Investigador CAPES estudia a una mosca invasora usando ciencia ciudadana

Un equipo de científicos liderado por el investigador CAPES Matías Barceló, fue en busca de ayuda en su tarea de identificar el área de distribución de la mosca verde (Chrysomya albiceps), un insecto invasor proveniente de África que arribó accidentalmente a Sudamérica en 1978. Por su tamaño y ubicuidad, rastrear las zonas que este pequeño díptero ha conquistado no es una tarea fácil, lo que obligó a Barceló y compañía a ir más allá de los métodos clásicos de estudio.

El primer país al que llegó la mosca verde C. albiceps fue Brasil. Desde allí, se propagó a Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Dominica, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y Chile. Se trata, pues, de una de las invasiones biológicas más extendidas del continente, parte de un fenómeno que constituye una de las grandes amenazas a las biodiversidades locales, entre otras razones, por su capacidad para competir y depredar a las especies nativas, desplazándolas del territorio.

Matías Barceló, ecólogo de la Facultad de Ciencias Biológicas UC e investigador CAPES, lideró un estudio que buscó determinar la distribución de esta mosca verde en nuestro país, recurriendo para ello a un método integrativo de herramientas clásicas y ciencia ciudadana, en un trabajo que, en sus palabras, “nos mostró que cada método por sí solo nos deja un vacío en la información de distribución de esta especie y marca un hito en el uso de la información obtenida por medio de ciencia ciudadana”.

La mosca verde

C. albiceps es hasta el momento la única especie de su género registrada en Chile, similar en apariencia a especies del género Lucilia y otras especies del género Chrysomya. Tiene, sin embargo, un conjunto de características taxonómicas específicas que las diferencian, como un tórax de color verde uniformemente brillante (del que nace su nombre), setas verticales exteriores bien desarrolladas, un espiráculo anterior blanco y el ala anterior despejada, entre otras. Estas características no son fáciles de observar a simple vista, pero usando cámaras fotográficas de alto alcance, es posible distinguirlas de otras especies nativas de colores verdes o azules.

Las larvas de Chrysomya albiceps son depredadoras especialmente agresivas con otras moscas nativas, como la Cochlyiomya macellaria, pudiendo incluso cambiar la fauna cadavérica. “Su importancia forense radica en que es una de las primeras especies en colonizar cadáveres, por lo tanto, al conocer la información acerca de sus ciclos de vida, esta información ayuda a determinar los tiempos post mortem de los casos de estudio. Sin embargo, hay que ser cuidadoso con esta información, ya que también existen otras especies nativas que podrían arribar primero, y como C. albiceps es una especie depredadora, puede modificar el ensamble de especies, alterando las conclusiones forenses”, especifica Barceló.

Persiguiendo invasoras aladas

Conocer la distribución de una especie invasora requiere un trabajo detallado que se extiende sobre amplias zonas geográficas, por lo que muchas veces adolecen de vacíos tanto a nivel de datos como de registros. “El vacío de información sobre distribución es un problema de conservación tanto a nivel global como local” explica el investigador, “y uno de los grupos que más se ven afectados por este vacío son los invertebrados. Esta falta de información sobre la distribución de especies, tanto nativas como invasoras, impide generar buenas estrategias de conservación o evaluación de amenazas”.

La distribución de C. albiceps se expandió en la zona central de Chile de 2006 a 2011. Sin embargo, a partir de 2015, la especie fue avistada en el norte de Chile, a más de 1.300 km de la primera localidad registrada. Para actualizar estos cambios en la distribución de esta mosca, el equipo investigador decidió realizar un estudio integrado, utilizando métodos combinados de recolección de ocurrencias: el clásico, que incluye revisión de literatura, colecciones entomológicas y recolección de insectos con métodos estandarizados, y ciencia ciudadana, una disciplina socioecológica en que los mismos ciudadanos pueden contribuir registrando ocurrencias o fenómenos ambientales.

Con la ayuda de mis amigos

En otros países, la ciencia ciudadana en especies invasoras ha tenido éxito en actualizar la distribución de algunas plagas como Halyomorpha halys (chinche marrón marmoleada proveniente de Asia); la babosa Arion vulgaris (nativa de la península ibérica); algunas chinitas como Harmonia axyridis (conocida como chinita arlequín, proveniente de Asia), y abejorros invasores como Bombus terrestris (abejorro nativo de Europa).

Para incluir a la comunidad en este proyecto, los investigadores emplearon la red social Facebook, a través de un grupo público denominado “Moscas Florícolas de Chile” y una invitación a registrar la aparición de esta especie invasora a lo ancho y largo de Chile. Actualmente, “Moscas Florícolas de Chile”, cuenta con más de 6.500 miembros, que van desde observadores amateurs a profesionales en el área. Los datos solicitados a la comunidad para consignar cada avistamiento fueron la foto original de la mosca verde, fecha y ubicación más específica posible.

“Esta es una manera de involucrar a la ciudadanía en la investigación científica, la cual generalmente esta separada de la sociedad. A través de este proyecto de ciencia ciudadana, la gente se ha podido sumar aportando datos, aprendiendo, e incluso participando en publicaciones científicas. Hoy en día, la comunidad de Facebook ha crecido en número, pero también en conocimiento. Cuando alguien publica una foto para preguntar sobre qué especie es, ahora la gente se anima a opinar sobre la identidad de la especie. Así como también, la gente cada vez trata de tomar mejores fotografías, de mejor calidad, macros y hemos descubierto una hermosa diversidad de colores, lo cual nos ayuda a romper el paradigma de que las moscas son especies feas, que no sirven de nada”, relata Barceló.

El ecólogo también reitera que la ciencia ciudadana genera instancias integrativas para la investigación y puede complementar la información sobre distribución de especies, la que a veces es muy acotada, basada en colecciones en terreno e información de museo. “Hoy en día a través de ciencia ciudadana se han obtenido incluso registros de nuevas especies de moscas, por lo cual es un método muy importante para llenar los vacíos de información en estas especies que históricamente han sido menos carismáticas”.

Distribución actual

C. albiceps puede desplazarse hasta 1.3 kilómetros por día, es decir, unos 560 km. en un año. En nuestro territorio la encontramos desde Tarapacá hasta el Maule, registrándose con mayor frecuencia en áreas naturales que en áreas rurales, ciudades o pueblos.

Barceló, junto al investigador Rodrigo Barahona, acaban de publicar un trabajo denominado From classical collections to citizen science: change in the distribution of the invasive blowfly Chrysomya albiceps (Wiedemann, 1819) in Chile, aparecido en la revista Bioinvasions Records. En él, los autores mencionan que uno de los factores principales de la expansión del rango de distribución de esta especie, es la temperatura. “Esta especie es nativa de regiones tropicales, por lo tanto, los sistemas mediterráneos o subtropicales en Chile presentan las condiciones aptas para su colonización. De hecho, no existen registros hacia el sur de Chile de esta mosca. Si bien se desconoce cómo fue introducida en Chile, es probable que haya sido por medio de un vector humano, por ejemplo, alimento en mal estado o por medio de vehículos”, relata Barceló.

El estudio también confirma la utilidad de emplear herramientas integrativas en la labor científica. “Cuando hicimos la comparación entre ciencia ciudadana y los métodos tradicionales, solo un 18.5% de los registros fueron compartidos por ambos métodos. Por lo tanto, la ciencia ciudadana llegó a completar los vacíos de información que existían, rellenando los registros que teníamos en Chile”, concluye Barceló.

Traducción: Comunicaciones CAPES
Fotos: Matías Cortés y Jorge Muñoz