La extraordinaria capacidad de hibernación del monito del monte

La hibernación, entendida como el estado de sopor en que entran algunos mamíferos a lo largo de varios días e incluso meses, es una adaptación para resistir desafíos ambientales estacionales funcionalmente distinta del sopor diario, que, en cambio, es una estrategia fisiológica para enfrentar entornos impredecibles. Un equipo de ecólogos estudió las respuestas de una de estas especies, el monito del monte, y mostró su sorprendente capacidad de transitar de la hibernación al sopor diario en condiciones de temperaturas extremas e incluso en épocas de reproducción.

Las historias de ciencia ficción donde humanos hibernan durante años para poder viajar distancias interestelares, se inspiran en realidad en la capacidad de algunos animales de reducir su metabolismo para caer en un sopor de horas, días o hasta meses. Pero, para conocer las posibilidades que podrían tener los seres humanos de hibernar por largos períodos, primero hay que entender los procesos fisiológicos de estos hibernantes naturales.

Roberto Nespolo, académico en el Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas,dela Universidad Austral de Chile e investigador en CAPES y en iBio, justamente nos introduce en el tema con un ejemplo cinematográfico: “Hace poco se estrenó en Netflix la película futurista “Passengers”, que narra una aventura en un viaje espacial. El viaje duraba 120 años, y los cinco mil pasajeros de la nave iban metidos en unos sarcófagos computarizados que los mantenían en hibernación. Uno de ellos despierta por error a los 30 años de viaje, sin poder volver al letargo. Este tipo de historias son antiguos anhelos del ser humano, retratados en historias de ciencia ficción desde la época de Julio Verne, e inspirados en mamíferos hibernantes como el monito”.

El monito del monte (Dromiciops gliroides), marsupial endémico chileno, es uno de los últimos representantes vivos del orden Microbioteria, y por eso, se le considera un verdadero fósil viviente y un objeto de estudio frecuente de varios equipos de ecólogos. Nespolo encabeza uno de estos equipos, el cual demostró, en palabras del investigador, “las capacidades extremas de hibernación de este marsupial, lo cual es relevante tanto por el conocimiento básico, como por las posibles aplicaciones”.  

“Conocer la diversidad de animales que naturalmente hacen sopor nos ha mostrado ésta que es una capacidad inherente de los mamíferos, independientemente de su origen evolutivo” añade. “Incluso se ha podido inducir sopor en ratones de laboratorio, y se ha descubierto el mecanismo exacto que lo provoca: un circuito neuronal hipotalámico, que detecta la caída de glucosa sanguínea y reduce el punto de control de la termorregulación corporal, según un trabajo de Takahashi del 2020”.

La investigación sobre el sopor del monito del monte, quedó plasmada en el artículo, “Heterothermy as the Norm, Homeothermy as the Exception: Variable Torpor Patterns in the South American Marsupial Monito del Monte (Dromiciops gliroides)”, en el que participaron, además de Nespolo, los investigadores CAPES Enrico Rezende y Francisco Bozinovic, en conjunto con Carlos Mejías, Angelo Espinoza, Julián Quintero-Galvis y Francisco Fontúrbel.

Hibernación y sopor diario

Para entender este fenómeno, debemos conocer primero algunos términos como homeotermia, que es la capacidad de mantener la temperatura corporal independiente de la temperatura ambiental, y heterotermia, que es el nombre genérico para los animales capaces de hacer sopor diario y estacional, este último, lo que comúnmente entendemos como hibernación.

Normalmente, las especies, o hibernan, o hacen sopor diario, y no es común encontrar un mamífero hibernante y heterotermo diario, como el monito del monte. “Junto a mi querido amigo y mentor, Pancho Bozinovic (coautor de este trabajo), describimos hace tiempo con estudios de laboratorio que el monito podía hacer ambas cosas, y este es el primer registro que pudimos hacer con animales en su hábitat”, comenta Nespolo, y señala otra de las innovaciones en este estudio: “pudimos implementar un sistema de “experimentos de mesocosmos”, donde medimos la cantidad de energía que consumen los monitos en actividad y sopor, y con un termógrafo, pudimos determinar la distribución del calor corporal”.

Parte de esta investigación incluyó el registro audiovisual de este fenómeno, por medio de un video inédito asociado a la tesis de Carlos Mejías. En el video (ver abajo), se logra captar cómo un individuo activo calienta al resto del grupo, en base a termografía combinada con imagen. Durante la hibernación, monitos, murciélagos, lirones o marmotas, entre otros, reducen el consumo de energía hasta en un 95%. En comparación, si una persona de 70 kg de peso, que gasta unos 12.500 kilojoules diarios, hibernara, bajaría ese consumo a unos 250 kilojoules/día, exclusivamente obtenidos de las reservas grasas. En otras palabras, una persona despierta consumiría la energía de 20 personas en hibernación, por lo que podría mantenerse muchos meses en este estado, sólo consumiendo las grasas corporales.

https://vimeo.com/618289956

Invierno, verano, cambio climático y una sorpresa

Otro de los hallazgos del estudio es que los monitos pueden entrar en letargo diario a distintas temperaturas ambientales, incluso en verano. ¿Por qué ocurre este fenómeno? “Nuestros datos sugieren que los monitos entran en sopor cada vez que sus niveles de glucosa sanguínea bajan de cierto umbral, y si la temperatura ambiental es menor a unos 10ºC, este sopor se prolonga por varios días” explica el ecólogo, “durante el sopor, los animales hacen un switch entre el metabolismo de carbohidratos al de las grasas, y si las reservas lipídicas son grandes, el sopor también se puede prolongar”.

Los monitos son hiperfágicos, es decir, ingieren una gran cantidad y variedad de alimentos, con preferencia por los frutos con azúcares simples (fructosa, glucosa). Mientras encuentren estas dietas, permanecerán activos, y tan pronto se acaba, entrarán en sopor. Nespolo puntualiza que “esto genera un mecanismo “lipostático” de control de la hibernación, en que las reservas de grasa acumuladas en otoño deben durar hasta primavera, y los animales despiertan hambrientos, buscando frutos”. Además, advierte que “si la época de frutos no cuadra con el despertar del sopor, por ejemplo, como producto del calentamiento global, en que la floración se adelanta, esto podría significar una amenaza para esta especie”.

En el experimento, uno de los monitos estudiados fue una hembra con 2 crías, permitiendo a los investigadores estudiar los períodos de letargo de los 3 animales. Nespolo indica que “tanto madre como crías estaban en sopor, a una temperatura corporal de 24ºC. Existen pocos reportes de animales que hacen sopor durante la reproducción, y particularmente pocos marsupiales que lo hagan. Es interesante pues los marsupiales invierten la mayor parte de la reproducción en la lactancia, y que sean capaces de interrumpir este periodo a la espera de épocas mejores, demuestra que este “oportunismo” energético es bastante general”.

Hibernación flexible

Este estudio pionero, muestra la gran flexibilidad fisiológica de los monitos. Por un lado, hacen sopor diario, incluyendo la época reproductiva, debido a la sensibilidad a la glucosa, y por otro, hibernan con periodos continuados de sopor de hasta 12 días. Nespolo también describe que “son capaces de hibernar a cero grados y poseen un delicado control de la temperatura corporal durante estos periodos. Cuando la temperatura ambiental cae por debajo de los cero grados, el monito produce pequeñas cantidades de calor metabólico, es decir, «termorregula», para mantener su temperatura corporal levemente por sobre los cero grados. Esto, porque lo más dañino del congelamiento es la formación de hielo en los tejidos, que rompe las células”.

Investigaciones en otros animales, tales como varios invertebrados y algunos peces y anfibios, han descrito proteínas o polisacáridos anticongelantes en hemolinfa, sangre y tejidos, lo que permite que se congelen sin sufrir daño a sus tejidos. Pero en mamíferos y aves estas moléculas no existen. “Este trabajo muestra que el mecanismo para sobrevivir el congelamiento es la termorregulación en sopor, lo cual explica cómo sobreviven muchas poblaciones andinas de monito, en bosques de Lenga (Nothofagus pumilio), en donde caen varios metros de nieve cada año”, señala Nespolo. “Esto es sorprendente pues para un mamífero de zonas templadas, sobrevivir varios meses a temperaturas de congelamiento es todo un record. Pudimos registrar temperaturas internas, de los tejidos del monito, de 0.5ºC por periodos de 48 horas. Además, los monitos son capaces de salir de este sopor profundo en menos de una hora, y volver a actividad completamente normal. Por ejemplo, el hibernante más extremo del planeta es la ardilla terrestre ártica, que vive en Alaska (latitud polar: 64ºN), un animal de un kilo de peso que hiberna a -30ºC, pero que sus tejidos alcanzan -1.3ºC. El monito, con sus 40g de peso, sólo se distribuye hasta los 43ºS, y presenta capacidades fisiológicas similares a las de la ardilla ártica”, finaliza.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos de imagen: Roberto N´espolo


CAPES lanza extenso repositorio de referencias de vertebrados en Chile

Construir colecciones de referencias, formar alianzas de trabajo, colaborar con etiquetas o nuevas referencias, son algunas de las funciones que permite la nueva plataforma, que recoge más de 7 mil citas de fauna nacional en publicaciones académicas.

El registro más antiguo catalogado por el nuevo Repositorio de Citas Bibliográficas de Vertebrados Chilenos es el de un lobo fino de Juan Fernández divisado por el almirante y aristócrata británico George Anson hacia el final de su expedición alrededor del mundo, entre los años 1740 y 1744. Así al menos lo documenta la traducción al francés de los viajes de Anson, Voyage Autour Du Monde, donde se describe a estos otrora numerosos habitantes del archipiélago como “malhumorados y difíciles de despertar”.

Este es uno de los tantos tesoros que contiene este nuevo repositorio virtual y participativo, el cual reúne 20 años de trabajo de búsqueda y clasificación de miles de referencias de fauna chilena aparecidas en revistas científicas desde el siglo XVIII a la fecha. La plataforma tiene por objetivo promover y potenciar el estudio de vertebrados de nuestro territorio, a través de la filosofía de datos y el código abierto, permitiendo la contribución de cualquier investigador a la colección.

La iniciativa, liderada por el profesional del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad UC (CAPES), Enrique Silva Aránguiz, comenzó el año 2000 como una colección personal de citas de vertebrados chilenos recopiladas por el biólogo. En una primera etapa, la compilación fue publicada y actualizada hasta el año 2014 en el sitio web del ya desaparecido Center for Advanced Studies in Ecology and Biodiversity (CASEB), año en que debió ser dada de baja por falta de recursos. No obstante, el trabajo de recopilación nunca se detuvo, y en 2020 se comenzó a trabajar en una nueva versión de este repositorio, considerando nuevas herramientas y mejoras a nivel de usuario.

Esta nueva edición del repositorio se lanzó en marzo de este año con más de 7 mil citas de investigaciones de animales habitantes de nuestro territorio, comenzando por el lobo marino descrito por Anson, y abarcando aves, micromamíferos, carnívoros, ungulados, murciélagos, reptiles, mamíferos marinos, conejos e incluso especies exóticas invasoras. La plataforma permite que los usuarios construyan y gestionen colecciones personalizadas de referencias; administren sus carpetas creando sus propios sistemas de clasificación; creen equipos de trabajo para construir colecciones de referencia de forma colaborativa; participar en la clasificación de la colección general; apoyar en el etiquetado de referencias; aportando nuevas referencias; y haciendo observaciones y sugerencias de mejoras.

“En la colección de referencias de vertebrados de Chile (CVCh) nos hemos propuesto incorporar a la comunidad en el mantenimiento y profundización de la calidad de la colección. Este es un gran desafío”, puntualiza Silva.

La obra, financiada por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), a pocos días de cumplir un mes de funcionamiento, ya cuenta con una comunidad de usuarios con alrededor de sesenta visitas diarias, cifra que su creador espera vaya creciendo en el tiempo.

Accede a  www.cvch.cl.

 

Texto: Comunicaciones CAPES
Foto: Bruno Savelli

Las respuestas de la vinchuca, transmisora del mal de Chagas, al cambio climático

Dos estudios de investigadores CAPES analizaron las maneras en que este insecto, habitante de las zonas norte y centro de nuestro país, se aclimata a los cambios de temperatura cada vez más extremos en esta parte del planeta.

La vinchuca es un insecto ectotermo. ¿Qué significa esto? Que su nivel de actividad física, comportamiento y supervivencia responden a los cambios ambientales (o externos) de temperatura. Pero, ¿por qué podría ser relevante este dato para nosotros? Pues porque muchos insectos que son vectores de enfermedades, como la vinchuca, se ven expuestas a la variabilidad de temperaturas producidas por el cambio climático, alterando su fisiología y ecología, y haciendo más difícil el éxito de los programas que buscan erradicar su amenaza como foco de plagas o epidemias.

En Sudamérica, existen varios insectos transmisores de enfermedades, como el mosquito Aedes aegypti, vector del dengue, o las moscas negras (género Simulium) causantes de Oncocercosis o “ceguera de los ríos”. La vinchuca (Triatoma infestans), es un insecto hematófago, es decir, que se alimenta de sangre de mamíferos, especialmente de humanos. Mientras sacia su sed, el insecto es capaz de depositar al parásito Trypanosoma cruzi en la piel de sus huéspedes, y éstos, al rascarse, lo introducen en su organismo provocando la enfermedad de Chagas.

La OMS calcula que en el mundo hay entre 6 y 7 millones de personas infectadas con este mal, la mayoría de ellas en América Latina. Ésta puede presentarse como una infección aguda (muchas veces asintomática) o convertirse en una enfermedad crónica que afecta al corazón o al aparato digestivo. A pesar de tener tratamiento en su fase aguda, cada año se producen nuevos contagios, afectando mayormente a la población rural y vulnerable.

Dos equipos de investigadores CAPES, sin embargo, han estado trabajando en el estudio de cómo la vinchuca se adapta a los acelerados cambios que se producen en su ambiente, y dos de sus últimos papers publicados dan nuevas luces sobre su paulatina aclimatación.

Cambios de comportamiento ante cambios de temperatura

“Como las vinchucas son animales ectotermos, lo que significa que su actividad está directamente relacionada con la temperatura del ambiente, para tener planes más efectivos de manejo se necesita información sobre dos variables: la relación entre el desempeño del animal y la temperatura del ambiente y la capacidad de ajustarse a las condiciones térmicas del ambiente, es decir, si presenta plasticidad fenotípica”, explica la Dra. Grisel Cavieres, fisióloga evolutiva de CAPES y una de las autoras del paper “Thermal performance of the Chagas disease vector, Triatoma infestans, under thermal variability” publicado en la revista Plos Neglected Tropical Diseases.

El estudio buscó evaluar el impacto de la variabilidad de temperatura en la respuesta térmica de la vinchuca y el grado de plasticidad de este insecto antes los cambios de su ambiente. En el trabajo también participaron los investigadores CAPES Francisco Bozinovic y Avia González, además de Sabrina Clavijo-Baquet (autora principal) y Pedro Cattan.

Investigaciones previas en vinchucas describieron las temperaturas máximas y mínimas críticas en que el desempeño de esta especie es cero, es decir, en que el insecto está ecológicamente muerto, no puede moverse, alimentarse, reproducirse o realizar ninguna función para el mantenimiento de la población. “Saber qué ocurre en medio de dichas temperaturas”, comenta Cavieres, “es relevante, ya que el cambio climático proyecta un incremento de la temperatura ambiental promedio y un aumento en su variabilidad, por lo que son necesarios estudios que incluyan estos escenarios”.

En cuanto al método de investigación, la investigadora comenta que “se utilizaron curvas de desempeño térmico, que evalúan la relación entre un amplio rango de temperaturas y el desempeño locomotor, que es la velocidad de desplazamiento de las vinchucas. Las curvas de desempeño permiten tener información sobre máximo desempeño y la temperatura en que se alcanza, además de las temperaturas críticas. Se comparó el desempeño de vinchucas que viven en ambientes térmicos variables (variabilidad de 5ºC más o menos) y en ambientes donde la temperatura no varía (variación 0ºC). Además, en ambientes con distintas temperaturas, por ejemplo, 18ºC, 27ºC y 30ºC”.

¿Cuáles fueron los resultados obtenidos? El efecto de la variabilidad térmica en las vinchucas depende de la temperatura ambiental: “La variabilidad térmica tuvo efectos positivos en el desempeño de vinchucas aclimatadas a altas temperaturas. Es decir, ambientes cálidos y fluctuantes favorecieron la actividad locomotora de las vinchucas. Los resultados están en sintonía con lo proyectado por el IPCC, que señala un aumento de incidencia de Enfermedades Transmitidas por Vectores (ETVs) en Sudamérica. Por otra parte, la variabilidad térmica en ambientes de baja temperatura tuvo efectos negativos en el desempeño de las vinchucas. En este sentido la temperatura de invierno ha sido varias veces señalada como una de las limitantes de las poblaciones”, concluye Cavieres.

Estos hallazgos, afirman los investigadores, presentan un desafío mayor a la hora de predecir los cambios en la distribución de este vector bajo un cada vez más agudo cambio climático.

Vinchucas en Bolivia

La plasticidad descrita por Cavieres, González, Bozinovic y cia. es una característica propia de toda la subfamilia de insectos a la que pertenece la vinchuca (Triatominae). Especies de este grupo presentan un alto nivel de variación morfológica, también descrita como plasticidad fenotípica, que les permite aumentar o disminuir de tamaño en respuesta a la variación ambiental a corto plazo o cambiar su forma a largo plazo, variando su genética.

Para determinar un patrón de adaptación biológica de vinchucas en dos regiones de Bolivia, el investigador CAPES y docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Dr. Marco Méndez, estudió poblaciones de este insecto presentes en el Chaco y el valle interandino, con el objetivo, nos dice, de “evaluar los procesos de infestación y proponer programas de control de vectores”.

El estudio, titulado “Unraveling the Morphological Variation of Triatoma infestans in the Peridomestic Habitats of Chuquisaca Bolivia: A Geometric Morphometric Approach”, analizó la plasticidad morfológica y el dimorfismo sexual de T. infestans en dos ambientes geográficos: los valles interandinos, con temperaturas entre 17ºC y 24°C y humedad superior al 40% y el Chaco, con temperaturas superiores a 30°C y humedad inferior al 20%.

“La vinchuca vuela en los meses más cálidos cuando las temperaturas se acercan a los 30°C. A temperaturas inferiores a 20°C, no vuela” describe el profesor Méndez, “por lo que la reinfestación de peridomicilio a intradomicilio se vuelve difícil porque los insectos deben caminar para alimentarse”. De este modo, las condiciones ambientales desfavorables conducen a circunstancias en las que las hembras tienen la prioridad para alimentarse, lo que resulta en machos más pequeños (en forma y tamaño). En consecuencia, las hembras se vuelven más grandes que los machos, y esto tiene implicancias en la fertilidad, pues está en directa relación al tamaño de la hembra.

Entre los resultados encontrados, se observó “un dimorfismo sexual de tamaño y forma en relación a factores ambientales y nutricionales; en específico, los factores ambientales tuvieron un efecto significativo sobre el tamaño y la forma, y la nutrición un impacto en la variación de la forma de la cabeza. Estos resultados servirán como punto de partida para comprender mejor las dinámicas locales de cada población y sus consecuencias en los procesos de reinfestación. Toda esta información permitirá diseñar programas de control de vectores con base en la historia natural de las poblaciones”, explica Méndez.

Como podemos ver, ambas investigaciones muestran que la vinchuca respondería al aumento de temperatura mediante adaptaciones morfológicas y de comportamiento específicas, información que se debe tomar en cuenta al momento de planificar medidas para el control de este insecto en su hábitat.

En mayo de 2019 la Asamblea Mundial de la Salud estableció el 14 de abril como el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas, debido a que ese día de 1909, Carlos Chagas, médico e investigador brasileño, diagnosticó el primer caso humano de la enfermedad en Berenice, una niña de dos años.

 

Texto: Comunicaciones CAPES
Foto: Vinchuca, Dra. Grisel Cavieres

Núcleo Milenio en Surgencia Costera contara con activa presencia CAPES

El proyecto, liderado por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas, CEAZA, es uno de los nueve ingresos financiados para la convocatoria 2019 de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo. Contará con una inversión de 612 millones de pesos para los tres primeros años.

La surgencia costera es el fenómeno mediante el cual masas de aguas profundas, ricas en nutrientes que fomentan la vida, emergen a la superficie, favoreciendo la aparición de fitoplancton y de una amplia variedad de especies que se alimentan de éste. Esta característica, que le otorga a las costas chilenas su particular biodiversidad, será el objeto de estudio de un nuevo Núcleo Milenio, que contará con el liderazgo y participación de investigadores CAPES.

“Upwell: “Comprensión de Los Sistemas de Surgencia del Pasado y los Impactos Ambientales Locales y Duraderos” es el nombre de este nuevo Centro, el cual será dirigido por la ecóloga CAPES Eugenia Gayo, y que tendrá por objetivo estudiar dicho proceso, que, en palabras de su directora, “explica la abundancia de recursos marinos que mantiene la actividad pesquera nacional”.

“En particular”, comenta la académica de la Universidad de Tarapacá, “queremos dar cuenta de la interacción sociedad-ambiente desde el pasado remoto, es decir, los últimos 12.000 años. Esto, porque desde el poblamiento inicial de Chile, la costa ha constituido un ecosistema y territorio atractivo para los grupos humanos, por los recursos que proporciona el maravilloso proceso de la surgencia y que a su vez a han impactado dicho proceso”.

Para estudiar todas las aristas asociadas a este fenómeno, también conocido como como afloramiento costero, en el nuevo Centro convergen expertos y expertas de diversas disciplinas, tales como la oceanografía, las ciencias atmosféricas, la ecología, el paleoclima e incluso la arqueología, incorporando una mirada tanto social como física y ecosistémica del fenómeno.

Entre las 18 investigadoras e investigadores que compondrán inicialmente el Centro, se encuentran otros dos investigadores CAPES: la ecóloga María José Martínez-Harms entre sus investigadores jóvenes, y el ecólogo Sergio Navarrete como científico senior, ambos de la Universidad Católica de Chile.

Desafíos a la vista

El trabajo del proyecto se extenderá por alrededor de dos mil kilómetros, desde la frontera norte de Chile hasta aproximadamente el límite sur de la Región de Coquimbo, lo que supone el desafío de generar una amplia red de observación de la surgencia a lo largo de la costa nacional, desde la cual sea discernir los últimos 12.000 años de evolución de este territorio, un conocimiento que, a la larga, será aplicable a otras zonas donde este fenómeno se produce, como el Sistema de Surgencias del Margen Este (más conocido por su nombre en inglés Eastern Boundaries Upwelling Systems, EBUSs).

“Nuestra investigación, desde el punto de vista científico, es todo un desafío, pues requiere generar un cuerpo de datos que permita ver de manera integrada la co-evolución entre procesos que tradicionalmente se han visto desde miradas disciplinarias separadas, ya sea solo desde las ciencias sociales o con una mirada de las ciencias naturales y exactas, y en escalas temporales poco continuas, poniendo lo pasado versus lo reciente. Es más, desde el pasado el habitar de la costa de Chile se ha visto preferentemente desde un prisma donde el humano es beneficiario, mientras que poca atención se ha puesto a los potenciales impactos de este enfoque”, explica Gayo.

Asimismo, el Núcleo Milenio Upwell espera incidir en la generación de políticas públicas, aportando nuevas miradas y complementarias para la implementación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) que se proponen frente al cambio climático, con un especial énfasis en la generación una red de observación del océano e iniciativas de adaptación en la zona costera.

Nuevas miradas

Pero la integración de miradas interdisciplinarias en el trabajo del Centro no es el único aspecto en que este nuevo centro de ubicará a la vanguardia de la investigación científica nacional. Notable también es el número de investigadoras mujeres (siete) que integran el equipo principal de investigación, dos de ellas a cargo del proyecto, contribuyendo de este modo a un pendiente ineludible en materia de igualdad de género en el ámbito científico.

Es sabido que el grado de avance de las carreras científicas de las mujeres es más lenta y difícil, y en este sentido, la adjudicación de un Núcleo Milenio con un marcado liderazgo femenino, en un ámbito de ciencia de excelencia -altamente competitivo- es todo un hito, que probablemente ayude a acortar las brechas de inequidad en la participación y ascenso de las mujeres en la ciencia a nivel nacional y global. Esto es principalmente relevante para quienes hemos forjado carreras científicas interdisciplinarias, dimensión académica en que la participación e inserción femenina es aún menor”, afirmó la investigadora.

Junto a los integrantes CAPES también se incorporan al proyecto la Dra. Carola Flores (como directora alterna del Núcleo); los investigadores asociados Dra. Catalina Aguirre, oceanógrafa de la Universidad de Valparaíso, Dr. Bernardo Broitman, ecólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Dr. Antonio Maldonado, paleoclimatólogo del CEAZA, y Dr. Claudio Latorre, paleoecólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). También lo conforman los investigadores adjuntos Dr. Boris Dewitte, oceanógrafo del CEAZA, Dr. Marcelo Rivadeneira, paleoecólogo del CEAZA, Dr. César Méndez, arqueólogo del CIEP, y el Dr. Chris Harrod, ecólogo de la Universidad de Antofagasta. Junto a ellos, se suman los investigadores jóvenes Dr. Carlos Lara, especialista en modelización de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dra. Francisca Santana, bioantropóloga de la PUC y la Dra. Jimena Torres, arqueóloga de la Universidad de Magallanes.


Núcleo Milenio en Surgencia Costera contara con activa presencia CAPES

El proyecto, liderado por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas, CEAZA, es uno de los nueve ingresos financiados para la convocatoria 2019 de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo. Contará con una inversión de 612 millones de pesos para los tres primeros años.

La surgencia costera es el fenómeno mediante el cual masas de aguas profundas, ricas en nutrientes que fomentan la vida, emergen a la superficie, favoreciendo la aparición de fitoplancton y de una amplia variedad de especies que se alimentan de éste. Esta característica, que le otorga a las costas chilenas su particular biodiversidad, será el objeto de estudio de un nuevo Núcleo Milenio, que contará con el liderazgo y participación de investigadores CAPES.

“Upwell: “Comprensión de Los Sistemas de Surgencia del Pasado y los Impactos Ambientales Locales y Duraderos” es el nombre de este nuevo Centro, el cual será dirigido por la ecóloga CAPES Eugenia Gayo, y que tendrá por objetivo estudiar dicho proceso, que, en palabras de su directora, “explica la abundancia de recursos marinos que mantiene la actividad pesquera nacional”.

“En particular”, comenta la académica de la Universidad de Tarapacá, “queremos dar cuenta de la interacción sociedad-ambiente desde el pasado remoto, es decir, los últimos 12.000 años. Esto, porque desde el poblamiento inicial de Chile, la costa ha constituido un ecosistema y territorio atractivo para los grupos humanos, por los recursos que proporciona el maravilloso proceso de la surgencia y que a su vez a han impactado dicho proceso”.

Para estudiar todas las aristas asociadas a este fenómeno, también conocido como como afloramiento costero, en el nuevo Centro convergen expertos y expertas de diversas disciplinas, tales como la oceanografía, las ciencias atmosféricas, la ecología, el paleoclima e incluso la arqueología, incorporando una mirada tanto social como física y ecosistémica del fenómeno.

Entre las 18 investigadoras e investigadores que compondrán inicialmente el Centro, se encuentran otros dos investigadores CAPES: la ecóloga María José Martínez-Harms entre sus investigadores jóvenes, y el ecólogo Sergio Navarrete como científico senior, ambos de la Universidad Católica de Chile.

Desafíos a la vista

El trabajo del proyecto se extenderá por alrededor de dos mil kilómetros, desde la frontera norte de Chile hasta aproximadamente el límite sur de la Región de Coquimbo, lo que supone el desafío de generar una amplia red de observación de la surgencia a lo largo de la costa nacional, desde la cual sea discernir los últimos 12.000 años de evolución de este territorio, un conocimiento que, a la larga, será aplicable a otras zonas donde este fenómeno se produce, como el Sistema de Surgencias del Margen Este (más conocido por su nombre en inglés Eastern Boundaries Upwelling Systems, EBUSs).

“Nuestra investigación, desde el punto de vista científico, es todo un desafío, pues requiere generar un cuerpo de datos que permita ver de manera integrada la co-evolución entre procesos que tradicionalmente se han visto desde miradas disciplinarias separadas, ya sea solo desde las ciencias sociales o con una mirada de las ciencias naturales y exactas, y en escalas temporales poco continuas, poniendo lo pasado versus lo reciente. Es más, desde el pasado el habitar de la costa de Chile se ha visto preferentemente desde un prisma donde el humano es beneficiario, mientras que poca atención se ha puesto a los potenciales impactos de este enfoque”, explica Gayo.

Asimismo, el Núcleo Milenio Upwell espera incidir en la generación de políticas públicas, aportando nuevas miradas y complementarias para la implementación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) que se proponen frente al cambio climático, con un especial énfasis en la generación una red de observación del océano e iniciativas de adaptación en la zona costera.

Nuevas miradas

Pero la integración de miradas interdisciplinarias en el trabajo del Centro no es el único aspecto en que este nuevo centro de ubicará a la vanguardia de la investigación científica nacional. Notable también es el número de investigadoras mujeres (siete) que integran el equipo principal de investigación, dos de ellas a cargo del proyecto, contribuyendo de este modo a un pendiente ineludible en materia de igualdad de género en el ámbito científico.

Es sabido que el grado de avance de las carreras científicas de las mujeres es más lenta y difícil, y en este sentido, la adjudicación de un Núcleo Milenio con un marcado liderazgo femenino, en un ámbito de ciencia de excelencia -altamente competitivo- es todo un hito, que probablemente ayude a acortar las brechas de inequidad en la participación y ascenso de las mujeres en la ciencia a nivel nacional y global. Esto es principalmente relevante para quienes hemos forjado carreras científicas interdisciplinarias, dimensión académica en que la participación e inserción femenina es aún menor”, afirmó la investigadora.

Junto a los integrantes CAPES también se incorporan al proyecto la Dra. Carola Flores (como directora alterna del Núcleo); los investigadores asociados Dra. Catalina Aguirre, oceanógrafa de la Universidad de Valparaíso, Dr. Bernardo Broitman, ecólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Dr. Antonio Maldonado, paleoclimatólogo del CEAZA, y Dr. Claudio Latorre, paleoecólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). También lo conforman los investigadores adjuntos Dr. Boris Dewitte, oceanógrafo del CEAZA, Dr. Marcelo Rivadeneira, paleoecólogo del CEAZA, Dr. César Méndez, arqueólogo del CIEP, y el Dr. Chris Harrod, ecólogo de la Universidad de Antofagasta. Junto a ellos, se suman los investigadores jóvenes Dr. Carlos Lara, especialista en modelización de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dra. Francisca Santana, bioantropóloga de la PUC y la Dra. Jimena Torres, arqueóloga de la Universidad de Magallanes.


Seminario virtual internacional: «La sanidad forestal en el cono sur» | Miércoles 18 de noviembre | 9:00 hrs.

El Grupo de Sanidad Forestal del Cono Sur, en colaboración con CAPES, los invitar al Seminario virtual internacional: «La sanidad forestal en el cono sur: Problemas comunes, enfoques compartidos», a realizar se forma remota el próximo 18 de noviembre de 2020.

El seminario, que incluye charlas de referentes de la sanidad forestal de Uruguay, Argentina, Chile y Brasil, se realizará en el marco de las I Jornadas de Sanidad Forestal del Cono Sur (suspendidas hasta 2021 por la restricciones asociadas a la pandemia de COVID-19) y por el año Internacional de la Sanidad Vegetal.

La actividad es la primera de una serie de seminarios preparados en anticipo de las próximas Jornadas, y congregarán a investigadores, docentes y técnicos de diversas disciplinas, tales como la patología, entomología, micología, epidemiología, ecología, química, ciencias sociales, biología, economía, silvicultura, fisiología vegetal, entre otras, las cuales forman parte del estudio de la masa forestal, integrada por bosque nativo y plantaciones comerciales.

Accede a este enlace para inscribirte en la actividad y obtener el link oficial a la transmisión.

También puedes seguir el seminario en vivo desde YouTube Live.

Consultas e información a jsanidadforestal@gmail.com

Seminario virtual internacional: «La sanidad forestal en el cono sur» | Miércoles 18 de noviembre | 9:00 hrs.

El Grupo de Sanidad Forestal del Cono Sur, en colaboración con CAPES, los invitar al Seminario virtual internacional: «La sanidad forestal en el cono sur: Problemas comunes, enfoques compartidos», a realizar se forma remota el próximo 18 de noviembre de 2020.

El seminario, que incluye charlas de referentes de la sanidad forestal de Uruguay, Argentina, Chile y Brasil, se realizará en el marco de las I Jornadas de Sanidad Forestal del Cono Sur (suspendidas hasta 2021 por la restricciones asociadas a la pandemia de COVID-19) y por el año Internacional de la Sanidad Vegetal.

La actividad es la primera de una serie de seminarios preparados en anticipo de las próximas Jornadas, y congregarán a investigadores, docentes y técnicos de diversas disciplinas, tales como la patología, entomología, micología, epidemiología, ecología, química, ciencias sociales, biología, economía, silvicultura, fisiología vegetal, entre otras, las cuales forman parte del estudio de la masa forestal, integrada por bosque nativo y plantaciones comerciales.

Accede a este enlace para inscribirte en la actividad y obtener el link oficial a la transmisión.

También puedes seguir el seminario en vivo desde YouTube Live.

Consultas e información a jsanidadforestal@gmail.com

La “flexible” vida del monito del Monte en los bosques degradados de la Patagonia

Investigadores de la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Comahue en Argentina, estudiaron los hábitos de nidificación de este pequeño marsupial, cuya elección de casa podría estar sujeta a la disponibilidad de cavidades al interior de los árboles del bosque templado.

El monito del monte (Dromiciops gliroides) es una de las criaturas más peculiares del bosque patagónico. Endémico de su hábitat, cumple roles vitales para el funcionamiento de los ecosistemas donde convive, ya sea como dispersor de semillas, depredador, o presa de animales amenazados.

Sin embargo, continuos cambios en la composición de estos bosques producto de la degradación, han forzado a este pequeño marsupial a acomodar paulatinamente sus hábitos de vivienda, como atestiguó un estudio recientemente publicado en la revista Austral Ecology.

Mediante el uso de observaciones en terrero y revisión de literatura científica, los investigadores María Soledad Vásquez, José Tomás Ibarra y Tomás Altamirano reunieron y agruparon información sobre las elecciones de residencia del monito, concluyendo que éstas se ajustan a la disponibilidad de cavidades presentes en los árboles.

El estudio reveló que, en bosques antiguos, donde el follaje y la mezcla entre árboles viejos y jóvenes es mayor, estos marsupiales anidan el 50% de las veces en cavidades creadas al interior de los troncos, a diferencia de bosques con menor diversidad etárea, donde la cifra de hallazgos se reduce a un 25%.

“Según nuestra experiencia, el monito del Monte es una especie muy flexible en cuanto a los sustratos que utiliza para nidificar”, explica José Tomás Ibarra, investigador de Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, y uno de los autores del paper.

Esta flexibilidad se manifiesta tanto al momento de elegir la ubicación de sus nidos como también en los materiales que elige para su construcción. Según los investigadores, “esta amplitud de nichos para vivir puede ser un aspecto central de la capacidad de la especie para sobrevivir y explotar recursos en ambientes heterogéneos”.

Actualmente, los bosques de la Patagonia son víctimas de una rápida degradación causada por la actividad forestal y el impacto del cambio climático en la región, limitando la presencia de cavidades para la nidificación, e impidiéndole al monito aprovechar las ventajas asociadas a este tipo de construcciones, como la mantención de un microclima óptimo o mayor resguardo frente al clima y los depredadores.

En áreas donde este recurso es limitado, el monito del Monte parece hacer encontrado una alternativa para poder lidiar con la progresiva fragmentación de su hábitat, nidificando fuera de cavidades e incluso utilizando nidos artificiales, lo que en opinión de los autores reflejaría un comportamiento flexible que podría esencial para la sobrevivencia de la especie.

El trabajo es parte de un proyecto de 12 años que Vásquez, Ibarra y Altamirano llevan a cabo sobre la ecología de los vertebrados nidificadores de cavidades en el bosque templado andino. “Este proyecto nos ha enseñado que el monito del Monte es quizás el depredador más voraz y, por tanto, el que mejor regula las poblaciones de aves en el bosque”, comenta Ibarra. “Hemos visto que depreda nido de aves pequeñas como el Rayadito, pero también se atreve a meterse en cavidades de rapaces, en algunos casos pudiendo tomársela, reproducirse o hibernar en ellas”, detalla.

Para el académico del Campus Villarrica de la Universidad Católica, hablar de este marsupial es hablar de una de las especies más singulares de vertebrados del bosque templado, y asegura que con los estudios a largo plazo que se están realizando, se encontrarán otros motivos por lo que es una pieza clave dentro de la conservación. “El monito del Monte seguramente tiene distintos roles que recién estamos empezando a conocer”, concluye Ibarra. De ahí, comenta, la importancia de conocer más su forma de vida.



Foto cortesía de José Luis Celis

La “flexible” vida del monito del Monte en los bosques degradados de la Patagonia

Investigadores de la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Comahue en Argentina, estudiaron los hábitos de nidificación de este pequeño marsupial, cuya elección de casa podría estar sujeta a la disponibilidad de cavidades al interior de los árboles del bosque templado.

El monito del monte (Dromiciops gliroides) es una de las criaturas más peculiares del bosque patagónico. Endémico de su hábitat, cumple roles vitales para el funcionamiento de los ecosistemas donde convive, ya sea como dispersor de semillas, depredador, o presa de animales amenazados.

Sin embargo, continuos cambios en la composición de estos bosques producto de la degradación, han forzado a este pequeño marsupial a acomodar paulatinamente sus hábitos de vivienda, como atestiguó un estudio recientemente publicado en la revista Austral Ecology.

Mediante el uso de observaciones en terrero y revisión de literatura científica, los investigadores María Soledad Vásquez, José Tomás Ibarra y Tomás Altamirano reunieron y agruparon información sobre las elecciones de residencia del monito, concluyendo que éstas se ajustan a la disponibilidad de cavidades presentes en los árboles.

El estudio reveló que, en bosques antiguos, donde el follaje y la mezcla entre árboles viejos y jóvenes es mayor, estos marsupiales anidan el 50% de las veces en cavidades creadas al interior de los troncos, a diferencia de bosques con menor diversidad etárea, donde la cifra de hallazgos se reduce a un 25%.

“Según nuestra experiencia, el monito del Monte es una especie muy flexible en cuanto a los sustratos que utiliza para nidificar”, explica José Tomás Ibarra, investigador de Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, y uno de los autores del paper.

Esta flexibilidad se manifiesta tanto al momento de elegir la ubicación de sus nidos como también en los materiales que elige para su construcción. Según los investigadores, “esta amplitud de nichos para vivir puede ser un aspecto central de la capacidad de la especie para sobrevivir y explotar recursos en ambientes heterogéneos”.

Actualmente, los bosques de la Patagonia son víctimas de una rápida degradación causada por la actividad forestal y el impacto del cambio climático en la región, limitando la presencia de cavidades para la nidificación, e impidiéndole al monito aprovechar las ventajas asociadas a este tipo de construcciones, como la mantención de un microclima óptimo o mayor resguardo frente al clima y los depredadores.

En áreas donde este recurso es limitado, el monito del Monte parece hacer encontrado una alternativa para poder lidiar con la progresiva fragmentación de su hábitat, nidificando fuera de cavidades e incluso utilizando nidos artificiales, lo que en opinión de los autores reflejaría un comportamiento flexible que podría esencial para la sobrevivencia de la especie.

El trabajo es parte de un proyecto de 12 años que Vásquez, Ibarra y Altamirano llevan a cabo sobre la ecología de los vertebrados nidificadores de cavidades en el bosque templado andino. “Este proyecto nos ha enseñado que el monito del Monte es quizás el depredador más voraz y, por tanto, el que mejor regula las poblaciones de aves en el bosque”, comenta Ibarra. “Hemos visto que depreda nido de aves pequeñas como el Rayadito, pero también se atreve a meterse en cavidades de rapaces, en algunos casos pudiendo tomársela, reproducirse o hibernar en ellas”, detalla.

Para el académico del Campus Villarrica de la Universidad Católica, hablar de este marsupial es hablar de una de las especies más singulares de vertebrados del bosque templado, y asegura que con los estudios a largo plazo que se están realizando, se encontrarán otros motivos por lo que es una pieza clave dentro de la conservación. “El monito del Monte seguramente tiene distintos roles que recién estamos empezando a conocer”, concluye Ibarra. De ahí, comenta, la importancia de conocer más su forma de vida.



Foto cortesía de José Luis Celis