Un desafiante estudio de economistas ambientales recopiló, analizó y sistematizó los datos de distintos sectores productivos que dependen del agua para calcular el costo de la megasequía en la zona central de Chile. Junto con llegar a la cifra de más de 1.200 millones de dólares, los investigadores desarrollaron un marco analítico para evaluar el costo económico de las sequías de largo plazo.
El cambio climático está intensificando y prolongando las sequías en distintos puntos del planeta, particularmente en lugares de clima mediterráneo, como California, Sudáfrica y Chile central. Las sequías normalmente corresponden a períodos en que se registran precipitaciones inferiores a la media durante dos o tres años, por lo que una sequía como la de la zona central de nuestro país, que ya dura más de una década, puede ser considerada una megasequía, fenómeno que presenta dinámicas naturales y humanas más complejas que las sequías de corta duración.
Un equipo de investigadores encabezados por Francisco Fernández (Universidad San Sebastián), con la participación de Felipe Vásquez (Universidad del Desarrollo) y Roberto Ponce (Universidad del Desarrollo), todos integrantes de la línea 7 de CAPES, publicó en la revista Journal of Environmental Management el artículo “The economics impacts of long-run droughts: Challenges, gaps, and way forward”, estudio que buscó calcular el costo económico de la prolongada sequía chilena y de paso, desarrolló un método de análisis nuevo.
“Si bien al comienzo la principal motivación para realizar esta investigación era poder determinar el impacto económico de la megasequía en la zona central del país desde el 2010 en adelante. A medida que avanzábamos, nos fuimos dando cuenta que estábamos frente a un escenario único escasamente revisado por la literatura”, señala Francisco Fernández. Con esto se refiere a que el cambio climático está alterando las características de las sequías tal como las conocemos, están siendo más duraderas, frecuentes y severas, y los impactos económicos de este nuevo tipo de sequías han sido insuficientemente analizados.
A partir de esta premisa es que el equipo de investigadores sugirió un “marco conceptual diferente para el análisis económico de sequías prolongadas, donde se hace necesario considerar otras variables que muchas veces los análisis clásicos de evaluación de impactos de sequía omitían”, explica Fernández. Estas nuevas variables a considerar son: la capacidad de infraestructura que cuenta un territorio para almacenar agua; la capacidad de agua almacenada (en embalses o acuíferos) y cómo se administra; las respuestas a corto plazo de los usuarios de agua para enfrentar la sequía en el momento; y las respuestas a largo plazo (pública y privada) generalmente asociadas a grandes inversiones, para responder al fenómeno
Economía ambiental, calculando el costo de una megasequía
La economía ambiental estudia el impacto de esta disciplina en el medio ambiente, la importancia del ambiente en la economía y además, busca la forma apropiada de regular la actividad económica para balancear y alcanzar objetivos ambientales, económicos y sociales. En este contexto, el primer desafío de los investigadores fue realizar una cuantificación del impacto económico de la megasequía en la zona central de Chile. “Pero luego, revisando la literatura, y especialmente después de escuchar una charla del profesor Michael Hanemann”, recuerda Francisco Fernández, “nos dimos cuenta de que estábamos en el lugar y momento preciso para poder aportar algo más: una sequía de más de 13 años en la zona central de Chile”. El profesor Hanemann se sumó a esta investigación que mantuvo el primer objetivo que era cuantificar el impacto económico de la megasequía en la zona central de Chile, y se añadió el desarrollo de un marco analítico que en la literatura no existía hasta ahora, “que nos permitió identificar, evaluar y discutir varios puntos que generalmente han pasado desapercibidos en análisis de impacto económico de sequías”, menciona Fernández.
Efectos de la megasequía en la economía chilena
La zona central de nuestro país, entre el sur de la región de Coquimbo y el Bío Bío donde viven alrededor de 10 millones de personas (casi el 78% de la población), posee un clima semiárido de tipo Mediterráneo, con estaciones marcadas y precipitaciones entre 100 y 1000 mm por año, concentradas mayormente en invierno, donde se forma una capa de nieve estacional que suministra agua al valle central durante los meses de verano.
Cada 5 a 10 años se presentan sequías moderadas con déficit de precipitaciones del 10% al 20%, pero a partir del 2010, se han sucedido años secos de manera ininterrumpida, con grandes impactos ambientales, económicos y sociales, lo que ha sido denominado como una megasequía.
Varios sectores económicos dependen del agua para su funcionamiento, como el agrícola, hidroeléctrico, forestal, turismo y por supuesto el suministro de agua potable urbana y rural. “Estos sectores fueron considerados según la importancia en términos de demanda y dependencia del recurso hídrico, como también de la importancia de tales sectores en la economía de la zona central. Sin embargo, a medida que avanzábamos y buscábamos datos e información para realizar nuestras estimaciones, tuvimos que enfocarnos netamente en tres de los sectores antes mencionados: Agricultura, Agua Potable Urbana y Agua Potable Rural. Para cada uno de estos sectores se estimaron los impactos de la megasequía en base a los datos recolectados”, indica Francisco Fernández.
Usando los datos recabados y aplicando el nuevo marco analítico ¿Cuál ha sido el costo total de la megasequía para Chile? “El costo total que estimamos para la megasequía considerando sólo estos tres sectores, no alcanza el 0,5% del PIB del país en el año 2020”, afirma el investigador, en el estudio se menciona que las pérdidas económicas ascendieron a casi 1202 millones de dólares, aunque “si bien se puede considerar una subestimación dada la omisión de otros sectores de la economía, estos 3 sectores representan la mayor parte de la demanda de agua del país, representando aproximadamente el 95% de la misma”.
Nuevo método de análisis para sequías prolongadas
El trabajo para llegar a esos números fue arduo. Para cada sector económico se construyó un método de evaluación específico, que incorporó la mayor cantidad de datos disponibles. Por ejemplo, parte del análisis del sector agrícola se realizó a través del modelado de programación matemática, en que se utilizaron estadísticas nacionales sobre superficie cultivada, precios, rendimientos y costos de producción de 20 actividades agrícolas por región y comuna del centro de Chile, para simular todos los años entre 2010 y 2020. Con esta información se construyó una línea base y luego 2 escenarios, considerando costos, precios y rendimientos.
Entre los resultados para el sector agrícola se encontró que el uso neto de agua disminuyó un 15,3% y el total de tierras agrícolas se redujo un 13,5% de 2010 a 2020. Por subsectores, el modelo muestra descensos significativos en las superficies cultivadas de cereales (19%), leguminosas (81,9%) y cultivos industriales (63%), mientras que los frutales crecen en más de 21.000 ha. Las pérdidas de ingresos acumuladas por parte de los agricultores y el costo de la respuesta a emergencias agrícolas por parte de los sectores público y privado, se estima en 196,45 millones de dólares.
Para el sector del agua potable urbana, se contó con los datos de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile (ANDESS), que proporcionó gastos operativos y de capital para el período 2010-2020. Además, se determinó la demanda de agua de los hogares, utilizando la muestra de 215 comunas del centro de Chile de las que existen datos en los años 2010-2020. Considerando el gasto de capital de las empresas sanitarias de la zona y los gastos operativos, ambos suman 815 millones de dólares.
En el caso del sector de agua potable rural, en que los gobiernos han destinado recursos para hacer frente a la escasez de agua a través del suministro mediante camiones cisterna, se llegó a la cantidad de 191 millones de dólares gastados durante el período.
Pueden revisar todos los datos y modelos detallados, construidos para estimar el costo de la megasequía en cada sector en el artículo publicado.
Punto de inflexión
El análisis realizado por los investigadores muestra que las instituciones en Chile han logrado una adaptabilidad y solidez económica significativas para hacer frente a la megasequía actual. Esto se refleja en que durante los primeros años de la sequía los costos económicos fueron menores ya que la cantidad de agua almacenada en acuíferos y embalses estaba casi a su capacidad total.
Sin embargo, a medida que continúa la sequía, las reservas se agotan y los costos económicos aumentan. “Además, cuando nos planteamos escenarios futuros de restricción hídrica debido a la sequía, observamos que el impacto económico se dispara”, comenta el economista ambiental. “Por lo que es necesario identificar el punto de inflexión (tipping-point) donde la escasez hídrica llegará a ser tal que los costos se dispararían”.
Este punto de inflexión implicaría que existe una escasez sustancial de agua y que podrían aplicarse restricciones al consumo, calcular este momento es complejo y depende de la capacidad de infraestructura, la cantidad de agua almacenada y las estrategias de adaptación, “pero desafortunadamente, debido a la falta de información hidrológica”, señala Fernández, “no podemos situar ese punto de inflexión de manera adecuada en el futuro. Esta brecha debería ser una prioridad para futuras investigaciones interdisciplinarias”.
Determinar el costo económico de las sequías ayuda a evaluar las futuras estrategias ante la escasez de agua para mejorar su planificación, gestión e implementación de medidas para mitigar sus efectos. Hasta hace poco, los estudios se habían centrado en las sequías a corto plazo, de menos de 3 años, pero la megasequía de la zona central de Chile, de más de 10 años, fue la oportunidad para evaluar este fenómeno a largo plazo.
Las variables que influyen en la evaluación de las sequías prolongadas tienen que ver con características relacionadas con la resiliencia de la región y la adaptabilidad de los usuarios del agua, que comúnmente no se han considerado en los estudios a corto plazo. El estudio identificó cuatro factores como los principales impulsores de los impactos económicos de las sequías a largo plazo: capacidad de infraestructura, cantidad de agua almacenada y respuestas de adaptación a corto y largo plazo, la buena gestión y manejo de estos factores puede hacer la diferencia para que la zona central de Chile pueda ser resiliente y adaptable ante la falta de agua.
Fuente: Comunicaciones CAPES