Investigadores conversaron sobre desafíos de investigación del bosque esclerófilo

La actividad es la primera instancia de trabajo de una nueva línea de investigación conjunta entre CAPES UC, IEB y (CR)2. Organizados en cinco grupos de trabajo, los participantes del workshop tuvieron una hora para discutir las principales brechas de investigación que podrían ayudar a ampliar el conocimiento de este bosque a nivel de forzantes, impactos y formas de adaptación.

El pasado 26 de mayo, más de 40 investigadores pertenecientes a los centros del Clima y la Resiliencia (CR)2, Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), se reunieron de forma telemática para aunar esfuerzos alrededor de uno de los ecosistemas más amenazados de nuestro país y del mundo: el bosque esclerófilo de la zona central.

La actividad es la primera instancia de trabajo de una nueva línea de investigación conjunta entre estos tres centros, y consistió en un workshop donde científicos, estudiantes de posgrado y posdoctorantes de diversas disciplinas dialogaron entre sí con el objetivo de definir potenciales oportunidades de investigación en torno a este complejo socio-ecosistema, presente en gran parte del territorio nacional y enormemente afectado por el cambio global. Todo, desde una perspectiva interdisciplinaria y socioecológica.

Mirada inter y transdisciplinaria

“El bosque esclerófilo está en una situación que nos obliga a abordar sus problemas de forma particular, pero desde diferentes aristas” explicó Alejandro Miranda, miembro del (CR)2 y uno de los investigadores principales de la línea. En su opinión, el principal desafío de la iniciativa es reducir “la brecha entre el conocimiento científico y la aplicación de políticas públicas (en torno al manejo y protección del bosque), lo que justamente requiere de mucha interdisciplina. Ese fue, a mi parecer, uno de los objetivos a los que llegamos en el workshop”.

Si bien valoró el trabajo disciplinario que, hasta hoy, ha permitido “conocer los procesos naturales o sociales que han determinado el estado actual del bosque”, el también académico de la Universidad de la Frontera ve en la interdisciplina una oportunidad para abordar problemas más complejos, “como la conservación o restauración de estos sistemas, en donde hay muchos actores, miradas e intereses, de una manera también compleja y completa”.

Organizados en cinco grupos de trabajo, los participantes del workshop tuvieron una hora para discutir las principales brechas de investigación que podrían ayudar a ampliar el conocimiento de este bosque a nivel de forzantes, impactos y formas de adaptación, en aras a desarrollar investigación, y propuestas de medidas que aporten a su conservación y restauración.

Para Juan Ovalle, investigador del CAPES y también integrante de la nueva línea, la instancia logró transmitir de forma clara y efectiva que tanto las forzantes como los impactos actuales que sufre el bosque esclerófilo “no tienen precedentes entre los ecosistemas mediterráneos a nivel mundial”. “El workshop”, explica “tenía dos objetivos: incentivar la cooperación entre investigadores e investigadoras de los centros y definir las potenciales líneas de investigación socioecológica en torno al colapso del bosque esclerófilo. Sin bien creemos que el primero de estos objetivos se cumplió a cabalidad, no nos fue del todo posible conseguir el segundo, lo que da cuenta de lo difícil que es pensar de forma transdisciplinaria estos temas”.

El académico de la Universidad de Chile considera que, pese a ello, los resultados fueron positivos. “Sin duda la sensación ambiente que dejó el workshop es que la interdisciplina y la socioecología son áreas urgentes a incluir, tanto en la formación de nuevos profesionales, como en la forma de hacer ciencia en Chile”.  

Principales conclusiones

De esa opinión también fueron los investigadores participantes, quienes concluyeron, entre otras cosas, la necesidad de contar con “una mayor vinculación con las ciencias sociales para abordar estos problemas complejos”, además de pensar en un contexto “más allá del bosque», (en voz de uno de los asistentes), que permita responder preguntas como cuál es el rol de los pasajes productivos, los recursos hídricos o el ordenamiento territorial en torno al bosque; cómo se ha visto afectada la fauna, y qué pasa con las comunidades humanas que lo habitan.

En cuanto a las actividades futuras que planea realizar la nueva línea, denominada “Iniciativa de Investigación por el Bosque Esclerófilo (CAPES / IEB /CR2)”, el investigador IEB y tercer integrante de su equipo coordinador, Cristián Delpiano, afirmó que, como grupo, “tenemos el compromiso de difundir con todos nuestros participantes los principales resultados de esta actividad. Luego de eso, para junio, tenemos proyectado un café científico que difundirá la iniciativa con la ciudadanía en general, para profundizar, en el segundo semestre, en aspectos más específicos del tema mediante un webinar con invitados nacionales e internacionales”.

Además de aquello, el equipo ya trabaja en una revisión bibliográfica que les permita fijar un marco teórico que oriente su estudio, y les permita llevar a cabo proyectos de investigación a través del financiamiento y la postulación a fondos públicos y privados. “Nosotros esperamos que el workshop y el posterior análisis de sus resultados sean la primera de una serie de instancias para que los investigadores de los centros puedan conocerse y comenzar a colaborar en temáticas asociadas al bosque esclerófilo”, concluyó.

Texto: Comunicaciones CESIEP

¿Sirve el estiércol de cerdo para recuperar suelos quemados por incendios?

Un estudio con enmiendas orgánicas en suelos de bosques abrasados por el fuego muestra el potencial de los desechos de la industria porcina para recuperar los microorganismos necesarios para el crecimiento de la vegetación nativa local.

Los incendios siempre han sido parte de las dinámicas de los ecosistemas boscosos. Sin embargo, el aumento de la temperatura, la sequía, los cambios en las composiciones de comunidades de plantas y otras alteraciones relacionadas con el clima han aumentado la probabilidad de que este tipo de eventos se vuelvan más frecuentes, de mayor intensidad y amplitud.

Ese es el caso de la zona central de nuestro país y los incendios estivales que afectaron las regiones del Maule, Bio Bio y O’Higgins en 2017. Catalogados en su conjunto como un “mega incendio” debido a la gran extensión en superficie de zona afectada, cerca de 600.000 hectáreas fueron alcanzadas por el fuego en dicha ocasión, superando largamente las 50.000 hectáreas promedio anuales que se ven arrasadas por estos eventos en el país.

Pero una vez afectados, ¿es posible recuperar los ecosistemas boscosos de aquellas zonas diezmadas por este mega incendio? ¿podemos acelerar el proceso de recuperación con enmiendas orgánicas aplicadas en los suelos quemados? ¿Qué tipos de enmiendas son las más adecuadas?

Estas fueron algunas de las preguntas que la investigadora CAPES y profesora de la Universidad de O’Higgins, Claudia Rojas, se planteó. Para encontrar las respuestas, Rojas realizó un estudio piloto en Pumanque (una de las comunas más afectadas por el mega incendio de 2017) con el objetivo de identificar los efectos tempranos de diferentes enmiendas orgánicas y distintos métodos de establecimiento de plantas, sobre las condiciones biológicas y fisicoquímicas en un suelo de bosque esclerófilo quemado.

La investigadora utilizó enmiendas de tipo compost, estiércol porcino y estiércol de aves de corral, además de probar métodos de siembra de semillas y plantaciones de vegetación de especies nativas que crecen normalmente en el bosque esclerófilo, como el quillay, el boldo y el litre.

Como evaluadores indirectos del desempeño de estas enmiendas, se escogieron microorganismos del suelo que respiran O2 y utilizan compuestos orgánicos como fuente de carbono de los suelos. Específicamente, se observaron y cuantificaron las unidades formadoras de colonias (CFUs por sus siglas en inglés), que se forman luego de un período de incubación de seis meses de estas comunidades.

Los resultados, publicados en la revista Agro Sur, revelaron que la aplicación de estiércol porcino e incorporación de plántulas de quillay, boldo y litre fue el tratamiento que evidenció CFUs similares a ecosistemas de referencia contiguos al lugar afectado, a los que el fuego no había logrado alcanzar.

“Además, observamos que el recuento de colonias fue siempre mayor en los tratamientos que recibieron plantas versus semillas de las mismas especies mencionadas anteriormente. Por último, las respuestas de las propiedades fisicoquímica de los suelos a los tratamientos evaluados fueron siempre menos marcadas que las condiciones biológicas” afirmó Rojas.

Este estudio de caso permitió evaluar las respuestas a corto y mediano plazo de las condiciones de suelo frente a la incorporación de materia orgánica fresca. En el largo plazo, contó su autora, permitirá evaluar otros indicadores de suelo que consideren la diversidad funcional y filogenética.

“Este tipo de conocimiento podrá ser aplicado en futuras prácticas de restauración de ecosistemas de bosque afectados por incendios en la zona central de Chile, prácticas que usualmente se enfocan mayoritariamente en recuperar condiciones biológicas sobre el suelo y no dentro de este. Este último punto es de vital importancia, ya que la recuperación de las condiciones edáficas es fundamental para el restablecimiento y sucesión de la vegetación después de la ocurrencia de un incendio”, concluyó Rojas.

 

Texto: Comunicaciones CAPES

Investigadores advierten posibles “tormentas de fuego” en la zona central

Pese a las últimas lluvias, los científicos y especialistas señalan que la próxima temporada de incendios puede ser catastrófica. Con bosques secos convertidos en acelerantes, los siniestros afectarían a sectores cercanos a zonas altamente pobladas del país. El llamado es a proteger los bosques de alto valor para la conservación y las personas que viven en sus cercanías.

En una declaración conjunta, representantes del mundo científico, ONG y organismos públicos, advirtieron de los peligros que los incendios pueden generar en la zona central del país durante el verano, asegurando que están dadas todas las condiciones para un desastre en esta macrozona. A este llamado, han adherido más de 100 profesionales, entre los que cuentan nuestros dos Premios Nacionales de Ciencia, Fabián Jaksic y Francisco Bozinovic.

De acuerdo a recientes investigaciones, los incendios que podrían presentarse en los próximos meses implican un riesgo extra, pues ocurrirán en las cercanías de las principales urbes del país y áreas agrícolas aledañas, donde habitan alrededor de diez millones de personas.

Entre los efectos directos e indirectos que estos fenómenos podrían tener sobre la población, están la intoxicación por humo, golpes de calor, interrupción de vías de comunicación, abastecimiento de energía y pérdida de la producción agrícola.

En el caso de la exposición al humo, los declarantes advierten que las consecuencias de salud pueden ser aún mayores en un contexto de emergencia sanitaria producto de COVID-19, especialmente en comunas con cuarentena. Ante este escenario, consideran que la prevención de estos siniestros como una “prioridad nacional”, que debe ser tomada en cuenta tanto por autoridades como por la ciudadanía.

La advertencia, explican, se extiende para los sectores aledaños a Valparaíso-Viña Del Mar, Santiago y Rancagua, y estaría presente para ésta y las próximas temporadas de incendios forestales.

El peligro de la megasequía

La inminencia de esta nueva ola de incendios se debe en gran parte a que Chile vive desde 2010 una sequía sin precedentes en los últimos mil años, que se muestra con mayor severidad entre la Cuarta Región y la del Biobío. No sólo los cultivos y las poblaciones humanas se han visto afectadas por la megasequía, sino también la vegetación nativa.

A finales de 2019, investigadores de la Universidad de la Frontera, Universidad Austral de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, observaron cómo el bosque esclerófilo de las cordilleras de la Costa y los Andes, caracterizado por vegetación de hojas duras y perennes, se transformó de manera masiva en “un bosque café” o pardo. Miles de peumos, quillayes, litres, lingues, bellotos y otras especies de plantas, propias de este sistema mediterráneo, se estarían secando.

“A pesar de no saber si todas las plantas que perdieron el verdor realmente murieron, es urgente tomar acciones por las consecuencias que tiene vivir cerca de grandes extensiones de vegetación seca, la cual es altamente inflamable, pudiendo alimentar las posibles calderas de tormentas de fuego, cuyas temperaturas pueden superar los mil grados Celsius. Tales incendios son imparables para cualquier sistema de contención”, señalan los expertos en su declaración.

Las llamadas “tormentas de fuego” ocurren cuando los mismos incendios generan condiciones favorables para su propagación, modificando las condiciones microclimáticas de tal forma que éstas les permiten avanzar con mayor rapidez y con una alta energía. “Debido a que la masa de aire que está sobre el incendio se vuelve extremadamente caliente, ésta puede generar nubes que a su vez causan vientos y relámpagos, transportando partículas y favoreciendo la propagación de las llamas” explican en el documento.

“Los bosques esclerófilos están adaptados a periodos secos, sin embargo, esta sequía sin precedentes y el extremadamente seco año 2019 han llevado a los bosques a un cambio abrupto de estado en el verano 2020, donde gran parte de la copa de los árboles se encuentran secas” señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera. “A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y potencialmente generando incendios de grandes dimensiones”.

Para apoyar a la comunidad, los investigadores y organizaciones también entregaron una serie de recomendaciones que podrían mitigar una eventual crisis producto de estos incendios. Entre éstas, se encuentran reforzar tempranamente los planes de prevención y coordinación para proteger la infraestructura crítica, así como también implementar un plan de comunicación y educación a la ciudadanía residente de sectores rurales de la zona centro del país, que considere protocolos de evacuación y áreas seguras en caso de grandes incendios.

Finalmente, hicieron un llamado a constituir un consejo asesor que considere la participación de actores del sector público y privado, y que permita analizar y trabajar coordinadamente en las estrategias necesarias para enfrentar el alto riesgo de incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana, así como también gatillar una respuesta temprana a los impactos de los incendios, que incluya el destino de recursos para este tema.

La agrupación a cargo del llamado incluye a académicos y representantes de más de 10 universidades, 4 centros de estudio, 4 organismos estatales y 6 organizaciones de la sociedad civil, tales como Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; Greenpeace; CONAF; Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA; Servicio Agrícola Ganadero, entre otras. La declaración ha sido respaldada por más de cien profesionales, incluido el recién electo Premio Nacional de Ciencias, Francisco Bozinovic.

“Es muy importante que estemos atentos y sepamos que puede haber una tormenta de fuego. Sin embargo, también es fundamental mantener la calma y hacer esta advertencia, justamente, para que las instituciones y la ciudadanía puedan contribuir a su prevención. En ese contexto, es muy relevante que CONAF disponga de los recursos económicos y humanos para enfrentar de la mejor manera estos eventuales incendios. Iniciativas como el nuevo incentivo de dicha institución que incluye reforestar en áreas incendiadas, aportando presupuesto al manejo de los bosques cafés, va en la dirección correcta”, señala Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad de Los Lagos.

Fuente: Mesa Multisectorial por el Bosque Esclerófilo y Comunicaciones CAPES

Investigadores advierten posibles “tormentas de fuego” en la zona central

Pese a las últimas lluvias, los científicos y especialistas señalan que la próxima temporada de incendios puede ser catastrófica. Con bosques secos convertidos en acelerantes, los siniestros afectarían a sectores cercanos a zonas altamente pobladas del país. El llamado es a proteger los bosques de alto valor para la conservación y las personas que viven en sus cercanías.

En una declaración conjunta, representantes del mundo científico, ONG y organismos públicos, advirtieron de los peligros que los incendios pueden generar en la zona central del país durante el verano, asegurando que están dadas todas las condiciones para un desastre en esta macrozona. A este llamado, han adherido más de 100 profesionales, entre los que cuentan nuestros dos Premios Nacionales de Ciencia, Fabián Jaksic y Francisco Bozinovic.

De acuerdo a recientes investigaciones, los incendios que podrían presentarse en los próximos meses implican un riesgo extra, pues ocurrirán en las cercanías de las principales urbes del país y áreas agrícolas aledañas, donde habitan alrededor de diez millones de personas.

Entre los efectos directos e indirectos que estos fenómenos podrían tener sobre la población, están la intoxicación por humo, golpes de calor, interrupción de vías de comunicación, abastecimiento de energía y pérdida de la producción agrícola.

En el caso de la exposición al humo, los declarantes advierten que las consecuencias de salud pueden ser aún mayores en un contexto de emergencia sanitaria producto de COVID-19, especialmente en comunas con cuarentena. Ante este escenario, consideran que la prevención de estos siniestros como una “prioridad nacional”, que debe ser tomada en cuenta tanto por autoridades como por la ciudadanía.

La advertencia, explican, se extiende para los sectores aledaños a Valparaíso-Viña Del Mar, Santiago y Rancagua, y estaría presente para ésta y las próximas temporadas de incendios forestales.

El peligro de la megasequía

La inminencia de esta nueva ola de incendios se debe en gran parte a que Chile vive desde 2010 una sequía sin precedentes en los últimos mil años, que se muestra con mayor severidad entre la Cuarta Región y la del Biobío. No sólo los cultivos y las poblaciones humanas se han visto afectadas por la megasequía, sino también la vegetación nativa.

A finales de 2019, investigadores de la Universidad de la Frontera, Universidad Austral de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, observaron cómo el bosque esclerófilo de las cordilleras de la Costa y los Andes, caracterizado por vegetación de hojas duras y perennes, se transformó de manera masiva en “un bosque café” o pardo. Miles de peumos, quillayes, litres, lingues, bellotos y otras especies de plantas, propias de este sistema mediterráneo, se estarían secando.

“A pesar de no saber si todas las plantas que perdieron el verdor realmente murieron, es urgente tomar acciones por las consecuencias que tiene vivir cerca de grandes extensiones de vegetación seca, la cual es altamente inflamable, pudiendo alimentar las posibles calderas de tormentas de fuego, cuyas temperaturas pueden superar los mil grados Celsius. Tales incendios son imparables para cualquier sistema de contención”, señalan los expertos en su declaración.

Las llamadas “tormentas de fuego” ocurren cuando los mismos incendios generan condiciones favorables para su propagación, modificando las condiciones microclimáticas de tal forma que éstas les permiten avanzar con mayor rapidez y con una alta energía. “Debido a que la masa de aire que está sobre el incendio se vuelve extremadamente caliente, ésta puede generar nubes que a su vez causan vientos y relámpagos, transportando partículas y favoreciendo la propagación de las llamas” explican en el documento.

“Los bosques esclerófilos están adaptados a periodos secos, sin embargo, esta sequía sin precedentes y el extremadamente seco año 2019 han llevado a los bosques a un cambio abrupto de estado en el verano 2020, donde gran parte de la copa de los árboles se encuentran secas” señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera. “A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y potencialmente generando incendios de grandes dimensiones”.

Para apoyar a la comunidad, los investigadores y organizaciones también entregaron una serie de recomendaciones que podrían mitigar una eventual crisis producto de estos incendios. Entre éstas, se encuentran reforzar tempranamente los planes de prevención y coordinación para proteger la infraestructura crítica, así como también implementar un plan de comunicación y educación a la ciudadanía residente de sectores rurales de la zona centro del país, que considere protocolos de evacuación y áreas seguras en caso de grandes incendios.

Finalmente, hicieron un llamado a constituir un consejo asesor que considere la participación de actores del sector público y privado, y que permita analizar y trabajar coordinadamente en las estrategias necesarias para enfrentar el alto riesgo de incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana, así como también gatillar una respuesta temprana a los impactos de los incendios, que incluya el destino de recursos para este tema.

La agrupación a cargo del llamado incluye a académicos y representantes de más de 10 universidades, 4 centros de estudio, 4 organismos estatales y 6 organizaciones de la sociedad civil, tales como Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; Greenpeace; CONAF; Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA; Servicio Agrícola Ganadero, entre otras. La declaración ha sido respaldada por más de cien profesionales, incluido el recién electo Premio Nacional de Ciencias, Francisco Bozinovic.

“Es muy importante que estemos atentos y sepamos que puede haber una tormenta de fuego. Sin embargo, también es fundamental mantener la calma y hacer esta advertencia, justamente, para que las instituciones y la ciudadanía puedan contribuir a su prevención. En ese contexto, es muy relevante que CONAF disponga de los recursos económicos y humanos para enfrentar de la mejor manera estos eventuales incendios. Iniciativas como el nuevo incentivo de dicha institución que incluye reforestar en áreas incendiadas, aportando presupuesto al manejo de los bosques cafés, va en la dirección correcta”, señala Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad de Los Lagos.

Fuente: Mesa Multisectorial por el Bosque Esclerófilo y Comunicaciones CAPES

Posibles “tormentas de fuego” amenazan la zona central de Chile

Pese a las últimas lluvias, investigadores señalan que la próxima temporada de incendios puede ser catastrófica. Con bosques secos convertidos en acelerantes, los siniestros afectarían a sectores cercanos a zonas altamente pobladas del país. El llamado es a proteger los bosques de alto valor para la conservación y las personas que viven en sus cercanías.

En una declaración conjunta, representantes del mundo científico, ONG y organismos públicos, advirtieron de los peligros que los incendios pueden generar en la zona central del país durante el verano, asegurando que están dadas todas las condiciones para un desastre en esta macrozona. A este llamado, han adherido más de 100 profesionales, entre los que cuentan, tres Premios Nacionales de Ciencia.

Al mismo tiempo, y de acuerdo a recientes investigaciones, los incendios que podrían presentarse en los próximos meses implican un riesgo extra, pues ocurrirán en las cercanías de las principales urbes del país y áreas agrícolas aledañas, donde habitan alrededor de diez millones de personas.

Entre los efectos directos e indirectos que estos fenómenos podrían tener sobre la población, están la intoxicación por humo, golpes de calor, interrupción de vías de comunicación, abastecimiento de energía y pérdida de la producción agrícola.

En el caso de la exposición al humo, los declarantes advierten que las consecuencias de salud pueden ser aún mayores en un contexto de emergencia sanitaria producto de COVID-19, especialmente en comunas con cuarentena. Ante este escenario, consideran que la prevención de estos siniestros como una “prioridad nacional”, que debe ser tomada en cuenta tanto por autoridades como por la ciudadanía.

La advertencia, explican, se extiende para los sectores aledaños a Valparaíso-Viña Del Mar, Santiago y Rancagua, y estaría presente para ésta y las próximas temporadas de incendios forestales.

El peligro de la megasequía

La inminencia de esta nueva ola de incendios se debe en gran parte a que Chile vive desde 2010 una sequía sin precedentes en los últimos mil años, que se muestra con mayor severidad entre la Cuarta Región y la del Biobío. No sólo los cultivos y las poblaciones humanas se han visto afectadas por la megasequía, sino también la vegetación nativa.

A finales de 2019, investigadores de la Universidad de la Frontera, Universidad Austral de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, observaron cómo el bosque esclerófilo de las cordilleras de la Costa y los Andes, caracterizado por vegetación de hojas duras y perennes, se transformó de manera masiva en “un bosque café” o pardo. Miles de peumos, quillayes, litres, lingues, bellotos y otras especies de plantas, propias de este sistema mediterráneo, se estarían secando.

“A pesar de no saber si todas las plantas que perdieron el verdor realmente murieron, es urgente tomar acciones por las consecuencias que tiene vivir cerca de grandes extensiones de vegetación seca, la cual es altamente inflamable, pudiendo alimentar las posibles calderas de tormentas de fuego, cuyas temperaturas pueden superar los mil grados Celsius. Tales incendios son imparables para cualquier sistema de contención”, señalan los expertos en su declaración.

Las llamadas “tormentas de fuego” ocurren cuando los mismos incendios generan condiciones favorables para su propagación, modificando las condiciones microclimáticas de tal forma que éstas les permiten avanzar con mayor rapidez y con una alta energía. “Debido a que la masa de aire que está sobre el incendio se vuelve extremadamente caliente, ésta puede generar nubes que a su vez causan vientos y relámpagos, transportando partículas y favoreciendo la propagación de las llamas” explican en el documento.

“Los bosques esclerófilos están adaptados a periodos secos, sin embargo, esta sequía sin precedentes y el extremadamente seco año 2019 han llevado a los bosques a un cambio abrupto de estado en el verano 2020, donde gran parte de la copa de los árboles se encuentran secas” señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera. “A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y potencialmente generando incendios de grandes dimensiones”.

Para apoyar a la comunidad, los investigadores y organizaciones también entregaron una serie de recomendaciones que podrían mitigar una eventual crisis producto de estos incendios. Entre éstas, se encuentran reforzar tempranamente los planes de prevención y coordinación para proteger la infraestructura crítica, así como también implementar un plan de comunicación y educación a la ciudadanía residente de sectores rurales de la zona centro del país, que considere protocolos de evacuación y áreas seguras en caso de grandes incendios.

Finalmente, hicieron un llamado a constituir un consejo asesor que considere la participación de actores del sector público y privado, y que permita analizar y trabajar coordinadamente en las estrategias necesarias para enfrentar el alto riesgo de incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana, así como también gatillar una respuesta temprana a los impactos de los incendios, que incluya el destino de recursos para este tema.

La agrupación a cargo del llamado incluye a académicos y representantes de más de 10 universidades, 4 centros de estudio, 4 organismos estatales y 6 organizaciones de la sociedad civil, tales como Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia (CR)2; Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; Greenpeace; CONAF; Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA; Servicio Agrícola Ganadero, entre otras.

La declaración ha sido respaldada por más de cien profesionales, incluido el recién electo Premio Nacional de Ciencias Naturales, Francisco Bozinovic.

“Es muy importante que estemos atentos y sepamos que puede haber una tormenta de fuego. Sin embargo, también es fundamental mantener la calma y hacer esta advertencia, justamente, para que las instituciones y la ciudadanía puedan contribuir a su prevención. En ese contexto, es muy relevante que CONAF disponga de los recursos económicos y humanos para enfrentar de la mejor manera estos eventuales incendios. Iniciativas como el nuevo incentivo de dicha institución que incluye reforestar en áreas incendiadas, aportando presupuesto al manejo de los bosques cafés, va en la dirección correcta”, señala Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad de Los Lagos.

Lee la declaración completa en este enlace.

Posibles “tormentas de fuego” amenazan la zona central de Chile

Pese a las últimas lluvias, investigadores señalan que la próxima temporada de incendios puede ser catastrófica. Con bosques secos convertidos en acelerantes, los siniestros afectarían a sectores cercanos a zonas altamente pobladas del país. El llamado es a proteger los bosques de alto valor para la conservación y las personas que viven en sus cercanías.

En una declaración conjunta, representantes del mundo científico, ONG y organismos públicos, advirtieron de los peligros que los incendios pueden generar en la zona central del país durante el verano, asegurando que están dadas todas las condiciones para un desastre en esta macrozona. A este llamado, han adherido más de 100 profesionales, entre los que cuentan, tres Premios Nacionales de Ciencia.

Al mismo tiempo, y de acuerdo a recientes investigaciones, los incendios que podrían presentarse en los próximos meses implican un riesgo extra, pues ocurrirán en las cercanías de las principales urbes del país y áreas agrícolas aledañas, donde habitan alrededor de diez millones de personas.

Entre los efectos directos e indirectos que estos fenómenos podrían tener sobre la población, están la intoxicación por humo, golpes de calor, interrupción de vías de comunicación, abastecimiento de energía y pérdida de la producción agrícola.

En el caso de la exposición al humo, los declarantes advierten que las consecuencias de salud pueden ser aún mayores en un contexto de emergencia sanitaria producto de COVID-19, especialmente en comunas con cuarentena. Ante este escenario, consideran que la prevención de estos siniestros como una “prioridad nacional”, que debe ser tomada en cuenta tanto por autoridades como por la ciudadanía.

La advertencia, explican, se extiende para los sectores aledaños a Valparaíso-Viña Del Mar, Santiago y Rancagua, y estaría presente para ésta y las próximas temporadas de incendios forestales.

El peligro de la megasequía

La inminencia de esta nueva ola de incendios se debe en gran parte a que Chile vive desde 2010 una sequía sin precedentes en los últimos mil años, que se muestra con mayor severidad entre la Cuarta Región y la del Biobío. No sólo los cultivos y las poblaciones humanas se han visto afectadas por la megasequía, sino también la vegetación nativa.

A finales de 2019, investigadores de la Universidad de la Frontera, Universidad Austral de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, observaron cómo el bosque esclerófilo de las cordilleras de la Costa y los Andes, caracterizado por vegetación de hojas duras y perennes, se transformó de manera masiva en “un bosque café” o pardo. Miles de peumos, quillayes, litres, lingues, bellotos y otras especies de plantas, propias de este sistema mediterráneo, se estarían secando.

“A pesar de no saber si todas las plantas que perdieron el verdor realmente murieron, es urgente tomar acciones por las consecuencias que tiene vivir cerca de grandes extensiones de vegetación seca, la cual es altamente inflamable, pudiendo alimentar las posibles calderas de tormentas de fuego, cuyas temperaturas pueden superar los mil grados Celsius. Tales incendios son imparables para cualquier sistema de contención”, señalan los expertos en su declaración.

Las llamadas “tormentas de fuego” ocurren cuando los mismos incendios generan condiciones favorables para su propagación, modificando las condiciones microclimáticas de tal forma que éstas les permiten avanzar con mayor rapidez y con una alta energía. “Debido a que la masa de aire que está sobre el incendio se vuelve extremadamente caliente, ésta puede generar nubes que a su vez causan vientos y relámpagos, transportando partículas y favoreciendo la propagación de las llamas” explican en el documento.

“Los bosques esclerófilos están adaptados a periodos secos, sin embargo, esta sequía sin precedentes y el extremadamente seco año 2019 han llevado a los bosques a un cambio abrupto de estado en el verano 2020, donde gran parte de la copa de los árboles se encuentran secas” señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera. “A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y potencialmente generando incendios de grandes dimensiones”.

Para apoyar a la comunidad, los investigadores y organizaciones también entregaron una serie de recomendaciones que podrían mitigar una eventual crisis producto de estos incendios. Entre éstas, se encuentran reforzar tempranamente los planes de prevención y coordinación para proteger la infraestructura crítica, así como también implementar un plan de comunicación y educación a la ciudadanía residente de sectores rurales de la zona centro del país, que considere protocolos de evacuación y áreas seguras en caso de grandes incendios.

Finalmente, hicieron un llamado a constituir un consejo asesor que considere la participación de actores del sector público y privado, y que permita analizar y trabajar coordinadamente en las estrategias necesarias para enfrentar el alto riesgo de incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana, así como también gatillar una respuesta temprana a los impactos de los incendios, que incluya el destino de recursos para este tema.

La agrupación a cargo del llamado incluye a académicos y representantes de más de 10 universidades, 4 centros de estudio, 4 organismos estatales y 6 organizaciones de la sociedad civil, tales como Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia (CR)2; Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; Greenpeace; CONAF; Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA; Servicio Agrícola Ganadero, entre otras.

La declaración ha sido respaldada por más de cien profesionales, incluido el recién electo Premio Nacional de Ciencias Naturales, Francisco Bozinovic.

“Es muy importante que estemos atentos y sepamos que puede haber una tormenta de fuego. Sin embargo, también es fundamental mantener la calma y hacer esta advertencia, justamente, para que las instituciones y la ciudadanía puedan contribuir a su prevención. En ese contexto, es muy relevante que CONAF disponga de los recursos económicos y humanos para enfrentar de la mejor manera estos eventuales incendios. Iniciativas como el nuevo incentivo de dicha institución que incluye reforestar en áreas incendiadas, aportando presupuesto al manejo de los bosques cafés, va en la dirección correcta”, señala Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad de Los Lagos.

Lee la declaración completa en este enlace.

Estudiantes de Ing. Forestal participan en taller de Restauración Ecológica

Entre sus objetivos, el taller buscó generar un espacio de debate sobre los desafíos de la restauración en Chile en un contexto de cambio climático y conflictos socio-ambientales.

Entre el 10 y 14 de marzo, la Estación Experimental Pantanillos, en la Región del Maule, fue el lugar elegido para la realización del primer «Taller de Restauración Ecológica», el cual convocó a 36 estudiantes de la carrera de Ingeniería Forestal de la U. de Chile en torno al aprendizaje de los planes de restauración de ecosistemas de bosque o matorral afectados por incendios.

La actividad estuvo a cargo del investigador CAPES y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Casa de Bello, Dr. Juan Ovalle.

“El taller nace de la necesidad de generar competencias para la correcta toma de decisiones en la recuperación de estos ambientes” relata Ovalle. Específicamente, la actividad se enfocó en desarrollar y fortalecer las capacidades de los estudiantes a la hora de aplicar metodologías de campo aplicadas a la planificación, implementación y monitoreo de un plan de restauración y/o rehabilitación ecológica.

Asimismo, el taller buscó generar un espacio de debate sobre los desafíos de la restauración en Chile considerando el actual contexto de cambio climático (mega sequía e incendios forestales) y conflictos socio-ambientales por el uso de la tierra y la degradación de los ecosistemas naturales en Chile.

Además del Dr. Ovalle, la instancia contó con la presencia de diversos/as especialistas del área de la restauración, con el fin de promover la discusión interdisciplinaria entre los/as estudiantes. Los profesores invitados fueron la Dra. Anahí Ocampo, investigadora postdoctoral y especialista en socio-ecología de la restauración de la Universidad de Chile; Solange Lobos, coordinadora de proyectos de restauración de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile; el Dr. Patricio Valenzuela, ecofisiólogo de plantaciones e investigador postdoctoral de la Universidad Politécnica de Madrid, España; Dr. Sergio Espinoza, académico del Depto. de Ciencias Forestales de la Universidad Católica del Maule; y el Dr.(c) Christian Osorio, especialista en conservación de fauna silvestre del Dept. of Fish and Wildlife Conservation, Virginia Tech, USA.

Durante la semana de trabajo, que incluyó clases en aula y salidas a terreno, los estudiantes aprendieron a diagnosticar el estado de degradación de un ecosistema forestal mediante la identificación de las barreras bióticas y abióticas, priorizar los elementos y servicios ecosistémicos a restaurar basado en un enfoque participativo, definir ecosistemas de referencia en base a una metodología estándar, establecer tratamientos de vivero y técnicas de re vegetación para la restauración activa y/o pasiva, y utilizar indicadores para el monitoreo del éxito de la restauración a corto, mediano y largo plazo.

Cómo producto final del taller los estudiantes elaboraron un plan de restauración que constó de cuatro etapas, siguiendo la metodología establecida por la Sociedad Internacional de Restauración Ecológica (SER).

“La experiencia y los positivos resultados conseguidos en esta primera versión del taller nos insta a continuar desarrollando iniciativas de carácter interdisciplinario con estudiantes de educación superior”, expresa Ovalle.

Estudiantes de Ing. Forestal participan en taller de Restauración Ecológica

Entre sus objetivos, el taller buscó generar un espacio de debate sobre los desafíos de la restauración en Chile en un contexto de cambio climático y conflictos socio-ambientales.

Entre el 10 y 14 de marzo, la Estación Experimental Pantanillos, en la Región del Maule, fue el lugar elegido para la realización del primer «Taller de Restauración Ecológica», el cual convocó a 36 estudiantes de la carrera de Ingeniería Forestal de la U. de Chile en torno al aprendizaje de los planes de restauración de ecosistemas de bosque o matorral afectados por incendios.

La actividad estuvo a cargo del investigador CAPES y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Casa de Bello, Dr. Juan Ovalle.

“El taller nace de la necesidad de generar competencias para la correcta toma de decisiones en la recuperación de estos ambientes” relata Ovalle. Específicamente, la actividad se enfocó en desarrollar y fortalecer las capacidades de los estudiantes a la hora de aplicar metodologías de campo aplicadas a la planificación, implementación y monitoreo de un plan de restauración y/o rehabilitación ecológica.

Asimismo, el taller buscó generar un espacio de debate sobre los desafíos de la restauración en Chile considerando el actual contexto de cambio climático (mega sequía e incendios forestales) y conflictos socio-ambientales por el uso de la tierra y la degradación de los ecosistemas naturales en Chile.

Además del Dr. Ovalle, la instancia contó con la presencia de diversos/as especialistas del área de la restauración, con el fin de promover la discusión interdisciplinaria entre los/as estudiantes. Los profesores invitados fueron la Dra. Anahí Ocampo, investigadora postdoctoral y especialista en socio-ecología de la restauración de la Universidad de Chile; Solange Lobos, coordinadora de proyectos de restauración de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile; el Dr. Patricio Valenzuela, ecofisiólogo de plantaciones e investigador postdoctoral de la Universidad Politécnica de Madrid, España; Dr. Sergio Espinoza, académico del Depto. de Ciencias Forestales de la Universidad Católica del Maule; y el Dr.(c) Christian Osorio, especialista en conservación de fauna silvestre del Dept. of Fish and Wildlife Conservation, Virginia Tech, USA.

Durante la semana de trabajo, que incluyó clases en aula y salidas a terreno, los estudiantes aprendieron a diagnosticar el estado de degradación de un ecosistema forestal mediante la identificación de las barreras bióticas y abióticas, priorizar los elementos y servicios ecosistémicos a restaurar basado en un enfoque participativo, definir ecosistemas de referencia en base a una metodología estándar, establecer tratamientos de vivero y técnicas de re vegetación para la restauración activa y/o pasiva, y utilizar indicadores para el monitoreo del éxito de la restauración a corto, mediano y largo plazo.

Cómo producto final del taller los estudiantes elaboraron un plan de restauración que constó de cuatro etapas, siguiendo la metodología establecida por la Sociedad Internacional de Restauración Ecológica (SER).

“La experiencia y los positivos resultados conseguidos en esta primera versión del taller nos insta a continuar desarrollando iniciativas de carácter interdisciplinario con estudiantes de educación superior”, expresa Ovalle.

Nuevo proyecto Fondecyt de Iniciación para CAPES

Juan Francisco Ovalle (a la derecha en la foto), ecofisiólogo de bosques y miembro de la línea 1 de CAPES, fue uno de los dos investigadores del Centro que obtuvieron el pasado octubre financiamiento para la ejecución de un proyecto de investigación de la mano del programa Fondecyt de Iniciación 2019.

El proyecto seleccionado busca estudiar cómo la variación latitudinal afecta los rasgos funcionales de semillas y plántulas de especies arbóreas nativas, las cuales podrían verse afectados por los cambios en patrones de precipitaciones y temperaturas máximas en la zona central de Chile.

Para llevarlo a cabo, el también ingeniero agrónomo de la Universidad de Concepción usará material genético de dos conocidos habitantes de estos cada vez más inclementes parajes: el peumo (Cryptocarya alba) y el boldo (Peumus boldus), provenientes de poblaciones contrastantes (Coquimbo a la Araucanía). “Estas especies”, cuenta Ovalle, “fueron seleccionadas porque sus poblaciones septentrionales son susceptibles al cambio climático y son especies de uso común en programas de restauración ecológica en la zona central de Chile”.

Mediante jardines comunes y plantaciones recíprocas, el estudio busca identificar rasgos de eficiencia de uso de nutrientes y agua mediante la caracterización de variables morfológicas y fisiológicas a nivel de semilla y planta, bajo diferentes condiciones de disponibilidad hídrica.

Consultado sobre cómo se inserta este nuevo proyecto en su trabajo, el investigador explica: “este desafío significa introducirme en un área de estudio nueva para mí, pero a la vez muy complementaria, que es la selección de especies nativas para restauración basado en el conocimiento ecológico y fisiológico de las semillas. El origen y ubicación de los árboles productores de semillas, los mecanismos de germinación, latencia y características morfológicas de las semillas me permitirán entender de forma más integral por qué los atributos de calidad de planta de vivero son determinantes para la sobrevivencia y el crecimiento de las plantas bajo condiciones de baja disponibilidad hídrica en campo”.

En opinión de Ovalle, este conocimiento es básico para desarrollar una correcta planificación y monitoreo de programas de restauración ecológica basado en el enfoque de migración asistida.

El proyecto, afirma, contribuirá a mejorar las prescripciones para la restauración del bosque y matorral esclerófilo en la zona central de Chile. “Específicamente, se obtendrá información para la correcta elección de zonas de colecta de semillas e información sobre los rasgos funcionales que determinan una mejor eficiencia en el uso de nutrientes del suelo y uso de agua para reforestaciones en zonas con déficit hídrico” concluye.

Los proyectos financiados por el programa Fondecyt de Iniciación tienen una duración de tres años.