12 científicas son destacadas por su contribución con el cuidado y protección del medio ambiente

La tercera versión de la iniciativa, “Igualmente Sabias: Creadoras de conciencia” , liderada por el PAR EXPLORA RM Norte, destaca el trabajo de doce mujeres que realizan investigaciones, desarrollos tecnológicos, innovaciones o actividades de divulgación en áreas vinculadas con el cuidado y protección del medio ambiente, entre ellas Francisca Boher, directora del área de Transferencia y Vinculación Estratégica de CAPES.

La ecóloga Francisca Boher (CAPES) fue una de las 12 científicas destacadas.

La exposición “Igualmente Sabias: Creadoras de conciencia”, organizada por el Proyecto Explora de la Región Metropolitana Norte, estará realizando diversas actividades, entre noviembre del 2022 y marzo del 2023, buscando inspirar a más niñas, jóvenes y mujeres a desarrollarse en diversas áreas del conocimiento, contribuyendo a derribar los prejuicios y cerrar la brecha de género en materia de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación (CTCI).

“Por tercer año consecutivo nos honra destacar y reconocer el trabajo de científicas, tecnólogas, divulgadoras e innovadoras, quienes desde sus diversas áreas del conocimiento han contribuido con una de las mayores preocupaciones globales “la crisis climática”. Además de querer contribuir con la difusión de estos importantes avances científicos, también queremos inspirar a las generaciones más jóvenes, demostrarles que ser científica no es algo lejano y que las niñas tienen las mismas capacidades que los niños”, comentó Mónica Villa, Dra. Doctora en Farmacología y coordinadora ejecutiva del proyecto, que es desarrollado por la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile y ejecutado por el Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDiS).

Entre las investigadoras convocadas a esta exposición está Francisca Boher, médico veterinario, Doctora en Ecología de la Universidad Católica y directora del área de Transferencia y Vinculación Estratégica de CAPES. Francisca comenta que le pareció interesante compartir su experiencia porque “desde la investigación más tradicional que conocemos mi carrera dió un giro hacia la «gestión científica». Mi rol en CAPES es conectar el quehacer de los científicos con el mundo, privado, público y la sociedad civil, buscando sacar la ciencia de las cuatro paredes del laboratorio. Conecto a generadores de conocimiento con usuarios de conocimiento. Además me parece importante dar a conocer que el camino de la ciencia no es uno solo, formamos parte de un «ecosistema científico», donde coexistimos investigadores, gestores, divulgadores, técnicos que nos retroalimentamos y potenciamos”.

Boher también destaca el trabajo de CAPES, orientado a fomentar el desarrollo sustentable de nuestro país, “la grave crisis ambiental que enfrentamos, los acuerdos internacionales, las normativas y leyes locales nos fuerzan como país y desde los diferentes sectores productivos a realizar transformaciones profundas que deben ser basadas en conocimiento científico robusto. Por lo tanto, el conocimiento generado en CAPES, conectado con otras disciplinas y saberes y vinculado con las diferentes necesidades de la sociedad es fundamental para los años que tenemos por delante. El desarrollo será sostenible o no será”.

Otra de las científicas destacadas, es Catalina Velasco, Bióloga Marina, Cofundadora de Fundación Mar y Ciencia, Exploradora y líder joven de National Geographic y también comunicadora científica, escogida como una de las 100 líderes jóvenes de Chile 2021. “Me pareció una linda experiencia participar en esta iniciativa, es un buen espacio para visibilizar el trabajo de mujeres en las ciencias y fomentar el cierre de las brechas de género presentes en estas áreas de estudio. Además, es una oportunidad para que las niñas encuentren modelos a seguir y rompan el estereotipo del típico científico de bata blanca. La ciencia es diversa y hay que darlo a conocer”. Durante su carrera, Catalina se ha abocado a desarrollar una cultura oceánica en la ciudadanía y promover una conciencia ambiental, en el año 2021 publicó su primer libro llamado “La vida sugerida: porqué necesitamos el océano”.

Asimismo, la Doctora Sandra Cortés, epidemióloga e investigadora del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS) y Centro de Desarrollo Urbano Sustentable también (CEDEUS), es otra de las investigadoras reconocidas, ella es experta en estudios poblacionales de salud y contaminación, actualmente se encuentra estudiando la prevalencia de enfermedades relacionadas al ambiente en la población de Concón, Quintero y Puchuncaví.

“Definitivamente este tipo de actividades de divulgación de la ciencia hecha por mujeres deberían de replicarse masivamente en todas las regiones de Chile y hacia todas las edades. Es inspirador conocer el trabajo que hacen muchas científicas jóvenes en nuestro país, la ciencia es una disciplina de co-creación” resaltó la Dra. Sandra quien también es profesora de la Facultad de Medicina de la PUC.

Calendario de actividades

Dentro de las actividades contempladas para esta exposición, se encuentran:

  • Exposición virtual  
  • Exposición presencial (entrada gratuita):
    • 8 al 21 de noviembre: Biblioteca Pública Pedro Lemebel de Recoleta
    • 23 al 6 de diciembre: Biblioparque Pablo Neruda de Recoleta
    • 8 diciembre al 3 de enero: Centro de Atención Primaria Ambiental (CAPA) de Pudahuel
    • Marzo 2023: Centro Cultura de Til Til

La actividad contó con la colaboración del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad de la Universidad Bernardo O’Higgins; Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile; Instituto de Investigaciones Agropecuarias- INIA La Platina; Pontificia Universidad Católica de Chile; Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES ; Suncast; Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Central de Chile; Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos-INTA de la Universidad de Chile; Universidad Santo Tomás; Universidad de Santiago de Chile; Universidad Autónoma de Chile; Fundación Mar y Ciencia; Biblioteca Pública Pedro Lemebel de Recoleta; Biblioparque Pablo Neruda de Recoleta; Centro de Atención Primaria Ambiental (CAPA) de Pudahuel y el Centro Cultura de Til Til.

La exposición “Igualmente Sabias: Creadoras de conciencia” forma parte de las actividades que se desarrollarán en el marco de la actividad Regional Ciencia Pública 2022, organizada por el Proyecto Explora de La Región Metropolitana Norte del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

Más información: www.explora.cl/rmnorte/

Texto e imágenes: Explora RM Norte

Científicos crean nueva clasificación para los ecosistemas de la Tierra

Patricio Pliscoff, académico UC e investigador en CAPES e IEB, es el único chileno que participó en este revolucionario trabajo internacional e interdisciplinario, publicado en la revista Nature, que elaboró una nueva tipología de ecosistemas global.

Los seres humanos siempre han clasificado lo que les rodea; los seres vivos en la naturaleza, los objetos astronómicos en el cielo o los libros en las bibliotecas. Pero en el caso de los ecosistemas existentes en el planeta, se habían hecho intentos que los ordenaban según algunas características como la biota que los compone, el lugar geográfico donde se encuentran, o más recientemente, las funciones y servicios que prestan a los humanos, pero ninguna integraba todos estos elementos ni estaba estandarizada a nivel mundial.

Es por esto que más de 40 científicos y especialistas provenientes de todo el mundo colaboraron recientemente en la colosal tarea de crear un nuevo modelo de clasificación de ecosistemas, el cual distribuye los diversos sistemas ecológicos presentes en la Tierra según sus procesos ecológicos, biota, funciones y servicios ecosistémicos específicos.

Esta nueva “Tipología de Ecosistemas Global”, publicada este mes en la revista Nature, fue desarrollada bajo el encargo y alero de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), y busca, según sus autores, “apoyar la transferencia de conocimiento para la gestión y restauración ecosistémica-específica, así como las evaluaciones de riesgo de ecosistemas estandarizadas globalmente”, entre otros objetivos.

Entre los investigadores que participaron en esta importante labor y en el artículo A function-based typology for Earth’s ecosystems”, que la da a conocer a la comunidad científica, se encuentra el Dr. Patricio Pliscoff, académico de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, único chileno participante.

El investigador cuenta que su colaboración se dio porque “soy miembro del equipo de Lista roja de ecosistemas de la comisión de manejo de ecosistemas de la UICN. Dentro de esta comisión, se creó un grupo específico para desarrollar la clasificación global, esto partió el año 2017 con una reunión en Londres, en la que se comenzó a definir conceptualmente la clasificación global, posteriormente tuvimos otras reuniones presenciales y virtuales donde se desarrolló el paper”.

Pliscoff comenta acerca de sus aportes en esta tarea multinacional que “estuvieron asociados a la definición conceptual de la clasificación y posteriormente con la homologación de la propuesta de clasificación global con la clasificación de ecosistemas terrestres de Chile. Este fue uno de los requisitos que pidieron los revisores de Nature, para ver cómo se aplicaba la clasificación global en países que ya tuviesen una clasificación de ecosistemas ya desarrollada”.

Los criterios para ordenar ecosistemas

Para apoyar tanto en los planes y políticas de manejo sustentable de estos ecosistema, es decir, su dimensión funcional, como en las estrategias de conservación de su biodiversidad, su dimensión biológica, las y los investigadores evaluaron más de 23 clasificaciones de ecosistemas según seis criterios: (1) funciones ecosistémicas y procesos ecológicos; (2) biota característica; (3) consistencia conceptual en toda la biósfera; (4) estructura escalable; (5) unidades explícitas a nivel espacial, y (6) detallismo descriptivo y complejidad mínima.

No habiendo encontrado ninguna tipología que cumpliera estos 6 criterios entre las 23 que evaluaron, se abocaron a construir una nueva clasificación, sólida, escalable y espacialmente explícita, que pudiera proporcionar una infraestructura que respalde las nuevas investigaciones en ecosistemas, un vocabulario común y estandarizado para los especialistas en ecología y que fortalezca los esfuerzos en conservación, restauración y evaluación de riesgos para salvaguardar la biodiversidad global.

Patricio Pliscoff señala que la importancia de esta nueva tipología es que “es la primera vez que se desarrolla una propuesta unificada que incluya a todas las zonas del planeta. Existían clasificaciones por separado del ámbito terrestre o marino, pero nunca se había hecho una clasificación con una misma metodología que incluyera todos los ámbitos del planeta. Esto va a permitir, por primera vez, evaluar el estado de conservación y el nivel de riesgo de los ecosistemas en forma global. Esto permitirá establecer prioridades de protección a escala global”.

Esta nueva clasificación acepta la naturaleza dinámica de los ecosistemas y su dependencia de los procesos ecológicos. Es así que el modelo propone 5 grupos de “drivers” o impulsores ecológicos que dan forma a los ecosistemas al actuar como filtros de ensamblaje y presiones evolutivas. Estos son los impulsores de recursos (agua, oxígeno, nutrientes, entre otros), ambientales (temperatura, pH, salinidad, entre otros), regímenes de perturbación (incendios, tormentas, inundaciones, otros), interacciones bióticas (competencia, depredación, patogenicidad, mutualismo y facilitación) y las actividades humanas, que son una clase especial de interacción biótica que influye en los ecosistemas a través de la apropiación de recursos, la reestructuración física, el movimiento de la biota y el cambio climático.

La nueva tipología clasifica los ecosistemas en 10 reinos, 25 biomas y 110 grupos funcionales.

Recorriendo los ecosistemas de la Tierra

La tipología presenta una clasificación distribuida en 3 niveles jerárquicos principales: en el primero se consignan 4 reinos centrales: terrestre, aguas dulces, marino y subterráneo, más 6 reinos de transición entre estos: marino-terrestre, subterráneo-aguas dulces, aguas dulces-marino, marino-aguas dulces-terrestre, subterráneo-marino y terrestre-aguas dulces.

En el segundo nivel hay 25 biomas funcionales, definidos por tener uno o más procesos de ensamblaje que soportan funciones clave del ecosistema y procesos ecológicos. El nivel 3 define 110 grupos funcionales de ecosistemas, (EFG por sus siglas en inglés), que son unidades clave para realizar generalizaciones y predicciones sobre funciones, biota, riesgos y gestión de soluciones. 

A modo de ejemplo, el bosque templado lluvioso valdiviano corresponde al reino Terrestre, o “T”, bioma T2, o de bosques y tierras arboladas templado-boreales, y grupo funcional de ecosistema, EFG 3, selva tropical templada fría oceánica, por lo que su clasificación sería T2.3. El desierto de Atacama está en la nomenclatura T5.2, es decir, reino terrestre, bioma 5, de desierto y semidesierto, y EFG 2, es decir, desiertos y semidesiertos suculentos o espinosos.

En el caso de nuestro territorio, Patricio Pliscoff comenta que “para el ámbito terrestre, se reconocen 6 biomas y dentro de estos, 14 grupos funcionales de ecosistemas, entre ellos se encuentran los bosques templados y subtropicales, las estepas, los desiertos y ecosistemas polar y alpinos. Falta aún hacer el cruce con los ecosistemas transicionales, donde se encuentran por ejemplo los humedales costeros y clasificar los ecosistemas marinos y dulceacuícolas. En términos de estado de conservación, los bosques subtropicales donde se encuentra el bosque esclerófilo y el bosque maulino costero de Chile central, son los más amenazados por la pérdida de la vegetación natural producto del cambio de uso de suelo por actividades productivas”.

Este gran esfuerzo de ecólogos de todo el mundo, es el primer paso en la construcción de un sistema completo, general y estandarizado, que además incorpora los biomas creados por el ser humano, con el propósito de dar respuesta a la necesidad de mantener los servicios ecosistémicos que benefician a la humanidad y conservar la biodiversidad.

En la web del proyecto pueden revisar la tipología completa y realizar búsquedas de ecosistemas específicos por áreas: https://global-ecosystems.org.

Texto: Comunicaciones CAPES
Infografía: Patricio Pliscoff

Los costos de la maternidad: lobas finas antárticas trabajan más para conseguir alimento durante la lactancia

Un nuevo paper CAPES entrega los resultados de una investigación iniciada en 2015 que buscó entender los gastos energéticos a los que se ven sometidos estos mamíferos durante la temporada reproductiva.

Una hembra de lobo fino antártico (Arctocephalus gazella) descansa junto a su cría (Crédito: Renato Borrás).

A fin de lidiar con las limitaciones impuestas por la crianza, las hembras lactantes de lobo fino antártico (Arctocephalus gazella) modifican tanto la duración como la frecuencia de sus salidas al mar en busca de alimento durante la temporada de reproducción, en comparación con las lobas no lactantes de la especie.

Así lo descubrieron un grupo de científicos nacionales e internacionales liderados por el biólogo Renato Borras, en una investigación co-financiada por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA), el Instituto Chileno Antártico (INACH) y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES).

El trabajo resume una investigación iniciada en 2015 que buscó entender los gastos energéticos a los que se ven sometidos los mamíferos durante el período de lactancia —cuando las hembras de esta clase deben alimentarse no sólo a sí mismas, sino que a sus crías recién nacidas— y los cambios de comportamiento que aplican para ajustarse a estos gastos.

Sus resultados fueron recientemente publicados en la revista Marine Mammal Science.

Más bocas que alimentar

Un cachorro de lobo fino esperando el alimento (Crédito: Renato Borrás)

La Colonia de Cabo Shirreff, en la isla Livingston, es la colonia reproductiva de lobo fino antártico más austral del mundo. Allí, cientos de madres de la especie se zambullen en las frías aguas del océano Antártico en pos del alimento que las nutrirá a ellas, y a sus crías, a través de su leche. Esto, bajo condiciones que ya de por si las ponen al límite de sus capacidades energéticas.

“Comparar entonces las hembras con cría con las hembras sin cría de la especie, permitía obtener mayor claridad de las diferencias conductuales entre ambas, las que pueden estar asociadas a cómo se alimentan durante la temporada reproductiva” explica Renato Borrás. “Esto último, también nos permitió desarrollar otros aspectos del proyecto, como definir las estrategias de alimentación de las madres en un ambiente difícil de predecir”.

La lactancia es el evento reproductivo de mayor costo en mamíferos. En el caso del lobo fino antártico —pertenecientes a la familia de los pinnípedos junto con focas, morsas, leones y elefantes marinos— ésta representa un tercio de su gasto energético total, lo que obliga a las hembras de algunas de estas especies a aumentar hasta cuatro veces su ingesta de alimento en los cuatro meses que comprende este período del año.

Un tercio (31%) del gasto energético total de las hembras de lobo fino se dedica a la lactancia durante la temporada de reproducción (Crédito: Renato Borrás).

“Las hembras tienen a las crías y comienzan a hacer viajes de alimentación desde la costa hasta donde habitan sus presas (kril y peces, predominantemente)” cuenta Borrás. “Ahí, consumen la mayor cantidad de alimento en el menor tiempo posible, para luego retornar a tierra y amamantan a sus cachorros. En esta especie, esos viajes duran en promedio 3 o 4 días, por lo que necesariamente tienen que modificar su conducta para poder adquirir más energía casi al mismo tiempo que la gastan. En palabras sencillas, a estos animales no les queda mucho espacio para hacer grandes modificaciones y quedarse, por ejemplo, más tiempo comiendo”.

Para conocer estas modificaciones, los investigadores compararon las conductas de forrajeo de hembras lactantes con las de hembras no lactantes en un mismo momento del año, cuando las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento son iguales para ambos grupos. En ese sentido, el autor principal del estudio advierte que, “nosotros no medimos las diferencias en el costo energético de estos viajes cuando se tiene o no se tiene una cría. Lo que evaluamos fue cómo ajustan su comportamiento en estos viajes en función a tener o no tener cría”.

Viajes más breves, descansos más cortos

Usando los más de 20 de años de monitoreo llevado a cabo por el Programa de Recursos Marinos Antárticos (AMLR) del NOAA, el cual les permitió contar con la historia de vida de cada individuo muestreado, el equipo de investigación viajó a isla Livingston durante las temporadas 2015-16 y 2016-17, para observar in situ las laboriosas jornadas de caza y alimentación de las hembras de esta especie.

“Para la captura de individuos se arma un verdadero quirófano en la playa” cuenta Borrás. “Las hembras son sacadas del harem”, los que pueden llegar a más de 27 hembras para un mismo macho, “y rápidamente anestesiadas con una máquina de anestesia portátil, lo que implica que no recordarán que fueron capturadas. Bajo anestesia, tomamos muestras e instalamos estos pequeños instrumentos, que pesan menos del 0,01% del peso del animal, para monitorear los viajes que realizan a lo largo de estos meses (de diciembre a marzo)”.

“Para la captura de individuos se arma un verdadero quirófano en la playa” cuenta Renato Borrás. Aquí, parte del equipo durante la medición de una hembra de lobo fino (Crédito: Renato Borrás).

Además, los investigadores monitorearon la llegada y la salida diaria de estos animales con radio transmisores VHF y visualmente, mediante largas caminatas por la playa. Los cachorros, así mismo, fueron marcados con pintura removible para poder evaluar cuantos de ellos sobreviven durante la temporada y cuánto crecen en función a la estrategia de cada madre.

De este modo, los científicos descubrieron que las hembras de lobo fino con cría realizaban, en promedio, viajes más estructurados a lo largo de la temporada reproductiva, traduciéndose en incursiones más breves en comparación con sus pares no lactantes, aumentando el número de viajes por temporada y maximizando las oportunidades de amamantamiento de sus cachorros.

“También” comenta Borras, “pasan poco tiempo de regreso con las crías, lo que permite, nuevamente, hacer varios cortos viajes durante la temporada en vez de pocos viajes largos. Además, modifican el tiempo que pasan buceando, lo que permite que adquieran más comida en menos tiempo”.

Los instrumentos de monitoreo instalados sobre el pelo de las lobas son imperceptibles para ellas, y son retirados al finalizar la temporada de reproducción (Crédito: Renato Borrás).

Las hembras sin crías que alimentar, en cambio, “están más relajadas. Se ven hembras que pasan harto tiempo alimentándose, otras poco tiempo o hembras que pasan mucho tiempo en la costa cuando regresan. Todo esto debido a que no tienen la restricción de retornar que implica el tener una cría. Entonces, lo que vemos aquí es un cambio en la conducta conducido por dos factores: el gasto energético implicado en la lactancia y la restricción de tener que volver rápido a la costa por la cría”, remata el investigador.

Renato Borrás, autor principal del estudio, junto a una cría de lobo fino antártico (Crédito: Renato Borrás).

Pese a estos importantes hallazgos, el trabajo en un clima hostil no estuvo exento de dificultades, las cuales no sólo se limitaban a las inclemencias del tiempo, el aislamiento de la isla y las limitaciones de acceso. “Capturar hembras sin cría que no necesariamente van a retornar era más o menos nuevo y un desafío para todos” afirma Borras, “lo que implicaba un riesgo en la recuperación posterior de los instrumentos de monitoreo. Por lo mismo, es que la cantidad de hembras sin cría analizadas en nuestro estudio es baja; porque perdimos un par de instrumentos y porque tampoco podíamos, en ese primer intento, arriesgar perder más equipo. Estoy seguro de que, en el futuro, a medida que baje el costo de estas tecnologías, tendremos mayor acceso para observar, de mejor manera, el oculto mundo en el que se alimentan estas especies”.

Así y todo, este estudio es el primero de su tipo en registrar simultáneamente los patrones de sumersión de hembras silvestres lactantes y no lactantes de otaríidos durante la temporada reproductiva, permitiendo, de forma inédita, entender cómo estos animales ajustan su comportamiento debido a la lactancia. También participaron de él los investigadores CAPES Carla Rivera, José Miguel Fariña y Francisco Bozinovic.

Texto: Comunicaciones CAPES
Fotos: Renato Borrás

Investigadores presentan resultados de estudios sobre invasión del conejo

Los trabajos se enmarcan en un proyecto de colaboración entre CONAF, CAPES y la Facultad de Ciencias Veterinarias de la U. de Chile, el primer gran esfuerzo por estudiar el impacto socioecológico del conejo europeo en nuestro país.

El coordinador general de CONAF, Miguel Díaz, durante su presentación.

Conocer y controlar la población de conejos en Chile continental y continuar con su proceso de erradicación en islas nacionales, fue la principal conclusión alcanzada el pasado 6 de octubre tras la presentación de investigaciones ejecutadas bajo el proyecto “Conociendo mejor al conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) en Chile para dimensionar sus impactos y plantear recomendaciones para su control”.

El evento, realizado en las dependencias de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en Santiago, y transmitido a través de la plataforma Zoom, fue liderado por las instituciones patrocinantes del proyecto: CONAF, el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) y la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (FAVET) de la Universidad de Chile.

Más de 60 personas provenientes de organismos relacionados con la conservación de especies nativas y el control de especies exóticas participaron de la instancia. Entre ellas, representantes del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y las organizaciones no gubernamentales Island Conservation y Oikonos.

Avances preliminares

“Conociendo mejor al conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) en Chile” es una iniciativa creada en 2018 que reúne investigaciones orientadas a incrementar el conocimiento en torno a la ecología, percepciones e impactos de esta especie exótica, presente en Chile hace más de 150 años. Entre sus instituciones colaboradoras también se encuentran la Commonwealth Scientific Industrial Research Organisation, (CSIRO) y SAG Magallanes.

El encuentro fue inaugurado por el director ejecutivo de CONAF, Christian Little, quien expresó la importancia de estas alianzas para gestionar el daño que genera el conejo, el cual se expresa, por ejemplo, en el 30% de pérdida anual en las plantaciones forestales del país y en la degradación del bosque nativo.

Durante la jornada, profesionales e investigadores CAPES presentaron aspectos relacionados con los impactos negativos de esta especie en el sector silvoagropecuario y en diversos ecosistemas de Chile, así como también sus efectos positivos, especialmente como alimento suplementario de distintas poblaciones humanas y animales.

En primera instancia, Gabriela Flores, profesional CAPES y coordinadora general del proyecto, introdujo los alcances de éste y entregó un panorama general de la presencia de conejo europeo en territorio nacional, además de analizar las vías potenciales para su manejo.

Las profesionales CAPES Gabriela Flores (centro) y Melanie Duclos (derecha), parte del equipo del proyecto.

A su vez, el coordinador del proyecto asociado a CONAF, Miguel Díaz, habló sobre la historia de esta especie invasora en Chile y los hasta ahora infructuosos intentos por controlarla en el continente, situación que contrasta con experiencias exitosas lideradas por CONAF en algunas islas del país como Santa Clara, en el archipiélago de Juan Fernández, y Choros y Chañaral, en este último caso con el apoyo de Island Conservation. También se analizó el caso de Australia, país que sufrió en la década del 30 una plaga (0,5 billones de conejos) y que hoy ha logrado controlar la especie.

A estos trabajos, también se informó sobre los resultados de distintos estudios realizados en áreas silvestres protegidas del país (públicas y privadas), centrados en percepciones sobre la especie, sus dinámicas poblacionales, enfermedades que lo afectan, y redes tróficas (cadena alimentaria) en las que está presente el conejo.

Paola Correa, investigadora posdoctoral de CAPES, presentó a continuación los avances del proyecto a nivel de investigación, divulgación y formación de capacidades, entre los que se encuentran una serie de talleres con guardaparques CONAF y una campaña de identificación y aviso de presencia de conejos en áreas de Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE) y alrededores.

Asimismo, se analizó el impacto de la mixomatosis, enfermedad viral que solo ataca a esa especie, la que podría constituir una alternativa de control de población en zonas con altos índices de degradación. Melanie Duclos, también investigadora posdoctoral CAPES y parte de estos esfuerzos, detalló el trabajo de muestreo en torno a esta enfermedad.

Se espera que las investigaciones deriven en una síntesis e integración de conocimientos para la gestión de la especie, recomendaciones para gestionar el conejo y sus impactos en Chile continental y recomendaciones para su control en islas, específicamente en Robinson Crusoe.

Nuevo espacio digital

El nuevo sitio web del proyecto Conejo.

Durante el encuentro, los organizadores también tuvieron la oportunidad de presentar en sociedad el nuevo sitio web del proyecto, www.capes.cl/conejoenChile.

La web, alojada en el portal institucional de CAPES, reunirá toda la información general del Proyecto Conejo, así como sus principales avances. Adicionalmente, cuenta con distintas secciones que informarán sobre oportunidades de investigación que surjan en el marco de esta iniciativa, además de una serie de recursos bibliográficos y audiovisuales sobre esta especie invasora.

La plataforma, abierta a todo público, busca convertirse en un punto de comunicación entre el proyecto y la comunidad, ya sea entre aquellos interesados en conocer más de esta problemática, así como los múltiples actores más afectados por ella. En su pestaña de Contacto, sus visitantes podrán escribir directamente a los miembros del equipo para hacer llegar sus consultas, comentarios y aportes.

Próximos pasos

Entre los desafíos futuros del proyecto, Miguel Díaz señaló que en los próximos meses el equipo dictará un curso nacional sobre el conejo y formas de control, de modo de mejorar el conocimiento y capacidades locales que permitan mantener a raya a una especie que, se estima, alcanza los más de 200 millones de individuos en Chile.

A su vez, se espera para fines de este año y comienzos del próximo, la realización de encuentros adicionales y la publicación de un librillo de acceso gratuito que resumirá el estado de avance y control del conejo en nuestro país.

El equipo principal del proyecto CAPES-CONAF-FAVET sobre el conejo en Chile. De izquierda a derecha: Gabriela Flores, Miguel Díaz, Melanie Duclos, Paola Correa y Cristobal Briceño.

Texto: Comunicaciones CAPES
Fotos: Paola Correa

Exposición itinerante «Igualmente sabias: creadoras de conciencia»

Cuándo: Noviembre 2022 - Marzo 2023
Dónde: Biblioteca Pública Pedro Lemebel de Recoleta (8 al 21 de noviembre); Biblioparque Pablo Neruda de Recoleta (23 al 6 de diciembre); Centro de Atención Primaria Ambiental de Pudahuel (8 diciembre al 3 de enero); Centro Cultura de Til Til (marzo 2023).
Organiza: Proyecto Explora de La Región Metropolitana Norte

La exposición “Igualmente Sabias: Creadoras de conciencia” forma parte de las actividades que se desarrollarán en el marco de la actividad Regional Ciencia Publica 2022, organizada por el Proyecto Explora de La Región Metropolitana Norte del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

Desde noviembre del 2022 hasta marzo del 2023, se realizarán diversas exhibiciones que buscan inspirar a niñas, jóvenes y mujeres a desarrollarse en diversas áreas del conocimiento, contribuyendo a derribar los prejuicios y cerrar la brecha de género en materia de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación (CTCI).

El evento incluye una versión virtual de las exposiciones, y la realización de un concurso de pintura que busca visibilizar el  trabajo y contribución de mujeres  que realizan y/o que realizaron investigaciones, desarrollos tecnológicos, innovaciones o actividades de divulgación, en áreas vinculadas con el cuidado y protección del medioambiente

Entre las investigadoras convocadas a esta exposición está Francisca Boher, médico veterinario, Doctora en Ecología de la Universidad Católica y directora del área de Transferencia y Vinculación Estratégica de CAPES.

La actividad contó con la colaboración del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad de la Universidad Bernardo O’Higgins; Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile; Instituto de Investigaciones Agropecuarias- INIA La Platina; Pontificia Universidad Católica de Chile; Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES ; Suncast; Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Central de Chile; Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos-INTA de la Universidad de Chile; Universidad Santo Tomás; Universidad de Santiago de Chile; Universidad Autónoma de Chile; Fundación Mar y Ciencia; Biblioteca Pública Pedro Lemebel de Recoleta; Biblioparque Pablo Neruda de Recoleta; Centro de Atención Primaria Ambiental (CAPA) de Pudahuel y el Centro Cultura de Til Til.

Calendario de actividades

Dentro de las actividades contempladas para esta exposición, se encuentran:

  • Exposición virtual  
  • Exposición presencial (entrada gratuita):
    • 8 al 21 de noviembre: Biblioteca Pública Pedro Lemebel de Recoleta
    • 23 al 6 de diciembre: Biblioparque Pablo Neruda de Recoleta
    • 8 diciembre al 3 de enero: Centro de Atención Primaria Ambiental (CAPA) de Pudahuel
    • Marzo 2023: Centro Cultura de Til Til

77% de la vegetación nativa de Constitución ha sido reemplazada por plantaciones forestales

Así lo reveló un estudio de los investigadores Karen Hermosilla, Patricio Pliscoff y Mauricio Folchi, el cual buscó entender los efectos a largo plazo que el cambio de cobertura y uso de suelo tiene sobre los bosques mediterráneos de la zona centro-sur de Chile.

Uno de los bosques de Nothofagus remanentes ubicados cerca de Constitución, en las laderas occidentales de la cordillera de la Costa de la región del Maule (Ministerio de Medio Ambiente).

A fin de entender los efectos a largo plazo que el cambio de cobertura y uso de suelo tiene sobre los bosques mediterráneos de la zona centro-sur de Chile, un grupo de investigadores analizó las dinámicas e impactos detrás de este proceso en la ciudad costera de Constitución, ubicada 70 km. al oeste de Talca —región del Maule— a lo largo de los últimos 60 años.

Para ello, los investigadores combinaron imágenes áreas y satelitales de la ciudad tomadas en los años 1955, 1975 y 2014, respectivamente, para reconstruir a través de mapas la historia del proceso de cambio ocurrido en la zona, una transformación del paisaje marcada por la progresiva expansión de la industria forestal y el consecuente reemplazo de su bosque nativo por plantaciones de especies exóticas. Sus resultados fueron publicados en diciembre pasado en el Journal of Land Use Science.

Impactos conocidos

El cambio de uso y cobertura de suelo (LULC, por sus siglas en inglés), es el proceso mediante el cual la capa o cubierta vegetal de un suelo —por ejemplo, el de un bosque nativo— se modifica con el objetivo de ser utilizada para otros fines, tales como el cultivo agrícola o la expansión urbana. Dicha transformación, nos cuenta Patricio Pliscoff, “es el factor más importante que provoca la perdida de la biodiversidad de los ecosistemas a nivel global, ya que éste, cuando está relacionado con la perdida de la cobertura natural del suelo, implica también la perdida y fragmentación de estos ecosistemas”.

Pliscoff, académico la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), es uno de los autores de este estudio, junto a la geógrafa Katherine Hermosilla (PUC y Universidad de Temuco) y el historiador ambiental Mauricio Folchi (Universidad de Chile).

En el trabajo, los investigadores señalan que, además de estos impactos, el cambio de uso de suelo provocado por la presencia de plantaciones forestales —muchas de las cuales se componen de una única especie de rápido crecimiento, como el pino o el eucalipto— también genera la aparición de “paisajes homogéneos, que producen conflictos entre los seres humanos y la vida silvestre, aumentando la susceptibilidad (de estos territorios) a la entrada de especies invasoras, depredadores y parásitos”. A su vez, dichas plantaciones alteran los ciclos biogeoquímicos y la composición vegetal de los suelos, promoviendo su degradación y afectando la hidrología y patrones de temperatura locales.

Y Chile es, en ese sentido, un caso paradigmático. Desde la promulgación en 1974 del Decreto de Ley N° 701 —el cual modificaba la ley de bosques a fin de promover la privatización del sector silvícola nacional—, hasta nuestros días, el desarrollo forestal chileno se ha mantenido en un auge constante, al punto que, para 2018, las plantaciones forestales alcanzaban los 2.303 millones de hectáreas y representaban el 1.9% del producto interno bruto del país.

Pero el enorme desarrollo de la industria forestal en Chile no ha estado exento de costos, sobre todo cuando éste se ha concentrado, históricamente, en uno de los hotpots de biodiversidad más escasos y vulnerables del planeta: el bosque lluvioso valdiviano.

Este bosque, caracterizado por su alto grado de endemismo y fuerte impacto antrópico (es decir, por la gran presencia de actividad humana en el territorio), abarca desde el clima mediterráneo de la zona central de Chile, por el norte, hasta las zonas más temperadas de la Patagonia chilena, por el sur. Constitución, localidad costera de poco más de 45 mil habitantes y fundada en 1794, se encuentra enclavada justamente en la primera de estas grandes áreas, la cual concentra la mayor diversidad de especies florales y endémicas de la región.

Esta es, para Patricio Pliscoff, una de las razones que vuelven a esta ciudad un modelo ideal para entender los efectos históricos que ha tenido el cambio de uso y cobertura del suelo sobre estos ecosistemas. Otra razón, nos dice, es el hecho de que “en esa zona comenzó la industria forestal en Chile, asociada a la presencia de una planta de celulosa (Constitución S.A., fundada en 1969), por lo que allí podemos estudiar hasta 60 años de cambios de uso de suelo vinculado al avance de la industria forestal y de las plantaciones en este territorio”.

Una historia de cambios

Evolución de la cobertura de vegetal y de suelos en la comuna de Constitución. Los mapas muestran la situación en los años 1955 (A), 1975 (B), 2014 (C) y 2017 (D), respectivamente. Las zonas café corresponden a los suelos de plantación forestal, mientras que la gris oscura, al área afectada por el incendio forestal de 2017.

Entonces, ¿qué impactos han tenido esos 60 años de expansión forestal sobre el ecosistema de bosque presente en Constitución? “En el caso de Constitución, la mayor perdida histórica corresponde a la vegetación dominante de la cordillera de la Costa” explica Pliscoff, “que es el bosque caducifolio costero o bosque maulino. Este es un bosque único, dominado por especies del género Nothofagus (robles, hualos, etc.), y que incluye especies como el ruil, un árbol que solo crece en este ecosistema y que en la actualidad está confinado a muy pocas poblaciones, insertas todas en una matriz de plantaciones forestales”.

Y así lo corroboran los resultados del estudio: entre 1955 y 2014, el bosque nativo y matorral aledaño a Constitución sufrió una pérdida neta de 44,881 y 23,777 hectáreas, respectivamente, mientras que el área de plantaciones forestales creció 88,649 hectáreas, un crecimiento del 1.250%. Esta alza, indican los autores, fue ligeramente mayor (22% con respecto al período previo) después de 1975, una vez implementado el D.L. 701.

El trabajo también recalca que la sustitución de vegetación nativa por plantaciones forestales durante estos dos períodos representó la mayor transición observada: 45.744 hectáreas de bosque nativo y 32,106 hectáreas de matorral fueron reemplazadas por este tipo de cultivos entre 1955 y 2014. De hecho, un 77% de la vegetación nativa existente en la zona a mediados del siglo XX (81% del área total de Constitución, si incluimos bosques, matorrales y praderas), fue reemplazada y utilizada por la industria forestal hacia el año 2014.

Por otra parte, la pérdida de cobertura también significó la pérdida y fragmentación de los hábitats presentes en el lugar, así como su calidad a la hora de sostener la vida. Principalmente entre 1975 y 2014, el número de parches de vegetación (indicador del nivel de fragmentación de un ecosistema), aumentó en un 128% para el bosque nativo, un 80% para el matorral y un 65% en praderas, mientras que en el mismo período se redujo para las plantaciones forestales.

Para 2014, sólo un 21% del área que comprende Constitución estaba constituido por hábitats naturales (bosques, praderas, matorrales y humedales), la mitad de los cuales presentaba una baja calidad de hábitat. “En el estudio se entiende como “calidad de hábitat” a la cuantificación y definición de sensibilidad de los ecosistemas a las amenazas más importantes presentes” comenta Pliscoff, “por ejemplo, los incendios son la amenaza más relevante, la cual tiene una expresión mayor o menor en ciertas zonas, y dependiendo del tipo de ecosistemas, su impacto puede ser mayor”. Desde esa perspectiva, sólo el 38% de estos espacios presentaron una calidad de hábitat regular y apenas un 9% una calidad buena.

La fragmentación y pérdida de hábitat tiene considerables impactos en la vida silvestre” manifiestas los autores en el trabajo”, “contribuyendo a una pérdida en la riqueza de espacios y funciones ecosistémicas. En Chile, estudios muestran que este fenómeno tiene implicancias sobre la dispersión y reducción de la vegetación, impactos sobre aves especialistas de bosque y efectos sobre la selección de presas de mesocarnívoros (animales cuya dieta consiste en un 50-70% de carne)”.

Adicionalmente, el incendio ocurrido en 2017 en la zona incrementó el porcentaje de hábitats con baja calidad de hábitat de un 50% a un 73%.

“Este estudio muestra la importancia de las áreas circundantes para la calidad del hábitat”, añaden los investigadores, “especialmente cuando sólo pocos y pequeños los hábitats que quedan para mantener la vida silvestre. En estas condiciones, la protección de pequeños fragmentos necesita ser complementada con la promoción de prácticas de manejo amigables con la vida silvestre al interior de las plantaciones”.

“Las medidas posibles”, resume Pliscoff, “se pueden dividir en dos; aquellas que potencialmente podrían restaurar las especies de bosques nativos que se encuentran en los fragmentos que aún persisten, y las aquellas orientadas a reforestar zonas que ya han sido impactadas por la actividad forestal o por los incendios, que cada vez están siendo más recurrentes y con mayor impacto en la zona”.

Texto: Comunicaciones CAPES

Pablo Becerra: investigando la regeneración, dinámica y restauración de los bosques nativos de Chile

Pablo Becerra es ingeniero forestal y Doctor en Ecología y Biología Evolutiva, académico de la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales de la Universidad Católica e investigador de la línea 1 de CAPES. Aunque ha realizado estudios en terreno en casi todos los tipos de bosque del país, se ha especializado en el bosque esclerófilo de Chile central, el que se encuentra atravesando por una grave crisis debido a que no se está regenerando de manera natural y está ocurriendo mortalidad de individuos adultos.

Pablo Becerra Osses nació en Santiago, y desde pequeño, sus padres lo acercaron a la naturaleza, por lo que siempre estuvo muy cerca de los ambientes naturales. Siguiendo esa pulsión, estudió Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile, luego un Magister en Ciencias Ecológicas y posteriormente un Doctorado en Ecología y Biología Evolutiva en la misma casa de estudios.

Ya en el 4° año de su carrera, se dio cuenta de que le gustaba la investigación, la ciencia y las ciencias ecológicas en particular: “el último año, con algunos compañeros, tomamos como electivos algunos cursos del posgrado en botánica en la Facultad de Ciencias, hice unos cursos en biogeografía y en ecología de la reproducción en plantas”, recuerda, “yo partí bien naturalista, con harta observación de flora, de plantas, paseos por el cerro, etc.”.

Como tema de su tesis del doctorado, comenzó a estudiar la invasión de plantas exóticas, centrándose en dos especies simbólicas del área forestal, el Pinus radiata y el Eucalyptus globulus. “Era un análisis de cuáles son los factores que pueden estar facilitando o restringiendo la invasión de estas dos especies exóticas”, señala el investigador, “la elección de esas especies fue porque son las dos más plantadas en Chile y, por lo tanto, podían tener un alto potencial de invasión por la cantidad de semillas que se producen en las plantaciones, que probablemente producen más semillas que cualquier otra especie exótica que hay en Chile”.

Luego, en el posdoctorado, ahondó en el tema y evaluó cómo el pino radiata está influyendo en la regeneración de especies nativas, encontrando la ocurrencia de una importante invasión de esta especie exótica, incluso desde la Región de Valparaíso hacia el sur. “En general se considera invasión cuando una especie naturalizada se ha expandido más allá de las plantaciones o de los lugares en que fue introducida, y en el caso de pino radiata efectivamente eso está ocurriendo. Son individuos que ya están creciendo naturalmente, es decir, las semillas llegaron por dispersión natural a lugares fuera de las plantaciones, a ambientes naturales y están formando individuos, creciendo naturalmente y produciendo a su vez semillas, por lo tanto poseen un alto potencial para producir poblaciones autosustentables”, explica.

Bosques de Chile

“Hay bosques en todo Chile. Desde la I hasta la XII región uno puede encontrar distintos tipos de bosques” comienza contando Becerra cuando le consultamos por los bosques presentes en nuestro territorio. “Los bosques de la I, II y III región eran bosques xerofíticos, de especies adaptadas a esas condiciones, pero que estaban a su vez restringidas o distribuidas en ambientes más húmedos, principalmente orillas de ríos, eran bosques pequeños, siempre ribereños”.

Desde la IV región comienzan a aparecer bosques más abundantes de algarrobos, guayacanes y litres. Luego, en la zona de clima mediterráneo encontramos los bosques esclerófilos, y más al sur, los bosques templados. “A mi me ha tocado estudiar prácticamente todos los tipos de bosques, quizás los únicos en que no he hecho estudios más formales, son los bosques de queñuas, (Polylepis), en el altiplano”, indica, “en mi tesis de pregrado estudié los bosques de araucarias y de coigüe-raulí de la IX región, en mi tesis de magister hice estudios en bosques de robles, de hualo, de raulí, he hecho otros estudios en los bosques siempreverdes de Chiloé y también en los bosques de lenga y ñirre en la Patagonia”.

Bosque esclerófilo de clima mediterráneo

Pero su objeto de estudio más constante ha sido siempre el bosque esclerófilo. Este tipo de bosque tiene factores restrictivos para su conservación, no sólo en términos de impacto humano sino también de sus condiciones abióticas naturales, incluso sin cambio climático. Esto, debido a que el clima mediterráneo tiene estaciones secas y años en que no llueve mucho, lo que genera condiciones difíciles para varias especies del bosque esclerófilo en términos de su regeneración, en comparación con otros bosques en que si no hay factores externos antrópicos como tala, ganado, o incendios, el bosque se regenera naturalmente, que es lo que ocurre desde la región del Biobío al sur.

“En cambio en el bosque esclerófilo no”, afirma Becerra, “hay muchos lugares en que hay individuos adultos pero con cero regeneración, es decir, no hay individuos jóvenes. Entonces la pregunta es por qué esas especies están presentes en esos lugares, qué condiciones habían en el pasado cuando esas semillas se produjeron, qué les permitió regenerar, crecer y sobrevivir, cómo han cambiado esas condiciones que ahora no les permiten germinar, crecer y sobrevivir hasta etapas adultas”.

Esto está ocurriendo en la mayoría de las especies del bosque esclerófilo y ha empeorado en los últimos 10 años. De hecho, los estudios han demostrado que además de no haber regeneración, hay individuos adultos que están muriendo, dependiendo de las condiciones ambientales o microambientales, hay más o menos mortalidad, lo que antes no ocurría o sucedía de manera aislada.

Pablo Becerra comenzó ha realizar estudios en el bosque esclerófilo el año 2006, y en ese tiempo, aún había algo de regeneración bajo condiciones específicas como ambientes más húmedos, cercanos a cursos de agua y cuando se presenta un dosel que genere sombra, más aún controlando a los herbívoros, reduciendo la cantidad de conejos y si no hay incendios u otro tipo de perturbaciones.

“A partir del 2014 empezamos a hacer muestreos geográficamente masivos, abarcando prácticamente toda la distribución del bosque esclerófilo, evaluando los niveles de regeneración”, indica Becerra, “y ahí se empezó a notar una reducción importante a nivel de prácticamente no existir regeneración de la mayoría de las especies del bosque esclerófilo en ninguna parte, ni siquiera en las condiciones más húmedas, ni bajo dosel, ni cuando no hay conejos ni cuando no hay ganado, nada. Entonces, el factor que va quedando obviamente es el agua y eso se asocia con la reducción en los niveles de precipitación que ha ocurrido en los últimos 10 a 15 años”.

Junto con eso, en el verano de 2018-2019, se empezaron a ver los primeros manchones de individuos adultos que mostraban los estragos de la sequía. Comenzaron primero a secarse los peumos, que es una especie relativamente higrófila en Chile central, que tiene su distribución sobre todo en laderas de exposición sur y en fondos de quebradas. El fenómeno se ha incrementado y ahora está ocurriendo con el quillay, que tiene una distribución en ambientes no tan húmedos por lo que está siendo mucho más afectado. También se ha visto cierta mortalidad en litre, que tolera aún más la sequía que el quillay, y en el boldo, en algunos sectores precosteros.

“En esas 4 especies se ha notado la mortalidad”, señala Pablo Becerra, “sin embargo, hay otras especies que no. Por ejemplo, colliguayes, huinganes, espinos, no tienen problemas de mortalidad de individuos adultos, aunque esas especies tampoco se están regenerando. ¿Qué es lo que sugiere todo esto? que en los lugares o localidades donde en el pasado dominaban especies esclerófilas como el quillay, peumo, litre, probablemente van a ser reemplazados o se va a reducir su abundancia de manera importante y van a sobrevivir ahí otras especies como las más adaptadas a condiciones más secas, en reemplazo de lo que eran los bosques esclerófilos más densos”.

Proyecto de restauración en San Carlos de Apoquindo

La Universidad Católica posee dos predios importantes, uno en Pirque y otro en San Carlos de Apoquindo, en los que se empezó a trabajar en proyectos de restauración ambiental que además de la restauración ecológica de los ecosistemas, incluyen un componente de educación ambiental.

“Se generaron anteproyectos de restauración en estos dos predios, los que fueron financiados por CAPES, para hacer los estudios de línea base y las propuestas de acciones de restauración y de educación ambiental”, señala Becerra, “en San Carlos de Apoquindo están hechos los proyectos para restaurar la vegetación y generar una infraestructura que permita hacer educación ambiental, incluyendo un centro de visitantes, senderos de interpretación, reintroduciendo especies emblemáticas con sus letreros de información, etc., lo que se está haciendo ahora es buscar financiamiento para llevar a cabo todo eso”.

Le preguntamos a Pablo Becerra: ¿cómo debería ser la relación del ser humano con los bosques?, nos comenta que “lo que debiera ocurrir es que en el mundo se incremente la superficie de bosque nativo de manera importante y obviamente se conserve lo que ya existe. No debiera eliminarse ni una hectárea más de bosque, en especial de los ecosistemas amenazados como el bosque esclerófilo y de roble-hualo. Primero, porque por ejemplo, de los bosques esclerófilos o los bosques de robles o de hualos, no queda prácticamente nada, y segundo, porque lamentablemente en Chile no existe una legislación ambiental que exija la restauración completa de los ecosistemas por parte de las empresas que los eliminan para sus faenas, con suerte se les exige hacer una plantación compensatoria, que muchas veces es bastante deficiente o poco exitosa, pero no se restaura el ecosistema en ningún caso”.

Pablo Becerra continúa trabajando y en estos momentos está realizando el cierre de algunos proyectos, como el de la evaluación a gran escala de los niveles de regeneración del bosque esclerófilo en toda su distribución o el análisis de técnicas de restauración en ambientes incendiados. Además, él y su equipo están trabajando en los procesos de regeneración y dinámicas de la vegetación del bosque nativo de la región de Coquimbo. También quieren estudiar un efecto que han observado acerca de las precipitaciones en la zona central de Chile, debido a que no sólo cae menos agua, si no que la que cae se pierde por escurrimiento y no alcanza a almacenarse en el sustrato de los cerros y no es aprovechada por la vegetación.

“Las ventajas de tener bosques en general, a nivel planetario, es que los bosques producen oxígeno, absorben CO2, mantienen biodiversidad, controlan plagas, producen distintos tipos de productos alimenticios, farmacológicos, etc., entre varias otras funciones y servicios ecosistémicos. Necesitamos que exista mayor educación ambiental desde los niveles escolares, respecto de la importancia de la biodiversidad, de la vegetación y de los bosques. Mientras más personas tengan ese conocimiento y valoren nuestros ecosistemas, se podría exigir, generar y financiar más proyectos que permitan incrementar la superficie de bosques y reducir al máximo la eliminación de ecosistemas que están en peligro de extinción”, finaliza.

Texto: Comunicaciones CAPES

Columna: Restaurando el bosque esclerófilo del Parque Interpretativo San Carlos de Apoquindo

La siguiente columna fue escrita por los miembros CAPES, Dra. Francisca Boher y Dr. Patricio Pliscoff para una nueva edición del boletín «Dimensión Sustentable», de la Dirección de Sustentabilidad de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

El bosque esclerófilo, parte del ecosistema mediterráneo de Chile central, es un tipo de vegetación caracterizada por su alto endemismo y por el constante verdor de sus árboles y arbustos. Sin embargo, entre la primavera de 2019 y el verano de 2020, parte de este bosque experimentó un evento masivo de desecación que lo transformó de un momento a otro en un “bosque café”, un fenómeno conocido como pardeamiento. Peumos, quillayes, litres, lingues y bellotos no pudieron resistir once años consecutivos de sequía.

Este suceso provocó un profundo daño a la estructura y funcionamiento del bosque, así como a los beneficios que recibimos de él, como el control de la erosión del suelo, la purificación del aire, la infiltración del agua, la provisión de madera, plantas medicinales, insectos que polinizan cultivos, entre otros.

Pero pese al desolador escenario, no todo está perdido: el bosque esclerófilo requiere medidas urgentes de conservación y manejo para su recuperación, y desde distintos espacios, hoy somos muchos los que trabajamos para restaurar este reservorio de biodiversidad.

Es el caso del proyecto “Restauración Ecológica y Parque Interpretativo en Predio UC San Carlos de Apoquindo”, una iniciativa coordinada por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES UC, para la creación de un parque que integre actividades de manejo y restauración del bosque esclerófilo con actividades educativas e interpretativas, en una nueva zona de acceso a la pre-cordillera.

El proyecto consta de cuatros ejes: 1) restauración del bosque, analizando el estado actual de la biodiversidad y su funcionamiento ecológico, y ejecutando estrategias mixtas de recuperación: siembra y plantación; 2) diseño y construcción de una solución de ingeniería para la infiltración, acopio y distribución de aguas lluvia; 3) creación de un espacio educativo de acceso universal que concientice sobre el valor ecológico del bosque esclerófilo y la Cordillera de Los Andes; y 4) recorrido educativo e interpretativo cuyo contenido, instalaciones y diseño evoque sensibilidades y despierte cuestionamientos en los visitantes. Los anteproyectos del parque ya fueron financiados y ejecutados, y actualmente, CAPES se encuentra en una fuerte campaña para sumar socios estratégicos y levantar recursos para su implementación.

Asimismo, el Centro contribuye con conocimiento básico y aplicado en el desarrollo de otros esfuerzos de conservación de este bosque, como la participación del investigador Patricio Pliscoff (PhD) en la iniciativa del Centro de Estudios Públicos “Conservación, Institucionalidad y Filantropía”, que tiene por objeto contribuir a preservar la biodiversidad terrestre identificando los ecosistemas aún desatendidos en las áreas protegidas públicas y privadas dentro de un contexto de cambio climático, y a través de propuestas de políticas públicas elaboradas por un grupo de personas de destacada trayectoria ambiental.

Con estas colaboraciones, estamos abordando la crisis de biodiversidad a través de un modelo de apertura y gestión integral, creando un piloto de restauración ecológica del bosque esclerófilo, avanzando hacia el compromiso de carbono neutralidad y aportando con conocimiento científico en la búsqueda de soluciones que nos permitan avanzar hacia la sustentabilidad.


Francisca Boher es doctora en Ecología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coordinadora de Vinculación y Transferencia del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC.

Patricio Pliscoff es doctor en Ecología de la Universidad de Lausanne, Suiza, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC.

Créditos imagen: Andrés Bertens

Fabián Jaksic es incorporado como miembro de la Academia de Ciencias de América Latina, ACAL

Fabián Jaksic, director de CAPES

Fabián Jaksic, director del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, fue incorporado como nuevo miembro de la Academia de Ciencias de América Latina, ACAL, institución con más de 40 años promoviendo y contribuyendo al desarrollo de las ciencias matemáticas, físicas, químicas, de la vida y de la tierra y sus aplicaciones en beneficio del desarrollo y de la integración humana, cultural y social de América Latina y el Caribe.

Entre los investigadores e investigadoras chilenas que pertenecen a ACAL están el también investigador CAPES Francisco Bozinovic, Gloria Montenegro, Jorge Allende, Mario Rosemblatt y Cecilia Hidalgo.

“Suscribo la visión y misión de la ACAL y deseo contribuir con acciones concretas”, escribió el profesor Jaksic en su mensaje de agradecimiento por esta distinción, manifestando además que “el reconocimiento de los pares latinoamericanos es muy importante para mí y me siento honrado de la compañía que adquiero en Chile, cuyos miembros ACAL conozco y respeto”.

La Academia de Ciencias de América Latina fue creada en honor a la memoria de Simón Bolívar por un grupo de investigadores científicos de América Latina en 1982, estableciendo su sede permanente en Caracas en 1983, año del bicentenario del nacimiento del llamado Libertador de América.

ACAL desarrolla programas de cooperación que comprenden la divulgación de los eventos científicos regionales, la evaluación permanente del potencial de investigación de América Latina y el Caribe, el intercambio de investigadores, la transferencia de conocimientos y la formación de redes regionales de investigación. La Academia también fomenta y realiza estudios de política científica y promueve el interés por la ciencia en los diferentes niveles educativos y entre toda la población.

Actualmente la Academia cuenta con más de 250 miembros de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela. Anualmente, ACAL organiza una reunión científica en un país distinto de la región. En Chile se ha desarrollado en dos oportunidades, en Santiago y en Viña del Mar.

Entre los organismos patrocinantes de ACAL se cuentan la Fundación Simón Bolívar para la Academia de Ciencias de América Latina, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, y su Oficina Regional de Ciencia y Tecnología para América Latina y el Caribe, ORCYT-UNESCO, el Consejo Internacional para la Ciencia, ICSU y la Academia de Ciencias del Tercer Mundo, TWAS.

Más información en www.acal-scientia.org

Texto: Comunicaciones CAPES