Fondecyt 2023: conoce los proyectos CAPES adjudicados

La nueva versión del concurso patrocinado por ANID financiará 695 proyectos de investigación básica, entre los que se encuentran 10 propuestas lideradas o conformadas por miembros de nuestro Centro. Estas iniciativas se suman a dos investigaciones Fondecyt adjudicadas en los concursos de Iniciación y Postdoctorado.

Durante enero, la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, publicó los resultados de la versión 2023 de su concurso Fondecyt Regular, el cual financia proyectos de investigación científica o tecnológica de excelencia “orientados a la producción de conocimiento y la generación de nuevas aplicaciones”.

De los 695 proyectos adjudicados, 10 de ellos cuentan con la presencia de investigadores CAPES, ya sea como responsables oficiales de estas investigaciones, o como parte de su equipo de trabajo. 

A esas iniciativas, se suma la adjudicación de un proyecto Fondecyt de Iniciación, encabezado por el investigador de línea 7 CAPES, Francisco Fernández, y de un Fondecyt de Postdoctorado, obtenido por el investigador postdoctoral de línea 2, Felipe Moraga.

A continuación te contamos de qué tratan los proyectos ganadores, y cuáles son los resultados esperados de cada investigación. 

Proyectos Fondecyt Regular

Proyecto: Bienes comunes y transformaciones sociopolíticas: la gestión del agua de riego en el siglo XX chileno. Valle central, 1924-1981

Investigador responsable: Pablo Camus, P. Universidad Católica de Chile, CAPES

El objetivo de este proyecto, es estudiar la historia de la gestión hídrica y los sistemas de riego en Chile durante el siglo XX, considerando los entramados de relaciones público-privadas que mediaron en distintas escalas los diversos mecanismos de control, administración, resolución de conflictos, acceso y uso del agua, así como los distintos espacios y discursos públicos respecto de la comprensión y la gestión del vital elemento.

Para el Profesor Pablo Camus, académico del Instituto de Historia de la Universidad Católica e investigador responsable, este análisis histórico “busca conocer cómo se realizó la gestión del agua de riego en Chile antes de la dictación del Código de Aguas de 1981. Se espera comprender su organización, bases institucionales, discusiones, actores públicos y privados, criterios de administración, resolución de conflictos y principios socio ambientales y culturales que rigieron su comprensión en una sociedad que experimentaba un importante proceso de transformación sociopolítica.”

Proyecto: El miedo en el Antropoceno: Causas y consecuencias del comportamiento de riesgo en las aves (Fear in the Anthropocene: Causes and consequences of risk-taking behaviour In birds).

Investigador responsable: César González, Universidad Adolfo Ibáñez, CAPES

Co-investigador CAPES: Pablo Sabat, Universidad de Chile.

Las estimaciones actuales indican que más de 1 millón de especies en el mundo están en peligro de extinción debido al impacto del ser humano. Las razones por las que los organismos varían en su capacidad para hacer frente a las amenazas humanas no se comprenden lo suficiente, pero un factor que podría ser particularmente importante en los animales es el miedo a los humanos, entendido como los cambios emocionales y las respuestas de comportamiento inducidas por un riesgo percibido de depredación. El presente proyecto busca evaluar los procesos a través de los cuales las aves acomodan su comportamiento de miedo en función de la perturbación humana en áreas urbanas estudiando al chincol, Zonotrichia capensis, en Chile central.

César González, profesor asistente en la Universidad Adolfo Ibáñez e investigador responsable del proyecto, señala que este trabajo intentará resolver si la teoría del «pace of life syndrome«, “nos permite mejorar nuestra comprensión de cómo los animales responden a los cambios ambientales tales como la urbanización e invasiones biológicas. Además de profundizar nuestros conocimientos sobre las causas y consecuencias de este comportamiento, esperamos contribuir a comprender cómo los animales confrontan situaciones estresantes en cautiverio, potencialmente contribuyendo al bienestar animal en los programas de conservación, herramientas críticas para abordar la actual crisis de biodiversidad”.

Proyecto: Las cosas buenas vienen en dosis pequeñas: Una abundancia natural baja en el microbioma rizosférico es un rasgo clave para el éxito de rizobacterias promotoras del crecimiento de plantas (Good things come in small doses: Natural low abundance within the rhizosphere microbiome as a key trait to successful Plant Growth Promoting Rhizobacteria).

Investigador responsable: Bernardo González, Universidad Adolfo Ibáñez, CAPES. 

Co-investigadores CAPES: María Josefina Poupin y Thomas Ledger, Universidad Adolfo Ibáñez.

La propuesta adjudicada busca contribuir al conocimiento de los atributos críticos de una rizobacteria necesarios para promover el crecimiento de plantas. En contraste con la mayor parte de las investigaciones recientes, las que principalmente se enfocan en la búsqueda de rasgos funcionales potenciales en en este tipo de bacterias (conocidas como PGPR), los investigadores en cambio buscarán las propiedades que un PGPR debería poseer cuando se consideran las características del microbioma de una planta hospedero; específicamente, el efecto de la abundancia relativa de un PGPR introducido y las poblaciones de especies taxonómicamente relacionadas que prosperan en ese microbioma.

Para su investigador responsable, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez e investigador principal de la línea 2 de CAPES, Bernardo González “este proyecto busca conocer mejor las características ecológicas que deben poseer las bacterias que se usan como rizobacterias que promueven el crecimiento de las plantas, en especial, el papel que juega la abundancia natural del PGPR en la promoción exitosa y efectiva del crecimiento de una planta. Como resultados directos es contar con mejores elementos para seleccionar un PGPR adecuado a una determinada planta/cultivo sobre el que se busca aplicar una mejor práctica agronómica en el futuro”.

Proyecto: Transiciones demográficas explosivas en poblaciones prehistóricas (Explosive Demographic Transitions in Prehistoric Populations).

Investigador responsable: Mauricio Lima, P. Universidad Católica de Chile, CAPES

La dinámica poblacional humana se caracteriza por varios cambios repentinos y rápidos de un estado de equilibrio a uno de expansión demográfica, estas transiciones demográficas aparentemente han sido impulsadas por la capacidad de acumular innovaciones culturales/tecnológicas. Existe una retroalimentación positiva entre la dinámica cultural y la poblacional: las personas crean tecnología que permite sostener a más personas, quienes, a su vez, producen más tecnología.

Este proyecto examinará la dinámica poblacional a largo plazo de sociedades pasadas, en grandes escalas espaciales (de escalas continentales a regionales), desde el último Pleistoceno en adelante, es decir, los últimos 15.000 años. Asimismo, mediante la adopción de enfoques de modelado teórico/empírico, se realizará un estudio comparativo transcultural para identificar convergencias/divergencias en las transiciones demográficas prehistóricas asociadas al acceso a nuevos y abundantes recursos por medio de innovaciones culturales. Se estudiarán las llamadas «cunas de civilizaciones», como por ejemplo, el área cultural andina, el Creciente Fértil y las «civilizaciones occidentales» de Europa occidental.

Proyecto: Democracias desiguales en Estados (más) débiles. Evaluando la trampa del desarrollo en América Latina (Unequal Democracies in Weak(er) States. Assessing Latin America 's Development Trap).

Investigador responsable: Juan Pablo Luna, Instituto de Ciencia Política UC, Instituto Milenio para los Fundamentos de los Datos, Instituto Milenio para la Investigación en Violencia y Democracia, CAPES. 

Este proyecto buscará entender los fenómenos y procesos que subyacen a las crisis de representación ocurridas en las sociedades latinoamericanas contemporáneas, analizando las interacciones entre Estado y sociedad. La tesis que pretende corroborar, es que la emergencia de síntomas como la ilegitimidad crónica de las instituciones y el vacío de las estructuras políticas intermedias en estos países son el resultado de cambios socio-estructurales en la economía política de sus sociedades y en la estructura de sus Estados. Para ello, realizará un análisis histórico comparativo de los casos de Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

En palabras de su investigador responsable, Juan Pablo Luna, esta es una posibilidad “de entender en mayor profundidad el tipo de crisis que viven las democracias contemporáneas hoy, haciendo énfasis en factores de demanda (lo que la sociedad espera de la política) por sobre factores de oferta (liderazgo político, factores institucionales) que son usualmente enfatizados por la literatura reciente. Esperamos poder consolidar un enfoque que recupere insights tradicionales de la economía y sociología política, así como enfoques de dinámica demográfica, para entender crisis de la democracia y eventualmente sus potenciales remedios”.

Proyecto: Aprendiendo de las redes de tipo umbral para aplicaciones sociales y biológicas (Learning threshold networks for social and biological applications).

Investigador responsable: Gonzalo Ruz, Universidad Adolfo Ibáñez y CAPES.

La propuesta pretende entender las redes de tipo umbral para estudiar los mecanismos tras la consecución de consensos a nivel social y las redes de regulación génica a nivel biológico

Gonzalo Ruz, investigador de línea 2 de CAPES y responsable del proyecto, comenta que la investigación aborda dos temas: “por un lado modelos de redes de regulación génica, y por otro lado modelos para estudiar mecanismos de consenso. El proyecto busca atacar ambos problemas mediante el uso de redes de tipo umbral y el diseño de una metodología o framework para aplicar computación evolutiva para construir este tipo de redes a partir de datos. Para el caso de modelos de redes de regulación génica se espera poder inferir redes con pesos binarios a partir de datos. Para el segundo caso, se espera poder construir redes para analizar patrones de votación (por ejemplo, el reciente proceso constitucional de Chile) y ver de qué forma se logran consensos”.

Proyecto: Asegurando la co-gestión de la pesca en pequeña escala: la interacción entre la equidad, la cooperación, las respuestas adaptativas y la biodiversidad (Harnessing co management of small-scale fisheries: The interplay between equity, cooperation, adaptive responses and biodiversity).

Investigador responsable: Stefan Gelcich, P. Universidad Católica de Chile, CAPES, SECOS

La propuesta explorará la equidad, la cooperación y las respuestas adaptativas de los pescadores, su relación con la biodiversidad y los stocks comerciales de recursos co-gestionados asociados al modelo de gobernanza de derechos de usuarios territoriales. Estudiará el co-manejo de pesquerías bentónicas chilenas, las que proporcionan un entorno único para evaluar las implicaciones del co-manejo en numerosas áreas establecidas por asociaciones de pescadores, en un amplio rango geográfico y bajo un instrumento de política pública.

La investigación permitirá comprender los factores que pueden situar las iniciativas de co-gestión a lo largo de un espectro de impacto socio ecológico, al mismo tiempo que se avanza en el desarrollo de marcos teóricos sobre dimensiones clave de la sostenibilidad.

Proyectos con participación CAPES*

Proyecto: El estrés y la ciudad: medición de glucocorticoides, estrés oxidativo, diversidad de antioxidantes y citocinas en pollitos de un ave precocial (Stress and the city: measuring glucocorticoids, oxidative stress, antioxidant and cytokine diversity in chicks of a precocial bird)

Investigadora responsable: Rosina Verónica Quirici, Universidad Andrés Bello 

Co-investigador CAPES: César González, Universidad Adolfo Ibáñez

El proyecto propone examinar holísticamente (ecológica, hormonal y genéticamente) la influencia de la urbanización en la relación entre los biomarcadores de estrés y la función inmunológica durante el desarrollo en polluelos de un ave precocial, avefría austral, queltehue o treile (Vanellus chilensis), a lo largo de un gradiente urbano, (en lugar de un entorno rural frente a un entorno urbano), y controlando los efectos genéticos en un experimento de crianza cruzada.

Proyecto: Vulnerabilidad socio-ecológica y capacidad adaptativa de la agricultura de pequeña escala al Cambio Ambiental Global en Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola en el sur de Chile. Estimulando el saber local como herramienta para mejores estrategias de adaptación (Socio-ecological vulnerability and adaptive capacity of small-scale agriculture to Global Environmental Change in Important Agricultural Heritage Systems in southern Chile. Encouraging local knowledge as a tool for better adaptation strategies).

Investigadora responsable: Carla Marchant Santiago, Universidad Austral de Chile, Laboratorio Natural Andes del Sur.

Co-investigador CAPES: Tomás Ibarra, Campus Villarrica UC, CAPES, CEDEL, CIIR, CESIEP.

El proyecto analiza la vulnerabilidad socio-ecológica y capacidad adaptativa de la agricultura de pequeña escala a la variabilidad actual y futura del cambio climático al sur de Chile, especialmente en territorios de alta importancia por su agrobiodiversidad y producción de alimentos. Para esto, se aplicará una perspectiva denominada de “Cambio Ambiental Global” que, a través de una aproximación relacional, entiende que el cambio y la variabilidad climática trascienden las dimensiones biofísicas, afectando la vida y bienestar de las comunidades indígenas y locales. 

Para entender estas relaciones, se explorará la contribución del conocimiento local como una herramienta para facilitar la creación de estrategias adaptativas eficientes a los impactos de estos fenómenos. 

Proyecto: Factores ecológicos que determinan la incidencia, magnitud y consecuencia de la especialización trófica individual de un superdepredador marino a lo largo de la costa chilena (Ecological factors that determine the incidence, magnitude, and consequence of individual diet specialization in a marine top predator along the Chilean coast).

Investigadora responsable: Maritza Sepúlveda Martínez, Universidad de Valparaíso, Centro de Investigación y Gestión de los Recursos Naturales (CIGREN).

Co-investigador CAPES: Pablo Sabat, Universidad de Chile.

El principal objetivo de este proyecto es examinar la influencia de la competencia y la oportunidad en la extensión total del nicho y el grado de especialización trófica individual en poblaciones de lobos marinos sudamericanos distribuidos a lo largo de la costa de Chile. La investigación se propone describir la composición dietaria de 6 poblaciones de lobos; examinar la estructura trófica a nivel intrapoblacional de estas comunidades; medir y comparar la anchura total del nicho y el grado de especialización de lobos marinos a lo largo de un gradiente latitudinal, y analizar la relación entre condición corporal individual y especialización trófica individual.

Proyecto: Problemas de planificación de recursos costo-sensibles bajo incertidumbre (Resource cost-aware scheduling problems under uncertainty).

Investigador responsable: Rodrigo A. Carrasco, Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Ingeniería Matemática y Computacional UC.

Co-investigador CAPES: Gonzalo Ruz, Universidad Adolfo Ibáñez.

Este proyecto explora el compromiso entre el consumo de recursos y el rendimiento a nivel de planificación, considerando la incertidumbre inherente a múltiples aplicaciones. Su mayor contribución será el desarrollo de nuevas herramientas de análisis prescriptivo para un amplio abanico de problemas de planificación de recursos costo-sensibles. Se explorarán aplicaciones en observatorios astronómicos, las cuales no han sido aún realizadas desde una perspectiva de investigación a nivel de operaciones hasta ahora.

Fondecyt de Iniciación

Proyecto: Adaptación de sistemas de productividad agrícola para alcanzar recomendaciones de dietas saludables y sostenibles (Agricultural productivity system adaptation to reach sustainable and healthy diet recommendations).

Investigador responsable: Francisco Fernández, Universidad Mayor, CAPES.

Este proyecto busca estudiar cómo las políticas alimentarias afectan la productividad, los precios y el comercio del sistema agroalimentario en Chile. Para ello, utilizará un marco metodológico que combina herramientas matemáticas y econométricas para analizar las decisiones de compra de alimentos y productos agrícolas. El proyecto evaluará si el sistema agroalimentario chileno debe cambiar para cumplir con las recomendaciones dietéticas, estimará la demanda de diferentes grupos de alimentos y evaluará las consecuencias futuras de las políticas alimentarias en la productividad, los precios y el comercio del sistema agroalimentario. 

Francisco Fernández, investigador de línea 7 CAPES y responsable del proyecto, nos cuenta que, en términos generales, éste busca “identificar y comprender las posibles respuestas del sistema productivo agroalimentario chileno en escenarios donde se siguieran las recomendaciones de dietas saludables y sostenibles. Entre los resultados esperados, están el obtener un análisis exhaustivo del impacto económico de los objetivos de la Comisión Lancet para lograr dietas saludables y producción sostenible de alimentos; realizar un análisis focalizado en la interrelación entre dietas saludables y sostenibles con la producción agroalimentaria, y el desarrollo de una herramienta analítica que permitirá a los formuladores de políticas comprender el sistema alimentario chileno y analizar el impacto de posibles políticas alimentarias en la dieta de los consumidores, el medio ambiente y la competitividad del sector agroalimentario chileno”.

Fondecyt Postdoctorado

Investigación: Estudio de las Variaciones Naturales en el Contenido de Glucosinolatos en Arabidopsis y su Relación con la Respuesta de Defensa contra Áfidos

Investigador responsable: Felipe Moraga, Universidad Andrés Bello, CAPES

En este proyecto se evaluará el desempeño de colonización de los áfidos M. persicae (generalista) y B. brassicae (especialista) en accesiones con hábitos de crecimiento contrastante (plantas anuales y de ciclo rápido). Se estudiarán los mecanismos de resistencia asociados con la síntesis y acumulación de glucosinolatos. Los resultados de esta investigación podrían ser utilizados en la generación de moléculas con propiedades bioinsecticidas y/o cultivos más resistentes al ataque de insectos, una alternativa sustentable para el manejo de plagas y, además, una contribución a la seguridad alimentaria.

Felipe Moraga, investigador postdoctoral del Núcleo MIlenio para el Desarrollo de Plantas Súper Adaptables y en CAPES, indica que “el proyecto se enfoca en el estudio de los mecanismos de resistencia asociados con la síntesis y acumulación de glucosinolatos en accesiones naturales de Arabidopsis y su relación con la respuesta de defensa frente a áfidos (pulgones) con distintos niveles de especialización. De esta forma, esperamos encontrar una acumulación diferencial del contenido de glucosinolatos alifáticos e indólicos. Por lo tanto, los resultados de esta línea de investigación podrían ser aplicados en el desarrollo de estrategias de manejo y control de insectos plaga, tales como los áfidos.”


*El Dr. Stefan Gelcich también es parte del equipo de investigación del proyecto «Explorando brechas entre escalas de conectividad social y ecológica en el co-manejo de recursos bentónicos: perspectivas de redes para informar y mejorar la sustentabilidad» (Exploring gaps between scales of social and ecological connectivity in the co-management of benthic resources: Insights from networks to inform and improve sustainability)» cuya investigadora responsable es la Dra. Pilar Haye Molina (Universidad Católica del Norte).

Créditos: Comunicaciones CAPES

Turismo comunitario indígena: la construcción y conservación de un patrimonio en peligro

Investigadores nacionales trabajaron junto a miembros de dos cooperativas indígenas campesinas para diseñar una ruta turística que rescatara la memoria biocultural de estas comunidades, y de paso, aprender cómo se construye, desde dentro, el patrimonio de un sistema tradicional agrícola.

(Créditos: Leonardo Benavente, Flickr).

En la comuna de Curarrehue, ubicada al sureste de la región de la Araucanía, miles de hombres y mujeres de campo viven y producen su alimento diario de la misma forma en que lo hicieron sus ancestros hace más de 500 años. Sin requerir de grandes maquinarias ni incurrir en las presiones propias de la sociedad moderna, son los herederos de un modo de vida que se rehúsa a desaparecer, y que puede ser la llave para un futuro más sustentable.

Estas comunidades, y más de 1.400 millones de campesinos alrededor del mundo, mantienen lo que se conoce como “sistemas tradicionales de agricultura”, un modo de producción y relación con la naturaleza caracterizado por su complejidad, diversidad y resiliencia, y cuya conservación hoy es clave no sólo para el sostenimiento de la enorme biodiversidad que de ellos depende, sino también para la conservación de los saberes, prácticas y creencias colectivas que emergen de la particular relación entre estas comunidades y sus ecosistemas locales.

Estos saberes y costumbres, agrupados bajo el concepto de “memoria biocultural” fue lo que motivó a un grupo de investigadores encabezados por el geógrafo Santiago Kaulen, e integrado por el ingeniero agrónomo del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y el Centro UC de Desarrollo Local CEDEL UC, Tomás Ibarra, a estudiar los procesos de construcción de esta memoria, y las formas en que el turismo puede ayudar a reconstruir, conservar y comunicar la importancia de un patrimonio amenazado por la industrialización y los cambios socioambientales.

Para ello, colaboraron codo a codo con dos cooperativas indígenas al sur de los Andes en la elaboración de una ruta turística comunitaria que potenciara las prácticas y experiencias de estas comunidades, examinando, de paso, la forma como entienden e interpretan ellas su patrimonio biocultural, así como las oportunidades y desafíos a la hora de presentar este patrimonio a través del turismo.

Reserva biocultural

Curarrehue, con sus 7,500 habitantes (la mitad de ellos de ascendencia mapuche-pehuenche) es la tercera comuna con más pobreza multidimensional a nivel nacional. Es allí donde campesinos mapuche y no-mapuche mantienen las tradiciones agrícolas propias de esta cultura a través de la trashumancia de animales, la recolección de frutos silvestres, plantas medicinales y hongos del bosque nativo, el cultivo de jardines domésticos y la cría de pequeños animales y aves de corral.

Volcan Lanin en Curarrehue (Créditos: Alejandro Soffia, Flickr).

Su enorme belleza estética, agrobiodiversidad y patrimonio cultural hicieron que esta zona y sus alrededores fuera declarada, en 2018, un Sistema Importante de Patrimonio Agrícola Nacional (o SIPAN). Los SIPAN son una designación biocultural otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, junto distintos gobiernos nacionales que busca salvaguardar la agrodiversidad de un territorio, proteger el patrimonio agrícola y reconocer el conocimiento, prácticas y creencias de sus habitantes.

Desde su creación en 2005, los SIPAN han gatillado el desarrollo de diferentes actividades turísticas relacionadas con el patrimonio biocultural de los pueblos, promoviendo de este modo procesos de construcción de patrimonio y la “turistificación” de algunos de sus elementos.

“Curarrehue está dentro del SIPAN ‘Cordillera Pehuenche’», nos cuenta el investigador CAPES y de la P. Universidad Católica de Chile, Tomás Ibarra. “Dentro del SIPAN, ésta se caracteriza por la presencia de una gran variedad de paisajes productivos; una importante agrobiodiversidad en forma de variedades locales; la existencia de áreas protegidas o zonas de conservación adyacentes a los paisajes de producción (lo que probablemente favorece los intercambios genéticos entre cultivos domésticos y parientes silvestres), y vastas áreas de territorio indígena, potencialmente favoreciendo el mantenimiento de prácticas tradicionales”.

Estas características fueron justamente las que inspiraron a dos comunidades campesinas del lugar, las cooperativas “Zomo Ngen” y “Quiñemawün”, a contactar al equipo de investigación del Prof. Keulen para colaborar en el diseño de una ruta turística comunitaria que ofreciera distintos tipos de alojamiento, actividades de ocio, gastronomía, agroturismo y venta de productos locales para los visitantes nacionales y extranjeros que llegaban a la zona.

Mal que mal, el turismo, y especialmente el turismo comunitario, ha sido considerado por años como un mecanismo de construcción y gestión efectiva del patrimonio de una comunidad, en tanto promueve el realce de aquellas costumbres y experiencias locales que los mismos actores del territorio consideran parte de su identidad. Como dicen los autores del estudio: “para aquellas personas viviendo en sistemas urbanizados modernos, es atractivo experimentar la vida del campo y formas ancestrales —aunque perdurables— de civilizaciones agrícolas”.

(Créditos: Torrenegra, Flickr).

“El Turismo de Base Comunitaria corresponde a una forma de organización y autogestión de los recursos patrimoniales comunitarios presentes en un territorio para la prestación de servicios turísticos” explica Santiago Kaulen, académico de la Universidad Austral de Chile. “En este sentido, cuando hablamos de turismo de base comunitaria, es fundamental la participación activa de las comunidades locales durante todas las fases del proyecto”.

Fue así como, a través de distintos métodos de participación propuestos por los investigadores (grupos focales, mapeos conjuntos, entrevistas semi estructuradas e informales, y observación participativa), los integrantes de ambas cooperativas pudieron identificar el patrimonio presente en el territorio y examinar cómo podría este ser incorporado a las actividades de turismo comunitario que las cooperativas querían ofrecer a lo largo de la ruta.

Luego, la información recolectada fue organizada, clasificada y procesada para su uso en la creación de mapas con las atracciones e iniciativas turísticas contempladas para la ruta.

Construyendo patrimonio desde el interior

Fue durante estos procesos que las y los investigadores descubrieron que, para estas comunidades, el patrimonio era entendido como el modo de vida asociado a su propia cultura rural (la mapuche), y, particularmente, a las prácticas agrícolas que sostienen los sistemas alimentarios locales.

Algunas de estas prácticas por las cuales esta herencia es transmitida, por ejemplo, son el tejido con witral (un tipo de telar mapuche) y el tallado en madera, las cuales, comentaron algunos participantes, encarnan la creatividad e identidad de la gente que ha desarrollado estas prácticas.

También se relevaron prácticas asociadas al suministro de alimentos, como el cultivo de jardines domésticos, la crianza de animales pequeños y aves de corral, la apicultura y la recolección de frutos y plantas del bosque, las cuales también, en palabras de los campesinos les brindan una sensación de autonomía y pertenencia al territorio que trabajan, cuidan y habitan diariamente.

De este modo, los participantes propusieron actividades para potenciar estos elementos, como caminatas y paseos en caballo, productos y preparaciones locales, la venta de productos de jardines domésticos y recolectados del bosque, tours guiados por estos jardines, talleres de witral, y visitas a lugares históricos, muchos de los cuales no han sido aún considerados por los planes turísticos a nivel nacional.

No obstante, durante su investigación, los científicos también analizaron críticamente la pertinencia del turismo comunitario como un mecanismo de gestión comunitaria del patrimonio, alternativa que no está exenta de riesgos y críticas.

Uno de los principales desafíos del turismo comunitario tiene que ver con el control efectivo que tienen las comunidades sobre la presentación de su patrimonio frente a los discursos de otros actores de nivel central, como instituciones públicas, grupos de expertos, emprendedores o medios de comunicación. “De esta manera, procesos de activación del patrimonio pueden, inesperadamente, favorecer el arribo de agentes turísticos externos a los territorios, apropiándose de tradiciones que ajustan e insertan en el mercado” comentan los autores.

(Créditos: p a n, Flickr).

De hecho, las mismas comunidades miran con recelo la influencia que puede tener la industria turística, y su explotación continua de los recursos naturales, culturales y paisajísticos, en tu territorio. “Les preocupa el arribo de personas que buscan obtener conocimiento sobre la cultura rural mapuche y no-mapuche, y usarla para su propio beneficio y ganancia personal” explican en el estudio.

Para evitar aquello, Tomás Ibarra señala la importancia de desarrollar “políticas locales, regionales y nacionales que faciliten la participación y toma de decisiones de los actores territoriales en sus sistemas de gobernanza. Según la experiencia internacional, esto favorecerá la resiliencia, bienestar socioeconómico y sustentabilidad de las comunidades locales que desarrollen iniciativas de turismo comunitario”.

De la misma opinión es Santiago Kaulen: “Es necesario comprender que las comunidades locales tienen capacidad de agencia para identificar, interpretar y activar su patrimonio cultural y natural, y utilizarlo en la generación de estrategias turísticas. De esta manera, los esfuerzos deben concentrarse en fomentar las instancias de diálogo y construcción comunitaria de este tipo de proyectos, como también en buscar estrategias a mediano y largo plazo para su financiamiento y continuidad en el tiempo”.

Texto: Comunicaciones CAPES y CEDEL UC

Columna de Rafael Larraín, investigador CAPES: «Dependemos de los suelos»

A continuación, reproducimos íntegra la columna del investigador CAPES y académico de la P. Universidad Católica de Chile, Dr. Rafael Larraín, aparecido en Emol el pasado mes de diciembre, donde nos alerta sobre la importancia de los suelos para el mantenimiento de la vida en el planeta y la provisión de alimentos para la humanidad.

La vida de los seres humanos depende directamente de los suelos y su salud. Se estima que aproximadamente el 95% de nuestros alimentos se originan en esa delgada capa que cubre una parte importante del planeta. Durante toda la historia de la humanidad, los suelos han sido fundamentales para nuestro desarrollo, no solo para producir alimentos y obtener nutrientes, sino además entregándonos innumerables otros servicios, tales como filtrar y almacenar agua, regular el clima, capturar carbono atmosférico, descontaminar, etc.

Con demasiada frecuencia las personas ven el suelo como algo permanente, que estuvo y estará siempre ahí. En agricultura, solemos tratar el suelo como una capa mineral donde las raíces de las plantas se afirman y a la que debemos agregar las cosas que ellas necesitan para crecer: agua y algunos fertilizantes. Sin embargo, el suelo es en realidad un ecosistema extremadamente complejo con miles de interacciones que a lo largo de millones de años de evolución permitieron que las plantas y los animales se desarrollen en su superficie.

Sinfonía subterránea

Pero lo que pasa bajo la superficie es como una sinfonía silenciosa y maravillosa, donde cada uno de los integrantes de la orquesta se coordina y nutre de otros, para poder interpretar la obra maestra de la vida. Las plantas liberan nutrientes al suelo directamente desde sus raíces para que se desarrollen millones de bacterias y hongos. Algunas de estas bacterias y hongos protegen y nutren de vuelta a la planta, mientras que otras colaboran en descomponer los restos de raíces, insectos y otros animales muertos para reciclar esos nutrientes y permitir el nuevo crecimiento de las plantas.

Los millones de años de coevolución han permitido además el desarrollo de colaboraciones tan íntimas entre plantas y microorganismos, que muchas de ellas se han vuelto interdependientes y no pueden sobrevivir unas sin otras. Los ejemplos más conocidos incluyen a las bacterias conocidas como rizobios y a los hongos micorrícicos.

En el primer caso, la bacteria entra en las raíces y la planta le genera una pequeña casita (conocida como nódulos), donde las bacterias se reproducen y alimentan de las azúcares que la planta les da. A cambio, la bacteria captura nitrógeno desde el aire y lo transforma en moléculas que la planta es capaz de absorber y utilizar para construir sus propias proteínas. En el caso de los hongos micorrícicos, estos también pueden entrar a las raíces, pero tienen además la capacidad de extenderse por fuera de ellas. De esta manera, forman una nueva red complementaria a la red de raíces donde pueden entregar a la planta agua y nutrientes que pueden solubilizar directamente desde las partículas del suelo. A cambio, la planta le entrega también azúcares y otros nutrientes.

Cada día aprendemos más de estas interacciones, e incluso hace muy pocos años se describió por primera vez un ciclo conocido como rizofagia, donde la planta “ordeña” algunas bacterias del suelo. En pocas palabras, la planta deja que en la punta de sus raíces entren algunas bacterias del suelo llenas de nutrientes. En su interior libera una serie de compuestos que debilitan la membrana de la bacteria y permiten que algunos de los nutrientes que están dentro de la bacteria se filtren y liberen al interior de la raíz. Finalmente, la bacteria es expulsada desde la raíz nuevamente al suelo, donde puede comenzar a alimentarse y reproducirse nuevamente.

Nuevas prácticas

Estos procesos e interacciones se debilitan o terminan cuando utilizamos muchas de las prácticas agrícolas más frecuentes desarrolladas desde la revolución verde y que tienen implícitas una visión de que los procesos que ocurren entre el suelo y las plantas son principalmente físicos y químicos, y no biológicos. Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señalan que una tercera parte de la tierra ya está degradada, y estiman que la erosión del suelo podría implicar una reducción del 10 % en la producción de cultivos hacia 2050.

Por eso cuando logramos ver y entender que fomentar la actividad biológica del suelo es fundamental para su salud y desarrollo, a la vez que para la salud y el desarrollo de las plantas y los animales que dependen de ellas, entonces la paleta de herramientas que tenemos para trabajarlo cambia por completo.

Así, cada vez es más común que los agricultores entiendan los efectos dañinos del arado y la rastra, el uso de fertilizantes químicos, herbicidas, fungicidas, insecticidas, y otros elementos químicos que solían no cuestionarse. Y aunque varias de estas prácticas pueden seguir utilizándose, entender sus efectos secundarios sobre la vida del suelo ha permitido que con cada vez mayor frecuencia se estén utilizando manejos que ayudan a compensar los efectos negativos.

Entre las prácticas que es cada vez más frecuente observar se incluye mantener los suelos siempre con cobertura (plantas o restos vegetales), la utilización de fertilizantes orgánicos (guanos y compost entre otros) que no solo aportan elementos químicos naturales sino también inóculos de microrganismos benéficos, el uso de cultivos polifíticos (varias especies de plantas juntas), la planificación regenerativa del pastoreo, y la utilización de sistemas agrícolas mixtos con variadas combinaciones de sistemas de cultivos, árboles frutales o madereros, y ganado o animales menores (gallinas, patos, conejos, etc.).

El uso más frecuente de estas “nuevas” prácticas (que en realidad no son nuevas, sino que se han ido revalorizando o combinando de maneras innovadoras) apuntan hacia el desarrollo de una agricultura más sustentable, donde la salud del suelo juega un rol central y donde el foco va mucho más allá de no perderlo o dañarlo, sino en regenerarlo.


Rafael Larraín

Académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica. Agrónomo y Doctor en Ciencias Animales de la Universidad de Wisconsin, EE.UU., integra también el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES. En los últimos años su trabajo se ha centrado en Ganadería Regenerativa y Manejo Holístico, usando el ganado como una herramienta para fortalecer a productores, comunidades y el medio ambiente. Ha coordinado además la creación de un Centro de Agricultura y Ganadería Regenerativa en la Estación Experimental de la UC. La columna de ciencia es coordinada por el proyecto Ciencia 2030 UC.

Texto: Emol

Ante incendios y megasequía: Comunidad científica llama a fortalecer la protección de ecosistemas de Chile central

Declaran urgente aumentar la protección legal del bosque nativo y particularmente, de la palma chilena, declarándola “Monumento Nacional”. Esta especie podría desaparecer durante el presente siglo, según advierten.

Palmar «El Salto» (Crédito: Patricio Novoa Quezada, Fickr)

Tras el megaincendio ocurrido en el Santuario de la Naturaleza “Palmar El Salto” y el Parque Kan-Kan de Viña del Mar, con un saldo de 125 hectáreas afectadas, 5 mil viviendas destruidas y 1700 palmas chilenas arrasadas por las llamas, científicas y científicos realizaron un llamado a fortalecer la institucionalidad ambiental de Chile para la protección del bosque esclerófilo y la palma chilena  frente a un escenario adverso para su conservación.

Este emplazamiento estuvo liderado por las y los integrantes de la “Iniciativa Intercentros Bosque Esclerófilo y Cambio Global”, pertenecientes al Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES). Este grupo de investigadores inició un trabajo conjunto a fines del 2019, con el fin de estudiar a este bosque de Chile central -en el que habitan especies como el boldo, quillay, peumo, litre y espinillo- y buscar herramientas conjuntas para promover su conservación, desde una perspectiva socioecológica.

“El lamentable incendio ocurrido recientemente en Viña del Mar, nos preocupa enormemente. Chile central es la zona con más habitantes del país y sus ecosistemas son uno de los más vulnerables y amenazados del país y el mundo. En ese contexto, la fuerte disminución de las precipitaciones junto con el aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor y el uso irregular de áreas naturales con importancia para la conservación biológica (palmares y bosque esclerófilo) han generado un alto nivel de vulnerabilidad a este singular ecosistema. La condición de alto estrés disminuye la capacidad de recuperación del bosque frente a eventos de perturbación como los incendios forestales”, explica Cristián Delpiano, investigador del IEB e integrante de la Iniciativa Intercentros.

“Las especies del bosque esclerófilo están adaptadas a periodos secos, pero la actual megasequía ha presionado los umbrales de tolerancia a la sequía, generando un pardeamiento generalizado de las copas de los árboles en miles de hectáreas de bosque entre la región de Valparaíso a O’Higgins. A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y generando incendios de grandes dimensiones”, señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera.

En el contexto del último megaincendio en Viña del Mar, donde se quemaron cientos de palmas chilenas centenarias las y los integrantes de esta agrupación declaran la urgencia de aumentar el nivel de protección legal para esta especie y para el bosque esclerófilo en su conjunto. El llamado de urgencia radica en que bajo el actual contexto de rápidos cambios globales los bosques de palma chilena podrían extinguirse dentro del presente siglo. Por otro lado,  este tipo de ecosistemas tienen un bajo (y casi nulo) potencial de recuperación bajo el actual escenario de crisis climática, generando una alta incertidumbre en los resultados de restauración post-incendio. La dificultad para recuperar estos ecosistemas radica en las características reproductivas y ecológicas de la palma, pero además por la alta presión antrópica sobre sus frutos y el impacto de especies invasoras.

(Crédito: Claudio Alvarado Solari, Flick)

Junto al impacto de los incendios forestales sobre la flora y fauna, el aumento en su frecuencia e intensidad también afecta fuertemente a los suelos, especialmente su capacidad de almacenar agua y carbono, y su rol como hábitat de millones de especies. Los incendios además pueden acelerar indirectamente procesos erosivos al perderse la cubierta vegetal que los protege de la lluvia, por lo cual es fundamental recuperar la cobertura natural del suelo, dentro de las prácticas de restauración de bosques incendiados. “Cubrir el suelo, por ejemplo, con mantillos naturales o enmiendas orgánicas que se pueden obtener de la misma zona afectada, mejora su contenido de materia orgánica y capacidad de retener agua, lo que es fundamental para sostener la re-vegetación de las zonas afectadas”, declara Claudia Rojas, académica de la Universidad de O’Higgins, investigadora CAPES y miembro de la Iniciativa. Sin embargo, “la prevención de incendios es prioritaria, ya que el proceso de recuperación de un ecosistema de tipo Mediterráneo es lento. Por ejemplo, la biodiversidad y actividad biológica del suelo del bosque esclerofilo afectado por los incendios de 2017 hasta la actualidad muestra huellas de la ocurrencia de estos eventos, a pesar de que la vegetación se ha ido recuperando en estos años, el ecosistema de bosque en su conjunto aún no lo ha hecho”, culmina la doctora Rojas.

Recomendaciones y ejes de acción

Las y los integrantes de esta iniciativa declaran que para efectuar las acciones correctas, la sociedad debe asumir que Chile central y sus ecosistemas están muy vulnerables producto de la megasequía. Y que en vista de la crítica situación, es urgente avanzar en una estrategia que aborde las causas del problema, y dé la oportunidad de conservar y recuperar el bosque esclerófilo y palma chilena mediante cinco ejes de acción.

  1. Focalizar la asignación de presupuesto en áreas protegidas administradas por CONAF, para fortalecer los protocolos y planes de prevención de incendios forestales en áreas con alto valor ecológico (refugios biológicos ante incendios).
  2. Avanzar en el proceso legislativo para declarar a la especie Jubea chilensis (palma chilena) en la categoría de “Monumento Natural”. Esta categoría permite que CONAF controle y otorgue de forma restrictiva los permisos de explotación de individuos vivos, la habilitación de terrenos donde se encuentren palmas chilenas y la aprobación de Planes de Manejo Forestal sólo para objetivos de conservación.
  3. Avanzar en la preparación de la ficha técnica para modificar la clasificación actual de Jubaea chilensis de “En peligro” a “En peligro crítico”. La ficha debe ser presentada al Comité de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) para su consideración en el próximo proceso de clasificación de especies (N°20/2023).
  4. Crear nuevas áreas protegidas privadas y del Estado (SNASPE) para incrementar la representatividad de ecosistemas cuyas especies se encuentran categorizadas como vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. En el caso de la superficie de bosques de palma chilena, la propuesta apunta a incrementar su área de protección de un 60% (actual) a un 100% (15.085 ha, según el último Catastro de Bosque Nativo, CONAF).
  5. Promulgar el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y el Servicio Nacional Forestal (SENAFOR), que permite modernizar la institucionalidad ambiental y ejecutar las regulaciones e instrumentos necesarios para conservar la biodiversidad.

Texto: Comunicaciones IEB

Lagartijas en ambientes hostiles, Parte 1: La lagartija más austral del mundo

Todos quienes hemos visto lagartijas, normalmente las encontramos en lugares cálidos y soleados, tal como dice el dicho “tomando el sol como lagartija”. Por eso es extraño pensar que también pueden habitar en lugares fríos, húmedos y en ambientes tan hostiles como la montaña o la Patagonia. En esta oportunidad les hablaremos de una de ellas, la lagartija magallánica.

Lagartija Magallánica (Crédito: Vicente Valdés, iNaturalist)

Liolaemus magellanicus es la lagartija más austral del mundo, posee un cuerpo esbelto de entre 5 y 6 cm entre hocico y cloaca, y su color varía entre el gris y el verde oliváceo. Las hembras son ovovivíparas, es decir, sus huevos se desarrollan dentro de su cuerpo hasta la eclosión, tiene camadas de 5 crías en promedio y pueden retener el embarazo durante 1 año, para que las crías puedan nacer en verano. Son principalmente insectívoras, pero también pueden alimentarse de vegetales. Se distribuyen en la Patagonia chileno-argentina, en Magallanes en los sectores continentales y en el archipiélago de Tierra del Fuego.

Fabián Jaksic, zoólogo, ecólogo, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2018 y director de CAPES, es además magallánico de nacimiento, por lo que conoce a este reptil desde que era niño. Uno de sus últimos trabajos es “Historical account and current ecological knowledge of the southernmost lizard in the world, Liolaemus magellanicus (Squamata: Liolaemidae)”, publicado en la Revista Chilena de Historia Natural, donde hace una revisión del descubrimiento, distribución, biogeografía y ecología de esta lagartija, proponiéndola como modelo de estudio por sus especiales características.

Lagartija modelo

Conversamos con él y lo primero que preguntamos es ¿Qué es un modelo de estudio animal? El profesor nos explica que “en ecología, un modelo de estudio es aquel tipo de animal u otro organismo que permite responder expedita y claramente preguntas concretas de un investigador. Por ejemplo, para estudiar conductas en terreno son mejores modelos las aves diurnas que los roedores nocturnos. Las lagartijas son muy buenos modelos para estudiar cómo ellas logran ejecutar sus estrategias de historia de vida. Por ejemplo, cómo, cuánto, y cuándo reproducirse. Qué comer, a qué hora estar activas y dónde refugiarse de las condiciones climáticas o de sus depredadores. O cómo mantener una temperatura corporal que les permita vivir, crecer, encontrar pareja, reproducirse y cuidar su prole”.

Específicamente acerca de porqué la lagartija magallánica sería un buen modelo de estudio nos cuenta que debido a que “es la más austral del mundo y vive en un ambiente muy frío para la mayoría de los reptiles, lo que hace preguntarse cómo logra sobrevivir y mantenerse por miles de generaciones en un ambiente poco productivo en comida y climáticamente desfavorable. Además, dado que hay una población en el continente y otra en la isla grande de Tierra del Fuego, se abre la pregunta de si esas poblaciones separadas por el estrecho de Magallanes por miles de años han divergido en su genética y sus atributos morfo-funcionales y conductuales”. 

Parte de su investigación fue sobre el descubrimiento de esta especie de reptil, donde consignó que el explorador británico Charles Darwin, que estuvo en territorio chileno entre 1832 y 1835, no vio ninguna lagartija en la Patagonia, por lo que afirmó que en la zona no había reptiles, y no se registró su presencia sino hasta 1847. “En defensa de Darwin, debe hacerse notar que no visitó Magallanes continental ni la isla grande de Tierra del Fuego. Su encuentro con la Patagonia austral fue en torno al canal Beagle y pequeñas islas aledañas en donde hasta hoy no se conoce la existencia de reptiles. La lagartija magallánica fue primero descubierta en Magallanes continental por Hombron y Jacquinot, en la península de Brunswick y posteriormente en la parte norte de Tierra del Fuego por Cunningham. Yo tuve la oportunidad de descubrirla en la parte central de la isla, cerca de Onaisín. Nadie las ha encontrado más al sur en la parte chilena”, comenta el investigador.

Las observaciones que se han realizado en terreno indican que Liolaemus magellanicus es más común en el área continental que en la insular, siendo más escasa en Tierra del Fuego, pero Jaksic señala que “no se puede decir que la lagartija magallánica sea más abundante en el continente que en la isla grande; nadie ha medido su abundancia y eso es un asunto pendiente. Mi impresión es que son más densas (abundancia partida por área) en Tierra del Fuego que en Magallanes continental, pero esto debe ser verificado haciendo mediciones cuantitativas”.

(Crédito: Claudio Reyes, iNaturalist)

Habitantes del frío

Las lagartijas, como todos los reptiles, son animales ectotermos, es decir, su temperatura corporal depende del ambiente, por lo que normalmente restringen su actividad a los momentos en que la temperatura ambiental es adecuada para ellos, para poder ahorrar energía. Esta característica tiene ventajas y desventajas, entre las primeras está que los ectotermos no necesitan comer todos los días como muchos de los mamíferos, los humanos entre ellos, que requieren de la energía que les proveen los alimentos para regular su temperatura corporal y realizar sus funciones. Entre las desventajas para los reptiles está que muchos de estos animales no pueden vivir en ambientes muy fríos o húmedos, pero la lagartija magallánica es una excepción, ya que sí se ha adaptado al frío y al viento patagónico. ¿Cómo lo hace?

Entre las estrategias de la lagartija magallánica para sobrevivir en el fin del mundo austral, Jaksic nos enumera: (a) Retener sus huevos hasta que sus crías están completamente formadas y capaces de desplazarse y comer en el ambiente externo. (b) Buscar microhábitats en que la temperatura es más alta que la del aire y así poder calentarse. (c) Alimentarse no solo de insectos y arácnidos sino de hojas y brotes vegetales. (d) Adoptar una coloración y diseño crípticos que la proveen de camuflaje ante sus depredadores. Estas adaptaciones convierten a este reptil en una especie digna de mayor atención por parte de los herpetólogos de Chile y el mundo.

Esta recopilación sobre los estudios en Liolaemus magellanicus, tiene varias conclusiones y algunas perspectivas para investigaciones futuras, en palabras del zoólogo y ecólogo, “de mi publicación queda claro que la lagartija magallánica puede ser propuesta como un modelo animal que sirve para probar hipótesis sobre: (a) Estrategias de asignación de recursos para hacer frente a un entorno hostil que ofrece oportunidades limitadas para buscar alimento y realizar actividades reproductivas. (b) Estrategias conductuales para hacer frente a la termorregulación, la alimentación, la adquisición de pareja y el cuidado de la descendencia. (c) Su lugar dentro de la red alimenticia más bien empobrecida de la cual esta especie forma parte. Además, por ser una especie evolutivamente nueva, que persistió en refugios glaciares antes de dividirse en una subpoblación continental y otra isleña, ella ofrece una base fértil para realizar estudios de genética de poblaciones y poner a prueba hipótesis filogeográficas y evolutivas”. Fabián Jaksic finaliza comentando que “pienso que tanto biogeógrafos, como sistemáticos, evolucionistas, fisiólogos y ecólogos deberían interesarse más en esta especie por su posición única en los márgenes más sureños de nuestro cambiante mundo”.

(Crédito: Roberto Güller, iNaturalist)

Texto: Comunicaciones CAPES

CAPES estrena afiche que muestra los superpoderes del churrete costero

El pasado miércoles 11 de enero, en la sala Bordemar de la Casa de la Cultura de Algarrobo, se llevó a cabo el lanzamiento del afiche infográfico “Churrete Costero: degustador de agua salada”, producto gráfico que resume parte de la investigación en esta ave que ha desarrollado el profesor Pablo Sabat, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile e investigador en el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES.

El Cinclodes nigrofumosus, o churrete costero, es un ave endémica de nuestro territorio que vive en el litoral entre Arica y Valdivia. A pesar de no ser un ave playera y no tener las adecuaciones físicas para consumir agua y animales marinos, el churrete costero se las ha arreglado para habitar en este salado ecosistema. ¿Cómo lo hace? Es la pregunta que ha estado investigando Pablo Sabat y su equipo y que expuso en una jornada de comunicación de la ciencia en la Región de Valparaíso durante enero de 2023.

La actividad contó con el apoyo del Departamento de Medio Ambiente de la Municipalidad de Algarrobo, a través de su directora Daniela Yáñez y tuvo un gran marco de público interesado en conocer un poco más sobre el Cinclodes nigrofumosus. Ellos y ellas tuvieron la oportunidad de escuchar charlas breves sobre este paseriforme, la avifauna de Algarrobo y el proceso de creación de un afiche infográfico y luego participaron de una jornada de observación de aves en el humedal San Jerónimo de Algarrobo.

En primer lugar, el profesor Sabat expuso acerca de este particular “pajarito”, como se les nombra comúnmente a los paseriformes, que posee una capacidad asombrosa: es un ave terrestre que habita en la zona costera, sin contar con las adaptaciones especializadas, como por ejemplo la glándula de la sal, de las aves marinas para vivir y nutrirse de especies con alto contenido salino. Pablo Sabat explicó que una de sus estrategias para lograrlo es su “súper riñón”, que es más grande y contiene más conos medulares, unas estructuras que permiten concentrar la orina y eliminar el exceso de sal de su sangre.

También comentó sobre la metodología empleada en la investigación, que  corresponde al proyecto Fondecyt Regular N° 1200386 “The cost of hydration: Physiological and environmental determinants of producing metabolic water in passerines along an aridity gradient in a coastal desert” (“El costo de la hidratación: Determinantes fisiológicos y ambientales de la producción de agua metabólica en paseriformes a lo largo de un gradiente de aridez en el desierto costero”), y que mide el presupuesto hídrico de los animales, determinando los porcentajes de agua metabólica (la producida al interior de las células del organismo) y de agua ingerida de estos pájaros, cuya proporción cambia según la latitud y la altitud a la que viven los churretes.

Acerca de la importancia de involucrar a la comunidad en la comunicación de los resultados de las investigaciones científicas, el ecofisiólogo afirma que “la comunicación científica es uno de los aspectos más gratificantes del quehacer de un investigador. Estas actividades permiten a la sociedad acceder a los avances y descubrimientos científicos, de una manera directa y de primera mano, generando un compromiso y potenciando el interés del público por nuestro entorno.  En el caso de nuestra disciplina, estas actividades permiten a la sociedad y especialmente a las comunidades locales, conocer algunos aspectos únicos de nuestra biodiversidad generando conciencia acerca de la necesidad de su cuidado  y protección”.   

Posteriormente, Isaac Peña Villalobos, investigador postdoctoral en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, presentó la charla “Avifauna de los ecosistemas de Algarrobo”, en que describió los ambientes naturales que rodean la zona realizando un repaso de cómo ha cambiado el paisaje desde el siglo XIX. Peña puso un énfasis especial en las aves que viven allí o que usan los humedales casi como verdaderas “estaciones de servicio”, para descansar y abastecerse durante sus largos viajes migratorios, relevando la necesidad de conservar y proteger estos parajes.

Ante la pregunta de por qué es necesario que la comunidad conozca los ecosistemas que los rodean y la fauna que los habita, el biólogo y doctor en Ciencias señala que “el conocer la biodiversidad que nos rodea, permite identificar los elementos que conforman el paisaje que habitamos. Luego, si este conocimiento se enmarca en las particularidades de las especies, su historia, funciones y relaciones, se puede alcanzar una valoración en múltiples dimensiones («esa ave dispersa semillas», «esa especie controla roedores», «ese árbol sólo existe en Chile», etc.), que en última instancia podría tributar a la concientización y al desarrollo de acciones de conservación y el cuidado del ambiente”.

La sección expositiva finalizó con Francisca Veas, ilustradora científica y profesora de diseño, quien nos explicó cómo fue el proceso de realización del afiche infográfico sobre el churrete costero, el trabajo interdisciplinario entre ciencia, comunicación y diseño para llegar a una pieza gráfica que pueda ser entendida y apreciada por todos y todas y que los asistentes pudieron llevarse a su hogar.

Acerca de este proyecto, Francisca comentó que “el trabajo multidisciplinario, se aborda a través de las etapas de intercambio de saberes entre comunicaciones, ciencia y arte. El proceso conlleva comunicación entre científico, periodistas y artista. El científico en este caso, manifiesta y nos muestra su investigación, para que luego periodistas (o editores) generen un texto acorde a un lenguaje más universal y breve que la ilustración representará. La extensión de los textos es previamente acordada. En esta etapa -en paralelo-, se lleva a cabo la generación de imágenes, la que tiene un rol clave ya que permite también, una reedición de los textos, ya que éstas comunican de forma paralela al texto o son un complemento a este. Así se logra un dispositivo multidisciplinar de comunicación de ciencias”.

Finalmente, los participantes se dirigieron caminando hacia el humedal San Jerónimo para observar, guiados por Isaac Peña y acompañados por Felipe Celedón de la Fundación Kennedy, algunas de las aves que habitan este ecosistema, como la tagua, el pato rana pico delgado, el pato yeco, el pelícano, el cisne coscoroba, el trile, el queltehue, la gaviota y la golondrina.

Una experiencia que disfrutaron personas de todas las edades, vecinos y turistas de Algarrobo, que pudieron conocer, de primera mano, los resultados de una investigación de científicos chilenos sobre un ave endémica de este territorio y sus cualidades únicas, que la hacen un modelo de estudio para revisar las adaptaciones que están desarrollando algunos animales para vivir en un mundo cada vez más árido y con temperaturas en aumento, en el contexto del cambio climático global.

Texto: Comunicaciones CAPES

Francisco Bozinovic Kuscevic (1959-2023)

Créditos: El Mercurio

Francisco Bozinovic Kuscevic, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020, y subdirector del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, ha fallecido la madrugada de este domingo 1 de enero, producto de un cáncer, a la edad de 63 años.

El Dr. Bozinovic fue un destacado biólogo y ecólogo, reconocido tanto en Chile como en el extranjero. Nacido en Punta Arenas el 6 de junio de 1959, y nieto de inmigrantes serbio-croatas (ex yugoslavos), arribó a Santiago en 1978 para cursar sus estudios de Ciencias, con mención en Biología, en la Universidad de Chile. 

Interesado desde temprano en estudiar los múltiples aspectos teóricos y experimentales de la biología animal comparativa y las complejidades de la diversidad biológica en todos sus niveles de organización, concluyó sus estudios formales en 1988, al recibir su doctorado en la misma universidad, como parte del equipo de investigación del Prof. Mario Rosenmann.

El Dr. Bozinovic fue académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica entre 1996 y 2022.

Durante sus años en la Casa de Bello comenzó su amor por una de las especies que marcarían su trayectoria científica y académica, el monito del monte, un mamífero marsupial endémico de los bosques templados del sur de Chile. En 2016, una nueva especie de este género fue bautizada en su honor por la revista Journal of Mammalogy: el Dromiciops bozinovici o “Monito del monte de Pancho”.

Con más de 30 años de trayectoria en el campo de la biología evolutiva, el Dr. Bozinovic se destacó por haber iniciado y desarrollado un nuevo paradigma científico al interior de este campo, conocido hoy como Biología Integrativa. Éste innovador enfoque reúne saberes de la fisiología, el medio ambiente y la biogeografía para un mejor entendimiento de las estructuras y comportamientos inherentes de los organismos vivos y la interacción con sus entornos.

En palabras de Francisco, esta nueva disciplina no mira la biología por partes, “sino como un conjunto. Para efectos operacionales, solemos dividirla en bioquímica, biología celular, molecular, fisiológica, del desarrollo, de poblaciones o de comunidades. Pero la idea es tener la concepción de que los organismos son un organismo completo que interactúa con el ambiente, que no es separable.”

Francisco Bozinovic, junto al entonces ministro de Ciencias, Andrés Couve, durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Ciencias 2020, en el MIM.

En un comunicado emitido por la Facultad de Ciencias Biológicas UC, el decano de la institución, Dr. Juan Correa, expresó sentir “pesar de saber que este desenlace llegaría. Aún no logro asimilar que el momento llegó y que Pancho no estará en cuerpo con nosotros. Como amigo y como Decano, he estado acompañando día a día a Pancho y su familia y les he transmitido todo el cariño que muchos le han enviado. Por ahora, sólo nos queda acompañarlos en el dolor y ofrecerles el cariño y acogida que Pancho siempre nos entregó”.

El Prof. Bozinovic es autor y co-autor de más de 350 artículos científicos en revistas de corriente principal, como Nature, Proceedings of the National Academy of Sciences y Ecology Letters, y cerca de 20 libros y capítulos de libros, entre los que se encuentra la primera publicación de su especialidad escrita en español, “Fisiología Ecológica & Evolutiva: Teoría y Casos de Estudio en Animales”.

A estos títulos, también se suma su trabajo en el campo de la divulgación científica, especialmente dedicado a la alfabetización de la ciencia en públicos infantiles y adolescentes con libros como “Ecopreguntas para niños curiosos” y “Biodiversidad para jóvenes diversos”.

Además de su vasta producción científica, el Prof. Bozinovic ha formado a incontables generaciones de biólogos y fisiólogos evolutivos, haciendo verdadera escuela en el área de la biología integrativa. De hecho, los 30 magísteres y doctorados formados directamente bajo el alero del investigador han generado a su vez a otros 40 investigadores, y éstos últimos a otros 10 “bisnietos académicos”, como Bozinovic gustaba en llamarles, a la fecha.

Entre sus principales galardones, está el haber recibido en el año 2020 el Premio Nacional de Ciencias Naturales, convirtiéndose en el científico número 15 en recibir este reconocimiento. En dicha oportunidad, el investigador habló de la importancia del trabajo colaborativo que siempre lo caracterizó: “Es un tremendo honor y reconocimiento de mi país, no solo a mi, sino a las personas que trabajan y han trabajado conmigo: alumnos, colegas, ayudantes”.

Dicho premio, entregado oficialmente en 2021 a causa de las restricciones asociadas a la pandemia, fue el pináculo de una serie de distinciones recibidas por Bozinovic a lo largo de su carrera, tales como su ingreso como miembro a la Academia Chilena de Ciencias (2006); la Medalla al Método Científico y Cultural de la Sociedad Croata de Magallanes (2006); el Premio Scopus a la Producción Científica (2008); el “Premio Patricio Sánchez” otorgado por la Sociedad de Ecología de Chile (2010); la beca Fellow de John Simon Guggenheim (2010); el reconocimiento de la John Wiley & Sons Library por uno de los cinco artículos más citados de 2016 y 2017 (2017); su adhesión a la Latin American Academy of Science (2019), y la distinción Profesor Honoris Causa de la Universidad Austral de Chile (2019).

Fue en esta última ceremonia de investidura, celebrada este año, cuando uno de sus antiguos alumnos y más estrechos colaboradores, el Dr. Roberto Néspolo, dijo de su mentor: “El Dr. Bozinovic pudo haber desarrollado una carrera exitosa en centros y universidades en el extranjero. Sin embargo, escogió desarrollar su quehacer en el país, formando una escuela y nuevos científicos. Actualmente la escuela de pensamiento de Francisco es un área activa de investigación que ha ganado importancia en la era del cambio global”.

Francisco junto a sus dos hijas, Emma y Catalina.

Por su parte, la coordinadora del área de Vinculación y Transferencia de CAPES, Dra. Francisca Boher, quien también se formó bajo el alero de Bozinovic, resumió el legado del investigador y la experiencia de haberlo conocido: “El aporte de Pancho en su disciplina es gigante. En su laboratorio, el cual fue mi lugar de trabajo por 10 años, no solo me formé como investigadora, sino también hice grandes amigos. Amigos que atesoro y que compartimos un vínculo fuerte y común. La red de amigos, estudiantes, científicos y científicas que Pancho formó y que actualmente trabajan y generan aportes importantes en diversos ámbitos, es a su vez una red de cariño, de relaciones personales y es Pancho un común denominador, una energía de activación que echó andar una máquina que no hace sino crecer y robustecerse. El legado que dejó Pancho en mí, no es solo académico sino también personal”.

Recientemente, el Dr. Bozinovic se desempeñaba como académico del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica de Chile (donde ingresó en condición de profesor asociado en 1996, y del que también había sido su director), y como subdirector e investigador principal del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC.

Justamente el director de CAPES, Fabián Jaksic, Premio Nacional de Ciencias Naturales y uno de sus más grandes amigos, le dedicó unas sentidas palabras desde Estados Unidos, lugar donde se encontraba al recibir la noticia: «Era un hombre sin dobleces y un alma noble. Ya lo echo mucho de menos y voy a dedicar mis mejores esfuerzos para resaltar su aporte generoso no solo a la ciencia sino a la humanidad. No solo por su formación de discípulos leales sino por su creación de amistades sinceras y eternas. Adiós mi querido Pancho: te has ido, pero no serás olvidado».

En otra de sus más apreciadas vetas, el biólogo integrativo ha sido un promotor activo de una ciencia y sociedades más inclusivas y conscientes de la diversidad de funciones presentes tanto en la naturaleza, como en nuestras comunidades humanas. Es en esta línea que impulsó y gestionó la creación del Centro Multidisciplinario UC – Síndrome de Down, del que fue subdirector hasta su muerte. La misión del centro es entregar investigación acerca de este síndrome y apoyo a las personas que viven con él, así como a sus familias.

El rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, también tuvo palabras de agradecimiento y aprecio por la figura de Francisco: “El Prof. Bozinovic es un referente en las ciencias biológicas y en la ecología, con más de 40 años dedicados a la comprensión del desarrollo animal y la interacción entre los animales y el medio ambiente. Ha dejado una huella imborrable en nuestra universidad y en la ciencia nacional y también mundial, con hallazgos y con publicaciones de calidad realmente superior. Junto a eso, en los últimos años, desarrolló en conjunto con la Dra. Macarena Lizama un aporte muy sustantivo que ha permitido que cientos de familias con niños y jóvenes con síndrome de Down hayan podido adaptarse mucho mejor a la sociedad, y nuestra sociedad adaptarse a la realidad de la gran belleza y enorme aprendizaje que nos entregan estos niños y jóvenes. La universidad ha tenido un aporte en Francisco que va a durar para siempre, porque su influencia en otras personas va a quedar como testimonio de su contribución académica. Estamos muy conmocionados con su partida, pero a la vez estamos muy agradecidos por todo lo que nos ha entregado”.

En más de una oportunidad el Dr. Bozinovic expresó que su meta última es “lograr una sociedad que responda positivamente a la diversidad entre las personas y a las diferencias individuales, siendo esta diversidad una oportunidad para vivir en un mundo mejor y sin barreras”.

El Dr. Bozinovic será velado desde este domingo en el cementerio Parque del Recuerdo, ubicado en la comuna de Huechuraba, mientras que su responso se celebrará este lunes 2 de enero, a las 13:00 hrs., en estas mismas dependencias. A Francisco le sobrevive su esposa, María José Fondón y sus dos hijas Emma y Catalina, a quienes, a nombre de todo CAPES, enviamos nuestras sinceras condolencias y más fraternos saludos en estos difíciles momentos.

El Prof. Bozinovic durante la entrega de la distinción de Doctor Honoris Causa en la U. Austral de Chile.

Texto: Comunicaciones CAPES

El conejo en Chile: pasado, presente y futuro de un incómodo inquilino

Un grupo de investigadores se propuso identificar las brechas y desafíos pendientes a la hora de orientar los esfuerzos de control y manejo de esta especie en nuestro país, considerada una de las 7 invasiones biológicas que más afectan los ecosistemas y actividades productivas locales.

Créditos: Henri Quatre.

Arañas, serpientes, ratones o mosquitos, son algunos de los animales a los que, justa o inmerecidamente, solemos identificar con la idea de peligro. Su sola mención en una instancia social provocaría escalofríos en más de un invitado. Por el contrario, en nuestro propio ranking de las especies más peligrosas o amenazadoras del planeta, es muy probable que el conejo se ubique bastante lejos de los primeros puestos. Un hecho que, de todos modos, no impidió que en 2014 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) declarara a este pequeño y peludo herbívoro como una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.

¿Pero, cómo es que un mamífero, en apariencia tan inofensivo, puede ser causa de alerta y preocupación en casi todos los países donde invade?

Historia de una invasión

En 1859 se introdujeron veinte parejas de conejos en el sureste de Australia generando una plaga de conejos que en 70 años se extendió por la mayor parte del continente. Aquí, una congregación de conejos bebe agua de una poza en un valle totalmente desprovisto de vegetación (Wikimedia Commons).

Para la ecología, una especie es considerada “invasora”, cuando se expande a un nuevo territorio de forma permanente, aumentando su densidad poblacional y ocupando todos los hábitats favorables que se encuentren disponibles.

El conejo, también conocido como conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) ciertamente cumple con esa descripción. Originalmente nativos de la Península Ibérica, el sur de Francia y el noroeste de África, estos mamíferos se han propagado exitosamente por casi todos los rincones del globo; hoy, son considerados una especie invasora en Argentina, Australia, Canadá, Colombia, Cuba, Egipto, Alemania, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Polonia, Rusia, Estados Unidos, Uruguay, y desde hace casi dos siglos, en Chile.

“Los conejos son invasores eficientes capaces de colonizar desde matorrales semiáridos hasta bosques templados, debido a su adaptabilidad para explotar recursos alimenticios variados”, nos cuenta la Dra. Paola Correa, ecóloga del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y autora principal de un reciente estudio que revisó y compiló la investigación existente sobre el conejo europeo en Chile, y comparó este conocimiento con la experiencia de Australia, otro de los países afectados por este lagomorfo.

Correa, junto a otros miembros del CAPES e investigadores de la Universidad de Chile, la Corporación Nacional Forestal CONAF, y la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO) en Australia, se propusieron identificar las brechas y desafíos a la hora de orientar los esfuerzos de control y manejo de esta especie en Chile, considerada una de las 7 invasiones biológicas que más afectan los ecosistemas y las actividades productivas locales.

O. cuniculus arribó por primera vez al país a mediados del siglo XVIII, aunque no se reportó como una especie naturalizada hasta 1884. Si bien en un comienzo su crianza fue vista como una fuente ingresos gracias al comercio de su piel, pelaje y carne (entre 1910 y 1984, Chile exportó más de 4 millones de pieles de conejo) “los sistemas deficientes de cierre y mal manejo de las conejeras llevó a que muchos individuos escaparan a ambientes naturales, contribuyendo a su dispersión, aumento poblacional y transformación en una especie dañina” explica la investigadora.

Hacia 1970, los conejos ya ocupaban alrededor de 3 millones de hectáreas de suelo chileno, con densidades que fluctuaban entre los 1 y 10 conejos por hectárea. Actualmente, están distribuidos entre las regiones de Atacama y Los Lagos, además de la región de Magallanes, donde, aparte de ocupar parte de su territorio continental, también han sido hallados en la Isla Grande de Tierra del Fuego y en algunas islas de ese archipiélago.

Un ejército voraz

Otro lugar especialmente afectado por la llegada de los conejos (a mediados de los años 30) es el archipiélago de Juan Fernández, ubicado 670 kilómetros al oeste de las costas de Valparaíso. “El Archipiélago Juan Fernández está catalogado como una reserva de la Biosfera desde 1977” comenta Correa, “y se lo ha reconocido como un ecosistema con un alto nivel de endemismo vegetal. Los conejos, se introdujeron en la isla de Robinson Crusoe en 1935, constituyéndose como una grave amenaza para un número importante de plantas endémicas, la dispersión de plantas exóticas y el aumento de la erosión del suelo. Hasta el día de hoy, los conejos siguen siendo difíciles de controlar en esta isla por su compleja topografía, la que dificulta la implementación de métodos convencionales”.

Los conejos también ejercen una fuerte presión en muchas especies de flora presentes en las islas Choros y Chañaral de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, en las regiones de Coquimbo y Atacama. Allí, los conejos han explotado una amplia variedad de plantas nativas, transformado el suelo a causa de sus actividades sobre y bajo tierra, y ocupado los espacios de nidificación de aves declaradas vulnerables como el pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti) y el yunco peruano (Pelecanoides garnotii).

El pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti), una de las especies desplazadas por la invasión del conejo. (Crédito: Andrés Bertens)

Pero, ¿qué hace al conejo una especie tan eficiente a la hora de invadir un nuevo territorio?

Paola Correa nos aclara que es su habilidad para adaptarse a varios tipos de ambientes, además de su alta capacidad reproductiva, lo que le da al conejo una ventaja competitiva en los lugares a los que arriba.

Su dieta, por ejemplo, es particularmente flexible; pueden alimentarse tanto de pastizales naturales como artificiales, brotes de arbustos, corteza de árboles boscosos y frutales, cactus, tubérculos, rizomas, flores y, en casos extremos, cualquier tejido vegetal, lo que les permite moverse por una variedad de ecosistemas. Asimismo, las hembras son capaces de tener de 6 a 8 gazapos por camada con dos o tres períodos reproductivos por año, un ritmo de reproducción que demanda una altísima cantidad de recursos.

Estas mismas cualidades son también las razones principales por las que esta especie resulta tan dañina para los ecosistemas que afecta, así como para la vida de campesinos y agricultores.

Entre sus impactos más negativos a nivel ecológico, los conejos interfieren con la estructura y funcionamiento de los ecosistemas que habitan, limitando la provisión de servicios a la flora y fauna locales. Alteran tanto la composición como la distribución espacial de los matorrales que consumen, impidiendo su renovación y regeneración. La palma chilena (Jubaea chilensis), el peumo (Cryptocarya alba) y la correhuela rosada (Convolvulus chilensis) son algunas de las especies impactadas por este herbívoro.

Un caso especial de preocupación ocurre en la zona central de Chile, hogar de uno de los cinco ecosistemas mediterráneos del mundo y uno de los 34 hotspots críticos de conservación del planeta: el bosque esclerófilo. Allí, “esta especie utiliza los espacios abiertos dentro de las áreas de matorrales (remanentes de bosque esclerófilo), modificando el paisaje a través del consumo de cobertura vegetal”, detalla Correa. “Como consecuencia, los conejos restringen el crecimiento de los matorrales nativos, mientras que los espacios liberados por herbivoría quedan ocupados por plantas exóticas”.

Algo similar acontece en Robinson Crusoe, isla compuesta por 131 especies endémicas de plantas que representan el 62% de la flora vascular nativa de todo el país. En esta región, los conejos han puesto en riesgo la sobrevivencia de estas plantas únicas a través de su consumo directo y el degradando el suelo donde crecen, mediante la construcción de madrigueras.

A estos daños, se suman los impactos que tiene esta especie invasora sobre distintas actividades productivas de gran y pequeña escala. Su presencia ha provocado pérdidas en la industria agrícola, ganadera, forestal y, posiblemente, al turismo. Por ejemplo, su conocida voracidad priva al ganado de decenas de hectáreas de biomasa vegetal para el pastoreo, y detiene el crecimiento de cultivos forestales (también exóticos) como el pino y el eucaliptus. De hecho, se calcula que más de 3.25 millones de dólares se pierden cada año a causa de los impactos negativos del conejo.

¿qué hace al conejo una especie tan eficiente a la hora de invadir un nuevo territorio? La Dra. Correa aclara que es su habilidad para adaptarse a varios tipos de ambientes, además de su alta capacidad reproductiva.

Éxitos y fracasos

En su estudio, publicado en la revista Biological Invasions, Correa y su equipo también contrastaron los intentos históricos en Chile y Australia por controlar las poblaciones de conejo. “Se eligió a Australia como caso comparado por la similitud funcional de sus ecosistemas con aquellos de la cuenca mediterránea chilena, y por tener éxito en el control del conejo”, escriben los autores “”.

Así, los investigadores descubrieron las similitudes y diferencias en la manera en que ambos países han lidiado con esta especie, traída a Australia por los colonos que arribaron a Tasmania y a la Bahía Botany a finales del 1800. Al igual que en Chile, y pese a los esfuerzos por frenar su expansión (por ejemplo, con la legalización de su caza para usos comerciales), para 1880 los conejos ya alcanzaban los 500 millones de individuos en el continente oceánico, lo que obligó a las autoridades australianas a probar nuevos métodos de control y manejo.

Uno de estos métodos fue el uso del virus Myxoma como un potencial agente de control biológico. Este patógeno, causante de la enfermedad conocida como Mixomatosis, es transmitida de conejo a conejo a través de insectos, y sólo afecta de forma seria a miembros de la familia de los lepóridos (conejos y liebres). La introducción del Myxoma en Australia permitió la reducción sostenida del número de conejos durante décadas, la que sólo fue frenada cuando nuevas generaciones de lagomorfos desarrollaron una resistencia genética al virus.

En Chile, el virus del Myxoma también ha sido empleado como agente de control del conejo. En 1954, por ejemplo, una cepa de este agente fue liberado en el archipiélago Tierra del Fuego, afectando notablemente a las poblaciones de conejo. Esto, a pesar de que no había presencia de insectos que pudieran diseminar el virus entre las comunidades.

De hecho, es justamente en las islas donde más han tenido éxito los intentos nacionales por controlar a este invasor; contigua a Robinson Crusoe, la isla de Santa Clara en Juan Fernández vio erradicada su población de conejos a comienzos de la década del 2000, gracias a una serie de medidas de control convencionales que incluyeron el uso de fumigantes en madrigueras, la legalización de la caza, la depredación natural, y el trampeo. Estas medidas, sin embargo, no han funcionado en territorio continental, donde el avance del conejo, hasta ahora, se mantiene inalterable.

Para Paola Correa, quien es parte de un proyecto liderado por CAPES, CONAF y la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Chile (FAVET) cuyo principal objetivo es promover la investigación y gestión coordinada de los esfuerzos por contener a esta especie, el poco éxito obtenido en controlar la invasión del conejo tiene que ver con los vacíos que aún tenemos respecto de sus dinámicas y valoración económica de los impactos reales. “En Chile, los impactos de esta especie han sido abordados principalmente desde una perspectiva ecológica-comunitaria. Hace falta investigación aplicada para mejorar las políticas públicas y el manejo eficiente del conejo. Para avanzar en esta dirección, es urgente determinar con mayor precisión la distribución geográfica actual del conejo en Chile, realizar mediciones y seguimiento de su abundancia poblacional y determinar los principales factores que afectan su dinámica espacio temporal” aclara.

Para la investigadora, también es necesario comprender mejor los efectos del conejo sobre los ecosistemas naturales y agroecosistemas chilenos, para así evaluar sus impactos económicos sobre la biodiversidad y la producción agrícola. Por último, señala, “es fundamental investigar otros factores que influyen de manera importante en la dinámica poblacional del conejo, tales como los virus y patógenos que podrían frenar su propagación, determinando su presencia, prevalencia, virulencia, y la correspondiente inmunidad del conejo frente a estas enfermedades, las que, potencialmente, podrían ser utilizadas como herramientas de control de esta especie en Chile”.

Texto: Comunicaciones CAPES

Los 12 anfibios que podrían extinguirse producto del cambio climático

Científicas y científicos de la Universidad Austral, el Centro Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y el Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, entre otras instituciones, desarrollaron investigación que evalúa el complejo escenario para la conservación de estos animales.

El sapo de Mehuín (Insuetophrynus acarpicus), uno de los anfibios más amenazados del bosque valdiviano y la especie endémica con la mayor historia evolutiva acumulada. (Créditos: Valeria Ochoa)

Por tratarse de organismos ectotermos, es decir, que dependen de las condiciones externas de su ambiente para regular su temperatura, los anfibios son uno de los grupos animales más vulnerables a los embates del cambio climático. Más aún, si consideramos su crítico estado de conservación; con la mitad de sus especies actualmente en riesgo de extinción, son un verdadero emblema de la acelerada pérdida de biodiversidad que sufren hoy los ecosistemas del planeta.

Sin embargo, pese a lo precaria de su situación, poco se sabe de los efectos puntuales que supondrá el aumento de las temperaturas globales para el futuro de los anfibios. Y si esto es cierto en el mundo, más aún lo es en Chile, país que cuenta con más de 60 especies nativas pertenecientes a este grupo taxonómico.

Para suplir dicho vacío, un grupo de investigadores nacionales liderados por el ecólogo de la Universidad Austral de Chile, Leonardo Rodríguez, evaluó los impactos actuales y futuros del cambio climático sobre la biodiversidad de los anfibios nacionales, específicamente, aquellos presentes en uno de los hotspots de conservación más importantes del planeta: el bosque lluvioso valdiviano.

El trabajo, publicado recientemente en la revista Biodiversity and Conservation, contó además con la participación de investigadoras e investigadores del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, entre otras instituciones.

Entre sus principales resultados, los científicos estimaron que al menos 12 especies de anfibios reducirán de manera permanente sus áreas de distribución en los próximos 30 a 50 años, volviéndolas más proclives a sufrir eventos de extinción.

Una historia amenazada

El bosque siempreverde valdiviano, una de las 35 áreas de conservación terrestre más importantes a nivel global (Créditos: Jardín Botánico Nacional)

El bosque valdiviano es una ecorregión de más de 3 mil kilómetros de longitud al sur de Chile que comprende una gran variedad de ecosistemas, formaciones vegetales y climas. Considerada una de las 35 áreas de conservación terrestre más importantes a nivel global, la zona es hogar del mayor número de especies anfibias del país. Así, al menos, lo confirmaron las 40 especies identificadas por el equipo de investigación en dicho territorio; alrededor de dos tercios del total presente en Chile.

A partir de las especies identificadas, las y los investigadores lograron estimar la diversidad filogenética de 27 de ellas, pudiendo no sólo conocer la historia evolutiva de estos animales, sino también proyectar el destino de sus poblaciones en un contexto de cambio climático.

La diversidad filogenética es uno de los aspectos claves a la hora de evaluar la biodiversidad existente dentro de un ecosistema. Ésta, mide la cantidad de historia evolutiva acumulada al interior de una comunidad específica, es decir, el conjunto de adaptaciones genéticas que ha experimentado a lo largo de los años. La preservación de una alta diversidad filogenética al interior de una especie (o de un grupo de especies) maximiza la posibilidad de que esa especie cuente con un rasgo genético que asegure su supervivencia a futuro.

“Para entender este concepto debemos primero definir que se entiende por biodiversidad biológica, que es la variedad de formas de vida en los distintos niveles de organización, desde individuos hasta los diferentes ecosistemas“ comenta el académico de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, Marco Méndez, coautor del estudio. “Esta concepción no considera el componente histórico de la biodiversidad, por tanto, no incorpora preguntas como ¿cuánto tiempo ha pasado para que dos o más especies se hayan diferenciado? La diversidad filogenética incorpora este criterio, y establece métricas para medir este cambio”.

Para predecir los efectos futuros del cambio climático sobre la historia evolutiva de estas estas especies, los investigadores se basaron en dos posibles escenarios climáticos: uno “optimista”, donde las emisiones de gases de efecto invernadero (GEF) alcanzan su peak para el año 2040, y otro “pesimista” con un aumento continuo de las emisiones más allá de esas fechas. Los modelos de distribución generados a partir de estos escenarios, fueron elaborados usando un algoritmo de aprendizaje automático (machine-learning) y considerando variables bioclimáticas como predictores de distribución futura.

Así, los autores del estudio pudieron proyectar que, en cualquiera de los escenarios propuestos, todas las especies de anfibio analizadas cambiarán sus áreas de distribución hacia 2050, con una fracción de ellas incluso enfrentando la extinción. Este panorama, explican los expertos, conduciría inevitablemente a un declive en la historia evolutiva de Amphibia durante las próximas décadas.

“Los escenarios no son auspiciosos”, añade Méndez, “pues se observa una pérdida importante en la diversidad filogenética en todos los escenarios modelados. Algunas especies se van a extinguir y otras van a ir gradualmente declinando, especialmente en los sitios de mayor diversidad de anfibios, tanto por la migración de las especies de distribución centro-norte, como a cambios de la distribución de las especies del sur. También observamos que aquellas especies con rango de distribución más amplias se verían afectadas en menor medida”.

La rana jaspeada (Batrachyla antartandica), otra de las especies que, pronostican los expertos, verá reducido su rango de distribución a causa del cambio climático. (Créditos: Flavio Camus)

Olga Barbosa, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y coautora del estudio, también comenta al respecto. “El escenario para la biodiversidad del planeta frente al cambio climático es adverso, y los anfibios son probablemente la mejor representación de esta situación, dado sus requerimientos de hábitat y sus aspectos fisiológicos o conductuales”. En ese contexto, la científica advierte que, aunque los anfibios tienen capacidad de moverse en busca de hábitats adecuados, su movilidad es reducida frente a presiones antropogénicas de este tipo, por lo que esta búsqueda teórica de condiciones adecuadas para encontrar “nuevos hábitats y sobrevivir son sólo aproximaciones, y el escenario en realidad es muy adverso para la conservación”. 

Asimismo, los científicos anticipan un declive en la diversidad filogenética de estos animales dentro del área estudiada. Se predice, por ejemplo, que la especie endémica con los mayores valores de historia evolutiva acumulada, el sapo de Mehuín (Insuetophrynus acarpicus), se vuelva extinta para el 2070 de continuar la actual tendencia climática.

Pero I. acarpicus no será la única especie al borde de la extinción. De las 27 especies estudiadas, 12 verían reducidos sus rangos de distribución amenazando seriamente su supervivencia: se trata del sapo rojo (Eupsophus roseus); rana de hojarasca de párpados verdes (Eupsophus emiliopugini); rana del Catedral (Alsodes gargola); sapo de Miguel (Eupsophus migueli); sapo de pecho espinoso de Barrio (Alsodes barrioi); rana de pecho espinoso de Oncol (Alsodes norae); rana de pecho espinoso de Cordillera Pelada (Alsodes valdiviensis); rana jaspeada (Batrachyla antartandica); sapo terrestre de Valdivia (Eupsophus vertebralis); rana de Darwin (Rhinoderma darwinii); sapo esmeralda de la selva (Hylorina sylvatica), y el ya mencionado el sapo de Mehuín.

“Todo este escenario, implica la pérdida de millones de años de historia evolutiva, interacciones ecológicas y rasgos que se han ido especializando a través del tiempo”, asegura Barbosa.

Para los investigadores, este grupo debiera ser desde ya considerado extremadamente vulnerable al cambio climático, especialmente sabiendo que 5 de estas 12 especies se encuentran actualmente en riesgo de extinción.

Protección insuficiente

El estudio también evaluó la competencia de las áreas protegidas presentes en esta región para conservar la historia evolutiva de estos anfibios, revelando una preocupante incapacidad de las mismas para contener la diversidad y endemismo filogenético de estos organismos.

Esto, en parte, porque menos del 10% de esta región se encuentra bajo protección oficial de parte del Estado, sumado al hecho de que, a medida que avanza el cambio climático, este podría incrementar la diferencia espacial entre la distribución de las especies y las áreas protegidas ya establecidas.

Para Marco Méndez, “es conocido que las áreas protegidas no son efectivas para la protección de especies animales, pues la mayoría de las especies se distribuyen fuera de las áreas protegidas. En este sentido, nuestros resultados sugieren un papel muy menor en la conservación de la diversidad filogenética para los anfibios. De todos modos, los datos de este estudio incorporan nueva información que debe ser considerada  en la toma de decisiones asociada a la conservación de las especies anfibias”.

Rana de Darwin (Rhinoderma darwinii). (Créditos: Fabián Muñoz)

“A nivel mundial, las áreas protegidas son la principal herramienta para la conservación de la biodiversidad, pero frente a cambios en la dinámica de la distribución de especies, pueden resultar inefectivas a futuro. Por eso es preciso que, además de los esfuerzos públicos en aumentar las áreas de protección —como por ejemplo se ha logrado a partir de la nueva ley de humedales urbanos—, se pueda fomentar la conservación de terrenos privados. De esta forma, se pueden  sumar a las áreas protegidas existentes, nuevas áreas con las condiciones apropiadas para sostener y conservar la biodiversidad frente a estas presiones antropogénicas”, sostiene Olga Barbosa. 

Si bien los modelos predictivos auguran un incremento de la diversidad filogenética de anfibios al interior de las actuales áreas protegidas, ésta diversidad sólo representaría una fracción muy pequeña de la diversidad filogenética total del territorio estudiado. A la vez, como resultado de la acción generada por el cambio climático, las áreas protegidas serían incapaces de sostener las áreas de mayor endemismo, independientemente del escenario climático proyectado.

“Estos resultados subrayan la necesidad de mayor investigación para mejorar los procesos de toma de decisión en esta zona, considerando los riesgos potenciales de extinción de anfibios, la falta de protección del sistema de áreas protegidas, y la pérdida de historia evolutiva como un aspecto clave de la biodiversidad” concluyen los autores.

Texto: Comunicaciones CAPES e IEB