Claudia Rojas: visibilizando el mundo vivo bajo nuestros pies

El estudio de la biodiversidad edáfica, entender cómo funciona este ecosistema, y aplicar estos conocimientos en procesos de recuperación de suelos y de adaptación y mitigación del cambio climático es el objetivo de investigación de Claudia Rojas Alvarado, académica de la Universidad de O’Higgins e investigadora de la línea 6 de CAPES.

“La ciencia estuvo siempre cercana a mi, desde la infancia, sin yo darme cuenta. Porque afortunadamente crecí en una familia donde la valoración, observación y cuidado de la naturaleza era algo común, lo que finalmente me derivó de forma natural a lo que me dedico hoy en día”.

Claudia Rojas Alvarado nació en Santiago, vivió y cursó la educación básica en La Florida y su educación media en el Liceo Carmela Carvajal de Prat, en Providencia, “aunque mucho de mi tiempo lo pasé en San Francisco de Mostazal, en la región de O’Higgins, y en Los Andes, en la Región de Valparaíso, donde visitaba continuamente a mi familia”, recuerda. Esta cercanía con el mundo rural fue lo que la llevó a estudiar la carrera de Ingeniería Agronómica en la Universidad de Chile, que fue donde comenzó su admiración por los suelos.

Claudia Rojas, biogeoquímica y ecóloga microbiana de suelos

Ver suelos degradados, no sólo por procesos de erosión, sino también por efecto de la contaminación, hizo que, tempranamente en su carrera, Claudia se preguntara qué podía hacer para recuperar esos suelos. El deseo de responder esa pregunta a través la ciencia la motivó a realizar un doctorado en “Environmental Soil Science” en la Universidad del Estado de Pennsylvania (EEUU), enfocado en ecosistemas naturales. “En las ciencias del suelo hay varias ramas, que se dedican al estudio de flujo de gases en el suelo, movimiento y almacenamiento de agua, estado nutricional, mineralogía, etc.; pero había un área que no había desarrollado mucho pero que siempre me llamó la atención, que era el aspecto biológico, la vida que ocurría dentro de los suelos y sus procesos biológicos, y fue justamente en esto que enfoqué mi doctorado”, explica la investigadora.

Al regresar a Chile, después de realizar dos posdoctorados de investigación, Rojas se presentó al primer concurso académico ofrecido por una de las dos Universidades estatales de reciente creación, la Universidad de O´Higgins (UOH), que inició su funcionamiento en 2017. “Ahí comenzó esta historia de desafío y motivación en una universidad nueva, donde hay todo por hacer. La mayoría de los académicos son más bien jóvenes, entre 30 y 40 años, con visiones y experiencias muy diversas; hay académicos que han estudiado en Chile, en Europa, en otras partes de Sudamérica, en Estados Unidos, hay una diversidad de pensamiento interesante, esa riqueza de formas de pensar es sin duda algo súper motivador que incentiva la investigación colaborativa y la innovación en la docencia”, señala.

Ecología microbiana y biogeoquímica de suelos

La ecología microbiana de suelos es la rama de la ciencia del suelo que analiza la interacción entre los microorganismos del suelo y cómo se relacionan con su medio. Por otro lado, la biogeoquímica es una ciencia interdisciplinaria, que convoca a la ciencia del suelo, ecología, biología, química, geología, entre otras áreas del conocimiento, que estudia los cambios geoquímicos que son mediados biológicamente.

“Mi investigación busca entender cómo la interacción entre los componentes bióticos y abióticos del suelo repercute en procesos como el ciclo del carbono y recuperación de suelos, temas tremendamente relevantes en este contexto de cambio climático”, señala Rojas, y agrega que “el conocimiento sobre la biota del suelo y este hábitat mineralógico y orgánico, lo aplico para restaurar estos suelos degradados, suelos que no pueden cumplir sus funciones ecosistémicas en el ambiente. Por ejemplo, si son suelos bajo bosque esclerófilo, están degradados de tal manera que se afecta el crecimiento de la vegetación nativa, o suelos agrícolas degradados que no pueden suplir o apoyar a la provisión de alimentos”.

Cuando hablamos de recuperar los suelos, se trata de recuperar la salud de estos ecosistemas para que puedan proveer servicios vitales como la provisión de alimentos, fibras y combustibles, reserva de agua dulce, captura de carbono, reciclaje de nutrientes, entre muchos otros. Claudia Rojas ha enfocado su trabajo en recuperar suelos que han sido afectados por la minería y, después de los megaincendios de 2017, también en la recuperación de suelos afectados por el fuego.

¿Cómo podemos proteger los suelos?

Los suelos son un ecosistema vivo, los organismos que viven ahí tienen diversos requerimientos metabólicos, por lo tanto, necesitan condiciones para que cumplan sus ciclos biológicos y puedan cumplir de buena manera sus funciones ecológicas. Por lo general, la vida que ocurre en los suelos está más concentrada en la superficie, en el primer metro de suelo, donde hay más acumulación de materia orgánica y crecimiento de raíces.

¿Cómo podemos cuidar el suelo? “Protegiendo siempre la superficie. El suelo es muy susceptible a la erosión, por lo que en cualquier contexto, agrícola o natural, siempre es importante tener una cubierta de suelo para que lo proteja, por ejemplo, de los impactos de la gota de lluvia”, manifiesta Rojas, “por eso cuando hay una tala de bosque acompañado de evento de precipitación, se favorecen los procesos erosivos (desprendimiento, arrastre y depósito de material ex situ); el color pardo que vemos en los ríos luego de estos eventos es justamente el suelo que se ha perdido desde las laderas de cerros desprotegidos”. Al perder las primeras capas de suelo, se pierde la vida asociada y por tanto sus beneficios ecosistémicos.

El mensaje, según ella, es mantener siempre los suelos cubiertos, con una capa de vegetación o de residuos orgánicos que puedan proteger del impacto de la gota de lluvia, y eso aplica también a los sistemas agrícolas. “Hoy en día el sector agrícola no solo tiene el desafío de producir alimentos, sino que también proteger los elementos naturales que hacen posible esta producción, es así entonces que prácticas de agricultura regenerativa o de conservación pueden ayudar a este doble propósito, donde la recuperación y conservación de suelos es clave. Esto se puede lograr con la utilización de cultivos de cobertera, cultivos entre hileras, mulch orgánicos como residuos de cereales, e incorporación de materia orgánica que disminuyan los riesgos de erosión y protejan la biota del suelo”, indica Rojas.

Además, estos manejos favorecen la acumulación de materia orgánica en los suelos, lo que también aporta a la retención de agua en el suelo, y por consiguiente a la adaptación a los efectos del cambio climático.

Suelo, incendios y cambio climático

Cuando se pierden las primeras capas de suelo en un incendio, uno de los componentes más importantes que se ve afectado es la materia orgánica y los organismos del suelo. Mientras más temperatura alcance el fuego, más poder tiene de calcinar estos elementos y de alterar las características fisicoquímica de los suelos.

“Parte de nuestros estudios están buscando mejorar estas condiciones en suelos incendiados por medio de reincorporar materia orgánica, y aquí me gustaría hacer un link con el tema de la importancia de los suelos para mitigar el cambio climático”, afirma la investigadora. “Estamos buscando fuentes de materia orgánica, más bien estables, que fomenten el secuestro de carbono en el suelo. Hemos probado distintas enmiendas y mientras más frescas, más promueven éstas la actividad biológica y, por tanto, la respiración del suelo. Eso quiere decir que más CO2 se libera a la atmósfera de lo que queda retenido en el suelo. Si consideramos que alrededor del 80% del carbono de los ecosistemas terrestres se encuentra en los suelos y que estos son capaces de almacenar cerca de 3 veces la cantidad de CO2 atmosférico, podemos considerar a estos ecosistemas como tremendos aliados para la mitigación del cambio climático si son manejados de forma adecuada”, enfatiza Rojas.

Por otro lado, su proyecto Fondecyt actual estudia el efecto de los incendios forestales en la biodiversidad microbiana y microorganismos fijadores de nitrógeno en suelos de bosque esclerófilo en la zona centro de Chile, dominados por especies como el quillay, litre, boldo y otras de tipo arbustivo. “Vimos cómo los incendios afectaban la biodiversidad microbiana, específicamente de algunas divisiones de bacterias y arqueas, así como microorganismos diazótrofos (fijadores de nitrógeno) de vida libre, que son aquellos que habitan los suelos sin necesidad de que existan plantas”, señala Rojas y añade que estos “son parte de los organismos pioneros en un proceso de sucesión ecológica, colonizan el suelo degradado, para luego dar paso a otros organismos y asociaciones simbióticas que van mejorando las condiciones de suelo que finalmente promoverá el crecimiento de la vegetación y la recuperación del funcionamiento de los bosques”.

Vinculación de la ciencia con el medio escolar

En 2017, después de los megaincendios, el Ministerio del Medio Ambiente convocó a un concurso extraordinario del fondo de protección ambiental y Claudia Rojas participó en uno de los proyectos adjudicados, que junto con buscar alternativas para recuperar los ecosistemas afectados por los incendios, también tenía un componente importante de educación ambiental. El trabajo experimental lo realizaron en Pumanque, una de las tres comunas más afectadas en la región de O’Higgins, donde en la escuela de esa localidad implementaron el programa de educación ambiental.

“Durante ese programa llevamos a las y los estudiantes a terreno para que vieran las parcelas experimentales montadas como parte del estudio, la idea era que ellas(os), visitaran y conocieran un experimento de campo y observaran en terreno aquellas diferencias que nosotros podemos reportar en un artículo científico, en un gráfico, por ejemplo, la comparación visual fue muy importante para explicar conceptos que de otra manera hubiesen sido más complejos de abordar”, cuenta Rojas,

“Para nosotros era muy importante llevar el conocimiento que se generó en esa experiencia a la comunidad, que fue directamente afectada por los incendios. Queríamos dar el mensaje de que, si bien es tremendamente importante que estos fenómenos se eviten, también necesitamos saber ‘qué hacemos luego de un incendio’, cómo podemos proteger el suelo y fomentar el crecimiento de la vegetación afectada. El hacer ciencia local y pertinente, creo que fue algo muy destacable de este proyecto”, finaliza.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos imagen: Claudia Rojas

Curso de especialización en manejo holístico

Este programa tiene como objetivo que el estudiante pueda aprender y aplicar todos los conceptos y las herramientas que ofrece la metodología de Manejo Holístico (Holistic Management®). El programa está destinado a quienes se desempeñen en el manejo de tierras y campos directa o indirectamente (a través de asesorías, desarrollo de políticas, extensión, etc.).

El Manejo Holístico es una metodología de administración, que se basa en un marco de toma de decisiones para el desarrollo de proyectos regenerativos, en lo económico, social y medioambiental. Este nació como una herramienta para mejorar la salud de la tierra y de manejo de ganado, y se puede aplicar en una amplia gama de proyectos agropecuarios que estén buscando incorporar la sostenibilidad como una pieza fundamental de su operación.

Información general

Fechas cursos online: 21 de junio al 27 de septiembre 2021
Fecha curso presencial: Por definir, en Estación Experimental UC, Pirque.
Horario: Lunes 18:00 a 20:00 y Jueves de 13:00 a 13:45
Duración: 88 horas
Créditos: 15
Lugar de realización: Online y Estación Experimental UC
Código Sence: No
Valor módulo online: $ 390.000
Valor módulo presencial: $ 110.000

Descripción

Este programa cubre todos los aspectos centrales del Manejo Holístico, y se espera que al final de éste los participantes conozcan y comprendan las bases y procesos de aplicación de esta metodología, de manera de poder implementarlo en predios agropecuarios u otras actividades en forma independiente.

Al completar los 3 módulos, el estudiante estará habilitado para participar del proceso de certificación del Savory Institute como Profesional o Educador. Existen dos niveles de certificación: Educador Certificado y Profesional de Campo Certificado. Para ambos certificados, el requisito inicial es aprobar este programa.

Luego debe aprobar los exámenes que son tomados por el Savory Institute y demostrar experiencia de campo. Para certificarse como Educador debe cumplir 18 meses de práctica supervisada, mientras que para acreditarse como Profesional de Campo debe además demostrar al menos 3 años de práctica (más información en http://efectomanada.cl/servicios.php 

El Programa de Especialización en Manejo Holístico está dirigido a todos los interesados en la capacitación y la Certificación Profesional del Instituto Savory, reconocido internacionalmente, además cuenta con una red internacional de profesionales acreditados que prestan asesorías, entrenan, colaboran y trabajan con los Hubs, agricultores, ganaderos, consumidores, entidades públicas y privadas y elaboradores de políticas).

El curso se desarrolla por medio de módulos on-line sincrónicos y asincrónicos y por un módulo de clases presenciales. Los módulos online incluirán trabajo sincrónico, asincrónico, trabajo personal y discusión online con los instructores del curso.

Proceso de admisión

Las personas interesadas deberán completar la ficha de postulación y enviar los siguientes documentos a Magdalena Vargas al correo mvargasd@uc.cl:

– Copia simple de título o licenciatura (de acuerdo a cada programa).
– Fotocopia simple del carnet de identidad por ambos lados.

Las postulaciones son desde el 31 de mayo hasta el 20 de junio de 2021 o hasta completar las vacantes (50).

Más información

Conoce más sobre los contenidos de cada curso, equipo docente y formas de pago en este enlace.

Contacto:
Magdalena Vargas R.
Coordinadora Dirección de Extensión, Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC
Email: mvargasd@uc.cl

 

 

Curso de especialización en manejo holístico | 21 de junio al 27 de septiembre

Este programa tiene como objetivo que el estudiante pueda aprender y aplicar todos los conceptos y las herramientas que ofrece la metodología de Manejo Holístico (Holistic Management®). El programa está destinado a quienes se desempeñen en el manejo de tierras y campos directa o indirectamente (a través de asesorías, desarrollo de políticas, extensión, etc.).

El Manejo Holístico es una metodología de administración, que se basa en un marco de toma de decisiones para el desarrollo de proyectos regenerativos, en lo económico, social y medioambiental. Este nació como una herramienta para mejorar la salud de la tierra y de manejo de ganado, y se puede aplicar en una amplia gama de proyectos agropecuarios que estén buscando incorporar la sostenibilidad como una pieza fundamental de su operación.

Información general

Fechas cursos online: 21 de junio al 27 de septiembre 2021
Fecha curso presencial: Por definir, en Estación Experimental UC, Pirque.
Horario: Lunes 18:00 a 20:00 y Jueves de 13:00 a 13:45
Duración: 88 horas
Créditos: 15
Lugar de realización: Online y Estación Experimental UC
Código Sence: No
Valor módulo online: $ 390.000
Valor módulo presencial: $ 110.000

Descripción

Este programa cubre todos los aspectos centrales del Manejo Holístico, y se espera que al final de éste los participantes conozcan y comprendan las bases y procesos de aplicación de esta metodología, de manera de poder implementarlo en predios agropecuarios u otras actividades en forma independiente.

Al completar los 3 módulos, el estudiante estará habilitado para participar del proceso de certificación del Savory Institute como Profesional o Educador. Existen dos niveles de certificación: Educador Certificado y Profesional de Campo Certificado. Para ambos certificados, el requisito inicial es aprobar este programa.

Luego debe aprobar los exámenes que son tomados por el Savory Institute y demostrar experiencia de campo. Para certificarse como Educador debe cumplir 18 meses de práctica supervisada, mientras que para acreditarse como Profesional de Campo debe además demostrar al menos 3 años de práctica (más información en http://efectomanada.cl/servicios.php 

El Programa de Especialización en Manejo Holístico está dirigido a todos los interesados en la capacitación y la Certificación Profesional del Instituto Savory, reconocido internacionalmente, además cuenta con una red internacional de profesionales acreditados que prestan asesorías, entrenan, colaboran y trabajan con los Hubs, agricultores, ganaderos, consumidores, entidades públicas y privadas y elaboradores de políticas).

El curso se desarrolla por medio de módulos on-line sincrónicos y asincrónicos y por un módulo de clases presenciales. Los módulos online incluirán trabajo sincrónico, asincrónico, trabajo personal y discusión online con los instructores del curso.

Proceso de admisión

Las personas interesadas deberán completar la ficha de postulación y enviar los siguientes documentos a Magdalena Vargas al correo mvargasd@uc.cl:

– Copia simple de título o licenciatura (de acuerdo a cada programa).
– Fotocopia simple del carnet de identidad por ambos lados.

Las postulaciones son desde el 31 de mayo hasta el 20 de junio de 2021 o hasta completar las vacantes (50).

Más información

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Magdalena Vargas R.
Coordinadora Dirección de Extensión, Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC
Email: mvargasd@uc.cl

 

 

Josefina Poupin, y la estrecha relación entre microorganismos y plantas

Una planta es mucho más que tallo, hojas y raíces. Y en ella ocurren otros procesos además de la fotosíntesis. Lejos de la vista, en las raíces y el suelo, la planta convive, se comunica e interrelaciona con una gran variedad de microorganismos a lo largo de su vida. Estas relaciones, especialmente con bacterias benéficas, son el objeto de estudio de la fisióloga vegetal Josefina Poupin, investigadora en CAPES y en la Universidad Adolfo Ibáñez.

Josefina Poupin, fisióloga vegetal

Josefina Poupin Swinburn nació en Santiago, pero en la etapa escolar vivió en distintas ciudades del país, donde recuerda que “en el colegio tuve la suerte de tener un gran profesor de Biología, José Montero, que me motivó, desafió y acercó a la ciencia”. En su camino estuvo la Licenciatura en Biología en la Universidad Católica, luego un Magíster y un doctorado en Ciencias Biológicas con mención en Genética Molecular y Microbiología en la misma universidad.

Actualmente, es profesora asociada de la Facultad de Ingeniería y Ciencias, en la Universidad Adolfo Ibáñez e investigadora asociada de la línea 2 en CAPES, que se dedica a la bioingeniería para la protección del medio ambiente y las tecnologías sustentables. En esta área colabora frecuentemente con Bernardo González y Thomas Ledger, investigador principal e investigador asociado, respectivamente, de esa línea. “Ellos son microbiólogos y hacemos una alianza porque yo vengo del mundo de las plantas, de la fisiología vegetal, por lo que he estudiado qué es lo que le ocurre a la planta en presencia de microorganismos, a nivel molecular y fisiológico, y ellos aportan desde la mirada de la microbiología”, indica Poupin.

Microorganismos + genomas + planta = Holobionte

Desde hace unos años se sabe que todos los macroorganismos conviven con una gran cantidad y variedad de microorganismos, por ejemplo, los presentes en la microbiota intestinal de un humano. “Este conjunto de microorganismos y sus genomas se conoce como microbioma, y las plantas también poseen sus microbiomas, tanto en sus tejidos externos como internos”, describe Josefina.

Si uno se imagina a una planta como un individuo macro con todo su microbioma alrededor, en caso de tener que enfrentarse a un patógeno o a un estrés ambiental, los genomas presentes en esos microorganismos podrían ser un arsenal adicional de defensa ante esa adversidad. “Entonces la planta ya no es solo un macroorganismo, sino que es ella más su microbioma, el holobionte”, explica la fisióloga vegetal.

Una porción de este microbioma vegetal está formado por rizobacterias que pueden tener efectos benéficos para las plantas, afectando su crecimiento y desarrollo, o bien ayudándolas a responder a estreses ambientales, bióticos y abióticos.

Conversaciones moleculares entre reinos de la vida

¿Cómo se comunican las plantas, hongos y bacterias? A través de las interacciones moleculares. Esta es un área de gran interés en microbiología vegetal en la que aún hay más preguntas que respuestas. Josefina Poupin se interesó en estos temas porque “es un área de investigación donde convergen distintas disciplinas como la biología, fisiología vegetal, microbiología, ecología y evolución. Lo interesante es que se sabe hace más de 100 años que hay una interacción entre plantas y bacterias en sus raíces, pero aún queda mucho por descubrir, en especial qué diferencia a una bacteria benéfica de otra que no lo es, cuáles son las vías moleculares involucradas, cómo se regulan estas interacciones a nivel ecológico y qué impacto tienen a nivel evolutivo.” De hecho, el alcance del concepto de holobionte no ha estado exento de discusión en la comunidad científica y algunos de estos alcances son estudiados en el actual proyecto Fondecyt de Poupin.

Estudiar las conexiones que se dan entre las rizobacterias y las plantas permite entender mejor cómo se relacionan organismos pertenecientes a distintos dominios de la vida, qué conversaciones moleculares se dan entre ellos y qué implicancias evolutivas existen. “Por otra parte”, señala Poupin, “si conocemos mejor cómo funcionan estas interacciones, podemos desarrollar tecnologías, basadas en propiedades de la naturaleza y amigables con el medio ambiente, que permitan tener una agricultura más sostenible”.

Aplicaciones en la agricultura

La utilización masiva de fertilizantes sintéticos tiene un impacto ambiental tanto en su producción como en su uso, por lo que desarrollar un producto biológico, a base de rizobacterias, que sea eficaz y que se pueda utilizar en distintas variedades de interés agrícola, puede reducir el uso de fertilizantes disminuyendo los costos para el agricultor y minimizando la contaminación asociada.

“Grandes compañías de agroquímicos han estado adquiriendo empresas dedicadas a la búsqueda y caracterización de microorganismos benéficos. En distintos países, la industria de bioestimulantes y biocontroladores, basados en microoganismos benéficos, está cobrando mucha fuerza. Si se logra reemplazar en parte el uso de agroquímicos por microorganismos benéficos se podría disminuir la huella de la industria agrícola”, señala, acotando que además es necesario un trabajo conjunto entre la academia y la empresa para conocer mejor las necesidades de la industria y co-crear, desde el principio, soluciones apropiadas y factibles.

La investigadora ya ha tenido experiencias positivas en la agroindustria, formando una alianza con personas del mundo agrícola que “nos apoyaron, nos aportaron las zonas de estudio y trabajamos en conjunto con otros investigadores de CAPES para desarrollar formulaciones que pudieran ser aplicadas en papas y tomates. Nos fue bien, logramos definir una formulación que permite reducir el uso de fertilizantes nitrogenados, resultando todo este esfuerzo colaborativo en una patente de invención”, indica Poupin.

Como vemos, esta área de la ciencia es muy dinámica, tanto como la relación entre las plantas y sus microbiomas, Josefina Poupin nos cuenta que “actualmente estoy trabajando en el desarrollo de mi proyecto Fondecyt, dónde esperamos conocer mejor si hay forzantes ambientales que pueden cambiar el resultado de una relación microorganismo-planta y también cuáles son las implicancias de las bacterias benéficas a nivel ecológico y evolutivo en las plantas”. Todo un mundo microscópico por conocer y comprender.

Texto: Comunicaciones CAPES
Foto: Josefina Poupin

Estudio revela que viñedos más diversos contribuyen a la conservación de aves

El trabajo comparó la presencia de aves en distintos paisajes agroecosistémicos, notando que la proporción de vegetación nativa alrededor de los viñedos es un buen predictor de su abundancia y variedad.

Un estudio del investigador de la Universidad de Chile y CAPES, Andrés Muñoz-Sáez, junto a académicos de las universidades de California Berkeley y Pittsburgh, reveló cómo la vegetación nativa y la conservación de áreas silvestres dentro y alrededor de viñedos son un elemento clave para incrementar la abundancia y riqueza de aves en dichas zonas.

El trabajo, publicado en la revista Conservation Biology, consistió en la ejecución de 6 auditorías y visualizaciones de pájaros en 20 viñedos del Chile Central, estableciendo un total de 120 estaciones de conteo. 5.068 individuos, pertenecientes a 48 especies de ave, fueron registrados.

Al mismo tiempo, mediante imágenes satelitales, los investigadores cuantificaron y clasificaron las coberturas de vegetación nativa de matorral y bosque esclerófilo en éstas áreas, de modo de indagar si existía una correlación entre la diversidad de vegetación presente en los viñedos, y la diversidad de aves presentes en ellos.

Los resultados obtenidos entregan evidencia de cómo los viñedos diversificados benefician a la biodiversidad de aves, en comparación con monocultivos con escasa o nula presencia de vegetación nativa. De las 30 especies de aves analizadas, 19 de ellas mostraron una relación directa con la proporción de vegetación nativa hallada alrededor de los viñedos. 9 de ellas positivamente relacionadas, como fue el caso del canastero colinegro (Pseudasthenes humicola), el chercán negro (Scytalopus fuscus), la codorniz californiana (Callipepla californica), el yal negro (Phrygilus fruticeti), y el carpintero pitío (Colaptes pitius), entre otros, mientras que con otras 6, la proporción de este tipo de vegetación sirvió como un buen predictor (positivo) de su presencia.

Los investigadores también hallaron que, aun cuando las detecciones de aves fueron significativamente mayores en bosques de matorrales continuos, 84% de las especies también fueron encontradas en remanentes de bosque adyacentes a viñas.

La investigación también destacó la presencia y aumento de aves insectívoras en viñedos diversificados, fauna clave para la producción vinícola gracias a su rol en el mantenimiento de ecosistemas y plagas dañinas para los cultivos.
El lugar elegido para el estudio fueron los viñedos de Chile central, donde se concentra el 36,9% de la producción de uvas viníferas, parte de las zonas vitivinícolas del Nuevo Mundo Mediterráneo (NWM) (cuatro áreas que no pertenecen a la cuenca del Mediterráneo, pero que cuentan con las mismas características climáticas).

La actividad vitivinícola en Chile representa un importante activo económico, proyectando para 2020 ventas de US$4,500 millones. Para los investigadores la presión económica asociada a dicha actividad, en conjunto con la posibilidad de expansión de viñedos hacia nuevas zonas como consecuencia del cambio climático, hacen que el estudio de biodiversidad en agroecosistemas sea clave para la planificación para la conservación. “En este sentido, este estudio sienta las bases para la conservación de aves en viñedos y destaca el principio agroecológico de diversificación para la gestión de agroecosistemas” explica su autor principal, “siendo también relevante para hacer comparaciones con otras zonas del NWM, como California, Sudáfrica y Australia”.

Otro punto importante aludido por el estudio es la insuficiente cobertura legal en materia de conservación en Chile, considerando que la mayoría de las zonas con bosques esclerófilos y matorrales de su zona central se encuentran en manos de productores privados. “La conservación de estas áreas depende de las preferencias de los dueños. Este estudio entrega evidencia de cómo mejorar las prácticas para la conservación de biodiversidad, así como también propone resaltar el valor de las preferencias del consumidor para fomentar mejores prácticas para el desarrollo sustentable” comentan los autores.

Texto: Agusta Ordovas
Edición: Diego Pozo
Comunicaciones CAPES

Estudio revela que viñedos más diversos contribuyen a la conservación de aves

El trabajo comparó la presencia de aves en distintos paisajes agroecosistémicos, notando que la proporción de vegetación nativa alrededor de los viñedos es un buen predictor de su abundancia y variedad.

Un estudio del investigador de la Universidad de Chile y CAPES, Andrés Muñoz-Sáez, junto a académicos de las universidades de California Berkeley y Pittsburgh, reveló cómo la vegetación nativa y la conservación de áreas silvestres dentro y alrededor de viñedos son un elemento clave para incrementar la abundancia y riqueza de aves en dichas zonas.

El trabajo, publicado en la revista Conservation Biology, consistió en la ejecución de 6 auditorías y visualizaciones de pájaros en 20 viñedos del Chile Central, estableciendo un total de 120 estaciones de conteo. 5.068 individuos, pertenecientes a 48 especies de ave, fueron registrados.

Al mismo tiempo, mediante imágenes satelitales, los investigadores cuantificaron y clasificaron las coberturas de vegetación nativa de matorral y bosque esclerófilo en éstas áreas, de modo de indagar si existía una correlación entre la diversidad de vegetación presente en los viñedos, y la diversidad de aves presentes en ellos.

Los resultados obtenidos entregan evidencia de cómo los viñedos diversificados benefician a la biodiversidad de aves, en comparación con monocultivos con escasa o nula presencia de vegetación nativa. De las 30 especies de aves analizadas, 19 de ellas mostraron una relación directa con la proporción de vegetación nativa hallada alrededor de los viñedos. 9 de ellas positivamente relacionadas, como fue el caso del canastero colinegro (Pseudasthenes humicola), el chercán negro (Scytalopus fuscus), la codorniz californiana (Callipepla californica), el yal negro (Phrygilus fruticeti), y el carpintero pitío (Colaptes pitius), entre otros, mientras que con otras 6, la proporción de este tipo de vegetación sirvió como un buen predictor (positivo) de su presencia.

Los investigadores también hallaron que, aun cuando las detecciones de aves fueron significativamente mayores en bosques de matorrales continuos, 84% de las especies también fueron encontradas en remanentes de bosque adyacentes a viñas.

La investigación también destacó la presencia y aumento de aves insectívoras en viñedos diversificados, fauna clave para la producción vinícola gracias a su rol en el mantenimiento de ecosistemas y plagas dañinas para los cultivos.
El lugar elegido para el estudio fueron los viñedos de Chile central, donde se concentra el 36,9% de la producción de uvas viníferas, parte de las zonas vitivinícolas del Nuevo Mundo Mediterráneo (NWM) (cuatro áreas que no pertenecen a la cuenca del Mediterráneo, pero que cuentan con las mismas características climáticas).

La actividad vitivinícola en Chile representa un importante activo económico, proyectando para 2020 ventas de US$4,500 millones. Para los investigadores la presión económica asociada a dicha actividad, en conjunto con la posibilidad de expansión de viñedos hacia nuevas zonas como consecuencia del cambio climático, hacen que el estudio de biodiversidad en agroecosistemas sea clave para la planificación para la conservación. “En este sentido, este estudio sienta las bases para la conservación de aves en viñedos y destaca el principio agroecológico de diversificación para la gestión de agroecosistemas” explica su autor principal, “siendo también relevante para hacer comparaciones con otras zonas del NWM, como California, Sudáfrica y Australia”.

Otro punto importante aludido por el estudio es la insuficiente cobertura legal en materia de conservación en Chile, considerando que la mayoría de las zonas con bosques esclerófilos y matorrales de su zona central se encuentran en manos de productores privados. “La conservación de estas áreas depende de las preferencias de los dueños. Este estudio entrega evidencia de cómo mejorar las prácticas para la conservación de biodiversidad, así como también propone resaltar el valor de las preferencias del consumidor para fomentar mejores prácticas para el desarrollo sustentable” comentan los autores.

Texto: Agusta Ordovas
Edición: Diego Pozo
Comunicaciones CAPES

Eduardo Arellano: “Un suelo saludable asegura sostenibilidad en el tiempo”

Conversamos con el director de la nueva línea CAPES que, desde julio pasado, estudia los principios y técnicas que podrían ayudarnos a transitar de una agricultura intensiva a una más sustentable, consciente de su impacto ambiental.

“Intensificación ecológica para una agricultura sustentable” es el nombre de la nueva línea de investigación CAPES destinada al estudio de técnicas y principios que reduzcan, mitiguen y prevengan los efectos de la actividad agrícola sobre la biodiversidad de los ecosistemas, así como medidas de restauración de sistemas ya degradados por la intervención humana.

“La línea nace a partir de una serie de proyectos de evaluación de suelos en que lo trabajé previamente” nos cuenta su director, Eduardo Arellano, desde su oficina ubicada en dependencias de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica de Chile (PUC), lugar donde realiza sus labores académicas.

“Hace unos cinco años, mi equipo de trabajo y yo comenzamos a estudiar los suelos y su potencial de restauración en matrices transformadas o intervenidas por la agricultura, específicamente en las regiones de O’Higgins y el Maule, atendiendo no sólo a la recuperación de los servicios ecosistémicos a nivel de paisaje o conectividad, sino también a nivel predial”.

A partir de estas aproximaciones, Arellano y su equipo levantaron una serie de indicadores de productividad para sistemas productivos, especialmente frutícolas, con la ayuda de diversos proyectos FIC con agricultores de la región de O’Higgins. Estos indicadores determinaban el estado de intervención de los predios en aspectos como su biodiversidad, la calidad del agua, la salud de sus suelos, entre otros.

“La idea era saber cómo un agricultor o productor podría contribuir a mejorar su desempeño ambiental y la calidad ambiental de sus productos, ayudándolo a determinar qué era lo que había dentro y alrededor de sus tierras, y dónde estaba el potencial de recuperación en esas áreas” señala.

Dicho trabajo también incluía recomendaciones en la forma de manuales o guías, como el catastro base de flora y fauna encontrada en la región de O’Higgins que dio pie al Manual de Conservación de Biodiversidad en Predios Agrícolas de Chile Central, publicado en 2016.

“El objetivo entonces y ahora”, explica “es transferir principios de intensificación ecológica al sector agropecuario nacional e internacional. Servicios que ayuden a su vez a mantener la productividad del sistema”.

Cuestión de mercado

Eduardo Arellano es ingeniero forestal de la PUC y doctor en Silvicultura de Virginia Tech (EEUU). Desde su formación, nos cuenta, ha estado vinculado al estudio de los suelos en conexión con los sistemas productivos (agrícolas, forestales, y mineros), por lo que su transición a los procesos de restauración y recuperación de sistemas degradados se dio, en sus palabras, naturalmente.

“El proceso de cambio de la agricultura sobre los paisajes es inevitable e histórico” nos explica. “Estamos hablando de sistemas productivos que llevan siglos, sino milenios, operando sobre los ecosistemas”.

El principal impacto que ha tenido el impulso del ser humano por producir su propio sustento a través de la agricultura es, a su juicio, la presión sobre el cambio de uso de suelo, causado por la remoción de vegetación nativa para la expansión agrícola. “Hoy, es cosa de ir al norte y ver cómo las laderas se llenan de paltos y naranjos. Toda esa producción va invariablemente en sacrificio de algo” agrega.

Uno de estos sacrificios, especialmente en el caso de Chile Central, ha sido el agua: “hay un efecto importante sobre el recurso hídrico, pues en el caso del sector agrícola nacional, se trata en su mayoría de agricultura de riego, y la tecnificación del riego va a la par con el crecimiento de la agricultura y la intensificación de estos impactos”.

El desafío, sostiene, es reducir esos impactos conservando los beneficios que también entrega este importante sector productivo, como es la provisión (en conjunto con los ecosistemas) de alimentos y el desarrollo económico y social de las comunidades que rodean los núcleos agrícolas, “incluso de manera más directa que la minería”.

En opinión del ingeniero agrónomo, la sobreproducción agrícola en Chile está actualmente fuera de control: “Cuando tú tienes productores que despliegan una enorme cantidad de recursos, cientos de hectáreas con un manejo súper intensivo, simplemente porque en China un consumidor quiere comer cerezas en diciembre o para el día de los enamorados, generas una distorsión de lo que, uno cree, debiera ser el principio fundamental de un sistema agrícola”.

Por suerte, la presión por una producción sostenible y en armonía con el medio ambiente comienza a ser cada vez más fuerte, sobre todo la proveniente de mercados externos: “Hoy es el consumidor europeo, anglosajón, el que quiere una fruta o verdura que sea de un campo manejado sustentablemente” comenta Arellano. “Hay procesos de certificación ya consolidados en Europa que te aseguran que los alimentos que se venden en sus supermercados, importados de países como Chile, han pasado por procesos de producción que no dañan o degradan el medio ambiente”, asegura.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer para contrarrestar las demandas de consumo de algunas economías en crecimiento: “Si el mercado internalizara todos los costos ambientales que significa producir cerezas fuera de temporada en el precio de la fruta, se podría desincentivar la sobreproducción. Y eso, afortunadamente, ya está ocurriendo en algunas partes de Europa. Pero la expansión agrícola, sobre todo con la apertura del mercado chino, es que es menos consciente ambientalmente, sigue siendo mayor”.

Mal que mal, esos costos ambientales nacidos de la sobreproducción, como la degradación de los suelos, también terminan afectando al productor. “Un suelo degradado retiene menos agua que un suelo bien conservado, lo que implica un gasto mayor de agua para sostener a la planta. La capacidad de retención hídrica se refleja finalmente en pérdidas de producción”.

“Pero todo eso”, se apresura en señalar, “se puede revertir”.

Recuperando suelos

“Hay formas y formas de hacer agricultura, explica, “cuando tú ves paisajes y viñas en Francia, por ejemplo, ves un montón de corredores de setos, zonas parches de vegetación nativa, es decir, un diseño de paisaje mucho más integrado y sostenible”.

Y es ahí donde aparece el concepto de intensificación ecológica, el que Arellano define como “la introducción de principios de la agroecología y de potenciamiento de los servicios ecosistémicos a los sistemas agrícolas más convencionales –los que hoy representan casi 99% de la producción mundial– sin crear un riesgo en la calidad productiva del sistema”.

Los investigadores e investigadoras de la línea 6 trabajan en distintos sistemas productivos dentro de la agricultura y estudian distintos servicios ecosistémicos presionados por éstos sistemas, como el secuestro de carbono del suelo sobre el que producen, o los servicios de polinización de las aves e insectos que pueblan los predios.

En el caso de la degradación de suelos, por ejemplo, los científicos que trabajan en el área promueven acciones como la introducción de carbono orgánico en el suelo, manejo de desechos, compostaje de residuos, etc. para mejorar la salud y calidad de estos ambientes.

“Toda vegetación, sea nativa o agrícola, dependen del suelo. Si no hay suelo, o si estos se degradan, se erosionan, son arrastrados por el agua o se contaminan, la capacidad de recuperación se pierde y con ello, la posibilidad de que esa vegetación obtenga los nutrientes que necesita para crecer” cuenta.

Entre los métodos de recuperación que estudia la línea, están la reutilización de residuos orgánicos mediante el rescate de suelos, esto es, la remoción del suelo útil previo a su excavación por parte de proyectos mineros o inmobiliarios, para su empleo posterior. También mediante el uso de lodos y biosólidos de plantas de tratamiento de aguas servidas como sustratos para zonas degradadas. “El tema principal de la degradación es la pérdida de la materia orgánica, por lo que cualquier fuente orgánica que tú tengas disponible sirve para un proceso de recuperación”.

“Un suelo saludable te asegura la sostenibilidad hacia adelante” continúa, “te permite sostener, por ejemplo, una diversidad de cultivos. El desafío de Chile será prontamente producir cultivos sin riego o con poca agua, y del éxito de esos intentos depende la capacidad del suelo de retener eficientemente dicho recurso”.

Otros esfuerzos

Otros investigadores de la línea trabajan en detectar y estudiar cultivos de plantas que den raíces a distintas profundidades, o que tengan una mayor capacidad de retención de nitrógeno. Algunos proyectos han identificado plantas capaces de atraer polinizadores a matrices agrícolas, incorporando bandas de flores y vegetación nativa en sus lindes. “Hemos instalado pilotajes con mezclas de flores y plantas nativas en los bordes de los previos para observar si atraen polinizadores como chinitas. Eso al agricultor no le cuesta nada. Hemos hecho tres de estas intervenciones en predio, con buenos resultados”.

Lo mismo ha sucedido con la instalación de casas anideras o perchas para aves rapaces, que no sólo atraen polinizadores sino también depredadores de especies que pueden significar una plaga para los cultivos o invasores para la fauna local.

La línea también realiza estudios de evaluación de la salud del suelo mediante técnicas microbiológicas. Además, la línea colabora con iniciativas de replantación de bosque nativo donde se prueban distintas técnicas de tratamiento de suelo que mejores la capacidad de retención hídrica, que eventualmente pueda ser aplicado por organismos como CONAF en sus programas de bonificación para reforestación con bosque nativo.

Para Arellano, la creación de esta nueva línea CAPES se hace cargo de una deuda histórica no sólo del Centro, sino de la investigación ecológica asociada a los sistemas productivos: “Hasta ahora no teníamos una línea especialmente dedicada a la agricultura, cuando ésta, en Chile, debiera ser el escenario principal donde opere la ecología aplicada, pues se trata del sector productivo más extendido del país”.

El escenario, al menos por los próximos años, será de Eduardo y de su equipo.

Eduardo Arellano: “Un suelo saludable asegura sostenibilidad en el tiempo”

Conversamos con el director de la nueva línea CAPES que, desde julio pasado, estudia los principios y técnicas que podrían ayudarnos a transitar de una agricultura intensiva a una más sustentable, consciente de su impacto ambiental.

“Intensificación ecológica para una agricultura sustentable” es el nombre de la nueva línea de investigación CAPES destinada al estudio de técnicas y principios que reduzcan, mitiguen y prevengan los efectos de la actividad agrícola sobre la biodiversidad de los ecosistemas, así como medidas de restauración de sistemas ya degradados por la intervención humana.

“La línea nace a partir de una serie de proyectos de evaluación de suelos en que lo trabajé previamente” nos cuenta su director, Eduardo Arellano, desde su oficina ubicada en dependencias de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica de Chile (PUC), lugar donde realiza sus labores académicas.

“Hace unos cinco años, mi equipo de trabajo y yo comenzamos a estudiar los suelos y su potencial de restauración en matrices transformadas o intervenidas por la agricultura, específicamente en las regiones de O’Higgins y el Maule, atendiendo no sólo a la recuperación de los servicios ecosistémicos a nivel de paisaje o conectividad, sino también a nivel predial”.

A partir de estas aproximaciones, Arellano y su equipo levantaron una serie de indicadores de productividad para sistemas productivos, especialmente frutícolas, con la ayuda de diversos proyectos FIC con agricultores de la región de O’Higgins. Estos indicadores determinaban el estado de intervención de los predios en aspectos como su biodiversidad, la calidad del agua, la salud de sus suelos, entre otros.

“La idea era saber cómo un agricultor o productor podría contribuir a mejorar su desempeño ambiental y la calidad ambiental de sus productos, ayudándolo a determinar qué era lo que había dentro y alrededor de sus tierras, y dónde estaba el potencial de recuperación en esas áreas” señala.

Dicho trabajo también incluía recomendaciones en la forma de manuales o guías, como el catastro base de flora y fauna encontrada en la región de O’Higgins que dio pie al Manual de Conservación de Biodiversidad en Predios Agrícolas de Chile Central, publicado en 2016.

“El objetivo entonces y ahora”, explica “es transferir principios de intensificación ecológica al sector agropecuario nacional e internacional. Servicios que ayuden a su vez a mantener la productividad del sistema”.

Cuestión de mercado

Eduardo Arellano es ingeniero forestal de la PUC y doctor en Silvicultura de Virginia Tech (EEUU). Desde su formación, nos cuenta, ha estado vinculado al estudio de los suelos en conexión con los sistemas productivos (agrícolas, forestales, y mineros), por lo que su transición a los procesos de restauración y recuperación de sistemas degradados se dio, en sus palabras, naturalmente.

“El proceso de cambio de la agricultura sobre los paisajes es inevitable e histórico” nos explica. “Estamos hablando de sistemas productivos que llevan siglos, sino milenios, operando sobre los ecosistemas”.

El principal impacto que ha tenido el impulso del ser humano por producir su propio sustento a través de la agricultura es, a su juicio, la presión sobre el cambio de uso de suelo, causado por la remoción de vegetación nativa para la expansión agrícola. “Hoy, es cosa de ir al norte y ver cómo las laderas se llenan de paltos y naranjos. Toda esa producción va invariablemente en sacrificio de algo” agrega.

Uno de estos sacrificios, especialmente en el caso de Chile Central, ha sido el agua: “hay un efecto importante sobre el recurso hídrico, pues en el caso del sector agrícola nacional, se trata en su mayoría de agricultura de riego, y la tecnificación del riego va a la par con el crecimiento de la agricultura y la intensificación de estos impactos”.

El desafío, sostiene, es reducir esos impactos conservando los beneficios que también entrega este importante sector productivo, como es la provisión (en conjunto con los ecosistemas) de alimentos y el desarrollo económico y social de las comunidades que rodean los núcleos agrícolas, “incluso de manera más directa que la minería”.

En opinión del ingeniero agrónomo, la sobreproducción agrícola en Chile está actualmente fuera de control: “Cuando tú tienes productores que despliegan una enorme cantidad de recursos, cientos de hectáreas con un manejo súper intensivo, simplemente porque en China un consumidor quiere comer cerezas en diciembre o para el día de los enamorados, generas una distorsión de lo que, uno cree, debiera ser el principio fundamental de un sistema agrícola”.

Por suerte, la presión por una producción sostenible y en armonía con el medio ambiente comienza a ser cada vez más fuerte, sobre todo la proveniente de mercados externos: “Hoy es el consumidor europeo, anglosajón, el que quiere una fruta o verdura que sea de un campo manejado sustentablemente” comenta Arellano. “Hay procesos de certificación ya consolidados en Europa que te aseguran que los alimentos que se venden en sus supermercados, importados de países como Chile, han pasado por procesos de producción que no dañan o degradan el medio ambiente”, asegura.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer para contrarrestar las demandas de consumo de algunas economías en crecimiento: “Si el mercado internalizara todos los costos ambientales que significa producir cerezas fuera de temporada en el precio de la fruta, se podría desincentivar la sobreproducción. Y eso, afortunadamente, ya está ocurriendo en algunas partes de Europa. Pero la expansión agrícola, sobre todo con la apertura del mercado chino, es que es menos consciente ambientalmente, sigue siendo mayor”.

Mal que mal, esos costos ambientales nacidos de la sobreproducción, como la degradación de los suelos, también terminan afectando al productor. “Un suelo degradado retiene menos agua que un suelo bien conservado, lo que implica un gasto mayor de agua para sostener a la planta. La capacidad de retención hídrica se refleja finalmente en pérdidas de producción”.

“Pero todo eso”, se apresura en señalar, “se puede revertir”.

Recuperando suelos

“Hay formas y formas de hacer agricultura, explica, “cuando tú ves paisajes y viñas en Francia, por ejemplo, ves un montón de corredores de setos, zonas parches de vegetación nativa, es decir, un diseño de paisaje mucho más integrado y sostenible”.

Y es ahí donde aparece el concepto de intensificación ecológica, el que Arellano define como “la introducción de principios de la agroecología y de potenciamiento de los servicios ecosistémicos a los sistemas agrícolas más convencionales –los que hoy representan casi 99% de la producción mundial– sin crear un riesgo en la calidad productiva del sistema”.

Los investigadores e investigadoras de la línea 6 trabajan en distintos sistemas productivos dentro de la agricultura y estudian distintos servicios ecosistémicos presionados por éstos sistemas, como el secuestro de carbono del suelo sobre el que producen, o los servicios de polinización de las aves e insectos que pueblan los predios.

En el caso de la degradación de suelos, por ejemplo, los científicos que trabajan en el área promueven acciones como la introducción de carbono orgánico en el suelo, manejo de desechos, compostaje de residuos, etc. para mejorar la salud y calidad de estos ambientes.

“Toda vegetación, sea nativa o agrícola, dependen del suelo. Si no hay suelo, o si estos se degradan, se erosionan, son arrastrados por el agua o se contaminan, la capacidad de recuperación se pierde y con ello, la posibilidad de que esa vegetación obtenga los nutrientes que necesita para crecer” cuenta.

Entre los métodos de recuperación que estudia la línea, están la reutilización de residuos orgánicos mediante el rescate de suelos, esto es, la remoción del suelo útil previo a su excavación por parte de proyectos mineros o inmobiliarios, para su empleo posterior. También mediante el uso de lodos y biosólidos de plantas de tratamiento de aguas servidas como sustratos para zonas degradadas. “El tema principal de la degradación es la pérdida de la materia orgánica, por lo que cualquier fuente orgánica que tú tengas disponible sirve para un proceso de recuperación”.

“Un suelo saludable te asegura la sostenibilidad hacia adelante” continúa, “te permite sostener, por ejemplo, una diversidad de cultivos. El desafío de Chile será prontamente producir cultivos sin riego o con poca agua, y del éxito de esos intentos depende la capacidad del suelo de retener eficientemente dicho recurso”.

Otros esfuerzos

Otros investigadores de la línea trabajan en detectar y estudiar cultivos de plantas que den raíces a distintas profundidades, o que tengan una mayor capacidad de retención de nitrógeno. Algunos proyectos han identificado plantas capaces de atraer polinizadores a matrices agrícolas, incorporando bandas de flores y vegetación nativa en sus lindes. “Hemos instalado pilotajes con mezclas de flores y plantas nativas en los bordes de los previos para observar si atraen polinizadores como chinitas. Eso al agricultor no le cuesta nada. Hemos hecho tres de estas intervenciones en predio, con buenos resultados”.

Lo mismo ha sucedido con la instalación de casas anideras o perchas para aves rapaces, que no sólo atraen polinizadores sino también depredadores de especies que pueden significar una plaga para los cultivos o invasores para la fauna local.

La línea también realiza estudios de evaluación de la salud del suelo mediante técnicas microbiológicas. Además, la línea colabora con iniciativas de replantación de bosque nativo donde se prueban distintas técnicas de tratamiento de suelo que mejores la capacidad de retención hídrica, que eventualmente pueda ser aplicado por organismos como CONAF en sus programas de bonificación para reforestación con bosque nativo.

Para Arellano, la creación de esta nueva línea CAPES se hace cargo de una deuda histórica no sólo del Centro, sino de la investigación ecológica asociada a los sistemas productivos: “Hasta ahora no teníamos una línea especialmente dedicada a la agricultura, cuando ésta, en Chile, debiera ser el escenario principal donde opere la ecología aplicada, pues se trata del sector productivo más extendido del país”.

El escenario, al menos por los próximos años, será de Eduardo y de su equipo.

[CANCELADO] Curso»Introducción al Pastoreo Racional Voisin» y día de campo en agricultura regenerativa

Como parte del proyecto FIA “Desarrollo de un sitio de aprendizaje y modelo de producción en ganadería regenerativa para la zona central”, la Fundación Estación Experimental Agrícola de la Universidad Católica de Chile, junto al Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES y la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), están organizando dos actividades que tienen por objetivo promover el valor de la agricultura y ganadería sustentable para la producción alimenticia y la conservación de nuestra naturaleza.

Curso

La primera de estas actividades, a realizarse los días 24 y 25 de marzo, es el curso «Introducción al Pastoreo Racional Voisin», impartido por los principales impulsores de esta técnica en el mundo, los investigadores Luiz Carlos Pinheiro Machado padre, e hijo.

El Pastoreo Racional Voisin (PRV), es una técnica de pastoreo diseñada por el francés André Voisin que se caracteriza por ser totalmente respetuosa con el ambiente, regenerando suelos sin insumos ni venenos. Su práctica se basa en el conocimiento del funcionamiento de los múltiples procesos biológicos del conjunto suelo, hierba y animal, maximizando todas las entradas de energía y minimizando todas las salidas, para canalizar esta energía hacia la producción. Luiz Carlos Pinheiro Machado padre es uno de los principales desarrolladores y promotores de esta metodología en Latinoamérica, dictado más de 75 cursos en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Ecuador, Cuba y Francia, además de tallres de alto nivel sobre ganado lechero, ganado de carne, cría de cerdos, nutrición animal, agroecología, labranza cero, producción de alimentos sin veneno.

Día de campo

Luego, el 27 de marzo, a partir de las 10:00 hrs., se realizará un «Día de Campo en Agricultura y Ganadería Regenerativa», guiado por los asesores argentinos de Tecoporã, educadores agroecológicos dedicados a la agricultura regenerativa a escala comercial.

Tanto el curso como el día de campo se realizarán en dependencias de la Estación Experimental Agrícola UC (Av. Alcalde Hernán Prieto 3285, Pirque).

Cómo asistir

Ambas actividades son gratuitas, pero con cupos limitados. Para participar, inscríbete llenando el siguiente formulario: https://cutt.ly/otqBPEO

¡Los esperamos!