Una temporada con los lobos

Como parte de un proyecto que buscó censar a la población de lobo fino presentes en las islas, Renato Borras Chávez y su equipo de investigación arribaron en noviembre de 2021 a la isla principal del Archipiélago de Juan Fernández. Durante dos meses y medio, recorrieron playas, conversaron con los lugareños y contaron un número casi astronómico de estos fascinantes mamíferos marinos. Esta es la bitácora de su visita.

«El Óvalo», ubicado isla Selkirk, es la lobera natural con el mayor número de lobos finos de Juan Fernández.

Desde el aire, parecen un ejército de hormigas arracimadas alrededor del cadáver de algún animal. Pero no lo son. En una misma toma, cientos —sino miles— de lobos finos de Juan Fernández (Arctocephalus philippii) descansan sobre un pequeño saliente costero conocido como “El Óvalo”, en la ribera este de la isla Alejandro Selkirk.

La imagen, captada por un dron que sobrevoló durante dos meses los cerros, quebradas y playas de la isla (una de las cinco masas de tierra que conforman el archipiélago Juan Fernández, a 670 km. de las costas de Chile en el océano Pacífico), fue la primera evidencia real que tuvieron un grupo de investigadores nacionales del increíble número de lobos marinos que puebla actualmente el archipiélago, una explosión poblacional inédita para una especie que, hasta hace unas décadas, se encontraba ad-portas de la extinción.

La alta presencia de estos lobos fue, justamente, la razón del arribo de los investigadores al archipiélago a fines de 2021, en un intento por estimar, in situ, el tamaño poblacional de estos mamíferos pinnípedos, cuya familia también incluye a focas, morsas y elefantes marinos.

“El objetivo principal del proyecto fue realizar un censo de la población de lobo fino de Juan Fernández, o al menos, generar una estimación de la población lo más cercana a la realidad posible. En otras palabras, fuimos a contar lobos”, relata el biólogo marino Renato Borrás Chávez, uno de los tres cabecillas del equipo de investigación que, entre noviembre del año pasado y enero de 2022, convivió con las distintas colonias de A. philippii que habitan en Juan Fernández.

Lobos finos de Juan Fernández.

Aunque puede sonar como una tarea sencilla, contar lobos finos trae consigo no pocas dificultades, sobre todo en un lugar tan aislado como el archipiélago de Juan Fernández. “Cuando una población crece como ha crecido este lobo (con un conteo de apenas 200 individuos a mediados del siglo XX, a los cientos de miles que se estiman en la actualidad), a una velocidad tan rápida y en lugares del archipiélago tan inhóspitos como isla Selkirk, algo tan mundano como contar se puede convertir en un desafío de gran magnitud”, explica Borrás.

Sin ir más lejos, multitudes como la observada en el “El Óvalo” son prácticamente imposibles de medir a simple vista y desde la superficie, más aún considerando la abrupta topografía que caracteriza a estas islas.

Para sobrellevar dicho obstáculo, los investigadores sumaron al conteo “manual” de individuos la toma de fotografías y videos aéreos. Esto, mediante el uso de “sistemas aéreos no tripulados” —vulgarmente conocidos como drones—, que les permitieron acceder a aquellos lugares de reunión de los lobos (o “loberas”) que, por lo escarpado del terreno, resultaban prácticamente inaccesibles para el equipo.

Los problemas de accesibilidad, sin embargo, no se reducían solamente al movimiento de personas, sino que también de datos: “nos solemos olvidar de cuánto de nuestro entorno depende de Internet hasta que nos enfrentamos con este tipo de escenarios y con las tecnologías que teníamos a nuestra disposición” cuenta el por entonces investigador asociado del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC. “Por lo mismo, enfrentamos muchos problemas con las aplicaciones y mapas necesarios para los sobrevuelos, especialmente en los lugares que no teníamos nada de Internet, como el refugio en la lobería de Selkirk o en Santa Clara, donde cargábamos lentamente los equipos con generadores pequeños”.

Cargando parte del equipo técnico en la isla de Santa Clara.

Así y todo, luego de dos meses y medio de arduo trabajo y varias semanas más de análisis, el equipo coordinado por Borras y los investigadores de la ONG Costa Humboldt Víctor Castillo y Luciano Hiriart-Bertrand, lograron concluir la etapa de recolección de datos del proyecto, que entre sus objetivos, también buscó estimar el crecimiento histórico de la población de lobos, y evaluar las interacciones que tienen éstos con las comunidades humanas que habitan el archipiélago, especialmente entre los pescadores artesanales de la zona: “Con esto datos, esperamos entender si el lobo puede estar afectando las actividades pesqueras del lugar, y cómo se relaciona la gente con esta especie”, detalla Borrás.

La siguiente, es una breve historia oral y visual de esas 6 semanas de investigación en las que Borrás y su equipo (conformado también por las investigadoras en terreno Valentina Vergara, Carla Rivera y Michael E. Goebel) recorrieron los exóticos paisajes de Juan Fernández, compartieron con vecinos, pescadores y autoridades de la zona, y contaron, literalmente, a los cientos de miles de lobos marinos que hoy rodean este indómito territorio.

Preparados para el viaje

“Con los colegas de la ONG Costa Humboldt decidimos postular a esta licitación pública del Fondo de Investigación Pesquera y Acuicultura (FIPA) porque vimos que, quienes lideraríamos el proyecto, podíamos armar un buen equipo para responder a sus objetivos. Junto al director de Costa Humboldt, Luciano Hiriart-Bertrand, y nuestro coordinador general, Víctor Castillo (quien ya había trabajado en la especie años atrás) hemos sido colegas desde la universidad, y sabíamos que trabajábamos muy bien juntos. Con ellos, nos contactamos con varios colaboradores y armamos un equipo multidisciplinario muy grande, incluyendo varios investigadores de CAPES. Esto nos llevó a postular con bastante confianza de que estábamos bien preparados para el desafío”.

*En total, cinco fueron los expertos que arribaron a la isla a finales de noviembre: Renato Borrás-Chávez como jefe de proyecto; Víctor Castillo como coordinador general; la socióloga Valentina Vergara, a cargo de realizar las encuestas y entrevistas con los habitantes humanos de las islas; la ecóloga Carla Rivera, para el conteo y análisis de datos, y Michael Goebel, biólogo experto en lobos finos (también conocidos como “lobos de dos pelos”).

Llegada al archipiélago… y al aislamiento

“Nuestra llegada a la isla Robinson Crusoe (la isla más populosa del archipiélago) fue un hito muy importante. El poblado está encerrado en una impresionante bahía donde se despliega en conjunto una triada atípica; los botes de pesca de la bahía Cumberland, que relevan la importancia de la pesca artesanal en el archipiélago; los bosques nativos que brotan desde las cimas volcánicas de la isla, y su lucha constante contra las especies exóticas que invaden su territorio, y las mismas casas de los habitantes, todo inserto en un impactante paisaje”.

Llegando a Robinson Crusoe.

“El apoyo de CONAF (institución a cargo de la administración del Parque Nacional que protege el archipiélago) y su administrador, don Guillermo Araya, además de la municipalidad de Juan Fernández y su alcalde Pablo Manríquez, fueron de vital importancia para concretar nuestro ingreso al archipiélago, y de paso, la misma realización del proyecto, en tiempos muy complicados y llenos de desconfianza provocada por la pandemia de COVID aún activa por esos meses”.

El equipo completo en terreno junto al alcalde de Juan Fernández. De izquierda a derecha: Carla Rivera, Renato Borrás, el alcalde Pablo Manríquez, Valentina Vergara, Michael Goebel y Víctor Castillo.

“Algunos de los desafíos más importantes asociados a la situación sanitaria fueron las extendidas cuarentenas que tuvimos que realizar tanto en Viña del Mar, previo al viaje, como en Robinson Crusoe; cambios de último minuto de los vuelos, y complicaciones para nuestra salida de la isla (la que finalmente se logra gracias al apoyo de la ONG Island Conservation y su CEO, don José Cabello). Esto, de por sí, nos disponía a una logística complicada para el envío del equipamiento necesario para nuestro trabajo, por las escasas oportunidades de ingresos y salidas de materia a la isla que aún existían por entonces”.

“Por todo eso, otro hito muy importante fue que, tres días después de haber llegado a la isla y tras dos semanas de cuarentena en Viña, ¡por fin pudimos sacarnos las mascarillas!

«Otro hito muy importante fue que, tres días después de haber llegado a la isla y tras dos semanas de cuarentena en Viña, ¡por fin pudimos sacarnos las mascarillas!». En la foto, de izquierda a derecha: Víctor Castillo, Renato Borrás, Carla Rivera y Valentina Vergara.

Ingreso a isla Selkirk

“Llegar a la isla Selkirk (la más alejada de las islas del archipiélago de Juan Fernández, 165 km. al oeste de Robinson Crusoe) iba a ser uno de los desafíos más complicados, siempre lo supimos. Cuando embarcados en la barcaza Chacabuco de la Armada de Chile y divisamos la isla fue impresionante. Luego, al darnos cuenta de lo inhóspito del lugar, y del nivel de aislamiento en que vivían los habitantes del pequeño poblado “La Rada de la Colonia”, inmediatamente supimos que el trabajo iba a ser complejo”.

Avistando isla Selkirk por primera vez.

*Luego de declararse prácticamente extintos a mediados del 1900, los primeros avistamientos de lobo fino ocurrieron en esta isla, en el año 1965. Hoy, nos cuenta Borras, “la densidad del área es sorprenderte”, especialmente en el sector del “El Óvalo” dentro de “La Lobería”, históricamente la colonia de lobos más numerosa no sólo de isla Selkirk, sino de todo Juan Fernández.

El primer vuelo

De hecho, “otro momento clave fue la llegada a la lobera más grande del archipiélago: la “loberia”. El refugio es pequeño, muy alejado de la Rada y sin acceso a Internet. Recién ahí realizamos nuestros primeros sobrevuelos automatizados junto a Víctor Castillo. Lograr dimensionar lo gigante que es esta colonia desde el cielo fue a la vez excitante y terrorífico. La cantidad de cachorros que había en este lugar no se comparaba con nada que hubiera visto en mi vida. De todas formas, y tras largas horas de trabajo en este lugar, darnos cuenta de que iba a funcionar fue un momento importante para nosotros. Allí también pudimos recolectar nuestras primeras muestras, que es siempre muy grato para cualquier biólogo”.

El pequeño refugio del equipo de investigación en isla Selkirk.

*El censo de lobo fino efectuado por Borras y el equipo de investigación consistió en el conteo de individuos machos adultos, machos sub-adultos, hembras, juveniles y crías durante la época de reproducción en todas las loberas existentes en las islas, tanto reproductivas, como de paso y antropogénicas (presencia de lobos sobre asentamientos humanos). Además, se tomaron fotografías de las loberas contabilizadas para su posterior análisis, y se obtuvo el registro fotográfico, mediante dron, de cada una de las colonias muestreadas, generándose imágenes para su posterior conteo mediante un software de análisis fotográfico.

El primer vuelo del dron en isla Selkirk.

Las imágenes captadas por el dron fueron secuenciadas para descartar cualquier superposición de animales entre una y otra imagen, y evitar así una duplicación en el conteo. Éstos fueron luego clasificados según su edad y sexo, y su número total cotejado con los datos recopilados por el equipo que censó en terreno las colonias.

Lo que desde el aire parece un desfile de hormigas marchando hacia su colonia, no es otra cosa que un «río» de cachorros de lobo fino desperdigados por la rocosa playa.

Muestreos en Robinson Crusoe y Santa Clara

“Nuestros muestreos en Robinson Crusoe fueron en su gran mayoría realizados desde una embarcación propiedad de CONAF, con varios guardaparques de la corporación, incluyendo su administrador don Guillermo Araya, apoyándonos. En Robinson Crusoe los animales se distribuyen de otra manera a los de isla Selkirk, y los vuelos de drones desde los botes presentaron desafíos nuevos muy difíciles de sobrellevar (pérdidas de señal, aterrizajes complejos, etc.). En esta isla también dimos muchas charlas muy importantes para nosotros. Mis favoritas, fueron aquellas que les dimos a los niños. Darse cuenta de su conciencia respecto a la ecología de su entorno y la importancia de la conservación daba mucho gusto”.

Una de las tantas actividades de información que realizó el equipo durante su estadía, ésta, junto a algunos de los niñas y niñas habitantes de las islas.

Santa Clara, a pesar de su cercanía a Robinson Crusoe, también es un terreno complejo de abordar. Para llegar al refugio hay que bajarse sobre una colonia si o si, no hay otro camino por el que se pueda ingresar al refugio. Aquí, la población de lobos comienza a cubrir terrenos cada vez más altos, lo que era también impresionante de observar”.

En Santa Clara, los lobos suelen estar asentados en las laderas más altas del cerro, una imagen que para Borrás, resultó muy impactante.

Una logística compleja

“Creo que los desafíos más complejos con los que nos enfrentamos durante nuestra estadía se resumen en dos palabras muy relacionadas entre sí: COVID y logística. (…) Esta última, de hecho, es muy difícil de anticipar cuando uno coordina un proyecto de esta magnitud desde el continente. (…) aunque dimensionábamos la distancia física de las islas en relación con el continente, no caímos en cuenta de la poca conectividad que tienen éstas en comparación a otras zonas de Chile hasta que necesitábamos de algún elemento que no podíamos adquirir con la inmediatez acostumbrada. Si aquello nos afectó a nosotros, imaginen ustedes por lo que debe y debió pasar la comunidad del archipiélago en tiempos tan difíciles como los de la pandemia, o años atrás, con el tsunami. No podemos ser ajenos a nuestros amigos y amigas del archipiélago. Por lo mismo, es realmente admirable el apoyo conjunto de la comunidad no solo que brindaron al proyecto si no entre ellos para lograr sus objetivos comunes”.

Renato junto a sindicatos de pescadores artesanales.

“En ese sentido, además de la ayuda otorgada por las personas ya mencionadas, tengo que destacar la cooperación del personal de guardaparques de CONAF; los sindicatos de pescadores de ambas islas; las ONG Endémica, Island Conservation y Oikonos, y muchos colegas y compañeros que desinteresadamente brindaron su apoyo con el único objetivo de mejorar el conocimiento de la especie”.

Una experiencia inolvidable

“Estuvimos dos meses y medio en la isla y, para realizar el trabajo encomendado, este tiempo se hizo poco. Por lo mismo, tuvimos que trabajar mucho. El equipo encargado de las encuestas y entrevistas no se detuvo hasta fines de enero compilando información sin descanso. El grupo encargado de los conteos y la colección de muestras (a lo largo de las tres islas) apenas consignó algunos días en que no contaron animales, y solo debido a que, en ocasiones, el tiempo no nos acompañaba. Nuestro día a día se iba ya sea contando animales manualmente, haciendo encuestas, caminando, volando drones y bueno…comiendo. También, había mucho trabajo político que realizar en la isla, ya que no solo CONAF tenía un interés en este trabajo, sino también los sindicatos de pescadores y la población en general, por lo que procuramos mantener muy bien informada a la gente, principalmente por el respeto que les debíamos al estar llevando a cabo este trabajo en su casa”.

Los pescadores y pescadoras artesanales del archipiélago deben convivir diariamente con las poblaciones de lobos que pululan en las costas.
Cachorros de lobo fino descansando en la orilla.

“Existe un sentido de identidad con el lobo fino que refleja orgullo de que la especie sea parte del archipiélago, y eso se evidencia simplemente al compartir con las personas en la isla. La historia de recuperación de esta especie desde los primeros conteos realizados en 1965 a la fecha, solo conversando con sus protagonistas, es una historia de la cual todo juan fernandino se siente hinchado, ya que saben que no solo la ley permitió su retorno, sino que también la conciencia isleña de la importancia ecológica del lobo en el ecosistema».

“Cuando caminas por la isla puedes ver símbolos, dibujos e incluso amuletos que cuelgan de los cuellos de los isleños que hacen del lobo un emblema con el que se identifican. Y tiene sentido: mal que mal, es el único mamífero marino que se encuentra en el archipiélago y su calidad de especie endémica, potencia una mirada orgullosa de la especie. De los pocos impactos socioecológicos que pueden percibirse, podremos hablar una vez que se apruebe el proyecto”.

“En resumen, aprendimos mucho, pero aún sabemos muy poco. Creo que esa confusa frase lo resume todo. Y hace mucho sentido. Mientras más íbamos aprendiendo más nos dábamos cuenta de lo poco que se sabía de la especie. Pero estando en terreno, como todo ecólogo de campo debe saber, en ocasiones se aprende mucho más de una especie de lo que se puede aprender leyendo sobre ella”.

El regreso al continente y próximos pasos

“Desde nuestro retorno al continente hemos dedicado largas horas a contar y estimar el tamaño poblacional del lobo fino de la manera más cercana que podemos, considerando el número de animales existentes. Para esto, hemos recurrido a herramientas de inteligencia artificial (machine learning)y al trabajo codo a codo con la empresa Deepomatic, quienes nos han brindado, desinteresadamente, un apoyo fundamental para esta etapa del proyecto. Cada isla es un mundo distinto al otro, y cada una presentaba diferentes desafíos para el apropiado conteo de los animales, por lo que tuvimos que mezclar metodologías clásicas (conteos manuales) con metodologías nuevas probadas en censos de otras especies (drones) y metodologías nuevas como es el conteo posterior desde material videográfico”.

“Ahora estamos escribiendo el informe final y preparándonos para retornar a la isla a mostrar nuestros resultados a todos quienes habitan el archipiélago. Son ellos los que más importa que vean nuestros resultados, que podamos discutirlos con quienes más cerca están día a día con la especie. Esperamos realizar algunos talleres para la gente de la isla, tentativamente, durante noviembre (de 2022)”.

“El presente proyecto, como ya lo mencioné, nos deja con más preguntas que respuestas, pero con un anhelo importante de unir fuerzas con gente del continente y del archipiélago, con el objetivo de ampliar lo que conocemos de la especie respecto a su ecología con la mirada puesta en mejorar y estandarizar los monitoreos, en vías siempre de mejorar las herramientas para su conservación.

* El proyecto «Censo del lobo fino de Juan Fernández, Arctocephalus philippii en el archipiélago de Juan Fernández» fue financiado gracias al Fondo de Investigación Pesquera y Acuicultura (FIPA-2021-19), y contó adicionalmente con la colaboración desde el continente de los investigadores José Lastra, Matías Castillo, Monserrat González y la asesoría metodológica del Dr. Roberto Chávez Oyanadel Dr. Rodrigo Estévez, y el Dr. José Miguel Fariña. Sus resultados finales están próximos a publicarse.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos foto: Renato Borrás-Chavez y Víctor Castillo

Microbiomas urbanos: los microorganismos que viven con nosotros

Los microbiomas son el conjunto de microorganismos que interactúan con todos los seres vivos, lo que incluye los lugares construidos y habitados por humanos, en donde estas comunidades microbianas pueden tener efectos benéficos o negativos para nosotros. Bernardo González, investigador principal de CAPES y académico UAI, participa en un proyecto que estudia la relación entre los microorganismos, la vivienda y su entorno.

La Tierra, hasta el momento, es el único planeta que sabemos que alberga vida, y ¡vaya que hay vida! Sólo entre los organismos que podemos ver contamos miles de millones de animales, plantas, invertebrados, hongos, sobre y bajo la superficie del suelo, en el mar y en el aire. Pero esa cantidad aumenta exponencialmente si además contamos a los microorganismos, bacterias, arqueas, protozoos, algas y hongos unicelulares.

La vida establece interrelaciones en todos los niveles, si nos acercamos a mirar con atención, todos los seres vivos tienen asociados un microbioma, o una comunidad de microorganismos que interactúan entre sí y con el hospedero que los alberga, por ejemplo, cada uno de nosotros. Tal vez hayan escuchado hablar sobre la micorriza, la simbiosis entre hongos y las raíces de las plantas, o de la flora (microbiota) intestinal, que son las bacterias que viven en nuestro aparato digestivo, ambos son ejemplos de microbiomas y hay muchísimos más.

Conversamos con Bernardo González, biólogo y bioquímico, profesor titular de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez e investigador principal de la Línea 2 de CAPES, acerca de los microbiomas urbanos con los que convivimos en todas las ciudades, en los espacios públicos y en nuestras casas.

Lo primero que le preguntamos es ¿Qué son los microbiomas, dónde los encontramos y cuál es su importancia para sustentar la vida?

El investigador explica que “los microbiomas son el conjunto de microorganismos que forman parte de los otros (macro)organismos, plantas y animales, incluido el ser humano. Están, entonces, formando parte de todos los seres vivos y, por ello, son fundamentales para la sobrevida, adaptación y evolución de todos los seres vivos”.

Entre las funciones indispensables de los microorganismos están el mantener el ciclo biogeoquímico de los principales elementos necesarios para la sostener la vida, como el nitrógeno, oxígeno, carbono o fósforo, entre otros, y del metabolismo de los gases de efecto invernadero: dióxido de carbono, metano, óxido nítrico y óxido nitroso. Además, gracias al trabajo de las cianobacterias y su fotosíntesis oxigénica (que libera oxígeno), hace 2.300 millones de años lograron comenzar a cambiar las condiciones ambientales del planeta permitiendo la respiración aeróbica y la aparición de vida multicelular compleja.

Microbiomas en las ciudades

Cuando hablamos de microbios, muchos aún los asocian a microorganismos patógenos, es decir, que producen enfermedades, pero la verdad es que estos corresponden a un porcentaje menor de los microorganismos. La gran mayoría de ellos son benéficos para humanos, plantas y animales, e incluso indispensables para la vida, según lo ya expuesto. Pero no sólo están presentes en la naturaleza, también en las ciudades, sus espacios públicos y en nuestras casas. “El microbioma urbano hace referencia al conjunto de microorganismos que están presentes, solos, o en asociación con los macroorganismos, en lo que se llama el espacio construido, casas, lugares de trabajo, escuelas, y un gran etcétera” indica González.

Las y los investigadores comenzaron hace unos años a estudiar los microbiomas de las ciudades, encontrando que cada una posee un perfil microbiano particular y que incluso se podría determinar en qué ciudad vive una persona sólo analizando los microbios de la suela de sus zapatos. Pero ¿qué factores determinan los perfiles microbianos de las ciudades? “Esto está en activo estudio”, menciona Bernardo González, “se sabe que varía mucho dependiendo de cada centro urbano, de su población, tamaño, emplazamiento, tipo de actividad productiva, nivel de ingresos, etc.”, indica además que sólo recientemente se está comenzando a estudiar cómo es el microbioma de Santiago y otras ciudades en Chile.

Los microbiomas urbanos, además, son muy dinámicos y dependen de múltiples factores que pueden provocar cambios en su composición, como, por ejemplo, la aparición de enfermedades nuevas como el Covid. ¿Qué otros agentes modifican las comunidades microbianas de las ciudades?, González menciona algunos como “el cambio climático, la legislación, la actitud cultural, la pandemia, la contaminación, etc.”.

Por supuesto que la composición de este microbioma puede tener efectos en la salud humana, el investigador afirma que “un microbioma bien mantenido protege a la comunidad, sus habitantes, mascotas, plantas”, pero que también existen “hábitos que afectan el microbioma, como la mala ventilación, un mal diseño urbano, la contaminación, malos hábitos de higiene, sobrepoblación, los que están asociados a patologías como las del tipo respiratorio, alergias, enfermedades infecciosas, etc.”.

Microbiomas en los espacios construidos

La importancia del microbioma urbano está siendo destacada hace poco tiempo, así como su monitoreo en las ciudades para apoyar definiciones en políticas públicas y de salud. “En los espacios construidos permite tomar decisiones arquitectónicas y urbanísticas, educar a la población, corregir potenciales fuentes de enfermedades, entre otras acciones”, señala González.

Como parte del proyecto Fondecyt titulado “Nexo Pobreza-Energía-Vivienda: Lineamientos de política pública para abordar la pobreza energética desde la relación con la vivienda en áreas metropolitanas”, liderado por Felipe Encinas, profesor de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC, Bernardo González es coinvestigador en el Nexo Microbioma, que estudia la relación entre microorganismos, la vivienda y su entorno desde una perspectiva asociada a la pobreza energética para abordar medidas sanitarias y de diseño habitacional.

La investigación busca avanzar en conocer los factores que determinan el perfil microbiano de un lugar; los agentes que provocan cambios en el microbioma y para ello ya se han realizado mediciones de detección metagenómica total de bacterias, hongos y viruses en viviendas en Renca. Entre los resultados preliminares González menciona que “se conoce mejor las características del microbioma del espacio construido analizado y con ello se puede informar a los residentes sobre el estatus, las condiciones de salud e higiene, las reglas a adoptar para mejorar/mantener un microbioma sano y por ello a sus habitantes bien protegidos. Tener elementos para tomar decisiones sobre remodelaciones y mejoras del espacio construido”.

Como vemos, los microorganismos y los macroorganismos formamos una comunidad dinámica que convive en armonía desde hace millones de años, estos microbiomas se han extendido a las construcciones humanas, ciudades, edificios, plazas, medios de transporte y nuestras casas. Un microbioma sano nos protege y uno deteriorado o afectado por malas condiciones puede exponernos a enfermedades, por lo que es importante conocerlos y aprender cuáles son las prácticas que lo convierten en un aliado de humanos, flora y fauna.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos fotos: Waag (Foto superior), Bernardo González (imagen central), KC Wong (foto inferior).

Tolerancia a las temperaturas en moscas, ¿qué podemos aprender sobre la adaptación al cambio climático?

Investigación chileno-española en moscas Drosophilas busca determinar el impacto de la tolerancia térmica en la distribución, dinámica poblacional y respuestas ante el cambio climático de estos insectos, a través de un modelo analítico que incorpora el tiempo como variable junto con la temperatura.

D. melanogaster, una de las especies investigadas por Rezende y su equipo. (Créditos:  Darren Obbard)

La tolerancia térmica describe el rango de temperaturas que un organismo es capaz de soportar, es decir, cuánto calor o cuánto frío ambiental puede tolerar antes de morir. Esta característica varía considerablemente entre los organismos, dependiendo del tiempo de exposición a las temperaturas y tiene un gran impacto en sus patrones de actividad, presupuestos de tiempo y energía, distribución geográfica, fecundidad y también en su resiliencia al calentamiento global.

Durante los últimos años hemos sido testigos de múltiples eventos climáticos extremos en todo el mundo, olas de calor, inundaciones, sequías, olas de frío, tormentas, entre muchas otras manifestaciones del cambio climático que está experimentando el planeta. Estos eventos, en que aumentan o disminuyen las temperaturas en un corto período de tiempo, pueden tener efectos considerables en los organismos, incluidos animales, plantas y seres humanos.

Un estudio de un equipo de investigadores chilenos y españoles, “Thermal tolerance in Drosophila: Repercussions for distribution, community coexistence and responses to climate change”, publicado en la revista Journal of Animal Ecology, buscó determinar si la distribución geográfica y la dinámica de población de diferentes especies de Drosophila se relacionan con su variación en la tolerancia al calor en el laboratorio, empleando curvas de tiempo de muerte térmica (o TDT por sus siglas en inglés).

Para conocer en qué consiste este modelo de estudio y qué descubrieron en la investigación, conversamos con el profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica e investigador CAPES, Enrico Rezende, parte del equipo científico que realizó el estudio. Nos comenta que se utilizó el modelo TDT para estudiar especies de Drosophila porque “es una forma de caracterizar la tolerancia térmica como una probabilidad de sobrevivencia que cambia en función de la temperatura y del tiempo de exposición”. El investigador señala además que como son tres variables —temperatura, tiempo y probabilidad de sobrevivencia— la tolerancia térmica se puede ilustrar en 3D. “Llamamos a esta aproximación ‘paisajes de tolerancia’ y se utilizan para predecir cómo variaciones en la temperatura deben afectar la mortalidad en la naturaleza, y su versión simplificada para una mortalidad del 50% resulta en las TDT”.

Pero ¿Por qué es importante estudiar la tolerancia al calor en insectos ectotermos, y en Drosophilas en particular, en el contexto del cambio climático? “Por dos razones principales”, explica Rezende, “primero, porque el aumento en la temperatura y olas de calor deben impactar a todos los organismos, no solamente al humano, y por lo tanto es necesario comprender cuáles organismos y comunidades ecológicas serían más vulnerables al cambio climático. Segundo, porque diferencias en tolerancia pueden determinar diferencias en distribución geográfica y/o en abundancia en función de la temperatura”.

Tiempo, temperatura y nichos térmicos

Algunos de los experimentos llevados a cabo por Rezende y su equipo para medir tolerancia. (Créditos: Laboratorio Enrico Rezende).

La investigación se realizó en moscas adultas de cuatro especies de Drosophila: D. simulans, D. hydei, D. subobscura y D. immigrans, en la primavera-verano de 2018 y 2019 y en 11 localidades de Chile, abarcando más de 3.000 km entre Arica y Coyhaique. Estas áreas difieren drásticamente en sus perfiles térmicos, con una temperatura máxima promedio mensual diurna que oscila entre 29,2 °C en el extremo norte y 12,7 °C en la región más austral. También se utilizaron los datos de la investigación de Danko Brncic, Premio Nacional de Ciencias en 1987, que durante 8 años consecutivos compilaron estimaciones mensuales del tamaño de la población de 16 especies de Drosophila en Santiago.

Se realizaron 2700 mediciones individuales del tiempo de muerte bajo estrés térmico, y con esos datos más otros como la temperatura ambiente de la localidad de origen, se obtuvieron 40 curvas de tiempo de muerte térmica, TDT. Con estos modelos se realizaron estimaciones de la tolerancia al calor y el rango de distribución de las especies capturadas a lo largo de la línea termal.

Algunos de los hallazgos fueron que las especies D. simulans y D. hydei soportaron períodos más largos de exposición al calor que sus contrapartes más sensibles a la temperatura (D. subobscura y D. immigrans), mostrando de manera concordante un patrón de distribución más amplio a lo largo de Chile, llegando a las localidades más ecuatoriales y más al norte.

Esta información contribuye a determinar el nicho térmico de las Drosophilas, que Rezende define como “el conjunto de características térmicas que puede tolerar una especie, y limita las ventanas tanto espaciales como temporales donde estas especies pueden encontrarse”, además precisa que “cómo predecir la distribución y dinámica de distintas especies a partir de la temperatura es uno de los temas fundamentales de la biología térmica en la actualidad”.

Los resultados de la investigación proporcionan evidencia de que la adaptación térmica en especies de Drosophila juega un importante papel en su distribución y en la dinámica de poblaciones. Las variables de tiempo y temperatura son muy relevantes en la dinámica de las poblaciones de insectos, pero generalmente no se han estudiado juntas, ¿por qué? Rezende detalla que “la temperatura afecta todos los procesos biológicos que ocurren, cuyos efectos pueden acumularse en el tiempo. Por lo tanto, ambas variables son fundamentales tanto en la biología térmica en general y en estudios de tolerancia en particular. Ahora bien, la mayoría de los estudios tiende a ignorar el tiempo porque los análisis, con efectos dinámicos y acumulativos, son bastante más complejos”.   

Esta es precisamente una de las conclusiones más importante de esta investigación, “que estos modelos dinámicos predicen de forma mucho más precisa y adecuada el impacto de la temperatura ambiental, intrínsecamente variable diaria y estacionalmente, en la mortalidad de Drosophila en poblaciones naturales”, afirma el investigador.

Moscas modelo

D. subobscura, otra de las especies estudiadas (Créditos:  Darren Obbard).

La iniciativa “Mosca científica” es un proyecto interdisciplinario que busca generar material educativo y de divulgación sobre el aporte al conocimiento científico que se ha generado durante décadas gracias a Drosophila como modelo de estudio.

¿Cómo nació esta iniciativa? “Surgió originalmente para divulgar los resultados de la investigación de mi proyecto FONDECYT anterior, aprovechando la oportunidad para intentar generar contenido audiovisual de calidad en castellano, menciona Rezende, y añade que “como el proyecto se enfoca en Drosophila, partimos con un video original explicando la importancia de este modelo de estudio en la genética y biología evolutiva, que está disponible en Youtube. Estamos ahora trabajando en un segundo video, y además postulando al concurso Ciencia Pública para obtener financiación adicional para varios videos más”. 

Las moscas del género Drosophila son conocidas como ‘mosca de la fruta’ o ‘mosca del vinagre’, aunque la gran mayoría de las especies no impactan los cultivos (una importante excepción es D. suzukii, que hoy es una plaga a nivel mundial). Drosophila se ha convertido en modelo para diversas investigaciones científicas en Chile y el mundo, entre otras razones debido a que los seres humanos y este insecto comparten cerca del 75% de genes, además son prácticas, económicas y fáciles de criar, con un ciclo de vida de 15 días en promedio, por lo que se pueden estudiar varias generaciones de moscas en poco tiempo. En resumen, una aliada formidable para la investigación científica.

Para conocer más datos sobre esta increíble mosca, pueden seguir a “Mosca científica” en sus redes sociales en Instagram (@moscacientífica) y Facebook.

Texto: Comunicaciones CAPES

Pablo Becerra: investigando la regeneración, dinámica y restauración de los bosques nativos de Chile

Pablo Becerra es ingeniero forestal y Doctor en Ecología y Biología Evolutiva, académico de la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales de la Universidad Católica e investigador de la línea 1 de CAPES. Aunque ha realizado estudios en terreno en casi todos los tipos de bosque del país, se ha especializado en el bosque esclerófilo de Chile central, el que se encuentra atravesando por una grave crisis debido a que no se está regenerando de manera natural y está ocurriendo mortalidad de individuos adultos.

Pablo Becerra Osses nació en Santiago, y desde pequeño, sus padres lo acercaron a la naturaleza, por lo que siempre estuvo muy cerca de los ambientes naturales. Siguiendo esa pulsión, estudió Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile, luego un Magister en Ciencias Ecológicas y posteriormente un Doctorado en Ecología y Biología Evolutiva en la misma casa de estudios.

Ya en el 4° año de su carrera, se dio cuenta de que le gustaba la investigación, la ciencia y las ciencias ecológicas en particular: “el último año, con algunos compañeros, tomamos como electivos algunos cursos del posgrado en botánica en la Facultad de Ciencias, hice unos cursos en biogeografía y en ecología de la reproducción en plantas”, recuerda, “yo partí bien naturalista, con harta observación de flora, de plantas, paseos por el cerro, etc.”.

Como tema de su tesis del doctorado, comenzó a estudiar la invasión de plantas exóticas, centrándose en dos especies simbólicas del área forestal, el Pinus radiata y el Eucalyptus globulus. “Era un análisis de cuáles son los factores que pueden estar facilitando o restringiendo la invasión de estas dos especies exóticas”, señala el investigador, “la elección de esas especies fue porque son las dos más plantadas en Chile y, por lo tanto, podían tener un alto potencial de invasión por la cantidad de semillas que se producen en las plantaciones, que probablemente producen más semillas que cualquier otra especie exótica que hay en Chile”.

Luego, en el posdoctorado, ahondó en el tema y evaluó cómo el pino radiata está influyendo en la regeneración de especies nativas, encontrando la ocurrencia de una importante invasión de esta especie exótica, incluso desde la Región de Valparaíso hacia el sur. “En general se considera invasión cuando una especie naturalizada se ha expandido más allá de las plantaciones o de los lugares en que fue introducida, y en el caso de pino radiata efectivamente eso está ocurriendo. Son individuos que ya están creciendo naturalmente, es decir, las semillas llegaron por dispersión natural a lugares fuera de las plantaciones, a ambientes naturales y están formando individuos, creciendo naturalmente y produciendo a su vez semillas, por lo tanto poseen un alto potencial para producir poblaciones autosustentables”, explica.

Bosques de Chile

“Hay bosques en todo Chile. Desde la I hasta la XII región uno puede encontrar distintos tipos de bosques” comienza contando Becerra cuando le consultamos por los bosques presentes en nuestro territorio. “Los bosques de la I, II y III región eran bosques xerofíticos, de especies adaptadas a esas condiciones, pero que estaban a su vez restringidas o distribuidas en ambientes más húmedos, principalmente orillas de ríos, eran bosques pequeños, siempre ribereños”.

Desde la IV región comienzan a aparecer bosques más abundantes de algarrobos, guayacanes y litres. Luego, en la zona de clima mediterráneo encontramos los bosques esclerófilos, y más al sur, los bosques templados. “A mi me ha tocado estudiar prácticamente todos los tipos de bosques, quizás los únicos en que no he hecho estudios más formales, son los bosques de queñuas, (Polylepis), en el altiplano”, indica, “en mi tesis de pregrado estudié los bosques de araucarias y de coigüe-raulí de la IX región, en mi tesis de magister hice estudios en bosques de robles, de hualo, de raulí, he hecho otros estudios en los bosques siempreverdes de Chiloé y también en los bosques de lenga y ñirre en la Patagonia”.

Bosque esclerófilo de clima mediterráneo

Pero su objeto de estudio más constante ha sido siempre el bosque esclerófilo. Este tipo de bosque tiene factores restrictivos para su conservación, no sólo en términos de impacto humano sino también de sus condiciones abióticas naturales, incluso sin cambio climático. Esto, debido a que el clima mediterráneo tiene estaciones secas y años en que no llueve mucho, lo que genera condiciones difíciles para varias especies del bosque esclerófilo en términos de su regeneración, en comparación con otros bosques en que si no hay factores externos antrópicos como tala, ganado, o incendios, el bosque se regenera naturalmente, que es lo que ocurre desde la región del Biobío al sur.

“En cambio en el bosque esclerófilo no”, afirma Becerra, “hay muchos lugares en que hay individuos adultos pero con cero regeneración, es decir, no hay individuos jóvenes. Entonces la pregunta es por qué esas especies están presentes en esos lugares, qué condiciones habían en el pasado cuando esas semillas se produjeron, qué les permitió regenerar, crecer y sobrevivir, cómo han cambiado esas condiciones que ahora no les permiten germinar, crecer y sobrevivir hasta etapas adultas”.

Esto está ocurriendo en la mayoría de las especies del bosque esclerófilo y ha empeorado en los últimos 10 años. De hecho, los estudios han demostrado que además de no haber regeneración, hay individuos adultos que están muriendo, dependiendo de las condiciones ambientales o microambientales, hay más o menos mortalidad, lo que antes no ocurría o sucedía de manera aislada.

Pablo Becerra comenzó ha realizar estudios en el bosque esclerófilo el año 2006, y en ese tiempo, aún había algo de regeneración bajo condiciones específicas como ambientes más húmedos, cercanos a cursos de agua y cuando se presenta un dosel que genere sombra, más aún controlando a los herbívoros, reduciendo la cantidad de conejos y si no hay incendios u otro tipo de perturbaciones.

“A partir del 2014 empezamos a hacer muestreos geográficamente masivos, abarcando prácticamente toda la distribución del bosque esclerófilo, evaluando los niveles de regeneración”, indica Becerra, “y ahí se empezó a notar una reducción importante a nivel de prácticamente no existir regeneración de la mayoría de las especies del bosque esclerófilo en ninguna parte, ni siquiera en las condiciones más húmedas, ni bajo dosel, ni cuando no hay conejos ni cuando no hay ganado, nada. Entonces, el factor que va quedando obviamente es el agua y eso se asocia con la reducción en los niveles de precipitación que ha ocurrido en los últimos 10 a 15 años”.

Junto con eso, en el verano de 2018-2019, se empezaron a ver los primeros manchones de individuos adultos que mostraban los estragos de la sequía. Comenzaron primero a secarse los peumos, que es una especie relativamente higrófila en Chile central, que tiene su distribución sobre todo en laderas de exposición sur y en fondos de quebradas. El fenómeno se ha incrementado y ahora está ocurriendo con el quillay, que tiene una distribución en ambientes no tan húmedos por lo que está siendo mucho más afectado. También se ha visto cierta mortalidad en litre, que tolera aún más la sequía que el quillay, y en el boldo, en algunos sectores precosteros.

“En esas 4 especies se ha notado la mortalidad”, señala Pablo Becerra, “sin embargo, hay otras especies que no. Por ejemplo, colliguayes, huinganes, espinos, no tienen problemas de mortalidad de individuos adultos, aunque esas especies tampoco se están regenerando. ¿Qué es lo que sugiere todo esto? que en los lugares o localidades donde en el pasado dominaban especies esclerófilas como el quillay, peumo, litre, probablemente van a ser reemplazados o se va a reducir su abundancia de manera importante y van a sobrevivir ahí otras especies como las más adaptadas a condiciones más secas, en reemplazo de lo que eran los bosques esclerófilos más densos”.

Proyecto de restauración en San Carlos de Apoquindo

La Universidad Católica posee dos predios importantes, uno en Pirque y otro en San Carlos de Apoquindo, en los que se empezó a trabajar en proyectos de restauración ambiental que además de la restauración ecológica de los ecosistemas, incluyen un componente de educación ambiental.

“Se generaron anteproyectos de restauración en estos dos predios, los que fueron financiados por CAPES, para hacer los estudios de línea base y las propuestas de acciones de restauración y de educación ambiental”, señala Becerra, “en San Carlos de Apoquindo están hechos los proyectos para restaurar la vegetación y generar una infraestructura que permita hacer educación ambiental, incluyendo un centro de visitantes, senderos de interpretación, reintroduciendo especies emblemáticas con sus letreros de información, etc., lo que se está haciendo ahora es buscar financiamiento para llevar a cabo todo eso”.

Le preguntamos a Pablo Becerra: ¿cómo debería ser la relación del ser humano con los bosques?, nos comenta que “lo que debiera ocurrir es que en el mundo se incremente la superficie de bosque nativo de manera importante y obviamente se conserve lo que ya existe. No debiera eliminarse ni una hectárea más de bosque, en especial de los ecosistemas amenazados como el bosque esclerófilo y de roble-hualo. Primero, porque por ejemplo, de los bosques esclerófilos o los bosques de robles o de hualos, no queda prácticamente nada, y segundo, porque lamentablemente en Chile no existe una legislación ambiental que exija la restauración completa de los ecosistemas por parte de las empresas que los eliminan para sus faenas, con suerte se les exige hacer una plantación compensatoria, que muchas veces es bastante deficiente o poco exitosa, pero no se restaura el ecosistema en ningún caso”.

Pablo Becerra continúa trabajando y en estos momentos está realizando el cierre de algunos proyectos, como el de la evaluación a gran escala de los niveles de regeneración del bosque esclerófilo en toda su distribución o el análisis de técnicas de restauración en ambientes incendiados. Además, él y su equipo están trabajando en los procesos de regeneración y dinámicas de la vegetación del bosque nativo de la región de Coquimbo. También quieren estudiar un efecto que han observado acerca de las precipitaciones en la zona central de Chile, debido a que no sólo cae menos agua, si no que la que cae se pierde por escurrimiento y no alcanza a almacenarse en el sustrato de los cerros y no es aprovechada por la vegetación.

“Las ventajas de tener bosques en general, a nivel planetario, es que los bosques producen oxígeno, absorben CO2, mantienen biodiversidad, controlan plagas, producen distintos tipos de productos alimenticios, farmacológicos, etc., entre varias otras funciones y servicios ecosistémicos. Necesitamos que exista mayor educación ambiental desde los niveles escolares, respecto de la importancia de la biodiversidad, de la vegetación y de los bosques. Mientras más personas tengan ese conocimiento y valoren nuestros ecosistemas, se podría exigir, generar y financiar más proyectos que permitan incrementar la superficie de bosques y reducir al máximo la eliminación de ecosistemas que están en peligro de extinción”, finaliza.

Texto: Comunicaciones CAPES

Seminario «Acciones prediales para la sustentabilidad en vides y frutales»

Cuándo: 14 de septiembre de 2022
Dónde: Hotel Diego de Almagro, Rancagua (Av. Libertador Bernardo O'Higgins 34, Rancagua, O'Higgins - Ver mapa)
Organiza:  Gobierno Regional de O'Higgins, CORE O'Higgins, Pontificia Universidad Católica de Chile

El seminario «Acciones prediales para la sustentabilidad en vides y frutales» se enmarca en el proyecto FIC denominado «Transferencia acciones prediales en fruticultura sustentable» y presentará experiencias nacionales e internacionales de gestión predial para mejorar la resiliencia y productividad del sector. 

El proyecto, cuenta con financiamiento de el Fondo para la Competitividad del Gobierno Regional de O´Higgins y su Consejo Regional, enmarcado en la Estrategia Regional de Innovación.

En el evento, participarán investigadoras e investigadores de la Universidad Católica, (Chile), Universidad Federal Sergipe, (Brasil) y University of Cambridge (UK), entre quienes se encuentran los expertos CAPES Luz María de la Fuente y Eduardo Arellano.

El evento se realizará en el Salón Rancagua del Hotel Diego de Almagro de Rancagua.

Link de inscripción: https://forms.office.com/r/CuA0T60VWy

Seminario «Intensificación ecológica para agricultura de zonas semiáridas»

Cuándo: 12 de septiembre de 2022
Dónde: Auditorio de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, Campus San Joaquín (Vicuña Mackenna 4860, Macul).
Organiza:  CAPES UC

Este lunes 12 septiembre, 09:30 horas, se llevará a cabo el Seminario «Intensificación ecológica para agricultura de zonas semiáridas».

El evento presentará los resultados y experiencias del proyecto “Sustainable Fruit Farming at the Caatinga (SUFICA)” ejecutado para sistemas frutícolas de Chile y Brasil, y liderado por Eduardo Arellano, académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC e investigador principal de la línea 6 de CAPES “Intensificación Ecológica y Agricultura Sustentable”.

La iniciativa buscó mejorar la sostenibilidad de la producción de frutas en regiones semi-áridas desarrollando metodologías participativas para la implementación de prácticas de manejo de intensificación ecológica, con el objetivo de mejorar la resiliencia y productividad de estos sistemas productivos. Contó con la participación de investigadoras e investigadores de la Universidad Católica, Universidad de Chile (Chile), Universidad Federal del Valle de San Francisco, Universidad Federal Sergipe, Universidad del Estado de Bahía (Brasil) University of East Anglia y University of Cambridge (UK), y cuenta con financiamiento de ANID y Newton Fund.

La actividad se desarrollará en el Auditorio de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, Campus San Joaquín, Vicuña Mackenna 4860, Macul.

Inscripciones en: https://forms.office.com/r/1rFWnmdndL

Lanzamiento de libro «Algas, una introducción a la ficología»

Cuándo: 7 de septiembre de 2022
Dónde: Esta actividad se realizará de manera online a través de Youtube UNABTV (ver link)
Organiza:  Universidad Andrés Bello y CAPES UC

El Centro CAPES UC y el Comité Editorial de la Universidad Andrés Bello invitan al lanzamiento del libro Lanzamiento de libro Algas, una introducción a la ficología, En este texto, se revisan las hipótesis más modernas sobre el proceso de evolución de la fotosíntesis en los distintos grupos de algas, y se estudian todos los linajes mayores de algas actualmente reconocidos, cubriendo los puntos más importantes de su morfología, reproducción, ecología, biología celular, evolución e importancia económica.

El texto incluye cientos de ilustraciones, todas originales y, asimismo, incluye amplias referencias a las publicaciones más relevantes para cada tema. Este libro es la primera obra de esta magnitud que se publica en español.

Autores:

  • Dr. Alexis M. Bellorín Romero
  • Dr. Cristian Bulboa Contador
  • Dra. Loretto Contreras-Porcia

Presentan:

  • Dr. Fabian Jaksic, Premio Nacional de Ciencias, Director CAPES
  • Prof. María Eliana Ramírez, Exdirectora Museo Chileno de Historia Natural

Esta actividad se realizará de manera online a través de Youtube UNABTV.

Más información: [email protected]

Estudio develó los marcos conceptuales tras el proceso de creación de la Constitución del 80

Un grupo de investigadores utilizó herramientas computacionales para estudiar los distintos conceptos y teorías de sociedad producidas durante el proceso de redacción de la actual Carta Magna, en plena dictadura militar.

Los miembros permanentes de la «Comisión de Estudios para la Nueva Constitución», o «Comisión Ortúzar», encargada por la Junta Militar para elaborar el nuevo texto constitucional.

Usando como objeto de estudio el proceso de creación de la actual Constitución Política de Chile, diseñada y redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet entre 1973 y 1978, un grupo de investigadores de las universidades Diego Portales y Adolfo Ibáñez, junto con el Centro de Estudios Públicos, CEP, puso a prueba distintas herramientas de análisis computacional para intentar desentrañar los marcos conceptuales que ayudaron a dicho texto a refundar, por la vía autoritaria, las bases institucionales del Estado de Chile, y a sobrevivir incluso al régimen de facto que le dio forma.

Sus resultados, publicados recientemente en la revista Historical Methods, permiten identificar las ideas y conceptos que ayudaron a los redactores del texto a delimitar y definir el ámbito de acción de esta nueva Carta Fundamental, y de paso, el nuevo orden político y social que inauguraba. Muestran, además, la estrecha relación entre la acción política y la elaboración conceptual que subyace a la creación una constitución, así como el potencial de los métodos computacionales para el estudio de la historia constitucional de un Estado y de sus procesos de formación.

“La Constitución chilena de 1980 tiene un estatus especial en la historia de América Latina”, nos cuenta Rodrigo Cordero, académico del departamento de Sociología de la U. Diego Portales y autor principal del estudio, “no solo porque fue creada en condiciones de agitación social y represión política, sino también porque estableció, con éxito, el modelo normativo que soportó el experimento neoliberal de una sociedad centrada en el mercado radicalmente nueva. En este marco, el proceso de cambio conceptual impulsado por los redactores de la Constitución de 1980 tenía como horizonte político y normativo superar lo que, según ellos, eran los vicios del pasado socialista, y así dar nacimiento a una nueva democracia, basada en el valor de la autoridad, la protección de la libertad personal y la autonomía radical de los mercados y la propiedad privada”.

Para conocer cómo operó este cambio también a nivel conceptual durante la discusión y redacción del texto, los investigadores se embarcaron en un análisis exhaustivo de los registros oficiales de la comisión encargada por la Junta Militar para elaborar la propuesta, denominada formalmente Comisión de Estudios para la Nueva Constitución, o “Comisión Ortúzar”, el honor a su presidente, el abogado Enrique Ortúzar Escobar.

La revisión de estas actas, agrupadas en 11 volúmenes, 10,950 páginas y más de 80,005 palabras distintas, significó el primer desafío a enfrentar por parte de Cordero y el resto del equipo, tal como comenta el académico de la U. Adolfo Ibáñez e investigador del CAPES, Gonzalo Ruz: “resumir esa información y lograr extraer patrones interesantes, resulta ser una tarea muy compleja para una persona, e incluso un grupo de personas. En ese sentido” comenta, “el uso de herramientas computacionales destinadas al análisis de textos históricos jugó un rol fundamental para lograr resumir la data textual e identificar estas fronteras conceptuales”.

Dichas “fronteras conceptuales” o “fronteras semánticas” eran aquellas palabras (o asociaciones de palabras) dentro de las cuales se enmarcó, o habría de enmarcarse, la discusión constituyente al interior de la Comisión, conceptos que, en la práctica, terminarían por delimitar los rangos de acción de la nueva Constitución y de todo aquello que sus integrantes daban en calificar por “constitucional”. Mal que mal, y como diría Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.

“En línea con esta mirada” resaltan en el trabajo, “nosotros postulamos que los procesos de creación de una constitución pueden explorarse empíricamente en términos de la construcción de fronteras semánticas que moldean el espacio conceptual de los significados constitucionales”. Esto, prosiguen, basados en el hecho de que “para que una Constitución funcione como un orden vinculante legalmente, no basta con consagrar una serie de normas, reglas e instituciones doctrinales, sino también establecer un espacio conceptual que dibuje los límites que definen las decisiones, instituciones e interpretaciones consideradas “constitucionales”.

“Una de las hipótesis base era que, para comprender adecuadamente la naturaleza refundacional del proyecto constitucional de la dictadura, así como su resiliencia en el tiempo” acota Cordero, “se requería poner atención no sólo a las transformaciones de índole institucional (por ejemplo, la forma del Estado, la estructura de los derechos o los mecanismos de limitación de la democracia, etc.), sino que también a las importantes transformaciones conceptuales que dicha constitución gatilla en el lenguaje social, político y jurídico de la época”.

Y es en esta tarea donde instrumentos propios del análisis computacional y estadístico, como la agrupación de conceptos mediante algoritmos conocida como clustering, o análisis de grupos, sirvieron como una ayuda invaluable. “El clustering nos permitió identificar la agrupación natural de las palabras dentro de un contexto discursivo, logrando descubrir los patrones de asociación semántica y la ubicación espacial de los términos en torno a un “centroide” —es decir, a la palabra más representativa de un clúster o conjunto” explica Ruz. “Al tratarse de un trabajo de investigación multidisciplinario, una vez utilizadas estas técnicas computacionales, sus resultados son luego analizados por investigadores del área de la sociología y la historia, para poder entregarle una interpretación dado el contexto”.

Los nudos que marcaron la redacción del texto

¿Y qué fue lo que descubrieron? “Nuestro análisis nos llevó a identificar tres dinámicas clave que recorren el trabajo de delimitación de la Comisión Constituyente chilena”, señalan los investigadores. La primera de estas dinámicas habría sido las constantes tensiones internas que modelaron el proceso de construcción del texto, entre el rol asesor que proveía la Comisión a la Junta Militar, y la tarea encomendada de diseñar una nueva carta fundamental. Estas tensiones se vieron expresadas en la articulación de distintos “temas de preocupación” entre los miembros de la Comisión, así como cambios en los patrones de asociación de palabras clave como “constitución” a lo largo de proceso.

Una segunda dinámica consistió en la lógica política que subyació a la transformación conceptual llevaba a cabo por la Comisión. Usando términos como “constitución”, “constitucional” y “ley”, los comisionados definieron el horizonte normativo del nuevo orden mediante la revocación de viejas referencias semánticas y la elaboración de nuevos significados, un rasgo, explican, “distintivo de la redacción de textos constitucionales”.

Así, el proceso de redacción de la actual Constitución habría “invertido” el campo semántico del viejo orden instaurando, por ejemplo, la libertad de los órganos sociales autónomos en contraste con el control estatal de tipo marxista; consolidando una democracia autoritaria o protegida a contrapelo de una representativa y constitucional; reafirmando la propiedad individual por sobre la propiedad social, “o cambiando el colectivismo estatal por la libertad individual” explican los autores.

La tercera y última dinámica asociada a la construcción de estas “fronteras constitucionales” consistió en las formas de institucionalización que habrían de blindar el nuevo orden creado de cualquier reforma posterior. “Esto es particularmente visible a través del rol vinculante de términos como “establecer”, “proteger”, “indicar” o “asegurar”, así como mediante el diseño de instituciones fuertes y el refinamiento de ciertas leyes por la vía de decretos y el ensamblaje orgánico de los sistemas político, judicial y de administración estatal” comentan los investigadores.

“Esta dinámica no es sólo consistente con las maneras en que el debate de la Comisión expresó la compulsión de la dictadura pinochetista por institucionalizar un nuevo orden social y explorar las fórmulas para darle forma constitucional” aclaran. “También es consistente con la articulación de un espacio de significados constitucionales que proveyeron la munición intelectual y jurídica para asegurar la larga influencia social y política de esta Constitución. En ese sentido, las transformaciones semánticas de conceptos como “libertad”, “democracia” y “propiedad” jugaron un rol importante”, y lo que es más; “cada concepto se forma alrededor de tensiones particulares que han permeado a la sociedad durante las últimas cuatro décadas”.

Las claves de un nuevo proceso

La Convención Constitucional de 2022, durante su primer día de funciones, el 4 de julio de 2021.

Este 4 de septiembre, sin embargo, la “larga influencia social y política” que ha tenido la Constitución de 1980 vivirá, 42 años después de su promulgación, el primer gran escollo de su historia, cuando 15 millones de chilenas y chilenos habilitados para votar lleguen a las urnas para decidir si aprueban, o rechazan, la nueva propuesta de Constitución redactada por la recién disuelta, y democráticamente electa, Convención Constitucional.

Ante este escenario, resulta casi imposible no comparar los procesos de creación y redacción de ambas cartas fundamentales, especialmente a la luz de los hallazgos detallados en este trabajo. Afortunadamente, estos mismos investigadores están abocados actualmente a la aplicación de estos resultados para el proceso constitucional en curso. “El artículo publicado en Historical Methods entrega algunos de los parámetros fundamentales —tanto en técnicas como en contenidos— con los cuales hemos podido hacer seguimiento y evaluación del proceso constituyente actual”, revela Aldo Mascareño, académico de la U. Adolfo Ibáñez e investigador senior del Centro de Estudios Públicos, CEP.

Así, Mascareño comenta que, “por supuesto, hay conceptos centrales (“derecho”, “derechos”, “constitución”, “ley”, “persona”, “república”, o “presidente”) que están presentes tanto en la Constitución de 1980 como en el proyecto constitucional de 2022, así como en varias constituciones a nivel global. Las diferencias entre ambas se aprecian en dos niveles: primero, en las relaciones entre términos y, segundo, en nuevos términos que surgen en el proyecto 2022”.

“En cuanto a las relaciones conceptuales” profundiza el investigador, “la Constitución de 1980 configura un escenario semántico con centro en la economía y la propiedad, mientras que la de 2022 tiene su foco en la estructura regional del Estado, los derechos sociales y la plurinacionalidad. En cuanto a los términos, el proyecto de 2022 incluye conceptos inéditos en el constitucionalismo chileno, como “plurinacionalidad”, “enfoque de género”, “enfoque interseccional”, “enfoque ecológico”, “autonomía territorial”, y el concepto clave de “región, que si bien ya aparecía en la Constitución de 1980, en esta propuesta adquiere una posición semántica central. El análisis digital permite hacer evidente las continuidades basales entre ambos textos constitucionales, así como también muestra en detalle los giros conceptuales del texto propuesto por la Convención Constitucional”.

Los resultados y actualizaciones de este análisis pueden seguirse a través de la plataforma del grupo C22, en https://c22cepchile.cl

El artículo Drawing constitutional boundaries: A digital historical analysis of the writing process of Pinochet’s 1980 authoritarian constitution es parte de un proyecto Fondecyt que busca estudiar los distintos conceptos y teorías de la sociedad que se producen y circulan en el proceso de redacción de la Constitución de 1980, aunque, como indica Ruz, “este equipo multidisciplinario viene trabajando de manera conjunta desde el 2015, gracias a un proyecto Anillo”.

En palabras de su autor principal, el trabajo da cuenta “de las operaciones de transformación semántica de términos clave realizadas por esta Constitución, la cual se observa a través de la disolución de vínculos semánticos existentes y su recomposición en nuevas estructuras conceptuales, que a su vez dan forma a un espacio emergente de significados constitucionales”.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos foto: Fundación Jaime Guzmán (Comisión Ortúzar) y Cristina Dorador (Convención Constitucional

El fenómeno del suicidio, estudiado desde la ecología

Un equipo interdisciplinario de investigadores del área de la salud, ecología y arquitectura y arte, estudió los factores ambientales y socio-económicos relacionados con las tasas de suicidio utilizando datos demográficos de 18 años, a lo largo de 4000 km en Chile. Sus resultados pueden ser usados para desarrollar políticas públicas específicas de salud mental dirigidas a la población en riesgo.

Advertencia: el siguiente reportaje trata temas referentes al suicidio y la salud mental, por lo que pudiera ser sensible para determinadas audiencias. Si sufres de depresión o necesitas ayuda psicológica de algún tipo, puedes comunicarte a cualquier hora del día con los profesionales de Salud Responde del ministerio de Salud al fono 600 360 7777.

Cuando una persona decide suicidarse, normalmente es el resultado de una reflexión larga y dolorosa, en la que influyen interacciones complejas de factores biológicos, psicológicos y socio-económicos. Este importante aspecto de la salud mental ha sido abordado desde múltiples perspectivas, por grupos de investigación en todo el mundo, buscando estrategias de prevención o mitigación del riesgo de suicidio.

Las tasas de suicidio, que es la frecuencia de este fenómeno normalmente medido por cada 100.000 habitantes durante un año, muestran diferentes tendencias según el país, la edad y/o el sexo de las víctimas, y de las cuales pueden extraerse algunos patrones demográficos, como por ejemplo, que los hombres presentan tasas de suicidio más altas que las mujeres en la mayoría de los países, y dentro de ese grupo, los adolescentes entre 10 y 19 años muestran una tasa de suicidio más alta que el resto de la población.

Además de los patrones demográficos, también se han investigado factores ambientales y socio-económicos, sin embargo, aún hay una brecha en la comprensión de los patrones generales en las tasas de suicidio, por lo que es necesario seguir estudiando este fenómeno y contribuir al diseño de políticas y acciones preventivas.

Un equipo de investigadores, liderados por Sergio Estay, académico de la Universidad Austral de Chile e investigador en CAPES, evaluó las asociaciones entre factores ambientales y socio-económicos, y las tasas de suicidio estratificadas demográficamente en grandes escalas temporales y espaciales. Para ello, utilizaron un conjunto de datos con información sobre las tasas anuales de suicidios por sexo y edad desde 2000 hasta 2017 a lo largo de un gradiente latitudinal de 4.000 km. Los resultados, fueron descritos en el artículo titulado “Socioeconomic and environmental contexts of suicidal rates in a latitudinal gradient: Understanding interactions to inform public health interventions”, y publicado en la revista Journal of Psychiatric Research.

Ciencias biológicas y salud mental

¿Cómo la ecología y las ciencias biológicas pueden ayudar a comprender este fenómeno? Conversamos con Estay, autor principal de la investigación, quien nos explicó que “la ecología es una ciencia que siempre debe lidiar con fenómenos muy complejos, con múltiples interacciones entre variables. Por lo tanto, la mirada ecológica puede aportar a la necesaria mirada macro a este fenómeno. Por supuesto, la mirada a macro-escala, como en nuestro artículo, es muy necesaria, pero actúa como complemento a la investigación a micro-escala, el nivel individual, que viene de las ciencias biomédicas. En nuestro trabajo utilizamos herramientas estadísticas muy usadas en ecología para relacionar los factores sociales y ambientales con las tasas de suicidio”, detalla Estay.

Estudios previos a nivel mundial han mostrado que las las condiciones ambientales a las que están expuestas las poblaciones humanas influyen en las tasas de suicidio en diferentes escalas. Entre los factores más comunes están la temperatura, la duración de la luz solar, la altitud y la latitud geográficas, y aunque no están claros los mecanismos biológicos exactos detrás de estas asociaciones, varios estudios han detectado vínculos estadísticos entre la duración de la luz solar y los eventos de suicidio individuales o las tasas de suicidio.

En cuanto a los factores socio-económicos, como la pobreza o el consumo de drogas o alcohol, estos se han analizado más ampliamente porque tendrían más peso que los factores climáticos para explicar las diferencias regionales en las tasas de suicidio. Los resultados de estas investigaciones dependen de la escala de los estudios. Por ejemplo, a nivel local o nacional, se informa de una asociación positiva entre pobreza y las tasas de suicidio, es decir, a mayor nivel de pobreza, aumenta el riesgo de suicidio entre la población, aunque las tasas varían según el sexo. Por el contrario, a escala regional o global, algunos estudios han mostrado una tendencia marginalmente positiva entre los ingresos económicos y las tasas de suicidio.

En el caso del consumo de drogas, se ha demostrado una relación entre el uso de drogas (marihuana, inhalables, etc.) y los intentos de suicidio, especialmente entre adolescentes o jóvenes. También se ve una correlación entre el alcoholismo y los intentos, eventos y tasas de suicidios, haciendo notar que puede deberse a la escala de los estudios, porque la mayor parte proviene de abordajes a nivel individual (casos), mientras que la información a nivel poblacional (tasas) es más escasa.

Lo anterior muestra lo complejo de establecer relaciones entre factores socio-económicos y las tasas de suicidio, con evidencia respaldando asociaciones positivas y negativas, lo que refuerza la necesidad de realizar más estudios a diferentes escalas y contextos para proporcionar evidencias de patrones que puedan respaldar políticas públicas en salud mental.

“Existen múltiples razones por las que la mirada a grandes escalas espaciales en fenómenos biológicos es muy importante, pero en este caso y en general en salud pública, este análisis permite apoyar el diseño de políticas preventivas específicas para cada región”, manifiesta Estay, “obviamente existen acciones preventivas que son generales y pueden ser aplicadas a todo el país de la misma forma, pero las particularidades de cada territorio son también relevantes para adaptar estas estrategias o diseñar algunas específicas para cada localidad”.

Resultados para la prevención

Como señala el artículo científico, se consideró un amplio gradiente latitudinal, abarcando más de 4.000 km entre las capitales regionales de todo Chile, lo que significa que se analizaron datos desde un clima cálido desértico en el norte, hasta el oceánico subpolar del sur austral. “Encontramos una clara asociación entre la menor disponibilidad de luz solar en invierno, dada por la mayor nubosidad, y las tasas de suicidio entre adolescentes y adultos jóvenes. Esto también sugiere que zonas del extremo austral de Chile, con mucha nubosidad, pueden tomar este resultado para diseñar estrategias preventivas específicas”, menciona el investigador.

El segundo patrón fue aún más claro, la influencia de la pobreza en las tasas de suicidio, “este resultado fue el más importante del estudio”, afirma Estay, “la pobreza mostró una asociación muy fuerte con la tasa de suicidio en hombres adultos. Esto tiene múltiples explicaciones a nivel psicológico y sociológico, pero en la práctica indica que las crisis económicas o los bolsones de pobreza crónica son áreas donde deben existir planes preventivos rápidos y extensos. Es en estas zonas donde se podría tener un impacto más inmediato en salud pública”.

El investigador señala que en Chile el suicidio se da, en términos de casos, principalmente en personas entre 20 y 55 años. “Sin embargo, la mayor tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes se da en los adultos mayores de 60 años. Esto es importante, ya que en el imaginario colectivo, el suicidio se asocia mucho a jovenes, incluso a adolescentes, pero son los más viejos quienes lo sufren proporcionalmente más. Esto es algo que pareciera no está incorporado en nuestra idea de quien está en riesgo de suicidio”.

Estos resultados pueden entregar una guía para el diseño de políticas públicas en salud mental especialmente dirigidas a las comunidades según la región. Las intervenciones médicas poblacionales pueden planificarse según las unidades territoriales y los modelos de este estudio sirven para definir y priorizar estas estrategias. Por ejemplo, mejorar el acceso a servicios médicos para jóvenes que viven en el sur del país donde hay menos luz solar y más nubosidad, o implementar intervenciones específicas para hombres adultos mayores que viven en zonas de pobreza crónica o programas de respuesta rápida durante crisis económicas. Los investigadores esperan entregar información de relevancia a los tomadores de decisiones en este tema tan complejo y difícil, que pueda ayudar a desarrollar acciones preventivas y de acompañamiento psicológico y social.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos foto: Isaías Campbell