El grito silenciado de la palma chilena: La urgencia de endurecer y mejorar políticas para una conservación efectiva

Los continuos incendios que afectan a la Región de Valparaíso cada verano ponen en grave riesgo a la palma chilena, una de las pocas palmeras extratropicales en el mundo. Frente a esta amenaza, el investigador CAPES Juan Ovalle, junto a la científica Rosa Scherson, ambos académicos de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, hacen un llamado urgente para implementar medidas que garanticen la preservación y conservación de esta especie y su hábitat. Una de ellas, abogan en esta columna de opinión, es la declaración de la palma chilena como un “Patrimonio Natural”.

«En las últimas décadas, la palma chilena ha seguido disminuyendo en número y área. Se estima que las 120.000 palmas que existen en la actualidad representan aproximadamente el 2,5% de la abundancia de principios del siglo XIX», advierten en esta columna de opinión la profesora Rosa Scherson y el profesor Juan Ovalle.

El megaincendio de Viña del Mar-Quilpué del mes de febrero del 2024 dejo en evidencia la falta de planificación y diseño urbano en una interfaz urbano-forestal (bosque nativo y plantaciones exóticas) altamente poblada. En el epicentro del área afectada se encontraba la tercera población más grande de palma chilena (Jubaea chilensis, Arecaceae) a nivel nacional (sector El Salto y Rodelillo), con 6.061 individuos adultos. En febrero de 2022, otro incendio de gran magnitud devastó el 27% del palmar, principalmente individuos de más de 500 años.

La palma chilena, una de las pocas palmeras extratropicales en el mundo, es una especie monoespecífica endémica de ecosistemas con clima mediterráneo en Chile central y es considerada un paleorelicto de los bosques subtropicales del periodo terciario. La palma chilena ha sido históricamente explotada para la obtención de savia para producir un jarabe muy apreciado y de interés comercial (“miel de palma”). A diferencia de palmas de otras latitudes, cuya savia se puede extraer sin sacrificar el individuo completo, la palma chilena fue talada intensamente para este propósito desde la época colonial hasta mediados del siglo XX, cuando finalmente se promulgó la ley que prohibió la tala. En las últimas décadas, la palma chilena ha seguido disminuyendo en número y área. Se estima que las 120.000 palmas que existen en la actualidad representan aproximadamente el 2,5% de la abundancia de principios del siglo XIX. El rápido retroceso de su hábitat se debe no solo a la sobreexplotación de los frutos (“coquitos”) y depredación de roedores exóticos (Rattus rattus) y nativos (Octodon spp.), sino que también al cambio de uso del suelo y los incendios forestales, en la ya casi inexistente y difusa frontera entre lo urbano (campamentos) y lo silvestre (palmares).

Considerando que esta especie icónica de Chile central está al borde del colapso, enfrentando amenazas persistentes incluso dentro de jardines botánicos y reservas (de hecho, el último incendio en Viña del Mar también destruyó el 90% del Jardín Botánico Nacional, que albergaba una importante población de palma chilena), hacemos un llamado a los organismos competentes del estado para avanzar de forma urgente en la implementación de medidas que garanticen la preservación y conservación de esta especie y su hábitat. Una de las medidas que podrían tener efectividad a corto plazo es la aprobación del proyecto de ley propuesto en 2021 que declara a la palma chilena como un «Patrimonio Natural»; así como también, elevar el estado de clasificación de la especie de «En Peligro» (DS16/2020 MMA) a «En Peligro Crítico», y realizar una reevaluación de la Lista Roja de la UICN debido a la subestimación de las amenazas y el riesgo de extinción. 

El reconocimiento legal de la palma chilena como patrimonio natural permitiría avanzar en la implementación de políticas sancionatorias por quema intencional de áreas contiguas a palmares y mayor regulación y exigencias en la certificación para la extracción de frutos con fines comerciales. Como académicos y académicas de una facultad que tiene como uno de sus ejes centrales la conservación de la naturaleza, hacemos un llamado urgente a fortalecer las políticas de conservación de la palma chilena y la restauración de su hábitat para garantizar el acceso al patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras.

Autores:
Rosa Scherson, académica y Directora de Extensión, Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación e la Naturaleza de la U. de Chile
Juan Ovalle, académico del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile e investigador CAPES

Fotografías:
Diego Soto – Francisca Scopesi

Fuente:
Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación e la Naturaleza de la U. de Chile

Ante incendios y megasequía: Comunidad científica llama a fortalecer la protección de ecosistemas de Chile central

Declaran urgente aumentar la protección legal del bosque nativo y particularmente, de la palma chilena, declarándola “Monumento Nacional”. Esta especie podría desaparecer durante el presente siglo, según advierten.

Palmar «El Salto» (Crédito: Patricio Novoa Quezada, Fickr)

Tras el megaincendio ocurrido en el Santuario de la Naturaleza “Palmar El Salto” y el Parque Kan-Kan de Viña del Mar, con un saldo de 125 hectáreas afectadas, 5 mil viviendas destruidas y 1700 palmas chilenas arrasadas por las llamas, científicas y científicos realizaron un llamado a fortalecer la institucionalidad ambiental de Chile para la protección del bosque esclerófilo y la palma chilena  frente a un escenario adverso para su conservación.

Este emplazamiento estuvo liderado por las y los integrantes de la “Iniciativa Intercentros Bosque Esclerófilo y Cambio Global”, pertenecientes al Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES). Este grupo de investigadores inició un trabajo conjunto a fines del 2019, con el fin de estudiar a este bosque de Chile central -en el que habitan especies como el boldo, quillay, peumo, litre y espinillo- y buscar herramientas conjuntas para promover su conservación, desde una perspectiva socioecológica.

“El lamentable incendio ocurrido recientemente en Viña del Mar, nos preocupa enormemente. Chile central es la zona con más habitantes del país y sus ecosistemas son uno de los más vulnerables y amenazados del país y el mundo. En ese contexto, la fuerte disminución de las precipitaciones junto con el aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor y el uso irregular de áreas naturales con importancia para la conservación biológica (palmares y bosque esclerófilo) han generado un alto nivel de vulnerabilidad a este singular ecosistema. La condición de alto estrés disminuye la capacidad de recuperación del bosque frente a eventos de perturbación como los incendios forestales”, explica Cristián Delpiano, investigador del IEB e integrante de la Iniciativa Intercentros.

“Las especies del bosque esclerófilo están adaptadas a periodos secos, pero la actual megasequía ha presionado los umbrales de tolerancia a la sequía, generando un pardeamiento generalizado de las copas de los árboles en miles de hectáreas de bosque entre la región de Valparaíso a O’Higgins. A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y generando incendios de grandes dimensiones”, señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera.

En el contexto del último megaincendio en Viña del Mar, donde se quemaron cientos de palmas chilenas centenarias las y los integrantes de esta agrupación declaran la urgencia de aumentar el nivel de protección legal para esta especie y para el bosque esclerófilo en su conjunto. El llamado de urgencia radica en que bajo el actual contexto de rápidos cambios globales los bosques de palma chilena podrían extinguirse dentro del presente siglo. Por otro lado,  este tipo de ecosistemas tienen un bajo (y casi nulo) potencial de recuperación bajo el actual escenario de crisis climática, generando una alta incertidumbre en los resultados de restauración post-incendio. La dificultad para recuperar estos ecosistemas radica en las características reproductivas y ecológicas de la palma, pero además por la alta presión antrópica sobre sus frutos y el impacto de especies invasoras.

(Crédito: Claudio Alvarado Solari, Flick)

Junto al impacto de los incendios forestales sobre la flora y fauna, el aumento en su frecuencia e intensidad también afecta fuertemente a los suelos, especialmente su capacidad de almacenar agua y carbono, y su rol como hábitat de millones de especies. Los incendios además pueden acelerar indirectamente procesos erosivos al perderse la cubierta vegetal que los protege de la lluvia, por lo cual es fundamental recuperar la cobertura natural del suelo, dentro de las prácticas de restauración de bosques incendiados. “Cubrir el suelo, por ejemplo, con mantillos naturales o enmiendas orgánicas que se pueden obtener de la misma zona afectada, mejora su contenido de materia orgánica y capacidad de retener agua, lo que es fundamental para sostener la re-vegetación de las zonas afectadas”, declara Claudia Rojas, académica de la Universidad de O’Higgins, investigadora CAPES y miembro de la Iniciativa. Sin embargo, “la prevención de incendios es prioritaria, ya que el proceso de recuperación de un ecosistema de tipo Mediterráneo es lento. Por ejemplo, la biodiversidad y actividad biológica del suelo del bosque esclerofilo afectado por los incendios de 2017 hasta la actualidad muestra huellas de la ocurrencia de estos eventos, a pesar de que la vegetación se ha ido recuperando en estos años, el ecosistema de bosque en su conjunto aún no lo ha hecho”, culmina la doctora Rojas.

Recomendaciones y ejes de acción

Las y los integrantes de esta iniciativa declaran que para efectuar las acciones correctas, la sociedad debe asumir que Chile central y sus ecosistemas están muy vulnerables producto de la megasequía. Y que en vista de la crítica situación, es urgente avanzar en una estrategia que aborde las causas del problema, y dé la oportunidad de conservar y recuperar el bosque esclerófilo y palma chilena mediante cinco ejes de acción.

  1. Focalizar la asignación de presupuesto en áreas protegidas administradas por CONAF, para fortalecer los protocolos y planes de prevención de incendios forestales en áreas con alto valor ecológico (refugios biológicos ante incendios).
  2. Avanzar en el proceso legislativo para declarar a la especie Jubea chilensis (palma chilena) en la categoría de “Monumento Natural”. Esta categoría permite que CONAF controle y otorgue de forma restrictiva los permisos de explotación de individuos vivos, la habilitación de terrenos donde se encuentren palmas chilenas y la aprobación de Planes de Manejo Forestal sólo para objetivos de conservación.
  3. Avanzar en la preparación de la ficha técnica para modificar la clasificación actual de Jubaea chilensis de “En peligro” a “En peligro crítico”. La ficha debe ser presentada al Comité de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) para su consideración en el próximo proceso de clasificación de especies (N°20/2023).
  4. Crear nuevas áreas protegidas privadas y del Estado (SNASPE) para incrementar la representatividad de ecosistemas cuyas especies se encuentran categorizadas como vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. En el caso de la superficie de bosques de palma chilena, la propuesta apunta a incrementar su área de protección de un 60% (actual) a un 100% (15.085 ha, según el último Catastro de Bosque Nativo, CONAF).
  5. Promulgar el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y el Servicio Nacional Forestal (SENAFOR), que permite modernizar la institucionalidad ambiental y ejecutar las regulaciones e instrumentos necesarios para conservar la biodiversidad.

Texto: Comunicaciones IEB