Innovador proyecto busca mejorar la detección de pesca ilegal en costas chilenas

La iniciativa es encabezada por el investigador de CAPES y el Instituto Milenio SECOS, Rodrigo Oyanedel.

Fuente: Fundación Terram (©Christian Aslund / Greenpeace)

En el marco de un convenio de colaboración entre el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) y el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), en los últimos meses se ha desarrollado un proyecto enfocado en entregar herramientas a los funcionarios y funcionarias encargadas de la fiscalización y el combate a la pesca ilegal. “Este proyecto tiene por objetivo implementar metodologías que permitan mejorar la detección de la pesca ilegal e instalar capacidad institucional”, dijo Pablo Ortiz, Jefe (S) del Departamento de Gestión de Programas de Fiscalización Pesquera de Sernapesca.

La iniciativa partió en la Región del Biobío, donde fue presentado el programa y se realizó la primera capacitación a 20 funcionarios y funcionarias del programa de fiscalización pesquera, certificación de desembarque, unidad de análisis y programa jurídico. Según mencionó Ortiz, “estos talleres se han realizado en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Maule y Los Lagos, los cuales están relacionados con las pesquerías estratégicas de las algas pardas, merluza común, las pesquerías pelágicas, la merluza del sur y el congrio dorado, además de las pesquerías de relevancia”.

Este proyecto tiene una duración estimada de dos años y comprende varias etapas, siendo la primera la construcción de una metodología de perfilamiento de agentes y causas que provocan la pesca ilegal. “Se han realizado encuestas dirigidas a funcionarios fiscalizadores, para determinar a juicio experto los temas de pesca ilegal que enfrentamos diariamente”, expresó Ortiz. El funcionario agregó que luego viene la “instalación de construcción de indicadores para el seguimiento de causas con el objetivo de apoyar el tema de la gestión”, a lo que siguen los talleres realizados en regiones.

“La recepción de este proyecto en el que estamos trabajando fue muy positiva, las y los funcionarios dieron a conocer su parecer, hubo conversación, discusión, intercambio de ideas y experiencia en fiscalización y eso es muy valioso”, dijo por su parte Rodrigo Oyanedel, investigador del Instituto Milenio SECOS y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES.

Los próximos pasos a seguir en la implementación de este proyecto, van en la línea de la conformación de equipos regionales encargados de diseñar y mejorar la herramienta de detección y la variable de perfilamiento relacionada con la pesca ilegal.

Profesionales de Sernapesca y de SECOS, miembros del equipo a cargo de este proyecto.

Fuente: Comunicaciones SECOS

Mariella Canales: “Mi interacción con el mar comenzó en mi niñez”

Bióloga marina de la Universidad de Concepción y doctora en biología de la Universidad de York, Inglaterra, Mariella Canales ha desarrollado una carrera un poco distinta a lo que normalmente sigue un científico, intercalando actividad laboral con postgrados. Con experiencia en la ciencia pesquera desde la industria, el sector público y la academia, se ha especializado en las pesquerías de peces pelágicos, como anchoveta, sardina y otros, y también ha explorado los peces litorales como el róbalo.

Mariella Canales

Nacida en Tomé, comuna costera al norte de Concepción, Mariella Canales pasó toda su niñez y primera juventud al lado del mar. “Mis recuerdos de infancia son pasar todos los veranos en la playa, mi mamá que era profesora básica normalista disponía del tiempo en las vacaciones de verano. Mi papá trabajaba la mayor parte del verano en las Fábricas Paños de la ciudad (hoy ya no existen), entonces, nuestra diversión era ir prácticamente todos los días del verano a la playa, la cual teníamos al lado. Aquí podíamos jugar y explorar libremente la verdad. Me llamaba mucho la atención todo lo que “crecía y andaba” en las rocas, y a mi mamá le costaba literalmente un gran esfuerzo sacarme del agua. Fue también a través de mi familia que aprendí a consumir productos del mar desde algas hasta peces desde muy chica”, recuerda la investigadora, quién entró a estudiar Biología Marina en la Universidad de Concepción (UdeC).

“Mi vida de alguna manera se vincula al mar desde mi niñez temprana”, afirma Canales, cuya carrera ha sido algo distinta a la que siguen la mayoría de las mujeres y hombres de ciencia “en el sentido que no pasé directamente a la realización de un postgrado cuanto obtuve mi título de Bióloga Marina, eso me permitió acumular experiencia en varios ámbitos y reorientarme. Recién terminada la carrera de Biología Marina comencé trabajando en la Estación de Biología Marina de UdeC en Dichato (¡hermoso!) en un proyecto asociado al desarrollo del cultivo de ostión en la zona. Luego se dio una oportunidad en el Instituto de Investigación Pesquera (INPESCA) en Talcahuano, Instituto privado de investigación aplicada en pesquerías y medio ambiente, cuyo financiamiento proviene principalmente de los industriales pesqueros (ASIPES) de la Octava Región. Allí comencé trabajando en el monitoreo biológico-pesquero de sardinas y anchovetas, y participé en varios otros proyectos de investigación pesquera, fue allí donde comencé a encontrar mi norte profesional”.

“En INPESCA entré a trabajar con el Dr. Luis Cubillos”, recuerda Mariella, “de quien tuve la suerte aprender muchísimo y colaborar con sus estudios de dinámica poblacional y pesquera de anchoveta y sardina común. Del monitoreo nacieron varias publicaciones que describen la dinámica del esfuerzo pesquero en la zona sobre sardina común y anchoveta, y también la dinámica poblacional de estas especies y su acoplamiento con la variabilidad climática de la zona, en particular con los procesos reproductivos y de crecimiento corporal de ambas especies. La generación de ese conocimiento decanta en una propuesta de modelo de evaluación de stock para estos recursos”.

La maestría le permitió a Mariella trabajar en el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), como investigadora dedicada a la evaluación de stock de sardinas y anchovetas. (Foto: José Antonio Gil Martínez)

En esa época, en la segunda mitad de la década 90, comienza el auge de la captura de cerco de sardinas y anchovetas para producir harina de pescado, y en paralelo ocurre la primera crisis del jurel que llevó a la restructuración del esfuerzo de pesca industrial de cerco en la zona, pasando estas pesquerías de libre acceso, a ser reguladas vía cuota de captura. La necesidad de monitorear estas especies, le permitió a Mariella adquirir experiencia en toma y análisis de muestras de peces, participar de cruceros científicos, manejo y análisis de datos, evaluación de stock, en general “participé en distintos proyectos científico-pesquero financiados por el Fondo de Investigación Pesquera y Acuicultura (FIPA)”, indica la investigadora, “trabajando en INPESCA ingrese al Magister en Ciencias con mención en Pesquerías en la UdeC, la maestría me permitió decantar y/o darle una estructura y profundidad a todo el conocimiento adquirido trabajando en INPESCA había mucho más que aprender que lo aprendido en el pregrado”.

La maestría le permitió entrar a trabajar al Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), como investigadora del Departamento de Evaluación de Recursos, trabajar en evaluación de stock de sardinas y anchovetas y colaborar en otros proyectos: “ahí estuve mucho rato ‘en mi salsa’, señala Canales, “los desafíos del trabajo fueron muchos y todos muy entretenidos, aprendí a programar, modelación matemática y estadística, también me permitió interactuar con distintos actores de la institucionalidad pesquera chilena oportunidad que no había tenido en INPESCA, y todo ayuda a crecer y desarrollarse profesionalmente. Particularmente mis primeros años en IFOP fueron de mucho crecimiento profesional, muy motivadores, y me nutrí mucho de los colegas, así como de investigadores de otros países.  Sin duda, el Departamento de Evaluación de Stock del IFOP era el lugar donde aprender “evaluación de stock” en Chile”.

“Todo está conectado de Islandia a Inglaterra”

Un día, llegó una invitación del Gobierno de Islandia a un investigador de IFOP vía Subsecretaría de Pesca (SUBPESCA) y fue designada para asistir, Canales relata: “realicé una pasantía de 6 meses en el frío país del norte (a los 64º Norte) enfocada en evaluación de stock y financiada por Islandia. Islandia es un país pesquero por excelencia, uno de sus principales comodities”.

Esta pasantía en el Marine & Freshwater Research Institute (MFRI) de Islandia le permitió entrar en contacto con la Dr Julia Blanchard, “ella trabajaba para el Centro de Acuicultura, Medioambiente y Pesquería del Reino Unido (CEFAS), y estaba haciendo su doctorado en la Universidad de York con el Profesor Richard Law”. Tiempo después Canales se fue a hacer su Doctorado en Biología en esa universidad británica con Richard y Julia como tutores, “mi tesis de doctorado comprendió la modelación comunitaria de ecosistemas marinos mediante la aproximación por espectro de tamaños”, indica Mariella, “el tamaño corporal e incorporar este rasgo particularmente en el caso del modelamiento de sardinas y anchoveta, era algo que me daba vuelta en la cabeza desde lo aprendido en INPESCA y el trabajo en IFOP. A lo anterior se le sumaba también el efecto del clima, y rol que juegan estas especies en los ecosistemas de surgencia, estos últimos aspectos los había tocado de alguna forma en la Maestría. De mi tesis de doctorado surgieron algunos aportes, por ejemplo, un trabajo más bien teórico donde a través de la implementación de un modelo por espectro de tamaño, explore los efectos de los cambios de la composición del plancton, la predación intraespecífica, y canibalismo sobre estas especies, bajo distintos escenarios climáticos mediados por el plancton. Lo que encontramos fue que estos factores al interaccionar generan cambios en el tamaño corporal de la anchoveta y sardina lo cual conlleva a un efecto en la abundancia debido a cambio en las tasas de predación. Sin embargo, el cambio en esta estructura del plancton es gatillada por la variabilidad climática, en este caso, condición “El Niño”.

Barcos pesqueros en las costas de Husavik, Islandia: “realicé una pasantía de 6 meses en el frío país del norte (a los 64º Norte) enfocada en evaluación de stock y financiada por Islandia. Islandia es un país pesquero por excelencia, uno de sus principales comodities», cuenta Mariella (Foto: TJH1976)

A su regreso a Chile retomó su puesto en el IFOP y posteriormente se unió al equipo de la línea 4 de CAPES “Dinámica de la población, cambio global y sustentabilidad socioecológica”, encabezada por Mauricio Lima, donde ha participado de distintos proyectos asociados a pesquerías chilenas, y donde también realizó su Postdoctorado patrocinada por el Profesor Lima.

“En el Postdoctorado usamos un enfoque ‘holístico ‘para estudiar la dinámica de las poblaciones de peces pelágicos pequeños en Chile”, explica Canales, “analizamos la tasa de cambio de crecimiento poblacional de anchoveta y sardina común de Chile. Este permite analizar factores, denso-dependiente e independientes (clima, pesca) a la vez. Lo que encontramos fue que estos efectos varían a través de las poblaciones, por ejemplo, en el caso de la sardina común, la temperatura superficial del mar y sus efectos de retardo explicó el explosivo crecimiento en biomasa que este recurso mostró después del 2006, y en la mayoría estas poblaciones encontramos que el factor denso-dependiente era significativo. En un segundo trabajo del postdoctorado abordé este último tema de la denso-dependencia en forma teórica, simulando una población tipo anchoveta. La pregunta aquí es porque es difícil observar relaciones stock-recluta (clásicas) en peces pelágicos pequeños. Lo que encontramos fue que los procesos denso-dependientes pueden permanecer completamente operativos y medibles en estas especies, sin embargo, es más factible identificarlos a nivel de las tasas vitales de nacimiento, crecimiento y muerte que utilizando las clásicas relaciones stock-recluta”.

Peces pelágicos y peces litorales

Los peces pelágicos viven en la columna de agua, desde la zona costera hasta ambientes oceánicos. Entre las especies pelágicas de pequeño tamaño, están la anchoveta y las sardinas, las más conocidas por su importancia económica y su gran biomasa en los ecosistemas de surgencia.

“Estando en el INPESCA me tocó participar de varios cruceros en el contexto de la aplicación del método de producción de huevos para estimar biomasa desovante del jurel, anchoveta y sardina”, cuenta la bióloga marina, “en jurel se navegaba haciendo estaciones de muestreo y lances de pesca hasta las 1000 millas náuticas de la costa en barcos industriales cerqueros. El objetivo era muestrear hembras y huevos de jurel en el plancton (el jurel desova en océano abierto), enorme el esfuerzo realizado por la flota industrial cerquera”.

Actualmente, Mariella Canales dirige el proyecto FIPA “Caracterización y propuesta de manejo sustentable de las actuales y potenciales pesquerías costeras de peces litorales en las regiones de La Araucanía y Los Ríos”, que busca determinar la diversidad, abundancia y distribución de tallas de los peces litorales en ambas zonas.

Los peces pelágicos como las anchovetas y las sardinas, predan sobre el plancton, y cumplen un rol fundamental particularmente en los ecosistemas de surgencias donde dominan en biomasa. Los peces litorales tienen una dinámica completamente distinta, se encuentran en fondos arenosos y rocosos cerca de la costa, reducido desplazamiento comparado a un jurel, por ejemplo, y se alimentan de algas, de otros peces, de moluscos y de crustáceos. “Presentan estrategias reproductivas más variadas, uno puede encontrar especies hermafroditas, como en el caso del róbalo, que es una de las especies principales que hemos estudiado en el FIPA 2021-16”, indica la investigadora.

Actualmente, Mariella Canales dirige el proyecto FIPA “Caracterización y propuesta de manejo sustentable de las actuales y potenciales pesquerías costeras de peces litorales en las regiones de La Araucanía y Los Ríos”, que busca determinar la diversidad, abundancia y distribución de tallas de los peces litorales en ambas zonas, identificando los parámetros de historia de vida de las especies que son más extraídas y proponer orientaciones para su manejo sustentable. Canales añade que “la captura de estas especies en la zona de estudio está asociada al consumo humano (para el hogar), se venden en restaurantes y también se capturan en forma recreativa”.

¿Cuántos peces hay en el mar?

Las poblaciones de peces se evalúan desde el punto de vista de su manejo para estimar su abundancia y biomasa y poder saber cuánto pescar o remover para que sean sustentables en el tiempo. Desde la perspectiva del ecosistema marino, todas las especies están relacionadas de manera trófica (y otras interacciones también), son presas y predadores a la vez. “En el caso de sardinas y anchovetas, estas cumplen un rol ecológico fundamental porque primero son, en términos de biomasa, dominantes en los ecosistemas de surgencia como el chileno, y al predar sobre el plancton transfieren y dispersan esa energía rápidamente a otros niveles tróficos”, explica Mariella, “ya que sobre ellas se alimentan distintas especies de peces, mamíferos marinos (lobos marinos), y también el hombre (pesca)”.

Entonces, si la pesca remueve demasiado, “desde una perspectiva mono-específica se arriesga la sustentabilidad de la población, pero desde una perspectiva multi-específica además se perturban las relaciones tróficas, tanto para aquellas especies que se alimentan de anchovetas y sardinas, como en el plancton que son su alimento”, indica la investigadora. Algunos trabajos basados en modelamiento ecosistémico, muestran que remover anchovetas “genera una disminución en la biomasa de predadores tróficos altos, como mamíferos marinos y las aves marinas. Hay debate al respecto, porque en su mayoría estos estudios están basados en modelaciones, pienso que hay que analizar cada ecosistema por separado, porque la pesca afecta en forma distinta a cada comunidad y la variación climática tiene un efecto importante”, señala Canales.

En el caso de la pesquería de peces litorales, que como vimos está relacionada al consumo humano de las comunidades costeras locales, la comunicación entre pescadores y los investigadores en terreno fue muy importante por varias razones, señala la bióloga marina “particularmente cuando se sabe muy poco, ellos tienen la memoria de la actividad de pesca en sus caletas y las especies que extraen. Lo otro es que los pescadores conocen mucho del comportamiento de los peces, ese conocimiento es valioso para determinar la vulnerabilidad de las especies, y creo que debe recogerse cuando no tienes información, y aún si la tienes”.

Además, es relevante porque cualquier medida de manejo afecta directamente a las comunidades pesqueras locales, en la economía del hogar, en la generación de entradas. “También es importante acercar la ciencia a quienes hacen uso directo de estos recursos marinos, eso es algo que surgió en las reuniones con los pescadores en este proyecto, ellos están interesados en saber de la biología, y ecología de estas especies,” afirma Mariella Canales, “ellos quieren conocer más detalles de las especies que extraen, entonces, la transmisión del conocimiento generado es importante, porque de esa manera ellos también saben la razón de porqué se establecen las medidas de manejo”.

Texto: Comunicaciones CAPES

Con éxito se realiza primer taller internacional sobre el calamar argentino

Entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre de 2022, con el mar de la Estación de Investigaciones Marino Costeras (ECIM), de la Universidad Católica en Las Cruces, de fondo, se realizó el “Primer Taller Internacional sobre Dinámica Poblacional del Calamar Argentino (Illex argentinus)”, organizado por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad CAPES

El calamar argentino (Illex argentinus) se distribuye en las aguas al sur del océano Atlántico y es una de las especies de cefalópodos más capturadas en el mundo. A pesar de la importancia económica de esta especie para la seguridad alimentaria de países como Argentina, China, Corea del Sur, Uruguay o España, no existe un manejo pesquero a nivel regional. Tampoco se cuenta con una evaluación de stock que cubra la distribución completa de este calamar en el Atlántico Sur.

Es por esto que CAPES ha sido el anfitrión del primer taller internacional sobre el calamar argentino, que tuvo como objetivo principal indagar sobre la información disponible que permita lograr un manejo sustentable de esta pesquería en la zona. Durante el encuentro se revisó la biología básica, la dinámica poblacional y los métodos de evaluación de la abundancia para el calamar argentino.

La actividad tuvo como investigadores principales al Dr. Rubén Roa-Ureta, consultor independiente con 30 años de experiencia en ecología marina y pesquerías y autor de más de 60 artículos en revistas especializadas; y al Dr. Rodrigo Wiff, investigador de la línea 4 de CAPES y en el Instituto Milenio de Socioecología Costera, SECOS. El taller contó con la participación de destacados científicos de América del Sur, Europa y las Islas Malvinas-Falkland.

Conversamos con Rodrigo Wiff acerca de las temáticas discutidas en el workshop, además de los desafíos y perspectivas de investigación en esta área. El científico pesquero comienza contextualizando la importancia del calamar argentino señalando que “es una de las especies de cefalópodos con mayores volúmenes de capturas en el mundo. El principal uso es a través de consumo humano directo, siendo Europa y Asia los mayores mercados de venta bajo la forma de anillos (rabas) de calamar”.

Illex argentinus se captura en la zona económica exclusiva de los países ribereños del Atlántico sur y en aguas internacionales. Algunas cifras para ilustrar su importancia económica: entre 2010 y 2019 se desembarcaron 410.000 toneladas por año, lo que representa aproximadamente el 10% de los desembarques mundiales de cefalópodos. Ocho países fueron responsables de casi la totalidad de estos volúmenes: China (34,9%), Argentina (27,1%), Taipei Chino (22,9%), Corea del Sur (9,1%), España (3,5%), Islas Malvinas-Falkland (1,2%), Vanuatu (0,8%) y Uruguay (0,3%).

“Como cualquier recurso que es explotado por diferentes países, tanto en aguas de jurisdicciones como en mar abierto, las principales dificultades se presentan por tener acuerdos de manejo entre diferentes usuarios de la pesquería”, explica Wiff. Con respecto a la evaluación formal de la población de calamares, que permita garantizar una futura gestión sostenible, el investigador destaca que “la evaluación de stock en calamares en general es compleja, debido a que tienen ciclos de vida particulares, son regularmente migradores de vida corta y donde la edad de los individuos es difícil de asignar”. El taller buscó comenzar a recopilar información relevante acerca de estos y otros temas.

Evidencia científica para el manejo sustentable de recursos 

Con una población que hace unas semanas sobrepasó los 8 mil millones de habitantes, el desafío de alimentar a tantos seres humanos se cruza con una disponibilidad de recursos finita, en la tierra y en el mar, con el riesgo de sobreexplotación e incluso colapso de algunas especies . Por ejemplo, en Chile, según el informe de estados de pesquerías año 2021, de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), de las 28 especies sobre las cuales existe Punto Biológico de Referencia (PBR), 10 se hallan sobreexplotadas y 6 agotadas o colapsadas. Entre las primeras se encuentran la sardina común, el bacalao de profundidad, el congrio dorado del norte y del sur, la merluza común y la merluza austral, mientras que la merluza de tres aletas y la merluza de cola de la zona sur austral están agotadas.

La seguridad alimentaria mundial es la principal razón para desarrollar una metodología de manejo sustentable de recursos naturales, terrestres y marinos, basado en investigación científica, Para el caso de los recursos provenientes del mar, Rodrigo Wiff indica que “el manejo de recursos se basa en la premisa de que conocemos, con algún grado de certeza, la cantidad de animales que están en el agua y cuánta es la producción que estos animales generan en el largo plazo. Para responder esas preguntas se debe tener evidencia científica que asesore las decisiones posteriores de manejo”.

Es así como en este taller, según comentó Rodrigo Wiff, se discutieron “datos disponibles a nivel regional, posibles métodos de evaluación de stock” del calamar argentino, pero también “se esbozaron los primeros pasos para caminar hacia una organización que haga manejo pesquero regional sobre este recurso”.

Entre los principales resultados del workshop, el investigador menciona que “existe mucho interés regional en caminar hacia un manejo sustentable de este recurso. Se acordó generar un grupo establecido de científicos que haga recomendaciones de investigación y manejo en esta pesquería. Las perspectivas de trabajo son múltiples, tanto desde el punto de vista de biología básica, indicadores pesqueros, evaluación de stocks y manejo de especies transnacionales”. 

Texto: Comunicaciones CAPES

El rol de los “alimentos azules” para un futuro sustentable

El pasado 1 de julio, 24 jefes de Estado concluyeron su participación en la segunda versión de la Conferencia de la ONU sobre los Océanos —originalmente planeada para 2020, pero celebrada este año en Portugal— con una declaración donde reconocieron el “fracaso colectivo” que significó el no haber alcanzado las metas para la protección de los océanos contenidas, y comprometidas, en el Objetivo número 14 de la Agenda 2030 Sobre Desarrollo Sostenible.

Entre estas metas, estaban el gestionar y proteger los ecosistemas oceánicos y costeros para el año 2020; reglamentar, para ese mismo año, la explotación pesquera; reestablecer, al menos al punto de su sostenibilidad, las poblaciones de peces diezmadas por estas prácticas, y resguardar, como mínimo, el 10% de todas las zonas costeras y marinas del mundo.

La llamada “Declaración de Lisboa” también incluyó la siguiente confesión por parte de los mandatarios: “estamos profundamente alarmados por la emergencia global que afecta a los océanos. Los niveles del mar están en aumento, la erosión costera empeora, y el océano se vuelve cada vez más cálido y ácido. La contaminación marina crece a un ritmo alarmante, un tercio de las reservas de peces son sobrexplotadas, la biodiversidad marina continúa decreciendo y aproximadamente la mitad de los corales del mundo se han perdido, mientras que especies exóticas invasoras presentan una amenaza significativa a los ecosistemas y recursos marinos”.

Estas palabras, las últimas en una serie de declaraciones cuyo carácter catastrófico suele repetirse cada vez que se suscitan este tipo de conferencias, no son más que ecos de lo que buena parte de la comunidad científica lleva años informando, los riesgos de un escenario que, de continuar, no sólo afectará irremediablemente la vida en estos ecosistemas marinos, sino que también supondrá la pérdida de una fuente de alimentos fundamental para millones de personas hoy, y para toda la humanidad, en el futuro.

Así lo corroboró al menos un grupo de investigadores internacionales en un trabajo recientemente publicado en la revista Global Food Security, donde delinearon un conjunto de medidas “imperativas” para asegurar que los alimentos provenientes de ecosistemas marinos y de agua dulce, también conocidos como “alimentos azules”, sirvan a futuro como una fuente de nutrientes sostenible para una población mundial en constante crecimiento.

Un océano de oportunidades

“Los alimentos azules juegan un rol central en la seguridad alimentaria y nutricional de billones de personas, y se volverán mucho más importantes a medida que el mundo busque crear sistemas alimentarios justos que soporten la salud de los humanos y del planeta”, afirman en su trabajo.  

Esto, en primer lugar, porque los alimentos de origen acuático son increíblemente diversos: más de 2.500 especies de animales, plantas y algas son parte de la dieta humana diaria, aportando micronutrientes vitales para prevenir eventos como la mortalidad materna e infantil, problemas de crecimiento y déficits cognitivos durante la formación temprana. Suponen, además, una fuente de proteínas y grasas magras más sana que aquella proveniente de la ganadería terrestre, ayudando a reducir el riesgo de obesidad y de otras enfermedades no transmisibles.

Para el medio ambiente, de hecho, este tipo de alimentos también parecen ser una alternativa real y ecológicamente viable: “los alimentos azules suelen tener huellas ambientales más pequeñas que otras fuentes de comida animal”, comentan los autores, aunque son cautos en reparar que, en este caso, “los detalles importan, pues las emisiones de gases de efecto invernadero y los impactos sobre la vida silvestre pueden llegar a ser bastante altos en el caso de sistemas como el de la pesca de arrastre o sistemas acuícolas pobremente regulados”.

Pese a sus múltiples beneficios, los alimentos azules siguen siendo escasamente considerados en el diseño de sistemas alimentarios sostenibles y resilientes alrededor del mundo, aun cuando expertos y expertas de todos los rincones del globo han abogado por la necesidad de diversificar estos sistemas.

Para Stefan Gelcich, investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y uno de los autores de este trabajo, esto se debe a que “los alimentos azules han sido vistos desde la perspectiva económica de los recursos naturales, pesqueros o acuícolas”, por ende, la atención sobre ellos se ha centrado en el potencial meramente productivo que ofrecen, su rol en el PIB o en exportaciones. “El cambio importante, es que se consideren como partes integrales de sistemas alimentarios sostenibles y equitativos” agrega.

Para alcanzar esa integración, no obstante, los tomadores de decisión deben antes superar múltiples desafíos. “Las pesquerías silvestres tanto marinas como de agua dulce necesitan ser mejor valoradas y reconstruidas” comentan los investigadores, “en tanto muchas reservas de peces han sido severamente agotadas y algunas de sus tecnologías poseen altas huellas medioambientales”.

A estas amenazas, se suman estresores ambientales como los enumerados por los autores de la Declaración de Lisboa, la inequidad económica, étnica y de género de la que adolecen hoy estos sistemas alimentarios, y la opacidad que existe hoy a la hora de fiscalizar buena parte del comercio y distribución de estos alimentos, impidiendo tanto a las autoridades como a los consumidores detectar los impactos ambientales y las violaciones a los derechos humanos en que incurren sus proveedores.

Atendiendo a estos desafíos, y basados en un informe presentado en 2021 por estos mismos investigadores como parte de una iniciativa internacional que buscó evaluar el estado actual de los océanos del mundo, el trabajo también enumera algunas de las políticas más urgentes a implementar por gobiernos y tomadores de decisión encargados de modelar y gestionar los sistemas de producción y distribución de alimentos.

“La demanda por alimentos marinos ha incrementado, y se proyecta que lo seguirá haciendo” explica Gelcich, también académico de la Universidad Católica de Chile y director del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera, SECOS. “En este sentido el desafío es poder avanzar hacia una pesca sostenible, apoyando al sector pesquero artesanal, y apuntando hacia sistemas de gobernanza que incorporen una visión donde las dimensiones socio-ecológicas de los sistemas alimentarios jueguen un rol importante”.

Es así como, en su trabajo, Gelcich y el resto de los autores definen tres ejes esenciales por los cuales políticas alimentarias de productos acuáticos a nivel nacional o global debiera orientarse: 1) la integración de los alimentos azules a los procesos de toma de decisión de políticas, programas e inversiones, de modo de permitir un manejo efectivo de su producción, consumo y comercio justo[DS1] ; 2) entender, proteger y desarrollar el potencial de los alimentos azules para terminar con la malnutrición mundial, promoviendo la producción de alimentos accesibles, asequibles y nutritivos, y 3) apoyar el rol central de los actores de pequeña escala dentro de estos sistemas, generando planes y presupuestos que respondan a sus necesidades, circunstancias y oportunidades diversas.

En el trabajo, los autores detallan las distintas dimensiones de estos ejes, indicando los problemas asociados a cada uno de ellos y el tipo de políticas orientadas a su correcta atención y solución.

El caso de Chile

¿Y qué pasa con Chile y sus 6.435 kilómetros de costa? Gelcich cuenta que, pese al rol central que juega el mar en la vida y destino de nuestro país, su situación en el panorama global no es muy distinta a la de la mayoría de las regiones del globo. “En Chile la situación es parecida” cuenta, “estamos dentro de los 10 países que producen más alimentos del mar, pero los hemos estado comprendiendo esencialmente como recursos económicos. El comenzar a comprender a la pesca y acuicultura como un sistema alimentario es importante para avanzar hacia una visión más equitativa en la distribución de los beneficios tanto económicos, sociales y nutricionales que otorgan estos alimentos”.

Las señales, al menos, están apuntando a esta comprensión. En otra reunión de líderes mundiales celebrada en junio, esta vez la versión 2022 de la Cumbre de las Américas, Chile impulsó y concretó la creación de la “Coalición América por la protección del Océano”, integrada por otros siete países de la región (Canadá, EE.UU., Costa Rica, México, Panamá, Colombia y Perú) y la cual busca generar espacios de colaboración, cooperación y coordinación a nivel político sobre Áreas Marinas Protegidas de todo el continente y conservación del océano. Mientras tanto, en la misma Declaración de Lisboa, los jefes de Estado firmantes comprometieron más de 1.000 millones de dólares para la creación, ampliación y gestión de áreas marinas protegidas y la conservación de los océanos.

Es de esperar que algunos de estos esfuerzos también apunten al aseguramiento del potencial de estos mismos océanos para alimentarnos de una manera sana, segura, y sustentable.

Texto: Comunicaciones CAPES
Créditos imagen: Susana Cárcamo

Investigadores CAPES lanzan nuevo libro sobre mujeres pescadoras de Chile

La obra es una recopilación de testimonios orales y fotográficos de pescadoras, mariscadoras, recolectoras de orilla, de armadoras y de buzas de seis regiones de nuestro país.

En sus páginas, se comparten vivencias y conocimientos de prácticas de consumo, producción y sustitución de alimentos marinos.

El pasado lunes 18 de enero, vía telemática, la antropóloga Susana Cárcamo y el biólogo Stefan Gelcich lanzaron oficialmente una nueva publicación CAPES titulada “Mujeres navegantes y de orilla: Innovación y tradición con sabor a mar”, un testimonio oral y fotográfico que recorre la vida y trabajo de 13 mujeres dedicadas a la extracción, elaboración y comercialización de productos del mar a lo largo de las costas de Chile.

El libro es el resultado de un trabajo de 2 años en que los investigadores entrevistaron, registraron y documentaron la labor de Edith, Zoila, María, Ximena, Marta, Primitiva, Marcia, Gladys, Cecilia, Marisel, Sara e Irene, todas mujeres de mar, dedicadas a la comercialización de productos marinos entre las regiones quinta y décima. A través de ellas y de sus familias, el libro recupera los saberes, ideas, vivencias y tradiciones en torno a las prácticas de consumo, producción y sustitución de alimentos, transmitidas en muchos casos por la línea materna. Además, da a conocer algunas de las adaptaciones y construcciones alimenticias surgidas en momentos trascendentales como la actual parcelación de nuestro maritorio.

En su prólogo, la escritora y poeta feminista, Mafalda Galdames, elogió el trabajo, el cual afirma “está dedicado a esas mujeres, a las que se levantan antes que aclare, muy temprano por las mañanas, sigilosas saludando el día, para dar las gracias a las bondades que nos regala la naturaleza en sus dos dimensiones: mar y tierra. Ellas, las navegantes y recolectoras de mar han puesto sus energías en recuperar alimentos ignorados o tal vez discriminados, desde las orillas del océano pacífico, tan generoso en su inmensidad y tan misterioso en su azul profundo”.

“Mujeres navegantes y de orilla” se construyó en dos fases, la primera con base antropológica y testimonial sobre el fenómeno social de la alimentación, con un vasto espacio histórico de aportes realizados por las 13 protagonistas del libro. La segunda, corresponde al soporte visual que ilustra los contextos naturales y sociales. Esta última, a través de la fotografía, captura la obtención de recursos marinos, su preparación, y en algunos casos, su forma de transmisión. Las fotógrafas Javiera Musso y Pía Cosmelli, ambas con gran experiencia documental y de retrato, cumplieron un rol clave en esta obra.

“La metodología del libro está basada en la oralidad y visualidad, y rescata la relación de las mujeres con su entorno. Los proyectos que ellas muestran son proyectos de innovación con gran valor agregado”, comenta la co-autora del libro, Susana Cárcamo.

Por su parte, el académico de la Universidad Católica, Stefan Gelcich destacó: “Esta obra es un aporte en el sentido de que este mundo estaba oculto. Este importante rol de las mujeres en la sostenibilidad y gobernanza marina”.

Durante el lanzamiento, tanto los autores como las fotógrafas relataron detalles de la metodología interdisciplinaria característica de este libro. Plasmada de creatividad, esta metodología, buscó ilustrar la experiencia bianual de investigación y creación de una obra original que mitiga la deuda histórica de reconocimiento social de las mujeres chilenas trabajadoras de la mar.  

El libro, en su formato digital, está disponible de forma gratuita en el sitio web de CAPES. Puedes descargarlo visitando www.capes.cl/mujeres-navegantes/

Una buena gestión de los océanos es clave para el futuro de los alimentos, afirman

Un grupo de investigadores internacionales concluyó que, si se gestiona de forma sostenible, la pesca silvestre y la maricultura podrían ayudar a satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos en el largo plazo.

El Panel para una Economía Oceánica Sostenible, un grupo de 14 líderes mundiales organizados en torno al objetivo común de un futuro más resiliente para el planeta y las personas, encargó a un grupo de expertos de todo el mundo, con amplios conocimientos en economía, biología, ecología, nutrición, pesca y maricultura, evaluar en qué condiciones se encuentra el océano para satisfacer la creciente demanda global de alimentos.

Los especialistas, entre quienes se encuentra el académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, Stefan Gelcich, concluyeron que los océanos representan una posibilidad cierta de producción de alimentos para el futuro, siempre y cuando sus recursos de gestionen de manera sostenible, consciente y mancomunada.

Sus conclusiones fueron presentadas tanto en un detallado Blue Paper encargado por dicho Panel, como en un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Nature.

Aliado para un futuro sostenible

Dada la creciente demanda de alimentos y las limitaciones de la expansión de la producción de alimentos en tierra, los alimentos de origen marino, que son ricos en nutrientes y una fuente de proteínas, podrían estar preparados para ser nuestra próxima gran lucha contra la inseguridad alimentaria para los aproximadamente 9.800 millones de personas que habitarán el planeta para el 2050. ¿Pero podemos producir más en el océano sin colapsar sus ecosistemas?

«La pregunta que estábamos tratando de responder era: la gestión sostenible del océano durante los próximos 30 años ¿significa que produciremos más alimentos o menos?”, comentó Christopher Costello, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental, y autor principal del artículo, “y creo que muchos de nosotros entramos en esto pensando que, para gestionar el océano de manera sostenible, tendríamos que extraer menos, lo que significaría menos comida del mar».

Sin embargo, lo que encontraron los investigadores fue lo contrario.

“Si se hace de manera sostenible, en realidad se podría aumentar la comida del mar y en una proporción descomunal en relación con la expansión de la comida terrestre”, afirmó el académico. «Y podría hacerse de una manera mucho más respetuosa con el medio ambiente para el clima, la biodiversidad y otros servicios de los ecosistemas que la producción de alimentos en la tierra».

Stefan Gelcich, por su parte, recalcó que todo depende de la manera en cómo se gestionen los bienes que proveen los mares: «Al mejorar la sostenibilidad y la equidad a través de una serie de políticas y compromisos comerciales viables, los alimentos del mar tienen el potencial de expandirse en el futuro, nutriendo a la creciente población humana«.

Comenzando por la sostenibilidad

Para el investigador de CAPES y del Núcleo Milenio Centro Mussels, una transición a la gestión sustentable de los recursos marinos pasa por “establecer estrategias propias para avanzar hacia la sostenibilidad de nuestros océanos. Estas deben enfatizar buenas prácticas en términos de sostenibilidad y equidad”.

Asimismo, indicó que “la gobernanza de los océanos debe ser adaptativa. Van cambiando los forzantes sociales y ambientales, por lo que debemos responder con modelos que apunten a la sostenibilidad y equidad en el acceso y distribución de beneficios de los recursos, frente a estas nuevas y dinámicas realidades. En este sentido, no hay una receta para resolver los problemas de sostenibilidad; debe haber constantes procesos de co-aprendizaje y co-diseño de soluciones”

«Hemos tenido un historial de sobreexplotación de muchas pesquerías, pero estamos viendo que los gobiernos están comenzando a implementar mejores políticas de gestión de la pesca», añadió Costello. «Y cuando reconstruyes las pesquerías, restauras la salud del océano y eso te permite tener más alimentos».

Los investigadores estimaron un aumento de aproximadamente un 16% en los productos del mar capturados en el medio silvestre para 2050 si las pesquerías se gestionan de forma sostenible. Por el contrario, la falta de mejora de la gestión podría conducir a reducciones significativas en la producción de productos del mar de la pesca salvaje.

El rol de la acuicultura

Los productos del mar cultivados pueden ver un aumento aún mayor en la producción de alimentos si se hacen en equilibrio con la naturaleza; algunos lugares con maricultura insostenible deberían reducirse, posiblemente rehabilitarse, y otras áreas deberían alentarse a desarrollar granjas de mariscos sostenibles. Con innovaciones que reducen la dependencia de la maricultura de los piensos a base de pescado y políticas eficaces que pueden reducir las barreras para iniciar operaciones de maricultura respetuosas con el medio ambiente, la producción de peces y mariscos de picicultivos puede aumentar drásticamente.

«La adopción de alternativas más rápidas y las mejoras de eficiencia en la acuicultura serán clave para escalar la producción marina sostenible», dijo Halley Froehlich, profesora asistente en el Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina y Estudios Ambientales de la UC Santa Bárbara y coautora en el estudio. Si bien la oferta sostenible podría aumentar en más de seis veces, cuando se consideran tanto la oferta como la demanda, el aumento probable en la maricultura es de entre 2 y 4 veces, dependiendo de la demanda futura.

Según Costello, no hay mejor momento que el presente para comenzar a planificar y hacer crecer de manera sostenible el sistema que podría estar alimentándonos en una generación. El investigador señaló que los aumentos en la población y la riqueza, junto con la conciencia de que los mariscos son particularmente nutritivos, impulsarán la demanda futura.

“A medida que las dietas de las personas cambian, se enriquecen, crece la población, empiezan a darse cuenta de que el pescado es más nutritivo y saludable que las fuentes de carne terrestres, la demanda crece. Eso eleva los precios y crea un incentivo económico para generar alimentos del mar”, dijo.

La situación en Chile

Para Gelcich, en el caso de un país dependiente de la pesca como Chile, los desafíos son aún mayores, y pasan en buena parte por un cambio en las prácticas productivas de éste último sector: “Debemos trabajar en mejorar la equidad y sostenibilidad de pesquerías y de la acuicultura. En Chile, a mi juicio, esto implica el apoyo a la pesca artesanal, acuicultura de pequeña escala y la mejor regulación de impactos ambientales de otras actividades en la costa” comentó.

En opinión del investigador, “los pescadores artesanales o pequeños acuicultores jugaran un importante rol en lograr que el potencial que tiene el océano para alimentar a la humanidad sea sostenible e incluya dimensiones de justicia ambiental”.

“Es clave que reconozcamos la importancia de océanos saludables para sustentar el bienestar humano. El océano es vital para la salud de las sociedades humanas y para una economía mundial próspera, es nuestro gran aliado en la búsqueda de un futuro sostenible. En este sentido, construir modelos de gobernanza, con la participación de los diferentes actores, para alcanzar la sostenibilidad de los océanos, es una de las tareas más importantes y de las mayores oportunidades para afrontar los desafíos asociados a cambios globales “, remató.


Una buena gestión de los océanos es clave para el futuro de los alimentos, afirman

Un grupo de investigadores internacionales concluyó que, si se gestiona de forma sostenible, la pesca silvestre y la maricultura podrían ayudar a satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos en el largo plazo.

El Panel para una Economía Oceánica Sostenible, un grupo de 14 líderes mundiales organizados en torno al objetivo común de un futuro más resiliente para el planeta y las personas, encargó a un grupo de expertos de todo el mundo, con amplios conocimientos en economía, biología, ecología, nutrición, pesca y maricultura, evaluar en qué condiciones se encuentra el océano para satisfacer la creciente demanda global de alimentos.

Los especialistas, entre quienes se encuentra el académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, Stefan Gelcich, concluyeron que los océanos representan una posibilidad cierta de producción de alimentos para el futuro, siempre y cuando sus recursos de gestionen de manera sostenible, consciente y mancomunada.

Sus conclusiones fueron presentadas tanto en un detallado Blue Paper encargado por dicho Panel, como en un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Nature.

Aliado para un futuro sostenible

Dada la creciente demanda de alimentos y las limitaciones de la expansión de la producción de alimentos en tierra, los alimentos de origen marino, que son ricos en nutrientes y una fuente de proteínas, podrían estar preparados para ser nuestra próxima gran lucha contra la inseguridad alimentaria para los aproximadamente 9.800 millones de personas que habitarán el planeta para el 2050. ¿Pero podemos producir más en el océano sin colapsar sus ecosistemas?

«La pregunta que estábamos tratando de responder era: la gestión sostenible del océano durante los próximos 30 años ¿significa que produciremos más alimentos o menos?”, comentó Christopher Costello, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental, y autor principal del artículo, “y creo que muchos de nosotros entramos en esto pensando que, para gestionar el océano de manera sostenible, tendríamos que extraer menos, lo que significaría menos comida del mar».

Sin embargo, lo que encontraron los investigadores fue lo contrario.

“Si se hace de manera sostenible, en realidad se podría aumentar la comida del mar y en una proporción descomunal en relación con la expansión de la comida terrestre”, afirmó el académico. «Y podría hacerse de una manera mucho más respetuosa con el medio ambiente para el clima, la biodiversidad y otros servicios de los ecosistemas que la producción de alimentos en la tierra».

Stefan Gelcich, por su parte, recalcó que todo depende de la manera en cómo se gestionen los bienes que proveen los mares: «Al mejorar la sostenibilidad y la equidad a través de una serie de políticas y compromisos comerciales viables, los alimentos del mar tienen el potencial de expandirse en el futuro, nutriendo a la creciente población humana«.

Comenzando por la sostenibilidad

Para el investigador de CAPES y del Núcleo Milenio Centro Mussels, una transición a la gestión sustentable de los recursos marinos pasa por “establecer estrategias propias para avanzar hacia la sostenibilidad de nuestros océanos. Estas deben enfatizar buenas prácticas en términos de sostenibilidad y equidad”.

Asimismo, indicó que “la gobernanza de los océanos debe ser adaptativa. Van cambiando los forzantes sociales y ambientales, por lo que debemos responder con modelos que apunten a la sostenibilidad y equidad en el acceso y distribución de beneficios de los recursos, frente a estas nuevas y dinámicas realidades. En este sentido, no hay una receta para resolver los problemas de sostenibilidad; debe haber constantes procesos de co-aprendizaje y co-diseño de soluciones”

«Hemos tenido un historial de sobreexplotación de muchas pesquerías, pero estamos viendo que los gobiernos están comenzando a implementar mejores políticas de gestión de la pesca», añadió Costello. «Y cuando reconstruyes las pesquerías, restauras la salud del océano y eso te permite tener más alimentos».

Los investigadores estimaron un aumento de aproximadamente un 16% en los productos del mar capturados en el medio silvestre para 2050 si las pesquerías se gestionan de forma sostenible. Por el contrario, la falta de mejora de la gestión podría conducir a reducciones significativas en la producción de productos del mar de la pesca salvaje.

El rol de la acuicultura

Los productos del mar cultivados pueden ver un aumento aún mayor en la producción de alimentos si se hacen en equilibrio con la naturaleza; algunos lugares con maricultura insostenible deberían reducirse, posiblemente rehabilitarse, y otras áreas deberían alentarse a desarrollar granjas de mariscos sostenibles. Con innovaciones que reducen la dependencia de la maricultura de los piensos a base de pescado y políticas eficaces que pueden reducir las barreras para iniciar operaciones de maricultura respetuosas con el medio ambiente, la producción de peces y mariscos de picicultivos puede aumentar drásticamente.

«La adopción de alternativas más rápidas y las mejoras de eficiencia en la acuicultura serán clave para escalar la producción marina sostenible», dijo Halley Froehlich, profesora asistente en el Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina y Estudios Ambientales de la UC Santa Bárbara y coautora en el estudio. Si bien la oferta sostenible podría aumentar en más de seis veces, cuando se consideran tanto la oferta como la demanda, el aumento probable en la maricultura es de entre 2 y 4 veces, dependiendo de la demanda futura.

Según Costello, no hay mejor momento que el presente para comenzar a planificar y hacer crecer de manera sostenible el sistema que podría estar alimentándonos en una generación. El investigador señaló que los aumentos en la población y la riqueza, junto con la conciencia de que los mariscos son particularmente nutritivos, impulsarán la demanda futura.

“A medida que las dietas de las personas cambian, se enriquecen, crece la población, empiezan a darse cuenta de que el pescado es más nutritivo y saludable que las fuentes de carne terrestres, la demanda crece. Eso eleva los precios y crea un incentivo económico para generar alimentos del mar”, dijo.

La situación en Chile

Para Gelcich, en el caso de un país dependiente de la pesca como Chile, los desafíos son aún mayores, y pasan en buena parte por un cambio en las prácticas productivas de éste último sector: “Debemos trabajar en mejorar la equidad y sostenibilidad de pesquerías y de la acuicultura. En Chile, a mi juicio, esto implica el apoyo a la pesca artesanal, acuicultura de pequeña escala y la mejor regulación de impactos ambientales de otras actividades en la costa” comentó.

En opinión del investigador, “los pescadores artesanales o pequeños acuicultores jugaran un importante rol en lograr que el potencial que tiene el océano para alimentar a la humanidad sea sostenible e incluya dimensiones de justicia ambiental”.

“Es clave que reconozcamos la importancia de océanos saludables para sustentar el bienestar humano. El océano es vital para la salud de las sociedades humanas y para una economía mundial próspera, es nuestro gran aliado en la búsqueda de un futuro sostenible. En este sentido, construir modelos de gobernanza, con la participación de los diferentes actores, para alcanzar la sostenibilidad de los océanos, es una de las tareas más importantes y de las mayores oportunidades para afrontar los desafíos asociados a cambios globales “, remató.


Rodrigo Wiff: cuantificando los mares para una pesca sustentable

El biólogo marino, investigador asociado de la línea 4 de CAPES, nos habla sobre la importancia de los modelos poblacionales aplicados a la pesca y detalla sus proyectos de investigación actuales.

Los océanos son terra incognita en más de un sentido. No sólo un 95% de los mares del mundo se encuentra sin mapear, inexplorado e incluso oculto a ojos humanos, sino que buena parte de las regiones que sí conocemos —predominantemente, nuestras costas— bullen de una vida muchas veces esquiva e impredecible.

Bien lo sabe Rodrigo Wiff, biólogo marino de CAPES, quien ha dedicado su carrera a entender las dinámicas que operan en los intersticios oceánicos en busca de patrones que permitan conocer —y proyectar— el estado de los ecosistemas marinos y de los organismos que los componen. En su caso, para crear modelos que ayuden a la implementación de políticas pesqueras eficientes y sustentables.

“Una pesquería sustentable es una pesquería que regula la extracción de peces, entre otras vías, a través de cuotas de captura, que le dicen al pescador cuánto pescar cada año para obtener beneficios económicos, y al mismo tiempo, mantener a la población de peces en un nivel estable” nos cuenta. “Lo que hacen estos modelos matemáticos es estimar la cantidad de biomasa disponible cada año para alcanzar este objetivo”.

Y esta no es la única área donde Rodrigo se vale de las matemáticas para entender procesos biológicos complejos: “Para sorpresa de algunos, la biología tiene algunas ramas que son tremendamente cuantitativas. Solo por nombrar algunas en las que he trabajo, la ecología teoría, la dinámica poblacional y los modelos pesqueros recurre regularmente a sofisticadas herramientas matemáticas y estadísticas para resolver problemas propios de estas sub-disciplinas”, explica.

“En el caso particular de la pesca”, prosigue, “el problema común es estimar procesos que solo observas parcialmente. Por ejemplo, pasa que solo algunos peces quedan atrapados en la red, o solo una parte de la biomasa es observada en los cruceros de investigación, etc. De esa forma, se vuelve un problema de estimar procesos no observados y lo tanto, se vuelven problemas propios de disciplinas como las matemáticas y la estadística”. Es como si las matemáticas le ayudaran, casi literalmente, a mirar debajo del agua.

Rodrigo nació en la población El Cortijo, en la comuna de Conchalí. A mediados de los años 90, en un período marcado por la expansión pesquera en nuestro país, ingresó a estudiar biología marina con mención en pesca y acuicultura en la Universidad de Concepción, de la que se titularía el 2000. Su vínculo con los números aplicados a la ecología surge por esos años: “Cursando el pregrado me percaté que tenía facilidades para los aspectos cuantitativos en biología y tuve la suerte de ser formado en el pregrado y en el magister por el Dr. Rubén Roa-Ureta quien sin duda es uno de los científicos pesqueros cuantitativos más importantes de Latinoamérica”, recuerda.

Sus primeros trabajos, acaecidos durante sus años de magister, se dieron como investigador en diversos proyectos oceanográficos y pesqueros al alero del programa FONDAP Humboldt, y más tarde en el Instituto de Investigación Pesquera (Inpesca, Talcahuano). En 2004, con el grado ya obtenido, recaló en el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP, Valparaíso) como encargado de la evaluación de stock la pesquería sur-austral de Chile.

El también doctor en Bioestadística en la Universidad de St. Andrews, Escocia, e investigador posdoctoral de la Universidad de Aberdeen, llegó a CAPES durante el primer año de vida del Centro, en 2015. Desde entonces, sus áreas de investigación han estado asociadas al modelamiento de procesos individuales y poblacionales en peces y crustáceos, principalmente referidos al crecimiento, reproducción, madurez, reclutamiento, producción de biomasa y consumo de alimento.

En el último tiempo, también se ha estado dedicando a la modelación espacial, particularmente referente a las especies de langostinos en Chile, aunque ha combinado estos trabajos con una serie de proyectos abocados al estudio de otras especies marinas.

Proyectos de investigación

El primero de estos proyectos (FIPA 2017-46), recientemente concluido, tuvo por objetivo principal sentar las bases metodológicas para la construcción de indicadores de abundancia del congrio dorado para la flota artesanal que opera en fiordos y canales de la Patagonia Chilena, mediante la realización de dos campañas de muestreo a bordo de lanchas artesanales espineleras efectuadas en otoño y primavera de 2018.

“Este proyecto podría ser clave en una pesquería tan emblemática para la pesca artesanal chilena como lo es el congrio dorado” relata Rodrigo. “Hoy en día, la evaluación de stock de esta especie, y por ende las cuotas de captura y estado de explotación, se basan casi completamente en información proveniente de la pesquería industrial. Por lo tanto, este proyecto entrega las bases metodológicas de como levantan un indicador de abundancia desde la pesquería artesanal y que contribuya a determinar el estado de explotación de esta especie”.

El proyecto, además, fue el primer concurso FIPA adjudicado a la Universidad Católica de Chile en su historia.

Un segundo proyecto FIPA recientemente adjudicado consistió en un estudio piloto de marcaje y recaptura de reineta (Brama australis) con el fin de conocer patrones de migración y distribución espacial de esta importante especie productiva. Si bien los estudios de marcaje no son muy comunes en la historia de la investigación pesquera nacional, en opinión de biólogo marino, éstos pueden ser de gran utilidad. “En el caso de reineta, se tiene la hipótesis que esta especie migra, por lo que un programa de marcaje podría determinar sus patrones migratorios y, en el largo plazo, influir en la estimación de parámetros de su historia de vida”.

Este trabajo podría contribuir, además, al entendimiento de la pesquería con miras a una mejor administración de este recurso, uno de los más importantes para la pesquería artesanal de centro-sur chilena hoy en día.

Finalmente, Rodrigo y su equipo también trabajan como coordinadores de un proyecto IFOP cuya misión es revisar a través de pares internacionales, los proyectos de evaluación de stock de erizos desarrollado por el Instituto a lo largo de los años.

Rodrigo Wiff: cuantificando los mares para una pesca sustentable

El biólogo marino, investigador asociado de la línea 4 de CAPES, nos habla sobre la importancia de los modelos poblacionales aplicados a la pesca y detalla sus proyectos de investigación actuales.

Los océanos son terra incognita en más de un sentido. No sólo un 95% de los mares del mundo se encuentra sin mapear, inexplorado e incluso oculto a ojos humanos, sino que buena parte de las regiones que sí conocemos —predominantemente, nuestras costas— bullen de una vida muchas veces esquiva e impredecible.

Bien lo sabe Rodrigo Wiff, biólogo marino de CAPES, quien ha dedicado su carrera a entender las dinámicas que operan en los intersticios oceánicos en busca de patrones que permitan conocer —y proyectar— el estado de los ecosistemas marinos y de los organismos que los componen. En su caso, para crear modelos que ayuden a la implementación de políticas pesqueras eficientes y sustentables.

“Una pesquería sustentable es una pesquería que regula la extracción de peces, entre otras vías, a través de cuotas de captura, que le dicen al pescador cuánto pescar cada año para obtener beneficios económicos, y al mismo tiempo, mantener a la población de peces en un nivel estable” nos cuenta. “Lo que hacen estos modelos matemáticos es estimar la cantidad de biomasa disponible cada año para alcanzar este objetivo”.

Y esta no es la única área donde Rodrigo se vale de las matemáticas para entender procesos biológicos complejos: “Para sorpresa de algunos, la biología tiene algunas ramas que son tremendamente cuantitativas. Solo por nombrar algunas en las que he trabajo, la ecología teoría, la dinámica poblacional y los modelos pesqueros recurre regularmente a sofisticadas herramientas matemáticas y estadísticas para resolver problemas propios de estas sub-disciplinas”, explica.

“En el caso particular de la pesca”, prosigue, “el problema común es estimar procesos que solo observas parcialmente. Por ejemplo, pasa que solo algunos peces quedan atrapados en la red, o solo una parte de la biomasa es observada en los cruceros de investigación, etc. De esa forma, se vuelve un problema de estimar procesos no observados y lo tanto, se vuelven problemas propios de disciplinas como las matemáticas y la estadística”. Es como si las matemáticas le ayudaran, casi literalmente, a mirar debajo del agua.

Rodrigo nació en la población El Cortijo, en la comuna de Conchalí. A mediados de los años 90, en un período marcado por la expansión pesquera en nuestro país, ingresó a estudiar biología marina con mención en pesca y acuicultura en la Universidad de Concepción, de la que se titularía el 2000. Su vínculo con los números aplicados a la ecología surge por esos años: “Cursando el pregrado me percaté que tenía facilidades para los aspectos cuantitativos en biología y tuve la suerte de ser formado en el pregrado y en el magister por el Dr. Rubén Roa-Ureta quien sin duda es uno de los científicos pesqueros cuantitativos más importantes de Latinoamérica”, recuerda.

Sus primeros trabajos, acaecidos durante sus años de magister, se dieron como investigador en diversos proyectos oceanográficos y pesqueros al alero del programa FONDAP Humboldt, y más tarde en el Instituto de Investigación Pesquera (Inpesca, Talcahuano). En 2004, con el grado ya obtenido, recaló en el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP, Valparaíso) como encargado de la evaluación de stock la pesquería sur-austral de Chile.

El también doctor en Bioestadística en la Universidad de St. Andrews, Escocia, e investigador posdoctoral de la Universidad de Aberdeen, llegó a CAPES durante el primer año de vida del Centro, en 2015. Desde entonces, sus áreas de investigación han estado asociadas al modelamiento de procesos individuales y poblacionales en peces y crustáceos, principalmente referidos al crecimiento, reproducción, madurez, reclutamiento, producción de biomasa y consumo de alimento.

En el último tiempo, también se ha estado dedicando a la modelación espacial, particularmente referente a las especies de langostinos en Chile, aunque ha combinado estos trabajos con una serie de proyectos abocados al estudio de otras especies marinas.

Proyectos de investigación

El primero de estos proyectos (FIPA 2017-46), recientemente concluido, tuvo por objetivo principal sentar las bases metodológicas para la construcción de indicadores de abundancia del congrio dorado para la flota artesanal que opera en fiordos y canales de la Patagonia Chilena, mediante la realización de dos campañas de muestreo a bordo de lanchas artesanales espineleras efectuadas en otoño y primavera de 2018.

“Este proyecto podría ser clave en una pesquería tan emblemática para la pesca artesanal chilena como lo es el congrio dorado” relata Rodrigo. “Hoy en día, la evaluación de stock de esta especie, y por ende las cuotas de captura y estado de explotación, se basan casi completamente en información proveniente de la pesquería industrial. Por lo tanto, este proyecto entrega las bases metodológicas de como levantan un indicador de abundancia desde la pesquería artesanal y que contribuya a determinar el estado de explotación de esta especie”.

El proyecto, además, fue el primer concurso FIPA adjudicado a la Universidad Católica de Chile en su historia.

Un segundo proyecto FIPA recientemente adjudicado consistió en un estudio piloto de marcaje y recaptura de reineta (Brama australis) con el fin de conocer patrones de migración y distribución espacial de esta importante especie productiva. Si bien los estudios de marcaje no son muy comunes en la historia de la investigación pesquera nacional, en opinión de biólogo marino, éstos pueden ser de gran utilidad. “En el caso de reineta, se tiene la hipótesis que esta especie migra, por lo que un programa de marcaje podría determinar sus patrones migratorios y, en el largo plazo, influir en la estimación de parámetros de su historia de vida”.

Este trabajo podría contribuir, además, al entendimiento de la pesquería con miras a una mejor administración de este recurso, uno de los más importantes para la pesquería artesanal de centro-sur chilena hoy en día.

Finalmente, Rodrigo y su equipo también trabajan como coordinadores de un proyecto IFOP cuya misión es revisar a través de pares internacionales, los proyectos de evaluación de stock de erizos desarrollado por el Instituto a lo largo de los años.