La revista publica artículos para una audiencia internacional de científicos y profesionales en temas como silvicultura, ecofisiología vegetal, genética, biotecnología, ecología forestal, restauración de bosques, sanidad y gestión forestal, con enfoque en conservación y sistemas productivos.
Juan Ovalle Ortega, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile e investigador asociado del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, fue integrado, a partir de septiembre, como Editor Asociado al comité editorial de «New Forests», revista de la editorial Springer e indexada en la Web Of Science (Q1, IF 2.5).
“Esta es una revista científica ampliamente utilizada por científicos de las Ciencias Forestales”, señala Ovalle, quien además es director del Laboratorio de Restauración de Bosques del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza de la citada Facultad de la UChile.
La revista publica artículos para una audiencia internacional de científicos y profesionales en temas como silvicultura, ecofisiología vegetal, genética, biotecnología, ecología forestal, restauración de bosques, sanidad y gestión forestal, con enfoque en conservación y sistemas productivos. “El editor jefe es el Dr. Douglass F. Jacobs, de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, quien me invitó a ser parte de este grupo. La tarea de un editor asociado es evaluar la idoneidad del trabajo presentado, y posteriormente, asignar los revisores expertos para el proceso de revisión por pares”, explica el Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias de la Agricultura.
Entre los artículos que ha publicado Juan Ovalle y colaboradores en New Forests está: “Solid shelter tubes alleviate summer stresses during outplanting in drought-tolerant species of Mediterranean forests” (2022), donde se reporta el efecto de la transmisividad a la luz solar de los tubos protectores de plantas sobre el control del estrés hídrico y lumínico, y su implicancias en la sobrevivencia post-trasplante en condiciones de verano extremadamente seco y cálido. El estudio contrastó la respuestas de dos especies leñosas coexistentes del bosque esclerófilo de Chile central: el quillay (Quillaja saponaria), especie más tolerante a la sequía, y el maitén (Maytenus boaria), especie menos tolerante a la sequía.
Para Ovalle, quien también es impulsor de la iniciativa intercentros “Bosque Esclerófilo y Cambio Global”, que reúne a científicos y científicas de CAPES, CR2 e IEB, la oportunidad de participar en el equipo editorial de esta prestigiosa revista significa “un hito importante en la carrera científica de un investigador, sobre todo cuando se trabaja desde países del Hemisferio Sur donde cuesta más generar impacto con nuestras investigaciones y donde hay menor visibilidad de los y las cientificos/as, en comparación con la realidad de países de Europa o Norte América”.
Como CAPES, felicitamos a nuestro investigador por este importante reconocimiento a su trabajo.
Pueden conocer parte de su investigación en el episodio “Restaurando bosques desde la raíz” de nuestro podcast “Maestra Naturaleza”, realizado en conjunto con Ladera Sur.
Entre el 5 y el 21 de septiembre, en el Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estará exhibida la muestra «Mujeres Navegantes y de Orilla: Innovación alimentaria con sabor a mar», una exposición de 74 fotografías digitales inéditas que recogen el testimonio oral y fotográfico de mujeres pescadoras artesanales pertenecientes a distintas localidades ubicadas entre las regiones de Valparaíso y de Los Lagos, y que surge a partir de una investigación y posterior libro homónimo publicado en 2021.
La muestra se basa en la investigación y posterior libro publicado por el académico UC, director del Instituto Milenio en SECOS e investigador CAPES, Stefan Gelcich, y la antropóloga y colaboradora SECOS, Susana Cárcamo, que recoge el testimonio oral y fotográfico de mujeres de la pesca artesanal, pertenecientes a distintas localidades como Pichicuy, Las Cruces, Navidad, Lolcura y Hualaihué. Esta obra, busca poner en valor el rol que cumplen éstas como guardianas y herederas de una larga tradición familiar en torno a la gastronomía local, y pioneras en el desarrollo de nuevas prácticas de manejo y recolección de los recursos marinos.
Además de sus testimonios, rostros, saberes, prácticas y productos, el libro contiene fotografías que capturaron las fotógrafas Pía Cosmelli y Javiera Musso, así como la co-autora del libro Susana Cárcamo, las cuales hoy están expuestas en el Centro de Extensión UC, junto a una serie de imágenes inéditas que fueron tomadas bajo el mismo contexto.
«Quisimos enfocarnos en darle voz a estas protagonistas, en mostrar y difundir un ámbito de trabajo escasamente conocido por la personas que viven en las grandes ciudades como Santiago. La idea, fue recopilar sus memorias, historias y culturas particulares de esta larga y accidentada costa, y también, mostrar ese lado de la pesca a pequeña escala producida en este país», relata Cárcamo.
Así, la muestra que llenó de orgullo a quienes participaron del proyecto y asistieron a la inauguración, da cuenta de los entornos, tradiciones y modos alimentarios y tiempos de estas trabajadoras, continuando, de algún modo, el proceso de co-creación de memoria y patrimonio que dio vida a la investigación original.
“El objetivo de esta exposición es ayudar a posicionar el rol de la mujer pescadora desde múltiples perspectivas; desde su trabajo, pero también desde su rol en términos de innovación y seguridad alimentaria, y en el aporte en la nutrición familiar. El trabajo que ellas realizan a escalas locales, puede influir en la forma en que percibimos y pensamos los alimentos que provienen del mar. En ese sentido, esta muestra ayuda a visibilizar todo el trabajo que se hizo en torno al libro y a posicionar en un contexto universitario la importancia de compartir y co-crear conocimientos entre los distintos sectores, como en este caso lo fue entre mujeres pescadoras, antropólogas, biólogos y personas que vienen del mundo de la ciencia más formal”, señala el co-autor y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, Stefan Gelcich.
Stefan Gelcich y Susana Cárcamo, autores del libro.
Saberes y tradiciones de mujeres del mar
Maricel Millaquén Uribe tiene 49 años, y es del sector de Lolcura, comuna de Maullín, en la Región de Los Lagos. Hace años se dedica a la recolección de pelillo, un alga roja que se encuentra en la costa chilena y que es ampliamente utilizada en la industria alimenticia, cosmética y farmacéutica. Maricel realiza panes, grisines y sus famosos “pétalos” con esta alga, y que fueron el producto estrella en la inauguración de la exposición. Ella es una de las mujeres retratadas en el libro y en la muestra.
“Nosotras, aparte de ser madres y de ser compañeras de nuestros esposos, también trabajamos a la par con ellos. Subimos las cargas al bote y luego las descargamos. También mariscamos y ese mismo producto lo llevamos a la casa, lo cocinamos, lo preparamos y lo llevamos a la mesa para que nuestros hijos se alimenten. Es decir, la mujer es fundamental en todo lo que es el trabajo en el mar, por lo que necesitamos dar a conocer lo que hacemos nosotras como mujeres pescadoras artesanales, algueras, pelilleras, las que trabajan en el cochayuyo y las que secan mariscos”, reflexiona Millaquén.
Candelaria González, recolectora de orilla y ahumadora de Hualaihué, en el sector de Tentelhué, concuerda con la pelillera. Ella también es una de las mujeres retratadas en las fotografías, y que son parte del libro. “Estoy muy contenta de haber participado en este proyecto compuesto por el libro y la exposición de fotos y de productos. Me parece muy lindo, y estoy feliz porque es algo que nosotros nunca hubiésemos pensado. Por lo menos yo, nunca pensé estar en un libro y estoy muy agradecida de haber podido mostrar lo que hago hace tantos años.
De esta forma, con la exposición que continuará su recorrido en distintos campus de la UC hasta noviembre y que esperan llevar a nuevos lugares de Chile, quienes participaron de la iniciativa continuarán co-creando entre las memorias, historias y culturas particulares de la muy diversa costa chilena y que esperan sean reconocidas, además dar visibilizar otras temáticas que de la pesca a pequeña escala en el país.
Visita “Mujeres Navegantes y de Orilla. Innovación y tradición con sabor a mar”.
5 al 21 de septiembre
Centro de Extensión UC (Av. Bernardo O’Higgins 390, Santiago)
09:00 a 18:00 hrs (excepto 11 y 15 de septiembre, abierto hasta las 13:00 hrs).
Entrada liberada
La siguiente editorial fue publicada en el último número de la revista de biodiversidad «Gayana».En ella, el director de CAPES, Dr. Fabián Jaksic, analiza la normativa vigente en torno al traslado y reubicación de especies amenazadas en sitios de proyectos mineros e industriales, y expresa la necesidad de robustecer el seguimiento y evaluación de estos planes.
Tanto las perturbaciones naturales (inundaciones, incendios) como las provocadas por el ser humano (construcción de represas, despeje de suelo, o minería) a menudo exigen que parte de la fauna se desaloje y reubique en otro lugar. Un ejemplo de ello son las operaciones mineras, que producen no solo alteraciones físicas de los suelos y la vegetación, sino también emisión de polvo al aire y a los cursos o cuerpos de agua, lo que interfiere con los humedales y la vida silvestre terrestre, acuática y marina (véase Mauricio Urbina et al.2021. “Políticas extractivistas afectan los ecosistemas de Chile”. Science 373: 1208-1209, 10 septiembre 2021), e incluso con los seres humanos y su ganado. Por no hablar de ruidos, vibraciones y detonaciones, que pueden ahuyentar a la fauna silvestre. Se sobreentiende que los impactos ambientales de la minería son un mal necesario para el desarrollo económico de cualquier país, incluido Chile, que se autoproclama “país minero”. Pero también se concuerda internacionalmente que nuestro país tiene un sólido sistema de evaluación de impacto ambiental que ha funcionado bastante bien durante los últimos 30 años. Aun así, una vez que se autoriza una operación minera en Chile, ella rara vez se paraliza, y mucho menos se termina a mitad de camino. Las únicas excepciones hasta el momento parecen ser el proyecto carbonífero “Invierno” en la Región de Magallanes y el aurífero “Pascua Lama” en la Región de Atacama.
Dado que los impactos pueden ser directos o indirectos, la legislación chilena ha optado por permitir las operaciones mineras si (y solo sí) dichos impactos al medio ambiente son eliminados, mitigados o compensados. En el caso de la fauna en los alrededores de las faenas mineras, el operador típicamente incorpora en su diseño la reducción del polvo, el ruido y los derrames químicos y físicos al ambiente para reducir sus impactos al ambiente, especialmente durante la temporada reproductiva de la fauna. Pero particularmente en las operaciones mineras, existe la necesidad obvia de raspar y mover cantidades voluminosas de suelo y vegetación, llevando así el hábitat de la fauna local a un estado alterado esencialmente irreversible, sin perjuicio del esfuerzo por restaurar el hábitat previamente existente una vez que las faenas mineras hayan finalizado (lo que significa más de una década o incluso un siglo en Chile), y repoblarlo con la fauna y flora originales.
Una práctica común ha sido “rescatar” y reubicar (es decir, desalojar y trasladar) especies animales consideradas de interés de conservación según las normas chilenas. “Rescate” es un eufemismo inapropiado: ¿Alguna especie requiere ser “rescatada” de su hábitat como si hubiera sido golpeada por una fuerza inesperada de la naturaleza, así como una inundación o un incendio? Desalojada es la palabra adecuada; no es que se convenza a los animales para que se vayan, sino que son sacados a la fuerza de su hábitat. Aclarado esto, el simple hecho de desalojar y trasladar a esas especies de interés exige reubicarlas en hábitats hospitalarios, donde tengan acceso a refugio, alimentos, nutrientes y agua; no solo a una superficie del suelo o un volumen de agua que ellos deben colonizar por su cuenta y restablecer sus conexiones comunitarias con las fuentes locales de alimentos, los competidores, parásitos y depredadores.
Tales traslados en Chile generalmente se realizan con publicidad, como si se “rescatara” o “salvara” una determinada especie alejándola de un peligro inminente. Por ejemplo, del aumento del nivel del agua causado por la construcción de represas en los cursos de agua, del despeje del suelo para la construcción de carreteras o de la excavación del terreno para las faenas mineras. Pero el propósito final de tales traslados no es claro. Si se encuentra un hábitat similar donde reubicar una determinada especie “rescatada”, no necesariamente se tiene en cuenta el contexto comunitario al que se enfrentan sus individuos. ¿Existen poblaciones preexistentes con las que tendrán que competir por refugio, alimentos o agua? ¿Hay nuevos parásitos o depredadores a los que temer? Un ejemplo familiar ilustra esta situación: entre los seres humanos, mudarse de casa es uno de los principales factores de estrés en la vida (otros son perder el trabajo o un pariente cercano). Imagínese el impacto en animales siendo capturados y luego liberados en un sitio desconocido, perdiendo todas las formas de organización social (particularmente para especies gregarias, comunales o coloniales como chinchillas, vizcachas y otros mamíferos y aves). Además, algunas especies como pumas y otros gatos monteses, zorros y otros carnívoros, rapaces diurnas y nocturnas, aves carroñeras como cóndores y buitres, e incluso lagartijas y ranas, son territoriales y están dispuestas a enfrentarse por derechos de “propiedad”. Lo que significa que para establecerse en un nuevo territorio, tendrán que luchar con los congéneres residentes que no necesariamente dan la bienvenida a estos recién llegados. Es decir, los “rescatistas” humanos no sólo están estresando a los animales forzados a emigrar sino que también a los desprevenidos residentes. Colóquese en la posición de tener que trasladar a un vecindario de ciudadanos afectados por algún desastre a otro pueblo: ¿simplemente los mete en algún medio de transporte y los libera en otro lugar para que se ocupen de sus necesidades de subsistencia? -si es que sobreviven al viaje y recomponen su modo de vida.
De vuelta al mundo real: recientemente leí una carta al editor de Science dirigida por Jaime Jiménez y colaboradores (“Conservación de la chinchilla versus minería de oro en Chile”. Science 377: 480-481, 29 julio 2022). En ella, Jiménez et al. describían que [mi traducción libre] “La empresa minera está lista para comenzar la extracción, pero la ley chilena prohíbe que los proyectos de desarrollo dañen la biodiversidad local (6). La empresa minera ha propuesto como solución el traslado de las chinchillas, pero sus intentos de reubicar un pequeño número de ellas fracasó (12)” y concluían que “El gobierno de Chile debe seguir acatando las leyes vigentes, que exigen que la viabilidad de los traslados debe ser adecuadamente evaluada y probada antes de que el hábitat de la chinchilla sea destruido por la minería, tanto en este caso como en futuros conflictos entre los objetivos corporativos y la conservación del medio ambiente”. Esta lectura me hizo pensar que el tema de “rescate”, reubicación y monitoreo de la fauna trasladada en Chile requiere un abordaje más cuidadoso, particularmente por parte de ecólogos, veterinarios y zoólogos, actuando como funcionarios gubernamentales, consultores ambientales o ciudadanos preocupados. Revisando la literatura disponible en Chile, encontré el informe de 2014 de Juan Carlos Torres-Mura et al. al Servicio Agrícola y Ganadero de Chile (SAG): “Guía técnica para implementar medidas de rescate/relocalización y perturbación controlada”, 45 páginas (véase también SAG 2019. “Guía de evaluación ambiental componente fauna silvestre”. Documento Técnico D-RNN-EIA-PR-001, 22 páginas). En el informe de Torres-Mura y colaboradores, además de muchas recomendaciones de manejo, se presenta la propuesta general de monitorear las poblaciones trasladadas por hasta 3 o 4 años para asegurarse de que estén firmemente establecidas y reproduciéndose. Quizás como secuela a este informe, el Servicio de Evaluación Ambiental de Chile (SEA) emitió dos documentos técnicos: En “Criterios técnicos para la aplicación de la medida de rescate y relocalización” (de agosto de 2021) dispuso que para obtener el permiso contemplado en el artículo 146 letra (a) del RSEIA, el proponente deberá cumplir con ciertas condiciones razonables para el traslado de la población objetivo, pero en ninguna parte se dice que deba ser objeto de seguimiento después de haber sido desalojada y mucho menos por cuánto tiempo. Esto se subsana en un segundo documento (de febrero de 2022): “Criterio de evaluación en el SEIA: criterios técnicos para la aplicación de una perturbación controlada”, que establece que se debe considerar un indicador de éxito (por ejemplo, permanencia o aumento de la población objetivo) y que se debe realizar un seguimiento de al menos dos ciclos reproductivos para permitir una comparación entre años. En pocas palabras, el programa de seguimiento podría abarcar un período tan corto como 12 meses, ya que permitiría comparar la abundancia en el año 1 con la del año 2. ¿Es esto suficiente?
El problema general en todo esto es que los traslados reciben mucha atención cuando parten por alejar a los animales del peligro impuesto por los seres humanos, pero no cuando ellos prosiguen su destino en su nuevo “hogar”. Seguramente, imponer un seguimiento podría proporcionar retroalimentación para perfeccionar los futuros esfuerzos de “rescate” y reubicación. Pero ¿y si el seguimiento muestra que el traslado fue un fracaso y la mayoría o todos los animales murieron? (¿de estrés, hambre, sed, enfermedad, o por competencia o depredación?). También sería bueno saber si sobrevivieron con un margen razonable o aceptable. Pero todavía están por verse los resultados del seguimiento de cualquiera de los esfuerzos de traslado anteriores que han ocurrido en Chile. Pudúes, pumas, otros gatos salvajes, zorros, vizcachas, loros tricahues e incluso ranas y lagartos han sido trasladados durante las últimas tres décadas. Pero esencialmente desconocemos el destino de esas reubicaciones (a modo de excepción, véase Francisco Fontúrbel & Javier Simonetti 2011. Traslados y conflictos entre humanos y carnívoros: ¿solución o creación de problemas? Wildlife Biology 17: 217-224). ¿Están esos resultados (si los hay) analizados y orientando nuevas reubicaciones de especies actualmente amenazadas, como las chinchillas en el norte de Chile? ¿Alguna vez se ha realizado un análisis de riesgo? Si se predice que un traslado probablemente puede tener poco éxito, se rechazará un proyecto minero? ¿O, como de costumbre, los animales serán simplemente filmados cuando sean capturados (= “rescatados”) y luego soltados en un nuevo “hogar”? ¿Como si hubieran sido liberados a una similar o mejor calidad de vida? ¿Cuáles son los planes de contingencia si la reubicación no sale bien? Finalmente, ¿un seguimiento de 12 meses es suficiente para dejarnos tranquilos?
La situación de traslados animales en Chile ya referida arriba es parecida a barrer rápidamente el polvo debajo de una alfombra: una “alfombra” de falta de análisis de riesgos, de seguimiento demasiado breve, de ausencia de medidas adaptativas y en general, de falta de retroalimentaciones y de lecciones aprendidas. El mantra implícito parece ser: “Desalojemos y reubiquemos esos molestos animales y supliquemos por la indiferencia o el olvido de su destino lo más pronto posible”. En mi opinión, este es el monstruo antiestético al que nadie quiere enfrentarse en nuestros esfuerzos nacionales de traslados animales.
Reconozco mis intercambios de correo con Francisco Fontúrbel, James Hall, Jaime Jiménez, Fulgencio Lisón y Juan Carlos Torres-Mura, pero asumo toda la responsabilidad por mis opiniones aquí expresadas.
El equipo de comunicación de la ciencia de la iniciativa “Mosca Científica: Experimenta, investiga y ¡vuela!” realizó el lanzamiento de su segundo video animado «Viviendo en un mundo cambiante”, con la participación de estudiantes del colegio Guillermo González Heinrich de Ñuñoa.
La actividad humana que quema combustibles fósiles y libera CO2 a la atmósfera y también al mar, está afectando la vida marina y la terrestre. El rápido aumento de las temperaturas a nivel mundial ha provocado cambios en los ecosistemas, para sobrevivir a la crisis climática las especies se adaptarán o migrarán, las que no lo logren, se extinguirán.
Para estudiar cómo los organismos se están adaptando al cambio climático, científicos y científicas tienen a la Drosophila melanogaster, también llamada mosca de la fruta, un conocido modelo biológico utilizado en distintas disciplinas en todo el mundo. Un grupo de investigación de CAPES está realizando estudios en drosófila para entender cómo los animales pequeños ectotermos, en los que la temperatura corporal depende de la del medio ambiente, resisten altas temperaturas por períodos cortos.
El equipo de comunicación de la ciencia “Mosca Científica”, que trabaja al alero del proyecto Fondecyt 1170017 “Forecasting the impact of climate change in Chilean Drosophilids: Physiological, Ecological and Evolutionary Responses”, liderado por Enrico Rezende, investigador CAPES y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, presentó su más reciente video de divulgación científica titulado «Viviendo en un mundo cambiante”. Este proyecto audiovisual busca acercar el fascinante mundo de la ciencia a personas de todas las edades, despertando la curiosidad y el amor por el conocimiento científico.
El lanzamiento oficial se realizó el viernes 25 de agosto de 2023 y junto con la reproducción del video, el 1° medio del colegio Guillermo González Heinrich de Ñuñoa pudo asistir a la entretenida charla «Introducción al modelo de estudio Drosophila melanogaster«, dictada por el profesor de Ciencias Biológicas UC Jorge Campusano, que narró sus investigaciones en neurociencia y cómo se utiliza a la drosófila para estudiar el cerebro.
Luego de la conferencia, los estudiantes pudieron participar en dos actividades, un taller práctico sobre divulgación de la ciencia y el conocimiento, y una visita guiada al Laboratorio de Ecofisiología UC, donde se “crían” las moscas Drosophilas para el estudio de diversos temas, y lugar donde realizaron tres experimentos junto con los científicos y científicas que ahí trabajan, conociendo la ciencia que allí se practica.
Jorge Carrasco, el profesor a cargo del curso, agradeció la oportunidad de “sacar a los estudiantes del colegio y traerlos a un lugar tan amplio, de puro conocimiento, donde hemos sido tratados de la mejor forma posible y los alumnos han participado de cada una de las actividades que se les propusieron”. Algunas impresiones de los y las jóvenes que asistieron fueron: “me gustó mucho la actividad porque siento que me podría alentar para lo que quiero en el futuro”, “la experiencia fue súper linda, las instalaciones me parecieron una locura, nos trataron súper bien y explicaron todo súper bien”, “el experimento de las carreras me sorprendió cómo la luz las afectaba y las atraía”.
Drosophila explica la ciencia
Esta iniciativa, apoyada por CAPES, busca generar material educativo y de divulgación sobre el aporte al conocimiento científico que se ha generado durante décadas utilizando como modelo de estudio a Drosophila. Con una duración de 3 minutos, la animación digital presenta una narrativa que combina elementos educativos y el diseño visual, creados para transmitir conceptos científicos de manera accesible y lúdica.
El equipo Mosca Científica ha trabajado para crear una experiencia visual y sonora que cautiva a los espectadores desde el primer momento. La propuesta abarca una amplia gama de temas científicos desde el prisma de la biología evolutiva. Se exponen las consecuencias de la crisis climática y cómo se puede predecir su efecto sobre algunas especies animales en el futuro.
La pieza audiovisual cuenta con la participación de la ilustradora Elisa María Monsalve (@elisamariamonsalve), el productor musical Matías Orrego (@_matiasmedicen), la locución de Patricio Baeza y la animación digital de Vanessa Acuña (@waspven) junto a Bárbara Muñoz (@nibi_arts).
El legado de Francisco Bozinovic
En los créditos del video aparece una cita en honor al Dr. Francisco Bozinovic Kuscevic, conocido cariñosamente como «Pancho», quien en 2020 recibió el Premio Nacional en Ciencias Naturales por su aporte desarrollando un nuevo paradigma y enfoque científico, integrando fisiología, medioambiente y biogeografía, en un concepto que actualmente se conoce como Biología Integrativa.
Pancho fue uno de los ecólogos más importantes de nuestro país que contribuyó al mejoramiento de la capacidad de predicción de las respuestas de los organismos vivos a las variaciones ambientales de origen natural y antrópico, como por ejemplo las enfermedades emergentes, el clima y la pérdida de hábitat.
En 2021, cuando comenzaban las reuniones para elaborar un nuevo video, el equipo de Mosca Científica se reunió con él para conversar a través de una videoconferencia como se estilaba en aquel momento. Pancho siempre estuvo interesado en relevar la comunicación científica y la vinculación con las comunidades y dejó un importante mensaje: “Debemos pasar de un paradigma de la competencia a uno de la colaboración. Creo que es la forma de que este mundo cambie. No podemos seguir compitiendo (…)”. Para más información sobre Mosca Científica y sus actividades pueden visitar su perfil de Instagram @moscacientífica o contactar con su equipo a través del correo [email protected].
Tras diez días de aprendizaje, 21 estudiantes de la provincia de Última Esperanza han finalizado la primera edición de invierno 2023 del Curso de Ecología Aplicada tras la alianza entre el Centro de Investigación Científica Escolar CICE y la Fundación Prisma Austral.
El pasado viernes 21 de julio en las inmediaciones del Centro Científico Edmundo Pisano y bajo una intensa nevazón en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, finalizó la 6ª versión del Curso de Ecología Aplicada. Dentro de las actividades desarrolladas, destacan las clases dirigidas por el Director del CICE Carlos Zurita Redón junto al coordinador Nicolás Sepúlveda Díaz en torno a conceptos clásicos de ecología, como ecología de individuos, ecología de poblaciones y comunidades. Junto con ello han analizado el concepto de biodiversidad y han aprendido cómo poder hacer estimaciones del mismo por medio de la estadística.
Además, han destacado los talleres de habilidades del pensamiento científico desarrollados por el subdirector del área de educación y vinculación Paulo Suazo Sabag junto a la profesora Alejandra Farfán Álvarez y las actividades de comunicación científica llevadas a cabo por el subdirector del área de comunicaciones y divulgación científica Christian Castro Flores.
Todos los contenidos vistos y las habilidades desarrolladas, se pusieron en práctica en dos salidas pedagógicas a terreno: Una al Monumento Natural Cueva del Milodón y otra al Parque Nacional Torres del Paine. Ambos espacios son administrados por CONAF y sus guardaparques, a los cuales les agradecemos la tremenda acogida y facilidades para realizar estas experiencias en sus inmediaciones.
Para la gestora de esta alianza y puesta en marcha del proyecto, María Paz Nazar, de la fundación Prisma Austral, esta fue una gran oportunidad para generar un impacto positivo en la comunidad, pensando especialmente en aquellos estudiantes con ganas de aprender y desarrollar nuevas herramientas: “cuando el CICE planteó que era factible ejecutar por primera vez el curso en la región de Magallanes, no lo dudamos ni por un segundo, estamos convencidos que si trabajamos los temas ecológicos desde pequeños con nuestros estudiantes, formaremos agentes de cambios medioambientales que trabajarán por el resguardo de los ecosistemas de la región.”
Como CICE estamos muy agradecidos de las labores efectuadas por todo el equipo de la Fundación Prisma Austral, el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), la Familia Margoni y los medios de prensa local. Estaremos expectantes para que esta actividad pueda repetirse y potenciarse en futuras ediciones para la región.
Cuando: del 23 de septiembre al 29 de noviembre
Dónde: Campus San Joaquín, Campus Oriente y Estación Experimental Pirque, de la Pontificia Universidad Católica
Organiza: Dirección de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), en colaboración con The Nature Conservancy (TNC)
Exposición temporal sobre los oficios que desarrollan mujeres recolectoras de orilla y pescadoras en nuestro país y algunos de sus proyectos de innovación alimentaria en base a recursos marinos. Son 74 fotografías digitales inéditas y otras del libro del mismo nombre publicado a principios del año 2021 cuyos autores son la antropóloga Susana Cárcamo y el biólogo marino Stefan Gelcich.
El presente recorrido visual es fruto de una selección y clasificación del material fotográfico levantado en el 2018 y 2019 como en Pichicuy, Las Cruces, Navidad, Lolcura, Hualaihué que son algunas de las localidades ubicadas entre la quinta y décima región. A la coautora y a las fotógrafas Pía Cosmelli y Javiera Musso pertenece la autoría de este corpus de imágenes que retratan saberes, prácticas, especies y productos terminados con sabor a mar. Sugerimos en este sentido, que el camino de observación sea de norte a sur como proponen los mismos paneles.
Los rostros y gestos de nuestras algueras, mariscadoras y pescadoras aparecen en cada impresión grafica en sus entornos de vida, de trabajo y también lo van haciendo sus testimonios orales enriquecidos por sus términos y formas de contar lo que saben, viven y cocinan a sus familias y a ellas mismas. Cada cual con su singular estilo culinario, muchas veces enseñado por la línea materna que le da consistencia a lo antiguo y a lo nuevo.
En este sentido, el aporte social de esta actividad se centra en mostrar y difundir un ámbito de trabajo escasamente conocido por la personas que viven en las grandes ciudades como Santiago. Con ello, deseamos cerrar este ciclo de mujeres navegantes y de orilla y seguir co-creando con las memorias, historias y culturas particulares de esta larga y accidentada costa que esperan ser reconocidas. Y también, dar paso a otras temáticas que emanan del ámbito de la pesca a pequeña escala producida en el país.
Próximas fechas y lugares
23 de septiembre al 11 de octubre: Patio de las Humanidades, Campus San Joaquín UC
13 al 20 de octubre: Centro de Extensión UC, Campus Oriente
Estos resultados reafirman el potencial de los campos magnéticos como una herramienta adicional, y no invasiva, para aumentar la eficiencia de los cultivos de forma sustentable.
Un estudio efectuado por investigadores del Laboratorio de Bioingeniería de la Universidad Adolfo Ibáñez —entre ellos, la investigadora CAPES, María Josefina Poupin— confirmó los efectos positivos que la exposición a campos magnéticos de diversa índole tienen sobre el crecimiento de las plantas, en un estudio recientemente publicado por la revista Bio Electro Magnetics.
Aun cuando la influencia positiva del magnetismo en las plantas se viene estudiando desde los años 30 en el mundo, no existían, hasta ahora, estudios que resolvieran de manera sistemática las discrepancias observadas en algunos de los estudios dedicados a este tema, impidiendo confirmar si los resultados obtenidos a la fecha son generalizables, específicos para cada especie, o dependientes de las condiciones de cada experimento.
“Algunos artículos muestran discrepancias en los efectos del magnetismo en el crecimiento y desarrollo de especies vegetales”, comenta la Dra. Poupin, co-autora del estudio. “Esto puede explicarse porque no hay una forma sistemática de hacer los experimentos. Por ejemplo, se usan distintas formas para inducir cambios en los cambios magnéticos, la duración de la exposición de las plantas al cambio magnético o el momento en la vida de la planta en la que se aplica el estímulo”.
Para salvar estas contradicciones, los investigadores realizaron un meta-análisis de 45 artículos abocados a explorar efectos del campo magnético sobre 29 especies distintas de plantas, identificando los distintos parámetros usados en cada estudio así como las condiciones experimentales de cada cual.
La investigadora CAPES y académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, María Josefina Poupin.
“Con toda esa información realizamos un análisis estadístico que nos permitió concluir, por ejemplo, que los campos magnéticos no uniformes —aquellos donde la magnitud y la intensidad no son iguales a lo largo de toda su área, como en el caso del campo magnético de la Tierra— tienen mayor efecto en el crecimiento de las plantas, y que campos uniformes afectan significativamente su germinación”, explica la microbióloga. “También identificamos que los resultados que se obtienen dependen fuertemente de cómo se realizan los experimentos”.
Estos resultados sugieren que las plantas podrían ser más susceptibles a las diferencias de intensidad y magnitud dentro de un mismo campo magnético (sus “gradientes”), que a la mera magnitud del campo. Esta conclusión, comentan los autores, “abre muy interesantes preguntas acerca de los mecanismos biofisiológicos que subyacen a estas respuestas”, un área de estudio que, explica Poupin, aún se encuentra en ciernes.
“Se desconoce exactamente cuáles son los mecanismos a nivel físico o molecular”, afirma la investigadora. “Por ejemplo, no está claro cómo las plantas perciben este estímulo ambiental. Se sabe que la respuesta es rápida, por lo que no depende en primera instancia de la expresión de genes. Tampoco si la respuesta depende de un sistema de percepción que sirve para percibir otros estímulos o si es exclusivo para el magnetismo”.
Una hipótesis que se postula, es que moléculas encargadas de la percepción de la luz, como los criptocromos, podrían estar involucradas, pero no serían las únicas responsables. “En otros tipos celulares, no vegetales, se ha propuesto que cambios en el magnetismo podrían traducirse en deformaciones de la membrana induciendo respuestas eléctricas mediadas por canales iónicos, pero se desconoce si eso podría ocurrir en células vegetales que tienen otras propiedades mecánicas. Por lo tanto hay muchas interrogantes aún al respecto”.
Así y todo, estos resultados reafirman el potencial de los campos magnéticos como una herramienta adicional, y no invasiva, para aumentar la eficiencia de los cultivos de forma sustentable, y bajo condiciones de estrés producidas por procesos como la sequía, las temperaturas extremas, o la falta de nutrientes. “Al ser sistemas reutilizables, los magnetos podrían ser una forma eficiente y sostenible de estimular el crecimiento de plantas para mejorar su rendimiento. Por ejemplo, estimulando durante la etapa de semilla. Sin embargo, para cada especie hay que determinar las condiciones más estimulantes”, advierte Poupin.
El próximo 19 y 20 de octubre en el Hotel Villa Baviera en Parral se llevará a cabo una nueva versión del encuentro anual en Chile de la red internacional Environment for Development (EfD) en formato híbrido. Se encuentra abierta la convocatoria para envío de trabajos:
El Programa de Investigación en Economía Ambiental y de Recursos Naturales de la Universidad de Concepción, y miembro de la red internacional Environment for Development Initiative (EfD), NENRE EfD-Chile, invita a investigadores, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, hacedores de política, profesionales de oficinas de gobierno, estudiantes de pregrado, magíster y doctorado, y otros actores interesados, a participar de este evento, el cual incluirá presentaciones en las áreas de interés de la economía ambiental y de recursos naturales, sin excepción de otras disciplinas que puedan relacionarse con el centro.
Se aceptará el envío de resúmenes en extenso o manuscritos completos en los idiomas inglés y español, en extensión docx o pdf, a más tardar el 01 de septiembre de 2023. La notificación de los trabajos aceptados/rechazados se realizará durante la última semana de septiembre. El evento se realizará los días 19 y 20 de octubre de 2023 en el Hotel Villa Baviera Parral, en formato híbrido (presencial y virtual). Además, se entregarán becas de participación a estudiantes cuyos trabajos de investigación sean aprobados por el comité evaluador de investigadores.
Environment for Development, EfD, es una red de economistas ambientales y de recursos naturales presente en 17 países, que busca el crecimiento inclusivo, en términos sociales y ambientales, a través de la investigación y la interacción con los hacedores de políticas. Marcela Jaime, Roberto Ponce y Felipe Vasquez, investigadores CAPES de la línea 7 («Servicios ecosistémicos y comportamiento humano») son miembros del Centro EfD de Chile, en donde participan investigadores de las Universidades de Concepción, del Biobío, Católica, UFRO, del Desarrollo y de la Universidad de Talca. Marcela Jaime es su directora.
A través de la recuperación de los sistemas biológicos que soportan y rodean las tierras agrícolas, la ganadería regenerativa intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad.
Novillos pastando en un campo regenerativo orgánico de la empresa Trailenco. (Créditos: Alfredo Escobar)
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), para el año 2050 será necesario producir un 70 % más alimento del que se produce hoy si se quiere cubrir la demanda de una población mundial que, por entonces, superará los 10 mil millones de personas.
Los requerimientos alimentarios de un planeta en constante crecimiento, sumado al interés económico por generar mayores ingresos, han empujado a sectores como la agricultura a intensificar sus procesos de producción, aumentando de este modo los impactos ambientales de estas industrias en los ecosistemas donde se insertan, como la degradación de los suelos a causa de la labranza y el pastoreo, o la emisión permanente de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Es en este contexto, que diversos científicos a lo largo del mundo han dirigido su mirada a la ganadería regenerativa como una alternativa viable para alcanzar, de manera sustentable, la demanda futura por más y mejor alimento, utilizando la menor cantidad de recursos posibles, y reduciendo ostensiblemente los efectos negativos asociados a esta importante actividad humana.
Uno de esos científicos es Rafael Larraín, académico de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, quien, junto a un grupo de colaboradores, acaba de concluir un importante estudio que buscó conocer no sólo los beneficios ambientales que trae consigo el paso de una ganadería convencional a una regenerativa, sino también los cambios económicos y productivos que conlleva esta transición.
Producir sin degradar
El investigador CAPES, Rafael Larraín.
“En términos simples, la agricultura y ganadería regenerativas son un conjunto de principios y prácticas que buscan generar bienes y servicios para el ser humano mientras, al mismo tiempo, se aumenta la biodiversidad, se enriquecen los suelos, y se fomenta la provisión de servicios ecosistémicos” explica Larraín. “A la larga, es una forma de hacer agricultura y ganadería trabajando con la naturaleza, en vez de en contra de ella”.
Entre las prácticas que promueve la agricultura y ganadería regenerativas, está la incorporación de animales mediante una correcta planificación del pastoreo, el uso de enmiendas y biofertilizantes, la cobertura permanente de los suelos con miras a minimizar lo más posible su labranza, y la rotación de cultivos tradicionales junto a cultivos de cobertura (granos y leguminosas, principalmente), que ayudan a prevenir la erosión, fijar nitrógeno, controlar la humedad de los suelos, además de atraer polinizadores.
Para el investigador CAPES, sin embargo, cada técnica a implementar dependerá siempre de las condiciones ambientales y ecológicas de cada predio: “esto es muy importante de entender, porque lo que para uno puede ser regenerativo, para otro podría no serlo. Por ejemplo, si estás en un clima donde hay crecimiento de plantas todo el año (selva tropical o bosques siempreverdes templados), una forma de regenerar podría ser eliminando el ganado del lugar. Con la humedad disponible, los ciclos de nutrientes se mantienen activos, las plantas crecen, la fotosíntesis aumenta, la biodiversidad también. En cambio, en un ambiente donde solo hay crecimiento de plantas unos pocos meses en el año, el paso de animales herbívoros es la mejor forma de estimular el reciclaje de nutrientes, que las plantas no queden en pie y mueran, generando sombra para el crecimiento de la próxima temporada. En ese caso, un pastoreo planificado sería una herramienta de regeneración”.
Así, a través de la recuperación de los sistemas biológicos que soportan y rodean las tierras agrícolas, la ganadería regenerativa intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad. “Para la agricultura regenerativa un suelo vivo y sano es la base para una producción vegetal abundante, sana y rentable” comenta Larraín.
Una buena inversión
Pero la adopción de este tipo de acciones en los campos y siembras no sólo trae consigo beneficios para el medio ambiente. La recuperación y enriquecimiento de los suelos conlleva una mejora sustantiva en la calidad de los alimentos que se producen en éstos y reduce los costos asociados, por ejemplo, al uso de fertilizantes químicos, mejorando y haciendo más eficiente la producción.
Para entender el alcance y magnitud de estos beneficios, durante dos años Larraín y su equipo conocieron el trabajo de 17 productores y productoras ganaderas de Chile que han ido adoptando, progresivamente, un modo de producción regenerativo, de modo de identificar y evaluar indicadores de desempeño económico y productivo en campos que han experimentado esta transición.
Mediante entrevistas, visitas en terreno y reuniones periódicas, los investigadores identificaron los cambios de manejo realizados por cada productor y productora, y la información necesaria para cuantificar estos cambios desde un punto de vista económico y productivo. Los campos analizados se ubicaron en las regiones de La Araucanía (8), Los Ríos (2), Los Lagos (6)y Aysén (1).
Al contrastar los cambios en ingresos y costos, el equipo observó que todos los predios aumentaron sus ingresos netos, es decir, los 17 campos aumentaron su rentabilidad. Esto, debido principalmente a una reducción en los costos de producción equivalente a los $372.000 por hectárea (ha) en promedio.
“El ítem de costo con mayor disminución”, explican los investigadores en su informe, “fue el costo en praderas, que se explica principalmente por una caída en la siembra de praderas y en el uso de fertilizantes químicos, equivalente a $254.419 /ha. Por otro lado, en 16 de los 17 campos hubo también una disminución en la conservación de forraje”, lo que sugiere que la reducción en gastos se debió a la menor necesidad que tuvieron los agricultores de alimentar a sus animales.
Pero eso no es todo, añade Larraín: “además de eso, nuestra experiencia conversando con productores y la evidencia en estudios fuera de Chile, indica que no solo hay una mejora en rentabilidad, sino que también los productores reportan una mejora en su calidad de vida. En algunos casos, esa mejora está ligada a una reducción en la carga de trabajo, a un mejor alineamiento entre sus valores y lo que están haciendo en el campo, a una menor necesidad de capital de trabajo y el estrés que impone sobre uso de capital, etc”.
Cambio de paradigma
Pese a estos beneficios, aún son pocos los productores y ganaderos que, en Chile, han adoptado este tipo de prácticas agroecológicas, pues, en opinión de los investigadores, aún persisten barreras de entrada que previenen a éstos de transitar de un modelo convencional a uno regenerativo.
“La principal barrera de entrada tiene que ver con la estructura de pensamiento de los productores”, reflexiona Larraín. “La mayoría de ellos fue educado en un modelo de agricultura/ganadería donde la clave del éxito eran los sistemas simples, las intervenciones con maquinaria y químicos, la alta productividad por unidad de superficie o animal, etc. Al mismo tiempo, existe una red de negocios que funcionan en torno a la venta y uso de insumos y maquinarias, donde existe un permanente bombardeo de información indicando que mientras más se use el producto X, más segura y rentable será la producción. Entonces ir en contra de eso es muy difícil”.
Para Larraín, con el paso de los años, los productores se construyen una imagen mental de sí mismos donde aplicar estas prácticas y usar estos insumos son una reafirmación interna de que están haciendo las cosas bien. “Entonces, aparece un sistema donde les dices que muchas de las cosas que ellos consideraban como buenas, en realidad tienen un montón de efectos negativos y que en vez de haber estado cuidando sus campos, los han estado dañando. Eso es muy duro. Te cuestiona lo que has hecho probablemente durante décadas”, explica.
“Entonces” continua, “la principal barrera de entrada es hacer lo que se conoce como cambio de paradigma. Aceptar una forma de ver, analizar y trabajar el campo diferente a la que has estado usando hasta ese punto. Este cambio de paradigma no es fácil, y normalmente va asociado a una crisis por la que pasa el productor y productora, que suele ser gatillada por problemas económicos o conflictos internos sobre el uso de pesticidas, cuidado del medio ambiente, etc”.
Para promover y hacer factible este cambio de paradigma, dice el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica, es necesario avanzar tanto en conocimientos como en educación ambiental y transferencia de conocimientos. “Eso permite que las personas vean casos de éxito, vean como otros productores han ido haciendo el cambio, han adaptado las prácticas a diferentes condiciones, etc. Primero conocer, luego entender y finalmente adoptar. También pueden haber incentivos vía el mercado o por apoyo del estado, fundaciones, etc. Pero estos incentivos tendrán poco efecto a largo plazo si antes el productor no hace un cambio en su forma de pensar”, finaliza. Los resultados de este estudio, financiado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y CAPES, están disponibles en línea desde el sitio oficial de FIA. También puedes descargar el informe final del proyecto en este enlace.