Investigadores CAPES participan en Encuentro de la EfD en Bogotá

Felipe Vásquez, Marcela Jaime, Roberto Ponce y Francisco Fernández, investigadores de la línea 7 de CAPES sobre servicios ecosistémicos y comportamiento humano, participaron el pasado 22 de noviembre de la 13va Reunión Anual de la EfD, una iniciativa global que agrupa a distintos centros de investigación dedicados a la economía ambiental a lo largo y ancho del mundo. El evento de este año se realizó en la ciudad de Bogotá, Colombia.

El evento de este año tuvo, entre sus temas principales, la tarificación de carbono, la transición energética, los servicios ecosistémicos, la gestión de bosques y el enfoque de género.

Durante las cuatro jornadas del encuentro, nuestros investigadores presentaron una serie de trabajos y artículos relacionados con la valoración económica de servicios ecosistémicos en contextos de políticas y estrategias de manejo de recursos naturales y desarrollo sustentable al interior de comunidades locales, así como el impacto de estrategias de intervención en el comportamiento ambiental de algunos de estos grupos (ver lista más abajo).

“La recepción al evento fue buena; se discutieron una variedad de temas que son muy aplicables a la situación actual de Chile, como, por ejemplo, la aceptabilidad de ciertas políticas públicas ambientales en la sociedad”, comentó Roberto Ponce, uno de los asistentes.

El EfD tiene por misión promover la transición de las economías del hemisferio sur a sistemas económicos verdes e inclusivos, a través de la investigación aplicada, la formación académica, el desarrollo institucional y la interacción de diversas políticas públicas. Reúne a centros de investigación en Chile, Colombia, India, Vietnam, Tanzania, China, Suecia, Estados Unidos y Centroamérica, entre otros.

En Chile, la iniciativa representante de la red es el Núcleo de Investigación en Economía Ambiental y de Recursos Naturales, donde Vásquez y Jaime participan desde 2016. El Núcleo, con sede en la Universidad de Concepción, es un grupo de investigación apoyado por la Iniciativa Científica Milenio que tiene por objetivo promover y reforzar el desarrollo del estudio asociado al manejo y apropiado y conservación de los recursos naturales y ambientales, de acuerdo a las demandas de la sociedad actual.

En opinión de Ponce, integrado este año al EfD, los temas allí tratados son de especial importancia para el escenario actual de nuestro país, pues aluden a una disciplina, la economía ambiental, “que sirve como puente para entender los impactos de la actividad económica sobre el medio ambiente, y cómo esos impactos ambientales tienen efecto sobre el bienestar de las personas. Uno de los objetivos de la economía ambiental es determinar el valor económico que tienen los bienes y servicios ambientales, y estimar qué tan importantes son para las personas. Así, al conocer el lugar que ocupa el medio ambiente entre las preferencias de la sociedad es posible generar políticas públicas (y asignar recursos monetarios) para su protección”.

Papers y trabajos presentados

“Crop farming adaptation in small-scale dryland agriculture in Chile”
Autores: Felipe Zúñiga, Marcela Jaime, César Salazar

“Transition patterns of fishermen and farmers into seaweed small-scale aquaculture: The role of risk and time preferences”
Autores: César Salazar, Marcela Jaime, Miguel Quiroga

“Adoption of and willingness to pay for solar lanterns in rural Ethiopia: The effect of information on BDM outcomes”
Autores: Alemu Mekonnen, Sied Hassen, Marcela Jaime, Michael A. Toman, Xiao-Bing Zhang

“Reducing marine debris pollution by changing household behavior through children education” (Workshop)
Autores: Marcela Jaime, César Salazar, Francisco Alpizar, Fredrik Carlsson, Gracia Lanza

“Evaluating Environmental Policies: The Impacts of Stove Programs in Urban Households of Central-Southern Chile” (Propuesta de investigación)
Autores: Carlos Chávez, Randall Bluffstone, Walter Gómez, Marcela Jaime, Adolfo Uribe

“Mapping adaptive behaviours profiles: Past, present and future behaviours of Chilean mussel aquaculture industry under environmental threats.”
Autores: Francisco Fernández, Manuel Muñoz, Felipe Vásquez, Felipe Vásquez y Stefan Gelcich

“Incorporating latent variables in the estimation of the value of statistical life”
Autores: Felipe Vásquez, Manuel Barrientos, y Roberto Ponce

“Identifying consumers´heterogeneity using latent classes and random parameters discrete choice models.”
Autores: Felipe Vásquez, Nelyda Campos, Francisco Fernandez, Manuel Barrientos, Stefan Gelcich, Roberto Ponce

“The Economics of the Water-Food-Welfare Nexus: Insights from a Hydro-economic model.”
Autores: Roberto Ponce, Francisco Fernández, Felipe Vásquez

María José Martínez recibe Premio L’Oréal-Unesco For Women In Science

María José Martínez, ecóloga del paisaje e investigadora de posdoctorado del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), fue una de las dos científicas galardonadas con el Premio L’Oréal Chile-Unesco For Women In Science en su edición 2019, en una ceremonia celebrada anoche en Santiago. La distinción, que se otorga anualmente desde 2007, busca promover el rol de las científicas jóvenes en el avance y desarrollo de la ciencia en Chile.

Martínez, junto a la bioquímica y estudiante de doctorado de la Universidad de Chile, Bárbara Casas, se convirtieron en las ganadoras número 27 y 28 de este premio, consistente en una beca de 9.030 euros (o 7 millones de pesos) para sus investigaciones posdoctorales y doctorales, respectivamente.

El galardón es uno de los tres reconocimientos que el Programa L’Oreal Unesco Para Mujeres en Ciencia entrega desde 1998, que también distingue a científicas reconocidas a nivel internacional, así como a talentos emergentes que realizan ciencia a lo largo del mundo.

En esta oportunidad, el premio fue decidido por un jurado encabezado por la destacada bióloga Gloria Montenegro y compuesto por Juan Asenjo, Mónica Rubio, Liliana Cardemil, y María Teresa Ruiz, tras un proceso de evaluación que analizó una cifra record de 68 candidaturas.

La ceremonia de premiación fue inaugurada por el director de L’Oreal Chile, Yann Le Bourdeon, quien repasó la historia del Programa, cuyo objetivo es “incitar a la mujer a encontrar respuestas allí donde nadie las ha buscado antes”. “La presencia de la mujer en el desarrollo social, económico y científico del mundo no es algo caprichoso, es una necesidad vital para nuestra sociedad. Estamos convencidos que el mundo necesita de la ciencia para lograr sus objetivos, y particularmente, de la ciencia femenina” acotó.

La presentación de las ganadoras y la entrega de los galardones estuvo a cargo de Gloria Montenegro, ganadora del Premio Internacional L’Oréal UNESCO FWIS 1998 en la categoría de Laureadas Internacionales. Durante su intervención, la bióloga presentó el estado actual de la desigualdad de género en el ámbito científico, dónde sólo el 29% del total de investigadores del mundo son mujeres, así como la amplia brecha de género que existe a medidas que éstos avanzan en su carrera científico a puestos de mayor importancia.

De Martínez, la presidenta del jurado destacó el impacto que el trabajo de la joven ecóloga ha tenido en el estudio de los servicios ecosistémicos que provee la naturaleza y su adecuada evaluación para la toma de decisiones: “Lo que más me impresiona de María José es el hecho de haber publicado en revistas de gran prestigio internacional, como Science, Trends in Ecology and Evolution, Biological Conservation, o Sustainability Science, logrando que su trabajo sea hoy en día un referente en el estudio de servicios ecosistémicos a nivel internacional, con más de 758 citas sólo entre 2014 y 2019”.

En su discurso de aceptación, Martínez agradeció el reconocimiento, al tiempo de considerarlo una buena oportunidad para visibilizar la importancia de conservar nuestros ecosistemas y de preservarlos, sobre todo en tiempos de crisis climática y, en el caso de Chile, social. “Las presiones que la sociedad ejerce sobre la naturaleza van en aumento, y la incapacidad para mitigar adecuadamente estos impactos ha traído consigo un deterioro de la biodiversidad a nivel mundial. Este premio es importante porque le da visibilidad al valor que esa biodiversidad y los servicios ecosistémicos tienen para nuestra propia continuidad como especie”.

Asimismo, la investigadora CAPES instó a los científicos a tomar un rol activo en la búsqueda de soluciones que permitan salir del actual conflicto que vive el país, al que calificó como una crisis “socio ambiental”. “Una de las principales causas de esta crisis es la desigualdad, que no es sólo económica, sino también de acceso. De acceso a la salud, la educación, y también a la naturaleza. Quienes estudiamos estos temas debemos vincularnos con los tomadores de decisión para entregar evidencia de calidad que ayude a resolver los problemas sociales, priorizando una investigación que mejore la vida de las personas y elimine las desigualdades, siempre con la mira en el respeto a los derechos humanos y a nuestros entornos”, declaró.

“Y de desigualdad” continuó, “las mujeres sabemos mucho. Durante décadas hemos sido invisibilizadas, especialmente en la Academia, debiendo esforzarnos el doble que nuestros colegas hombres para alcanzar los mismos puestos y objetivos. Los tiempos, afortunadamente, están cambiando; se están generando cada vez más oportunidades para nosotras, y debemos aprovecharlas. Las perspectivas de la mujer en ciencia son indispensables para generar perspectivas de investigación más inclusivas”.

La galardonada

María José Martínez es ingeniera en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, master en Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional Autónoma de México, y doctora en Conservación de la Biodiversidad de la Universidad de Queensland. Durante su carrera profesional, se ha especializado en el estudio y evaluación espacial de los servicios ecosistémicos, aquellos beneficios que la sociedad obtiene de la naturaleza y la biodiversidad para su bienestar.

Entre sus intereses, está el fortalecer el diálogo entre la evaluación y valoración equitativa de los servicios ecosistémicos y la toma de decisiones en materia de conservación, proveyendo recomendaciones a partir de la recolección y síntesis de datos imparciales y en terreno. Actualmente, su investigación posdoctoral consiste en la aplicación de un marco de planificación espacial marina en la ecorregión de Chiloé, considerando las interacciones humanas y ecológicas que se dan en el paisaje. En esta investigación, explora escenarios de planificación que minimicen conflictos y maximicen co-beneficios entre los servicios ecosistémicos, la biodiversidad y el bienestar humano.

En la actualidad, Martínez co-dirige la red de científicos internacionales Future Earth, con el desafío de crear una comunidad puente entre la ciencia y la práctica, para lograr el manejo sustentable de los servicios ecosistémicos que sustentan el bienestar humano. También apoya la coordinación de la Evaluación Científica Regional de Conservación de la Patagonia Chilena, cuya finalidad es la documentación del estado de conservación de los ecosistemas terrestres y marinos de la Patagonia Chilena, identificando vacíos y oportunidades para fortalecer la gestión de conservación en la región.

María José Martínez recibe Premio L’Oréal-Unesco For Women In Science

María José Martínez, ecóloga del paisaje e investigadora de posdoctorado del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), fue una de las dos científicas galardonadas con el Premio L’Oréal Chile-Unesco For Women In Science en su edición 2019, en una ceremonia celebrada anoche en Santiago. La distinción, que se otorga anualmente desde 2007, busca promover el rol de las científicas jóvenes en el avance y desarrollo de la ciencia en Chile.

Martínez, junto a la bioquímica y estudiante de doctorado de la Universidad de Chile, Bárbara Casas, se convirtieron en las ganadoras número 27 y 28 de este premio, consistente en una beca de 9.030 euros (o 7 millones de pesos) para sus investigaciones posdoctorales y doctorales, respectivamente.

El galardón es uno de los tres reconocimientos que el Programa L’Oreal Unesco Para Mujeres en Ciencia entrega desde 1998, que también distingue a científicas reconocidas a nivel internacional, así como a talentos emergentes que realizan ciencia a lo largo del mundo.

En esta oportunidad, el premio fue decidido por un jurado encabezado por la destacada bióloga Gloria Montenegro y compuesto por Juan Asenjo, Mónica Rubio, Liliana Cardemil, y María Teresa Ruiz, tras un proceso de evaluación que analizó una cifra record de 68 candidaturas.

La ceremonia de premiación fue inaugurada por el director de L’Oreal Chile, Yann Le Bourdeon, quien repasó la historia del Programa, cuyo objetivo es “incitar a la mujer a encontrar respuestas allí donde nadie las ha buscado antes”. “La presencia de la mujer en el desarrollo social, económico y científico del mundo no es algo caprichoso, es una necesidad vital para nuestra sociedad. Estamos convencidos que el mundo necesita de la ciencia para lograr sus objetivos, y particularmente, de la ciencia femenina” acotó.

La presentación de las ganadoras y la entrega de los galardones estuvo a cargo de Gloria Montenegro, ganadora del Premio Internacional L’Oréal UNESCO FWIS 1998 en la categoría de Laureadas Internacionales. Durante su intervención, la bióloga presentó el estado actual de la desigualdad de género en el ámbito científico, dónde sólo el 29% del total de investigadores del mundo son mujeres, así como la amplia brecha de género que existe a medidas que éstos avanzan en su carrera científico a puestos de mayor importancia.

De Martínez, la presidenta del jurado destacó el impacto que el trabajo de la joven ecóloga ha tenido en el estudio de los servicios ecosistémicos que provee la naturaleza y su adecuada evaluación para la toma de decisiones: “Lo que más me impresiona de María José es el hecho de haber publicado en revistas de gran prestigio internacional, como Science, Trends in Ecology and Evolution, Biological Conservation, o Sustainability Science, logrando que su trabajo sea hoy en día un referente en el estudio de servicios ecosistémicos a nivel internacional, con más de 758 citas sólo entre 2014 y 2019”.

En su discurso de aceptación, Martínez agradeció el reconocimiento, al tiempo de considerarlo una buena oportunidad para visibilizar la importancia de conservar nuestros ecosistemas y de preservarlos, sobre todo en tiempos de crisis climática y, en el caso de Chile, social. “Las presiones que la sociedad ejerce sobre la naturaleza van en aumento, y la incapacidad para mitigar adecuadamente estos impactos ha traído consigo un deterioro de la biodiversidad a nivel mundial. Este premio es importante porque le da visibilidad al valor que esa biodiversidad y los servicios ecosistémicos tienen para nuestra propia continuidad como especie”.

Asimismo, la investigadora CAPES instó a los científicos a tomar un rol activo en la búsqueda de soluciones que permitan salir del actual conflicto que vive el país, al que calificó como una crisis “socio ambiental”. “Una de las principales causas de esta crisis es la desigualdad, que no es sólo económica, sino también de acceso. De acceso a la salud, la educación, y también a la naturaleza. Quienes estudiamos estos temas debemos vincularnos con los tomadores de decisión para entregar evidencia de calidad que ayude a resolver los problemas sociales, priorizando una investigación que mejore la vida de las personas y elimine las desigualdades, siempre con la mira en el respeto a los derechos humanos y a nuestros entornos”, declaró.

“Y de desigualdad” continuó, “las mujeres sabemos mucho. Durante décadas hemos sido invisibilizadas, especialmente en la Academia, debiendo esforzarnos el doble que nuestros colegas hombres para alcanzar los mismos puestos y objetivos. Los tiempos, afortunadamente, están cambiando; se están generando cada vez más oportunidades para nosotras, y debemos aprovecharlas. Las perspectivas de la mujer en ciencia son indispensables para generar perspectivas de investigación más inclusivas”.

La galardonada

María José Martínez es ingeniera en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, master en Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional Autónoma de México, y doctora en Conservación de la Biodiversidad de la Universidad de Queensland. Durante su carrera profesional, se ha especializado en el estudio y evaluación espacial de los servicios ecosistémicos, aquellos beneficios que la sociedad obtiene de la naturaleza y la biodiversidad para su bienestar.

Entre sus intereses, está el fortalecer el diálogo entre la evaluación y valoración equitativa de los servicios ecosistémicos y la toma de decisiones en materia de conservación, proveyendo recomendaciones a partir de la recolección y síntesis de datos imparciales y en terreno. Actualmente, su investigación posdoctoral consiste en la aplicación de un marco de planificación espacial marina en la ecorregión de Chiloé, considerando las interacciones humanas y ecológicas que se dan en el paisaje. En esta investigación, explora escenarios de planificación que minimicen conflictos y maximicen co-beneficios entre los servicios ecosistémicos, la biodiversidad y el bienestar humano.

En la actualidad, Martínez co-dirige la red de científicos internacionales Future Earth, con el desafío de crear una comunidad puente entre la ciencia y la práctica, para lograr el manejo sustentable de los servicios ecosistémicos que sustentan el bienestar humano. También apoya la coordinación de la Evaluación Científica Regional de Conservación de la Patagonia Chilena, cuya finalidad es la documentación del estado de conservación de los ecosistemas terrestres y marinos de la Patagonia Chilena, identificando vacíos y oportunidades para fortalecer la gestión de conservación en la región.

Simposio «Servicios ecosistémicos de murciélagos en el agro chileno» | 4 de noviembre | Campus San Joaquín UC

#CAPES, junto a la Fundación Myotis Chile, tienen el agrado de invitarles al Simposio “Desarrollando Prácticas para Intensificar los Servicios Ecosistémicos que Proveen los Murciélagos en el Agro Chileno” a desarrollarse el lunes 04 de noviembre de 2019, de 09:00 a 18:00 hrs., en el Auditorio FAIF de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica (Vicuña Mackena 480, Macul).

El propósito de este simposio es dar a conocer los servicios ecosistémicos de los murciélagos en sector agrícola y el desarrollo de buenas prácticas que permitan intensificar estos servicios, para así promover una agricultura más sustentable. El simposio tiene un carácter intersectorial, contando con expositores desde servicios públicos, sector privado, ONGs y academia nacional e internacional.

Descargar programa completo.

Inscripciones al evento en este enlace o escribiendo al correo murcielagosyagro@gmail.com

Simposio «Servicios ecosistémicos de murciélagos en el agro chileno» | 4 de noviembre | Campus San Joaquín UC

#CAPES, junto a la Fundación Myotis Chile, tienen el agrado de invitarles al Simposio “Desarrollando Prácticas para Intensificar los Servicios Ecosistémicos que Proveen los Murciélagos en el Agro Chileno” a desarrollarse el lunes 04 de noviembre de 2019, de 09:00 a 18:00 hrs., en el Auditorio FAIF de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica (Vicuña Mackena 480, Macul).

El propósito de este simposio es dar a conocer los servicios ecosistémicos de los murciélagos en sector agrícola y el desarrollo de buenas prácticas que permitan intensificar estos servicios, para así promover una agricultura más sustentable. El simposio tiene un carácter intersectorial, contando con expositores desde servicios públicos, sector privado, ONGs y academia nacional e internacional.

Descargar programa completo.

Inscripciones al evento en este enlace o escribiendo al correo murcielagosyagro@gmail.com

Felipe Vásquez y la valoración de nuestros servicios ecosistémicos

Conversamos con el economista ambiental Felipe Vásquez, sobre la nueva línea de investigación que dirige y sus expectativas como investigador del CAPES.

Detrás de conceptos como el de impacto ambiental, desarrollo sostenible o economías verdes, se haya la pregunta sobre la compleja relación que existe entre los seres humanos y los ecosistemas naturales de los que depende. A lo largo de la historia, las sociedades han explotado a tal punto los beneficios que provee la naturaleza —conocidos en el argot científico como servicios ecosistémicos— que hoy, en tiempos de cambio global y crisis climática, su misma disposición está puesta en entredicho. Y con ella, nuestro propio futuro como especie.

El desafío que supone revertir esta situación requiere, en primer lugar, entender el impacto que tienen estos servicios en el bienestar de nuestras sociedades, qué tan valorados son por quienes hacemos uso de ellos y —quizás lo más importante— cuánto estamos dispuestos a cambiar para asegurar su continuidad en el tiempo. 

Esta es, justamente, la misión de la nueva línea de investigación CAPES denominada “Servicios ecosistémicos y comportamiento humano”: investigar las estrechas relaciones entre los servicios ecosistémicos y el bienestar social de las personas, con el fin de generar conocimiento que ayude a la elaboración de políticas públicas ambientales y proyectos de desarrollo eficientes y sustentables.

Repensando el bienestar

Para el director de esta nueva línea, el ingeniero comercial y economista ambiental de la Universidad de Concepción, Felipe Vásquez, ponderar el valor que los agentes de mercado (personas o empresas) asignan a los distintos servicios ecosistémicos —desde el aire que respiramos a los alimentos que comemos— es clave a la hora de evaluar la viabilidad de un proyecto económico o el éxito de una política de protección ambiental.

“Todo modelo de desarrollo se sustenta en la inevitable alteración de este tipo de servicios”, nos cuenta. ”Yo puedo, dado el caso, elegir explotar servicios de provisión, como una inmobiliaria que tala un bosque para levantar casas, o servicios culturales, como un complejo turístico que protege ese mismo bosque para aumentar la belleza escénica del lugar. En cada caso, debo tomar una decisión sobre cuál de los dos proyectos explota los servicios más eficientemente, es decir, maximiza de mejor forma el bienestar de la sociedad”.

Esta mirada implica, necesariamente, ampliar la idea de bienestar para incluir no sólo la prosperidad material, sino también factores como el equilibrio ecológico, la justicia social, la salud mental, y otros. «Al final del día», dice Vásquez «esa es la diferencia entre un modelo meramente extractivo de desarrollo, y otro más sustentable, que protege el medio ambiente y lo compatibiliza con el desarrollo social y económico de las naciones».

Para ilustrar el punto, el investigador radicado en Concepción recurre a un situación cercana a su experiencia. “En Chiguayante, frente al río Bio Bio, hay un cerro cubierto de plantaciones forestales que se ve desde todos los puntos de la ciudad. Cada cierto tiempo, los árboles del cerro son cortados, dejándolo completamente liso. Hoy, sabemos que hay estudios que confirman que las áreas verdes impactan positivamente el bienestar de las personas. En espacios con áreas recreativas y abundante vegetación, la gente se enferma menos y es más feliz. Entonces nos preguntamos ¿cómo el impacto de esa tala en la belleza escénica afecta el bienestar de quienes viven alrededor del cerro?”.

La respuesta podrá parecer sencilla, pero no lo es. “Debemos considerar la posibilidad de que al habitante de Chiguayante no le importe la apariencia del cerro” comenta, “o le importen más los trabajos que da la industria forestal que el paisaje que ve por su ventana. Nuestra misión es saber qué tan importante es ese servicio para él, y cómo esa valoración influye en su decisión de tomar medidas en favor o en contra de la protección de sus ecosistemas”.

“Entender las percepciones, creencias y actitudes que tienen las personas, en tanto consumidores, frente a los servicios ecosistémicos, permite entender la demanda, y entender la demanda ayuda a colocar los recursos eficientemente”, explica. “En la medida en que más personas adscriben, por ejemplo, a la posición ética de no comer carne, la demanda por más productos veganos cambiará, afectando los retornos para las empresas, los patrones de consumo, la producción cárnica, y el mercado en general”.

Cuestión de actitud

Para medir estos atributos, el doctor en Economía Agraria y Recursos Naturales de la Universidad de Berkeley utiliza instrumentos y herramientas provenientes de diversas disciplinas, tales como la psicología y el marketing.

“Hasta hace muy poco, la Economía sólo se valía de datos observables, basados en atributos discretos como la edad, la identidad sexual, el número de hijos, etc., para explicar las decisiones de las personas” afirma. “Sin embargo, hoy hay una nueva corriente económica que intenta incluir atributos no observados en el análisis de toma de decisiones, como la conciencia ambiental, el miedo a desastres naturales o la preocupación por la contaminación”.

Estos indicadores actitudinales, o de percepción, ayudan a modelar y predecir el posible comportamiento de las personas hacia el medio ambiente: “uno esperaría, por ejemplo, que las personas que se declaran más ambientalistas estuvieran dispuestas a poner más de sus recursos para proteger la naturaleza, comprar productos orgánicos más caros, o pagar más para entrar a un parque nacional protegido. Estos instrumentos nos permiten corroborar ese tipo de hipótesis”.

Por medio de encuestas cuidadosamente elaboradas, Vásquez y su equipo echan luz sobre las actitudes de las personas frente a diversos servicios ecosistémicos, los cuales podrían afectar la forma en que una política pública ambiental es elaborada e implementada. Los miembros de la línea, compuesta por los co-investigadores Roberto Ponce, Francisco Fernández y Marcela Jaime, asesoran frecuentemente a organismos públicos y privados en el estudio de los factores sociales y económicos de los que depende la factibilidad de sus proyectos.

En opinión de Vásquez, este tipo de estudios “le permite al Estado saber cosas como cuál es la manera más eficiente de proteger sus parques nacionales, en qué parques invertir o cómo usar los recursos racionalmente, sin poner en riesgo la biodiversidad del lugar. Si logramos caracterizar a los distintos visitantes de un parque de acuerdo a sus actitudes y comportamientos, podemos crear medidas para desincentivar la llegada de visitantes “peligrosos” (como provocadores de incendios), sin perjudicar la afluencia de público”.

Cambio de conciencia, ¿cambio de conducta?

Lo anterior, trae a colación otra utilidad asociada las investigaciones que realiza esta nueva línea: la posibilidad de construir mensajes educativos que se acomoden a los marcos mentales y culturales de los distintos públicos, y modifiquen, de alguna manera, sus conductas ambientales.

En un estudio realizado en conjunto con el investigador CAPES, Stefan Gelcich, Vásquez diseño una campaña comunicacional orientada a proteger el bienestar de los pingüinos de la Reserva Marina de Islas de Choros y Damas, en Coquimbo. Como parte de la campaña, los ejecutores del proyecto distribuyeron entre un segmento de los visitantes a la Reserva información sobre el estrés que significaba interactuar directamente con los pingüinos. Al final de la campaña, analizando la intención de comportamiento entre este segmento con el del grupo de control que no recibió el mensaje, se comprobó un cambio en la predisposición de los turistas a tocar o invadir el hábitat de las especies.

«No obstante, en otro estudio donde se buscó divulgar información sobre la acidificación de los océanos entre pescadores artesanales, no se percibieron diferencias en la intención de comportamiento entre un grupo y otro», relata “seguramente porque los mensajes que construimos para dicha campaña eran neutros, es decir, no alertaban directamente sobre los riesgos de la acidificación”.

La naturaleza del trabajo de Vásquez lo pone en contacto directo con las diversas comunidades que estudia, lo que obliga a preguntar: ¿Han cambiado las actitudes de las personas son respecto al cuidado del medio ambiente? “Sin duda”, responde, “que la gente está más consciente sobre el impacto que la actividad productiva desregulada tiene sobre el medio ambiente, pero sobre todo, está más consciente de cómo sus hábitos de consumo (como la generación de basura o el uso de plásticos) también afectan al medio natural”.

Sin embargo, advierte, “estas actitudes no necesariamente se traducen en cambios de conducta. «En un determinado contexto, un individuo puede ser consciente de que la producción de salmones genera un altísimo impacto ambiental, y en otro, puede preferir comer salmón porque lo considera un alimento sano o un signo de opulencia. Hay que tener claro que ciertas percepciones o creencias pueden ser ambivalentes. Lo importante es entonces saber en qué contexto opera cada cual”. 

Esta contradicción en términos también se manifiesta en el trabajo mismo de los investigadores: “Lo que nosotros como economistas entendemos por bienestar no es necesariamente lo que las comunidades entienden por bienestar. Por ejemplo, todas las soluciones que nosotros encontramos en nuestros estudios sobre oferta hídrica allá por el 2011 no tenían ninguna viabilidad política ni social en las comunidades. Yo te digo que la mejor forma de asignar el agua es A, pero esa forma no podía ser aceptada en esa cuenca” plantea.

Por lo mismo, Vásquez cree que “como investigadores debemos movernos de la idea de la optimalidad a la de factibilidad social y política. Tu puedes tener 10 políticas públicas y no pensar en la mejor desde una perspectiva económica, sino las más factible políticamente”.

Demanda por participación

Así y todo, Vásquez cree que la sociedad civil ha sido el gran actor que ha empujado el cambio en las instituciones a favor del medio ambiente y la participación ciudadana: “la gente hoy demanda más participación en las decisiones políticas. Los chilenos quieren intervenir en el proceso de toma de decisiones, pues entienden que sólo se puede construir sociedad asumiendo los intereses de todos los sectores, y compatibilizándolos”.

Por ello, una de las expectativas de este economista para esta nueva etapa como miembro de CAPES es realizar investigación multidisciplinaria que ataque los grandes problemas que afectan a la sociedad chilena hoy. Hacer investigación, como él dice “con sentido público”, viendo en todo momento cómo “empujamos la política pública, mejoramos la calidad de vida de las personas, y aseguramos sustentabilidad”.

El tiempo dirá si la ventana política está abierta el tiempo suficiente.

Felipe Vásquez es aficionado al karate, toca guitarra y cultiva sus propios servicios de provisión en la huerta de su casa. 

Felipe Vásquez y la valoración de nuestros servicios ecosistémicos

Conversamos con el economista ambiental Felipe Vásquez, sobre la nueva línea de investigación que dirige y sus expectativas como investigador del CAPES.

Detrás de conceptos como el de impacto ambiental, desarrollo sostenible o economías verdes, se haya la pregunta sobre la compleja relación que existe entre los seres humanos y los ecosistemas naturales de los que depende. A lo largo de la historia, las sociedades han explotado a tal punto los beneficios que provee la naturaleza —conocidos en el argot científico como servicios ecosistémicos— que hoy, en tiempos de cambio global y crisis climática, su misma disposición está puesta en entredicho. Y con ella, nuestro propio futuro como especie.

El desafío que supone revertir esta situación requiere, en primer lugar, entender el impacto que tienen estos servicios en el bienestar de nuestras sociedades, qué tan valorados son por quienes hacemos uso de ellos y —quizás lo más importante— cuánto estamos dispuestos a cambiar para asegurar su continuidad en el tiempo. 

Esta es, justamente, la misión de la nueva línea de investigación CAPES denominada “Servicios ecosistémicos y comportamiento humano”: investigar las estrechas relaciones entre los servicios ecosistémicos y el bienestar social de las personas, con el fin de generar conocimiento que ayude a la elaboración de políticas públicas ambientales y proyectos de desarrollo eficientes y sustentables.

Repensando el bienestar

Para el director de esta nueva línea, el ingeniero comercial y economista ambiental de la Universidad de Concepción, Felipe Vásquez, ponderar el valor que los agentes de mercado (personas o empresas) asignan a los distintos servicios ecosistémicos —desde el aire que respiramos a los alimentos que comemos— es clave a la hora de evaluar la viabilidad de un proyecto económico o el éxito de una política de protección ambiental.

“Todo modelo de desarrollo se sustenta en la inevitable alteración de este tipo de servicios”, nos cuenta. ”Yo puedo, dado el caso, elegir explotar servicios de provisión, como una inmobiliaria que tala un bosque para levantar casas, o servicios culturales, como un complejo turístico que protege ese mismo bosque para aumentar la belleza escénica del lugar. En cada caso, debo tomar una decisión sobre cuál de los dos proyectos explota los servicios más eficientemente, es decir, maximiza de mejor forma el bienestar de la sociedad”.

Esta mirada implica, necesariamente, ampliar la idea de bienestar para incluir no sólo la prosperidad material, sino también factores como el equilibrio ecológico, la justicia social, la salud mental, y otros. «Al final del día», dice Vásquez «esa es la diferencia entre un modelo meramente extractivo de desarrollo, y otro más sustentable, que protege el medio ambiente y lo compatibiliza con el desarrollo social y económico de las naciones».

Para ilustrar el punto, el investigador radicado en Concepción recurre a un situación cercana a su experiencia. “En Chiguayante, frente al río Bio Bio, hay un cerro cubierto de plantaciones forestales que se ve desde todos los puntos de la ciudad. Cada cierto tiempo, los árboles del cerro son cortados, dejándolo completamente liso. Hoy, sabemos que hay estudios que confirman que las áreas verdes impactan positivamente el bienestar de las personas. En espacios con áreas recreativas y abundante vegetación, la gente se enferma menos y es más feliz. Entonces nos preguntamos ¿cómo el impacto de esa tala en la belleza escénica afecta el bienestar de quienes viven alrededor del cerro?”.

La respuesta podrá parecer sencilla, pero no lo es. “Debemos considerar la posibilidad de que al habitante de Chiguayante no le importe la apariencia del cerro” comenta, “o le importen más los trabajos que da la industria forestal que el paisaje que ve por su ventana. Nuestra misión es saber qué tan importante es ese servicio para él, y cómo esa valoración influye en su decisión de tomar medidas en favor o en contra de la protección de sus ecosistemas”.

“Entender las percepciones, creencias y actitudes que tienen las personas, en tanto consumidores, frente a los servicios ecosistémicos, permite entender la demanda, y entender la demanda ayuda a colocar los recursos eficientemente”, explica. “En la medida en que más personas adscriben, por ejemplo, a la posición ética de no comer carne, la demanda por más productos veganos cambiará, afectando los retornos para las empresas, los patrones de consumo, la producción cárnica, y el mercado en general”.

Cuestión de actitud

Para medir estos atributos, el doctor en Economía Agraria y Recursos Naturales de la Universidad de Berkeley utiliza instrumentos y herramientas provenientes de diversas disciplinas, tales como la psicología y el marketing.

“Hasta hace muy poco, la Economía sólo se valía de datos observables, basados en atributos discretos como la edad, la identidad sexual, el número de hijos, etc., para explicar las decisiones de las personas” afirma. “Sin embargo, hoy hay una nueva corriente económica que intenta incluir atributos no observados en el análisis de toma de decisiones, como la conciencia ambiental, el miedo a desastres naturales o la preocupación por la contaminación”.

Estos indicadores actitudinales, o de percepción, ayudan a modelar y predecir el posible comportamiento de las personas hacia el medio ambiente: “uno esperaría, por ejemplo, que las personas que se declaran más ambientalistas estuvieran dispuestas a poner más de sus recursos para proteger la naturaleza, comprar productos orgánicos más caros, o pagar más para entrar a un parque nacional protegido. Estos instrumentos nos permiten corroborar ese tipo de hipótesis”.

Por medio de encuestas cuidadosamente elaboradas, Vásquez y su equipo echan luz sobre las actitudes de las personas frente a diversos servicios ecosistémicos, los cuales podrían afectar la forma en que una política pública ambiental es elaborada e implementada. Los miembros de la línea, compuesta por los co-investigadores Roberto Ponce, Francisco Fernández y Marcela Jaime, asesoran frecuentemente a organismos públicos y privados en el estudio de los factores sociales y económicos de los que depende la factibilidad de sus proyectos.

En opinión de Vásquez, este tipo de estudios “le permite al Estado saber cosas como cuál es la manera más eficiente de proteger sus parques nacionales, en qué parques invertir o cómo usar los recursos racionalmente, sin poner en riesgo la biodiversidad del lugar. Si logramos caracterizar a los distintos visitantes de un parque de acuerdo a sus actitudes y comportamientos, podemos crear medidas para desincentivar la llegada de visitantes “peligrosos” (como provocadores de incendios), sin perjudicar la afluencia de público”.

Cambio de conciencia, ¿cambio de conducta?

Lo anterior, trae a colación otra utilidad asociada las investigaciones que realiza esta nueva línea: la posibilidad de construir mensajes educativos que se acomoden a los marcos mentales y culturales de los distintos públicos, y modifiquen, de alguna manera, sus conductas ambientales.

En un estudio realizado en conjunto con el investigador CAPES, Stefan Gelcich, Vásquez diseño una campaña comunicacional orientada a proteger el bienestar de los pingüinos de la Reserva Marina de Islas de Choros y Damas, en Coquimbo. Como parte de la campaña, los ejecutores del proyecto distribuyeron entre un segmento de los visitantes a la Reserva información sobre el estrés que significaba interactuar directamente con los pingüinos. Al final de la campaña, analizando la intención de comportamiento entre este segmento con el del grupo de control que no recibió el mensaje, se comprobó un cambio en la predisposición de los turistas a tocar o invadir el hábitat de las especies.

«No obstante, en otro estudio donde se buscó divulgar información sobre la acidificación de los océanos entre pescadores artesanales, no se percibieron diferencias en la intención de comportamiento entre un grupo y otro», relata “seguramente porque los mensajes que construimos para dicha campaña eran neutros, es decir, no alertaban directamente sobre los riesgos de la acidificación”.

La naturaleza del trabajo de Vásquez lo pone en contacto directo con las diversas comunidades que estudia, lo que obliga a preguntar: ¿Han cambiado las actitudes de las personas son respecto al cuidado del medio ambiente? “Sin duda”, responde, “que la gente está más consciente sobre el impacto que la actividad productiva desregulada tiene sobre el medio ambiente, pero sobre todo, está más consciente de cómo sus hábitos de consumo (como la generación de basura o el uso de plásticos) también afectan al medio natural”.

Sin embargo, advierte, “estas actitudes no necesariamente se traducen en cambios de conducta. «En un determinado contexto, un individuo puede ser consciente de que la producción de salmones genera un altísimo impacto ambiental, y en otro, puede preferir comer salmón porque lo considera un alimento sano o un signo de opulencia. Hay que tener claro que ciertas percepciones o creencias pueden ser ambivalentes. Lo importante es entonces saber en qué contexto opera cada cual”. 

Esta contradicción en términos también se manifiesta en el trabajo mismo de los investigadores: “Lo que nosotros como economistas entendemos por bienestar no es necesariamente lo que las comunidades entienden por bienestar. Por ejemplo, todas las soluciones que nosotros encontramos en nuestros estudios sobre oferta hídrica allá por el 2011 no tenían ninguna viabilidad política ni social en las comunidades. Yo te digo que la mejor forma de asignar el agua es A, pero esa forma no podía ser aceptada en esa cuenca” plantea.

Por lo mismo, Vásquez cree que “como investigadores debemos movernos de la idea de la optimalidad a la de factibilidad social y política. Tu puedes tener 10 políticas públicas y no pensar en la mejor desde una perspectiva económica, sino las más factible políticamente”.

Demanda por participación

Así y todo, Vásquez cree que la sociedad civil ha sido el gran actor que ha empujado el cambio en las instituciones a favor del medio ambiente y la participación ciudadana: “la gente hoy demanda más participación en las decisiones políticas. Los chilenos quieren intervenir en el proceso de toma de decisiones, pues entienden que sólo se puede construir sociedad asumiendo los intereses de todos los sectores, y compatibilizándolos”.

Por ello, una de las expectativas de este economista para esta nueva etapa como miembro de CAPES es realizar investigación multidisciplinaria que ataque los grandes problemas que afectan a la sociedad chilena hoy. Hacer investigación, como él dice “con sentido público”, viendo en todo momento cómo “empujamos la política pública, mejoramos la calidad de vida de las personas, y aseguramos sustentabilidad”.

El tiempo dirá si la ventana política está abierta el tiempo suficiente.

Felipe Vásquez es aficionado al karate, toca guitarra y cultiva sus propios servicios de provisión en la huerta de su casa.