Núcleo Milenio en Surgencia Costera contara con activa presencia CAPES

El proyecto, liderado por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas, CEAZA, es uno de los nueve ingresos financiados para la convocatoria 2019 de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo. Contará con una inversión de 612 millones de pesos para los tres primeros años.

La surgencia costera es el fenómeno mediante el cual masas de aguas profundas, ricas en nutrientes que fomentan la vida, emergen a la superficie, favoreciendo la aparición de fitoplancton y de una amplia variedad de especies que se alimentan de éste. Esta característica, que le otorga a las costas chilenas su particular biodiversidad, será el objeto de estudio de un nuevo Núcleo Milenio, que contará con el liderazgo y participación de investigadores CAPES.

“Upwell: “Comprensión de Los Sistemas de Surgencia del Pasado y los Impactos Ambientales Locales y Duraderos” es el nombre de este nuevo Centro, el cual será dirigido por la ecóloga CAPES Eugenia Gayo, y que tendrá por objetivo estudiar dicho proceso, que, en palabras de su directora, “explica la abundancia de recursos marinos que mantiene la actividad pesquera nacional”.

“En particular”, comenta la académica de la Universidad de Tarapacá, “queremos dar cuenta de la interacción sociedad-ambiente desde el pasado remoto, es decir, los últimos 12.000 años. Esto, porque desde el poblamiento inicial de Chile, la costa ha constituido un ecosistema y territorio atractivo para los grupos humanos, por los recursos que proporciona el maravilloso proceso de la surgencia y que a su vez a han impactado dicho proceso”.

Para estudiar todas las aristas asociadas a este fenómeno, también conocido como como afloramiento costero, en el nuevo Centro convergen expertos y expertas de diversas disciplinas, tales como la oceanografía, las ciencias atmosféricas, la ecología, el paleoclima e incluso la arqueología, incorporando una mirada tanto social como física y ecosistémica del fenómeno.

Entre las 18 investigadoras e investigadores que compondrán inicialmente el Centro, se encuentran otros dos investigadores CAPES: la ecóloga María José Martínez-Harms entre sus investigadores jóvenes, y el ecólogo Sergio Navarrete como científico senior, ambos de la Universidad Católica de Chile.

Desafíos a la vista

El trabajo del proyecto se extenderá por alrededor de dos mil kilómetros, desde la frontera norte de Chile hasta aproximadamente el límite sur de la Región de Coquimbo, lo que supone el desafío de generar una amplia red de observación de la surgencia a lo largo de la costa nacional, desde la cual sea discernir los últimos 12.000 años de evolución de este territorio, un conocimiento que, a la larga, será aplicable a otras zonas donde este fenómeno se produce, como el Sistema de Surgencias del Margen Este (más conocido por su nombre en inglés Eastern Boundaries Upwelling Systems, EBUSs).

“Nuestra investigación, desde el punto de vista científico, es todo un desafío, pues requiere generar un cuerpo de datos que permita ver de manera integrada la co-evolución entre procesos que tradicionalmente se han visto desde miradas disciplinarias separadas, ya sea solo desde las ciencias sociales o con una mirada de las ciencias naturales y exactas, y en escalas temporales poco continuas, poniendo lo pasado versus lo reciente. Es más, desde el pasado el habitar de la costa de Chile se ha visto preferentemente desde un prisma donde el humano es beneficiario, mientras que poca atención se ha puesto a los potenciales impactos de este enfoque”, explica Gayo.

Asimismo, el Núcleo Milenio Upwell espera incidir en la generación de políticas públicas, aportando nuevas miradas y complementarias para la implementación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) que se proponen frente al cambio climático, con un especial énfasis en la generación una red de observación del océano e iniciativas de adaptación en la zona costera.

Nuevas miradas

Pero la integración de miradas interdisciplinarias en el trabajo del Centro no es el único aspecto en que este nuevo centro de ubicará a la vanguardia de la investigación científica nacional. Notable también es el número de investigadoras mujeres (siete) que integran el equipo principal de investigación, dos de ellas a cargo del proyecto, contribuyendo de este modo a un pendiente ineludible en materia de igualdad de género en el ámbito científico.

Es sabido que el grado de avance de las carreras científicas de las mujeres es más lenta y difícil, y en este sentido, la adjudicación de un Núcleo Milenio con un marcado liderazgo femenino, en un ámbito de ciencia de excelencia -altamente competitivo- es todo un hito, que probablemente ayude a acortar las brechas de inequidad en la participación y ascenso de las mujeres en la ciencia a nivel nacional y global. Esto es principalmente relevante para quienes hemos forjado carreras científicas interdisciplinarias, dimensión académica en que la participación e inserción femenina es aún menor”, afirmó la investigadora.

Junto a los integrantes CAPES también se incorporan al proyecto la Dra. Carola Flores (como directora alterna del Núcleo); los investigadores asociados Dra. Catalina Aguirre, oceanógrafa de la Universidad de Valparaíso, Dr. Bernardo Broitman, ecólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Dr. Antonio Maldonado, paleoclimatólogo del CEAZA, y Dr. Claudio Latorre, paleoecólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). También lo conforman los investigadores adjuntos Dr. Boris Dewitte, oceanógrafo del CEAZA, Dr. Marcelo Rivadeneira, paleoecólogo del CEAZA, Dr. César Méndez, arqueólogo del CIEP, y el Dr. Chris Harrod, ecólogo de la Universidad de Antofagasta. Junto a ellos, se suman los investigadores jóvenes Dr. Carlos Lara, especialista en modelización de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dra. Francisca Santana, bioantropóloga de la PUC y la Dra. Jimena Torres, arqueóloga de la Universidad de Magallanes.


¿Cuánto oro vale una chinchilla? Carta insta a la protección de esta especie

El investigador Jaime Jiménez, dedicado al estudio de la chinchilla durante más de treinta años, fue uno de los redactores de una carta que cuestiona la decisión de trasladar a una población de chinchillas en favor de la instalación de un proyecto minero en la región de Atacama, y que ya ha cobrado la vida de dos individuos.

La muerte de dos chinchillas cordilleranas (Chinchilla chinchilla) ocurrida hace semanas durante un procedimiento de relocalización de 25 individuos de esta especie en la región de Atacama, encendió las alarmas tanto de la comunidad científica como de diversas agrupaciones ambientales, quienes volvieron a recordar los peligros inherentes al traslado de especies en estado crítico de conservación, como lo es la chinchilla, de su hábitat natural a un espacio nuevo.

Más aún, cuando el cambio de lugar viene dado por el reciente establecimiento de un proyecto minero de la firma sudafricana Gold Fields, aprobado por la institucionalidad ambiental en 2018, que busca extraer oro y plata de yacimientos de dichos minerales en el hábitat de estos frágiles roedores.

El investigador de la Universidad de North Texas, Jaime Jiménez, colaborador asociado de CAPES y dedicado al estudio y conservación de la chinchilla durante más de treinta años, fue uno de los redactores de una carta pública en la que diversos investigadores y especialistas en conservación recalcaron la importancia ecológica (y también económica) de esta especie, poniendo en duda el impacto social efectivo que se consigue privilegiando un modelo extractivo, que beneficia a pocos, por sobre el cuidado y gestión sustentable de nuestros ecosistemas.

Instan a los tomadores de decisión, además, a reforzar la legislación ambiental para resolver de manera correcta, y con mejor evidencia, conflictos ambientales cada vez más complejos.

En CAPES, transcribimos íntegramente el texto:

¿Cuánto oro vale una chinchilla?



El oro ha fascinado a los humanos por milenios. Los alquimistas lo han admirado por sus propiedades únicas y los ricos por su estatus de poder. Asimismo, el pelaje más fino del mundo, el de las chinchillas, ha sido muy apreciado por los nobles de los pueblos aborígenes latinoamericanos -de hecho, se equiparaba a su peso en oro- a lo largo de los Andes centrales de América del Sur desde la época precolombina. Tal valor por el oro y aprecio por la piel de las chinchillas impulsó, primero, a los conquistadores a matar, dominar y extraer estos recursos. Más recientemente, impulsados por la moda de los ricos y los mercados de pieles del norte, los chinchilleros persiguieron a estos pequeños mamíferos hasta los confines más lejanos y remotos de su distribución hasta el punto de llevar a las chinchillas al borde de la extinción. Al igual que la explotación destructiva de las chinchillas, la extracción de oro ya ha destruido y continúa destruyendo bosques y cuencas hidrográficas vírgenes en todo el mundo.

Los especialistas reconocen dos especies de chinchilla, la de cola larga o costina (Chinchilla lanigera) y la de cola corta o andina (Chinchilla chinchilla). Aun teniendo diferentes ecologías y distribuciones, tienen historias similares. Después de haber sido consideradas extintas durante muchos años, solo recientemente se han descubierto unas pocas colonias dispersas de chinchillas en algunos de los lugares más inhóspitos y remotos de la tierra, probablemente recuperándose de una de las persecuciones humanas más intensas registradas. Millones de estos animales fueron asesinados para vestir a la moda del norte. De manera similar, durante los últimos años, también se han descubierto grandes cantidades de oro debajo de unas pocas colonias de chinchillas en los altos Andes.

Un ejemplo de esto y que ha estado recientemente en las noticias es el caso de los sitios mineros de Gold Fields en el norte de Chile. En un artículo publicado en la revista Undark, Ed Stoddard reporta que estos sitios contienen hasta 3.5 millones de onzas de oro extraíble, una cantidad tan grande que es casi imposible de imaginar. Esta empresa minera sudafricana ya está en funcionamiento y lista para explotar este valioso mineral, pero se enfrenta al hecho de que las chinchillas están consideradas en peligro de extinción por la legislación nacional e internacional. Además, la especie también es considerada un monumento natural por el gobierno chileno. Aunque las chinchillas se pueden trasladar como ya lo están haciendo, lo que cumple con la ley chilena, los científicos y biólogos conservacionistas cuestionan la viabilidad de estas acciones ya que ningún estudio respalda estas intervenciones ni muestran su viabilidad. En consecuencia, nos preguntamos ¿Qué evidencia utilizan las personas actualmente a cargo de las translocaciones como base científica para respaldar sus acciones? A su vez, consultores pagados por las empresas mineras de oro están presionando y quieren bajar los estándares de la legislación nacional a favor de sus clientes.

Parece que el problema está en lo que permite el mandato estatal. Las empresas mineras solo están haciendo lo que está permitido legalmente. En Chile, el estado administra la Ley de Bases del Medio Ambiente y tiene la obligación de velar por que los proyectos extractivos no dañen la biodiversidad del país. En este caso particular, los permisos ya han sido emitidos. Los expertos no están de acuerdo con esta decisión, además del cuestionamiento ético de seguir tratando a los seres no humanos como meros recursos o mercancías para comerciar en los marcados de una manera muy utilitaria.

A pesar de haber subsidiado la vida de muchos chinchilleros en la antigüedad y de haber vestido a ricos y poderosos, la ecología de las chinchillas es literalmente desconocida. Estas chinchillas, especialmente las de cola corta, tienen una existencia en el límite y viven en uno de los ambientes más extremos conocidos para un mamífero: en afloramientos rocosos casi desolados, de más de 4.000 m de altitud, con pastos dispersos y escasa alimentación, limitadas madrigueras para escapar a los depredadores, extremadamente secos, con intensos niveles de radiación, temperaturas bajo cero y cubiertos por nieve la mayor parte del año.

Los científicos creen que perturbaciones como la minería pueden amenazar aún más a esta especie. Especialmente debido a la reciente mortalidad de dos individuos -sin causa explicada- y a un tercero reportado con las patas quebradas debido a un mal manejo. Al vivir en grupos pequeños y dispersos, al ser una especie social, que habita un ambiente extremo y al reproducirse lentamente, estos animales están al borde de la existencia y viven en un equilibrio muy frágil y dinámico. Ni la ciencia ni los ciudadanos comunes se benefician de las grandes cantidades de dinero gastadas por las empresas mineras en estudios básicos, los que casi nunca son ni revisados ni avalados por pares.

¿Cómo ayuda esto a nuestra comprensión de las chinchillas, de su ecosistema y de su conservación como especie y de su ambiente?

Los abajo firmantes, declaramos que no estamos en contra de las actividades extractivas, sino que hablamos por aquellos seres no humanos que no pueden opinar y defenderse por sí mismos. El mundo científico requiere que cualquier programa de gestión riesgoso y más si es de la envergadura que sugiere la traslocación de una población de una especie en peligro de extinción, se base en protocolos detallados y cuidadosamente probados. Este programa y los protocolos, procesos, actividades y resultados de este ejercicio harán historia y más importante, sentarán un precedente legal y de facto. Es por esto que invitamos a los tomadores de decisiones a revisar la normativa para casos complejos como este, de manera que las acciones que vayan a ser tomadas se justifiquen plenamente en evidencia y bases sólidas. Los científicos, conservacionistas y consultores no están en contra de la minería, pero creen que antes de que el hábitat de la chinchilla sea completamente destruido, la viabilidad de las translocaciones debe ser evaluada y probada a fondo, y que mientras tanto el principio precautorio, que es la regla de oro acordada por los principales expertos, debería prevalecer.



Autores: Amy Deane (International Union for the Conservation of Nature); Jaime E. Jiménez, PhD. (University of North Texas, EE. UU); Luis F. Pacheco, Doctor en Ciencias (Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia); Eduardo Pavez; Dr. Pablo Valladares Faúndez (Universidad de Tarapacá); Dr. Jorge Salazar Bravo (International Center for Arid and Semiarid Land Studies)

Créditos fotos: Jaime Jiménez

¿Cuánto oro vale una chinchilla? Carta insta a la protección de esta especie

El investigador Jaime Jiménez, dedicado al estudio de la chinchilla durante más de treinta años, fue uno de los redactores de una carta que cuestiona la decisión de trasladar a una población de chinchillas en favor de la instalación de un proyecto minero en la región de Atacama, y que ya ha cobrado la vida de dos individuos.

La muerte de dos chinchillas cordilleranas (Chinchilla chinchilla) ocurrida hace semanas durante un procedimiento de relocalización de 25 individuos de esta especie en la región de Atacama, encendió las alarmas tanto de la comunidad científica como de diversas agrupaciones ambientales, quienes volvieron a recordar los peligros inherentes al traslado de especies en estado crítico de conservación, como lo es la chinchilla, de su hábitat natural a un espacio nuevo.

Más aún, cuando el cambio de lugar viene dado por el reciente establecimiento de un proyecto minero de la firma sudafricana Gold Fields, aprobado por la institucionalidad ambiental en 2018, que busca extraer oro y plata de yacimientos de dichos minerales en el hábitat de estos frágiles roedores.

El investigador de la Universidad de North Texas, Jaime Jiménez, colaborador asociado de CAPES y dedicado al estudio y conservación de la chinchilla durante más de treinta años, fue uno de los redactores de una carta pública en la que diversos investigadores y especialistas en conservación recalcaron la importancia ecológica (y también económica) de esta especie, poniendo en duda el impacto social efectivo que se consigue privilegiando un modelo extractivo, que beneficia a pocos, por sobre el cuidado y gestión sustentable de nuestros ecosistemas.

Instan a los tomadores de decisión, además, a reforzar la legislación ambiental para resolver de manera correcta, y con mejor evidencia, conflictos ambientales cada vez más complejos.

En CAPES, transcribimos íntegramente el texto:

¿Cuánto oro vale una chinchilla?



El oro ha fascinado a los humanos por milenios. Los alquimistas lo han admirado por sus propiedades únicas y los ricos por su estatus de poder. Asimismo, el pelaje más fino del mundo, el de las chinchillas, ha sido muy apreciado por los nobles de los pueblos aborígenes latinoamericanos -de hecho, se equiparaba a su peso en oro- a lo largo de los Andes centrales de América del Sur desde la época precolombina. Tal valor por el oro y aprecio por la piel de las chinchillas impulsó, primero, a los conquistadores a matar, dominar y extraer estos recursos. Más recientemente, impulsados por la moda de los ricos y los mercados de pieles del norte, los chinchilleros persiguieron a estos pequeños mamíferos hasta los confines más lejanos y remotos de su distribución hasta el punto de llevar a las chinchillas al borde de la extinción. Al igual que la explotación destructiva de las chinchillas, la extracción de oro ya ha destruido y continúa destruyendo bosques y cuencas hidrográficas vírgenes en todo el mundo.

Los especialistas reconocen dos especies de chinchilla, la de cola larga o costina (Chinchilla lanigera) y la de cola corta o andina (Chinchilla chinchilla). Aun teniendo diferentes ecologías y distribuciones, tienen historias similares. Después de haber sido consideradas extintas durante muchos años, solo recientemente se han descubierto unas pocas colonias dispersas de chinchillas en algunos de los lugares más inhóspitos y remotos de la tierra, probablemente recuperándose de una de las persecuciones humanas más intensas registradas. Millones de estos animales fueron asesinados para vestir a la moda del norte. De manera similar, durante los últimos años, también se han descubierto grandes cantidades de oro debajo de unas pocas colonias de chinchillas en los altos Andes.

Un ejemplo de esto y que ha estado recientemente en las noticias es el caso de los sitios mineros de Gold Fields en el norte de Chile. En un artículo publicado en la revista Undark, Ed Stoddard reporta que estos sitios contienen hasta 3.5 millones de onzas de oro extraíble, una cantidad tan grande que es casi imposible de imaginar. Esta empresa minera sudafricana ya está en funcionamiento y lista para explotar este valioso mineral, pero se enfrenta al hecho de que las chinchillas están consideradas en peligro de extinción por la legislación nacional e internacional. Además, la especie también es considerada un monumento natural por el gobierno chileno. Aunque las chinchillas se pueden trasladar como ya lo están haciendo, lo que cumple con la ley chilena, los científicos y biólogos conservacionistas cuestionan la viabilidad de estas acciones ya que ningún estudio respalda estas intervenciones ni muestran su viabilidad. En consecuencia, nos preguntamos ¿Qué evidencia utilizan las personas actualmente a cargo de las translocaciones como base científica para respaldar sus acciones? A su vez, consultores pagados por las empresas mineras de oro están presionando y quieren bajar los estándares de la legislación nacional a favor de sus clientes.

Parece que el problema está en lo que permite el mandato estatal. Las empresas mineras solo están haciendo lo que está permitido legalmente. En Chile, el estado administra la Ley de Bases del Medio Ambiente y tiene la obligación de velar por que los proyectos extractivos no dañen la biodiversidad del país. En este caso particular, los permisos ya han sido emitidos. Los expertos no están de acuerdo con esta decisión, además del cuestionamiento ético de seguir tratando a los seres no humanos como meros recursos o mercancías para comerciar en los marcados de una manera muy utilitaria.

A pesar de haber subsidiado la vida de muchos chinchilleros en la antigüedad y de haber vestido a ricos y poderosos, la ecología de las chinchillas es literalmente desconocida. Estas chinchillas, especialmente las de cola corta, tienen una existencia en el límite y viven en uno de los ambientes más extremos conocidos para un mamífero: en afloramientos rocosos casi desolados, de más de 4.000 m de altitud, con pastos dispersos y escasa alimentación, limitadas madrigueras para escapar a los depredadores, extremadamente secos, con intensos niveles de radiación, temperaturas bajo cero y cubiertos por nieve la mayor parte del año.

Los científicos creen que perturbaciones como la minería pueden amenazar aún más a esta especie. Especialmente debido a la reciente mortalidad de dos individuos -sin causa explicada- y a un tercero reportado con las patas quebradas debido a un mal manejo. Al vivir en grupos pequeños y dispersos, al ser una especie social, que habita un ambiente extremo y al reproducirse lentamente, estos animales están al borde de la existencia y viven en un equilibrio muy frágil y dinámico. Ni la ciencia ni los ciudadanos comunes se benefician de las grandes cantidades de dinero gastadas por las empresas mineras en estudios básicos, los que casi nunca son ni revisados ni avalados por pares.

¿Cómo ayuda esto a nuestra comprensión de las chinchillas, de su ecosistema y de su conservación como especie y de su ambiente?

Los abajo firmantes, declaramos que no estamos en contra de las actividades extractivas, sino que hablamos por aquellos seres no humanos que no pueden opinar y defenderse por sí mismos. El mundo científico requiere que cualquier programa de gestión riesgoso y más si es de la envergadura que sugiere la traslocación de una población de una especie en peligro de extinción, se base en protocolos detallados y cuidadosamente probados. Este programa y los protocolos, procesos, actividades y resultados de este ejercicio harán historia y más importante, sentarán un precedente legal y de facto. Es por esto que invitamos a los tomadores de decisiones a revisar la normativa para casos complejos como este, de manera que las acciones que vayan a ser tomadas se justifiquen plenamente en evidencia y bases sólidas. Los científicos, conservacionistas y consultores no están en contra de la minería, pero creen que antes de que el hábitat de la chinchilla sea completamente destruido, la viabilidad de las translocaciones debe ser evaluada y probada a fondo, y que mientras tanto el principio precautorio, que es la regla de oro acordada por los principales expertos, debería prevalecer.



Autores: Amy Deane (International Union for the Conservation of Nature); Jaime E. Jiménez, PhD. (University of North Texas, EE. UU); Luis F. Pacheco, Doctor en Ciencias (Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia); Eduardo Pavez; Dr. Pablo Valladares Faúndez (Universidad de Tarapacá); Dr. Jorge Salazar Bravo (International Center for Arid and Semiarid Land Studies)

Créditos fotos: Jaime Jiménez

Revive el Seminario CAPES-CESIEP-CEE «Ciencia con impacto»

Discutir el papel de la ciencia en la toma de decisiones y compartir experiencias exitosas de formulación de política pública basada en evidencia con temática ambiental y sustentabilidad, fue el objetivo central del Seminario Internacional “Ciencia con Impacto: ¿cómo generamos políticas informadas por evidencia?”.

El seminario tuvo lugar este 26 de noviembre y fue organizado conjuntamente por el Núcleo Milenio Centro para el Impacto Socioeconómico de las Políticas Ambientales (CESIEP), el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES UC, y el centro Collaboration for Environmental Evidence (CEE) Chile.

El primer bloque del seminario buscó discutir sobre la vinculación entre ciencia y política pública, buscando dilucidar cuáles son las brechas que limitan la participación de los investigadores en procesos de toma de decisión a nivel gubernamental.

Durante este bloque, el académico UC, investigador CAPES y director CESIEP, Dr. Rodrigo Arriagada, presentó asimismo el rol del nuevo Collaboration for Environmental Evidence – Chile, que busca promover y apoyar la síntesis rigurosa de evidencia sobre temas de interés para el manejo y la política ambiental.

En el segundo bloque del seminario se presentó la experiencia de diversos centros CEE alrededor del mundo en la provisión y uso de evidencia en el proceso de toma de decisiones.

Finalmente, el tercer bloque se centró en la experiencia de la academia chilena respecto al uso de evidencia en el proceso de formulación de leyes.



Fuente: Comunicaciones CESIEP

Revive el Seminario CAPES-CESIEP-CEE «Ciencia con impacto»

Discutir el papel de la ciencia en la toma de decisiones y compartir experiencias exitosas de formulación de política pública basada en evidencia con temática ambiental y sustentabilidad, fue el objetivo central del Seminario Internacional “Ciencia con Impacto: ¿cómo generamos políticas informadas por evidencia?”.

El seminario tuvo lugar este 26 de noviembre y fue organizado conjuntamente por el Núcleo Milenio Centro para el Impacto Socioeconómico de las Políticas Ambientales (CESIEP), el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES UC, y el centro Collaboration for Environmental Evidence (CEE) Chile.

El primer bloque del seminario buscó discutir sobre la vinculación entre ciencia y política pública, buscando dilucidar cuáles son las brechas que limitan la participación de los investigadores en procesos de toma de decisión a nivel gubernamental.

Durante este bloque, el académico UC, investigador CAPES y director CESIEP, Dr. Rodrigo Arriagada, presentó asimismo el rol del nuevo Collaboration for Environmental Evidence – Chile, que busca promover y apoyar la síntesis rigurosa de evidencia sobre temas de interés para el manejo y la política ambiental.

En el segundo bloque del seminario se presentó la experiencia de diversos centros CEE alrededor del mundo en la provisión y uso de evidencia en el proceso de toma de decisiones.

Finalmente, el tercer bloque se centró en la experiencia de la academia chilena respecto al uso de evidencia en el proceso de formulación de leyes.



Fuente: Comunicaciones CESIEP

Para la vida en las cavidades, árbol viejo cobija mejor

Un estudio CAPES reveló el rol que juegan los árboles en descomposición del bosque templado chileno como refugio para diversas especies animales, que utilizan sus cavidades para realizar muchas de sus funciones vitales.

Para un árbol viejo, la vida no termina con la muerte. A medida que envejece, los pequeños seres vivos que contribuyen con su descomposición —al igual que fenómenos físicos como el viento, el fuego o la sequía— se van abriendo paso poco a poco a través de su corteza, formando cavidades que más tarde servirán de refugio a aves, mamíferos pequeños, y otros habitantes del bosque. Hacia el final de sus días, un árbol es un hotel rebosante de nuevos inquilinos.

El rol que cumplen los bosques antiguos y en descomposición en la disponibilidad y aseguramiento de cavidades para la vida silvestre fue justamente el tema de estudio de una reciente investigación CAPES, encabezada por el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica, José Tomás Ibarra.

En su trabajo, publicado en la revista Austral Ecology, Ibarra y su equipo examinaron la ocurrencia y abundancia relativa de este importante recurso arbóreo al interior de los bosques nativos del sur de Chile, concluyendo que, aun cuando la densidad de árboles era mayor en las zonas forestales más jóvenes (bosques secundarios), la densidad de cavidades naturales (es decir, no excavadas) aumentaba entre las zonas más antiguas del bosque.

Para llegar a dicha conclusión, los investigadores registraron el diámetro, tipo de descomposición y número de cavidades de más de 7.951 árboles, repartidos en 369 parcelas de vegetación, en busca de patrones que permitieran identificar cuáles eran los factores que incidían con más fuerza en la disponibilidad de estas aberturas a lo ancho y largo del bosque (algo rara vez estudiado en investigadores previas).

El estudio fue realizado en los bosques templados de la región de la Araucanía, una zona conformada por áreas de bosque antiguo (donde predominan especies como el mañío, la lenga y la araucaria) y de bosque secundario (con presencia de roble pellín, laurel y lingue). Este ecosistema, junto a toda la red de bosques andinos del sur de Sudamérica, es considerado uno de los 35 hotspots (o zonas críticas) de biodiversidad en el mundo, a causa de sus altas tasas de endemismo y de deforestación.

Los resultados obtenidos arrojan luz sobre la importancia de los árboles más viejos en la provisión de este recurso para la vida silvestre. Mientras la densidad de árboles fue 0.42 veces mayor en las áreas forestales secundarias, la densidad de cavidades en estas zonas fue 0.26 veces menor que en las más antiguas. El porcentaje de árboles con presencia de cavidades en éstas últimas fue de un 36%, comparado con sólo un 16% entre las áreas más jóvenes.

A nivel individual, más del 60% de los árboles con cavidades estudiados eran árboles no saludables, y más del 17% eran ejemplares muertos. Más aún, la densidad de cavidades totales en bosques antiguos prácticamente duplicó la densidad registrada en los bosques más recientes.

En cuanto a los factores que inciden tanto en la ocurrencia como en la abundancia de cavidades en estos bosques, los datos estimaron que tanto el grado de descomposición como el diámetro de los árboles son buenos predictores de la abundancia de cavidades en sus troncos. Árboles más grandes y largamente muertos mostraron una cantidad mayor de cavidades que aquellos pequeños y saludables, ya sea de aberturas creadas naturalmente, o excavadas por especies como el carpintero negro.

«Las cavidades en árboles entregan un sitio de reproducción, alimentación y refugio para al menos 29 especies de aves, 6 mamíferos y 4 reptiles que habitan el bosque templado sudamericano. Estas especies se vinculan en complejas “redes de nidificación” que forman fauna, árboles, hongos y seres humanos en estos ecosistemas» explica Tomás Ibarra. En el caso de los bosques nativos del sur de Chile, entre ellas se encuentran especies amenazadas como el monito del Monte, el concón o el ya mencionado carpintero negro.

Los investigadores también destacaron la relevancia de este estudio, cuyos resultados podrían ayudar a los guardaparques e instituciones que resguardan estos ecosistemas a elaborar planes de conservación que frenen la degradación y deforestación de los antiguos bosques australes, cuyos ejemplares más longevos pueden alcanzar hasta los 200 años de edad.

Para Ibarra, «ambos procesos generan una reducción en la disponibilidad de cavidades, lo que eventualmente influye en la presencia de las especies y en que, más importante aún, existan los procesos ecológicos en los cuales ellas participan».

“Los árboles grandes y en descomposición son especialmente requeridos por las empresas forestales durante la selección de tala, debido a su alto valor comercial”, señalan en su artículo, a lo que se suma el hecho de que “los árboles muertos son comúnmente considerados por el público como “desechables”, indicadores de mala salud, o útiles como leña, por lo que suelen ser el primer componte en ser removidos de las masas forestales”.

Por lo mismo, para los autores del estudio concluyen que “entender los patrones y procesos de disponibilidad de cavidades en árboles en el bosque es crítico de modo de informar oportunamente a las agencias forestales y ambientales encargadas de proteger la biodiversidad de este importante hotspot de diversidad”.


Foto cortesía de @lalo_pangue

Para la vida en las cavidades, árbol viejo cobija mejor

Un estudio CAPES reveló el rol que juegan los árboles en descomposición del bosque templado chileno como refugio para diversas especies animales, que utilizan sus cavidades para realizar muchas de sus funciones vitales.

Para un árbol viejo, la vida no termina con la muerte. A medida que envejece, los pequeños seres vivos que contribuyen con su descomposición —al igual que fenómenos físicos como el viento, el fuego o la sequía— se van abriendo paso poco a poco a través de su corteza, formando cavidades que más tarde servirán de refugio a aves, mamíferos pequeños, y otros habitantes del bosque. Hacia el final de sus días, un árbol es un hotel rebosante de nuevos inquilinos.

El rol que cumplen los bosques antiguos y en descomposición en la disponibilidad y aseguramiento de cavidades para la vida silvestre fue justamente el tema de estudio de una reciente investigación CAPES, encabezada por el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica, José Tomás Ibarra.

En su trabajo, publicado en la revista Austral Ecology, Ibarra y su equipo examinaron la ocurrencia y abundancia relativa de este importante recurso arbóreo al interior de los bosques nativos del sur de Chile, concluyendo que, aun cuando la densidad de árboles era mayor en las zonas forestales más jóvenes (bosques secundarios), la densidad de cavidades naturales (es decir, no excavadas) aumentaba entre las zonas más antiguas del bosque.

Para llegar a dicha conclusión, los investigadores registraron el diámetro, tipo de descomposición y número de cavidades de más de 7.951 árboles, repartidos en 369 parcelas de vegetación, en busca de patrones que permitieran identificar cuáles eran los factores que incidían con más fuerza en la disponibilidad de estas aberturas a lo ancho y largo del bosque (algo rara vez estudiado en investigadores previas).

El estudio fue realizado en los bosques templados de la región de la Araucanía, una zona conformada por áreas de bosque antiguo (donde predominan especies como el mañío, la lenga y la araucaria) y de bosque secundario (con presencia de roble pellín, laurel y lingue). Este ecosistema, junto a toda la red de bosques andinos del sur de Sudamérica, es considerado uno de los 35 hotspots (o zonas críticas) de biodiversidad en el mundo, a causa de sus altas tasas de endemismo y de deforestación.

Los resultados obtenidos arrojan luz sobre la importancia de los árboles más viejos en la provisión de este recurso para la vida silvestre. Mientras la densidad de árboles fue 0.42 veces mayor en las áreas forestales secundarias, la densidad de cavidades en estas zonas fue 0.26 veces menor que en las más antiguas. El porcentaje de árboles con presencia de cavidades en éstas últimas fue de un 36%, comparado con sólo un 16% entre las áreas más jóvenes.

A nivel individual, más del 60% de los árboles con cavidades estudiados eran árboles no saludables, y más del 17% eran ejemplares muertos. Más aún, la densidad de cavidades totales en bosques antiguos prácticamente duplicó la densidad registrada en los bosques más recientes.

En cuanto a los factores que inciden tanto en la ocurrencia como en la abundancia de cavidades en estos bosques, los datos estimaron que tanto el grado de descomposición como el diámetro de los árboles son buenos predictores de la abundancia de cavidades en sus troncos. Árboles más grandes y largamente muertos mostraron una cantidad mayor de cavidades que aquellos pequeños y saludables, ya sea de aberturas creadas naturalmente, o excavadas por especies como el carpintero negro.

«Las cavidades en árboles entregan un sitio de reproducción, alimentación y refugio para al menos 29 especies de aves, 6 mamíferos y 4 reptiles que habitan el bosque templado sudamericano. Estas especies se vinculan en complejas “redes de nidificación” que forman fauna, árboles, hongos y seres humanos en estos ecosistemas» explica Tomás Ibarra. En el caso de los bosques nativos del sur de Chile, entre ellas se encuentran especies amenazadas como el monito del Monte, el concón o el ya mencionado carpintero negro.

Los investigadores también destacaron la relevancia de este estudio, cuyos resultados podrían ayudar a los guardaparques e instituciones que resguardan estos ecosistemas a elaborar planes de conservación que frenen la degradación y deforestación de los antiguos bosques australes, cuyos ejemplares más longevos pueden alcanzar hasta los 200 años de edad.

Para Ibarra, «ambos procesos generan una reducción en la disponibilidad de cavidades, lo que eventualmente influye en la presencia de las especies y en que, más importante aún, existan los procesos ecológicos en los cuales ellas participan».

“Los árboles grandes y en descomposición son especialmente requeridos por las empresas forestales durante la selección de tala, debido a su alto valor comercial”, señalan en su artículo, a lo que se suma el hecho de que “los árboles muertos son comúnmente considerados por el público como “desechables”, indicadores de mala salud, o útiles como leña, por lo que suelen ser el primer componte en ser removidos de las masas forestales”.

Por lo mismo, para los autores del estudio concluyen que “entender los patrones y procesos de disponibilidad de cavidades en árboles en el bosque es crítico de modo de informar oportunamente a las agencias forestales y ambientales encargadas de proteger la biodiversidad de este importante hotspot de diversidad”.


Foto cortesía de @lalo_pangue

Estudio analizó efectos de la contaminación en poblaciones de huiro negro

Investigadores de la Universidad Andrés Bello y CAPES estudiaron los efectos de la contaminación por metales pesados en las zonas aledañas al parque industrial Bahía Quintero, observando altas concentraciones de cobre y arsénico en lugares tan alegados de su punto de origen como la localidad de Cachagua.

Un estudio de investigadores de la Universidad Andrés Bello, entre quienes se encuentra la bióloga CAPES, Loretto Contreras, determinó la concentración de metales pesados en el agua de mar y sedimentos marinos de tres localidades aledañas al complejo industrial Bahía Quinteros (Ventanas, Horcón y Cachagua), considerada una de las cinco “zonas de sacrificio” existentes en Chile debido a los altos niveles de contaminación que registra.

Asimismo, el equipo investigó la abundancia y características morfológicas de las poblaciones de huiro negro (Lessonia spicata) en estas localidades, en un intento por averiguar los efectos que tiene la contaminación en los ciclos de desarrollo de esta importante alga chilena, natural de las zonas intermareales del centro y sur del país.

Los resultados, publicados en la revista Plos One, incluyeron el hallazgo de altas concentraciones de cobre y arsénico tanto en el agua como en los sedimentos marinos, en un área de extensión que abarcó incluso a las costas de Cachagua, un sitio a menudo considerado libre de contaminación.

Mientras Ventanas y Horcón registraron una abundancia de metales que superó los límites internacionales permitidos, la localidad ubicada en la comuna de Zapallar consigno altas concentraciones de cobre y arsénico en el agua de mar, y de arsénico en sus sedimentos marinos.

«El hallazgo más grave de este trabajo es el desplazamiento de contaminación por metales hacia el norte, porque las masas de agua van en esa dirección” declaró la Dra. Contreras a El Mercurio Valparaíso. “Lo más probable es que estemos frente a una expansión que ahora debemos evidenciar a través de un monitoreo más acotado, analizar la presencia y descargas por parte de empresas y otras fuentes, para tener el panorama completo”.

Creado en 1961, el polígono industrial Puchuncaví–Ventanas, en la bahía de Quintero, es uno de los parques industriales más importantes del país, donde se concentran plantas de energía a carbón, refinerías y fundiciones de cobre, terminales de gas natural, cementeras y otras.

En los últimos años, el complejo se ha hecho conocido por registrar altos niveles de contaminación provocado por sus descargas de petróleo, contaminantes gaseosos y partículas atmosféricas al ambiente, así como la deposición de metales pesados de diversas instalaciones. Estudios previos sobre la contaminación marina en esta zona informaron concentraciones históricas y actuales de metales como aluminio, molibdeno, hierro, cromo, cobre y cinc, en cifras que excedían los límites permitidos por las pautas de calidad internacionales y que a la fecha no han podido ser debidamente reguladas por nuestra normativa ambiental.

Para la Contreras, instrumentos como el Plan de Prevención y Descontaminación promulgado en 2018 para la zona (Decreto 105) son claramente limitados, en tanto “solamente abarca la polución atmosférica, por lo que nunca va a ser un mecanismo completo de reparación. Claramente necesitamos una norma secundaria marina«, explicó.

La investigadora incluso manifestó que, sin normas secundarias, la situación en las áreas aledañas al complejo podría incluso empeorar. «Es como una llave que, a pesar de que le pongas llaves, sigue siempre abierta. Realmente, es un tema muy doloroso, hay muchas agrupaciones locales luchando contra esto. Esperamos que este trabajo científico sea tomado en cuenta por los tomadores de decisiones», señaló.

La situación de las algas

Una de las especies que, según el estudio, se ha visto más afectadas por la alta concentración de metales, son las poblaciones de huiro negro concentradas en los bosques de quelpa (kelp) de la costa central, un ecosistema que proporciona el hábitat de diversas especies marinas, modulando la biodiversidad local y su estructura comunitaria.

El trabajo reveló que la población de algas de Ventanas expuesta crónicamente a la contaminación vio disminuir el tamaño de sus individuos adultos en comparación con las poblaciones de las otras zonas afectadas.

Los resultados indican que es justamente esta localidad la que percibe las consecuencias más negativas de la contaminación para el desarrollo de los individuos de la especie, lo que sugiere un impacto negativo a largo plazo en la estructura comunitaria de estas zonas marinas. Sin embargo, los investigadores advirtieron que la reciente expansión observada a lo largo de la costa central de Chile, pondrá en peligro la salud del ecosistema marino incluso en sitios alejados de la fuente de contaminación.

«El huiro es un alga estructuradora de comunidades, es decir, que alberga y permite el crecimiento de un sinfín de especies animales y otras algas» explicó Contreras. Asimismo, junto con su importancia ecológica, esta alga también encierra una importancia económica para las comunidades de pescadores que viven de su extracción y de la salud de sus poblaciones.


Estudio analizó efectos de la contaminación en poblaciones de huiro negro

Investigadores de la Universidad Andrés Bello y CAPES estudiaron los efectos de la contaminación por metales pesados en las zonas aledañas al parque industrial Bahía Quintero, observando altas concentraciones de cobre y arsénico en lugares tan alegados de su punto de origen como la localidad de Cachagua.

Un estudio de investigadores de la Universidad Andrés Bello, entre quienes se encuentra la bióloga CAPES, Loretto Contreras, determinó la concentración de metales pesados en el agua de mar y sedimentos marinos de tres localidades aledañas al complejo industrial Bahía Quinteros (Ventanas, Horcón y Cachagua), considerada una de las cinco “zonas de sacrificio” existentes en Chile debido a los altos niveles de contaminación que registra.

Asimismo, el equipo investigó la abundancia y características morfológicas de las poblaciones de huiro negro (Lessonia spicata) en estas localidades, en un intento por averiguar los efectos que tiene la contaminación en los ciclos de desarrollo de esta importante alga chilena, natural de las zonas intermareales del centro y sur del país.

Los resultados, publicados en la revista Plos One, incluyeron el hallazgo de altas concentraciones de cobre y arsénico tanto en el agua como en los sedimentos marinos, en un área de extensión que abarcó incluso a las costas de Cachagua, un sitio a menudo considerado libre de contaminación.

Mientras Ventanas y Horcón registraron una abundancia de metales que superó los límites internacionales permitidos, la localidad ubicada en la comuna de Zapallar consigno altas concentraciones de cobre y arsénico en el agua de mar, y de arsénico en sus sedimentos marinos.

«El hallazgo más grave de este trabajo es el desplazamiento de contaminación por metales hacia el norte, porque las masas de agua van en esa dirección” declaró la Dra. Contreras a El Mercurio Valparaíso. “Lo más probable es que estemos frente a una expansión que ahora debemos evidenciar a través de un monitoreo más acotado, analizar la presencia y descargas por parte de empresas y otras fuentes, para tener el panorama completo”.

Creado en 1961, el polígono industrial Puchuncaví–Ventanas, en la bahía de Quintero, es uno de los parques industriales más importantes del país, donde se concentran plantas de energía a carbón, refinerías y fundiciones de cobre, terminales de gas natural, cementeras y otras.

En los últimos años, el complejo se ha hecho conocido por registrar altos niveles de contaminación provocado por sus descargas de petróleo, contaminantes gaseosos y partículas atmosféricas al ambiente, así como la deposición de metales pesados de diversas instalaciones. Estudios previos sobre la contaminación marina en esta zona informaron concentraciones históricas y actuales de metales como aluminio, molibdeno, hierro, cromo, cobre y cinc, en cifras que excedían los límites permitidos por las pautas de calidad internacionales y que a la fecha no han podido ser debidamente reguladas por nuestra normativa ambiental.

Para la Contreras, instrumentos como el Plan de Prevención y Descontaminación promulgado en 2018 para la zona (Decreto 105) son claramente limitados, en tanto “solamente abarca la polución atmosférica, por lo que nunca va a ser un mecanismo completo de reparación. Claramente necesitamos una norma secundaria marina«, explicó.

La investigadora incluso manifestó que, sin normas secundarias, la situación en las áreas aledañas al complejo podría incluso empeorar. «Es como una llave que, a pesar de que le pongas llaves, sigue siempre abierta. Realmente, es un tema muy doloroso, hay muchas agrupaciones locales luchando contra esto. Esperamos que este trabajo científico sea tomado en cuenta por los tomadores de decisiones», señaló.

La situación de las algas

Una de las especies que, según el estudio, se ha visto más afectadas por la alta concentración de metales, son las poblaciones de huiro negro concentradas en los bosques de quelpa (kelp) de la costa central, un ecosistema que proporciona el hábitat de diversas especies marinas, modulando la biodiversidad local y su estructura comunitaria.

El trabajo reveló que la población de algas de Ventanas expuesta crónicamente a la contaminación vio disminuir el tamaño de sus individuos adultos en comparación con las poblaciones de las otras zonas afectadas.

Los resultados indican que es justamente esta localidad la que percibe las consecuencias más negativas de la contaminación para el desarrollo de los individuos de la especie, lo que sugiere un impacto negativo a largo plazo en la estructura comunitaria de estas zonas marinas. Sin embargo, los investigadores advirtieron que la reciente expansión observada a lo largo de la costa central de Chile, pondrá en peligro la salud del ecosistema marino incluso en sitios alejados de la fuente de contaminación.

«El huiro es un alga estructuradora de comunidades, es decir, que alberga y permite el crecimiento de un sinfín de especies animales y otras algas» explicó Contreras. Asimismo, junto con su importancia ecológica, esta alga también encierra una importancia económica para las comunidades de pescadores que viven de su extracción y de la salud de sus poblaciones.