Primer “Desafío Naturalista Urbano” en Chile: catalogando la riqueza naturalHundreds of people cataloged the natural richness of their cities in the first «City Nature Challenge» held in Chile

La iniciativa, coordinada en nuestro país por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad UC, la Corporación Neguén y la Fundación Ciencia Ciudadana, convocó a familias, expertos y aficionados en un esfuerzo colectivo por catastrar la riqueza natural de sus propios ecosistemas urbanos, y de paso, valorar la variedad de formas, muchas veces inadvertidas, que habitan a su alrededor.

Sobre una loma alta rodeada de espinos, litres y quillayes, una colonia de hormigas cosechadoras (Pogonomyrmex) disfrutaba de una placentera tarde de abril en el cerro Altos de Chicauma, al interior de la cordillera de la Costa.

Famosamente precavidas, algunas de ellas se preparaban para el invierno llevando consigo semillas de gramíneas a un nido cercano, mientras que otras, en un intento de apareamiento rara vez captado por una cámara fotográfica, se lanzaban al vacío abrazadas a sus parejas desde las primeras ramas de un árbol.

Esta vez, sin embargo, sí hubo cámaras para inmortalizar el momento.

Daniela Bertens, estudiante de Biología de la Universidad Católica (PUC), y un grupo de miembros de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), se hallaban allí no sólo para registrar cada una de las especies que se encontraban en el camino, sino también para identificarlas y catalogarlas en una aplicación móvil especialmente creada para ello.

Todo, sin siquiera moverse de Santiago.

La presencia de Daniela y su equipo de exploradores en esa zona —50 kilómetros al noroeste de la capital— no era casual. La comitiva participaba del primer Desafío Naturalista Urbano realizado en Chile, una actividad internacional que entre los días 24 y 27 de abril hizo competir a los habitantes de dos ciudades del país—Santiago y Concepción— por cuál registraba e identificada la mayor cantidad de animales, plantas u hongos al interior de sus respectivas urbes.

Para Daniela, la instancia no sólo significó una oportunidad para ganarse un premio o conocer la enorme riqueza natural que la rodeaba, sino también la ocasión de aprender acerca de ella de manera colectiva: “lo que más rescato fue el ambiente de colaboración que se generó, ya que siempre hay personas que saben más que una dispuestas a compartir ese conocimiento”.

Es justamente ese ánimo de cooperación el que promueve iNaturalist, la aplicación móvil de registro y documentación de vida salvaje coordinadora del evento, y que es a la vez una exitosa red de ciencia ciudadana donde tanto expertos como aficionados catalogan diariamente la biodiversidad de sus ecosistemas locales sin más instrumento que sus teléfonos inteligentes y una conexión a Internet.

A la fecha, la plataforma cuenta con casi dos millones de usuarios y 26 millones de observaciones realizadas a lo largo del mundo, en tan sólo tres años de existencia.

“Si bien tengo experiencia realizando este tipo de catastros, antes me era difícil identificar la especie que registraba. Esta vez, la aplicación me permitió conectar con personas que sí conocen la especie y pueden identificarla”, relató Celeste Gómez, también estudiante de Biología de la PUC y una de las catalogadoras más prolíficas durante las cuatro jornadas de Desafío en Chile, con 102 observaciones realizadas.

En cuanto al Desafío, el primer intento por implementar esta iniciativa en nuestro país fue, en términos generales, una experiencia positiva: en la región Metropolitana participaron 144 identificadores (usuarios que designan el nombre y taxón de un especie descubierta) y 183 observadores, los cuales realizaron en total 2.421 registros. En el caso de Concepción, sólo 27 personas participaron del Desafío, con 133 observaciones contabilizadas.

De los resultados que arrojó el evento, resalta la distinta composición de fauna, flora y fungi existente entre una ciudad y otra. En Santiago, de las diez especies más reportadas, siete eran exóticas —es decir, animales, plantas u hongos no originarios de un ecosistema. En Concepción, por el contrario, la mayoría de las especies registradas eran nativas de la zona.

En opinión de Celeste, quien durante esos días se dedicó a observar diversas especies vegetales, este tipo de actividades nos recuerda el valor de aquellas formas de vida menos vistosas, las cuales proliferan por todos los rincones de la ciudad. “Cuando vemos una planta, la mayoría de las veces creemos que es sólo una planta, pero la verdad es que dentro suyo hay un montón de individuos —hormigas, gusanos— que cohabitan con ella y dependen de ella.

Para la estudiante de pregrado, ese saber es fundamental para valorar la vida que nos rodea: “conociendo, uno puede cuidar, y tal vez, en vez de plantar una rosa en el jardín de la casa, a la próxima uno plante un chilco, ayudando a más especies en el proceso”.

Daniela coincide en esa aseveración: “una vez que se conoce lo que hay alrededor, se comienzan a valorar más los beneficios que la naturaleza da a las personas. Proteger la flora y fauna —crear más áreas verdes, mayor conectividad entre ellas, podas conscientes, mejor convivencia con los animales urbanos— no sólo beneficia a plantas y animales, sino también a nosotros mismos”.

Erasmo Macaya, biólogo marino de la Universidad de Concepción y organizador del Desafío en esa ciudad, destacó el entusiasmo que generó la actividad en las personas, demostrando, a su parecer, que sí existe interés por conocer y apreciar nuestra biodiversidad urbana. Para Macaya, son justamente este tipo de proyectos los que mejor promueven dicho interés: “por nuestra parte, continuaremos con los talleres para que más personas puedan conocer la app de iNaturalist, organizar expediciones para obtener registros y preparar lo que será el Desafío del 2020, donde esperamos que más ciudades se sumen a la iniciativa”. 

Tanto Daniela como Celeste creen que sólo se necesita mayor difusión para darle masividad al evento. Ambas aseguran que el público potencial está ahí: “la gente cada vez parece estar más entusiasmada con la naturaleza, tanto adultos como niños. Es una gran oportunidad de compartir conocimiento y valoración por el ambiente que nos rodea”, comentó Daniela. 

“El ser humano es siempre curioso. Sólo necesita las herramientas que lo ayuden a apropiarse de lo que tiene”, concluyó Celeste.

Aquellos interesados en descargar la aplicación y salir a observar el mundo, pueden hacerlo durante todos los días del año descargando la aplicación desde Google Play o en el App Store de Apple.

[Crédito de foto: Daniela Bertens (Portada), Patrich Cerpa (Interior)]