Francisco Bozinovic Kuscevic (1959-2023)

Créditos: El Mercurio

Francisco Bozinovic Kuscevic, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020, y subdirector del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, ha fallecido la madrugada de este domingo 1 de enero, producto de un cáncer, a la edad de 63 años.

El Dr. Bozinovic fue un destacado biólogo y ecólogo, reconocido tanto en Chile como en el extranjero. Nacido en Punta Arenas el 6 de junio de 1959, y nieto de inmigrantes serbio-croatas (ex yugoslavos), arribó a Santiago en 1978 para cursar sus estudios de Ciencias, con mención en Biología, en la Universidad de Chile. 

Interesado desde temprano en estudiar los múltiples aspectos teóricos y experimentales de la biología animal comparativa y las complejidades de la diversidad biológica en todos sus niveles de organización, concluyó sus estudios formales en 1988, al recibir su doctorado en la misma universidad, como parte del equipo de investigación del Prof. Mario Rosenmann.

El Dr. Bozinovic fue académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica entre 1996 y 2022.

Durante sus años en la Casa de Bello comenzó su amor por una de las especies que marcarían su trayectoria científica y académica, el monito del monte, un mamífero marsupial endémico de los bosques templados del sur de Chile. En 2016, una nueva especie de este género fue bautizada en su honor por la revista Journal of Mammalogy: el Dromiciops bozinovici o “Monito del monte de Pancho”.

Con más de 30 años de trayectoria en el campo de la biología evolutiva, el Dr. Bozinovic se destacó por haber iniciado y desarrollado un nuevo paradigma científico al interior de este campo, conocido hoy como Biología Integrativa. Éste innovador enfoque reúne saberes de la fisiología, el medio ambiente y la biogeografía para un mejor entendimiento de las estructuras y comportamientos inherentes de los organismos vivos y la interacción con sus entornos.

En palabras de Francisco, esta nueva disciplina no mira la biología por partes, “sino como un conjunto. Para efectos operacionales, solemos dividirla en bioquímica, biología celular, molecular, fisiológica, del desarrollo, de poblaciones o de comunidades. Pero la idea es tener la concepción de que los organismos son un organismo completo que interactúa con el ambiente, que no es separable.”

Francisco Bozinovic, junto al entonces ministro de Ciencias, Andrés Couve, durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Ciencias 2020, en el MIM.

En un comunicado emitido por la Facultad de Ciencias Biológicas UC, el decano de la institución, Dr. Juan Correa, expresó sentir “pesar de saber que este desenlace llegaría. Aún no logro asimilar que el momento llegó y que Pancho no estará en cuerpo con nosotros. Como amigo y como Decano, he estado acompañando día a día a Pancho y su familia y les he transmitido todo el cariño que muchos le han enviado. Por ahora, sólo nos queda acompañarlos en el dolor y ofrecerles el cariño y acogida que Pancho siempre nos entregó”.

El Prof. Bozinovic es autor y co-autor de más de 350 artículos científicos en revistas de corriente principal, como Nature, Proceedings of the National Academy of Sciences y Ecology Letters, y cerca de 20 libros y capítulos de libros, entre los que se encuentra la primera publicación de su especialidad escrita en español, “Fisiología Ecológica & Evolutiva: Teoría y Casos de Estudio en Animales”.

A estos títulos, también se suma su trabajo en el campo de la divulgación científica, especialmente dedicado a la alfabetización de la ciencia en públicos infantiles y adolescentes con libros como “Ecopreguntas para niños curiosos” y “Biodiversidad para jóvenes diversos”.

Además de su vasta producción científica, el Prof. Bozinovic ha formado a incontables generaciones de biólogos y fisiólogos evolutivos, haciendo verdadera escuela en el área de la biología integrativa. De hecho, los 30 magísteres y doctorados formados directamente bajo el alero del investigador han generado a su vez a otros 40 investigadores, y éstos últimos a otros 10 “bisnietos académicos”, como Bozinovic gustaba en llamarles, a la fecha.

Entre sus principales galardones, está el haber recibido en el año 2020 el Premio Nacional de Ciencias Naturales, convirtiéndose en el científico número 15 en recibir este reconocimiento. En dicha oportunidad, el investigador habló de la importancia del trabajo colaborativo que siempre lo caracterizó: “Es un tremendo honor y reconocimiento de mi país, no solo a mi, sino a las personas que trabajan y han trabajado conmigo: alumnos, colegas, ayudantes”.

Dicho premio, entregado oficialmente en 2021 a causa de las restricciones asociadas a la pandemia, fue el pináculo de una serie de distinciones recibidas por Bozinovic a lo largo de su carrera, tales como su ingreso como miembro a la Academia Chilena de Ciencias (2006); la Medalla al Método Científico y Cultural de la Sociedad Croata de Magallanes (2006); el Premio Scopus a la Producción Científica (2008); el “Premio Patricio Sánchez” otorgado por la Sociedad de Ecología de Chile (2010); la beca Fellow de John Simon Guggenheim (2010); el reconocimiento de la John Wiley & Sons Library por uno de los cinco artículos más citados de 2016 y 2017 (2017); su adhesión a la Latin American Academy of Science (2019), y la distinción Profesor Honoris Causa de la Universidad Austral de Chile (2019).

Fue en esta última ceremonia de investidura, celebrada este año, cuando uno de sus antiguos alumnos y más estrechos colaboradores, el Dr. Roberto Néspolo, dijo de su mentor: “El Dr. Bozinovic pudo haber desarrollado una carrera exitosa en centros y universidades en el extranjero. Sin embargo, escogió desarrollar su quehacer en el país, formando una escuela y nuevos científicos. Actualmente la escuela de pensamiento de Francisco es un área activa de investigación que ha ganado importancia en la era del cambio global”.

Francisco junto a sus dos hijas, Emma y Catalina.

Por su parte, la coordinadora del área de Vinculación y Transferencia de CAPES, Dra. Francisca Boher, quien también se formó bajo el alero de Bozinovic, resumió el legado del investigador y la experiencia de haberlo conocido: “El aporte de Pancho en su disciplina es gigante. En su laboratorio, el cual fue mi lugar de trabajo por 10 años, no solo me formé como investigadora, sino también hice grandes amigos. Amigos que atesoro y que compartimos un vínculo fuerte y común. La red de amigos, estudiantes, científicos y científicas que Pancho formó y que actualmente trabajan y generan aportes importantes en diversos ámbitos, es a su vez una red de cariño, de relaciones personales y es Pancho un común denominador, una energía de activación que echó andar una máquina que no hace sino crecer y robustecerse. El legado que dejó Pancho en mí, no es solo académico sino también personal”.

Recientemente, el Dr. Bozinovic se desempeñaba como académico del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica de Chile (donde ingresó en condición de profesor asociado en 1996, y del que también había sido su director), y como subdirector e investigador principal del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC.

Justamente el director de CAPES, Fabián Jaksic, Premio Nacional de Ciencias Naturales y uno de sus más grandes amigos, le dedicó unas sentidas palabras desde Estados Unidos, lugar donde se encontraba al recibir la noticia: «Era un hombre sin dobleces y un alma noble. Ya lo echo mucho de menos y voy a dedicar mis mejores esfuerzos para resaltar su aporte generoso no solo a la ciencia sino a la humanidad. No solo por su formación de discípulos leales sino por su creación de amistades sinceras y eternas. Adiós mi querido Pancho: te has ido, pero no serás olvidado».

En otra de sus más apreciadas vetas, el biólogo integrativo ha sido un promotor activo de una ciencia y sociedades más inclusivas y conscientes de la diversidad de funciones presentes tanto en la naturaleza, como en nuestras comunidades humanas. Es en esta línea que impulsó y gestionó la creación del Centro Multidisciplinario UC – Síndrome de Down, del que fue subdirector hasta su muerte. La misión del centro es entregar investigación acerca de este síndrome y apoyo a las personas que viven con él, así como a sus familias.

El rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, también tuvo palabras de agradecimiento y aprecio por la figura de Francisco: “El Prof. Bozinovic es un referente en las ciencias biológicas y en la ecología, con más de 40 años dedicados a la comprensión del desarrollo animal y la interacción entre los animales y el medio ambiente. Ha dejado una huella imborrable en nuestra universidad y en la ciencia nacional y también mundial, con hallazgos y con publicaciones de calidad realmente superior. Junto a eso, en los últimos años, desarrolló en conjunto con la Dra. Macarena Lizama un aporte muy sustantivo que ha permitido que cientos de familias con niños y jóvenes con síndrome de Down hayan podido adaptarse mucho mejor a la sociedad, y nuestra sociedad adaptarse a la realidad de la gran belleza y enorme aprendizaje que nos entregan estos niños y jóvenes. La universidad ha tenido un aporte en Francisco que va a durar para siempre, porque su influencia en otras personas va a quedar como testimonio de su contribución académica. Estamos muy conmocionados con su partida, pero a la vez estamos muy agradecidos por todo lo que nos ha entregado”.

En más de una oportunidad el Dr. Bozinovic expresó que su meta última es “lograr una sociedad que responda positivamente a la diversidad entre las personas y a las diferencias individuales, siendo esta diversidad una oportunidad para vivir en un mundo mejor y sin barreras”.

El Dr. Bozinovic será velado desde este domingo en el cementerio Parque del Recuerdo, ubicado en la comuna de Huechuraba, mientras que su responso se celebrará este lunes 2 de enero, a las 13:00 hrs., en estas mismas dependencias. A Francisco le sobrevive su esposa, María José Fondón y sus dos hijas Emma y Catalina, a quienes, a nombre de todo CAPES, enviamos nuestras sinceras condolencias y más fraternos saludos en estos difíciles momentos.

El Prof. Bozinovic durante la entrega de la distinción de Doctor Honoris Causa en la U. Austral de Chile.

Texto: Comunicaciones CAPES

Los costos de la maternidad: lobas finas antárticas trabajan más para conseguir alimento durante la lactancia

Un nuevo paper CAPES entrega los resultados de una investigación iniciada en 2015 que buscó entender los gastos energéticos a los que se ven sometidos estos mamíferos durante la temporada reproductiva.

Una hembra de lobo fino antártico (Arctocephalus gazella) descansa junto a su cría (Crédito: Renato Borrás).

A fin de lidiar con las limitaciones impuestas por la crianza, las hembras lactantes de lobo fino antártico (Arctocephalus gazella) modifican tanto la duración como la frecuencia de sus salidas al mar en busca de alimento durante la temporada de reproducción, en comparación con las lobas no lactantes de la especie.

Así lo descubrieron un grupo de científicos nacionales e internacionales liderados por el biólogo Renato Borras, en una investigación co-financiada por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA), el Instituto Chileno Antártico (INACH) y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES).

El trabajo resume una investigación iniciada en 2015 que buscó entender los gastos energéticos a los que se ven sometidos los mamíferos durante el período de lactancia —cuando las hembras de esta clase deben alimentarse no sólo a sí mismas, sino que a sus crías recién nacidas— y los cambios de comportamiento que aplican para ajustarse a estos gastos.

Sus resultados fueron recientemente publicados en la revista Marine Mammal Science.

Más bocas que alimentar

Un cachorro de lobo fino esperando el alimento (Crédito: Renato Borrás)

La Colonia de Cabo Shirreff, en la isla Livingston, es la colonia reproductiva de lobo fino antártico más austral del mundo. Allí, cientos de madres de la especie se zambullen en las frías aguas del océano Antártico en pos del alimento que las nutrirá a ellas, y a sus crías, a través de su leche. Esto, bajo condiciones que ya de por si las ponen al límite de sus capacidades energéticas.

“Comparar entonces las hembras con cría con las hembras sin cría de la especie, permitía obtener mayor claridad de las diferencias conductuales entre ambas, las que pueden estar asociadas a cómo se alimentan durante la temporada reproductiva” explica Renato Borrás. “Esto último, también nos permitió desarrollar otros aspectos del proyecto, como definir las estrategias de alimentación de las madres en un ambiente difícil de predecir”.

La lactancia es el evento reproductivo de mayor costo en mamíferos. En el caso del lobo fino antártico —pertenecientes a la familia de los pinnípedos junto con focas, morsas, leones y elefantes marinos— ésta representa un tercio de su gasto energético total, lo que obliga a las hembras de algunas de estas especies a aumentar hasta cuatro veces su ingesta de alimento en los cuatro meses que comprende este período del año.

Un tercio (31%) del gasto energético total de las hembras de lobo fino se dedica a la lactancia durante la temporada de reproducción (Crédito: Renato Borrás).

“Las hembras tienen a las crías y comienzan a hacer viajes de alimentación desde la costa hasta donde habitan sus presas (kril y peces, predominantemente)” cuenta Borrás. “Ahí, consumen la mayor cantidad de alimento en el menor tiempo posible, para luego retornar a tierra y amamantan a sus cachorros. En esta especie, esos viajes duran en promedio 3 o 4 días, por lo que necesariamente tienen que modificar su conducta para poder adquirir más energía casi al mismo tiempo que la gastan. En palabras sencillas, a estos animales no les queda mucho espacio para hacer grandes modificaciones y quedarse, por ejemplo, más tiempo comiendo”.

Para conocer estas modificaciones, los investigadores compararon las conductas de forrajeo de hembras lactantes con las de hembras no lactantes en un mismo momento del año, cuando las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento son iguales para ambos grupos. En ese sentido, el autor principal del estudio advierte que, “nosotros no medimos las diferencias en el costo energético de estos viajes cuando se tiene o no se tiene una cría. Lo que evaluamos fue cómo ajustan su comportamiento en estos viajes en función a tener o no tener cría”.

Viajes más breves, descansos más cortos

Usando los más de 20 de años de monitoreo llevado a cabo por el Programa de Recursos Marinos Antárticos (AMLR) del NOAA, el cual les permitió contar con la historia de vida de cada individuo muestreado, el equipo de investigación viajó a isla Livingston durante las temporadas 2015-16 y 2016-17, para observar in situ las laboriosas jornadas de caza y alimentación de las hembras de esta especie.

“Para la captura de individuos se arma un verdadero quirófano en la playa” cuenta Borrás. “Las hembras son sacadas del harem”, los que pueden llegar a más de 27 hembras para un mismo macho, “y rápidamente anestesiadas con una máquina de anestesia portátil, lo que implica que no recordarán que fueron capturadas. Bajo anestesia, tomamos muestras e instalamos estos pequeños instrumentos, que pesan menos del 0,01% del peso del animal, para monitorear los viajes que realizan a lo largo de estos meses (de diciembre a marzo)”.

“Para la captura de individuos se arma un verdadero quirófano en la playa” cuenta Renato Borrás. Aquí, parte del equipo durante la medición de una hembra de lobo fino (Crédito: Renato Borrás).

Además, los investigadores monitorearon la llegada y la salida diaria de estos animales con radio transmisores VHF y visualmente, mediante largas caminatas por la playa. Los cachorros, así mismo, fueron marcados con pintura removible para poder evaluar cuantos de ellos sobreviven durante la temporada y cuánto crecen en función a la estrategia de cada madre.

De este modo, los científicos descubrieron que las hembras de lobo fino con cría realizaban, en promedio, viajes más estructurados a lo largo de la temporada reproductiva, traduciéndose en incursiones más breves en comparación con sus pares no lactantes, aumentando el número de viajes por temporada y maximizando las oportunidades de amamantamiento de sus cachorros.

“También” comenta Borras, “pasan poco tiempo de regreso con las crías, lo que permite, nuevamente, hacer varios cortos viajes durante la temporada en vez de pocos viajes largos. Además, modifican el tiempo que pasan buceando, lo que permite que adquieran más comida en menos tiempo”.

Los instrumentos de monitoreo instalados sobre el pelo de las lobas son imperceptibles para ellas, y son retirados al finalizar la temporada de reproducción (Crédito: Renato Borrás).

Las hembras sin crías que alimentar, en cambio, “están más relajadas. Se ven hembras que pasan harto tiempo alimentándose, otras poco tiempo o hembras que pasan mucho tiempo en la costa cuando regresan. Todo esto debido a que no tienen la restricción de retornar que implica el tener una cría. Entonces, lo que vemos aquí es un cambio en la conducta conducido por dos factores: el gasto energético implicado en la lactancia y la restricción de tener que volver rápido a la costa por la cría”, remata el investigador.

Renato Borrás, autor principal del estudio, junto a una cría de lobo fino antártico (Crédito: Renato Borrás).

Pese a estos importantes hallazgos, el trabajo en un clima hostil no estuvo exento de dificultades, las cuales no sólo se limitaban a las inclemencias del tiempo, el aislamiento de la isla y las limitaciones de acceso. “Capturar hembras sin cría que no necesariamente van a retornar era más o menos nuevo y un desafío para todos” afirma Borras, “lo que implicaba un riesgo en la recuperación posterior de los instrumentos de monitoreo. Por lo mismo, es que la cantidad de hembras sin cría analizadas en nuestro estudio es baja; porque perdimos un par de instrumentos y porque tampoco podíamos, en ese primer intento, arriesgar perder más equipo. Estoy seguro de que, en el futuro, a medida que baje el costo de estas tecnologías, tendremos mayor acceso para observar, de mejor manera, el oculto mundo en el que se alimentan estas especies”.

Así y todo, este estudio es el primero de su tipo en registrar simultáneamente los patrones de sumersión de hembras silvestres lactantes y no lactantes de otaríidos durante la temporada reproductiva, permitiendo, de forma inédita, entender cómo estos animales ajustan su comportamiento debido a la lactancia. También participaron de él los investigadores CAPES Carla Rivera, José Miguel Fariña y Francisco Bozinovic.

Texto: Comunicaciones CAPES
Fotos: Renato Borrás

Tolerancia a las temperaturas en moscas, ¿qué podemos aprender sobre la adaptación al cambio climático?

Investigación chileno-española en moscas Drosophilas busca determinar el impacto de la tolerancia térmica en la distribución, dinámica poblacional y respuestas ante el cambio climático de estos insectos, a través de un modelo analítico que incorpora el tiempo como variable junto con la temperatura.

D. melanogaster, una de las especies investigadas por Rezende y su equipo. (Créditos:  Darren Obbard)

La tolerancia térmica describe el rango de temperaturas que un organismo es capaz de soportar, es decir, cuánto calor o cuánto frío ambiental puede tolerar antes de morir. Esta característica varía considerablemente entre los organismos, dependiendo del tiempo de exposición a las temperaturas y tiene un gran impacto en sus patrones de actividad, presupuestos de tiempo y energía, distribución geográfica, fecundidad y también en su resiliencia al calentamiento global.

Durante los últimos años hemos sido testigos de múltiples eventos climáticos extremos en todo el mundo, olas de calor, inundaciones, sequías, olas de frío, tormentas, entre muchas otras manifestaciones del cambio climático que está experimentando el planeta. Estos eventos, en que aumentan o disminuyen las temperaturas en un corto período de tiempo, pueden tener efectos considerables en los organismos, incluidos animales, plantas y seres humanos.

Un estudio de un equipo de investigadores chilenos y españoles, “Thermal tolerance in Drosophila: Repercussions for distribution, community coexistence and responses to climate change”, publicado en la revista Journal of Animal Ecology, buscó determinar si la distribución geográfica y la dinámica de población de diferentes especies de Drosophila se relacionan con su variación en la tolerancia al calor en el laboratorio, empleando curvas de tiempo de muerte térmica (o TDT por sus siglas en inglés).

Para conocer en qué consiste este modelo de estudio y qué descubrieron en la investigación, conversamos con el profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica e investigador CAPES, Enrico Rezende, parte del equipo científico que realizó el estudio. Nos comenta que se utilizó el modelo TDT para estudiar especies de Drosophila porque “es una forma de caracterizar la tolerancia térmica como una probabilidad de sobrevivencia que cambia en función de la temperatura y del tiempo de exposición”. El investigador señala además que como son tres variables —temperatura, tiempo y probabilidad de sobrevivencia— la tolerancia térmica se puede ilustrar en 3D. “Llamamos a esta aproximación ‘paisajes de tolerancia’ y se utilizan para predecir cómo variaciones en la temperatura deben afectar la mortalidad en la naturaleza, y su versión simplificada para una mortalidad del 50% resulta en las TDT”.

Pero ¿Por qué es importante estudiar la tolerancia al calor en insectos ectotermos, y en Drosophilas en particular, en el contexto del cambio climático? “Por dos razones principales”, explica Rezende, “primero, porque el aumento en la temperatura y olas de calor deben impactar a todos los organismos, no solamente al humano, y por lo tanto es necesario comprender cuáles organismos y comunidades ecológicas serían más vulnerables al cambio climático. Segundo, porque diferencias en tolerancia pueden determinar diferencias en distribución geográfica y/o en abundancia en función de la temperatura”.

Tiempo, temperatura y nichos térmicos

Algunos de los experimentos llevados a cabo por Rezende y su equipo para medir tolerancia. (Créditos: Laboratorio Enrico Rezende).

La investigación se realizó en moscas adultas de cuatro especies de Drosophila: D. simulans, D. hydei, D. subobscura y D. immigrans, en la primavera-verano de 2018 y 2019 y en 11 localidades de Chile, abarcando más de 3.000 km entre Arica y Coyhaique. Estas áreas difieren drásticamente en sus perfiles térmicos, con una temperatura máxima promedio mensual diurna que oscila entre 29,2 °C en el extremo norte y 12,7 °C en la región más austral. También se utilizaron los datos de la investigación de Danko Brncic, Premio Nacional de Ciencias en 1987, que durante 8 años consecutivos compilaron estimaciones mensuales del tamaño de la población de 16 especies de Drosophila en Santiago.

Se realizaron 2700 mediciones individuales del tiempo de muerte bajo estrés térmico, y con esos datos más otros como la temperatura ambiente de la localidad de origen, se obtuvieron 40 curvas de tiempo de muerte térmica, TDT. Con estos modelos se realizaron estimaciones de la tolerancia al calor y el rango de distribución de las especies capturadas a lo largo de la línea termal.

Algunos de los hallazgos fueron que las especies D. simulans y D. hydei soportaron períodos más largos de exposición al calor que sus contrapartes más sensibles a la temperatura (D. subobscura y D. immigrans), mostrando de manera concordante un patrón de distribución más amplio a lo largo de Chile, llegando a las localidades más ecuatoriales y más al norte.

Esta información contribuye a determinar el nicho térmico de las Drosophilas, que Rezende define como “el conjunto de características térmicas que puede tolerar una especie, y limita las ventanas tanto espaciales como temporales donde estas especies pueden encontrarse”, además precisa que “cómo predecir la distribución y dinámica de distintas especies a partir de la temperatura es uno de los temas fundamentales de la biología térmica en la actualidad”.

Los resultados de la investigación proporcionan evidencia de que la adaptación térmica en especies de Drosophila juega un importante papel en su distribución y en la dinámica de poblaciones. Las variables de tiempo y temperatura son muy relevantes en la dinámica de las poblaciones de insectos, pero generalmente no se han estudiado juntas, ¿por qué? Rezende detalla que “la temperatura afecta todos los procesos biológicos que ocurren, cuyos efectos pueden acumularse en el tiempo. Por lo tanto, ambas variables son fundamentales tanto en la biología térmica en general y en estudios de tolerancia en particular. Ahora bien, la mayoría de los estudios tiende a ignorar el tiempo porque los análisis, con efectos dinámicos y acumulativos, son bastante más complejos”.   

Esta es precisamente una de las conclusiones más importante de esta investigación, “que estos modelos dinámicos predicen de forma mucho más precisa y adecuada el impacto de la temperatura ambiental, intrínsecamente variable diaria y estacionalmente, en la mortalidad de Drosophila en poblaciones naturales”, afirma el investigador.

Moscas modelo

D. subobscura, otra de las especies estudiadas (Créditos:  Darren Obbard).

La iniciativa “Mosca científica” es un proyecto interdisciplinario que busca generar material educativo y de divulgación sobre el aporte al conocimiento científico que se ha generado durante décadas gracias a Drosophila como modelo de estudio.

¿Cómo nació esta iniciativa? “Surgió originalmente para divulgar los resultados de la investigación de mi proyecto FONDECYT anterior, aprovechando la oportunidad para intentar generar contenido audiovisual de calidad en castellano, menciona Rezende, y añade que “como el proyecto se enfoca en Drosophila, partimos con un video original explicando la importancia de este modelo de estudio en la genética y biología evolutiva, que está disponible en Youtube. Estamos ahora trabajando en un segundo video, y además postulando al concurso Ciencia Pública para obtener financiación adicional para varios videos más”. 

Las moscas del género Drosophila son conocidas como ‘mosca de la fruta’ o ‘mosca del vinagre’, aunque la gran mayoría de las especies no impactan los cultivos (una importante excepción es D. suzukii, que hoy es una plaga a nivel mundial). Drosophila se ha convertido en modelo para diversas investigaciones científicas en Chile y el mundo, entre otras razones debido a que los seres humanos y este insecto comparten cerca del 75% de genes, además son prácticas, económicas y fáciles de criar, con un ciclo de vida de 15 días en promedio, por lo que se pueden estudiar varias generaciones de moscas en poco tiempo. En resumen, una aliada formidable para la investigación científica.

Para conocer más datos sobre esta increíble mosca, pueden seguir a “Mosca científica” en sus redes sociales en Instagram (@moscacientífica) y Facebook.

Texto: Comunicaciones CAPES

Doctor Honoris Causa UACh Dr. Francisco Bozinovic: “Sin inversión real y significativa en ciencia jamás saldremos del subdesarrollo”

El galardonado biólogo y destacado investigador de CAPES es Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020 Dr. Francisco Bozinovic y su nominación para el premio UACh fue impulsada por académicos de la Facultad de Ciencias.

Dr. Francisco Bozinovic ©UACh

La Universidad Austral de Chile entregó el grado de Dr. Honoris Causa al destacado biólogo, investigador y Premio Nacional de Ciencias Naturales (2020), Dr. Francisco Bozinovic Kuscevic. La solemne ceremonia se realizó el viernes 13 de mayo en el Salón Jorge Millas (Campus Isla Teja, Valdivia). (Vea galería de imágenes y transmisión en Youtube UACh).

La nominación de Francisco Bozinovic a Dr. Honoris Causa UACh se planteó formalmente en marzo de 2019 al Consejo de la Facultad de Ciencias y fue apoyada con cartas de recomendación de los investigadores Sergio Estay, Guillermo D’Elia, Juan Opazo, Leyla Cárdenas (actual Decana), Leonardo Bacigalupe, Mauricio Soto, Pablo Sáenz, Marie Laure Guillemin, todos del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas. Posterior a la propuesta, el Consejo Académico ratificó la recomendación, sin embargo la ceremonia quedó pendiente debido al contexto de la pandemia. Unos meses después, Bozinovic recibió el premio Nacional de Ciencias Naturales 2020.

El grado de Doctor Honoris Causa es la más alta distinción académica que otorga la Universidad Austral de Chile y tiene por objeto expresar el reconocimiento de la Institución a personalidades externas que hayan contribuido extraordinariamente al avance del conocimiento en el campo de las ciencias o de las humanidades, al desarrollo de las artes y las letras o, en general, a la promoción ejemplarizadora de altos valores éticos y sociales.

El Dr. Bozinovic junto al rector de la U. Austral, Rector Dr. Hans Richter (tercero de izquierda a derecha), el investigador CAPES y académico de la UACh, Dr. Roberto Nespolo (cuarto de izq. a der.) y la decana de Ciencias de la UACh, Dra. Leyla Cárdenas (quinta de izq. a der.) ©UACh

Solemne ceremonia

La ceremonia comenzó con el ingreso al salón por parte del Rector Dr. Hans Richter, la Decana de la Facultad de Ciencias Dra. Leyla Cárdenas, el galardonado Dr. Francisco Bozinovic y el padrino de su nominación Dr. Roberto Nespolo, mientras el Coro Universitario entonaba el Gaudeamus Igitur y luego el Himno de la Universidad Austral de Chile.

El Laudatio –o defensa de méritos- estuvo a cargo del Dr. Roberto Néspolo R., Profesor Titular, académico del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas Facultad de Ciencias UACh, quien destacó que “se puede concluir que el avance científico realizado por el profesor Bozinovic refleja el desarrollo de un producto local, hecho en y desde Chile. Se trata de ciencia de frontera que posiciona a nuestro país en el mapa mundial de la ciencia y la tecnología”.

“El Dr. Bozinovic pudo haber desarrollado una carrera exitosa en centros y universidades en el extranjero. Sin embargo escogió desarrollar su quehacer en el país, formando una escuela y nuevos científicos. Actualmente la escuela de pensamiento de Francisco es un área activa de investigación que ha ganado importancia en la era del cambio global”, añadió el Dr. Nespolo.

A continuación, se procedió a la lectura del decreto de Rectoría que otorga máxima distinción académica por parte del Secretario General, Sr. Jorge Manzano. Entre los aspectos mencionados se encuentra “su importante aporte a la biología evolutiva y fisiología ecológica, especialmente en mamíferos y marsupiales como el fósil viviente Monito del Monte”; y “el alto compromiso en servicio social a la comunidad, gestionando y liderando la creación del centro multidisciplinario UC Síndrome de Down”.

El rector Richter condecorando al Dr. Bozinovic ©UACh

El valor de la ciencia

El Rector Dr. Hans Richter y la Decana Dra. Leyla Cárdenas invistieron al Dr. Francisco Bozinovic Kuscevic con toga, birrete, anillo y guantes blancos. La toga y el birrete laureado representan el símbolo de sus estudios y merecimientos. El anillo es un emblema del privilegio de firmar y sellar los dictámenes, consultas y censuras de su ciencia y profesión. En tanto los guantes blancos son símbolos de la pureza que deben conservar sus manos, signos también de la distinción de su categoría.

La máxima autoridad UACh dio la bienvenida al doctorante, señalando que “es un gran honor para mí admitirlo e incorporarlo al claustro de doctores de esta Universidad con todos los honores y privilegios que corresponden a esta investidura”.

El Dr. Francisco Bozinovic manifestó que “si bien este premio reconoce la obra de un individuo, sepan que también reconoce a un grupo de mujeres y hombres que han hecho de la ciencia su vida y que son parte de esta aventura. Gente que dignifica la generación de conocimiento para quienes la fuerza de las ideas, el trabajo bien hecho y la democracia en el saber es fundamental. Para mi alegría personal, del país y regional, muchos de ellos son destacados académicos de esta prestigiosa Universidad Austral de Chile, muchos de los cuales están aquí presentes. Con todos ellos quiero compartir este reconocimiento”.

En otro momento, el Dr. Bozinovic planteó que “la ciencia desempeña una diversidad de roles que benefician a nuestra sociedad. En efecto, pienso que sin ciencia no hay crecimiento, no hay avances tecnológicos, no hay desarrollo en educación y la humanidad se estanca y hasta retrocede. La ciencia, aparte de ser casi un vicio de quienes la practicamos, debiese redundar en bienestar, y sin temor por ser repetitivo, estoy convencido de que sin inversión real y significativa en ciencia, y sobre todo en una formación de calidad en los niños y niñas, jamás, jamás saldremos del subdesarrollo”.

Francisco junto a su familia ©UACh

Destacada trayectoria

En la misiva de nominación, el académico UACh da cuenta del nutrido currículum del puntarenense nacido en 1959, quien es Licenciado en Biología (1983) y Doctor en Ciencias de la Universidad de Chile (1988).

Comenzó su carrera como profesor asistente en la U. De Chile, a la temprana edad de 25 años y finalizó su doctorado a los 29. Para entonces ya había consolidado varias líneas de investigación en fisiología comparada, ecología y evolución, las cuales fueron reforzadas por una estadía posdoctoral en el Carnegie Museum of Natural History (Pittsburgh, USA). Al día de hoy (2019), Francisco ha formado 9 Masters, 29 Doctores y dirigido a 17 postdoctorantes; ha publicado más de 300 artículos científicos, dos libros y numerosos trabajos de difusión. Ha sido asesor en decenas de instancias nacionales e internacionales sobre ciencia, medio ambiente y sociedad. Es y ha sido editor asociado de revistas científicas tan prestigiosas como Functional Ecology, Comparative Biochemistry and Physiology y Biology Letters; fue Presidente de la Sociedad de Ecología de Chile y compuso en numerosas ocasiones los comités de evaluación de colegas tanto en su Universidad como en otras.

En torno al ámbito científico, el distinguido ha creado y liderado una escuela de pensamiento en el área de la biología animal integrativa y experimental, buscando explicar las complejas interrelaciones entre la función de los organismos vivos y su ambiente físico, químico y biótico. En este contexto su línea de trabajo es pionera al abarcar diversas formas de investigación interdisciplinaria en biodiversidad. Debido a que el Dr. Bozinovic está interesado en problemas generales más que en organismos específicos, el laboratorio liderado por él concentra sus esfuerzos en la integración de los distintos niveles de organización biológica, creando puentes desde el nivel molecular al geográfico, y en numerosas ramas del árbol de la vida. En los últimos años el Dr. Bozinovic también se ha orientado a la investigación de la biodiversidad fisiológica y del impacto concreto del cambio global sobre el estado fisiológico normal y patológico (estrés) de organismos endémicos, organismos de valor comercial e insectos plaga. Su objetivo final es intentar mejorar la capacidad de predicción de las respuestas funcionales a las variaciones ambientales de origen natural y antrópico, tales como el clima, las enfermedades emergentes y la pérdida de hábitat.

Entre muchos otros reconocimientos, actualmente el Dr. Francisco Bozinovic Kuscevic ejerce como Profesor Titular de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Subdirector del Centro de Financiamiento Basal Center of Applied Ecology and Sustainability (CAPES) e Investigador Senior del Núcleo Milenio “Límite de la vida Patagónica: restricciones ambientales en genética y ecofisiología”, o LiLi, acrónimo por su nombre en inglés “Millenium Nucleus of Patagonian Limit-of-Life”, donde la UACh es institución asociada, cuyo Director es el académico de la Facultad de Ciencias, Dr. Roberto Nespolo (ICAEV).

Dr. Francisco Bozinovic durante su discurso de agradecimiento ©UACh

Texto gentileza de: Comunicaciones Universidad Austral de Chile

¿Qué sucede con las aves y las lagartijas cuando se quema un bosque?

El cambio climático y la megasequía que afecta hace más de una década a la zona centro-sur del país, han provocado que cada verano los incendios forestales aumenten en cantidad e intensidad. Un equipo de investigadores de Chile, Estados Unidos y Canadá, estudió las respuestas de aves y lagartijas a los cambios estructurales en la vegetación de los bosques quemados, en varias áreas protegidas del Estado del sur de Chile.

Potentes tormentas, devastadoras inundaciones o extensos incendios, son algunas de las perturbaciones del clima que hemos visto o vivido los últimos años en todo el planeta. El cambio climático ya no es una situación que pueda ser negada y sus efectos se hacen presentes en todos los rincones. 

La megasequía lleva más de una década sobre Chile central, una de sus consecuencias es que en verano han aumentado la cantidad e intensidad de los incendios forestales entre las regiones de Coquimbo y Los Ríos, donde sólo durante los mega incendios de 2017 se quemaron más de 500.000 hectáreas. 

Esta realidad impulsa a hombres y mujeres de ciencia a estudiar los efectos de los incendios sobre los distintos ecosistemas, su flora, fauna y las comunidades. Entre ellos está Tomás Ibarra, investigador en CAPES, CIIR, Cedel y académico en el Campus Villarrica y de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC, quien en conjunto con otros investigadores de la UC y de las Universidades de Columbia en Estados Unidos y British Columbia en Canadá, publicaron dos artículos sobre las respuestas de aves y lagartijas a los bosques quemados en el sur de Chile. 

Las investigaciones analizaron los regímenes de incendios, que en palabras de Ibarra, “se refieren al intervalo de tiempo, la frecuencia, la extensión y la intensidad de los incendios. Ellos generan cambios estructurales en la vegetación y, por lo tanto, dan forma a la composición de las comunidades de fauna de los bosques”.

Incendios en bosques templados

Ambos estudios se realizaron en la región de La Araucanía, en la Reserva de la Biosfera Araucarias (ABR) en la cordillera de Los Andes, en áreas adyacentes a la Reserva Nacional China Muerta, que sufrió un incendio en 2015 (bosque en recuperación a corto plazo y moderadamente perturbado), la Reserva Nacional Malleco, quemada en 2002 (bosque en recuperación a largo plazo) y el Parque Nacional Tolhuaca que sufrió 2 incendios en 2002 y en 2015 (bosque muy perturbado y con una recuperación relativamente corta), también se analizó un área no quemada, que no ha sufrido disturbios en las últimas décadas, como control.

La zona posee un clima templado con una estación seca corta entre enero y marzo y una precipitación media anual de 1945 mm. Estos bosques están dominados por Araucaria araucana y especies del género Nothofagus, como lengas y coigües, además de plantas del género Chusquea spp., como quilas y coligües, en el sotobosque

En cuanto a las características y composición de los bosques estudiados, el sitio que se quemó una vez en 2015 mostró la densidad más alta de árboles muertos en pie, mientras que el sitio que se quemó dos veces mostró la densidad más baja de árboles vivos, un diámetro promedio más bajo a la altura del pecho de los árboles y un menor volumen de desechos leñosos gruesos, estos últimos son importantes porque son utilizados por los animales como refugio, lugares para hacer sus madrigueras, sustrato de forrajeo y termorregulación para las lagartijas. El bosque quemado el 2002 presentó abundantes desechos leñosos gruesos, sotobosque y rebrote de dosel.

Comunidades de aves

“Fire regimes shape biodiversity: responses of avian guilds to burned forests in Andean temperate ecosystems of southern Chile”, publicado en la revista Avian Conservation & Ecology, estudió la diversidad de gremios de aves en respuesta a los cambios en distintos tipos de bosques perturbados por incendios, estimando la riqueza y densidad de las aves y caracterizando los hábitats de estos bosques quemados.

Un gremio funcional, según indica el investigador Tomás Ibarra, es “un grupo de especies que explotan la misma clase de recursos ambientales de manera similar. Por ello es posible agrupar a las especies en gremios funcionales”.

“En nuestro caso, los gremios analizados estuvieron relacionados con el uso de los recursos relevantes para la función del ecosistema”, continúa el investigador, “es decir, la cantidad, el tipo y la temporalidad del recurso utilizado y las estrategias de cada especie para obtener los recursos. Entre los gremios estudiados estuvieron los gremios de uso de hábitat (reproductivo), de tipo de alimentación, de sustrato de alimentación y de estatus migratorio”.

Para el estudio, se registraron 35 especies de aves, entre las que podemos mencionar al carpintero magallánico, el chucao, el rayadito o el hued hued. “En general”, explica Ibarra, “encontramos que la densidad de la mayoría de los gremios de aves disminuyó en los sitios quemados, pero los granívoros, los que prefieren habitar en zonas arbustivas y las migratorias mostraron respuestas positivas”. 

“Las aves que habitan el sotobosque y el follaje de los árboles y las especies residentes mostraron respuestas negativas a los sitios quemados. Estas respuestas estuvieron fuertemente relacionadas con los cambios provocados por el fuego en los atributos del hábitat (densidad de árboles, cobertura de sotobosque, presencia de restos leñosos en descomposición en el suelo, etc)”.

La desconocida respuesta de las lagartijas 

Altered fire regimes modify lizard communities in globally endangered Araucaria forests of the southern Andes, fue publicado en la revista Scientific Reports, analizando los efectos de los incendios forestales en la densidad y riqueza de las comunidades de lagartijas en los bosques templados del sur de Los Andes, considerando la frecuencia de los incendios y el tiempo transcurrido desde el último incendio. 

Las lagartijas son de los vertebrados menos estudiados en su ecología y estado poblacional en Chile, muchas especies son endémicas, están en un estado de conservación deficiente o subestimados, su respuesta a los incendios forestales es prácticamente desconocida pero se ha observado que son muy sensibles a las modificaciones de su hábitat. Algunas de las especies registradas fueron la lagartija esbelta, lagartija lemniscata o café, lagartija de la Araucanía y la lagartija anaranjada.

En este estudio se descubrió que la densidad y riqueza de las lagartijas se ven afectadas por la frecuencia de los incendios forestales y el tiempo de recuperación, mediado por la modificación de la estructura del hábitat, como por ejemplo la presencia de desechos leñosos gruesos, que les provee de refugio, lugares de madriguera, sustrato de forrajeo y termorregulación.  «Al igual que para el caso de las aves, hay ciertas especies que se ven afectadas (las más vulnerables a los cambios en sus hábitats) mientras otras se ven favorecidas», indicó Tomás Ibarra.

La comunidad de lagartijas varió desde una especie arbórea dominante, la lagartija anaranjada (Liolaemus pictus) abundante en rodales no quemados y recuperados durante mucho tiempo, hasta una combinación de especies terrestres, las lagartijas lemniscata o café y la lagartija de la Araucanía (Liolaemus lemniscatus y Liolaemus araucaniensis) más numerosas en áreas afectadas por dos incendios. La lagartija esbelta (Liolaemus tenuis), fue más abundante en los bosques recuperados a corto plazo.

La corteza gruesa de las araucarias les permite resistir daños severos por fuego, mientras que las especies coexistentes, lenga y coigüe, son muy sensibles al fuego. La persistencia de los bosques de araucarias después de los incendios es importante para la resiliencia de las comunidades animales que dependen de sustratos derivados de árboles, en particular de los desechos leñosos gruesos, que se ha encontrado que es esencial para la recuperación de las poblaciones de reptiles forestales. Pero actualmente, la subsistencia de estos bosques maduros y la biodiversidad asociada a ellos, puede verse amenazada por la tendencia actual al alza en la frecuencia de los incendios.

Los bosques templados del sur de Chile, con sus araucarias, lengas, coigües, quilas y coligües, son el hábitat de una gran diversidad de especies, muchas de ellas endémicas, de aves y lagartijas, por lo que la protección y conservación de estos bosques, y en especial de las araucarias, son claves para su supervivencia.

Texto: Equipo Comunicaciones CAPES UC y CEDEL UC


LiLi, el nuevo Núcleo milenio sobre ecosistemas de bosques patagónicos

Millenium Nucleus of Patagonian Limit-of-Life, LiLi”, es el nombre del recién adjudicado Núcleo milenio que se dedicará al estudio de los bosques patagónicos de alta montaña en Los Andes australes. La iniciativa será liderada por Roberto Nespolo, académico de la Universidad Austral de Chile e investigador en los centros CAPES e iBio.

Los bosques de la Patagonia son un refugio mundial para el calentamiento global. Según estudios científicos, la Patagonia será la zona terrestre menos afectada por el calentamiento en América del Sur debido a que es un bioma frío, reserva de agua y de biodiversidad en esta parte del planeta.

Esta premisa llevó a Roberto Nespolo, académico en el Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas, de la Universidad Austral de Chile, investigador en CAPES y en iBio, a postular y adjudicarse el “Núcleo milenio sobre el límite de la vida Patagónica: restricciones ambientales en genética y ecofisiología”, o LiLi, acrónimo por su nombre en inglés “Millenium Nucleus of Patagonian Limit-of-Life”.

Este es uno de los 8 proyectos adjudicados en el concurso “Núcleos Milenios en Ciencias Naturales y Exactas y en Ciencias Sociales 2021” de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, que busca promover la creación y desarrollo de centros de excelencia para la investigación científica y tecnológica de frontera en el país, el fortalecimiento de las capacidades científicas y tecnológicas de alto nivel y la difusión y transferencia del conocimiento a los sectores productivos. En esta iniciativa en particular, participan además de la Universidad Austral de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Talca y la Universidad de Santiago de Chile.

Desde el concepto a su materialización

¿Cómo surgió la idea de desarrollar este nuevo Núcleo Milenio? “Hace varios años que con mi colega Francisco Cubillos (USACH), nos habíamos dado cuenta de que los ecosistemas de bosques patagónicos albergan una riqueza natural única en el mundo”, señala Nespolo, “primero al descubrir la gran variedad de levaduras nativas que se extraen de los Nothofagus de altura (lengas, coihues, ñirres) y después con la investigación sobre el monito del monte, cuya hibernación está estrechamente ligada al ciclo del bosque”.

Ambas investigaciones inspiraron a Nespolo y Cubillos a volcar estas ideas en un proyecto multidisciplinario, “pero nos faltaban los especialistas en ecofisiología vegetal de los Nothofagus, y en modelamiento de nicho ecológico”, recuerda Nespolo, fue así que “contactamos a Frida Piper (UTalca), ecofisióloga vegetal y especialista en bosques alpinos, quien enganchó de inmediato con la idea. Frida nos habló de lo clave que son las reservas de carbono para la resistencia al estrés en árboles en general y que en Nothofagus explicarían la capacidad de la especie de formar el límite arbóreo o “treeline”, que es el límite altitudinal superior de distribución arbórea (revisa la foto). Curiosamente, en cualquier parte del mundo el treeline ocurre a la elevación donde la temperatura media de la estación de crecimiento es 6.7ºC, por lo que este ecotono es un modelo ideal para estudiar la respuesta de los ecosistemas de bosque de alta montaña, frente al cambio climático”.

“Tree-line”, límite altitudinal superior de distribución arbórea, en este caso, de un bosque de lengas (© Roberto Nespolo).

Posteriormente, se conectaron con Juliana Vianna (PUC), especialista en predecir la sobreviviencia de las especies frente al calentamiento global, usando modelamiento de nicho ecológico. El ecofisiólogo UACh cuenta que “ella nos explicó que se pueden generar mapas futuros de distribución de especies clave del ecosistema alpino, a partir de información genética actual. Iniciamos entonces una agenda de reuniones semanales durante las cuales intercambiamos resultados, discutimos distintas maneras de abordar la investigación y terminamos concretando una hipótesis y un plan de trabajo. Como guías en nuestro trabajo, contactamos a nuestros mentores y amigos Francisco Bozinovic (Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020 y Subdirector CAPES) y Juan Armesto (miembro de la Academia de Ciencias de USA), quienes accedieron a participar de LiLi como investigadores senior. Así, cuando se abrió el concurso núcleos, el proyecto estaba armado”.

¿Por qué es importante estudiar la biodiversidad de la Patagonia?

“Por diversas razones”, comienza a explicar Roberto Nespolo, “primero, la Patagonia es la masa de tierra que alberga mayor cantidad de glaciares en el hemisferio sur, después de la Antártica. Esto la hace de suma importancia en estos tiempos de crisis ambiental y calentamiento. Segundo, existen muy pocos centros o grupos organizados de científicos de las ciencias biológicas instalados en la Patagonia para conocer el funcionamiento de esos ecosistemas, y no existe en Chile ningún centro específicamente enfocado en el estudio de los ecosistemas de bosque de alta montaña. Esto es bastante paradójico y urgente de atender, dado el alto grado de endemismo que caracteriza esos ecosistemas y su extensión a lo largo del país”.

“Tercero”, continúa Nespolo, la biota (que contempla flora, fauna y microorganismos) Patagónica es un remanente “Gondwanico”, y junto a la Antártica y sus fósiles, se une con Australia, Nueva Zelandia y sur de Asia en su similitud florística y faunística. Entonces, los bosques Patagónicos son en cierta medida una ventana hacia el pasado. Sin embargo, los ecosistemas de bosque de alta montaña en la cordillera de los Andes se distinguen de los del resto del mundo por la dominancia de una especie de angiosperma caducifolia, la lenga, cuyo metabolismo contrasta con el de coníferas siempreverdes, dominantes en los bosques de altura del hemisferio norte.

Treeline: El límite de la vida en la Patagonia

La premisa que guía al Núcleo LiLi es que la adaptación al frío en los bosques de ecosistemas de gran altitud de los Andes meridionales, depende del almacenamiento de carbono de los árboles Nothofagus. “Tenemos la hipótesis de que en el treeline, el ecosistema depende de la capacidad de almacenamiento de energía de las lengas, que pierden las hojas en invierno y se reactivan en primavera», indica el ecofisiólogo. “Esto implica que otros organismos también sean dependientes del ciclo de energía de esta leñosa. Si este ciclo se altera por efectos del calentamiento global, es posible que gran parte de la biodiversidad del bosque también se vea afectada. Por ejemplo, existen especies de levaduras nativas que proliferan en la corteza interna de la lenga, que es muy rica en reservas de carbono. También sabemos que los monitos del monte se alimentan de los frutos e insectos que aparecen en primavera una vez que el bosque ha reactivado su crecimiento”.

Entre los principales impulsores que impactan en la estabilidad en estos bosques está en primer lugar el incremento en temperatura, “que muy probablemente hará que el treeline se ubique cada vez más arriba, siempre y cuando la humedad lo permita”, según lo que especifica Roberto Nespolo, “pero también la desertificación en verano, que se está extendiendo cada vez más, matando árboles maduros y dejando el sustrato desnudo, lo cual incrementa el riesgo de derrumbes o inundaciones. Los bosques patagónicos también están bastante afectados por el cambio en el uso de la tierra y el corte de madera para leña o plantaciones. El uso de leña en el sur de Chile es todavía muy masivo, y no se ha logrado cambiar esta cultura por métodos menos contaminantes y más eficientes de calefacción. Así, la destrucción del hábitat es una amenaza constante sobre los bosques templado-lluviosos del sur”.

Nespolo señala que a corto plazo se espera establecer la sincronía que existe entre estos componentes del ecosistema, los monitos del monte y las levaduras, estacionalmente y a distintas latitudes y altitudes. En el mediano plazo, se generarán mapas predictivos de las poblaciones de estos organismos frente a distintos escenarios de cambio climático. Como un objetivo a largo plazo, los investigadores esperan generar un Instituto Milenio que se asocie con otros centros de este tipo, de estudios patagónicos y subantárticos. Además, potenciarán los spin-off que han nacido de las investigaciones anteriores: las cervezas artesanales elaboradas con levaduras nativas, y aportarán con ciencia ciudadana en conservación de bosques y poblaciones de monito del monte.

Equipo de trabajo

Participan impulsando el Millenium Nucleus of Patagonian Limit-of-Life, LiLi, Frida Piper, de la Universidad de Talca, como directora alterna, ecofisióloga vegetal y especialista en ecología funcional de leñosas, quien cuenta con una amplia trayectoria en el estudio de especies del género Nothofagus. Francisco Cubillos, de la USACH, especialista en genética y microbiología, que trabaja en levaduras nativas con aplicaciones cerveceras y participa como investigador principal; y en el mismo rol, Juliana Vianna, de la PUC, genetista ecológica y evolutiva especializada en modelamiento de nicho en aves y mamíferos. Finalmente, Roberto Nespolo menciona que “yo participo como director del núcleo, y me especializo en ecofisiología animal con particular énfasis en estudios de hibernación con el marsupial endémico monito del monte”.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos imágenes: Roberto Nespolo