La revista publica artículos para una audiencia internacional de científicos y profesionales en temas como silvicultura, ecofisiología vegetal, genética, biotecnología, ecología forestal, restauración de bosques, sanidad y gestión forestal, con enfoque en conservación y sistemas productivos.
Juan Ovalle Ortega, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile e investigador asociado del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, fue integrado, a partir de septiembre, como Editor Asociado al comité editorial de «New Forests», revista de la editorial Springer e indexada en la Web Of Science (Q1, IF 2.5).
“Esta es una revista científica ampliamente utilizada por científicos de las Ciencias Forestales”, señala Ovalle, quien además es director del Laboratorio de Restauración de Bosques del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza de la citada Facultad de la UChile.
La revista publica artículos para una audiencia internacional de científicos y profesionales en temas como silvicultura, ecofisiología vegetal, genética, biotecnología, ecología forestal, restauración de bosques, sanidad y gestión forestal, con enfoque en conservación y sistemas productivos. “El editor jefe es el Dr. Douglass F. Jacobs, de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, quien me invitó a ser parte de este grupo. La tarea de un editor asociado es evaluar la idoneidad del trabajo presentado, y posteriormente, asignar los revisores expertos para el proceso de revisión por pares”, explica el Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias de la Agricultura.
Entre los artículos que ha publicado Juan Ovalle y colaboradores en New Forests está: “Solid shelter tubes alleviate summer stresses during outplanting in drought-tolerant species of Mediterranean forests” (2022), donde se reporta el efecto de la transmisividad a la luz solar de los tubos protectores de plantas sobre el control del estrés hídrico y lumínico, y su implicancias en la sobrevivencia post-trasplante en condiciones de verano extremadamente seco y cálido. El estudio contrastó la respuestas de dos especies leñosas coexistentes del bosque esclerófilo de Chile central: el quillay (Quillaja saponaria), especie más tolerante a la sequía, y el maitén (Maytenus boaria), especie menos tolerante a la sequía.
Para Ovalle, quien también es impulsor de la iniciativa intercentros “Bosque Esclerófilo y Cambio Global”, que reúne a científicos y científicas de CAPES, CR2 e IEB, la oportunidad de participar en el equipo editorial de esta prestigiosa revista significa “un hito importante en la carrera científica de un investigador, sobre todo cuando se trabaja desde países del Hemisferio Sur donde cuesta más generar impacto con nuestras investigaciones y donde hay menor visibilidad de los y las cientificos/as, en comparación con la realidad de países de Europa o Norte América”.
Como CAPES, felicitamos a nuestro investigador por este importante reconocimiento a su trabajo.
Pueden conocer parte de su investigación en el episodio “Restaurando bosques desde la raíz” de nuestro podcast “Maestra Naturaleza”, realizado en conjunto con Ladera Sur.
La siguiente editorial fue publicada en el último número de la revista de biodiversidad «Gayana».En ella, el director de CAPES, Dr. Fabián Jaksic, analiza la normativa vigente en torno al traslado y reubicación de especies amenazadas en sitios de proyectos mineros e industriales, y expresa la necesidad de robustecer el seguimiento y evaluación de estos planes.
Tanto las perturbaciones naturales (inundaciones, incendios) como las provocadas por el ser humano (construcción de represas, despeje de suelo, o minería) a menudo exigen que parte de la fauna se desaloje y reubique en otro lugar. Un ejemplo de ello son las operaciones mineras, que producen no solo alteraciones físicas de los suelos y la vegetación, sino también emisión de polvo al aire y a los cursos o cuerpos de agua, lo que interfiere con los humedales y la vida silvestre terrestre, acuática y marina (véase Mauricio Urbina et al.2021. “Políticas extractivistas afectan los ecosistemas de Chile”. Science 373: 1208-1209, 10 septiembre 2021), e incluso con los seres humanos y su ganado. Por no hablar de ruidos, vibraciones y detonaciones, que pueden ahuyentar a la fauna silvestre. Se sobreentiende que los impactos ambientales de la minería son un mal necesario para el desarrollo económico de cualquier país, incluido Chile, que se autoproclama “país minero”. Pero también se concuerda internacionalmente que nuestro país tiene un sólido sistema de evaluación de impacto ambiental que ha funcionado bastante bien durante los últimos 30 años. Aun así, una vez que se autoriza una operación minera en Chile, ella rara vez se paraliza, y mucho menos se termina a mitad de camino. Las únicas excepciones hasta el momento parecen ser el proyecto carbonífero “Invierno” en la Región de Magallanes y el aurífero “Pascua Lama” en la Región de Atacama.
Dado que los impactos pueden ser directos o indirectos, la legislación chilena ha optado por permitir las operaciones mineras si (y solo sí) dichos impactos al medio ambiente son eliminados, mitigados o compensados. En el caso de la fauna en los alrededores de las faenas mineras, el operador típicamente incorpora en su diseño la reducción del polvo, el ruido y los derrames químicos y físicos al ambiente para reducir sus impactos al ambiente, especialmente durante la temporada reproductiva de la fauna. Pero particularmente en las operaciones mineras, existe la necesidad obvia de raspar y mover cantidades voluminosas de suelo y vegetación, llevando así el hábitat de la fauna local a un estado alterado esencialmente irreversible, sin perjuicio del esfuerzo por restaurar el hábitat previamente existente una vez que las faenas mineras hayan finalizado (lo que significa más de una década o incluso un siglo en Chile), y repoblarlo con la fauna y flora originales.
Una práctica común ha sido “rescatar” y reubicar (es decir, desalojar y trasladar) especies animales consideradas de interés de conservación según las normas chilenas. “Rescate” es un eufemismo inapropiado: ¿Alguna especie requiere ser “rescatada” de su hábitat como si hubiera sido golpeada por una fuerza inesperada de la naturaleza, así como una inundación o un incendio? Desalojada es la palabra adecuada; no es que se convenza a los animales para que se vayan, sino que son sacados a la fuerza de su hábitat. Aclarado esto, el simple hecho de desalojar y trasladar a esas especies de interés exige reubicarlas en hábitats hospitalarios, donde tengan acceso a refugio, alimentos, nutrientes y agua; no solo a una superficie del suelo o un volumen de agua que ellos deben colonizar por su cuenta y restablecer sus conexiones comunitarias con las fuentes locales de alimentos, los competidores, parásitos y depredadores.
Tales traslados en Chile generalmente se realizan con publicidad, como si se “rescatara” o “salvara” una determinada especie alejándola de un peligro inminente. Por ejemplo, del aumento del nivel del agua causado por la construcción de represas en los cursos de agua, del despeje del suelo para la construcción de carreteras o de la excavación del terreno para las faenas mineras. Pero el propósito final de tales traslados no es claro. Si se encuentra un hábitat similar donde reubicar una determinada especie “rescatada”, no necesariamente se tiene en cuenta el contexto comunitario al que se enfrentan sus individuos. ¿Existen poblaciones preexistentes con las que tendrán que competir por refugio, alimentos o agua? ¿Hay nuevos parásitos o depredadores a los que temer? Un ejemplo familiar ilustra esta situación: entre los seres humanos, mudarse de casa es uno de los principales factores de estrés en la vida (otros son perder el trabajo o un pariente cercano). Imagínese el impacto en animales siendo capturados y luego liberados en un sitio desconocido, perdiendo todas las formas de organización social (particularmente para especies gregarias, comunales o coloniales como chinchillas, vizcachas y otros mamíferos y aves). Además, algunas especies como pumas y otros gatos monteses, zorros y otros carnívoros, rapaces diurnas y nocturnas, aves carroñeras como cóndores y buitres, e incluso lagartijas y ranas, son territoriales y están dispuestas a enfrentarse por derechos de “propiedad”. Lo que significa que para establecerse en un nuevo territorio, tendrán que luchar con los congéneres residentes que no necesariamente dan la bienvenida a estos recién llegados. Es decir, los “rescatistas” humanos no sólo están estresando a los animales forzados a emigrar sino que también a los desprevenidos residentes. Colóquese en la posición de tener que trasladar a un vecindario de ciudadanos afectados por algún desastre a otro pueblo: ¿simplemente los mete en algún medio de transporte y los libera en otro lugar para que se ocupen de sus necesidades de subsistencia? -si es que sobreviven al viaje y recomponen su modo de vida.
De vuelta al mundo real: recientemente leí una carta al editor de Science dirigida por Jaime Jiménez y colaboradores (“Conservación de la chinchilla versus minería de oro en Chile”. Science 377: 480-481, 29 julio 2022). En ella, Jiménez et al. describían que [mi traducción libre] “La empresa minera está lista para comenzar la extracción, pero la ley chilena prohíbe que los proyectos de desarrollo dañen la biodiversidad local (6). La empresa minera ha propuesto como solución el traslado de las chinchillas, pero sus intentos de reubicar un pequeño número de ellas fracasó (12)” y concluían que “El gobierno de Chile debe seguir acatando las leyes vigentes, que exigen que la viabilidad de los traslados debe ser adecuadamente evaluada y probada antes de que el hábitat de la chinchilla sea destruido por la minería, tanto en este caso como en futuros conflictos entre los objetivos corporativos y la conservación del medio ambiente”. Esta lectura me hizo pensar que el tema de “rescate”, reubicación y monitoreo de la fauna trasladada en Chile requiere un abordaje más cuidadoso, particularmente por parte de ecólogos, veterinarios y zoólogos, actuando como funcionarios gubernamentales, consultores ambientales o ciudadanos preocupados. Revisando la literatura disponible en Chile, encontré el informe de 2014 de Juan Carlos Torres-Mura et al. al Servicio Agrícola y Ganadero de Chile (SAG): “Guía técnica para implementar medidas de rescate/relocalización y perturbación controlada”, 45 páginas (véase también SAG 2019. “Guía de evaluación ambiental componente fauna silvestre”. Documento Técnico D-RNN-EIA-PR-001, 22 páginas). En el informe de Torres-Mura y colaboradores, además de muchas recomendaciones de manejo, se presenta la propuesta general de monitorear las poblaciones trasladadas por hasta 3 o 4 años para asegurarse de que estén firmemente establecidas y reproduciéndose. Quizás como secuela a este informe, el Servicio de Evaluación Ambiental de Chile (SEA) emitió dos documentos técnicos: En “Criterios técnicos para la aplicación de la medida de rescate y relocalización” (de agosto de 2021) dispuso que para obtener el permiso contemplado en el artículo 146 letra (a) del RSEIA, el proponente deberá cumplir con ciertas condiciones razonables para el traslado de la población objetivo, pero en ninguna parte se dice que deba ser objeto de seguimiento después de haber sido desalojada y mucho menos por cuánto tiempo. Esto se subsana en un segundo documento (de febrero de 2022): “Criterio de evaluación en el SEIA: criterios técnicos para la aplicación de una perturbación controlada”, que establece que se debe considerar un indicador de éxito (por ejemplo, permanencia o aumento de la población objetivo) y que se debe realizar un seguimiento de al menos dos ciclos reproductivos para permitir una comparación entre años. En pocas palabras, el programa de seguimiento podría abarcar un período tan corto como 12 meses, ya que permitiría comparar la abundancia en el año 1 con la del año 2. ¿Es esto suficiente?
El problema general en todo esto es que los traslados reciben mucha atención cuando parten por alejar a los animales del peligro impuesto por los seres humanos, pero no cuando ellos prosiguen su destino en su nuevo “hogar”. Seguramente, imponer un seguimiento podría proporcionar retroalimentación para perfeccionar los futuros esfuerzos de “rescate” y reubicación. Pero ¿y si el seguimiento muestra que el traslado fue un fracaso y la mayoría o todos los animales murieron? (¿de estrés, hambre, sed, enfermedad, o por competencia o depredación?). También sería bueno saber si sobrevivieron con un margen razonable o aceptable. Pero todavía están por verse los resultados del seguimiento de cualquiera de los esfuerzos de traslado anteriores que han ocurrido en Chile. Pudúes, pumas, otros gatos salvajes, zorros, vizcachas, loros tricahues e incluso ranas y lagartos han sido trasladados durante las últimas tres décadas. Pero esencialmente desconocemos el destino de esas reubicaciones (a modo de excepción, véase Francisco Fontúrbel & Javier Simonetti 2011. Traslados y conflictos entre humanos y carnívoros: ¿solución o creación de problemas? Wildlife Biology 17: 217-224). ¿Están esos resultados (si los hay) analizados y orientando nuevas reubicaciones de especies actualmente amenazadas, como las chinchillas en el norte de Chile? ¿Alguna vez se ha realizado un análisis de riesgo? Si se predice que un traslado probablemente puede tener poco éxito, se rechazará un proyecto minero? ¿O, como de costumbre, los animales serán simplemente filmados cuando sean capturados (= “rescatados”) y luego soltados en un nuevo “hogar”? ¿Como si hubieran sido liberados a una similar o mejor calidad de vida? ¿Cuáles son los planes de contingencia si la reubicación no sale bien? Finalmente, ¿un seguimiento de 12 meses es suficiente para dejarnos tranquilos?
La situación de traslados animales en Chile ya referida arriba es parecida a barrer rápidamente el polvo debajo de una alfombra: una “alfombra” de falta de análisis de riesgos, de seguimiento demasiado breve, de ausencia de medidas adaptativas y en general, de falta de retroalimentaciones y de lecciones aprendidas. El mantra implícito parece ser: “Desalojemos y reubiquemos esos molestos animales y supliquemos por la indiferencia o el olvido de su destino lo más pronto posible”. En mi opinión, este es el monstruo antiestético al que nadie quiere enfrentarse en nuestros esfuerzos nacionales de traslados animales.
Reconozco mis intercambios de correo con Francisco Fontúrbel, James Hall, Jaime Jiménez, Fulgencio Lisón y Juan Carlos Torres-Mura, pero asumo toda la responsabilidad por mis opiniones aquí expresadas.
En un acto que incluyó la celebración de ceremoniales mapuche y múltiples pies de cueca, el proyecto liderado por la divulgadora científica María Dulce Subida dio por inaugurado este nuevo recorrido, el cual busca incentivar el conocimiento del ecosistema costero presente en la zona con miras a su conservación como patrimonio natural y cultural.
Al sur de El Tabo, en el balneario del antipoeta, se alza un promontorio de roca conocido como Punta del Lacho. Allí, un observador agudo puede detenerse y apreciar, en un día especialmente claro, una vista que abarca desde la península hermana de Punta de Tralca, por el norte, hasta los buques que recalan en puerto de San Antonio, por el sur: casi 20 kilómetros ininterrumpidos de costa.
El cabo es también el hogar de uno de los ecosistemas más biodiversos del litoral chileno, donde numerosas especies de algas, aves y mamíferos marinos desarrollan su vida al resguardo de las olas, escondidos entre las rocas, o descansando sobre alguna de las dunas que cubren este hermoso entorno natural.
La belleza de este paisaje y la protección y difusión de su riqueza biológica fueron justamente los aspectos que motivaron a la ex profesional UC y divulgadora científica, María Dulce Subida, a crear TransforMAR, un proyecto de conservación y restauración ecológico que tuvo por misión incentivar el conocimiento de este patrimonio natural, mediante la construcción de un nuevo sendero interpretativo alrededor de la zona, declarada área marina protegida en 2005.
Dicho sendero fue inaugurado el pasado 27 de mayo de 2023 como parte de las celebraciones del Día Nacional de los Patrimonios, y contó con la participación de miembros de las comunidades locales, autoridades municipales, y representantes del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y la Estación Costera de Investigaciones Marinas de la Universidad Católica, ECIM UC, las dos instituciones patrocinantes del proyecto.
Más de 100 personas pudieron participar de la ceremonia de inauguración del sendero, la cual también incluyó el recorrido por las instalaciones de la Estación Costera de Investigaciones Marinas de la Universidad Católica, a cargo de su administración.
El ecosistema
Entre los oradores presentes en la ceremonia se encontró Sofía Herrera, encargada de Vinculación y Transferencia de CAPES, quien durante su intervención rememoró el involucramiento del Centro con el proyecto: “Desde CAPES, conocimos de este proyecto, que se quería desarrollar en asociación con ECIM en terrenos UC, y decidimos apoyarlo, ya que contaba, y cuenta, con aspectos de conservación, restauración pasiva, vinculación con las comunidades, ciencia ciudadana y presenta muchas oportunidades de investigación” explicó.
La encargada de Vinculación y Transferencia de CAPES, Sofía Herrera, fue una de las encargadas de presentar este nuevo sendero.
Para Herrera, lo más desafiante de levantar este nuevo recorrido “fue el poder usar de la manera más efectiva posible los pocos fondos existentes, organizar los voluntariados, y coordinar a la comunidad y múltiples actores. Fue un trabajo organizado con mucha paciencia y dedicación por parte de María Dulce, Hans Muhr (Asesor de la Prorrectoría de Gestión Institucional UC y arquitecto del paisaje) y un equipo de trabajadores que construyeron el sendero y múltiples voluntarios lograron hacerlo realidad con mucho esfuerzo”.
Por su parte, Sergio Navarrete, investigador de CAPES y director de ECIM UC —institución encargada de la administración y protección de la reserva— destacó la importancia de conservar este ecosistema ante las progresivas amenazas que éste enfrenta, de las cuales el ‘trampling’, o tránsito indiscriminado de turistas por la zona, “sobresale por su severidad, provocando erosión en los suelos transitados y la pérdida de plantas nativas a causa de la recolección (principalmente de quiscos), entre otros impactos”.
La frágil posición en la que se encuentra Punta del Lacho y sus paisajes aledaños se debe, principalmente, a la gran presión turística e inmobiliaria que, hasta hoy, se observa en la zona, junto con la falta de una adecuada planificación territorial que aumenta la vulnerabilidad de estos ecosistemas costeros frente a desastres naturales y prácticas extractivas como la pesca no sustentable.
A estos estresores, se suman la extracción furtiva de recursos pesqueros; la contaminación acuática y acústica originada por actividades humanas; la introducción de fauna y vegetación exótica, y la generación y disposición de residuos sólidos domiciliarios, procesos que, en conjunto y por separado, han llevado a los ecosistemas presentes en la zona (como los bosques subterráneos de huiro palo presentes a lo largo de la costa) al borde del colapso.
El litoral rocoso de la zona central de Chile, del que Punta del Lacho es parte, es un ecosistema hogar de múltiples especies de fauna y vegetación marina.
El sendero
Es así como, ante las amenazas que presionan sus costas, el nuevo “Sendero Mirador Punta del Lacho” se alza no sólo como un espacio de protección de la diversidad biológica presente en la zona—demarcando, y delimitando, las vías de desplazamiento e intervención de turistas y visitantes—, sino también como una instancia para apreciar, y valorar, los atributos que hacen de este entorno un tesoro natural digno de conservación.
“Al recorrer el sendero”, señalan sus creadores, “los visitantes podrán disfrutar de la belleza y beneficios del contacto con la Naturaleza, estarán evitando la degradación que provoca el pisoteo descontrolado sobre la flora y la fauna del lugar (…) y serán testigos, finalmente, de los cambios que evidencian la recuperación de este ecosistema”.
Y a dos meses de terminado el sendero, cuenta Sofía Herrera, los resultados de su implementación ya saltan a la vista: “es impresionante ver cómo la vegetación volvió a aparecer en las áreas donde la gente pisaba y que hoy el sendero limita”, nos dice contenta.
Asimismo, la cualidad interpretativa del sendero, que utiliza elementos de comunicación multidimediales e interactivos a lo largo de su recorrido, estimula el interés de los visitantes por conocer y comprender los distintos aspectos de la relación entre los seres humanos y el medio ambiente, de manera atractiva y a través de un proceso de reflexión que los lleve a sus propias conclusiones. Esto, porque a diferencia de los enfoques de educación convencionales, la interpretación ambiental enfatiza el análisis de las relaciones y procesos, en lugar de entregar información de fenómenos o cifras aisladas.
El fin último, cuentan en su sitio web, “es poder comunicar los valores del patrimonio natural y cultural, así como la importancia de su conservación, y colaborar en la diversificación de las actividades turísticas hacia opciones más sustentables para el entorno y la comunidad local”.
La península rocosa en donde se emplaza la Punta del Lacho se caracteriza por presentar casi exclusivamente un borde costero de roca (foto izquierda), y comprende una zona terrestre que ocupa aproximadamente 2,63 hectáreas (foto central); una zona intermareal (foto derecha) y una zona submareal.
Y hablando de la comunidad local, el sendero también ofrece varias actividades educativas de divulgación y socialización que fueron co-creadas junto a miembros y representantes de las localidades aledañas al sitio del proyecto, centradas en el conocimiento científico del entorno natural y cultural de sus ecosistemas. Igualmente, la iniciativa incluyó la generación de un protocolo de visitas guiadas, dirigido a la capacitación de monitores locales.
Para conocer más del sendero, sus horarios de visita y las recomendaciones para recorrerlo de manera responsable y respetuosa con el medio ambiente, puedes visitar su sitio oficial, https://senderopuntadelacho.cl/
Video introductorio
Texto: Comunicaciones CAPES Fotos cortesía de: Sofía Herrera y Proyecto TransforMAR
A dos años de su lanzamiento oficial, el Repositorio de Citas Bibliográficas de Vertebrados Chilenos (CVCh) acaba de estrenar una serie de mejoras que permitirán a sus usuarios aprovechar de mejor forma esta valiosa herramienta, la cual recopila y organiza la producción científica generada en Chile en torno a más de 1.200 especies de aves, peces, mamíferos y reptiles nativos de nuestro territorio.
A partir de mayo, las más de 7 mil citas de fauna que componen esta base de datos podrán ser consultadas no sólo según temas o grupo taxonómico (como ya era costumbre en la plataforma), sino también por la especie específica que motiva la búsqueda. Esto, gracias a un proceso masivo de etiquetado de las publicaciones que asoció cada texto con el animal específico que se describe en él.
“Durante meses nuestro equipo ha etiquetado en cada publicación las especies a las cuales se refiere, construyendo una base de datos de más de 6.000 etiquetas distintas, las que corresponden a unas 1.200 especies”, explica Hugo Chinga, encargado de desarrollo de la plataforma. “Ya contamos, de hecho, con una interfaz para su visualización: cada área, por ejemplo ‘Aves’, tiene una vista de sus especies y subespecies que permite acceder directamente al conjunto de publicaciones que contiene cada nombre. Este es un trabajo que ha requerido mucha investigación, pues una especie puede haber sido publicada en el tiempo con diferentes nombres (sinonimia), e incluso puede haber pequeñas diferencias en el uso del nombre actual entre una y otra publicación”.
Afortunadamente, Chinga y su equipo cuenta con la ayuda de los mismos usuarios para seguir completando esta tarea, pues la plataforma permite a los mismos visitantes construir y gestionar colecciones personalizadas de referencias, participar en la clasificación de la colección general, y apoyar en el etiquetado de las referencias, entre otras acciones.
“Desde el comienzo del proyecto, nuestra plataforma fue pensada para albergar, además de las colecciones propias, las construidas por los usuarios, luego la respuesta a esa pregunta no se reduce a las colecciones hoy disponibles ni a las distintas categorías e interfaces que hemos construido. Un usuario puede administrar carpetas personales con sus propias colecciones de publicaciones, incluso puede compartir algunas de estas carpetas con otros usuarios y trabajar colaborativamente en la generación de su contenido. Este aspecto colaborativo de la plataforma, fue simplificado en la última versión” detalla Chinga.
La construcción de esta base de datos comenzó el año 2000 como un intento del biólogo Enrique Silva, profesional de CAPES UC, por registrar y organizar el conocimiento generado en Chile sobre los vertebrados presentes en su territorio desde el siglo XVIII hasta la fecha. Recién en 2021, dos décadas después, todo ese contenido fue convertido en un sitio web de acceso libre, el cual puede ser visitado, explorado y co-administrado por cualquier persona interesada en saber más sobre la fauna de nuestro país.
Hoy, el repositorio cuenta con 61 usuarios activos que son responsables sólo de un tercio de las búsquedas en la plataforma, las cuales fluctúan entre las 80 y las 90 búsquedas diarias, o las 2.500 a 3.000 búsquedas mensuales. “Esperamos que este dinamismo tenga un incremento significativo en los próximos meses”, menciona Silva,” debido a las mejoras que hemos realizado en cuanto a la experiencia del usuario y a las permanente revisiones y actualizaciones que nuestro equipo ha realizado durante el tiempo de vida del proyecto”.
De hecho, Chinga y su equipo trabajan periódicamente en la actualización del contenido, incorporando nuevas publicaciones y revisando clasificaciones y etiquetado. Todo, para contar con una herramienta que satisfaga las necesidades de uso de académicos, investigadores, y estudiantes.
¿Y qué mejoras vienen en el camino? “Prontamente implementaremos un buscador especializado en buscar por especies e incorporaremos a ella el manejo de sinonimia en la búsqueda”, señala Chinga. “En el mediano plazo, terminaremos de implementar la tecnología Solr de búsqueda, lo cual nos permitirá, perfeccionar el resultado de la búsqueda por palabras clave y una interfaz de búsqueda con múltiples opciones para un mejor resultado”.
Por el momento, los visitantes del repositorio podrán contentarse con apreciar la enorme diversidad de especies que se han estudiado (y que queda por estudiar) en Chile, reflejada en el repositorio de referencia de fauna chilena más grande y completo del país.
La actividad, desarrollada en conjunto con la Corporación Podion a través de su Programa “Servicio al mundo”, entregó a sus 22 participantes una serie de herramientas analíticas y teóricas para el diseño de muestreos de datos obtenidos mediante cámaras trampa, con el objetivo de aportar en el conocimiento de la ecología y conservación de los mamíferos nativos y exóticos presentes en la región.
El investigador del Instituto de Ecología de México (INECOL), Gabriel Andrade Ponce, fue el relator del curso durante sus tres jornadas.
Algunos de los integrantes del taller junto a Gabriel Andrade (izquierda de la pantalla).
Como parte de la visita de 14 días del investigador colombiano Gabriel Andrade Ponce a Chile, el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, en colaboración con la Corporación Podion para la promoción de procesos de desarrollo participativo y sostenible, y su programa de intercambios académicos “Servicio al mundo”, organizó un taller dedicado al análisis de datos a partir del muestreo con cámaras trampa, un instrumento de investigación que permite a biólogos, ecólogos y otros científicos ambientales conocer la ecología, estructura y comportamientos de diversas especies de mamíferos, en aras a su conservación y/o control.
Realizado entre el 2 y el 4 de mayo, “Cámaras trampa en R: Procesamiento, Organización y Análisis de datos de fototrampeo” entregó a 22 estudiantes provenientes de diversas instituciones del país una serie de recomendaciones y consideraciones para la correcta realización de muestreos de datos mediante esta técnica, desde los objetivos e hipótesis ecológicas, hasta los tipos de diseños de muestreo y las consecuencias a la hora de definirlos para el avance en el conocimiento ecológico y de conservación de estas especies.
El taller fue realizado en la Sala Claudio Gay de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, e incluyó una capacitación en el uso del software libre DigiKam (para organizar y etiquetar fotografías obtenidas de cámaras trampa), y de CamtrapR, un paquete de lenguaje de programación R que emplea la información generada en DigiKam para reportar de manera ordenada y eficiente estos metadatos.
Gabriel Andrade, licenciado en Biología en la Universidad Nacional de Colombia y máster en Ciencias en el Instituto de Ecología A.C. de Xalapa, México, visitó nuestro país durante las primeras semanas de mayo gracias al patrocinio del programa “Servicio al mundo”, una iniciativa que financia la estadía de investigadores latinoamericanos en otros países de la región con el objetivo de generar alianzas y cooperaciones entre instituciones dedicadas a la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible.
“Actualmente estamos revisando los datos de las cámaras instaladas en Robinson Crusoe para analizar la abundancia de esta especie y su impacto sobre el funcionamiento de los ecosistemas”, explica Paola Correa Cuadros, investigadora postdoctoral de CAPES/ANID y coordinadora de la iniciativa, “En el proyecto, queremos identificar con mayor precisión la distribución geográfica y abundancia actual del conejo en la isla, para realizar a futuro una valoración más completa de sus impactos y una toma de decisiones bien informada que permita mejorar las políticas públicas de manejo de esta especie invasora”.
Andrade, quien cuenta con una vasta experiencia como profesor coordinador e invitado de varios cursos sobre el uso de datos provenientes de cámaras trampa y modelos de ocupación y co-ocurrencia a lo largo de Latinoamérica, pudo capacitar al equipo de trabajo destinado a estas tareas: Valentina Valenzuela, estudiante de pregrado de biología UC; Carlos Riquelme, estudiante de doctorado de ecología UC, y la misma Correa.
“La capacitación que Gabriel realizó al grupo de trabajo en Conejos europeos en Robinson Crusoe fue de gran ayuda para entender, aplicar y modificar nuestros análisis estadísticos, de modo de detectar y realizar cálculos de abundancia y distribución del conejo europeo con mayor precisión”, resaltó la investigadora. “En cuanto al curso”, añadió, “todos los participantes evidenciaron que las herramientas entregadas por Gabriel habían sido claras y de mucha ayuda para plantear un diseño metodológico de cámaras trampa, saber cómo analizar los datos, que modelos usar y cómo interpretar los resultados”.
Los organizadores del curso esperan contar nuevamente con la presencia de Andrade para noviembre próximo, instancia donde contemplan realizar una nueva versión de esta actividad.
Un éxito total resultó la exposición alrededor del legado cultural y natural de la Colección de Flora y Fauna Profesor Patricio Sánchez Reyes, en el Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Durante la jornada del día sábado, la exposición fue visitada por más de 300 personas, quienes se interiorizaron sobre colecciones biológicas en la voz de 14 estudiantes de las carreras de Biología y Biología Marina de la Facultad de Ciencias Biológicas de la misma casa de estudios. En la jornada del domingo, a las 12:00 pm ya se contabilizaban 500 personas.
Para el biólogo evolutivo y director de la Colección, el Dr. Eduardo Palma, estos números solo visibilizan la importancia de la divulgación científica. “Si queremos hablar de biodiversidad tenemos que aprender a conocerla y respetarla, ¡y qué mejor que visitando esta colección! Es importante crear entusiasmo, sobre todo en niñas y niños, para que se interioricen en la importancia de la vida silvestre”, comentó.
Créditos fotografía: El Rector Ignacio Sánchez visitó la exposición y muestra fotográfica, en donde recalcó la importancia de la difusión de esta Colección para la comunidad UC al curador Benito Rosende y al Dr. Eduardo Palma; por César Cortés.
En la misma línea, una de las estudiantes de Biología de último año como también ayudante del profesor Palma, Constanza Castillo, expresó estar feliz de haber participado de la exposición. “Antes de estudiar biología yo no sabía que había tantas especies en Chile, incluso nunca imaginé que tuviéramos un armadillo en la Patagonia. Entonces, ¿por qué no hacer que todas las personas que no estudian biología también lo sepan?”.
A lo largo de su historia, la Colección de Flora y Fauna Profesor Patricio Sánchez Reyes, ha realizado un sostenido aporte a la investigación científica en las áreas de ecología y evolución; además de servir de apoyo a las actividades de docencia tanto en la UC como en otras universidades y centros. Es por este motivo que este tipo de instancias, se presentan como una gran oportunidad social y educativa para dar cuenta de la relevancia de las colecciones biológicas en la difusión de la biodiversidad y su conservación.
“Son una herramienta fundamental para la conservación de la biodiversidad. Las colecciones biológicas poseen información valiosa para la investigación científica, el material genético, información biogeográfica e histórica de los especímenes, su morfología y huella isotópica, entre otras fuentes de información que no puede ser obtenida, por ejemplo, a través de imágenes”, recalcó el actual curador de la Colección, Benito Rosende.
Créditos fotografía: La muestra fotográfica CAPES consistió en una galería con fotos museológicas de gran formato, de algunos especímenes de fauna silvestre pertenecientes a la Colección; foto CAPES.
Para la Directora de Desarrollo Académico, Dra. Cecilia Riquelme, “las colecciones biológicas juegan un papel fundamental en el estudio y la preservación de la diversidad biológica de nuestro planeta. Son ampliamente usadas para seguir aprendiendo sobre diversidad y sobre evolución, por lo que son un tesoro de la ciencia; nos brindan conocimientos esenciales sobre la vida en la tierra y esta actividad del Dia de los Patrimonios, busca compartir ese tesoro con la ciudadanía”.
Junto con los especímenes de la colección, en distintos formatos de conservación, se presentó una muestra fotográfica de una selección de imágenes en gran formato y a todo color de algunos ejemplares, entre los que se pudieron apreciar el ciervo volante, erizos de mar, monito del monte, culebra de cola corta, bandurria, chitones, entre otros. Mónica Paz, directora de Comunicaciones y Extensión de CAPES, señaló que “este fue un trabajo colaborativo entre CAPES y la Colección Biológica Patricio Sánchez y esperamos llevar esta exposición a distintos lugares, para que la comunidad pueda apreciar la belleza, espectacularidad y diversidad de la fauna de nuestro país”.
En este mismo contexto, se desarrollaron instancias artísticas en donde a las personas de todas las edades, se les invitó a dibujar lo que más les gustó de la muestra. Los dibujos prontamente serán exhibidos digitalmente.
Sobre el concepto “patrimonios”
El Día de los Patrimonios es una celebración anual organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que busca promover el disfrute, conocimiento y reflexión ciudadana sobre los patrimonios en Chile. Cabe destacar que el concepto “patrimonio” no tiene traducción literal en las lenguas indígenas, ya que dicho término proviene de una tradición cultural completamente ajena a las culturas indígenas.
Por lo anterior, las traducciones propuestas forman parte de un proceso en pleno desarrollo, por parte del mundo indígena, de poner en ejercicio el derecho a sus patrimonios culturales propios. En el caso Aymara y Rapa Nui se hace alusión a la herencia cultural colectiva heredada desde las y los antepasados en términos genéricos, y en el caso Quechua a la herencia vivida por quien la rememora (colectivamente); la traducción Ckunsa relaciona “patrimonio” en una analogía con el mundo orgánico natural, y en el caso Yagán con la idea de la siembra, que abre los significados hacia el futuro. Por último, la traducción en Mapuzungun se refiere a las diversas formas de vida, desde lo humano a lo natural, pasando por el amplio mundo onírico y simbólico.
Para más información, sugerimos visitar la página oficial del Día de los Patrimonios.
«Patrimonio Natural de Chile« presenta ejemplares y fotografías a gran escala de algunos de los principales especímenes de la colección. Se exhibirá a todo público el fin de semana de los Patrimonios, este 27 y 28 de mayo.
Monetaria caputdraconis, endémica de Rapa Nui e Islas Salas y Gómez.
Es tradición que durante los días 27 y 28 de mayo, Chile conmemore el Día de los Patrimonios. Este año, según estableció el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, las actividades girarán en torno al concepto de “Recuerdos para el futuro”. Su objetivo es que, en esta vigesimocuarta versión, la fiesta cultural más grande del país sea colectiva, gratuita, descentralizada y a favor de un encuentro directo entre las personas y las distintas manifestaciones patrimoniales culturales y naturales presentes.
En esa línea, la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, junto al Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), han preparado una exposición alrededor del legado cultural y natural de la Colección de Flora y Fauna Profesor Patricio Sánchez Reyes.
A lo largo de su historia, la Colección de Flora y Fauna Profesor Patricio SánchezReyes ha realizado un sostenido aporte a la investigación científica en las áreas de ecología y evolución; además de servir de apoyo a las actividades de docencia tanto en la UC como en otras universidades y centros. Es por este motivo que la celebración patrimonial se presenta como una gran oportunidad social y educativa para dar cuenta de la importancia de una de las colecciones biológicas más importantes del país.
“Esta colección es un verdadero tesoro y como Facultad, nos hemos propuesto difundirla para educar a nuestros niños, niñas, jóvenes y adultos. Queremos que se fascinen con lo que nos rodea pero a la vez, queremos que se den cuenta de la importancia de conservar nuestro entorno. Para cuidar y preservar la biodiversidad, primero debemos conocer lo que tenemos, y esa es una de las principales misiones de las colecciones, y la Colección Patricio Sánchez no es la excepción a esta misión”, detalla la directora de Desarrollo Académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, Dra. Cecilia Riquelme.
Parte de esta exhibición ya fue presentada, con gran éxito, en el Centro de Extensión UC en 2022, durante el Día de los Patrimonios.
¿Has escuchado hablar de las colecciones biológicas?
Las colecciones biológicas albergan un conjunto de organismos o partes de éstos preservados, siguiendo estándares de curaduría que permiten la identificación taxonómica de los ejemplares biológicos.
Para el actual curador de la Colección Patricio Sánchez, Benito Rosende, la importancia de estos repositorios radica en que “son una herramienta fundamental para la conservación de la biodiversidad. Las colecciones biológicas poseen información valiosa para la investigación científica, el material genético, información biogeográfica e histórica de los especímenes, su morfología y huella isotópica, entre otras fuentes de información que no puede ser obtenida, por ejemplo, a través de imágenes”.
“Las colecciones biológicas”, añade, “son además una poderosa herramienta para la educación. Frente a una pérdida de hábitat natural y de especies a nivel global como a nivel nacional, las colecciones biológicas permiten acercar las especies silvestres a las personas, conocer sobre el patrimonio natural del país y sobre muchas especies que provienen de lugares remotos, son escurridizas, escasas o simplemente muy difíciles de observar en su entorno natural. En suma, es posible a través de las colecciones observar en un mismo lugar las especies de un mismo ambiente como también de regiones alejadas entre sí; ambientes de bosque, desierto, montaña o las profundidades marinas”.
Durante el recorrido por la exhibición, los visitantes se podrán encontrar con dos actividades:
Exhibición de ejemplares: Por segundo año consecutivo se va a presentar una exposición abierta a todo público que da cuenta de los cientos de objetos de la colección. La muestra exhibirá a la biodiversidad en sus diferentes niveles de organización: desde la diversidad genética, especies y ecosistemas; por lo que el público podrá recorrer diferentes zonas del país como el intermareal rocoso, la selva valdiviana y la Antártica Chilena. Además, podrá conocer la fauna de amplia distribución geográfica como el Gato Colocolo, el Zorro Culpeo y el Monito del Monte.
Muestra fotográfica CAPES: La exhibición “Fauna silvestre en Chile: muestra fotográfica de la Colección Biológica Prof. Patricio Sánchez” consiste en una galería con fotos museológicas de gran formato, de algunos especímenes de fauna silvestre pertenecientes a la Colección. Se trata de aves, mamíferos, peces, reptiles, anfibios, invertebrados terrestres y marinos, en distintos formatos de conservación, cuyos retratos nos dan cuenta de su particular belleza y de la variedad de sus formas.
En la misma línea educativa, durante la exposición también habrá un espacio para que los más pequeños de la familia puedan pintar y dibujar. También habrá un sorteo sorpresa por día.
Cabe destacar que, por primera vez desde 2020, no existirán restricciones de aforo en los espacios patrimoniales que serán parte de los recorridos para el Día de los Patrimonios, por lo que la invitación es a disfrutar de las actividades en todo el territorio nacional.
¡Una visita imperdible para la familia… ¡Te esperamos!
Datos actividad:
Fechas: Sábado 27 y domingo 28 de mayo, desde las 10:00 horas hasta las 16:00 horas.
Lugar: Centro de Extensión UC, Casa Central (Av. Alameda 390, Santiago de Chile).
Entrada: Liberada. sin previa inscripción.
La Colección de Flora y Fauna también alberga restos óseos de cientos de especies de mamíferos de Chile.
Sobre el concepto “patrimonios”
El Día de los Patrimonios es una celebración anual organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que busca promover el disfrute, conocimiento y reflexión ciudadana sobre los patrimonios en Chile.
Cabe destacar que el concepto “patrimonio” no tiene traducción literal en las lenguas indígenas, ya que dicho término proviene de una tradición cultural completamente ajena a las culturas indígenas.
Por lo anterior, las traducciones propuestas forman parte de un proceso en pleno desarrollo, por parte del mundo indígena, de poner en ejercicio el derecho a sus patrimonios culturales propios. En el caso Aymara y Rapa Nui se hace alusión a la herencia cultural colectiva heredada desde las y los antepasados en términos genéricos, y en el caso Quechua a la herencia vivida por quien la rememora (colectivamente); la traducción Ckunsa relaciona “patrimonio” en una analogía con el mundo orgánico natural, y en el caso Yagán con la idea de la siembra, que abre los significados hacia el futuro. Por último, la traducción en Mapuzungun se refiere a las diversas formas de vida, desde lo humano a lo natural, pasando por lo el amplio mundo onírico y simbólico.
Un grupo de investigadores nacionales revisó los últimos 50 años de literatura científica generada en Chile para determinar cuánto sabemos sobre este ecosistema, uno de los más amenazados en el mundo, y los beneficios que trae a las personas.
Los bosques y matorrales de la precordillera santiaguina, parte del ecosistema mediterráneo esclerófilo de Chile.
Ecosistemas como bosques, océanos y humedales son esenciales no sólo para la vida de los organismos que habitan en estos lugares —y son parte constitutiva de ellos— sino también para nosotros, los seres humanos. Sin árboles de dónde extraer madera, no podríamos edificar viviendas; sin el agua de ríos y lagos, no tendríamos qué beber, y sin un suelo rico en nutrientes y microorganismos, ninguna de las plantas que nos alimentan podría crecer ni desarrollarse.
Los múltiples beneficios que entrega la naturaleza a los seres vivos, y especialmente a los seres humanos, se conocen como “servicios ecosistémicos”, y aun cuando muchos de ellos son ampliamente conocidos por la mayoría de nosotros (como los ya mencionados), hay otros cuya importancia aún no ha sido del todo estudiada, ni mucho menos valorada.
Es el caso, por ejemplo, de los servicios ecosistémicos que provee el bosque y matorral esclerófilo de la zona central de Chile, un complejo sistema ecológico que abarca casi 14 millones de hectáreas —distribuidas entre los paralelos 31 y 37 del territorio nacional—, comprende 10 tipos distintos de vegetación, y alberga a cientos de especies endémicas de nuestro país, es decir, que solo están presentes en esta parte del mundo.
Para ayudar a resumir lo que sabemos hasta ahora acerca de los beneficios que proveen los bosques y matorrales esclerófilos a los seres humanos, un grupo de investigadores nacionales encabezados por la académica de la Universidad de Los Lagos, Dra. Cecilia Smith, revisó los últimos 50 años de literatura científica generada en Chile sobre este ecosistema, uno de los más amenazados por el cambio climático, la urbanización y el cambio de uso del suelo en el mundo.
Todo, para proveer un análisis de base que sirviera de insumo para la evaluación de estos frágiles ecosistemas, en pos de su conservación, restauración y estudio.
Sus resultados fueron publicados recientemente bajo el título “Ecosystem services of Chilean sclerophyllous forests and shrublands on the verge of collapse” en la revista Journal of Arid Environments.
El avance de las ciudades es una de los factores que incide más fuertemente en la pérdida de bosque esclerófilo y sus servicios.
Servicios en declive
Los bosques y matorrales esclerófilos de Chile son uno de los 5 ecosistemas de tipo mediterráneo existentes en el mundo. Considerados en estado vulnerable, en peligro o en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), estos ecosistemas se desarrollan usualmente en suelos altamente erosionados y con serias limitantes físicas, tales como laderas escarpadas y con pobre infiltración de agua.
Según el estudio, el declive del bosque y matorral esclerófilo en Chile se atribuye principalmente a la expansión de las tierras agrícolas, la urbanización y los incendios. La conversión de bosque esclerófilo a suelo agrícola, por ejemplo, ha sido especialmente severa durante las últimas décadas: un estudio corroboró que, entre 1975 y 2007, la pérdida de bosque en esta zona fue mayor que durante cualquier período anterior.
El impacto del cambio climático en la región también se ha sentido, principalmente a través de una “mega-sequía” que se extiende en esta zona por más de 12 años, asociada a un déficit de lluvias de un 38% en durante la última década. Se trata del evento de escasez hídrica más severo de los últimos 700 años.
Es así como la disminución global de las precipitaciones, sumado a un aumento en las temperaturas, ha causado un alza en la mortalidad de los árboles y el declive de estos bosques y los servicios que proveen, como evidencia el proceso de pardeamiento que, hasta 2017, había sufrido el 30% de los bosques chilenos.
Profesor Juan Ovalle (U. de Chile, CAPES UC), uno de los autores del estudio.
Para el investigador de CAPES UC y académico de la Universidad de Chile, Dr. Juan Ovalle, uno de los coautores del estudio, la pérdida del bosque esclerófilo “es un problema que afecta directamente el bienestar humano en múltiples formas, incluyendo la salud, la seguridad alimentaria, la economía y las actividades al aire libre. Por ejemplo, en ciudades altamente pobladas de zonas precordilleranas (como Santiago) la deforestación puede afectar la calidad del aire y del agua, aumentando el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra (e.g. Cajón del Maipo)”. Ovalle también explica que la pérdida de servicios ecosistémicos dentro del bosque esclerófilo puede tener un impacto económico significativo en las comunidades locales que dependen de los recursos naturales para su sustento. Por ejemplo, “en la zona central de Chile, los viveros de especies nativas dependen de la provisión de semillas de los árboles y arbustos de áreas silvestres (colectan en cerros, quebradas, valles, etc). Si este servicio de provisión se pierde producto del cambio de uso de suelo o de la mortalidad de la copa por sequía, entonces la disponibilidad del material de propagación disminuye, afectando directamente a los viveros y propagadores de especies nativas”, detalla.
Lo que no sabemos
Smith, Ovalle, y el equipo de especialistas a cargo de la revisión (entre los que se encuentra el también investigador CAPES, Marcelo Miranda), hallaron 158 estudios que, ya sea usando o no el concepto de “servicio ecosistémico”, describen, identifican y/o evalúan los beneficios sociales y ambientales derivados de los bosques y matorrales esclerófilos chilenos desde 1974 a 2022, incluyendo reportes técnicos, tesis y literatura científica.
Dentro de estas publicaciones, los servicios más frecuentemente reportados fueron los de provisión, con 86 trabajos, seguidos de los servicios de regulación (61) y culturales (29) (en algunos casos, un mismo estudio investigó sobre uno o más servicios).
Para los investigadores, si bien en los últimos 15 años se aprecia un alza en el número de publicaciones dedicadas a la identificación y análisis de servicios ecosistémicos—coincidente con la publicación de la Evaluación Milenio de Ecosistemas, el año 2005— los servicios que otorgan los bosques y matorrales esclerófilos de Chile siguen siendo, hasta hoy, escasamente cuantificados, y usando, para ello, variables sobre simplificadas como indicadores de medición.
“A pesar de la importancia de los SE para el bienestar humano y el desarrollo sostenible, su conocimiento en Chile aún es limitado y fragmentado”, comenta Ovalle, “por ejemplo, se han realizado algunos estudios sobre servicios específicos, como la provisión de agua y la regulación del clima en la cuenca del río Maipo, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en los bosques nativos de la región de Valdivia, y el papel de los humedales en la mitigación del cambio climático en la Región Metropolitana de Santiago. Específicamente para bosque esclerófilo, el conocimiento sobre sus servicios ecosistémicos era casi nulo”. Los investigadores descubrieron que, por ejemplo, los servicios relacionados con biodiversidad animal, como polinización y control de plagas, siguen siendo poco conocidos y estudiados, y a medida que fenómenos como el calentamiento global sigan reduciendo de forma significativa el suministro de agua en los climas mediterráneos, estudios referidos a la regulación y provisión de este elemento serán cada vez más necesarios.
El espino, una de las especies insignes del bosque esclerófilo, utilizado como leña y carbón, y rico en nutrientes para la alimentación del ganado.
Lo que sabemos
Así y todo, el equipo de investigación logró pesquisar 19 servicios ecosistémicos distintos con una o más publicaciones a su haber. Estos beneficios, divididos en servicios de provisión, regulación y culturales (usando la clasificación elaborada por la misma Evaluación Milenio de Ecosistemas, y el Common International Classification of Ecosystem Services, o CICES), fueron debidamente detallados y explicados en el trabajo.
Entre los servicios de provisión, por ejemplo, los investigadores resaltaron el rol del peumo (C. alba), el boldo (P. boldus) y el espino (Acacia caven), árboles y arbustos característicos del esclerófilo, en la suministro de leña y carbón, especialmente para las grandes ciudades; el espino es particularmente aprovechado por su alto valor calórico: los bosques más densos de este arbusto pueden proveer hasta 20 mil kg de biomasa por hectárea al año, y su venta como carbón puede llegar a las 264 toneladas anuales.
Otro producto de exportación provisto por el bosque esclerófilo es la fruta de la palma chilena, o Jubea chilensis, la cual es exportada mayoritariamente a los EEUU. Lo mismo ocurre con el jarabe (o sirope) producido a partir de la savia de esta especie endémica, el cual se vende tanto a mercados nacionales como internacionales.
Pero si nos referimos exclusivamente a los servicios de provisión, sin lugar a dudas el más estudiado por las científicas y científicos chilenos es el asociado al uso medicinal que se hace de estos ecosistemas: aproximadamente un tercio de las plantas nativas chilenas poseen valor medicinal, y la mayor parte de ellas proviene de los bosques y matorrales esclerófilos. El producto forestal no maderable más exportado desde Chile, de hecho, es la corteza del quillay (Quillaja saponaria), usada como detergente, insecticida, ungüento para la piel, adyuvante para vacunas (entre ellas, la de COVID-19), y carbonatador de bebidas gaseosas, y las hojas de boldo, usadas en infusiones curativas debido al alcaloide boldina, presente en éstas.
Otros servicios de provisión mencionados en el artículo son el abastecimiento de propágulos (esto es, semillas, esquejes o bulbos de una especie vegetal que, al plantarse separadamente, permiten el desarrollo y propagación de nuevos individuos de la especie), la producción de miel derivada principalmente de plantas endémicas del territorio (y cuya venta fluctúa entre las 7 y 11 toneladas al año), a extracción de suelo orgánico (tierra de hoja) para la jardinería, y la provisión de comida y sombra para el ganado.
Servicios culturales y de regulación
El bosque y matorral esclerófilo, sin embargo, no sólo provee a los seres humanos de bienes y servicios directos para su consumo o explotación. También son vitales en la regulación del clima y otros procesos naturales de los cuales las personas dependen directamente. Tal es el caso de la vegetación ribereña presente en las laderas andinas y preandinas chilenas, la cual es esencial en la prevención de eventos climáticos extremos como aluviones e inundaciones.
“Diversos estudios han comprobado que la cobertura natural que proveen los árboles del bosque esclerófilo impide la erosión y reducen la pérdida de suelo de manera mucho más efectiva que el terreno agrícola o las plantaciones forestales” advierten los investigadores. Lo mismo ocurre con la disponibilidad de agua para el consumo humano que permiten estas especies (adaptadas a un consumo hídrico bajo) en comparación con cultivos frutales como los cerezos y las plantas, que demandan mayor cantidad de agua para su crecimiento.
Otros servicios de regulación entregados por el bosque esclerófilo y mencionados en el estudio, son la purificación del aire mediante la captación de partículas contaminantes; el secuestro de carbono a través del suelo y la vegetación, el mantenimiento de la calidad de los suelos (mediante la abundante presencia, por ejemplo, de micorriza arbuscular), el control biológico de plagas y enfermedades, servicios de polinización, y el rol regulador de los insectos del esclerófilo como descomponedores de desechos.
Finalmente, los investigadores describieron aquellos servicios ecosistémicos que contribuyen al bienestar cultural y espiritual de los hombres y mujeres que tenemos la suerte de vivir junto a estos bosques y matorrales, los cuales, por no ser tangibles, suelen ser menospreciados o subvalorados a la hora de evaluar el impacto positivo que tiene el esclerófilo en nuestras vidas.
El aumento del turismo ambiental, y con ello el incremento en la valoración del bosque esclerófilo como un proveedor de tranquilidad y belleza escénica entre las personas, son pruebas de la fuerte conexión entre la experiencia de lo natural y el bienestar humano. A nivel cultural, distintas evaluaciones llevadas a cabo en la región Metropolitana mostraron que, para el 41% de los encuestados, el servicio más valioso entregado por su entorno natural era el sentido de pertenencia. Otros estudios han demostrado que la presencia del bosque esclerófilo está asociada a la preservación de actividades económicas tradicionales, las cuales, a su vez, se vinculan con herencias culturales e identidad local.
“Este artículo”, concluye Juan Ovalle “probablemente, es el primer esfuerzo conjunto en estudiar aspectos poco conocidos de un ecosistema (Bosque esclerófilo) que actualmente está al borde del colapso producto de la sequía y la historia de uso”.
Un grupo de investigadores chilenos, brasileños y británicos trabajó durante 5 años en un proyecto que buscó promover prácticas de intensificación ecológica en una zona de Brasil altamente afectada por la actividad humana, en un intento por replicar un nuevo enfoque de producción agrícola en un contexto latinoamericano.
La Caatinga, al noreste de Brasil (Crédito: Nadia Rojas).
Al noreste de Brasil, en un territorio que comprende cerca del 10% del área total del país, se encuentra la Caatinga. Esta ecorregión, llamada así por el tipo de vegetación que la cubre (caatinga viene del tupí “kaatinga” o “bosque blanco”), es un bioma único en el mundo, caracterizado por una flora desértica especialmente adaptada a ambientes secos, y compuesta por una rica diversidad de árboles, arbustos y matorrales, muchos de los cuales sólo se encuentran en esta parte del globo.
Es allí, también, donde cientos de agricultores frutícolas del valle de São Francisco hacen su vida bajo las inclemencias de este entorno semiárido, transformando, a su paso, la estructura, funcionalidad y biodiversidad de este magnífico ecosistema, amenazado por la actividad agrícola y el aumento de la sequía a causa del cambio climático.
Se estima, por ejemplo, que entre 1990 y 2010, una décima parte de este territorio —alrededor de 90 mil kilómetros cuadrados— se perdió a causa de la agricultura, la actividad forestal y la continua expansión urbana a la que se ha visto sometida, afectando a las 500 especies de aves y 1.000 especies de plantas —31% de ellas endémicas— que habitan la región.
Para hacer frente a este problema, un grupo de investigadores internacionales liderado por académicos de la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido, creó SUFICA, un consorcio que buscó mejorar la sostenibilidad de la fruticultura que se realiza en el valle, un esfuerzo de 5 años que hoy llega a su fin con excelentes y prometedores resultados.
Conversamos con Eduardo Arellano, investigador CAPES y director del capítulo chileno de este proyecto pionero, para rememorar los principales hitos que marcaron el trabajo en la región y las lecciones que dejó SUFICA para el futuro de la investigación en agroecología y el desafío de contar con alimentos producidos —y consumidos— de manera sustentable con el medio ambiente.
Intensificación ecológica en ambientes semiáridos
Una de las aristas del proyecto fue la instalación de dispositivos para el monitoreo de fauna (en este caso reptiles) bajo los cultivo. Las mallas (al fondo de la foto) buscan guiar el paso de los animales por la lámina de concho monitoreada por la cámara trampa.
“Fruticultura Sostenible en la Caatinga” (o SUFICA, por sus siglas en inglés), nació en 2018 a partir de un llamado conjunto de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID) y el programa Newton Fund del Reino Unido para el levantamiento que proyectos de investigación asociativos entre investigadores del Reino Unido y de Chile que contribuyesen al desarrollo económico y al bienestar de otros países de la región bajo el tema de “Nexos Energía-Alimentos-Agua-Medio Ambiente”. Esto, nos cuenta Eduardo, permitió crear un proyecto multidisciplinario y global que abarcó toda la cadena de producción involucrada en la elaboración de agro-alimentos, desde la producción en el huerto hasta la venta en supermercados de Inglaterra.
¿En qué consistió el proyecto SUFICA y cómo nació esta colaboración?
“El proyecto es un consorcio de investigación internacional, conformado por investigadores de Brasil, Inglaterra y Chile, que buscó mejorar la sustentabilidad de la producción frutícola en áreas de prioridad para la biodiversidad, como son la zona semiárida de la Caatinga en Brasil y la zona central de Chile. En el proyecto se plantearon diversos desafíos sobre cómo potenciar el aporte de los predios a los servicios ecosistémicos, de modo de contar con alimentos que no impactarán negativamente en la biodiversidad de los lugares donde eran producidos”.
La colaboración, añade Eduardo, fue una respuesta a las recientes señales del mercado en el sector agroalimentario, especialmente en Europa, para que los agricultores tomarán medidas para promover la biodiversidad.
¿Cuáles fueron las principales áreas de estudio/trabajo?
“La investigación se centró en el estudio y promoción de los servicios ecosistémicos que mejoraban la producción de los frutales —polinización, almacenamiento de carbono y regulación del flujo de agua— y la evaluación de los beneficios que estos servicios traen a los mismos agricultores”, muchos de ellos, comenta Eduardo, reticentes a abandonar las técnicas tradicionales a favor de prácticas más amables con los entornos naturales.
El proyecto co-diseñó junto a productores y empresas exportadoras internacionales una serie de innovaciones basadas en la naturaleza en huertos frutales intensivos. “Estas innovaciones”, explica el también académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica, “generan múltiples beneficios ambientales, al tiempo que mejoran la rentabilidad de los predios a través de un mejor rendimiento o calidad y una reducción de insumos (agua y agroquímicos)”.
El enfoque, denominado “intensificación ecológica”, se ha mostrado prometedor en Europa y América del Norte, pero no había sido probado experimentalmente en ambientes tropicales semiáridos.
M2E85L233-234R399B435Parte de la fauna identificada alrededor de los predios gracias al uso de cámaras trampa (Crédito: Proyecto SUFICA).
Una red sustentable para el futuro
Luego de 5 años de trabajo, ¿cuáles son los principales resultados y conclusiones a las que llegaron?
“Antes que todo, SUFICA nos permitió formar una red de investigadoras e investigadores, productores, asesores y exportadores de los tres países involucrados, con la realización de 8 talleres en Chile y Brasil, además de la instalación de pilotajes con agricultores que buscaban potenciar las acciones de intensificación ecológica en sus predios”.
“El principal resultado fue el aprendizaje del proceso de co-creación, donde se unió a investigadores y agricultores en busca de la priorización y adaptación de las mejores técnicas de intensificación ecológica en sus predios frutícolas. Además, se validó la herramienta online para gestionar la biodiversidad predial, para fruticultura de zonas mediterráneas”.
“Una de las conclusiones principales, es que aún existen grandes brechas entre las actividades de los fruticultores y los objetivos globales de sustentabilidad. Si bien se entiende lo que se debe hacer en cuanto a acciones de intensificación ecológica que promuevan la biodiversidad, existen barreras culturales y sociales que dificultan o impiden la aplicación de estas prácticas. Para superar estas brechas se requerirá de incentivos, como los existentes en las políticas europeas”.
¿Qué productos de transferencia o divulgación dejó este proyecto?
“A nivel de transferencia, se realizaron seminarios en Brasil y dos seminarios en Chile sobre avances del proyecto, acciones de intensificación ecológica y de adaptación y mitigación para el cambio climático. Tuvimos, además, dos seminarios de cierre en Chile, uno en Santiago y otro en Rancagua, los cuales contaron con una alta asistencia y participación”.
“En cuanto a divulgación, se generaron una serie de boletines (o booklets) y manuales en portugués o español, que describen en detalle la biodiversidad de la región a través de sus aves, mamíferos, fauna del suelo, flora e insectos, además de un manual de prácticas agrícolas de bajo impacto. Participamos, asimismo, en webinars y cursos online”.
“Finalmente, en lo que se respecta a producción científica, ya hemos publicado 4 artículos científicos y estamos en el proceso de cerrar las publicaciones de varios más asociados a distintos aspectos de biodiversidad en agricultura”, remata el investigador.
Junto a Arellano, el proyecto también fue liderado por Lynn Dicks, de la Universidad de Cambridge (UK), y contó con la participación de Fabiana Oliveira da Silva, Kátia Siqueira, Patricia Rebouças, Lúcia Kill y Vinina Silva Ferreira como co-investigadoras; Andrés Muñoz-Sáez (CAPES) y Liam Crowther como investigadores posdoctorales; Natalia Zielonka como estudiante de doctorado; Nadia Rojas como asistente de campo, además de Gonzalo Neira y Xavier Baudequin como miembros representantes de la industria.
Alcances y desafíos
¿Cuáles son los alcances de este proyecto en términos de sus aplicaciones futuras en agroecosistemas?
“Este proyecto refuerza uno de los objetivos más importantes de la Línea de Intensificación Ecológica de nuestro Centro, que es la identificación y transferencia de acciones que potencien servicios ecosistémicos y la biodiversidad. Generamos información relevante para sistemas frutícolas de Chile y Brasil sobre el potencial de adaptar recomendaciones de manejo que se implementan principalmente en el hemisferio norte”.
“Además, la adaptación de la herramienta Cool Farm Tool para sistemas frutícolas permitirá a los productores identificar acciones y generar reportes de biodiversidad predial. Este es uno de los puntos más relevantes, porque la biodiversidad tiene aspectos muy locales que deben ser validados”.
¿Qué aprendizajes y lecciones obtuvieron de este proyecto, más allá de esos resultados?
“Una parte importante de la ejecución de SUFICA fue en plena pandemia Covid-19, por lo que la ejecución del proyecto fue un permanente desafío debido a que incorporaba viajes, trabajos de implementación y monitoreos en campo tanto en Brasil como en Chile. Finalmente, la colaboración e interés de los agricultores y los investigadores permitió sacar adelante los objetivos”.
“Para nosotros, el aprendizaje fue la inducción a redes internacionales de investigación en biodiversidad y agricultura mediante un proyecto de gran envergadura, que funcionaba en tres idiomas y que consideraba una gran diversidad de actores. Aprendimos sobre la realidad de los agricultores en Brasil en las zonas semiáridas de la Caatinga y como los mercados globales de fruta influencian las decisiones que toman los agricultores”.
Finalmente ¿qué pendientes dejó este trabajo para investigaciones futuras?
“Dentro de las acciones que se probaron se implementaron ensayos de cultivos de cobertura y perchas para rapaces. Se trabajó y avanzó en los diseños e implementación y se logró un monitoreo inicial, dejando pendiente las evaluaciones del efecto de estas intervenciones sobre la producción frutícola a largo plazo”.
“Gracias al proyecto, se conformó una red de colaboración de investigadores y estudiantes de la Universidad de Cambridge, Universidad de East Anglia, PUC, Universidad de Sergipe, Universidade Federal de Bahía y la Universidad del Valle de San Francisco, la que esperamos poder mantener en forma activa a través de otras iniciativas de carácter internacional”.