Desafío Retorna: diciendo adiós a los vasos desechables en los campus UC

Ideado y coordinado por la bióloga CAPES, Daniela Mella, el proyecto es una actividad conjunta entre dicho centro y la Escuela de Diseño de la Universidad Católica, y tiene por objetivo el diseño de un servicio de vasos retornables en cafeterías y otros establecimientos comerciales insertados en sistemas de circuito cerrado.

El pasado agosto, de forma telemática, los estudiantes de cuarto año de la carrera de Diseño de la Universidad Católica iniciaron el taller “Creación de nuevos servicios para las personas”, dictado por la profesora de la Escuela de Diseño UC, Paula Wuth. Durante las próximas 12 semanas, los futuros diseñadores deberían trabajar en la ideación y elaboración de uno de dos proyectos orientados al diseño de productos y servicios centrados en las personas, los cuales pondrán a prueba sus conocimientos y capacidades creativas.

Uno de estos proyectos, llamado “Desafío Retorna” tiene por misión el diseño de un servicio de vasos retornables para cafeterías y establecimientos de expendio de bebidas frías y calientes, especialmente en sistemas de circuito cerrado o semi-cerrado como campus o estaciones de metro.

La iniciativa es una idea desarrollada por la bióloga y profesional CAPES, Daniella Mella, en un intento por reducir el consumo de plásticos de un solo uso en dependencias de la Universidad, e idealmente extender la idea a otros espacios de venta de este tipo de envases.

La iniciativa, explica Mella, “nace de la frustración de ver y conocer el impacto que tiene la acumulación de plásticos y otros materiales de un solo uso en el ambiente”, especialmente a nivel de los ecosistemas marinos. “Lo más frustrante de esto es darse cuenta que lo que está sucediendo es consecuencia de pequeños actos cotidianos, como tomarse un jugo con una bombilla, tirar una bolsa plástica o beberse un café en un vaso desechable” comenta.

De ahí su idea de introducir pequeños cambios en la forma en que las personas consumen este tipo de alimentos, partiendo por la relación entre las personas, y su café. Sin embargo, cambiar un comportamiento arraigado en las personas, por minúsculo que parezca, no es tarea fácil. “Son muchos los factores que le impiden a las personas producir estos cambios: hábitos, comodidad, falta de información o de tiempo, desinterés, etc. Cada quien tiene motivaciones diferentes para ir a tomar un café en un determinado momento, y éstas no siempre tienen que ver con el impacto ambiental que generamos. Entonces, ¿cómo hacemos para que tomar la decisión ambientalmente correcta sea también la más cómoda, la más fácil y la más atractiva? De esa pregunta, y de la conversación con distintas personas e instituciones interesadas y expertas en el tema, nació este proyecto y el desafío del que es parte”.

Mella se asoció con profesionales de la Dirección de Sustentabilidad y la Escuela de Diseño de la Universidad Católica para configurar un grupo de trabajo que hiciera factible la creación de este servicio, uno que reemplazase los vasos desechables por recipientes retornables en las cafeterías de la Universidad. De esta colaboración, surgió la idea de convertir este proyecto en un desafío para los estudiantes de Diseño.

Pensando en los consumidores…

Durante el desafío, estos estudiantes trabajarán individual y grupalmente a través de una metodología de diseño que comienza con la “inspiración”, es decir, con entender el contexto en el que se enmarca el proyecto, para luego avanzar en la comprensión de las necesidades de los usuarios y actores claves del servicio a diseñar, y así finalmente proponer soluciones al desafío, testearlas y proyectarlas en una propuesta formal.

Al final del semestre, se espera que cada grupo de trabajo presente una propuesta de prototipo que incluya los aspectos tanto comerciales y de marketing como de usabilidad del producto-servicio. El equipo de Retorna, en conjunto con la Dirección de Sustentabilidad, evaluarán estos prototipos para definir cuál o cuáles se pondrán poner a prueba dentro de la Universidad.

“Desde la perspectiva de CAPES”, explica Mella, “se evaluará cómo las propuestas cumplen con los requisitos de sustentabilidad que se buscan. Esto es, una disminución del impacto ambiental del servicio-producto respecto a las alternativas actuales, a través de todo su ciclo de vida, desde la obtención y uso de materias primas para su fabricación, hasta su disposición final”.

En el camino, sin embargo, los alumnos se encontrarán con las mismas dificultades que anteriormente mencionara la profesional CAPES: “Entre los desafíos más importantes está lograr un producto-servicio que sea económicamente sustentable y competitivo, y cómo a través del diseño puedo asegurar, o al menos aumentar la probabilidad, de que los vasos sean devueltos al sistema y asegurar su circularidad o «retornabilidad». Por último, está el gran desafío de lograr ese cambio de hábito en las personas. Hay diferentes perfiles de consumidores, y no a todos les interesa el impacto ambiental de sus acciones cotidiana. ¿Cómo logramos entonces que esas personas sean también atraídas por esta nueva forma de tomar café o té? Ese es un gran desafío”, plantea.

… y el medio ambiente

Para Mella, la implementación de este tipo de medidas a pequeña y mediana escala puede traer beneficios tanto en el corto como en el largo plazo. “Si pensamos en el contexto universitario, a corto plazo se vería una reducción en la cantidad de desechos que produce la Universidad, trayendo importantes beneficios económicos, pero sobre todo acercándonos a la meta de carbono-neutralidad que la institución se ha puesto para el 2038″.

Esto, debido al impacto positivo que traería deshacerse de un producto que en toda su cadena productiva genera externalidades negativas para el medioambiente, desde el uso (y abuso) de materias primas para su creación hasta la contaminación ambiental que producen por su acumulación en el ambiente. “A mediano y largo plazo, esperamos lograr cambios de hábitos en la comunidad universitaria. Que esto sea el inicio de un cambio de cultura de lo desechable a lo reutilizable” añade Mella.

Y si bien la doctora en Biología Marina hoy está enfocada en poner a prueba estos prototipos dentro de la Universidad, idealmente cambiando los hábitos de la comunidad universitaria en el proceso, la gran metra es poder sacar el servicio “al mundo. “Esperamos que una vez con el prototipo, podamos postular a fondos concursables que nos permitan lograr este objetivo. Probablemente viendo cómo funciona en otras universidades como las de la red de Campus Sustentable, para luego escalar a otros sistemas de circuito cerrado o semi cerrado, como son edificios corporativos, clínicas o aeropuertos”.

El plan más allá de esta primera etapa es ambicioso, pero tanto Mella como las instituciones que la apoyan saben mejor nadie que no existe mejor basura que la que no se produce. O en este caso, bebe.

Una buena gestión de los océanos es clave para el futuro de los alimentos, afirman

Un grupo de investigadores internacionales concluyó que, si se gestiona de forma sostenible, la pesca silvestre y la maricultura podrían ayudar a satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos en el largo plazo.

El Panel para una Economía Oceánica Sostenible, un grupo de 14 líderes mundiales organizados en torno al objetivo común de un futuro más resiliente para el planeta y las personas, encargó a un grupo de expertos de todo el mundo, con amplios conocimientos en economía, biología, ecología, nutrición, pesca y maricultura, evaluar en qué condiciones se encuentra el océano para satisfacer la creciente demanda global de alimentos.

Los especialistas, entre quienes se encuentra el académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, Stefan Gelcich, concluyeron que los océanos representan una posibilidad cierta de producción de alimentos para el futuro, siempre y cuando sus recursos de gestionen de manera sostenible, consciente y mancomunada.

Sus conclusiones fueron presentadas tanto en un detallado Blue Paper encargado por dicho Panel, como en un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Nature.

Aliado para un futuro sostenible

Dada la creciente demanda de alimentos y las limitaciones de la expansión de la producción de alimentos en tierra, los alimentos de origen marino, que son ricos en nutrientes y una fuente de proteínas, podrían estar preparados para ser nuestra próxima gran lucha contra la inseguridad alimentaria para los aproximadamente 9.800 millones de personas que habitarán el planeta para el 2050. ¿Pero podemos producir más en el océano sin colapsar sus ecosistemas?

«La pregunta que estábamos tratando de responder era: la gestión sostenible del océano durante los próximos 30 años ¿significa que produciremos más alimentos o menos?”, comentó Christopher Costello, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental, y autor principal del artículo, “y creo que muchos de nosotros entramos en esto pensando que, para gestionar el océano de manera sostenible, tendríamos que extraer menos, lo que significaría menos comida del mar».

Sin embargo, lo que encontraron los investigadores fue lo contrario.

“Si se hace de manera sostenible, en realidad se podría aumentar la comida del mar y en una proporción descomunal en relación con la expansión de la comida terrestre”, afirmó el académico. «Y podría hacerse de una manera mucho más respetuosa con el medio ambiente para el clima, la biodiversidad y otros servicios de los ecosistemas que la producción de alimentos en la tierra».

Stefan Gelcich, por su parte, recalcó que todo depende de la manera en cómo se gestionen los bienes que proveen los mares: «Al mejorar la sostenibilidad y la equidad a través de una serie de políticas y compromisos comerciales viables, los alimentos del mar tienen el potencial de expandirse en el futuro, nutriendo a la creciente población humana«.

Comenzando por la sostenibilidad

Para el investigador de CAPES y del Núcleo Milenio Centro Mussels, una transición a la gestión sustentable de los recursos marinos pasa por “establecer estrategias propias para avanzar hacia la sostenibilidad de nuestros océanos. Estas deben enfatizar buenas prácticas en términos de sostenibilidad y equidad”.

Asimismo, indicó que “la gobernanza de los océanos debe ser adaptativa. Van cambiando los forzantes sociales y ambientales, por lo que debemos responder con modelos que apunten a la sostenibilidad y equidad en el acceso y distribución de beneficios de los recursos, frente a estas nuevas y dinámicas realidades. En este sentido, no hay una receta para resolver los problemas de sostenibilidad; debe haber constantes procesos de co-aprendizaje y co-diseño de soluciones”

«Hemos tenido un historial de sobreexplotación de muchas pesquerías, pero estamos viendo que los gobiernos están comenzando a implementar mejores políticas de gestión de la pesca», añadió Costello. «Y cuando reconstruyes las pesquerías, restauras la salud del océano y eso te permite tener más alimentos».

Los investigadores estimaron un aumento de aproximadamente un 16% en los productos del mar capturados en el medio silvestre para 2050 si las pesquerías se gestionan de forma sostenible. Por el contrario, la falta de mejora de la gestión podría conducir a reducciones significativas en la producción de productos del mar de la pesca salvaje.

El rol de la acuicultura

Los productos del mar cultivados pueden ver un aumento aún mayor en la producción de alimentos si se hacen en equilibrio con la naturaleza; algunos lugares con maricultura insostenible deberían reducirse, posiblemente rehabilitarse, y otras áreas deberían alentarse a desarrollar granjas de mariscos sostenibles. Con innovaciones que reducen la dependencia de la maricultura de los piensos a base de pescado y políticas eficaces que pueden reducir las barreras para iniciar operaciones de maricultura respetuosas con el medio ambiente, la producción de peces y mariscos de picicultivos puede aumentar drásticamente.

«La adopción de alternativas más rápidas y las mejoras de eficiencia en la acuicultura serán clave para escalar la producción marina sostenible», dijo Halley Froehlich, profesora asistente en el Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina y Estudios Ambientales de la UC Santa Bárbara y coautora en el estudio. Si bien la oferta sostenible podría aumentar en más de seis veces, cuando se consideran tanto la oferta como la demanda, el aumento probable en la maricultura es de entre 2 y 4 veces, dependiendo de la demanda futura.

Según Costello, no hay mejor momento que el presente para comenzar a planificar y hacer crecer de manera sostenible el sistema que podría estar alimentándonos en una generación. El investigador señaló que los aumentos en la población y la riqueza, junto con la conciencia de que los mariscos son particularmente nutritivos, impulsarán la demanda futura.

“A medida que las dietas de las personas cambian, se enriquecen, crece la población, empiezan a darse cuenta de que el pescado es más nutritivo y saludable que las fuentes de carne terrestres, la demanda crece. Eso eleva los precios y crea un incentivo económico para generar alimentos del mar”, dijo.

La situación en Chile

Para Gelcich, en el caso de un país dependiente de la pesca como Chile, los desafíos son aún mayores, y pasan en buena parte por un cambio en las prácticas productivas de éste último sector: “Debemos trabajar en mejorar la equidad y sostenibilidad de pesquerías y de la acuicultura. En Chile, a mi juicio, esto implica el apoyo a la pesca artesanal, acuicultura de pequeña escala y la mejor regulación de impactos ambientales de otras actividades en la costa” comentó.

En opinión del investigador, “los pescadores artesanales o pequeños acuicultores jugaran un importante rol en lograr que el potencial que tiene el océano para alimentar a la humanidad sea sostenible e incluya dimensiones de justicia ambiental”.

“Es clave que reconozcamos la importancia de océanos saludables para sustentar el bienestar humano. El océano es vital para la salud de las sociedades humanas y para una economía mundial próspera, es nuestro gran aliado en la búsqueda de un futuro sostenible. En este sentido, construir modelos de gobernanza, con la participación de los diferentes actores, para alcanzar la sostenibilidad de los océanos, es una de las tareas más importantes y de las mayores oportunidades para afrontar los desafíos asociados a cambios globales “, remató.


Una buena gestión de los océanos es clave para el futuro de los alimentos, afirman

Un grupo de investigadores internacionales concluyó que, si se gestiona de forma sostenible, la pesca silvestre y la maricultura podrían ayudar a satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos en el largo plazo.

El Panel para una Economía Oceánica Sostenible, un grupo de 14 líderes mundiales organizados en torno al objetivo común de un futuro más resiliente para el planeta y las personas, encargó a un grupo de expertos de todo el mundo, con amplios conocimientos en economía, biología, ecología, nutrición, pesca y maricultura, evaluar en qué condiciones se encuentra el océano para satisfacer la creciente demanda global de alimentos.

Los especialistas, entre quienes se encuentra el académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, Stefan Gelcich, concluyeron que los océanos representan una posibilidad cierta de producción de alimentos para el futuro, siempre y cuando sus recursos de gestionen de manera sostenible, consciente y mancomunada.

Sus conclusiones fueron presentadas tanto en un detallado Blue Paper encargado por dicho Panel, como en un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Nature.

Aliado para un futuro sostenible

Dada la creciente demanda de alimentos y las limitaciones de la expansión de la producción de alimentos en tierra, los alimentos de origen marino, que son ricos en nutrientes y una fuente de proteínas, podrían estar preparados para ser nuestra próxima gran lucha contra la inseguridad alimentaria para los aproximadamente 9.800 millones de personas que habitarán el planeta para el 2050. ¿Pero podemos producir más en el océano sin colapsar sus ecosistemas?

«La pregunta que estábamos tratando de responder era: la gestión sostenible del océano durante los próximos 30 años ¿significa que produciremos más alimentos o menos?”, comentó Christopher Costello, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental, y autor principal del artículo, “y creo que muchos de nosotros entramos en esto pensando que, para gestionar el océano de manera sostenible, tendríamos que extraer menos, lo que significaría menos comida del mar».

Sin embargo, lo que encontraron los investigadores fue lo contrario.

“Si se hace de manera sostenible, en realidad se podría aumentar la comida del mar y en una proporción descomunal en relación con la expansión de la comida terrestre”, afirmó el académico. «Y podría hacerse de una manera mucho más respetuosa con el medio ambiente para el clima, la biodiversidad y otros servicios de los ecosistemas que la producción de alimentos en la tierra».

Stefan Gelcich, por su parte, recalcó que todo depende de la manera en cómo se gestionen los bienes que proveen los mares: «Al mejorar la sostenibilidad y la equidad a través de una serie de políticas y compromisos comerciales viables, los alimentos del mar tienen el potencial de expandirse en el futuro, nutriendo a la creciente población humana«.

Comenzando por la sostenibilidad

Para el investigador de CAPES y del Núcleo Milenio Centro Mussels, una transición a la gestión sustentable de los recursos marinos pasa por “establecer estrategias propias para avanzar hacia la sostenibilidad de nuestros océanos. Estas deben enfatizar buenas prácticas en términos de sostenibilidad y equidad”.

Asimismo, indicó que “la gobernanza de los océanos debe ser adaptativa. Van cambiando los forzantes sociales y ambientales, por lo que debemos responder con modelos que apunten a la sostenibilidad y equidad en el acceso y distribución de beneficios de los recursos, frente a estas nuevas y dinámicas realidades. En este sentido, no hay una receta para resolver los problemas de sostenibilidad; debe haber constantes procesos de co-aprendizaje y co-diseño de soluciones”

«Hemos tenido un historial de sobreexplotación de muchas pesquerías, pero estamos viendo que los gobiernos están comenzando a implementar mejores políticas de gestión de la pesca», añadió Costello. «Y cuando reconstruyes las pesquerías, restauras la salud del océano y eso te permite tener más alimentos».

Los investigadores estimaron un aumento de aproximadamente un 16% en los productos del mar capturados en el medio silvestre para 2050 si las pesquerías se gestionan de forma sostenible. Por el contrario, la falta de mejora de la gestión podría conducir a reducciones significativas en la producción de productos del mar de la pesca salvaje.

El rol de la acuicultura

Los productos del mar cultivados pueden ver un aumento aún mayor en la producción de alimentos si se hacen en equilibrio con la naturaleza; algunos lugares con maricultura insostenible deberían reducirse, posiblemente rehabilitarse, y otras áreas deberían alentarse a desarrollar granjas de mariscos sostenibles. Con innovaciones que reducen la dependencia de la maricultura de los piensos a base de pescado y políticas eficaces que pueden reducir las barreras para iniciar operaciones de maricultura respetuosas con el medio ambiente, la producción de peces y mariscos de picicultivos puede aumentar drásticamente.

«La adopción de alternativas más rápidas y las mejoras de eficiencia en la acuicultura serán clave para escalar la producción marina sostenible», dijo Halley Froehlich, profesora asistente en el Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina y Estudios Ambientales de la UC Santa Bárbara y coautora en el estudio. Si bien la oferta sostenible podría aumentar en más de seis veces, cuando se consideran tanto la oferta como la demanda, el aumento probable en la maricultura es de entre 2 y 4 veces, dependiendo de la demanda futura.

Según Costello, no hay mejor momento que el presente para comenzar a planificar y hacer crecer de manera sostenible el sistema que podría estar alimentándonos en una generación. El investigador señaló que los aumentos en la población y la riqueza, junto con la conciencia de que los mariscos son particularmente nutritivos, impulsarán la demanda futura.

“A medida que las dietas de las personas cambian, se enriquecen, crece la población, empiezan a darse cuenta de que el pescado es más nutritivo y saludable que las fuentes de carne terrestres, la demanda crece. Eso eleva los precios y crea un incentivo económico para generar alimentos del mar”, dijo.

La situación en Chile

Para Gelcich, en el caso de un país dependiente de la pesca como Chile, los desafíos son aún mayores, y pasan en buena parte por un cambio en las prácticas productivas de éste último sector: “Debemos trabajar en mejorar la equidad y sostenibilidad de pesquerías y de la acuicultura. En Chile, a mi juicio, esto implica el apoyo a la pesca artesanal, acuicultura de pequeña escala y la mejor regulación de impactos ambientales de otras actividades en la costa” comentó.

En opinión del investigador, “los pescadores artesanales o pequeños acuicultores jugaran un importante rol en lograr que el potencial que tiene el océano para alimentar a la humanidad sea sostenible e incluya dimensiones de justicia ambiental”.

“Es clave que reconozcamos la importancia de océanos saludables para sustentar el bienestar humano. El océano es vital para la salud de las sociedades humanas y para una economía mundial próspera, es nuestro gran aliado en la búsqueda de un futuro sostenible. En este sentido, construir modelos de gobernanza, con la participación de los diferentes actores, para alcanzar la sostenibilidad de los océanos, es una de las tareas más importantes y de las mayores oportunidades para afrontar los desafíos asociados a cambios globales “, remató.


Crean centro pionero de ganadería regenerativa en Pirque

El Centro tendrá por objetivo la implementación y aprendizaje de diversas técnicas asociadas a esta metodología, la cual “intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad”, en palabras de su investigador responsable, el ingeniero agrónomo CAPES Rafael Larraín.

Son múltiples los estudios que han puesto en evidencia los impactos negativos que la ganadería tradicional, o convencional, tiene sobre la biodiversidad y la salud de los suelos. En respuesta a esta problemática, la ganadería regenerativa es una innovadora aproximación al manejo y crianza de ganado que privilegia el pastoreo controlado y rotativo de los animales, con el fin de sostener la diversidad biológica de los ecosistemas donde éstos pacen y favorecer la recuperación del suelo.

Educar sobre esta metodología sustentable es también el objetivo del nuevo Centro de Ganadería Regenerativa, una iniciativa patrocinada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del ministerio de Agricultura que impulsa el desarrollo de un sitio de aprendizaje de estas técnicas, aplicables para la zona centro y sur de Chile, ubicado en Pirque.

“El lugar donde desarrollamos el proyecto viene de décadas de cultivos y manejos convencionales, por lo que, a estas alturas, su suelo es como un enfermo alimentado por sonda: hay que ir mejorándolo de a poco, dándole las condiciones para que se recupere y luego pueda comer y por sí mismo llevar una vida activa”, explicó Rafael Larraín, investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC) responsable del proyecto.

Actualmente, casi la mitad (49.1%) de los suelos de Chile presentan erosión. Aun cuando el principal factor responsable de este fenómeno es la acción humana, también hay factores intrínsecos al paisaje. Además, hay estimaciones de que cerca del 50% de la materia orgánica de los suelos se puede perder por efecto de la agricultura y ganadería convencional.

“El proceso de transición para la mejora de estos suelos permitirá comenzar a recuperar estos ecosistemas, aumentar la biodiversidad en y sobre ellos, y echar a andar los procesos biológicos que después sostendrán la nueva forma de producir” explica Larraín.

La iniciativa, que en su descripción oficial se propone “implementar y evaluar prácticas de tipo regenerativas adaptadas a pequeños y medianos productores de la zona central para la producción de cultivos y forrajes, y para la producción animal”, es ejecutada por el equipo de la Estación Experimental Agrícola “Julio Ortúzar Pereira”, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

El director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre, sostuvo que “uno de nuestros desafíos estratégicos es considerar la biodiversidad y sustentabilidad de nuestro ecosistema, así que estamos muy contentos que, a través de nuevas prácticas para el sector, podamos permitir que la Región Metropolitana se convierta en un espacio pionero para la agricultura del futuro”.

Por su parte, el Seremi de Agricultura, José Pedro Guilisasti, agregó: “creo que esta iniciativa tiene un gran potencial para ser replicada en la Región Metropolitana, en lugares que también sufren erosión como consecuencia de prácticas ganaderas. Como Ministerio de Agricultura y los organismos dependientes, tenemos mucho que aportar a esta iniciativa pionera, poniendo a su disposición nuestra experiencia en temas relacionados como a través del Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios (SIRSD-S), para la recuperación de suelos degradados, a través de servicios como SAG, INDAP y ODEPA”.

Acciones para una ganadería sustentable

Para Rafael Larraín, las prácticas asociadas a la ganadería regenerativa “son útiles en diversas situaciones ganaderas, incluidas la producción de leche (rubro principal de la Estación) pero utilizables también en otros sistemas ganaderos; desde crianza y engorda de rumiantes, hasta producción de cerdos y aves”.

El Centro también evaluará opciones para la producción de maíz en rotaciones con cultivos de cobertura bajo siembra directa, y la producción estacional de cultivos de forraje/granos sobre una “pradera permanente”. Además, “se considerará la implementación de un sistema de pastoreo regenerativo con una secuencia de bovinos y gallinas de postura en gallinero móvil”, agregó Larraín.

Finalmente, también se buscará desarrollar capacidades en productores, técnicos y estudiantes para aplicar estas prácticas en forma independiente, y difundir resultados productivos, ambientales y económicos de sectores con y sin manejos regenerativos.

De acuerdo con los estudios que existen en el tema, la pérdida de biodiversidad y la frecuente inversión del suelo por arados y rastras destruyen el ecosistema del suelo y hacen que la materia orgánica se degrade liberando CO2. Todo esto genera un suelo menos nutritivo para las plantas; perdiendo su estructura, reduciendo su capacidad de captar agua y de retenerla, y reduciendo el flujo de aire al interior del suelo.

Según el ingeniero agrónomo, “el proyecto es trascendental para la agricultura del futuro, ya que la ganadería convencional se caracteriza por un pensamiento lineal, reduccionista. A través de la recuperación de sistemas biológicos complejos y activos, la ganadería regenerativa intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad. Para la agricultura regenerativa un suelo vivo y sano es la base para una producción vegetal abundante, sana y rentable”.

Crean centro pionero de ganadería regenerativa en Pirque

El Centro tendrá por objetivo la implementación y aprendizaje de diversas técnicas asociadas a esta metodología, la cual “intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad”, en palabras de su investigador responsable, el ingeniero agrónomo CAPES Rafael Larraín.

Son múltiples los estudios que han puesto en evidencia los impactos negativos que la ganadería tradicional, o convencional, tiene sobre la biodiversidad y la salud de los suelos. En respuesta a esta problemática, la ganadería regenerativa es una innovadora aproximación al manejo y crianza de ganado que privilegia el pastoreo controlado y rotativo de los animales, con el fin de sostener la diversidad biológica de los ecosistemas donde éstos pacen y favorecer la recuperación del suelo.

Educar sobre esta metodología sustentable es también el objetivo del nuevo Centro de Ganadería Regenerativa, una iniciativa patrocinada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del ministerio de Agricultura que impulsa el desarrollo de un sitio de aprendizaje de estas técnicas, aplicables para la zona centro y sur de Chile, ubicado en Pirque.

“El lugar donde desarrollamos el proyecto viene de décadas de cultivos y manejos convencionales, por lo que, a estas alturas, su suelo es como un enfermo alimentado por sonda: hay que ir mejorándolo de a poco, dándole las condiciones para que se recupere y luego pueda comer y por sí mismo llevar una vida activa”, explicó Rafael Larraín, investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC) responsable del proyecto.

Actualmente, casi la mitad (49.1%) de los suelos de Chile presentan erosión. Aun cuando el principal factor responsable de este fenómeno es la acción humana, también hay factores intrínsecos al paisaje. Además, hay estimaciones de que cerca del 50% de la materia orgánica de los suelos se puede perder por efecto de la agricultura y ganadería convencional.

“El proceso de transición para la mejora de estos suelos permitirá comenzar a recuperar estos ecosistemas, aumentar la biodiversidad en y sobre ellos, y echar a andar los procesos biológicos que después sostendrán la nueva forma de producir” explica Larraín.

La iniciativa, que en su descripción oficial se propone “implementar y evaluar prácticas de tipo regenerativas adaptadas a pequeños y medianos productores de la zona central para la producción de cultivos y forrajes, y para la producción animal”, es ejecutada por el equipo de la Estación Experimental Agrícola “Julio Ortúzar Pereira”, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

El director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre, sostuvo que “uno de nuestros desafíos estratégicos es considerar la biodiversidad y sustentabilidad de nuestro ecosistema, así que estamos muy contentos que, a través de nuevas prácticas para el sector, podamos permitir que la Región Metropolitana se convierta en un espacio pionero para la agricultura del futuro”.

Por su parte, el Seremi de Agricultura, José Pedro Guilisasti, agregó: “creo que esta iniciativa tiene un gran potencial para ser replicada en la Región Metropolitana, en lugares que también sufren erosión como consecuencia de prácticas ganaderas. Como Ministerio de Agricultura y los organismos dependientes, tenemos mucho que aportar a esta iniciativa pionera, poniendo a su disposición nuestra experiencia en temas relacionados como a través del Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios (SIRSD-S), para la recuperación de suelos degradados, a través de servicios como SAG, INDAP y ODEPA”.

Acciones para una ganadería sustentable

Para Rafael Larraín, las prácticas asociadas a la ganadería regenerativa “son útiles en diversas situaciones ganaderas, incluidas la producción de leche (rubro principal de la Estación) pero utilizables también en otros sistemas ganaderos; desde crianza y engorda de rumiantes, hasta producción de cerdos y aves”.

El Centro también evaluará opciones para la producción de maíz en rotaciones con cultivos de cobertura bajo siembra directa, y la producción estacional de cultivos de forraje/granos sobre una “pradera permanente”. Además, “se considerará la implementación de un sistema de pastoreo regenerativo con una secuencia de bovinos y gallinas de postura en gallinero móvil”, agregó Larraín.

Finalmente, también se buscará desarrollar capacidades en productores, técnicos y estudiantes para aplicar estas prácticas en forma independiente, y difundir resultados productivos, ambientales y económicos de sectores con y sin manejos regenerativos.

De acuerdo con los estudios que existen en el tema, la pérdida de biodiversidad y la frecuente inversión del suelo por arados y rastras destruyen el ecosistema del suelo y hacen que la materia orgánica se degrade liberando CO2. Todo esto genera un suelo menos nutritivo para las plantas; perdiendo su estructura, reduciendo su capacidad de captar agua y de retenerla, y reduciendo el flujo de aire al interior del suelo.

Según el ingeniero agrónomo, “el proyecto es trascendental para la agricultura del futuro, ya que la ganadería convencional se caracteriza por un pensamiento lineal, reduccionista. A través de la recuperación de sistemas biológicos complejos y activos, la ganadería regenerativa intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad. Para la agricultura regenerativa un suelo vivo y sano es la base para una producción vegetal abundante, sana y rentable”.

Rodrigo Wiff: cuantificando los mares para una pesca sustentable

El biólogo marino, investigador asociado de la línea 4 de CAPES, nos habla sobre la importancia de los modelos poblacionales aplicados a la pesca y detalla sus proyectos de investigación actuales.

Los océanos son terra incognita en más de un sentido. No sólo un 95% de los mares del mundo se encuentra sin mapear, inexplorado e incluso oculto a ojos humanos, sino que buena parte de las regiones que sí conocemos —predominantemente, nuestras costas— bullen de una vida muchas veces esquiva e impredecible.

Bien lo sabe Rodrigo Wiff, biólogo marino de CAPES, quien ha dedicado su carrera a entender las dinámicas que operan en los intersticios oceánicos en busca de patrones que permitan conocer —y proyectar— el estado de los ecosistemas marinos y de los organismos que los componen. En su caso, para crear modelos que ayuden a la implementación de políticas pesqueras eficientes y sustentables.

“Una pesquería sustentable es una pesquería que regula la extracción de peces, entre otras vías, a través de cuotas de captura, que le dicen al pescador cuánto pescar cada año para obtener beneficios económicos, y al mismo tiempo, mantener a la población de peces en un nivel estable” nos cuenta. “Lo que hacen estos modelos matemáticos es estimar la cantidad de biomasa disponible cada año para alcanzar este objetivo”.

Y esta no es la única área donde Rodrigo se vale de las matemáticas para entender procesos biológicos complejos: “Para sorpresa de algunos, la biología tiene algunas ramas que son tremendamente cuantitativas. Solo por nombrar algunas en las que he trabajo, la ecología teoría, la dinámica poblacional y los modelos pesqueros recurre regularmente a sofisticadas herramientas matemáticas y estadísticas para resolver problemas propios de estas sub-disciplinas”, explica.

“En el caso particular de la pesca”, prosigue, “el problema común es estimar procesos que solo observas parcialmente. Por ejemplo, pasa que solo algunos peces quedan atrapados en la red, o solo una parte de la biomasa es observada en los cruceros de investigación, etc. De esa forma, se vuelve un problema de estimar procesos no observados y lo tanto, se vuelven problemas propios de disciplinas como las matemáticas y la estadística”. Es como si las matemáticas le ayudaran, casi literalmente, a mirar debajo del agua.

Rodrigo nació en la población El Cortijo, en la comuna de Conchalí. A mediados de los años 90, en un período marcado por la expansión pesquera en nuestro país, ingresó a estudiar biología marina con mención en pesca y acuicultura en la Universidad de Concepción, de la que se titularía el 2000. Su vínculo con los números aplicados a la ecología surge por esos años: “Cursando el pregrado me percaté que tenía facilidades para los aspectos cuantitativos en biología y tuve la suerte de ser formado en el pregrado y en el magister por el Dr. Rubén Roa-Ureta quien sin duda es uno de los científicos pesqueros cuantitativos más importantes de Latinoamérica”, recuerda.

Sus primeros trabajos, acaecidos durante sus años de magister, se dieron como investigador en diversos proyectos oceanográficos y pesqueros al alero del programa FONDAP Humboldt, y más tarde en el Instituto de Investigación Pesquera (Inpesca, Talcahuano). En 2004, con el grado ya obtenido, recaló en el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP, Valparaíso) como encargado de la evaluación de stock la pesquería sur-austral de Chile.

El también doctor en Bioestadística en la Universidad de St. Andrews, Escocia, e investigador posdoctoral de la Universidad de Aberdeen, llegó a CAPES durante el primer año de vida del Centro, en 2015. Desde entonces, sus áreas de investigación han estado asociadas al modelamiento de procesos individuales y poblacionales en peces y crustáceos, principalmente referidos al crecimiento, reproducción, madurez, reclutamiento, producción de biomasa y consumo de alimento.

En el último tiempo, también se ha estado dedicando a la modelación espacial, particularmente referente a las especies de langostinos en Chile, aunque ha combinado estos trabajos con una serie de proyectos abocados al estudio de otras especies marinas.

Proyectos de investigación

El primero de estos proyectos (FIPA 2017-46), recientemente concluido, tuvo por objetivo principal sentar las bases metodológicas para la construcción de indicadores de abundancia del congrio dorado para la flota artesanal que opera en fiordos y canales de la Patagonia Chilena, mediante la realización de dos campañas de muestreo a bordo de lanchas artesanales espineleras efectuadas en otoño y primavera de 2018.

“Este proyecto podría ser clave en una pesquería tan emblemática para la pesca artesanal chilena como lo es el congrio dorado” relata Rodrigo. “Hoy en día, la evaluación de stock de esta especie, y por ende las cuotas de captura y estado de explotación, se basan casi completamente en información proveniente de la pesquería industrial. Por lo tanto, este proyecto entrega las bases metodológicas de como levantan un indicador de abundancia desde la pesquería artesanal y que contribuya a determinar el estado de explotación de esta especie”.

El proyecto, además, fue el primer concurso FIPA adjudicado a la Universidad Católica de Chile en su historia.

Un segundo proyecto FIPA recientemente adjudicado consistió en un estudio piloto de marcaje y recaptura de reineta (Brama australis) con el fin de conocer patrones de migración y distribución espacial de esta importante especie productiva. Si bien los estudios de marcaje no son muy comunes en la historia de la investigación pesquera nacional, en opinión de biólogo marino, éstos pueden ser de gran utilidad. “En el caso de reineta, se tiene la hipótesis que esta especie migra, por lo que un programa de marcaje podría determinar sus patrones migratorios y, en el largo plazo, influir en la estimación de parámetros de su historia de vida”.

Este trabajo podría contribuir, además, al entendimiento de la pesquería con miras a una mejor administración de este recurso, uno de los más importantes para la pesquería artesanal de centro-sur chilena hoy en día.

Finalmente, Rodrigo y su equipo también trabajan como coordinadores de un proyecto IFOP cuya misión es revisar a través de pares internacionales, los proyectos de evaluación de stock de erizos desarrollado por el Instituto a lo largo de los años.

Rodrigo Wiff: cuantificando los mares para una pesca sustentable

El biólogo marino, investigador asociado de la línea 4 de CAPES, nos habla sobre la importancia de los modelos poblacionales aplicados a la pesca y detalla sus proyectos de investigación actuales.

Los océanos son terra incognita en más de un sentido. No sólo un 95% de los mares del mundo se encuentra sin mapear, inexplorado e incluso oculto a ojos humanos, sino que buena parte de las regiones que sí conocemos —predominantemente, nuestras costas— bullen de una vida muchas veces esquiva e impredecible.

Bien lo sabe Rodrigo Wiff, biólogo marino de CAPES, quien ha dedicado su carrera a entender las dinámicas que operan en los intersticios oceánicos en busca de patrones que permitan conocer —y proyectar— el estado de los ecosistemas marinos y de los organismos que los componen. En su caso, para crear modelos que ayuden a la implementación de políticas pesqueras eficientes y sustentables.

“Una pesquería sustentable es una pesquería que regula la extracción de peces, entre otras vías, a través de cuotas de captura, que le dicen al pescador cuánto pescar cada año para obtener beneficios económicos, y al mismo tiempo, mantener a la población de peces en un nivel estable” nos cuenta. “Lo que hacen estos modelos matemáticos es estimar la cantidad de biomasa disponible cada año para alcanzar este objetivo”.

Y esta no es la única área donde Rodrigo se vale de las matemáticas para entender procesos biológicos complejos: “Para sorpresa de algunos, la biología tiene algunas ramas que son tremendamente cuantitativas. Solo por nombrar algunas en las que he trabajo, la ecología teoría, la dinámica poblacional y los modelos pesqueros recurre regularmente a sofisticadas herramientas matemáticas y estadísticas para resolver problemas propios de estas sub-disciplinas”, explica.

“En el caso particular de la pesca”, prosigue, “el problema común es estimar procesos que solo observas parcialmente. Por ejemplo, pasa que solo algunos peces quedan atrapados en la red, o solo una parte de la biomasa es observada en los cruceros de investigación, etc. De esa forma, se vuelve un problema de estimar procesos no observados y lo tanto, se vuelven problemas propios de disciplinas como las matemáticas y la estadística”. Es como si las matemáticas le ayudaran, casi literalmente, a mirar debajo del agua.

Rodrigo nació en la población El Cortijo, en la comuna de Conchalí. A mediados de los años 90, en un período marcado por la expansión pesquera en nuestro país, ingresó a estudiar biología marina con mención en pesca y acuicultura en la Universidad de Concepción, de la que se titularía el 2000. Su vínculo con los números aplicados a la ecología surge por esos años: “Cursando el pregrado me percaté que tenía facilidades para los aspectos cuantitativos en biología y tuve la suerte de ser formado en el pregrado y en el magister por el Dr. Rubén Roa-Ureta quien sin duda es uno de los científicos pesqueros cuantitativos más importantes de Latinoamérica”, recuerda.

Sus primeros trabajos, acaecidos durante sus años de magister, se dieron como investigador en diversos proyectos oceanográficos y pesqueros al alero del programa FONDAP Humboldt, y más tarde en el Instituto de Investigación Pesquera (Inpesca, Talcahuano). En 2004, con el grado ya obtenido, recaló en el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP, Valparaíso) como encargado de la evaluación de stock la pesquería sur-austral de Chile.

El también doctor en Bioestadística en la Universidad de St. Andrews, Escocia, e investigador posdoctoral de la Universidad de Aberdeen, llegó a CAPES durante el primer año de vida del Centro, en 2015. Desde entonces, sus áreas de investigación han estado asociadas al modelamiento de procesos individuales y poblacionales en peces y crustáceos, principalmente referidos al crecimiento, reproducción, madurez, reclutamiento, producción de biomasa y consumo de alimento.

En el último tiempo, también se ha estado dedicando a la modelación espacial, particularmente referente a las especies de langostinos en Chile, aunque ha combinado estos trabajos con una serie de proyectos abocados al estudio de otras especies marinas.

Proyectos de investigación

El primero de estos proyectos (FIPA 2017-46), recientemente concluido, tuvo por objetivo principal sentar las bases metodológicas para la construcción de indicadores de abundancia del congrio dorado para la flota artesanal que opera en fiordos y canales de la Patagonia Chilena, mediante la realización de dos campañas de muestreo a bordo de lanchas artesanales espineleras efectuadas en otoño y primavera de 2018.

“Este proyecto podría ser clave en una pesquería tan emblemática para la pesca artesanal chilena como lo es el congrio dorado” relata Rodrigo. “Hoy en día, la evaluación de stock de esta especie, y por ende las cuotas de captura y estado de explotación, se basan casi completamente en información proveniente de la pesquería industrial. Por lo tanto, este proyecto entrega las bases metodológicas de como levantan un indicador de abundancia desde la pesquería artesanal y que contribuya a determinar el estado de explotación de esta especie”.

El proyecto, además, fue el primer concurso FIPA adjudicado a la Universidad Católica de Chile en su historia.

Un segundo proyecto FIPA recientemente adjudicado consistió en un estudio piloto de marcaje y recaptura de reineta (Brama australis) con el fin de conocer patrones de migración y distribución espacial de esta importante especie productiva. Si bien los estudios de marcaje no son muy comunes en la historia de la investigación pesquera nacional, en opinión de biólogo marino, éstos pueden ser de gran utilidad. “En el caso de reineta, se tiene la hipótesis que esta especie migra, por lo que un programa de marcaje podría determinar sus patrones migratorios y, en el largo plazo, influir en la estimación de parámetros de su historia de vida”.

Este trabajo podría contribuir, además, al entendimiento de la pesquería con miras a una mejor administración de este recurso, uno de los más importantes para la pesquería artesanal de centro-sur chilena hoy en día.

Finalmente, Rodrigo y su equipo también trabajan como coordinadores de un proyecto IFOP cuya misión es revisar a través de pares internacionales, los proyectos de evaluación de stock de erizos desarrollado por el Instituto a lo largo de los años.

Espacios costeros para pueblos originarios: estudio evalúa desafíos y oportunidades

A doce años de la promulgación en Chile de la ley de Espacios Costeros Marinos de los Pueblos Originarios (ECMPO) ¿cuánto ha avanzado este instrumento en la restitución de los derechos de tierra ancestrales de las comunidades indígenas, y de paso, en la protección y manejo sustentable de los ecosistemas costeros del país?

Esta fue una de las preguntas que Luciano Hiriart-Bertrand, de Costa Humboldt; Juan Silva, de la Universidad de California Santa Bárbara, y Stefan Gelcich, de CAPES, buscaron responderse en un reciente artículo publicado en la revista Ocean and Coastal Management.

El trabajo tuvo por objetivo analizar la implementación de esta medida, que asigna y delimita zonas marinas y costeras exclusivas para el manejo de estos pueblos, determinando cuáles son sus principales potenciales a nivel de conservación y los obstáculos que aún perduran para asegurar avances reales en la materia.

Para ello, los investigadores estudiaron el estado de tramitación de las 91 áreas cuya administración ha sido solicitada por comunidades indígenas entre 2008 y 2019 (de las cuales 9 se encuentran completamente operativas), cuya extensión total alcanza los 31.959 km2.

Entre los aspectos evaluados, se determinaron los tipos de uso otorgados para cada zona (turismo, pesca, conservación, entre otros), recogieron las impresiones de las mismas comunidades sobre el instrumento, e identificaron las principales brechas que dificultaban el proceso de asignación e implementación de la política.

“Los principales desafíos de implementación de la ECMPO dicen relación con las diferentes visiones de mundo entre las comunidades indígenas y las instituciones del Estado” afirma el estudio. A esto, se suman problemas relativos a los plazos y recursos financieros requeridos para la aplicación del instrumento, y conflictos originados por el temor de algunos pescadores artesanales no indígenas de que el otorgamiento de más derechos de manejo en las costas chilenas pueda incrementar la presión sobre la actividad pesquera, reduciendo así los recursos disponibles.

“Nuestro diagnóstico revela que uno de los problemas más presentes es el hecho de que Conadi (agencia encargada de implementar la política), provee financiamiento sólo cuando los proyectos han sido aprobados oficialmente; todos los pasos previos del proceso de adjudicación deben ser financiados por las mismas comunidades”, explican los autores. Asimismo, éstos proponen que durante el proceso de postulación las comunidades puedan ser capaces de seleccionar las áreas a conservar, formar redes con entidades estatales y transferir sus sistemas de conocimiento a la compleción de formularios y requisitos de postulación, los que, en la actualidad, están basados en una visión occidental de la gestión ambiental.

En opinión de los investigadores, suplir estas deficiencias de modo de asegurar la legítima implementación de esta política es un paso clave para avanzar en el reconocimiento del derecho de los pueblos originarios a la autodeterminación, una deuda que, hasta ahora, el Estado chileno no ha logrado asumir.

“La ley de Espacios Costeros Marinos de los Pueblos Originarios tiene el potencial de ampliar la conservación cultural y de la biodiversidad marina, mediante la asignación de accesos y derechos de manejo de áreas marinas a estas comunidades”, aseveran los investigadores. “Aun cuando la medida esté dominada por instituciones del Estado y sus marcos de gestión por protocolos científicos occidentales, ofrece una oportunidad para controlar actividades no reguladas, restaurar ecosistemas marinos y desarrollar planes de manejo que incluyan el conocimiento tradicional de estas culturas”, concluyen.

Fuente: Challenges and opportunities of implementing the marine and coastal areas for indigenous peoples policy in Chile (2020)

Espacios costeros para pueblos originarios: estudio evalúa desafíos y oportunidadesMarine and Coastal Areas for Indigenous Peoples: Study Assesses Challenges and Opportunities

A doce años de la promulgación en Chile de la ley de Espacios Costeros Marinos de los Pueblos Originarios (ECMPO) ¿cuánto ha avanzado este instrumento en la restitución de los derechos de tierra ancestrales de las comunidades indígenas, y de paso, en la protección y manejo sustentable de los ecosistemas costeros del país?

Esta fue una de las preguntas que Luciano Hiriart-Bertrand, de Costa Humboldt; Juan Silva, de la Universidad de California Santa Bárbara, y Stefan Gelcich, de CAPES, buscaron responderse en un reciente artículo publicado en la revista Ocean and Coastal Management.

El trabajo tuvo por objetivo analizar la implementación de esta medida, que asigna y delimita zonas marinas y costeras exclusivas para el manejo de estos pueblos, determinando cuáles son sus principales potenciales a nivel de conservación y los obstáculos que aún perduran para asegurar avances reales en la materia.

Para ello, los investigadores estudiaron el estado de tramitación de las 91 áreas cuya administración ha sido solicitada por comunidades indígenas entre 2008 y 2019 (de las cuales 9 se encuentran completamente operativas), cuya extensión total alcanza los 31.959 km2.

Entre los aspectos evaluados, se determinaron los tipos de uso otorgados para cada zona (turismo, pesca, conservación, entre otros), recogieron las impresiones de las mismas comunidades sobre el instrumento, e identificaron las principales brechas que dificultaban el proceso de asignación e implementación de la política.

“Los principales desafíos de implementación de la ECMPO dicen relación con las diferentes visiones de mundo entre las comunidades indígenas y las instituciones del Estado” afirma el estudio. A esto, se suman problemas relativos a los plazos y recursos financieros requeridos para la aplicación del instrumento, y conflictos originados por el temor de algunos pescadores artesanales no indígenas de que el otorgamiento de más derechos de manejo en las costas chilenas pueda incrementar la presión sobre la actividad pesquera, reduciendo así los recursos disponibles.

“Nuestro diagnóstico revela que uno de los problemas más presentes es el hecho de que Conadi (agencia encargada de implementar la política), provee financiamiento sólo cuando los proyectos han sido aprobados oficialmente; todos los pasos previos del proceso de adjudicación deben ser financiados por las mismas comunidades”, explican los autores. Asimismo, éstos proponen que durante el proceso de postulación las comunidades puedan ser capaces de seleccionar las áreas a conservar, formar redes con entidades estatales y transferir sus sistemas de conocimiento a la compleción de formularios y requisitos de postulación, los que, en la actualidad, están basados en una visión occidental de la gestión ambiental.

En opinión de los investigadores, suplir estas deficiencias de modo de asegurar la legítima implementación de esta política es un paso clave para avanzar en el reconocimiento del derecho de los pueblos originarios a la autodeterminación, una deuda que, hasta ahora, el Estado chileno no ha logrado asumir.

“La ley de Espacios Costeros Marinos de los Pueblos Originarios tiene el potencial de ampliar la conservación cultural y de la biodiversidad marina, mediante la asignación de accesos y derechos de manejo de áreas marinas a estas comunidades”, aseveran los investigadores. “Aun cuando la medida esté dominada por instituciones del Estado y sus marcos de gestión por protocolos científicos occidentales, ofrece una oportunidad para controlar actividades no reguladas, restaurar ecosistemas marinos y desarrollar planes de manejo que incluyan el conocimiento tradicional de estas culturas”, concluyen.

Fuente: Challenges and opportunities of implementing the marine and coastal areas for indigenous peoples policy in Chile (2020)