésta siempre estuvo presente) y segundo, porque al no haber diferencias entre los niveles de cobre en los suelos de los huertos testeados, no obtuvimos una gradiente de cobre desde donde evaluar una posible inhibición de la actividad microbiana. En este contexto, estudios han demostrado que los microorganismos del suelo no son tan sensibles a cambios en los niveles de cobre como los presentados en este estudio. Por lo anterior es que en la actualidad nos encontramos evaluando el efecto de pesticidas a base de cobre en bioindicadores más sensibles” explica Schoffer.

Así y todo, los investigadores pudieron concluir que cobre disperso en los huertos logró acumularse mayoritariamente en la hojarasca, la que funcionó como una barrera para la entrada de este metal a los suelos estudiados. “Esto”, explica Rosanna Ginocchio, “porque las hojas y la hojarasca adsorben el cobre en sus superficies, disminuyendo su translocación al suelo y, por ende, reduciendo los riesgos de contaminación”.

Más allá de su rol como protector de los suelos, tanto Schoffer como Ginocchio coinciden en que estos resultados suponen nuevos usos para la hojarasca producida por los árboles frutales: “como grupo, pensamos que, una vez removida, la hojarasca puede integrarse a un sistema de compostaje, donde se incluyan otros residuos orgánicos, con el fin de diluir el contenido de cobre y finalmente ser aplicado de manera segura a los suelos, comenta Schoffer.

A la fecha, este es el primer estudio que describe el contenido de cobre en suelos y hojarasca en huertos de Chile, y uno de los pocos trabajos a nivel mundial que realiza estos experimentos en frutales y no en viñedos.

Texto: Comunicaciones CAPES